Un tipo que dice querer a todos

5 mar. 2009 - De ahí la alegría por volver a re- cibirlo este año, en el segundo concierto de los dos ciclos del. Mozarteum Argentino, los días 7 y 8 de mayo.
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Espectáculos

Página 8/Sección 4/LA NACION

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Jueves 5 de marzo de 2009

MUSICA CLASICA Opinión Por Pola Suárez Urtubey

(Acordes)

(Allegro)

“Una orquesta es un grupo de “orquesta” por antonomasia de personas que tiene una vida parErnest Ansermet. ticular. Sus miembros forman, El anuncio de buen número de inconscientemente, una mentaconjuntos extranjeros que pasalidad. Por eso, la versión de una rán este año por Buenos Aires obra es el resultado de la mentapara las diversas entidades, tielidad de la orquesta con las ideas ne una significación que va más personales del director”. Marek allá del gusto del público por el Janowsky se refería en ese reporsinfonismo. Vivimos diariamentaje realizado en enero de 1986 en te las angustias de sentirnos un París a la fenomenal tarea que país al que se va llevando, y por estaba a punto de realizar con la motivos ajenos a nuestra propia Nouvel Orchestre Philharmonivocación cultural, hacia una huque de Radio France en el brevímillante mediocridad. Lo leemos simo lapso de dos semanas. En su todos los días: cada vez más lejos carácter de director del conjunde ese mundo con el que estamos to y para festejar los diez años de identificados. La música, por su vida de la formación, se dispopropia naturaleza como lenguaje, nía a ofrecer, en vernos involucra densión de concierto, la tro de un patrimoLa música integral de la Tetranio universal de silogía wagneriana en glos. Dialogamos, nos involucra el curso de una semaen nuestras mentes, na, en el teatro de los en cada audición, dentro del Champs Elysées, y en con Beethoven, con la semana siguiente, Shostakovich, con patrimonio una segunda edición Ravel, con Dvorák, en la sala del Châtelet. con Bartók, con Siuniversal Se había contratado belius o Britten y a los mejores cantancon los creadores tes wagnerianos del momento (26 de nuestro país. Con la música no en total) y el producto era resulhay rencores ideológicos ni muros tado de 96 ensayos en el curso de infranqueables. 37 días. Una proeza, teniendo en De ahí la significación de esta cuenta que más de catorce horas nueva temporada musical. Porde música es lo que requiere la que mientras el Mozarteum reciTetralogía wagneriana completa. birá, además de la orquesta suiEsto significa que pude vivir en za, a la de los Champs-Elysées, al aquella estada parisina, y sin mo- Concerto Köln, la Camerata Salzrir en el intento, 28 horas wagneburgo y la Wiener Akademie con rianas en quince días. el Chorus Sine Nomine; Festivales Musicales anuncia a la Orquesta * * * de Cámara de Berlín y nuestras Para entonces, ya conocíamos Barroca del Suquía, Camerata Baa este músico por sus actuacioriloche y Filarmónica de Buenos nes en el Colón. En 1979 JanowsAires, además de refinados conki había dirigido La mujer sin juntos de música antigua. Por su sombra de Strauss y en 1981 La parte, Nuova Armonía tiene enDama de pique de Tchaikovsky. tre sus diez fechas de abono a cinDe ahí la alegría por volver a reco orquestas: I virtuosi italiani, cibirlo este año, en el segundo la London Festival Orchestra, la concierto de los dos ciclos del Nordwest Deutsche PhilharmoMozarteum Argentino, los días 7 nia, la Dublín Philharmonia Ory 8 de mayo. Esta vez lo hará con chestra y la Orchestre National de una de las más gloriosas de EuParis d’Ile de France. ropa, la de la Suisse Romande, la Hasta entonces.

Una orquesta de terror, a los ojos de un pequeño niño

Natalie Dessay y Juan Diego Florez, otra vez juntos

Sin rencores ideológicos ni muros infranqueables

AP

N En la cama. La soprano francesa Na-

talie Dessay (foto arriba) interpreta a Amina –junto con su ya casi emblemático compañero de escena, el tenor peruano Juan Diego Florez (Elvino)– en la nueva producción que se está presentando desde el último lunes en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Se trata de La Sonnambula, de Bellini, que cuenta con la dirección de Mary Zimmerman.

