Un conflicto que pone en juego la identidad y la

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el mundo

| Viernes 21 de febrero de 2014

CRISIS SIN FIN | el impacto de tres meses de tensión y violencia

Radiografía de una nación al borde del abismo Las manifestaciones contra el gobierno de Yanukovich comenzaron hace tres meses, pero la violencia creció en los últimos días y no hay señales de un acuerdo UN PAÍS DIVIDIDO Ya en los resultados de las elecciones de 2010 se veía la partición Seguidores de Timoshenko

Seguidores de Yanukovich

El Oeste, de lengua ucraniana y cercano a sus vecinos europeos, votó en su mayoría por la líder pro occidental Yulia Timoshenko

El Este, más cercano a Rusia, se volcó por el actual presidente Viktor Yanukovich, que ganó en segunda vuelta

21 de noviembre

11 de diciembre

17 de diciembre

22 de enero

18 de febrero

El detonante Se desatan las protestas luego de que el presidente Viktor Yanukovich rechaza un acuerdo comercial con la UE para acercarse a Rusia

Mediación Las protestas se extienden y los manifestantes ocupan edificios públicos en Kiev y otras ciudades; sin éxito, Bruselas intenta mediar en el conflicto

Divisiones El apoyo de Rusia, que decide rebajar el precio del gas a Ucrania, genera profundas desavenencias entre Moscú y Bruselas; EE.UU. apoya a la oposición

Muertos El conflicto se agrava luego de que mueren cinco manifestantes: el 27 de enero cae el primer ministro y el Parlamento suprime las leyes antiprotesta

Estallido En el día más violento desde el inicio de la crisis, mueren 26 personas; el país queda al borde del abismo; la cifra de muertos y la violencia se disparan

Belarús Rusia

Polonia Kiev Eslovaquia UCRANIA

Hungría Mo via lda

Rumania

VIKTOR YANUKOVICH

ARsENI YATsENIUK

VITAlY KlITsCHKO

VlADIMIR pUTIN

PRESIDENTE DE UCRANIA

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líDER oPoSIToR

PRESIDENTE RUSo

Asumió en 2010 cuando venció a Yulia Timoshenko en segunda vuelta; su gobierno es cuestionado por la corrupción, la crisis económica y por su cercanía al Kremlin

Encabeza el principal partido de la oposición ucraniana (Batkivshina), al que pertenece Timoshenko, la líder encarcelada desde 2011; es abogado y economista

El campeón europeo y mundial de boxeo se transformó en el líder más popular de la oposición, y en el emblema de la protesta por su presencia en las barricadas de Kiev

Es el único aliado internacional de Yanukovich; intentó convencerlo para que no se aproximara a la UE. El apoyo económico de Rusia es crucial para Yanukovich

un país de 23 años Desde mediados del siglo XX hasta su independencia, en 1991, Ucrania formó parte de la URSS. Desde entonces, están quienes apuestan a acercarse a Moscú y los que se inclinan por Europa

su importancia Mientras la UE intenta seducir a Ucrania, un país de 46 millones de habitantes, Moscú no está dispuesto a dejar salir de su órbita a la ex república soviética, que representa la segunda economía de la zona

la peor crisis del país Antes hubo otras crisis en Ucrania, pero siempre se alcanzaron acuerdos para resolverlas. Ahora una salida diplomática parece complicada porque nadie está dispuesto a ceder

Guerra ciVil Existe temor de que lo que comenzó como una crisis política se transforme en una guerra civil. Algunos analistas rusos advierten que podría repetirse un caso como la desintegración de Yugoslavia

Mar de Azov

Rusia Mar Negro 100 km

Fuente: LA NACION

Kiev, otro escenario de la renovada batalla entre Rusia y Occidente el análisis Steven Lee Myers THE NEW YORK TIMES

