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16 oct. 2013 - el suelo de los corrales improvisa- dos con troncos y media sombra, hay jeringas y frascos de antibióti- cos, potes de crema curativa, sondas.
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| Miércoles 16 de octubre de 2013

el mural de berni que sobrevivió al olvido Fue encontrado hace un año y de casualidad en una casa de San Miguel; fue pintado entre los años 30 o 40 y, tras ser restaurado, desde ayer se exhibe en el Malba

Foto: Soledad Aznarez

sociedad Edición de hoy a cargo de Javier Navia | www.lanacion.com/sociedad

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después del desastre | una ejemplar tarea de voluntarios

Curan a los animales heridos en los incendios de Córdoba

Popeye, el caballo que se resistió a morir Quedó atrapado en el fuego durante el incendio en Yacanto VILLA RUMIPAL, Córdoba (De una enviada especial).– Echado sobre un piso de goma eva encastrable, de colores, de esos que se usan para las habitaciones de los chicos, un caballo descansa protegido del sol. Es un corral precario, armado con lonas contra una pared de cemento. La responsable del Refugio Cherubicha aprovecha para limarle los vasos, que el animal está a punto de perder. Popeye llegó al refugio hace 20 días. Lo trajeron los rescatistas desde Yacanto, el municipio que fue arrasado por el fuego y hoy se ve desde lejos como una mancha negra. Estaba hinchado, con quemaduras en todo el cuerpo. Las patas las tenía en carne viva y tenía quemada hasta la lengua. Claudia Bustelli, que se dedicó toda la vida al hipismo y promueve entre sus alumnos el respeto por los caballos, utiliza una lima metálica grande para rebajarle los vasos para que pueda volver a pisar bien. De pronto, el animal intenta ponerse de pie. Lo hace una vez, pero vuelve a caer. La segunda tie-

Muchos no pudieron escapar del fuego y tienen quemaduras graves; solicitan insumos veterinarios para tratarlos Fabiola Czubaj ENVIADA ESPECIAL

VILLA RUMIPAL, Córdoba.– Al pie de la serranía que el fuego devoró con voracidad hace un mes, los voluntarios se pusieron al hombro el rescate de los animales que no pudieron escapar. La hectárea y media del Refugio de Caballos Cherubicha, detrás del aeródromo de la villa frente al Embalse Río Tercero, se convirtió en un hospital de campaña veterinario. En el suelo de los corrales improvisados con troncos y media sombra, hay jeringas y frascos de antibióticos, potes de crema curativa, sondas en botellas de solución hidratante, guantes de goma y botellones de líquido desinfectante. Los “pacientes” son caballos, vacas, mulas y ovejas con heridas por quemaduras que duelen con sólo verlas. Los colgajos de cuero quemado en las patas, la panza, la cabeza y el pecho de esos animales exponen la carne que se está recuperando. Hay tres vacas alas que casi no se les notan las ubres. “A Pepa la encontraron los voluntarios llorando a su cría muerta por no poder alimentarse”, cuenta Claudia Bustelli, mientras señala una de las vacas en recuperación. Llegaron con los párpados quemados y algunos, ciegos. “La fauna autóctona se perdió. No se ve ni un pajarito. Tampoco están los zorritos ni los chanchos jabalís. Con Karina (Maschio, de la Reserva Pumakawa), hicimos cien comederos para repartir con los voluntarios por las zonas que se quemaron para ver si podemos recuperar las aves”, agrega sobre la red que construyeron las ONG, como Tierra de Mascotas Calamuchita, y los veterinarios para asistir a estas otras víctimas del incendio. Después del fuego que arrasó casi 100.000 hectáreas, con su esposo, Jorge Cecotti, decidieron empezar a ocuparse de los animales. “Empezamos a ver humo en Villa Berna y a la semana ya veíamos fuego en Cerro Pelado”, dice Claudia, mientras señala en el aire de derecha a izquierda mirando hacia las sierras que Jorge y los rescatistas salen a recorrer para buscar más animales heridos o a punto de morir por falta de agua y comida. El resto ya está muerto. “Cuando empezó el incendio, teníamos 100 pesos entre los dos. Dejé 20 en casa para Claudia y las nenas y salí con la camioneta a buscar animales, para que no quedaran atrapados ahí. Cuando hay fuego, los caballos se quedan paralizados. Así que iban a necesitar ayuda”, dice Jorge. En este tiempo, los animales que quedaron vivos se convirtieron en

