Triunfadoras en Cristo - ObreroFiel

En esta ocasión nuestro tema será cómo vivir vidas victoriosas en Cristo. Hemos elegido el término. “victoria” porque es el que se apega más a nuestro diario ...
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CUESTIONARIO 1

Triunfadoras en Cristo (Sal. 144:10; Pr. 21:31; 1 Co. 15:57-58; 1 Jn. 5:1-5) Mientras realizas tu estudio personal: 1 . Asegúrate que tu corazón está dispuesto a que Dios te enseñe. Humíllate delante de Él en oración, pidiendo sabiduría. "Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes" (1 Pedro 5:5). 2. Utiliza la Biblia como el libro básico para encontrar respuestas a las preguntas. Los demás libros sólo pueden ser usados como fuentes de consulta. Nuestra única autoridad son las Escrituras pues sólo ellas son inspiradas por Dios (2 Timoteo 3:16). 3. Es importante que contestes todas las preguntas, meditando en ellas tranquilamente. Las preguntas "personales" tienen el propósito de guiarte a pensar en tus propias necesidades y tomar decisiones importantes. Puedes reservarte las respuestas en la discusión en grupo, pero será de mucho valor compartirlas.

¡Bienvenida otra vez!

¡Qué bueno contar con tu compañía! Y el privilegio es doble, ya que, aparte de estar juntas, nos dedicaremos a una de las actividades más provechosas para todo ser humano: estudiar la bendita Palabra del Señor. En esta ocasión nuestro tema será cómo vivir vidas victoriosas en Cristo. Hemos elegido el término “victoria” porque es el que se apega más a nuestro diario vivir. Es sinónimo de triunfo o éxito, pero es una palabra especial porque implica la idea de una batalla. Nadie puede obtener la victoria si primero no ha luchado por conseguirla. Así que, querida hermana, si quieres ser una mujer victoriosa, tendrás que pelear para lograrlo. Quien no compite, no gana. PRIMER DÍA 1. Para ti, ¿qué significa el título de este nuevo estudio?

2. Menciona algunas áreas de tu vida en la que te gustaría ser victoriosa?

3. Busca en un diccionario la definición de victoria y escríbela aquí.

4. Escribe dos palabras que significan lo mismo que victoria y dos que significan lo contrario.

5. “Quien no compite, no gana”. ¿Qué piensas de ese dicho? ¿Cómo se puede aplicar a tu vida?

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 Empieza a memorizar 1 Corintios 15:57-58. SEGUNDO DÍA

 Lee Juan 16:33 y responde. 1. ¿Para qué había hablado Jesús “estas cosas”? 2. ¿Qué tendremos en el mundo? 3. ¿Cuál es la razón que da el Señor por la que tenemos que confiar aun en medio de las aflicciones? PERSONAL: 4. Haz una lista de las "aflicciones" que te ha tocado vivir en este último año. Marca las que hasta el día de hoy te estén aquejando.

5. En esas situaciones difíciles ¿estás confiando en la victoria que Jesús ya obtuvo? ¿Te sientes vencida por esa circunstancia? Si estás confiando en Jesucristo, ¿cómo manifiestas esa confianza? ¿Qué pasos darás para apropiarte de la victoria del Salvador sobre estas aflicciones?

 Lee Josué 6:3-4; 20,21 y 27 y contesta. 6. ¿Cuál era la estrategia para conquistar Jericó que Dios mandó seguir a Josué y los israelitas? (6:3-5). ¿Qué opinarías de un ejército que hiciera esto para conquistar una ciudad?

7. ¿Cuál fue el resultado de la batalla (si es que así se le puede llamar)? (6:20-21)

8. ¿Quién estaba con Josué? (6:27) ¿Cómo crees que influyó esto en el resultado de la conquista de Jericó?

9. ¿Cuál crees que hubiera sido el resultado de no haber obedecido las indicaciones del Señor?

