Unidad 5. Mano justa

':11 (·1mundo del hampa lo conocen como Guinea. I lcno tan sólo 77 años y estáprocesado por seis homicidios. Comenzó a delinquir a los 72 años. Afirman ...
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EUGENIO BURZACO - GERMÁN GARAVANO DIEGO GORGAL

o JUSTA

Una reflexión sobre la inseguridad pública y una propuesta para superar la crisis

("1ilo,.iltl/~lAteneo

qué llegamos .tos niveles delictivos?

U'

Un Estado impotente para castigar el delito, 'otno I1l1asociedad incapaz de controlar a sus gobernantes, SOIl

igualmente

antitéticos

a la noción de democracia. ARISTÓTELES

"6

MANO

JUSTA

icías corruptos, los jueces irresponsables, los pibes chorros y dro gados". Afirmaciones que, en realidad, parecen encubrir la necesl dad, de cada actor involucrado, de no asumir responsabilidad en el tema, a falta de formación y de una política integral en materia d seguridad desde hace décadas. El fenómeno de la criminalidad es un fenómeno social mull] causal, e~ decir, existe un conjunto de variables que inciden con di tintos grados de impacto a lo largo del tiempo en el aumento dlll c;léITto.Solo SI comprendemos la com le'idad de este problcmn V cómo afecta a los ciudadanos, empeorando su cali a e VI a, pn dremos embarcamos en el diseño e implementación de polítinl públicas efectivas y eficientes q1le reduzcan las consecuencias dtll crimen en la comunidad. El Impacto del crimen es tan profundo que no sólo cambia It(¡lil tos (como evitar salir de noche o que los chicos anden solos en hit cleta, etcétera), limita nuestra libertad y afecta la vida de rclu.-inn con nuestros conciudadanos (cualquier desconocido que se 'IITt que despierta nuestro alerta como si fuera un posible encmlun sino que también tiene efectos nocivos sobre el desarrollo ('('IIIH mico, ya sea porque desalienta las posibilidades de invcrsiun V d negocios como por los costos directos e indirectos que dichn 11111 blemática trae aparejada para las personas y las empresas. Como veremos en el siguiente capítulo, ha aumentado In 1'111111 dad de delitos que se cometen y, por otro lado, se han agravnrlu 8!1 características, es decir, se incrementaron en una proporciou ¡II'II mayor los delitos violentos y aberrantes. El nuestro ha dejado dI un país con índices similares a las naciones europeas, como 1':~III(lll Francia o Italia, y sus indicadores se aproximan cada vez IIIIÍ'o11 1 media de América latina, abandonando también el Jugar cll' pll\"1i gio que compartíamos con Uruguay, y más recicnterncn le eOIl ( '1111 de tener los niveles más bajos de criminalidad de toda 1(\J'('l',illll Lo que distingue a la Argentina respecto de Vcnczuclu, ('ulUIlI bia, Brasil y México -por citar a los países más poblados, 11[1(' II nen altos niveles de delitoses que éstos arrustran sus uu] 11.C111 ,_lj vados desde hace décadas, y en algunos de ellos, Pllldllltlllll'III(' I ciudad de Bogotá, han decrecido tras ItI opliclll'i()1I dl'IHdllit'" rrectas, mientras que en la !\rgl'lllilllllos IlÍv('II'S dI: dt'IIIII.V !I'imlll lidnd, sin cOl1sidl'!:llr IOS'Ill'I'I()dIlNdi' :tlllI vi"II:III:111I1n1ílk!l.. ¡lIlJl

LLEGAMOS

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ill[ll!il 1I/Il'VO y en expanSIón. Estas evidencias sugieren la 111i1 ;.11'ndcntrarse en el conjunto de factores que han incidi111111111'1110 de la delincuencia en la Argentina.