L

MOSCÚ

os dos bandos de lo que ya se convirtió en un choque Rusia-Occidente por Ucrania endurecieron sus posiciones ayer, después de que funcionarios rusos denunciaron que se trata de un golpe de Estado contra Kiev de extremistas de derecha, y Estados Unidos y Europa impusieron sanciones a los responsables de la violencia que hizo erupción en la capital ucraniana y que se propagó a otras ciudades. Las reacciones, diametralmente opuestas, subrayan la profunda confrontación entre Rusia y Occidente por el destino de Ucrania, un choque en el que cada bando acusa al otro de interferir y en el que se cuestionan incluso los hechos concretos de lo que está ocurriendo. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, expresaron su alarma por la escalada de violencia y culparon a las fuerzas de seguridad del presidente Viktor Yanukovich, al dejar en claro que apoyan una transición política que les permita a los ucranianos elegir un nuevo gobierno. Rusia, por el contrario, se comprometió a utilizar todo su peso para apoyar al gobierno de Ucrania y se sumó a las acusaciones de Yanukovich, que culpa a sus oponentes de intentar tomar el poder, lo que equivale a un golpe de Estado. En uno de sus comunicados más duros desde que se desató la crisis en Ucrania, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia llegó incluso a evocar la Machtergreifung –la toma del poder de los nazis en Alemania en 1933– para responsabilizar “a fuerzas radicalizadas de la oposición por los hechos criminales” que causaron derramamiento de sangre y denunciar a los países europeos por negarse a admitirlo. El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, acusó a Occidente de “alentar a la oposición [ucraniana] a actuar al margen de la ley”. “Nosotros no queremos imponernos, a diferencia de lo que intentan hacer nuestros fanáticos socios occidentales”, dijo Lavrov desde Kuwait. Un alto funcionario del Departamento de Estado desestimó la acusación de que Estados Unidos se inmiscuya en los asuntos de Ucrania y dijo que Washington siempre apoyó abiertamente un gobierno de coalición. El funcionario le devolvió la acusación al Kremlin. “No han sido transparentes sobre su accionar en Ucrania”, dijo. El presidente Barack Obama, de visita en México, interrumpió la apertura de su reunión con el presidente Enrique Peña Nieto para informar a los periodistas que Estados Unidos condenaba “categóricamente” la violencia, que en los últimos días se cobró muchas vidas. Obama advirtió enfáticamente a los militares ucranianos para que se abstengan de intervenir en la crisis

política que sacude las calles de Kiev, y dijo que Estados Unidos hará responsable al gobierno de la escalada de violencia. La decisión de Obama de referirse a la situación en Ucrania sin que se lo hayan preguntado refleja la creciente preocupación de la Casa Blanca por la espiral de violencia fuera de control en la que derivó el enfrentamiento entre gobierno y manifestantes. “Observamos con suma atención los hechos y esperamos que el gobierno ucraniano demuestre mesura –dijo Obama–. Si se pasan de la raya, habrá consecuencias.” La esencia de esa amenaza quedó clara el miércoles por la noche, cuando el gobierno de Obama impuso una prohibición en la visa de 20 altos funcionarios ucranianos, a los que acusó de ser parte de la represión del gobierno el martes pasado. En una conferencia de prensa del miércoles por la noche, Obama dijo que la violencia en Ucrania no se debía a una tercerización de la lucha por la influencia en la región entre Estados Unidos y Rusia. En cambio, advirtió que el enfoque de su gobierno era “no considerar esto un tablero de la Guerra Fría en el que competir con Rusia”. Confrontación armada Ya existe el temor de que lo que comenzó como una crisis política en Ucrania degenere en abierta guerra civil. Algunas figuras políticas de Moscú advierten que podría repetirse un caso como el de la desintegración de Yugoslavia. Alexei K. Pushkov, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara baja del Parlamento ruso, dijo que los opositores más radicalizados ya no buscan llegar a un acuerdo, sino que optaron por tomar las armas. “Ya no se trata de un proceso político. Es una cuasi guerra civil.” La ferocidad de la violencia en Kiev pareció tomar por sorpresa a los líderes europeos, que ahora se desesperan por encontrar una respuesta a la crisis. En Rusia, los funcionarios también buscan influir en los acontecimientos. Rusia ya prometió 15.000 millones de dólares en asistencia financiera para ayudar a Ucrania a evitar el default, y el martes hizo efectivo otro desembolso de 2000 millones, hecho que desencadenó las últimas protestas, ya que muchos temen que la ayuda de Rusia termine empujando del todo al país a los brazos del Kremlin. Anteayer, sin embargo, autoridades ucranianas dijeron que el pago estaba retenido por “cuestiones técnicas”. Tanto en Rusia como en Europa la crisis parece ser un momento bisagra para el continente y sus fronteras. “Nosotros los polacos –dijo Donald Tusk, primer ministro de Polonia– no nos quedaremos de brazos cruzados ante estos hechos, porque sabemos que lo que ocurra en Ucrania será decisivo para la historia y el futuro de toda la región.”ß Traducción de Jaime Arrambide

Los opositores al gobierno montaron carpas y barricadas cerca de la plaza de la Independencia, en Kiev