una moneda de cambio para algunos pobladores de los campos donde se perdió todo. Por eso, una parte de las donaciones en dinero que recibe el refugio se está usando para comprar los animales que, de otro modo, irían a parar al frigorífico. Eso les cambió la suerte a ocho vacas, cuatro potrancas y varios potrillos. El resto se usa para comprar insumos y rollos de alfalfa, que a veces se entregan a cambio de animales en mal estado o que terminarán en manos de acopiadores. Sin descanso La curación de las heridas que dejó el fuego no tiene horario. Desde temprano, Claudia empieza a trabajar en los corrales provisorios con los voluntarios que van llegando. Pronto, por una donación, estará listo un techo para los cuatro caballos, las cuatro vacas y las dos ovejas que más cuidados necesitan y el resto de los animales recuperados. Los más lastimados tienen las cabezas recubiertas con máscaras de tul que cosió en estos días un grupo de voluntarias. “Llegaron con la máquina de coser y empezaron a tomarles las medidas de las cabezas. Hicieron miles hasta dar con el modelo justo”, dice Claudia, de 42 años, entrenadora de salto con caballo y mamá de cuatro nenas. Las mellizas, de 12 años, y Luli, de 8, salen a buscar animales con el papá y los rescatistas. Gema, de un año y medio, está más interesada en explorar todo con curiosidad, incluida el agua con la que su mamá acaba de llenar los bebederos de los caballos, improvisados con tachos. Los cuidados de los heridos incluyen baños con jabón blanco, limpieza de las heridas con un desinfectante y antisépticos, uso de suero, antibióticos y cremas para quemaduras. “Esto es realmente muy triste”, dice mientras le pasa crema de ordeñe en las heridas a una de las vacas. El animal está echado en un corral, a la sombra. En la oreja izquierda, la caravana plástica está fundida con el cuero. “Pensar que son vacas muy chúcaras, del monte. Mirá lo mansas que son”, dice, y se emociona. El refugio está recibiendo donaciones de insumos de uso veterinario para poder seguir atendiendo a los animales. Se pueden enviar desde Buenos Aires a través de la Fundación para la Defensa y Control del Animal Comunitario ([email protected]), el sitio de Cherubicha en Facebook o por teléfono al (03546) 15406715 o 15513049. “Necesitan amor. Si los ayudamos, van a seguir viviendo”, afirma Jorge.ß

Popeye siente alivio con la crema curativa que le aplica Claudia Bustelli

“Este caballito llevaba chicos a una escuelita rural del cerro Champaquí, más arriba de la serranía que atacó el fuego”

El refugio Cherubicha se convirtió en un hospital de campaña veterinario

Las vacas, como Pepa, sufrieron quemaduras en los párpados

fotos de diego lima

ne más suerte, pero le tiemblan las patas, hace pequeños movimientos para estabilizarse y se mueve lento. Quedan a la vista las heridas en la cabeza, el pecho, la panza y las patas, que aún le sangran. “Este caballito llevaba a chicos a una escuelita rural del cerro Champaquí, más arriba de la serranía que atacó el incendio –cuenta Claudia–. Pasaron los años y el dueño se lo vendió a un vecino. Con el fuego, volvió solo a su casa anterior, donde había vivido con los chicos. Fue ahí a buscar refugio. Ahí, donde había sido obrero.” El dueño averiguó dónde estaba y fue a visitarlo una vez. Estiman que en 60 días recuperará la piel, pero los vasos demorarán un año. El baño con jabón blanco del día anterior le mejoró mucho las lesiones. Claudia le hace un pediluvio con un desinfectante. Todos, en el refugio, tienen que estar muy atentos para juntar rápidamente los excrementos de los animales. En el caso de Popeye, también hay que lavar el piso de goma con una manguera y acaroína para cuidar la asepsia en un lugar tan agreste. “Cuando lo rescataron, le mostraron un pastito seco que encontraron en el suelo y se acercó como pudo, en el estado en que estaba. Se resistió a morir. Cómo, entonces, podríamos abandonarlo nosotros”, dice Claudia, mientras le pasa delicadamente el contenido de uno de los ocho potes de crema curativa que el animal necesita por día.ß