Unidos por una misma lógica

27 may. 2011 - llera, Greta Carrasco, y el jefe de la ESMA, Lo- bo, “el Dador de la Vida y de la Muerte”. Ca- rrasco es una oficial superior de Montoneros.
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La nueva novela de Abel Posse cuenta la tragedia de los años setenta por medio de un coro escabroso de guerrilleros y militares fácilmente reconocibles

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NOCHE DE LOBOS Por Abel Posse Planeta 362 páginas $ 79

a tragedia de los años setenta continúa inspirando libros, como esta novela de Abel Posse, que cuenta esa historia desde el punto de vista de los protagonistas. Un coro escabroso de guerrilleros y militares desfila por las páginas de Noche de lobos explicándonos por qué ha decidido matar, morir, torturar, secuestrar, delatar o salvar a otros. Nunca mejor elegido el título de un libro. Entre todos esos lobos, hay algunos que aúllan más fuerte. Posse les coloca a sus numerosos personajes nombres de ficción, aunque los actores son fácilmente reconocibles. Estefanich es el jefe de Montoneros, que se reúne en un cementerio de París con Sultán, el comandante de la Marina que quiere ser presidente. Ambos están decididos a continuar con sus tácticas bélicas, uno con la llamada contraofensiva y el otro con Malvinas. “Sólo una guerra podrá sacudir a esta Argentina corrupta, amoral y entregada que prepara otro ‘retorno constitucional’”, argumenta el almirante que se creyó Perón. El diálogo es interesante por el desprecio que ambos muestran por el resto de los argentinos, como una platea impura que debía ser disciplinada a rebencazos. Es un hallazgo del autor: los proyectos autoritarios siempre tienen en menos a la opinión pública. Pero los protagonistas son, más bien, una guerrillera, Greta Carrasco, y el jefe de la ESMA, Lobo, “el Dador de la Vida y de la Muerte”. Carrasco es una oficial superior de Montoneros que es secuestrada y torturada en ese centro naval; comienza a colaborar con los militares e incluso se enamora y forma pareja con uno

Libros reeditados Las aventuras del joven Aira A treinta años de su primera edición, Eudeba recupera para su nueva Serie de los Dos Siglos Ema, la cautiva, primera novela de César Aira después de la aventura experimental de Moreira. En ella pueden ya apreciarse la huida hacia delante, el delirio como motor narrativo y la imaginación teórica humorística de su obra futura. Hoy también sorprende una prosa literaria elegante que se haría más austera y precisa con el tiempo. Ema, la cautiva Por César Aira Eudeba, 190 páginas

Grises años cincuenta Poeta, cuentista de ciencia ficción, Alberto Vanasco (1925-1993) escribió también novelas injustamente olvidadas (la vanguardista Sin embargo Juan vivía; la existencialista New York, New York). Los muchos que no viven (1964), con su prosa límpida y melancólica, propone la historia sesgada de una generación, la que llega a la adultez en los grises años cincuenta, “en la economía artificial y viciosa” de una Buenos Aires “colgada en el vacío”. Los muchos que no viven Por Alberto Vanasco Mil Botellas, 142 páginas

Escritura y libertad Ex militante del ERP, presa política entre 1974 y 1980, exiliada en España durante más de una década, la autora narra sus siete años de prisión en la cárcel de Villa Devoto mediante una serie de formas textuales que tienen en común el valor del recuerdo personal en la reconstrucción de la memoria colectiva, blanco predilecto de los regímenes totalitarios. Cartas de la cárcel, enviadas y recibidas; poemas y anécdotas; léxico, descripción y personajes del ambiente penitenciario, estrategias de supervivencia como la del título del libro y figuraciones del exilio integran Hay que saberse alguna poesía de memoria, estimulante contribución al análisis sobre un periodo siniestro de la historia nacional a la vez que (o sobre todo) un documento sobre el vínculo resistente entre escritura y libertad. Daniel Gigena HAY QUE SABERSE ALGUNA POESÍA DE MEMORIA. Por Patricia Borensztejn. Capital Intelectual, 160 páginas, $ 44

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19 Viernes 27 de mayo de 2011

Unidos por una misma lógica

de sus torturadores, un teniente con quien viajará luego a Madrid y a París para intentar mejorar la imagen de la dictadura. Todo eso es real, e incluso ya se ha contado, por lo cual se trata de una novela sin ficción. La novedad es que ahora el género es utilizado para ahondar en esos personajes tan densos y brindar una nueva mirada. Posse los revela en su desnudez, apenas como frías máquinas de matar, para utilizar una conocida imagen del Che Guevara. El autor explota el género también para referirse a temas tabúes como la tortura, esa perversidad a la que Lobo pero también Greta y otros guerrilleros consideran la principal causa de la derrota de las organizaciones irregulares. “Aquí no triunfó la Marina, ni el Ejército, ni la Aeronáutica, ni la Gendarmería. Triunfó la tortura rápida, seca y técnica”, dice Lobo. Esos razonamientos de los protagonistas hacen de Noche de lobos un libro revulsivo, a tono con la época que reconstruye. Las razones de Lobo, Greta y la mayoría de los personajes se parecen más bien a racionalizaciones, a esquemas mentales que giran en el vacío y que, en general, terminan estrellándose contra el suelo. Por ejemplo, cuando el jefe de la ESMA le anticipa a Greta cómo concluirá la lucha contra la guerrilla: “Nosotros somos profesionales, ustedes aficionados. Ustedes, desde ahora y en adelante, se lo pasarán llorando y mendigando becas de los pederastas de las comisiones de derechos humanos de Suecia o de Dinamarca. Nosotros cerraremos el ciclo con un desfile…” Como se sabe, no ocurrió así, no está ocurriendo así. En el fondo, los personajes de Posse parecen movidos por una misma ética, por esa “ética de la convicción” de la que hablaba Max Weber contraponiéndola a la “ética de la responsabilidad”. Militares y guerrilleros son guiados por principios, valores, ideales; piensan y deciden en función de esas convicciones y se desentienden de las consecuencias de sus pensamientos y sus acciones; no se sienten responsables por ellas y, cuando algo sale mal, como decía Weber, culpan a Dios, a la suerte, a los otros. Son personajes incompletos, incapaces de una autocrítica. Tampoco eso es ficción; es la pura realidad. Ceferino Reato