PERSONAL: 10. En las batallas que tú libras cada día, ¿sigues las "estrategias" que Dios te ha dado en su Palabra, por muy "extrañas" que parezcan? Es un hecho que Jehová estaba con Josué (Jos. 1:27) y que está con cada una de sus hijas. La pregunta determinante para obtener la victoria es, ¿Estás tú con Jehová? ¿Cómo lo confirmas?

 Continúa con la memorización de 1 Corintios 15:57-58. entiendes de estos versículos. 2

Escribe en tus propias palabras lo que

TERCER DÍA

 Lee 1 Juan 5:1-5 y responde. 1. ¿Cuántas veces aparece la palabra victoria o sus derivados (vence, vencido) en estos cinco versículos? 2. ¿Cuál es la victoria que vence al mundo? 3. ¿Quién es nacido de Dios? Este es el primer requisito para obtener la victoria. (v. 1a) 4. ¿En cuáles dos cosas conocemos que amamos a los hijos de Dios? (v. 2) Este es el segundo requisito para vencer. 5. ¿En qué consiste el amor a Dios? Ese es el tercer requisito para ser vencedoras. ¿Cómo son sus mandamientos? (v. 3) 6. Según el v. 5, ¿quién es el que vence al mundo?

 Recita de memoria 1 Corintios 15:57-58. CUARTO DÍA

 Lee Salmo 144:10 y responde. 1. ¿Quién escribió este salmo? (lee el título del salmo). 2. ¿Cuál era la posición de este personaje al escribir este salmo? ___ pastor de ovejas ___ músico de la corte del rey

___ rey

3. ¿Quién es el que da la victoria, según el escritor?

4. ¿Cuál era la fuente de la victoria en las luchas de este rey? (lee como ref. 2 S. 8:6 y 14)

PERSONAL: 5. Los enemigos que David enfrentó fueron diversos: filisteos, amorreos, su pecado, su propio hijo, etc. ¿Cuáles son algunos enemigos que tú enfrentas? ¿Quién te puede dar la victoria? Reconoce y agradece a Dios por ello. Ora en este momento con fe sabiendo que te dará la victoria sobre tus enemigos.

 Lee Proverbios 21:31 y responde. 6. Salomón escribió este proverbio (Lee como ref. Prov. 10:1). ¿Quién era Salomón? 7. ¿Qué declaró respecto a la victoria? 8. ¿Crees que esta idea referente a la victoria hacía que Salomón no se preparara para la guerra? Explica. 3

PERSONAL: 9. ¿Cómo puedes tú alistar tus "caballos" para el día de la batalla? Escribe tres maneras en las que te prepararás para la lucha diaria contra las adversidades de la vida. Con todo y eso, ¿quién te dará la victoria?

 Recita de memoria 1 Corintios 15:58. QUINTO DÍA

 Lee 1 Corintios 15:12-19 y responde. 1. ¿Cuáles son las implicaciones de negar la resurrección de Cristo? (v. 14-15, 17).

2. Si Cristo no resucitó, ¿tenemos posibilidad de obtener alguna victoria? ¿Por qué?

Lee 1 Corintios 15:54

y contesta. 3. Cuando resucitemos, ¿qué palabra escrita se cumplirá? ¿Qué quiere decir eso? 4. Responde las dos preguntas del v. 55.

PERSONAL: 5. La muerte es la fatal, última e irremediable enemiga de cada ser humano. Si las creyentes hemos de vencerla, ¿qué implica eso de todos nuestros demás enemigos? ¿Por qué crees que es tan relevante el tema de la resurrección cuando hablamos de una vida victoriosa?

 Intenta recitar de memoria 1 Corintios 15:57-58. SEXTO DÍA

 Lee 1 Corintios 15:57-58 y responde: 1. ¿Cuál es la razón de dar gracias a Dios? (15:57) 2. La victoria que él nos da es por medio de ___________ _________ ______________ (15:57) 3. ¿Qué crees que significa estar "firmes y constantes"? ¿Cada cuanto debemos estar creciendo en la obra del Señor? (15:58) 4. ¿Qué sabemos respecto a nuestro trabajo en el Señor? PERSONAL: 5. ¿Le has dado gracias a Dios por la victoria, aunque te encuentres en plena lucha? ¿Estás firme y constante en el Señor ? ¿Estás creciendo en su obra? Explica tu respuesta. ¿Cómo te anima la verdad de que tu trabajo en el Señor no es en vano?

