Una fiesta de sonidos en el fin del mundo

en noviembre, cuando Blur des- embarque en el Quilmes Rock.ß sebastián Chaves fernando massobrio. Santiago Lanzillotta y Martín Nijensohn llevan la ...
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espectáculos

| Martes 1º de octubre de 2013

Una fiesta de sonidos en el fin del mundo Festivales PataGónicos. La Semana Musical Llao Llao y el Festival Internacional de Ushuaia dominan el calendario primaveral Tamara Wilson y el director Guillermo Scarabino

gza. teatro colón

ClásiCa

El horror de la guerra, en una inmejorable versión Réquiem de GueRR a (WaR Requiem). ★★★★★ excelente . de : Benjamin Britten (1913-1976), libreto basado en textos de la Misa de Difuntos y

poemas, de Wilfred Owen (1893-1918). director: Guillermo Scarabino. solistas:

Tamara Wilson (soprano), Enrique Folger (tenor) y César Bustamante (órgano) Orquesta y Coros del Teatro Colón.

L

a conmovedora imploración de paz para muertos y vivos que logró plasmar Benjamin Britten en su Réquiem de guerra, maravilloso alegato sonoro sobre el dolor y los males incurables que han provocado las guerras desde siempre, halló, en la visión interpretativa de Guillermo Scarabino, a un notable, fehaciente y sensible traductor e intérprete, quien a su vez contó con un equipo de maestros de coros, cantantes e instrumentistas de primer orden. El destacado músico argentino dejó claro testimonio de su preeminencia en la especialidad de la dirección de orquesta. Ya en los delicados momentos del “Requiem aeternam” inicial con las voces corales de adultos y de niños y luego en el “Dies irae cuando” encanta la voz de penetrante belleza tímbrica de la joven soprano Tamara Wilson, reciente ganadora del Concurso Francisco Viñas, celebrado en Barcelona (y con importantes actuaciones en la Ópera Nacional de Washington, en la de Los Angeles y en Houston), en la que se vislumbra una notable figura mundial de los próximos años. No menos positiva fue la participación de los destacados cantantes na-

cionales, el tenor Enrique Folger y el barítono Víctor Torres, en especial al encarar los pasajes sobre poemas de Wilfred Owen, considerado el mayor poeta de la Primera Guerra Mundial y que murió a los 25 años de edad, como consignó Eugenio Monjeau en el programa impreso. El propio Guillermo Scarabino contribuyó con un texto igualmente valioso referido al último momento de la composición, y la resonancia del sonido de la letra eme, proveniente de la palabra “sempiternam” y la frase “Dona nobis pacem...” Además, y como factores gravitantes de la excelencia de la versión, cabe destacar el muy buen nivel del Coro Estable preparado por su actual director, Miguel Martínez, quien logró empaste y más que aceptable entonación, y del Coro de Niños, con la guía de César Bustamante, quien supo inculcar a los pequeños –ingresados por selección rigurosa– buena entonación, empaste de conjunto, manifiesta concentración y disciplina general, virtudes casi milagrosas teniendo en cuenta una versión que sólo admitió una breve pausa, pero sin intervalo. Como ocurrió con la ejecución instrumental y vocal, la orquesta sinfónica y el agregado de grupo instrumental de cámara de cuerdas, vientos y dos arpas (agrupados en el sector habitual de los violonchelos) tampoco tuvieron fisuras y se destacaron por la calidad del sonido y el aplomo de sus respectivas intervenciones, nivel que seguramente habrá quedado documentado para su divulgación en un registro grabado.ß Juan Carlos Montero

Santiago Lanzillotta y Martín Nijensohn llevan la música lejos de las ciudades

Mauro apicella LA NACION

Tal vez para los que viven en grandes ciudades sea difícil imaginar que para producir el recital de un pianista clásico en una localidad de la Patagonia hasta no hace mucho tiempo había que alquilar un piano de cola, subirlo a un avión carguero y despacharlo. De esto y de lo difícil que puede ser organizar un encuentro de música clásica en lugares alejados de las ciudades grandes pueden hablar Martín Nijensohn y Santiago Lanzillotta. Nijensohn produce desde hace dos décadas la Semana Musical Llao Llao, un exquisito ciclo de conciertos que se realiza en el imponente marco barilochense. Este año, la edición número 20 se realizará del 12 al 20 de este mes. Por su parte, Lanzillotta es el director general del Festival Internacional de Ushuaia, un encuentro que va por su novena edición (a partir del 5 de este mes) y que ha crecido de manera exponencial.

