Una lUz en la oscUrIdad

Pakistán Oriental, actual Bangladesh. Su objetivo es asistir a poblaciones a ... lera el 27 de abril de 2017, más de 500.000 personas han sido afectadas por la ...
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Una luz en la oscuridad Miembros de Médicos Sin Fronteras revelan en detalle cómo es brindar ayuda médica y humanitaria en las zonas de conflicto más remotas del mundo como Yemen, donde se vive actualmente la mayor epidemia de cólera de la historia, aunque casi nadie lo sepa. El hospital de Shiara, apoyado por MSF, fue bombardeado el 10 de enero de 2016. Foto: MSF

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Foto: Malak Shaher/MSF

“Cuando llegué por primera vez a Saada, la ciudad estaba bajo ataques aéreos todos los días. Vivíamos en el sótano del hospital debido a la cercanía de los bombardeos. Con cada estallido, podíamos sentir cómo temblaban puertas y ventanas. Dos meses más tarde, la ciudad había sido destruida casi por completo y estaba desierta”, recuerda Mariela Carrara, una médica emergencista argentina que se trasladó hasta Yemen para brindar asistencia en el hospital de Al-Jumhori de Saada en febrero de 2016. Ser parte de Médicos Sin Fronteras y ayudar a salvar vidas por el mundo es una tarea enormemente gratificante, que también implica estar preparado para ver el sufrimiento humano de cerca y adaptarse a condiciones de vida muy distintas a las acostumbradas, donde el paisaje se compone por ruinas y escombros, y los sonidos más frecuentes son los de explosiones y gritos de dolor. Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización humanitaria internacional e independiente que brinda asistencia médica a poblaciones en situaciones críticas, víctimas de catástrofes de origen natural o humano, conflictos armados, epidemias, pandemias y enfermedades olvidadas. La organización nació en 1971 en París producto del inconformismo de un grupo de médicos y periodistas respecto del silencio y la ineficacia de la ayuda internacional en Biafra, Nigeria y Pakistán Oriental, actual Bangladesh. Su objetivo es asistir a poblaciones a las que nadie puede o quiere llegar, personas invisibles para una amplia mayoría y que ellos no están dispuestos a ignorar. Hoy en día, Médicos Sin Fronteras cuenta con 468 proyectos en más de 70 países. La acción humanitaria es un gesto solidario con la única finalidad de preservar la vida y aliviar el sufrimiento de otros seres humanos. Sus intervenciones apuntan a superar un periodo crítico, por lo que son limitadas en el tiempo. En reconocimiento a su labor

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Foto: Malak Shaher/MSF

humanitaria, en 1999 MSF recibió el Premio Nobel de la Paz. David Cantero Pérez, Director de MSF Argentina, explica a Mundo Seguro cómo es la elección de las zonas de conflicto, a las que llaman “terrenos”: “Hay más de 30.000 personas distribuidas en todo el mundo constantemente haciendo un escaneado de la situación humanitaria. Las alertas llegan lo antes posible y, si no estamos ya presentes en la zona, mandamos equipos que realizan una evaluación rápida de necesidades y que en 24/48 horas deciden si amerita o no una intervención de MSF. Las elecciones no son fáciles. Intentamos buscar lugares en los que no haya otros actores, donde la presencia de MSF marque la diferencia entre la vida y la muerte”, sintetiza. Detrás de cada proyecto hay un enorme equipo de trabajo compuesto por dos áreas: la sanitaria (profesionales de la medicina, enfermería, laboratorio o salud mental) y luego, todo el personal que hace falta para que ese enfermero ponga una vacuna en un área tan remota como la República Democrática del Congo (gestión, recursos humanos, coordinación, logística, administración, aprovisionamiento, finanzas, transporte, comunicaciones, seguridad y un gran etc.). En cuanto al momento de negociar con los grupos armados, David señala: “Tenemos unos protocolos de seguridad muy estrictos. Si no tenemos garantizado el mínimo de seguridad, decidimos no trabajar en la zona. Para ello, negociamos esas condiciones con todos los actores armados de la región. Dado que llevamos más de 40 años, hemos desarrollado un expertise en poder encontrar y sentarnos a negociar con estas personas. La herramienta que tenemos es nuestra propia identidad y principios humanitarios, como organización independiente, neutral e imparcial. Atendemos y vamos a atender siempre a todas las personas sin ningún tipo de discriminación por raza, religión o ideología política".