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 Termina con la memorización de 1 Corintios 15:57-58 y

compártelo con una amiga que se encuentre

igual que tú, en la lucha.

Lección 1

Triunfantes en Cristo (Sal. 144:10; Pr. 21:31; 1 Co. 15:57-58; 1 Jn. 5:1-5) Introducción: Cuando tenía siete años quedó huérfano de madre. A los veintidós fue despedido de su empleo. Quería estudiar leyes pero no contaba con los medios necesarios para estudiar. A la edad de veintitrés se endeudó para poder ser socio de una pequeña tienda. Al cumplir veintiséis, murió su socio, dejándole cuantiosas deudas que tardó años en liquidar. A los veintiocho, después de cortejar a una chica por cuatro años, la pidió en matrimonio pero ella le dijo que no. Cuando tenía treinta y siete, después de tres intentos, fue electo al Congreso de su país, pero dos años después perdió la reelección. A los cuarenta y uno murió su hijo de cuatro años. A los cuarenta y cinco se postuló para senador, pero perdió. A los cuarenta y siete perdió como candidato a vicepresidente. A los cuarenta y nueve, se volvió a postular para el Senado, pero perdió. La vida de este hombre se parece a muchas de las nuestras. Tuvo grandes dosis de pruebas, problemas, enojo, soledad, preocupación, enfermedad, pérdidas y derrotas. Conocemos muy bien el sentimiento que un fracaso puede provocar. Si somos realistas, admitiremos que una vida normal no está exenta de luchas y que, después de cada una de ellas, sólo obtenemos un resultado: derrota o victoria. En esta ocasión nuestro tema será cómo vivir vidas victoriosas en Cristo. Hemos elegido el término “victoria” porque es el que se apega más a nuestro diario vivir. Es sinónimo de triunfo o éxito, pero es una palabra especial porque implica la idea de una batalla. Nadie puede obtener la victoria si primero no ha luchado por conseguirla. Así que, querida hermana, si quieres ser una mujer victoriosa, tendrás que pelear para lograrlo. Quien no compite, no gana. Por cierto, a los cincuenta y un años, el hombre de nuestra historia fue elegido Presidente de los Estados Unidos de América. Su nombre era Abraham Lincoln. I. LA VICTORIA QUE VENCE AL MUNDO (1 JUAN 5:1-5; JOS. 6:3-4)

La

vida cristiana puede ser de victoria porque Jesucristo, a quien seguimos, ha vencido al mundo (Juan 16:33). Él nos anticipó que en esta tierra tendríamos aflicciones. Nadie puede negar esa verdad. A donde quiera que volvamos la mirada vemos toda clase de dolor, congoja y pena. Si por ahora no estás pasando por una situación difícil, da gracias a Dios. Pero cuando te enfrentes a ellas,

el Señor Jesús te anima con las palabras: "confiad, yo he vencido al mundo". Él ha obtenido la victoria por nosotros. Esa es la base sobre la cual tú y yo podemos vivir vidas victoriosas, no sin luchas, pero victoriosas. El pueblo de Israel le declaró la guerra a Jericó. Ese hecho nos hace pensar que para ganar, hay que luchar. El Dios de los ejércitos comunicó a Josué una estrategia militar totalmente fuera de lo común, según la cual debían marchar una vez 5