En Llao Llao ahora cuentan con un flamante piano Yamaha, y en Ushuaia hay dos Steinway & Sons, a falta de uno. Pero no siempre fue así. Esta manera de combinar música y bellísimos paisajes tiene sus bemoles. ¿Cómo se hace para programar un festival a 2000 o 3000 kilómetros del café de Palermo donde estos productores ahora conversan? ¿Es fácil convocar a artistas del exterior? ¿Se programa lo que se puede o lo que se quiere? “Se hace lo que se puede. Obviamente –aclara Lanzillotta–. Pero la dirección artística tiene que marcar hacia dónde vamos.” Sin duda, eso es lo que marca el perfil de cada uno y, afortunadamente, en estos casos se podría decir que no se opacan, sino que se complementan. “Fijate qué distintos son los festivales de Ushuaia y de Llao Llao. Este año nosotros hacemos las nueve sinfonías de Beethoven. Es un plan arriesgado, pero lo que estamos buscando en este caso es que la gente reconozca esa melodía; ese inconsciente musical que el público, en este caso mayoritariamente fueguino, pueda pensar: «Esto de la música clásica es parte de mí». Y, de algún modo, es una manera de formar oyentes. Este año hacemos las nueve sinfonías con cuatro directores y nos encantaría que todos los años hubiera más. Pero, en ese sentido, se hace lo que se puede. Nos ayuda trabajar con un presupuesto anual y con un año de antelación. No más, y por eso no es tan fácil entrar en las agendas internacionales.” Para Martín, el resultado de una programación está definido en un par de frases: “Hacemos lo mejor de lo que se puede. Siempre algo más por encima de lo que podemos. Y siempre estamos excedidos pero felices de hacerlo. Ése es el error de ser director artístico y a la vez productor. Pero también es algo divertido. Uno siempre quiere que los que van a venir suenen mejor, aunque «mejor» sea un concepto extraño para aplicar en música. A veces hay músicos que se juntan para tocar, conocen las obras, pero sólo tienen tres o cuatro ensa-

fernando massobrio

yos juntos. Traen toda esa frescura y la energía desbordante del encuentro. Otras veces tenés un grupo que lleva 15 años conformado y te ofrece la fineza de los matices y detalles. Uno maneja todas estas variantes y busca el consenso con los músicos para determinar qué se quiere hacer y por qué. –A veces los programas cambian, pero los nombres de los músicos se repiten de un año para el siguiente, o año por medio. ¿A qué se debe esto? Lanzillotta: –En nuestro caso tiene que ver con el apoyo que hacen las embajadas. La embajada de Croacia trajo a Goran Filipec varias veces, y esto coincide con que al público le gusta que venga. Se llena siempre cada vez que toca. Nijensohn: –En nuestra historia, hasta hace cinco años no había repeticiones y en los últimos dos te diría que sólo se trata de un artista que toca dos veces en la Semana Musical por el éxito que tuvieron en la primera. La violinista Francesca Dego golpeó tan fuerte en sus recitales que era algo lógico que tuviera que volver este año. Y, obviamente, no vendrá el próximo. Hay otras cosas que son clave. Lo importante para mí es que el que está tocando atrás sea tan bueno como el solista. Lanzillotta: –Otra de las cosas importantes es darles lugar a los que están arrancando. Para muchos de ellos es un sueño. Tenemos en Ushuaia a un chico que es muy bueno. Cuando Panizza dé su master class, ese chico va a estar ahí. Además consiguió que legisladores de Tierra del Fuego le dieran sus pasajes de avión para que él pueda venir a tomar clases a Buenos Aires. Creo que está bueno que en la Argentina haya dos festivales patagónicos con dos perfiles muy marcados y complementarios. –Martín, ¿cómo era la Semana Musical Llao Llao en sus comienzos? Nijensohn: –Me citaron de Llao Llao para ver qué cosas se podrían hacer allí más allá del paquete turístico de tres noches. Surgieron varias ideas que se llevaron a la práctica, pero me quedé con este proyecto. –¿Cómo fue el caso de Ushuaia?

Ciudad del Rock, con mucho reggae

aPeRtuRa. El predio mostró dos buenos

escenarios, pero la lluvia complicó el show La Torre Espacial, que junto con otras viejas estructuras mecánicas (como la Montaña Rusa del ex Parque de la Ciudad) ha visto pasar el tiempo y el olvido para revivir ahora en forma de iluminada escultura retrofuturista, hace las veces de faro para el público, que llega en el Metrobus hasta el predio, ahora llamado Ciudad del Rock. El bautismo de fuego para este nuevo emplazamiento, capaz de albergar a cerca de 100.000 personas, tuvo lugar el sábado con el Día del Reggae, festival en el que nueve artistas, entre ellos Dread Mar I, The Original Wailers y Los Pericos, sonaron sobre los dos amplios escenarios dispuestos de tal manera que los espectadores pudieran visualizarlos desde cualquier punto del campo. Dando particular relevancia a mantener los espacios verdes, Ciudad del Rock parece establecerse como una versión ampliada de lo que era el espacio para recita-