Deserciones en masa en las filas de Yanukovich ^b^b^ En medio de la violencia que conmociona a Ucrania, el alcalde de Kiev, Volodimir Makeyenko, anunció ayer que abandonó el partido del presidente Viktor Yanukovich, a modo de protesta contra “el baño de sangre y la lucha fratricida” en el centro de la capital. ^b^b^ “Estoy dispuesto a todo para detener la lucha fratricida y el baño de sangre en el corazón de Ucrania, en la plaza de la Independencia”, dijo el alcalde. ^b^b^ “La vida humana debe ser el valor supremo de nuestro país, y nada debe contradecir ese principio”, añadió Makeyenko, que dejó las filas del gobernante Partido de las Regiones. ^b^b^ Horas antes de su deserción, por lo menos 12 diputados de esa agrupación con bancas en la Rada (Parlamento) también habían anunciado su deserción.

reuters

Un conflicto que pone en juego la identidad y la unidad de Ucrania opinión Lluís Bassets EL PAíS

L

MADRID

a fuerza del mapa coloreado que representa las viejas naciones se sobrepone con frecuencia sobre una realidad mucho más precaria y frágil. Esa Ucrania que parece encontrarse ahora en un momento crucial de su historia tiene sólo 22 años de vida como nación política unida e independiente. Su nombre eslavo no es ni siquiera el de un país, sino literalmente el de “frontera”, “confín”, que es lo que significa su denominación. Todo lo demás son proyecciones del presente sobre el pasado y fantasías habituales en la narrativa nacionalista. Según el investigador de la Fundación Juan March Leonid Peishakin, “si hay algo que define la experiencia ucraniana es la división, entre la unión polaco-lituana y Rusia desde 1569 hasta 1795; los imperios austríaco y ruso, entre 1795 y 1917, y el catolicismo griego y la ortodoxia rusa desde 1596 hasta hoy”. Las raíces de la actual división de Ucrania en dos segmentos al borde de la guerra civil están inscriptas así en su historia y su personalidad. Según un diplomático británico que viajó allí en 1918, cuyo testimonio recoge el historiador Orlando Figes, “si

se le pregunta a un campesino medio de Ucrania cuál es su nacionalidad dirá que es griego ortodoxo; si se le pregunta si es granruso, polaco o ucraniano, diría probablemente que es un campesino, y si se insistiera respecto de qué lengua habla, diría que la lengua local”. La división actual responde en un primer plano a la doble opción que se les ha ofrecido a los ucranianos entre la integración en la Unión Europea (UE), tal como corresponde a

Indirectamente, está en juego la capacidad de la UE para existir en el mundo su pasado austrohúngaro, y el regreso a Rusia, ahora en forma de una unión aduanera, que recrea tanto el expansionismo del viejo imperio zarista como el de la desaparecida Unión Soviética. En un segundo plano, afecta también a dos modelos políticos, sea la democracia soberana corrupta y autoritaria que Viktor Yanukovich intenta mantener a flote mediante sus poderes presidenciales, sea el régimen parlamentario de tipo occidental demandado por los manifestantes. Pero incide en la propia identidad y existencia del país, es decir, en la improbable capacidad de los

ucranianos para mantenerse unidos a partir y no a pesar de estas diferencias que los han separado hasta ahora, y que en este momento los sitúan al borde de la guerra civil. Hay muchas responsabilidades en el deslizamiento violento del conflicto que empezó en noviembre tras la negativa de Yanukovich a firmar el acuerdo de asociación con la UE y su decantación en favor del presidente ruso, Vladimir Putin. La primera, del propio mandatario ucraniano, inepto y mendaz hasta molestar a su propio patrono del Kremlin. También las tiene el presidente ruso, con sus ambiciones imperiales frente a Washington y Bruselas. Son evidentes las responsabilidades de la vacilante UE. Y no puede faltar la oposición, incapaz de controlar un movimiento que ha ido cayendo en el descontrol de la violencia o bajo el control de la extrema derecha. Ucrania vive una mezcla de conflicto civil y de guerra geoeconómica que está derivando hacia la contienda armada. Están en juego las fronteras de Europa e, indirectamente, la capacidad de la UE para existir en el mundo. Pero lo más sustancial concierne a los ucranianos y es su capacidad para construir Ucrania juntos, país que sólo podrá sobrevivir si consigue convertirse en un Estado democrático que respete e incluya todas las diferencias e identidades. ß © El País, SL