Taller de Microrrelato

Cayeron en tierra fértil, y en primavera brotaron cuentos de colores”. (Lola Díaz, Fertilidad). Microcuento, minicuento, cuento minúsculo, cuento en miniatura.
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Instituto Nuestra Señora de Nieva

5° año Cs. Sociales y Cs. Naturales

Taller: la literatura en biblioteca

Profesoras Lorena Bustos – Cecilia Bofarull Participación especial: Andrea Molina - Pelikan

El microcuento o microrrelato “A punto de terminar su relato, una ráfaga de viento se llevó las palabras. Cayeron en tierra fértil, y en primavera brotaron cuentos de colores”. (Lola Díaz, Fertilidad)

Microcuento, minicuento, cuento minúsculo, cuento en miniatura... Existen muchas denominaciones para dar nombre al cuento brevísimo, entre las que parece imponerse la de “microrrelato”. Es una narración sumamente breve (no suele tener más de una página impresa), de carácter ficcional, en la que personajes y desarrollo de acciones están narrados de una manera económica en sus medios expresivos y muy a menudo sugerida y elíptica. El minicuento puede adoptar distintas formas genéricas y suele establecer relaciones intertextuales tanto con la literatura como con formas de escritura no literarias. Este fenómeno no es nuevo en la literatura, sin embargo parece ponerse de moda en el último medio siglo, de la mano de grandes autores de la ficción hispanoamericana como Borges, Cortázar, García Márquez, Arreola, Denevi y Monterroso. Algunos autores consideran que el origen del minicuento o microrrelato es rioplatense, dado que sus principales cultores fueron, en las décadas de 1950 y 1960, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar. En los años 1970 y 1980 se extendieron por los Estados Unidos y el resto de los países de Latinoamérica. El microrrelato hunde sus raíces, como toda literatura, en la tradición oral, en forma de fábulas y apólogos, y va tomando cuerpo en la Edad Media a través de la literatura didáctica, que se sirve de leyendas, adivinanzas y parábolas. Algunos han visto el microrrelato como la versión en prosa del haiku oriental y otros lo han hecho derivar de la literatura lapidaria (epitafios). Pero es en la época moderna, al nacer el cuento como género literario, cuando el microrrelato se populariza en la literatura en español gracias a la concurrencia de dos fenómenos de distinta índole: la explosión de las vanguardias con su renovación expresiva y la proliferación de revistas que exigían textos breves ilustrados para llenar sus páginas culturales. En la segunda mitad del siglo XX el microrrelato llega a su madurez y se presenta como una auténtica propuesta literaria, como el género idóneo para definir, parodiar o volver del revés la rapidez de los nuevos tiempos y la estética posmoderna. Para diferenciarlos de los aforismos, las frases lapidarias o los miniensayos, deben cumplir los principios básicos de la narratividad, aunque de una forma concentrada. Son, casi siempre, ejercicios de reescritura, o minúsculo laboratorio de experimentación del lenguaje, o ambiciosa pretensión de encerrar en unas líneas una visión trascendente del mundo. Principales características 1. Un microcuento es una historia mínima que no necesita más que unas pocas líneas para ser contada, y no el resumen de un cuento más largo. 2. Como todos los relatos, el microcuento tiene planteamiento, nudo y desenlace y su objetivo es contar un cambio, cómo se resuelve el conflicto que se plantea en las primeras líneas.

