Vampiros SA

21 mar. 2009 - POR GUSTAVO NORIEGA. 22 JONAS MEKAS. Anticipo del diario íntimo del creador del cine independiente, y un perfil de este vanguardista.
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SUMARIO | EDITORIAL "ÛPt/ñNFSP Sábado 21 de marzo de 2009 Buenos Aires, Argentina

Vampiros SA Una inmersión en el mito del vampirismo y en las versiones que han dado la literatura y el cine, hasta llegar a Crepúsculo, el fenómeno creado por Stephenie Meyer. 1PS–OHFM'BSFUUBZ(SBDJFMB.FMHBSFKP

páginas 4 a 9

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LITERATURA INDIA Los autores indios construyeron una de las literaturas emergentes más poderosas de nuestros días

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POR PATRICIO JARA

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PASOLINI Y MORAVIA En 1961, ambos escritores viajaron a la India y lo contaron con miradas bien distintas

POR GUSTAVO NORIEGA

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POR VICENTE MOLINA FOIX

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ARTE, AMOR Y CRIMEN La autora de esta nota cuenta el proceso de escritura de su nueva novela, La colección del Führer POR PATRICIA SAGASTIZÁBAL

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POR ELOY FERNÁNDEZ PORTA

JONAS MEKAS Anticipo del diario íntimo del creador del cine independiente, y un perfil de este vanguardista POR DAVID OUBIÑA

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PINTAR BUENOS AIRES Macció, Berni, Alonso, Roux, Ocampo y otros en Coppa Oliver POR ALICIA DE ARTEAGA

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CRÍTICA DE LIBROS Mario Vargas Llosa, Martin Suter, François Jullien, Jorge Bolívar DESPUÉS DEL POP En Homo Sampler, el ensayista español analiza los efectos de la tecnología en la cultura de masas

BAFICI POLÍTICO En el festival de cine, muchos films pondrán el foco en la vida pública. Lo que hay que ver

VOLVER A EMPEZAR León Ferrari, a los 88, se niega a repetirse a sí mismo POR LAURA CASANOVAS

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PÉREZ-REVERTE Una clase magistral en el barrio de las Letras

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AGENDA

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2 | adn | Sábado 21 de marzo de 2009

POR JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ Director de adnCULTURA [email protected]

Todos quieren hincar el diente J

acques Chessex es un novelista suizo que ganó en Francia el prestigioso premio Goncourt en 1973. Entre las novedades librescas del verano, encontré un nuevo libro suyo llamado El vampiro de Ropraz. Es una nouvelle que se lee en no más de dos horas y que reescribe un hecho verídico: las andanzas de un asesino múltiple, necrófilo y antropófago que asoló a principios del siglo XX campiñas de Suiza. El protagonista no es un vampiro sobrenatural a la manera de la leyenda del príncipe Vlad, El Empalador, sino un depredador en la línea del “M” de Fritz Lang. Durante años las publicaciones populares le han colocado el mote de “vampiro” al cazador depravado. En los años 60 un diario argentino aseguraba que el secuestrador y asesino de una adolescente virginal era un zapatero (luego resultó inocente) que se afilaba los colmillos para perpetrar sus orgías sangrientas: “El vampiro de Florencio Varela”. Si uno pudiera trazar una línea entre esa clase de “vampiros verdaderos” (homicidas de carne y hueso obsesionados por las vísceras y la sangre de sus víctimas), llegaría hasta el actual Hannibal Lecter, el glamoroso psiquiatra devenido en feroz caníbal que Stephen King bautizó como “el conde Drácula de la era de las computadoras y los celulares”. Es, sin embargo, el otro vampiro, el nomuerto que infecta y que desciende directamente del Drácula de Stoker y el Nosferatu de Murnau y Herzog, el que más se ha reciclado para sobrevivir a la luz solar de los nuevos tiempos. Hollywood y Bela Lugosi, la Hammer y Christopher Lee lo resucitaron. A partir de entonces cada generación tuvo su vampiro y en los últimos treinta años no ha dejado incluso de mutar de género en género para ser inmortal. En King, esas criaturas viciosas y siniestras abren una guerra civil en un pueblo (La hora del vampiro), en Richard Matheson se apoderan del planeta (Soy leyenda), en Anne Rice se vuelven insoportablemente sufrientes (Entrevista con el vampiro), en Joel Schumacher visten como punks y juegan los ritos adolescentes (The last boys), en Francis Ford Coppola ejecutan una venganza contra la religión que los traicionó y viven amores monstruosos (Drácula de Bram Stoker), en John Carpenter se desarrollan dentro de una road movie y protago-

nizan una suerte de western moderno (Vampiros) y en el cómic incursionan en el mundo tecno y las artes marciales (Blade). A pesar de ello, después de Lecter los asesinos seriales parecieron ocupar el trono del vampiro sobrenatural. Hasta que apareció una narradora de literatura juvenil que ocupó la vacante de J. K. Rowling y su Harry Potter en el mercado mundial de los lectores menudos y que produjo un nuevo movimiento sísmico. Asociada inevitablemente a Hollywood, la escritora Stephenie Meyer lanzó la serie de Crepúsculo y mueve las estanterías. En la Argentina, como en casi todas las capitales del mundo, los cuatro libros del ciclo ocupan los primeros puestos de venta. Los padres, que ya no saben qué hacer para que sus hijos lean, aunque sea mala literatura, se los compran si pestañear. ¿Qué tiene Crepúsculo? Romanticismo adolescente, con amor imposible y pecado de contagio latente incluidos. La idea del sexo y sus peligrosas consecuencias fluye por las venas de una historia puritana escrita por un ama de casa mormona. Pegándole una leída superficial y dejando a un lado la ideología, me molestan dos cosas: su ramplonería argumental, que hace acordar a telefilmes baratos de los años 70 (felizmente nadie los ha exhumado), y esa filosofía de lo “políticamente correcto” que ahora humaniza hasta a los monstruos. En mi época, los monstruos, los nazis y los comanches estaban para meter miedo. A ninguno de nosotros se nos ocurría vincular a esos personajes mitológicos del cine y los libros con la realidad, como tampoco se nos pasaba por la cabeza que luego de jugar con pistolas de plástico, lata y cebita íbamos a salir a la calle a matar con armas de fuego verdaderas. Pero mi opinión personal no importa. La nota de Ángel Faretta y la lectura a fondo de Graciela Melgarejo sobre los libros de Meyer les aclararán mejor de qué va la cosa, por qué se está leyendo tanto y por qué sucede ahora este renovado fenómeno. Yo, en lo particular y si de actualizar de verdad un mito y saborear una buena prosa se trata, me quedo con Chessex y un librito de tapas amarillas que editó Anagrama, que está escondido muy atrás en las librerías y que jamás llegará al ranking de los best sellers pero que se lee con la vieja sensación de descubrir cosas nuevas.