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vnfoques de la "cuestión criminal"

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la política pública de seguridad, dado que permite a quienes tienen capacidad de decisión política, operar sobre aquellos factores que generan comportamientos delictivos. En este sentido, deben diferenciarse los factores determinantes de los factores condicionantes de la actlvIdad cnmmal. El único f~tor determinante de la actividad criminal es la libre volunta'd de ciertos individuos que adoptan comportamientos tipificados como delitos por la ley penal. No obstante, esta libertad no se ejerce en el va.fío sino en un medio social ue condiciona las elecciones de dichos individuos. Es aquí cuando aparecen los con icionan es e a actividad ~1al, que obran -según el paradigma integralcomo incentivos, como barreras de ingreso o como riesgos y costos de esa actividad. Dichas variables pueden agruparse, según su naturaleza y modo de operar sobre el nivel de delito, en cuatro grandes factores que ayudan a explicar en su conjunto por qué aumentó el delito. A saber:

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II'I)I(

QUÉ

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\¡, dI' diseño organizacional tradicional para las fuerzas de seI/!¡J. I~IIel caso de la Policía, la cantidad de "peldaños" que sepa-

In 1111'11' de la organización de la punta es bastante importante. ,j.lIllI~ las características actuales de la criminalidad, y las posi111111", que brinda la tecnología, resulta sumamente necesario Itlll 1'11 una reorganización de la fuerza que "achate" la diferen!;,II'I¡fe entre el jefe policial y el suboficial más raso. Asimismo, Il'll,lilll11iento debe ir acompañado de un "ensanchamiento" de IIllilliwción, reforzando y aumentando el poder de los mandos lIi'" pura lo cual los incentivos monetarios, formativos, tecno11, .v de prestigio deben concentrarse en esta franja. El oficial 1/1"un la calle", donde en gran medida se produce el delito, 1t'l'Íbir los beneficios materiales e inmateriales para cumplir 1/llH'lIte su trabajo. IIII I ¡[ 1ta de remuneración adecuada a las responsabilidades de i!IICit')J1 y la deficiente formación de los recursos humanos gene1111coctel explosivo: fomenta e incrementa la propensión de i Illh i1IIcgrantes de las fuerzas de seguridad a cometer hechos de 111pt'

ion.

I IUII ionamiento operativo I~Iluncionamiento se encuentra íntimamente relacionado con 111/11 en institucional y el esquema de incentivos analizado en los liílll'l untcriores, que obran como marcos generales a partir de los 1,"',se organiza y funciona la institución. I.'d 11estructura real de funcionamiento y operatividad es fuerte¡'IIII' condicionada por el presupuesto de la fuerza y su distribu1011\ 1'11su seno. La restricción presupuestaria se traduce funda!!!lldll1lente en la distribución del gasto: más de180 % atiende los d,lIíos del personal policial; el 16,26 % se destina a un rubro 11a"1.111"Iuucionnl", y sólo el 2,55 % está destinado a cquipamiento. 111\ I'l'ovillci\ll-i c!ol1c1t'el gusto UI1personal llega al 95 % del presu11t'~1 n IISiglllHlo, HI jll'l'/illjllll'Nlo npl:l'lItivo 1111 1'('giHIl'nclo111111 dislllillll(;i'lll COIlS 1111111' dlllllllll' Ini'!líll illlOb nf\m" 11I"11(' jloll'llt:i!! ION l'll:ctll!i lIe,ull i !IN dI' lo il\l)lit:il)lwitl IIt;I go ••III,V 111 COIt "1" ¡1111

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Ser policía en la Argentina es, sin duda, un trabajo estratégico y de alto riesgo personal, y la seguridad ciudadana depende en primera instancia de la idoneidad policial. La contradicción es evidente si al reconocer esto no se tiene en cuenta que, entre otras falencias, la desjerarquización de la remuneración de la fuerza es directamente proporcional al nivel de educación de sus integrantes.

