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embarcadero en el delta del río Tana. Me había apartado por completo del mundo, no tenía amigos que me ofrecieran sus hombros, pero aunque no viese.
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PASANDO PAGINA

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LA LUCHA

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....Volver de Kenya era para mí como un despertar violento, como la interrupción de un magnífico sueño, como el regreso a la pesadilla de la realidad de un mundo que yo rechazaba; y aunque este segundo viaje al país de mis sueños había resultado un fracaso, quedaba firme en mí la

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ilusión y el deseo de volver allí algún día y tal vez para siempre. Por casi una semana y como si fuera un rito, invitaba a todos los míos para que vieran documentos de tierras lejanas y también para que fueran partícipes de la felicidad que yo sentía al poder viajar por el mundo que desde siempre había capturado mis fantasías. El entusiasmo que ponía al contar los motivos que me habían movido a inmortalizar aquellas escenas era desbordante, disfrutaba muchísimo al contar las que habían sido mis aventuras, las hacía revivir con nostalgia dentro de mí y aunque sabía que al agotar el cuento debía volver a la realidad de mis eternos problemas, no me importaba, la ilusión era más grande y más intensa que el presente sin solucionar. En Kenya había luchado para sobrevivir talvez a grandes percances y había salido adelante vencedor, pero ahora tenía que poner de parte mi manía de persecución y abandonar mi manera catastrófica de ver las cosas, e intentarlo de nuevo con la misma determinación que había tenido en aquel embarcadero en el delta del río Tana. Me había apartado por completo del mundo, no tenía amigos que me ofrecieran sus hombros, pero aunque no viese aún en que podía ayudarme, quedaba solo una persona por llamar en la esperanza que tal vez pudiera aliviar mi pena y desaliento : “ Ermanno Barbacci “ “ ¡ Ciao Barbacci...! ¡ Hola viejo amigo ! , ¿ que ha sido de tu vida en estos últimos meses ? ” Me preguntó con voz firme y segura antes de dejarme continuar -

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“¡ El cuento es demasiado largo para contártelo por teléfono, pero si quieres, te puedo alcanzar en tu casa !” Le respondí con aparente calma “ ¡ Okay ! ¡ Alcánzame en el bar de Lorenteggio mañana a las cuatro, tengo un buen empleo para ofrecerte !” Dijo él con una tranquilidad que escondía su gran curiosidad “¿ Que clase de trabajo es ? ” - Pregunté naturalmente curioso “¡ Mañana lo sabrás ! ¡ Te esperaré, chao ! “ No sabía lo que sería esta nueva oportunidad, pero estaba contento por aquella comunicación. No podía esperar el día después, Ermanno me había brindado la ocasión de ir a Milán y yo moría de las ganas de ir a casa de Luisa, así que tenía la excusa perfecta para contarle a mi esposa. Desde mi salida para Africa no había visto más a Luisa, nos habíamos sentido solo por teléfono y casi siempre para discutir, pero a pesar de todo, nos conocíamos de memoria el guión y estaba ciegamente seguro que aquella noche sería el continuar de nuestra gran historia de amor. Cuando me recibió, su reacción al primer momento no fué precisamente de agrado, sus facciones eran muy duras, pero yo no le hice caso y la apreté entre mis brazos, ella me correspondió inmediatamente abandonándose en uno de sus dulcísimos e interminables besos, los cuales valían mucho más que mil estúpidas palabras. Hacer el amor con ella era siempre como si fuera la primera vez.