Foto: Prensa MSF

La situación en Yemen Cada año, MSF envía al terreno a más de 3.200 profesionales que colaboran con los trabajadores locales. Uno de esos terrenos es Yemen. Allí, el impacto de la guerra ha sido brutal. Dos años después de que se produjera una escalada en el conflicto, las necesidades médicas en el país árabe siguen siendo enormes. Según Naciones Unidas, más de 18 millones de personas necesitan urgentemente ayuda humanitaria, unos tres millones están desplazados y decenas de miles han muerto o están heridas. Desde que se declaró el brote de cólera el 27 de abril de 2017, más de 500.000 personas han sido afectadas por la enfermedad. Es la mayor epidemia que se ha acogido en el mundo desde que se tiene registro. MSF ya ha proporcionado tratamiento para más de 82.000 pacientes y sigue trabajando en la zona, aunque hacer llegar su asistencia

Foto: Ainhoa Larrea/MSF

y suministros se dificulta por la Candelaria Lanusse escasa seguridad. Actualmente, se necesita ayuda urgente para detener las muertes por cólera en las áreas remotas como el valle de Osman, una de las zonas más afectadas. “El centro de salud más cercano está a varias horas de camino desde el pueblo y el viaje cuesta unos 60 dólares”, cuenta Al Goidi, que no puede costearse el viaje para conseguir atención médica. Pero el cólera no es el único enemigo; la malaria, la diarrea y la desnutrición también han invadido Yemen. Candelaria Lanusse es una enfermera y especialista médica argentina que al momento de esta entrevista, en abril de 2017, se encontraba brindando asistencia en las localidades de Hajja y Saná, en Yemen. Desde allí, explica en qué consiste el trabajo de MSF: “En Saná hacemos donaciones para la atención del flujo masivo de víctimas de guerra, y ofrecemos formación y apoyo a hospitales. También apoyamos el programa nacional de sida/VIH y hemos garantizado que más del 95% de los pacientes tenga acceso ininterrumpido al tratamiento. Además, apoyamos una unidad de quemados. Tratamos a muchos heridos de guerra, lo que incluye un gran número de cirugías ortopédicas. Desde la escalada del conflicto en marzo de 2015 y hasta diciembre de 2016, hemos tratado a más de 56.000 heridos de guerra y llevado a cabo cerca de 29.000 cirugías”. Las cifras son escalofriantes, sin embargo,

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Interés General Las voces de quienes no tienen voz En agosto de 2016, un ataque aéreo destruyó parte del hospital rural de Abs y dejó 19 muertos y 24 heridos. Tras reconstruirlo, MSF reanudó su apoyo y hoy gestiona servicios de urgencia, unidades de pediatría, neonatología, una maternidad, un centro de nutrición, clínicas móviles y ayuda psicosocial. El hospital de Abs es el único que ofrece asistencia quirúrgica gratuita. Hasta ahí llegó Sami, un chico yemení de 15 años, de piel morena y mirada profunda. Mientras estaba en la granja de su familia sufrió un ataque aéreo en el que un misil impactó su casa. Llegó con graves lesiones junto a su hermano, que también resultó herido. Los médicos tuvieron que amputarle una pierna. Su vida cambió para siempre, ya que ahora los dos necesitan cuidados quirúrgicos diarios. Historias como la de Sami suceden todos los días. “Vivía en Abs, pero nos vimos obligados a abandonar nuestra casa, que fue alcanzada por los bombardeos y quedó completamente destruida”, cuenta sereno Ayed Ali, trabajador del hospital. “Muchos yemenitas viven en el campo, beben de pozos y de tanques de agua contaminados, sin importar que el agua esté limpia o no. Descubrimos algunos casos de cólera y los hospitalizamos en el centro de salud público más cercano. Sin embargo, no había personal para atenderlos. La familia infectada comprendía nueve miembros. Los hospitales públicos están cerrados y no hay medicamentos. Si estás enfermo o herido y tienes dinero, obtendrás tratamiento; de lo contrario, morirás”, asegura Ayed, quien hasta hace poco tenía una vida tranquila y segura. Foto: Prensa MSF