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pd ncipios detallados resultan elocuentes. Debe existir una vlnra y convincente de reposicionamiento de la institución lid'!! 1'11 el imaginario de la población. En el presente argentino, IlIdlldnnos no perciben a la Policía como una institución que ¡/I t'llI sus problemas o que estará presente en caso de que se la 11HI/(', por el contrario, cuando el ciudadano es víctima de un dedlldrt en realizar la denuncia por su falta de confianza en el ac! i " I)()I icial. Para revertir esta situación es preciso no sólo lograr 1I1s1 iíución optimice su desempeño, sino también una estra11de' comunicación que la muestre en actitud de colaboración y 11 (c'IJcojeel cambio que se ha producido en su seno. li IN

IÍlIi.'(i

l.,

d) Relaciones con la comunidad

En 1829 sir Roger Peel, creador del concepto de policía comunitaria, diseñó los principios rectores que, a nuestro entender, mejor expresan la relación que debe existir entre la Policía y la comunidad, y que aún permanecen vigentes en la Policía Metropolitana de Londres. Los principales principios son: La habilidad de la policía para cumplir con sus deberes depende exclusivamente de la aprobación pública acerca de la existencia, las acciones, el comportamiento y la habilidad de la institución para asegurar y mantener el respeto de los ciudadanos. • La policía debe buscar y mantener el apoyo de la sociedad, no tratando de ganar el favor de la opinión pública, sino de mostrando absoluta imparcialidad en su servicio a la ley, manteniendo estricta independencia de la política partida ria, sin cuestionar las leyes vigentes y con una actitud de ser vicio y amistad hacia todos los ciudadanos, sin importar raza o posición social. • La policía debe fortalecer su relación con la comunidad par tiendo del principio de que ella es la comunidad y la comuni dad, la policía. Los policías son los únicos miembros de 111 comunidad que son pagados para atender de manera pcrrnu nente al ciudadano en el interés del bien común. • L'a mejor prueba de la eficiencia policial es la ausencia del crimen y el desorden, no la visible evidencia del accionar po licial contra estos hechos.

QUÉ LLEGAMOS

11.1'1

ludiclal:

seguridad

e injusticia

1.11Justicia es percibida por los ciudadanos como un sistema rlil·¡I·nte, lento y costoso. Su crítica situación la torna impotente 11resolver con eficacia los conflictos que le son sometidos, lo Il !I su vez genera como consecuencia una disminución en los ni11"1 de seguridad jurídica y personal, relegando también el desa",1111 económico.



'{I'!.\únun estudio publicado por Unidos por la justicia" en 2003, , ¡II'dicia argentina" contaba con un número aproximado de 4.106 II.\I·S, 1.142 fiscales y 690 defensores. Más precisamente, 3.296 de lil'¡ jueces se desempeñaban en los poderes judiciales provincia(tucluido el Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos II"'¡). La estructura de recursos humanos de la Justicia se compledlll con 17.979 empleados y funcionarios del Poder Judicial de la u'ion, y aproximadamente 36.500 empleados y funcionarios en 1'1 provincias. Su organización rígida y arcaica pone numerosos obstáculos 11'11 obtener soluciones que satisfagan a los ciudadanos. Evidencia 11'110 es la falta de inmediación entre el juez y el litigante o el irnulutlo, segun In muluriu dI' qllt' se trate, Esln OI'gílllizuci(H1 tumpo11 pmvc't' 1",

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ILJ~'I'A

La incidencia de los hombres jóvenes en el delito

¿POR

QUÉ

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A FSTOS

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Procesados y condenados por edad (1997)