3. Habitualmente el periodo de tiempo que se cuente será pequeño. Es decir, no transcurrirá mucho tiempo entre el principio y el final de la historia. 4. Conviene evitar la proliferación de personajes. Por lo general, para un microcuento tres personajes ya son multitud. 5. El microcuento suele suceder en un solo escenario, dos a lo sumo. Son raros los microcuentos con escenarios múltiples. 6. Para evitar alargarnos en la presentación y descripción de espacios y personajes, es aconsejable seleccionar bien los detalles con los que serán descritos. Un detalle bien elegido puede decirlo todo. 7. Un microcuento es, sobre todo, un ejercicio de precisión en el contar y en el uso del lenguaje. Es muy importante seleccionar drásticamente lo que se cuenta (y también lo que no se cuenta), y encontrar las palabras justas que lo cuenten mejor. Por esta razón, en un microcuento el título es esencial: es bueno que entre a formar parte de la historia y, con una extensión mínima, ha de revelar algo importante. 8. Pese a su reducida extensión y a lo mínimo del suceso que narran, los microcuentos suelen tener un significado de orden superior. Es decir cuentan algo muy pequeño, pero que tiene un significado muy grande. 9. Es muy conveniente evitar las descripciones abstractas, las explicaciones, los juicios de valor y nunca hay que tratar de convencer al lector de lo que tiene que sentir. Contar cuentos es pintar con palabras, dibujar las escenas ante los ojos del lector para que este pueda conmoverse (o no) con ellas. 10. Algunos recursos propios del cuento breve son con títulos misteriosos, gran ambigüedad –tanto en el tema como en lo formal– y finales abruptos. Requieren, además, una gran complicidad por parte del lector, para que este haga su propio cierre de la historia. Historias de cronopios y de famas, de Julio Cortázar, entraría en esta categoría. 11. Transgresión de géneros. Una de las características del microrrelato es que salta las barreras genéricas tradicionales entre la narrativa, la poesía y a veces el ensayo. Lola Díaz nos ofrece un buen ejemplo poético en Fertilidad: “A punto de terminar su relato, una ráfaga de viento se llevó las palabras. Cayeron en tierra fértil, y en primavera brotaron cuentos de colores”. 12. Sorprende al lector con una lógica inesperada. Veamos un ejemplo: La fuerza del destino, de Julia Otxoa: “El perro riñe al gato, el gato al ratón, el ratón a la musaraña, la musaraña a la araña, la araña a la mosca, la mosca a la hormiga, la hormiga a la pulga, pero la pulga, como es tan pequeña, no tiene nadie más pequeño a quien reñir, así que, indignada, prepara la revolución para derrocar al perro.” 13. Realiza un cambio sorpresivo de contexto. A veces se crea una expectativa, tratando de despistar al lector. Veamos Pista falsa de Ana María Shua: “Seguir el reguero de manchas, ¿no será peligroso? ¿Cómo saber que conducen al cadáver, y no hasta el asesino? (Pero las manchas son de tinta y llevan hasta la palabra fin)”. 2

Otro ejemplo, Antropofagia, de Isabel Segura Boutry: “Sus incontables victorias no le impidieron sucumbir a los encantos de la exótica reina negra. Ella, siguiendo ancestrales ritos, no dudó en comérselo. El rey había olvidado que era el blanco del tablero”. 14. Contrastar presente y pasado. Ayuda en este recurso hacer referencia a personajes conocidos. Bagdad, de María Elena Lorenzín: “Érase una vez una ciudad de ensueño, una legendaria ciudad de las Mil y una Noches. Ahora es la ciudad de las mil y una pesadillas.” 15. Concretización de una metáfora o dicho popular. Veamos En legítima defensa, de César Antonio Ilurralde: “Sustrajo el pan, y su condena fue perpetua por haber matado el hambre.” De Fernando Aínsa, Olvido confirmado: “Recuérdalo, por las dudas: todos los escritores inmortales se han muerto.” Veamos otro ejemplo, Despertar, de Norberto Costa: “Despertó cansado, como todos los días. Se sentía como si un tren le hubiese pasado por encima. Abrió un ojo y no vio nada. Abrió el otro y vio las vías.” 16. Utiliza un formato popular, no literario. Un formato moderno al que recurre el microrrelato con frecuencia es el anuncio clasificado. Veamos Clases de gimnasia, otra vez de Ana María Shua: “Para aumentar la flexibilidad del tronco y ramas, evitando así quebraduras provocadas por ráfagas intempestivas, clase de gimnasia para árboles se ofrecen, individuales y a domicilio. Precios especiales para bosques”. Y otro ejemplo, Aviso oportuno, de Vetusta Morla: “Se solicitan fantasmas para devolver la capacidad de asombrar. Interesados, favor de presentarse sorpresivamente”. 17. Con frecuencia se invierte la lógica. Veamos Una realidad (inédito), de Fabián Vique: “Me desperté a las tres de la madrugada sobresaltado, bañado en sangre, con un puñal clavado en el medio de mi pecho. «¡Menos mal!», me dije, «es sólo una realidad». Y seguí durmiendo.” Y otro de Vique, también inédito, Melómano: “Tanto le gustaba la música que le había puesto a su teléfono móvil, que nunca atendió una llamada.” 18. Desacralización de personajes conocidos. Hay algo de burla en esta intertextualidad. Pecado, de Luis Felipe Fernández: “Al convertirse en hermoso cisne, el patito feo comprendió que su madre había sido adúltera”. 3

19. Crear una perspectiva infrecuente o única. Este es uno de los recursos favoritos de los microrrelatistas. Su propósito parece ser hacernos ver el mundo desde otro ángulo. Por ejemplo, Calidad y cantidad, de Alejandro Jodorowsky: “No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga”. Otro caso es el #108 de Ana María Shua: “Yo contra los huevos fritos no tengo nada. Son ellos los que me miran con asombro, desorbitados.”