Anna Netrebko y Elina Garanca, en los roles de Julieta y Romeo, respectivamente

N Belleza vocal que quita el aliento. LON-

DRES (EFE).– Las voces prodigiosas de la soprano rusa Anna Netrebko y la mezzo letona Elina Garanca (foto derecha) brillan como el mejor pulido diamante en Capuletos y Montescos, la ópera de Bellini repuesta ahora en la Royal Opera House del Covent Garden. La producción original londinense data de 1984, la dirigió desde el podio Riccardo Muti y tuvo ya entonces como intérpretes dos voces de fábula: Agnes Baltsa, como Romeo, y Edita Gruberova, en el papel de Julieta. Y es que desde tiempos de Bellini el papel de Romeo lo ha interpretado tradicionalmente una mezzo, aunque haya alguna excepción notable, como la dirigida en la Scala de Milán en 1966 por Claudio Abbado con el tenor Jaime Aragall en ese rol frente a Renata Scotto. En esta reposición londinense, que podrá verse hasta el 11 de abril, Netrebko y Garanca forman un dúo perfectamente compenetrado y de una belleza vocal que quita el aliento.

EFE

Kiri Te Kanawa cumple 65. HAMBURGO (DPA).– Millones de personas se emocionaron cuando en 1981 cantó con una voz de una belleza indescriptible en la boda del príncipe Carlos y Diana: Kiri Te Kanawa, la soprano procedente de una familia maorí neozelandesa cuya voz es para los expertos la más hermosa de su tiempo, mañana cumple 65 años. La belleza de su canto hizo que Kiri Te Kanawa fuese acusada de interpretar de forma bonita, pero no lo suficientemente dramática. Su voz de soprano con tintes oscuros y brillantes tonos altos suena suave y delicada, y su efecto procede de la pura hermosura de su canto. La artista se hizo N

Por Pablo Kohan

famosa además fuera de las fronteras de la ópera cuando Bernstein la contrató en 1984 para la única grabación en estudio de su musical West Side Story. También cantó canciones maoríes y reconoció que le encanta la música pop: “No hay ninguna artista como Tina Turner”, afirmó. Kiri Te Kanawa nació en 1944 en Gisborne. Sus padres la dieron en adopción y fue criada por un padre maorí y una madre irlandesa. Desde 1966 estudió en el Opera Center de Londres. Con el papel de la condesa en Las noches de Fígaro de Mozart obtuvo, en 1971, un gran éxito y uno de sus papeles más importantes y habituales: el de la gran dama y aristócrata.

Para despejar cualquier malentendido, el título de este Allegro no hace referencia a supuestos espantos producidos por malas prácticas de una orquesta que, tal vez con mucha inquina, algún crítico podría haber formulado, sino que es una traducción casi exacta de cómo un concierto pudo ser percibido por los ojos, o, más exactamente, por los oídos de un chiquito. Nos vamos hasta 1839 para encontrarnos con Camille SaintSaëns, que, a la sazón, estaba próximo a cumplir sus cuatro. Pero la criaturita, niño prodigio para el asombro, en vez de estar en una salita verde parisina tocaba el piano como los dioses y, créase o no, comenzaba a componer. Pero al nenito le faltaba todavía escuchar una orquesta, y su mamá decidió que era conveniente llevarlo a un concierto sinfónico. No sabemos qué obra fueron a escuchar, pero su impresión, intensa y no precisamente placentera, la habría de recordar muchos años después, sin escatimar adjetivos ni emociones. Así fue cómo dejó por escrito Saint-Saëns su primer contacto con una orquesta: “Mi mamá se paró conmigo cerca de la puerta tomándome de la mano. Además del piano, yo sólo había escuchado violines que no me gustaban. Pero la orquesta me deslumbró. Estaba como extasiado con el sonido que venía desde el escenario. Pero, de repente, hubo una explosión de trompetas, trombones y platillos. Miré a mi mamá y, aterrado, exploté en un grito: «¡Que paren! ¡Basta!» La gente pidió silencio y, ante la reprobación general, mamá me arrastró, impetuosamente, fuera de la sala”. Afortunadamente, Camille superó el impacto y décadas más tarde habría de escribir una maravillosa sinfonía con un órgano atronador que, a su vez, bien podría haber sido una especie de Freddy Krueger para cualquier pequeñín que estuviera esperando por Manuelita.