En el análisis de los factores demográficos relacionados con el aumento de la tasa de criminalidad se puede apreciar una incidencia mucho mayor de víctimas y agresores entre los varones jóvenes de entre 15 y 29 años." Estos jóvenes son el grupo más proclive a cometer actos criminales y acciones violentas. Sheldon y Eleanor Glueck,? precursores en los estudios que relacionan delincuencia con edad, género, educación y composición familiar, fueron quienes realizaron los primeros estudios estadísticos que demostraron que los varones que de niños se habían volcado a la delincuencia siguieron teniendo problemas similares de adultos: delincuencia, fracasos matrimoniales, adicciones a drogas y alcohol, incapacidad de mantener un empleo estable, entre otros. Los datos recogidos en distintos países de América latina indi can que los agresores son mayoritariamente hombres jóvenes, d bajo nivel socioeconómico, que han desertado de la educación y que -como lo han mostrado algunos estudios- han sido víctimas de violencia en sus hogares. lO En la Argentina, el número de hombres que han cometido delitos es mayor al de las mujeres, una tendencia que se agudiza en el estra to de edad que va de los 15 a los 30 años. Según el Informe del Sistc ma Nacional de Estadística sobre la Ejecución de la Pena." en el paí el 70 Ofo de la población de las penitenciarías es menor de 34 años. El índice correspondiente a esta franja de edad ha presentado un mar cado crecimiento en los últimos años: mientras que los victimario, de entre 18 y 25 años representaban el30 Ofo en 1997, para 2003 es porcentaje se incrementó al33 Ofo. Asimismo, mientras que los victi mari os de entre 26 y 35 años eran sólo el 27 Ofo en 1993, este porccn taje aumentó al37 Ofo en 2003, pasando por un pico de139 Ofo en 199 Aunque nuestra población actual tiene un componente juvenil considerablemente menor que el que prevalece en la mayor parto de los otros países de Latinoamérica, en los últimos años se ha en rroborado el impacto del pequeño "baby boom" que experimentó 111 sociedad argentina en los años sctcntu, Lo pohlucion juvenil St' 1111 incrementado entre 1991 y 200 I ilpmxilllllt!IIIIII'JlI('en :>,OHO,()()() personas, pasando del 15 (l/o dcllolol tll' liI11Il111111'jllll tll'llmls /11 1HII/u (Indec, Censos NflCiOllllll'Sdv 1111111"111111 1qq I V !(lOI)

66 años o más 7% 56 a 65 años 0% ~\ 46 a 55 años 11% /

~

A"

18 a 25 años 30%

)(

'11 u 35 a~os 40%

Fuente: Sistema Nacionat de Estadística sobre ta Ejecución de fa pena (SNEEP).

Desempleo abierto por aglomerado urbano Jóvenes menores de 25 años - Total del país (%)

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¿POR

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Jóvenes que no estudian ni trabajan Total del país (%) 20

18

15

13

11 10

5

Enero 1980

Enero 1990

Enero 1997

Enero 2002 Fuente: Cepa( 1997, Siempro-Indec.

l'

En nuestro país, el aumento de la población joven masculin potencia su impacto sobre el crimen al combinarse con factores co mo la desocupación y el deterioro del sistema educativo. A la exclu sión del mercado laboral se suma el abandono del sistema escoja durante la adolescencia, lo que ha dado lugar al incremento de lo jóvenes que no estudian ni trabajan. De acuerdo con datos de la Ce pal y el Indec, en la Argentina se han incrementado durante los úl timos años los jóvenes que no estudian ni trabajan; en 1980 éstos representaban el 11 %, en 1986 disminuyeron al 9 %, pero desde el 92 alcanzaron un porcentaje superior a113 % para llegar al 18,1 % en 2002. Esta franja se convirtió así en una población de riesgo.

Nivel de urbanización

En términos generales, puede afirmursc qll(' salvo In prohle mática puntual de los delitos rurales liI 1'1illtlllltlidlld ('S IItI prohl« ma eminentemente urhnuo, 1':llIllIhil'lllt Ildlllllll 1111'111111 o POII'llti:1