la gente ya se ha acostumbrado a la violencia. “La guerra en Yemen se está cobrando un precio altísimo en la población civil”, asegura Candelaria. “Muchas personas se han desplazado más de una vez y han tenido que dejar todo detrás. Son pocos los que no tienen víctimas entre sus seres queridos. Los ataques y combates han destruido decenas de centros de salud. Los bombardeos y proyectiles alcanzaron cuatro de nuestros hospitales, lo que obligó a la evacuación temporal de nuestro personal”, agrega. Entre las principales necesidades sin cubrir se encuentra la dificultad de acceso a los alimentos. Las cifras de la ONU son contundentes: 1,1 millones de mujeres lactantes están desnutridas y 462.000 niños menores de 5 años sufren desnutrición aguda severa. “Entre marzo de 2015 y diciembre de 2016, nuestros proyectos han tratado a 4.485 niños con cuadros de desnutrición aguda y los han admitido en programas de alimentación terapéutica. Muchos casos que recibimos en el hospital son niños menores de 6 meses. Eso tiene que ver con la falta de alimentos pero también con el trauma que hace que muchas mujeres tengan menos capacidad para amamantar”, revela Candelaria. Como médica de urgencias especializada en medicina interna, Mariela Carrara pasa la mayor parte de su tiempo entre la sala de emergencias y el pabellón de internación. “Más del 90% de nuestros pacientes presentan heridas causadas por los

Foto: Gonzalo Martínez/MSF

Ali Muhammad bombardeos y los ataques aéreos. El número de camas en el hospital aumentó de 30 a 94 y la unidad de cuidados intensivos se amplió de 7 a 16 camas. Tenemos tanta experiencia en la atención a víctimas en masa a estas alturas que todo el personal sabe perfectamente cuál es su papel”, explica Mariela. Para las personas que aún permanecen desplazadas en las afueras de la ciudad, las condiciones son realmente precarias: viven en pequeñas tiendas de campaña y tienen muchas dificultades para conseguir agua y atención médica. MSF también distribuye artículos de primera necesidad para ellos. “A pesar de que las condiciones no son fáciles y el trabajo es todo un reto en muchas ocasiones, me alegro de estar aquí. Los yemeníes son extremadamente agradables y están muy agradecidos por la ayuda que reciben”, confesaba la argentina en febrero de 2016.

Ayed Ali

Zahra Hussain Zahra Hussain es mamá de dos niños desnutridos. Cubierta por un niqab negro, un velo islámico que cubre todo excepto sus ojos, vidriosos, cuenta que los chiquitos fueron criados en guerra y no conocen una vida en paz. “Ojalá la guerra terminara y nuestro país volviera a ser como era antes. No me siento segura. Me siento asustada. No es como antes, cuando se podía ir a cualquier parte sin temer que te pasara nada. Sin embargo, no quiero dejar mi país. No quiero emigrar a otro lugar”, dice con convicción. Otro paciente visiblemente cansado es Ali Muhammad, que tiene seis hijos enfermos, uno de ellos sufre de anemia, infecciones y malaria. “Todo el mundo está enfermo y en malas condiciones de salud, pero su mala situación financiera hace que no puedan ir a un centro de salud que disponga de más recursos. Además, el cólera está en todas partes; el agua está contaminada y yo ya he decidido que es mejor ni beber”, afirma. Ali sostiene que la situación no podría ser peor ya que no puede cubrir las necesidades de su familia. Su hermano, que tiene ocho hijos, también pasa muchas dificultades para poder poner algo de comida sobre la mesa. “Yo no tengo el dinero para pagar nada; usamos siempre la misma ropa. Ni siquiera tenemos puertas y eso hace que en invierno pasemos frío y quedemos expuestos a la lluvia”, agrega. Es difícil decidir cuándo dar una misión por terminada, cuándo se cumplieron los objetivos estipulados desde el inicio y que normalmente tienen que ver con la reducción de la mortalidad de la población. “Una vez que eso ha sido alcanzado, decidimos retirarnos y dejar paso a otras organizaciones que pueden hacer un trabajo más a mediano o largo plazo. Esta transición es muy importante. Nosotros no salimos de un sitio de un día para otro”, agrega el director de MSF Argentina. Así como Yemen, hay otros contextos que por su extensión en el tiempo tienen una gravedad muy alta y de los cuales no se viene hablando: “La República Democrática del Congo, uno de esos conflictos enquistados que no ha mejorado y no hay atisbos de que mejore; la República Centroafricana, con una intensidad cada vez mayor y víctimas civiles sufriendo; y Sudán del Sur, el país más joven de la Tierra, que desde que nació no ha vivido un momento de paz, con consecuencias devastadoras sobre la población civil y que ha generado casi un millón de refugiados en Uganda”, asegura David. En definitiva, queda mucho por hacer y los recursos son limitados. Todo el trabajo de MSF es posible gracias al apoyo de 6 millones de socios y donantes de todo el mundo. Hay varias formas de colaborar: haciéndose socio, a través de iniciativas solidarias como eventos a beneficio, con el apoyo mensual de empresas, o participando en campañas de sensibilización en la vía pública.

Fotos: Prensa MSF

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