alrededor de la ciudad enemiga durante seis días, y en el séptimo, debían hacerlo siete veces (Jos. 6:3-4). ¿Cuál habría sido el final de la historia si se hubieran dado por vencidos en el segundo día, o en el quinto o en la sexta vez que daban vueltas el propio séptimo día? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que obtuvieron la victoria. ¡Ganaron! Ganaron porque por fe, por su amor a Dios y en obediencia a su Palabra siguieron al pie de la letra las indicaciones de su Capitán. No se dieron por vencidos antes de tiempo. Abraham Lincoln nunca hubiera llegado a ser Presidente si hubiera flaqueado a los cuarenta y nueve años. El apóstol Juan escribe en su primera epístola acerca de los requisitos para obtener y vivir en victoria. En 1 Jn. 5:1-5 detalla cada uno de ellos. En primer lugar, es necesario ejercer fe en Jesucristo (v. 1). En segundo lugar, debemos amar a Dios ya que nos engendró como hijas suyas (vs. 1-2). En tercer lugar, hemos de demostrar nuestro amor por medio de la obediencia a los mandatos divinos (v. 3). Finalmente, después de la fe, el amor y la obediencia, podemos declararnos vencedoras. El v. 4 define que la victoria que vence al mundo es nuestra fe y el v. 5 afirma que el que vence al mundo es el que "cree que Jesús es el Hijo de Dios".

¿Crees

que Jesús es el Hijo de Dios? ¿Amas a Dios por sobre todas las cosas? ¿Obedeces sus mandamientos? Si tu respuesta es "sí", entonces te encuentras en el camino hacia la victoria. Pero si una o más de tus respuestas es "no", vas por el camino equivocado.

Todavía

no conozco una mujer que deliberadamente decida vivir en derrota. Todas deseamos triunfar. Nos gusta la idea de tener éxito en nuestra vida sentimental, familiar, social y económica. Sin embargo, siendo sinceras, ¿hemos logrado ser victoriosas? ¿Vivimos en victoria cada día de la semana? ¿cada hora del día? Si no, sigue leyendo para aprender algunas cosas importantes acerca de cómo ser victoriosa en el Señor.

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II. LA VICTORIA PROVIENE DE DIOS (2 S. 8:6, 14; SAL. 144:10; PR. 21:31)

La Biblia nos enseña que

la victoria pertenece a Dios. El rey David fue un gran guerrero, tuvo un magnífico ejército y contaba con los elementos necesarios para vencer a sus enemigos. De hecho, expandió el territorio de su reino como ningún otro en toda la historia del pueblo de Israel. Superó por mucho al rey Saúl, de tal manera que entre los israelitas se hizo popular el dicho: "Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles" (1 S. 18:7). A pesar de tener todo a su favor, la palabra de Dios declara de manera enfática: "Jehová dio la victoria a David por dondequiera que fue" (2 S. 8:6 y 14). El Altísimo respaldó y ayudó a David en sus batallas y en sus guerras, y le dio la victoria en muchas de ellas. Así mismo, nuestro Señor quiere usarte y fortalecerte para ganar tus propias luchas y conflictos. El mismo que rescató de innumerables peligros a David, sigue siendo el Rey de reyes que ofrece la victoria (Sal. 144:10). Nuestras batallas hoy no son contra filisteos, amorreos o ferezeos, como las del rey David. Nuestra lucha es contra la tentación, los problemas, las crisis, la enfermedad, la soledad, la amargura, una autoestima distorsionada, el enojo o los malos hábitos. Demos gracias al Todopoderoso porque sigue siendo el mismo, porque sigue ofreciendo la victoria y porque vivir en victoria, ¡sí es posible!

Si has vivido derrotada

esta semana que pasó, o este mes o por los últimos 10 o 25 años, anímate. Hoy puedes empezar a disfrutar de las delicias del triunfo gracias a la intervención soberana y majestuosa de nuestro Dios. Puede ser que goces de perfecta salud y de posibilidades económicas. Aun así, el mérito por la victoria no es tuyo, sino del Señor. Por otro lado, si padeces alguna enfermedad, o te ves seriamente afectada por la crisis económica, aun así el triunfo es posible para ti porque viene de la mano de Dios.