LLEGAMOS

A ESTOS

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Idilo por varias razones. En primer lugar, por el anonimato que [1' para la acción delictiva, reduciendo los costos de cometer 11L'111I1(~n al dificultar la identificación del delincuente. En segunIiIHIII',porfenómenos propios de las ciudades, que se han agudi"1 .lurante las últimas décadas en la Argentina: el hacinamiento ¡11:('laa sectores cada vez más importantes de la población, geIIld() exclusión y violencia, y el contraste entre los que sobreviI ¡'\I 1111medio precario frente a la proliferación de barrios priva1I1ostentación visible de riqueza, entre otros. I11 lit Argentina, casi el 30 % de la población vive en un medio 1 11111 deficitario y el 7,5 % se aloja en una vivienda deficiente (ca1,IIICho, inquilinato, cuarto de hotel o pensión) o en una villa 1111'1')4e11cia. 11,¡() lo el grado sino también el tipo de urbanización puede ac1 IIIII()factor promotor del delito. Diferentes estudios han cornludu la influencia que tiene la urbanización en la criminalidad. lilt.y Sturk, prestigioso sociólogo norteamericano, conecta a la iiL'\I¡'lleia con el tipo de entorno; por ejemplo, áreas urbanas Illlt'lIle pobladas, barrios donde se integran industrias, comerviviendas o barrios que fomentan la transitoriedad tienden a " 111lonarsc fuertemente con mayores tasas de delitos Y I I! CHIl' punto, es necesario destacar un fenómeno asociado a flleln\' que se puede observar también en los últimos años: la IIj'o;111 de la ciudad en su edificación y desarrollo urbano frente lilll y 1(\inseguridad. Las nuevas tendencias urbanísticas de la illlllil, sobre todo en las grandes ciudades como Buenos Aires, lil 1'11algunas zonas la administración del espacio durante la I 1\11,"!liIIlH;,,I!) ex IUUIIII~!!111:l'it:6nu 11"1''it) VI'IIÍII illl~Ulllivtlllll:l ti 1.~lIllInkl é

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delitos. De allí, en resumidas cuentas, la vinculación entre arm ilegales y delito violento. No en vano Gary Klerck (1997) apunta que en 1993 sólo el 0,4 de la totalidad de armas de fuego registradas legalmente en manos la población en los Estados Unidos habían sido utilizadas en alg crimen. Algo similar ocurre en nuestro país. Según el Renar, de la r puesta a los oficios que los jueces remiten a este organismo soli tando información sobre armas incautadas en delitos, el índice incidencia delictual de las armas registradas es de aproximadamc te 0,05 %. Es decir, en el 99,95 % de los delitos cometidos con mas de fuego, las armas usadas provenían del mercado ilegal y s usuarios no estaban registrados. Es por ello que las armas de orig ilegal en poder de la delincuencia son las que plantean el verdad ro problema de la inseguridad ciudadana. Un estudio realizado por el programa Violence Preuention H search de la Universidad de California-Davis, y apoyado por el e ters [or Disease Control and Preuention, buscó identificar los fact res o variables predictores de la violencia con armas de fuego. P ello, desarrolló una investigación longitudinal, esto es, se tornar dos grupos de control, uno con antecedentes criminales Yotro antecedentes, y durante veinte años se observó su cornportamicn en relación con la portación de armas de fuego. Dentro del prim año de estudio, el 13 % de los individuos con antecedentes crimi les había sido arrestado por una nueva ofensa relacionada con portación de armas, contra el 2 % de los individuos que no ten antecedentes. Luego de quince años, el 38 % de los individuos primer grupo habían sido arrestados por una nueva ofensa, con un índice inferior al 10 % del segundo grupo. El resultado dcl ('st dio concluyó que los portadores de armas con antecedentes crin nales tenían una probabilidad de 3,7 veces mayor de ser acusad de una nueva ofensa que los que no tenían antecedentes crimiuul (NIJ, 1998a). Son quienes poseen antecedentes delictivos I()~qll precisamente, recurren al mercado ilegal. De allí la vinculación Mientras las armas livianas de gran poder seun fácilmcnte obt nidas en el mercado negro y uíilizndn« 11111 lo:; I Il'gtl 11 ii',