TEATRO Luciano Quilici, actor y dramaturgo

Un tipo que dice querer a todos Discípulo de Alberto Ure, mañana estrena Los quiero a todos, en el Beckett Teatro Empecemos por un posible principio de nota. El nombre de Luciano Quilici seguramente no le suena. Avancemos. Estrenó una obra teatral cuando tenía 18 años, otra cuando tenía 23 y, ahora, con 34, mañana estrenará Los quiero a todos, en el Beckett Teatro, con un elenco que da ilusión. Durante muchísimos años fue asistente de dirección del maestro Alberto Ure, uno de los grandes directores e intelectuales del campo teatral que, en 1997, tuvo un accidente cardiovascular que lo mantiene convaleciente. En realidad, Luciano Quilici fue más que su discípulo. Lo cuenta él mismo: “Es medio raro explicarlo en una nota, pero cuando Alberto tuvo el derrame me quedé idiota, éramos como novios. Iba a su casa a la una, cocinábamos, dormíamos la siesta, nos despertábamos y mirábamos a Franco Bagnato en Gente que busca gente. De ahí nos íbamos a ensayar, después cenábamos con el elenco, partíamos para su casa donde nos bajábamos una botella de whisky y a las cinco de la mañana volvía a mi casa. Nunca me divertí tanto. Por eso cuando le pasó lo que le pasó, la cabeza me hizo ¡puuum!”. Con la cabeza en ese estado, cierto azar hizo que terminara filmando publicidad. No le fue mal (nada mal). De 2004 a 2007 ganó varios premios importantes con publicidades para cuentas importantes trabajando en agencias importantes. Sin embargo, algo no le cerraba. –Tenías un mundo resuelto en publicidad y, de golpe,... –No, no... Básicamente tenía algo irresuelto. Cuando Ure se enfermó medio por casualidad me llamaron para trabajar en publicidad, cosa que hice durante años. Pero llegaban los diciembres y veía que otro año más pasaba sin hacer teatro hasta que dije basta. Por eso, el año pasado paré 6 meses y ensayé. Y estoy feliz. Estoy chocho. No hay nada más pleno, más divertido que ensayar. –¿Cómo fue la vuelta al teatro sin papá Ure? –Estuvo bueno. Los años de haber estado sin Alberto me permitieron hacer el luto largo. Apenas Ure tuvo el derrame intenté volver a ensayar y era como una imitación de Ure, hacía los mismos chistes, repetía el método

de ensayo, pero no era Alberto Ure. Ahora la vuelta fue mucho más personal, más mía. Fue desconcertante al principio pero arranqué. Para esta vuelta dio con un elenco que, a priori, es más que tentador: Facundo Agrelo, Ramiro Agüero, Diego Jalfen, Leticia Manzur, Alan Sabbagh y Margarita Molfino. “Los primeros meses fueron complicados porque venía de estar acostumbrado al ritmo de los comerciales en los que un actor hace causa y efecto

PARA AGENDAR

Los quiero a todos, de Luciano Quilici con F. Agrelo, R. Agüero, L. Manzur, A. Sabbagh y M. Molfino. Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556 (4867-5185 ). Los viernes, a las 23. De 20 a 25 pesos.

en 30 segundos permanente. Ya me había olvidado de hacer ensayos de tres horas”, reconoce. Pero fue recuperando el ritmo hasta que a los dos o tres meses sintió que se estaba haciendo cargo de la búsqueda, que podía perder el tiempo con los actores por fuera de las pautas de producción industrial, que podía dejarse estar. Y se relajó. Así es que fueron apareciendo las distintas cuerdas de los actores, como reconoce, sin que eso haya modificado al texto en sí mismo. “Cuando les entregué el libro el espíritu de obra era un poco más triste, más melan-

cólico –apunta en el bar de la sala del Abasto–. Con el tiempo se fue poniendo más lúdica.” –¿Sabías de antemano cuál era el espíritu de la obra? –El problema no es para dónde quiera ir uno sino adónde llega uno. Siempre tuve claro que quería hacer una comedia triste y emocionante con algo del espíritu de Chéjov. Los quiero a todos es un grupo de amigos patéticos, ridículos y graciosos. Como él mismo apunta, se trata de un grupete de clase media progre porteño “que tiene toda la esquizofrenia del progresisQuilici, el mo”. Un grupo que creador de se reúne a comer un este asado asado dominguero que reúne a para hablar de friseis amigos volidades y “de conflictos idiotas”. “En un punto la obra es crítica y compasiva con esa clase porque somos esa clase”, sostiene. La trama también está atravesada por una reflexión sobre los que rondan los treinta años. “Los treinta son como un punto ANDRES BLASINA de inflexión en el cual o uno se queda boludeando o trata de empezar a tomarse las cosas de otro modo. Un poco es lo que les pasa a los personajes”, agrega quien a los treinta y pico decidió dar una vuelta en su timón. En esta comedia de situaciones el asado es la columna vertebral. En el medio de la comilona vendrán flashbacks, recuerdos que no coinciden con lo vivido, anécdotas varias y bromas internas de estos seis seres patéticos, ridículos y graciosos. Como telón de fondo, una tela plástica de 113 metros movida por una máquina mecánica (“un armatoste incómodo”) que hace correr una cinta con imágenes pop, comentarios “como si fuera un poco el coro de una tragedia griega” y referencias kitsch. “Es el séptimo personaje”, se entusiasma el padre de esta criatura que, como buen padre, quiere a todos por igual.

Alejandro Cruz