Un padre amoroso (1Juan 4:7-8)

Papá, papá, -- dijo un niño curioso por conocer— Si pudiera cuando crezca parecerme mucho a ti. ¿Cómo es papá que tu logras para todos proveer, Y cómo te las arreglas para hacerme tan feliz? Ah, hijito mío querido, ven siéntate aquí, a mi lado --dijo con ternura el padre y en las sienes le besó --Voy a tratar de explicarte lo que tú me has preguntado. Presta atención, --le decía, y con amor comentó: La familia necesita una madre diligente Un acogedor hogar donde haya paz y reposo Que pueda unir a sus hijos, y todos sean obedientes Sujetos en armonía al mandato del esposo. Qué bello es cuando el hogar por la Palabra regido Da al Señor la primacía, y sirve al Dios poderoso Cuando el padre de familia da su mano al desvalido Y ensanchando su cabaña, ayuda al menesteroso. No hay nada de magia en ello, te lo aseguro hijo mío Ni es por mi humana bondad que yo logro ser así Es por la bondad de Cristo, a quien sigo sin desvío Por el amor que él me brinda, puedo darte más a ti. El niñito le observaba con los ojos luminosos Se acercó más a su padre, sobre su cuello se echó Y aquel papá contemplaba con un gesto cariñoso El rostro dulce del hijo que en sus brazos se durmió.

Más, cuantos hay que no aceptan a nuestro Padre del cielo Otros, aun siendo sus hijos, temen acercarse a él Conociendo que es un Padre que ofrece paz y consuelo Y que nos dio vida eterna, siendo eternamente fiel. Es Dios un Padre que anhela proveerte sin demora Que siempre está disponible para darte bendición Un Padre que nunca dice: no molestes, cuando oras Sino que atento es su oído si le abres tu corazón. Es Dios el Padre de padres, y tiene abiertos sus brazos Queriendo que todo hijo encuentre en él su reposo Que te invita cada día a estrecharte en su regazo Confiado, que aún si te duermes, él es el Padre amoroso. Por Ismary Díaz Rivas Usado con permiso

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