les que ofrecía el Club Ciudad, con grandes áreas de esparcimiento que descomprimen y dan no sólo comodidad a la hora de ver shows, sino que también ofrecen la posibilidad de recorrer el lugar cuando lo acontecido sobre los escenarios no suscite interés. El barro presente en la jornada del sábado, por su lado, trajo a la memoria el triste recuerdo de la descuidada fecha de Pearl Jam en Costanera Sur en abril. Si bien no llegó a tales dimensiones, una lluvia más intensa que la de la tarde del sábado, sin dudas, se convertirá en un obstáculo a superar (el concierto de José Carreras, al día siguiente, debió ser postergado para la tarde del domingo). Para las 22.30, la cumbia-reggae de Dread Mar I, que toma los elementos más cristalizados y remanidos de cada género –pero que logra interpelar tanto a chicos de cinco años como a sus hermanos adolescentes y hasta a sus padres–, había dado por terminado su show

Lanzillotta: –Lo que nos convocó fue la idea de hacer cultura en el fin del mundo. Y por eso dura quince días. Lo pensamos a lo grande. Lo turístico vino después. –¿Qué cambió en estos festivales desde aquel momento? Nijensohn: –El festival se ha mantenido muy igual a sí mismo. Lo que ha cambiado mucho es la selección artística. Es mejor. Tratamos de tomar modelos a los cuales admiramos. Lanzillotta: –Para nosotros, un montón de cosas. Hoy es un acuerdo tripartito entre la provincia de Tierra del Fuego, la municipalidad de Ushuaia y la productora Festspiele. Sin eso y el apoyo de los auspiciantes no se podría hacer como está planeado hoy, con 30 conciertos, la mitad gratuitos. Se hace en tres ciudades y en un hotel importante, hasta el año pasado era Las Hayas y ahora Arakur. Artísticamente también cambió. Al principio se ceñía a la música clásica y hoy se abre a lo popular. El público fue marcando un poco todo esto. –Y en Llao Llao, ¿cuál es el público? Nijensohn: –Cuando las cosas se instalan la gente las toma como propias. Así sucede en Bariloche, y descuento que eso sucede en Ushuaia. A nosotros nos critican duramente los errores y de vez en cuando nos alaban por algún acierto. Está muy bien que sea de esta manera. Nos ha hecho mejorar muchísimo. Los conciertos de mediodía o de tarde, pensados inicialmente para el turista, se llenan de público local, contra cualquier impresión nuestra. Los barilochenses se suben al auto con la familia y recorren 25 kilómetros hasta el Llao Llao y vienen a nuestros conciertos gratuitos. Eso nos motivó a crecer en esto. De hecho, existe, desde el año pasado, un ciclo auspiciado con conciertos gratuitos en Bariloche, San Martín de los Andes, Villa La Angostura y El Bolsón. ß

Agenda del día Festival Internacional de Ushuaia DEl 5 al 19, En UShUaia

Se interpretarán las nueve sinfonías de Beethoven, con la dirección de Carlos Bertazza, Fernando Ciraolo, Pedro Ignacio Calderón y Jorge Uliarte. Además, participarán este año Facundo Ramírez, Goran Filipec, Ivan Rutskauskas, Marcelo Ayub, Kenneth Renshaw, Eduardo Vasallo, Alexander Panizza y la cantante Gabriela Pochinski, entre otros. Semana Musical Llao Llao DEl 12 al 20, En BarilOChE

Algunos de los conciertos programados y músicos que participarán: el Ensamble Estación Buenos Aires, con el violín solista Erzhan Kulibaev; La historia de un soldado, de Igor Stravinsky, con dirección de Andrés Tolcachir; recital de violín y piano, por las italianas Francesca Dego y Francesca Leonardi; trío de violín, clarinete y piano a cargo de Manuel Quiroga, Roberto Gutiérrez y Victoria Gianera, respectivamente.

de cierre con “Son promesas” y “Tú sin mí” sobre el escenario principal, que ofreció un buen sonido y mejor volumen. Anteriormente, Hugo Lobo (que ya había brindado un muy buen momento con Dancing Mood) se cargó con personalidad y musicalidad el show de un errático y ya poco vital Rico Rodríguez en el Escenario 2, que sobresalió por la buena respuesta a las frecuencias altas. The Original Wailers, con Marcia Griffiths como invitada de lujo, desplegando buena parte los clásicos más memorables de Bob Marley, aportaron el show musicalmente más logrado cuando la noche estaba por caer. El buen número de socorristas, la gran cantidad de baños químicos y los amplios accesos vehiculares y peatonales son los puntos más altos en lo que respecta a las condiciones del nuevo predio. Si el Metrobus había facilitado la llegada a la Ciudad del Rock, la baja frecuencia del servicio durante la noche será un aspecto clave a corregir para facilitar el regreso a casa desde este nuevo lugar, que parece estar a la altura de recibir en agradables condiciones a tamaña cantidad de gente y que podrá ser evaluado de manera más acabada en noviembre, cuando Blur desembarque en el Quilmes Rock.ß sebastián Chaves