TRAPOS Un Drama basado en Efesios 2:8-9 Contribución Usado con permiso 2 protagonistas, Diana Hacerbien y José Dámucho. Comienzan parados en una cola, esperando algo. Diana:

Me pregunto qué está tomando tanto tiempo…

José Dámucho: Si, yo también. [El silencio comienza de nuevo. Diana comienza otra vez, como obligada, a tener una conversación] D:

No sabía que aún aquí habría una cola de espera.

J:

Yo pensé que ya no tenía que esperar para nada.

[Otra pausa.] D:

Y…¿Tú cómo moriste?

J:

[feliz de poder jactarse] Ah, martirio.

D:

¿Martirio? ¿Me dices que fuiste un verdadero martirio?

J:

Si. Di mi vida por miles de gente hambrienta en África.

D:

[tomando un interés mórbido] ¿Y bien, te hirvieron en una olla, o te cortaron la cabeza en la guillotina, o te quemaron?

J:

Bueno, eh, no exactamente. Ves, nuestra iglesia estaba patrocinando una comida para levantar fondos para gente hambrienta, y me ahogué en un hueso de pollo.

D:

[indignada de estar en compañía de un santo de segunda clase] Bueno, he estado muerta por cuarenta y cinco minutos y todavía estoy esperando entrar.

J:

Tal vez debo dejar que alguien sepa que he llegado. Estoy segura que si hubieran sabido que ya llegué, me hubieran abierto la puerta en un segundo.

D:

Pues, sí saben que yo he llegado. Allá abajo yo era una trabajadora muy importante en la iglesia. Dios me ha estado esperando mucho tiempo para darme las gracias.

J:

¿Sabes acaso quién soy yo?

D:

No. Pero yo siempre trabajaba en la iglesia y rara vez tenía tiempo para la gente.

J:

Bueno, señora, yo soy nada menos que el Señor José Dámucho.

D:

¡Ay, perdón!

J:

Yo soy el que organizó el ministerio que llegó a las Islas Falkanas cuando estaban en guerra. ¿Recuerdas esa guerra tan horrible?

D:

Estuve tan ocupada enlatando carne para los hambrientos de la India que no tuve tiempo de oír de nada.

J:

¿Carne en la India? Si… Bueno, de cualquier modo, las Islas Falkanas tuvieron esta guerra, ves, y yo decidí que nuestra iglesia debería hacer algo.

[Mientras relata la siguiente historia, los dos poco a poco se involucran de lleno, jugando el papel de vuelo] Entré en mi jet, y el piloto y yo volamos toda la noche por la oscuridad. Llegamos más cerca -- más cerca -- ¡MAS CERCA! Por fin llegamos a las islas. Es allí donde no convertimos en héroes a todo hombre y mujer que asiste a la iglesia. Dejamos caer del avión veinticinco mil botones que decían "Sonríe, Jesús te ama" para los pobres pueblos desolados de ese lugar. Aún tengo un artículo del periódico para verificarlo con Dios. [Indica su mochila, con un aire de orgullo] D:

Bueno, todo eso es buenísimo, pero ¿qué de tu asistencia a la iglesia los domingos?

J:

Uno no necesita asistencia perfecta para entrar al cielo -- por lo menos no en mi iglesia.

D:

Bueno, ¿y cómo va Dios a saber que quieres ir al cielo si no vas a la iglesia primero? Afortunadamente, tengo aquí en mi bolsa [demuestra su bolsa con delicia] mi "Hijo de Abraham Sonrisa" por razón de mi asistencia perfecta.

J:

Tal vez no tenga asistencia perfecta, pero tengo mi libreta de cheques [toca su mochila con confianza]. He dado mi diez por ciento desde siempre. MÁS, hace dos años, cuando la iglesia estuvo en problemas graves, yo les ayudé. Di doscientos cincuenta dólares y cuarenta y nueve centavos. Y ahora, gracias a mi generosidad, la iglesia tiene dispensadores de desodorante automáticos en cada baño -- [le da una mirada acusadora]. ¿Y qué de ti? ¿Qué tipo de recibos tienes en tu bolsita?

D:

Ah, yo tengo recibos. Yo di el diez por ciento [devolviendo la mirada acusadora]. ¿Pero qué de tu tiempo?

J:

¿Qué quieres decir por "tiempo"?

D:

¿Cuánto tiempo diste al Señor?

J:

[amenazado] Ah, yo doy bastante tiempo. Claro, la mayoría de mi tiempo estoy en sesiones y tal…[defendiéndose] Pero siempre llevaba puesto mi "Jesús Primero" broche.

D:

Tiempo de calidad es a lo que me refiero. Algunos piensan que lo único que tienen que dar es un poco de dinero, y eso basta, pero…

J:

Ah, sí. Yo reconozco eso. Por eso tengo una lista -- una lista de tres páginas -- de todas las cosas que he hecho para el Señor. La lista comienza desde atrás cuando iba de puerta

en puerta pidiendo dinero para UNICEF. Ves, aún cuando era muy joven, reconocía que es importante guardar todos mis recibos para tener un record de todo lo que he hecho. Eso siempre me daba confianza. ¿Y cómo puede uno adelantarse sin sentir confianza? Si…es bonito saber que tengo seguridad [indica su mochila, y sonríe con confianza] D:

[decidiendo que tal vez tienen algo en común] Si. Yo estoy de acuerdo. Es bonito saber que todas nuestras vidas hemos estado haciendo cosas hermosas y ahora podemos tener el premio.

J:

Si, ya es tiempo. [Los dos con gozo se agarran de sus bolsas]

D:

Mira, aquí viene alguien.

J:

Ya era tiempo.

D:

[habla con alguien fuera de la escena] Ah -- aquí estamos. ¡Aquí junto a las Puertas de Perlas! Hola. Mi nombre es Diana Hacerbien. Y aquí tienes al Señor José Dámucho. [pausa]. ¿Qué? ¿Qué quieres decir por "¿Porque les debo dejar entrar al cielo?" Porque, porque - porque, eh, [a José:] ¿Pues, por qué?

J:

[tocando su mochila con confianza] Aquí tengo toda la evidencia.

D:

[con confianza] Ah, sí. [Los dos comienzan a abrir sus bolsas para sacar la evidencia]. Porque hemos hecho todas estas cosas hermosas -- [sus manos salen de las bolsas llenas de trapos horriblemente sucios] ¿¡TRAPOS!?

J:

¡Trapos! [Buscan frenéticamente, y encuentran solo más trapos.]

D:

No entiendo…

J:

Tiene que haber un problema…

D:

¿¡Trapos?!

J:

¿¡Trapos?! [Los dos se congelan con una mano en el aire, agarrando los trapos, la otra mano agarrando la bolsa. Se quedan así mientras una voz lee:]

Voz:

"Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento." [Isaías 64:6]

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