Para producir Cuando te prepares a escribir un microcuento, piensa distinto, no te conformes, huye de los lugares comunes y las palabras gastadas. Uno no escribe (ni microcuentos ni nada) para contar lo que ya se ha dicho mil veces. 1. Redacta un microrrelato no superior a quince líneas en el que utilices al menos tres de las palabras que aparecen en el siguiente cuadro. Para hacerlo consideras todas las características que hemos visto acerca de este tipo de cuento. Personajes

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Alex Nadia Kate Morgana Borobá Ludovic Leblanc Omayra Mokarita Walimai

Lugares

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Nueva York Santa María de la Lluvia Manaos La aldea invisible El ojo del mundo El Dorado

Palabras clave

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Magia Misterio Naturaleza Amistad Bestias Selva Aventura Vacunas Esperanza Agua de la salud Chaman Protección Rito de iniciación Animal totémico Valor Eterna juventud Talismán Protección

2. Diseña la ilustración que acompañará tu texto. Utiliza el material didáctico que Pelikan pone a tu disposición.

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Breve antología de microrrelatos

Infernalia. José Emilio Pacheco Anoche no soñé. Despierto, comprendí que estaba en el infierno y ustedes eran los demonios.

La bella durmiente del bosque y el príncipe. Marco Denevi La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.

Ayer en la clase de física. Jairo Aníbal Niño Ayer en la clase de física casi grito EUREKA, al serme revelado todo lo que tiene que ver con la teoría de los vasos comunicantes. Fue el momento en que, oculta a toda mirada, mi mano estrechó la tuya largamente.

Las últimas miradas. Enrique Anderson Imbert El hombre mira a su alrededor. Entra en el baño. Se lava las manos. El jabón huele a violetas. Cuando ajusta la canilla, el agua sigue goteando. Se seca. Coloca la toalla en el lado izquierdo del toallero: el derecho es el de su mujer. Cierra la puerta del baño para no oír el goteo. Otra vez en el dormitorio. Se pone una camisa limpia: es de puño francés. Hay que buscar los gemelos. La pared está empapelada con dibujos de pastorcitas y pastorcitos. Algunas parejas desaparecen debajo de un cuadro que reproduce Los amantes de Picasso, pero más allá, donde el marco de la puerta corta un costado del papel, muchos pastorcitos se quedan solos, sin sus compañeras. Pasa al estudio. Se detiene ante el escritorio. Cada uno de los cajones de ese mueble grande como un edificio es una casa donde viven cosas. En una de esas cajas las cuchillas de la tijera deben de seguir odiándoles como siempre. Con la mano acaricia el lomo de sus libros. Un escarabajo que cayó de espaldas sobre el estante agita desesperadamente sus patitas. Lo endereza con un lápiz. Son las cuatro del la tarde. Pasa al vestíbulo. Las cortinas son rojas. En la parte donde les da el Sol, el rojo se suaviza en un rosado. Ya a punto de llegar a la puerta de salida se da vuelta. Mira a dos sillas enfrentadas que parecen estar discutiendo ¡todavía! Sale. Baja las escaleras. Cuenta quince escalones. ¿No eran catorce? Casi se vuelve para contarlos de nuevo pero ya no tiene importancia. Nada tiene importancia. Se cruza a la acera de enfrente y antes de dirigirse hacia la comisaría mira la ventana de su propio dormitorio. Allí dentro ha dejado a su mujer con un puñal clavado en el corazón.

Aplastamiento de las gotas. Julio Cortázar Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

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El relámpago. Gibrán Jalil Gibrán Un día de tormenta estaba un obispo cristiano en su catedral, y se le acercó una mujer no cristiana y le dijo: -Yo no soy cristiana. ¿Existe salvación del fuego del infierno para mí? El obispo miró y respondió: -No, solo se salvan los bautizados en el agua y en el espíritu. Y mientras aún hablaba, un rayo cayó con estruendo sobre la catedral, y esta fue invadida por el fuego. Y los hombres de la ciudad llegaron corriendo y salvaron a la mujer, pero el obispo se consumió, alimento del fuego.

El carpintero. Eduardo Galeano Orlando Goicoechea reconoce las maderas por el olor, de qué árboles vienen, qué edad tienen, y oliéndolas sabe si fueron cortadas a tiempo o a destiempo y les adivina los posibles contratiempos. Él es carpintero desde que hacía sus propios juguetes en la azotea de su casa del barrio de Cayo Hueso. Nunca tuvo máquinas ni ayudantes. A mano hace todo lo que hace, y de su mano nacen los mejores muebles de La Habana: mesas para comer celebrando, camas y sillas que te da pena levantarte, armarios donde a la ropa le gusta quedarse. Orlando trabaja desde el amanecer. Y cuando el sol se va de la azotea, se encierra y enciende el video. Al cabo de tantos años de trabajo, Orlando se ha dado el lujo de comprarse un video, y ve una película tras otra. No sabía que eras loco por el cine le dice un vecino. Y Orlando le explica que no, que a él el cine ni le va ni le viene, pero gracias al video puede detener las películas para estudiar los muebles.