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Sus recursos inagotables y llenos de juegos nuevos me enloquecían como a un novato, quería demostrarme que ninguna otra podía igualar sus técnicas amorosas y su desbordante pasión. Todas aquellas aventuritas vividas en Kenya, no valían la pena ni el riesgo de perderla. Ella era la única e insustituible, renunciar a su amor era como hundirse en el limbo. Mil veces le había agradecido al cielo por habernos hecho encontrar y por haberme concedido ese privilegio. “¡ Un día llorarás por haber querido perder todo este amor!” - Susurraba Luisa entre un gemido y otro, mientras se entregaba a mí con desesperado deseo “¡ No me hables así, sabes que no lo soportaría ! ¡ Estoy loco por ti ! ¡ Solo la muerte podrá separarnos !” - Le respondí con un filo de voz Luisa era empleada de la Candy y como tenía libre el día lunes, quiso acompañarme a la cita con Barbacci. “ ¡ Yo trabajo para Pan Tv, ¿ quieres hacerlo tu también ?” Preguntó Ermanno hablando con la nariz “¡ Depende de cual será mi cargo !” - Respondí curioso “¡ Precisamos de personas capaces como tú para vender espacios publicitarios, que tengan facilidad comunicatiba y que posean contactos con firmas importantes a nivel nacional !” “ ¿ Crees que podré estar a la altura de ese cargo ?”

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Pregunté sorprendido por la propuesta, que entre otras cosas era nueva e interesante para mí “ ¡ Claro que sí !” - Dijo Ermanno “ ¡ Esta noche vendrás a mi casa y te daré unas cuantas instrucciones antes de tu encuentro con el gran jefe !” “¿ Cuando será ese encuentro ?” “ ¡ Mañana a las diez !” Las imposiciones de Barbacci eran irrevocables, por lo tanto la réplica de Luisa fué inútil, ya que ella quería que durmiéramos juntos esa misma noche. Ella ya conocía la metodología de Ermanno y sabía que sería una larga y alucinante noche, que acabaría por matarme de cansancio y de asfixia ante el peso de sus interminables recomendaciones y el humo de mis sesenta cigarrillos más los ochenta de él. Yo apreciaba la oportunidad que me brindaba, pero para ello debía soportar sus extravagancias y sus caprichos y por esta razón mi oportunidad la conseguiría a un alto costo. Era innegable su alto grado de preparación, pero tan también por este motivo se convertía en un dictador implacable y esto lo hacía aparecer odioso ante los ojos de quienes le conocían de verdad. A la mañana siguiente me prestó un traje y una corbata para que me presentara con formalidad ante Don Mascheroni. Para aquel encuentro, Ermanno había cuidado todos los particulares, incluso la disposición de las personas alrededor de la gran mesa de reunión y todo para que yo luciera más ante los ojos del directorio: yo, de espalda a la ventana, el Presidente de la televisora a mi derecha y Barbacci de frente, junto al vicepresidente de la compañía.

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No contesté completamente a las preguntas que me hicieron, porque no me recordé de las recomendaciones y enseñamientos forzosos que Barbacci me había hecho digerir a la fuerza la noche antes, así que él tomó la palabra para sacarme del apuro. “¡ También los mejores se encuentran a veces en dificultad, pero garantizo que en su caso, es solamente por modestia !” “ ¡ Le daremos quinientas mil liras como anticipación de gastos ! ¿ Le va bien ?” - Dijo Mascheroni sonriendo “¡ Le estoy agradecido Señor, pero prefiero ser pagado solo si lo merezco !” - Le respondí preso de quien sabe que clase de absurdo y estúpido orgullo Me asignaron un cómodo escritorio con dos lineas telefónicas, ubicado al lado de una grandiosa cristalera desde donde se disfrutaba de una privilegiada posición que permitía observar el frío panorama que me rodeaba, representado por innumerables y modernos edificios recubiertos de vidrios negros en donde se reflejaban las nubes que corrían a lo largo y ancho de un cielo totalmente gris. Aquel inmenso centro comercial que llevaba el relajante nombre de “ Milano Fiori “, había sido construido para fines nobles, que ayudaran a aliviar el tráfico de la ciudad, alejando de ella gran cantidad de empresas que desarrollasen su trabajo más serenamente, sin que sus empleados o clientes se viesen obligados a perder horas preciosas en el caótico tráfico de la congestionada Milán, pero a pesar de tan buenas intenciones y seguramente por la prisa de construir tan inteligente monumento, los urbanistas se olvidaron de

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