Salomón,

el hijo de David, también entendió perfectamente que "Jehová es el que da la victoria" (Pr. 21:31). Él pudo haber planeado las mejores estrategias de combate, contar con los

mejores caballos y jinetes de guerra y hasta pudo heredar la sagacidad de su padre. Con todo, reconoció que el resultado final, sea victoria o derrota, pertenece solamente a Dios. Por supuesto, esa actitud no quiere decir que Salomón no se preparaba para enfrentar a sus enemigos. El hecho de saber que el triunfo es del Señor no es disculpa para no luchar de manera diligente. Más bien, nos conforta saber que nuestros esfuerzos no serán en vano. Eso sí, sin lucha no hay victoria. La pregunta ante las aflicciones es, entonces, ¿estoy venciendo? o ¿me doy por vencida?

Darse

por vencida antes de luchar garantiza la derrota. Si vas a la guerra con ánimo de fracaso, seguramente fracasarás. Las buenas noticias son que Jesús vino a morir y resucitar por nosotras para darnos la victoria. Si Jesús es nuestro guía, la victoria está garantizada. Asegúrate de no dejar de seguir a nuestro victorioso Capitán. Lucha con ahínco y vencerás.

III. LA VICTORIA FINAL JESUCRISTO (1 COR. 15:57-58)

EN

La mayor esperanza que una mujer cristiana tiene en esta vida es que su fe en Dios está sellada y garantizada por la gloriosa resurrección de Jesucristo. Sí, Cristo se encarnó, padeció y murió por nosotros, pero también venció el poder de la muerte por medio de su resurrección. El argumento del apóstol Pablo en 1 Corintios 15 es que si Cristo no hubiera resucitado, todavía viviríamos en derrota pues no tendríamos la esperanza de resucitar (v. 18). Si él no hubiera resucitado, nuestra fe sería estéril y todo lo que hemos creído, una mentira (vs. 14 y 17). Su resurrección es un hecho y una realidad, así que tenemos esperanza de vencer sobre nuestra última y fatal enemiga que es la muerte. La victoria de Cristo ha devorado a la muerte (v. 54) y como tal, nosotros también la venceremos cuando resucitemos con él. Ya que él resucitó y nosotros resucitaremos con él, se demuestra que nuestra fe es eficaz y todo lo que hemos creído es verdad. Concluye el apóstol en el v. 57 diciendo que debemos dar gracias a Dios porque "nos da la

victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo". Además, él nos lleva "siempre en triunfo" por medio de su Hijo (2 Cor. 2:14 ). Esta verdad de victoria y triunfo nos debe animar a estar firmes y constantes en la lucha diaria (1 Cor. 15:58). Debemos persistir en tanto nos reunimos con nuestro Señor Jesucristo en el cielo. Nuestra victoria final es segura por medio de él, así que podemos vivir en victoria cada día de nuestra vida. El triunfo en Jesucristo es un hecho; hagámoslo una realidad aquí y ahora. Ciertamente algunas veces sufriremos una que otra derrota. Eso no significa que hayamos perdido la guerra. No debemos darnos por vencidas. Una de las claves de la victoria es la perseverancia. En la lucha por la victoria no hay atajos, ni caminos fáciles. Tomás Edison encontró cientos de maneras de cómo no se hacen las cosas. Pero perseveró y descubrió la electricidad. Si se hubiera dado por vencido seguiríamos utilizando velas y lo peor, ¡no conoceríamos la licuadora, la plancha y la lavadora de ropa! Gracias a su tenacidad obtuvo la victoria y a nosotras se nos facilita más la vida en el hogar. Vivimos en una cultura en la que no es muy popular hablar de perseverancia, tenacidad, constancia y paciencia. Estamos inmersas en la época de las vías rápidas, de lo instantáneo y lo desechable. Pero el resultado de la perseverancia, el cual es la victoria, bien vale el esfuerzo que se haga.

Jesucristo obtuvo

la victoria para ofrecerla a ti y a mí. Si quieres apropiártela, debes estar firme y constante. En medio de las luchas has de perseverar para declarar triunfante: ¡ya tengo la victoria! Que el victorioso Capitán te ayude a ir de victoria en victoria hasta tu glorioso encuentro con él.

Usado con permiso de "El Gozo de Servir"

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