Cuento de arena. Jairo Aníbal Niño Un día la ciudad desapareció. De cara al desierto y con los pies hundidos en la arena, todos comprendieron que durante treinta largos años habían estado viviendo en un espejismo.

El dedo, Feng Meng-lung Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Este tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero este se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa. -¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios. -¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro. Feng Meng-lung - China: 1574-1646 6

Tortugas y cronopios. Julio Cortázar Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan. Los cronopios lo saben; y cada vez que encuentran una tortuga, sacan de la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga, dibujan una golondrina.

Raúl Brasca: Me abandoné a la placidez del sueño y, cuando regresé a la vigilia, me vi empapado y temblando de miedo. Me perdí detrás de una mujer, y cuando me di cuenta, estaba desnudo y sin un centavo. Me dejé flotar en el vaivén de las olas, y cuando volví en mí, me hacían respiración artificial. Definitivamente, no puedo dejarme solo.

De José Antonio Martín, Cuento que me contó una vez mi hija Adriana, fastidiada que le pidiera un cuento: Había una vez un colorín colorado.

Designio. Armando Páez que parafrasea el muy conocido Génesis: Entonces dijo: «¡Que se haga el automóvil!». Y la ciudad se deshizo.

La noche 1001 En la última noche a Sherezade solo se le ocurrió un relato hiperbreve. Realmente lamentó estar falta de inspiración

Patético. Sol Manrique Te veo pasar delante de mí, veinte años después, y todavía lloro.

Miedo real. Rubén Rojas —Y al otro lado de la ventana, nada de nada. ¿Lo ves? Ni sueños de hadas ni dragones alados. No tengas miedo: solo hay farolas, semáforos, la carretera, los pisos altos de enfrente, coches aparcados, el camión de la basura... —Mamá, dime que por lo menos hay un pequeño monstruo azul... 7

Juegos tóxicos. Paloma Casado Marco Se entrenaban para estar muertos, aguantando cada día más tiempo sin respirar, o escondiéndose en la oscuridad de los armarios, donde sólo escuchaban los latidos de su corazón, o tumbándose muy quietos sobre la nieve, en los días de invierno. Pretendían evitar que la muerte les sorprendiera súbitamente, como a su hermano pequeño. Compartían sus pequeñas dosis diarias de adiestramiento en la disciplina letal. "Quizás este sea el día", pensaba uno de los gemelos, mientras apretaba la cabeza de su hermano, hundida bajo el agua burbujeante de la bañera.

Ave, María. Pilar Mendoza —Por lo que más quieras lávate bien esas manos antes de acostarte. Ya sabes que si tienes las uñas sucias los ángeles no vendrán a visitarte mientras duermes. Ella obedece sumisa pero sabe que su madre miente. Aunque las tenga mugrientas, el ángel aparece cada noche. Tiene el pelo suave, las alas pequeñas, la risa un poco ronca y una barba que siempre pincha.

Día de San Valentín. Pilar Mendoza Me quiero. No he recibido ninguna llamada diciéndome cuánto me quieren ni un patético regalo de enamorados... pero yo me quiero. Es más: voy a declararme: me gusto cuando río y también cuando lloro por estar sola. Me gusto cuando sueño despierta, cuando me levanto los domingos y leo el periódico al sol. Cuando me pinto los labios y me pongo tacones, cuando me silban por la calle, cuando hago bien mi trabajo y cuando se me iluminan los ojos contemplando los pequeños detalles que hacen especiales cada uno de mis días: un sol radiante, una luna triste... Sí: me quiero. Soy lo mejor que me ha pasado. (Pilar)

El drama del desencantado. Gabriel García Márquez ...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.

Escalofriante. Thomas Bailey Aldrich Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.

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La vida. Oscar La Roca -Tu carcajada me da miedo -dijo Luisa mirando a Raúl fijamente a los ojos. -Antes te gustaba contestó Raúl. -Antes estábamos vivos -replicó Luisa mientras se perdían en la niebla infinita.

Final para un cuento fantástico. I.A. Ireland. -¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente. ¡Qué puerta más pesada! La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe. -¡Dios mío! --dijo el hombre. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos! -A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha. Pasó a través de la puerta y desapareció.

La casa encantada. Anónimo Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a comenzar su conversación con el anciano. Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a Litchfield, donde se realizaba una fiesta de fin de semana. De pronto, tironeó la manga del conductor, y le pidió que detuviera el automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño. -Espéreme un momento -suplicó y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente. Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante a la casa cuyos menores detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondía a su impaciente llamado. -Dígame --dijo ella-, ¿se vende esta casa? -Sí --respondió el hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma! -Un fantasma -repitió la muchacha-. Santo Dios, ¿y quién es? -Usted -dijo el anciano y cerró suavemente la puerta. Para seguir leyendo: http://elcajondesastre.blogcindario.com/categorias/17-micro-relatos.html 9