simbolos del apocalipsis

Una segunda serie de símbolos fácilmente interpretables la «espada grande» que se le da al segundo jinete (6,4) significa sin duda la violencia asesina y ...
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El Apocalipsis en cifras y en colores: los símbolos

Juan utiliza un número impresionante de registros simbólicos: colores y cifras

astros y elementos cósmicos

los símbolos ya descodificados o descifrados por Juan 1,20: «La explicación del misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro es ésta: las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias, y los siete candeleros son las siete Iglesias». Hay que ir, por tanto, más allá de las palabras: el autor utiliza ciertamente las palabras «estrellas» y «candeleros», pero para significar otras realidades.

11,8: «Y sus cadáveres quedarán en la plaza de la Gran Ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma o Egipto, allí donde también su Señor fue crucificado…».

Se trata aquí de Jerusalén, calificada con sobrenombres poco halagadores: Sodoma, la ciudad sanguinaria y perversa; Egipto, el país de la opresión y de la servidumbre.

13,18: «Aquí se requiere sabiduría. Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia, pues se trata de la cifra de un hombre: su cifra es 666». Dios sabe todas las dificultades que entraña la interpretación de esta cifra. Pero no puede decirse que el autor no nos haya prevenido

«aquí se requiere sabiduría», discernimiento...

17,9: «Aquí se requiere inteligencia, tener sabiduría. Las siete cabezas son siete colinas sobre las que se asienta la mujer». Se cuentan más de mil representaciones de las cabezas de la Bestia, pero en el fondo hay que mirar siempre de nuevo hacia Roma, con sus famosas «siete colinas».

Una segunda serie de símbolos fácilmente interpretables son universales o casi universales

la «espada grande» que se le da al segundo jinete (6,4) significa sin duda la violencia asesina y guerrera.

La tercera serie de símbolos, la más importante, está sacada del Antiguo Testamento: el Hijo del hombre, el árbol de la vida, el maná oculto, el libro tragado, los cuatro vivientes, el Cordero, los dos testigos, el Dragón y la Bestia Aquí todo depende de nuestro grado de conocimiento del Antiguo Testamento: los símbolos están cargados de una historia

La cuarta serie de símbolos es fruto del genio propio de Juan: ¿Quién podría pretender interpretar con certeza, en todos sus detalles, las siete cabezas y los diez cuernos de la Bestia (c. 17)?

Si el Apocalipsis es un libro altamente simbólico, hay medios para comprender la inmensa mayoría de los símbolos utilizados por Juan, con tal que nos esforcemos en comparar debidamente los textos entre sí.

Los colores como símbolos Los colores no pueden ser más vivos, más «sugestivos». Esta constatación se aplica a todo el libro, pero en ninguna parte está mejor ilustrada que en el pasaje de los cuatro caballos con sus jinetes (c. 6)

1 Seguía mirando, cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos. Oí al primero de los cuatro seres que decía con voz como de trueno: «Sal». 2Miré entonces y había un caballo blanco; el que lo montaba tenía un arco; se le dio una corona, y salió como vencedor para seguir venciendo. 1 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser que decía: «Sal».4 Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande. 5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser que decía: «Sal». Miré entonces y había un caballo negro; el que lo montaba tenía en la mano una balanza, 6 y oí como una voz en medio de los cuatro seres que decía: «Un litro de trigo por un denario, tres litros de cebada por un denario. Pero no causes daño al aceite y al vino». 7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser que decía: «Sal». 8Miré entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba Peste, y el Hades le seguía.

COLOR

SIMBOLISMO

EJEMPLOS

Mundo divino Resurrección Victoria Dignidad

El Hijo del hombre con cabeza y cabellos blancos (1,14) La piedra blanca del vencedor (2,17) Vestidos blancos de los fieles (3,4.5.18; 6,11; 7,9.13; 14,14; 19,14) 24 ancianos vestidos de blanco (4,4) Caballo blanco (6,2; 9,11) Caballos blancos de las tropas celestiales (19,14) Nube blanca del Hijo del hombre (14,14) Trono blanco (20,11)

Desgracia Miseria

Caballo negro 6,5) Sol negro (6,12)

Blanco

Negro

Rojo

Poder Caballo rojo (6,4) sanguinario Coraza roja de los ángeles que - Violencia siembran la muerte (9,17) Dragón rojo (12,3) Muerte Caballo verde (6,8)

Verde Desenfreno Púrpura Desenfreno Escarlata

Gran Ramera (17,4) Cargamento de los mercaderes de Babilonia (28,12) Gran Ciudad (Babilonia: 18,16) Gran Ramera (17,4) Cargamento de los mercaderes de Babilonia (28,12) Gran Ciudad (Babilonia: 18,16)

Hay dos grandes colores que ocupan el primer plano en la escena: el rojo y sus derivados (púrpura, escarlata), relacionado con el mundo de la Bestia (persecuciones sangrientas y libertinaje); el blanco relacionado con el mundo del Cordero y Con la resurrección. De estos dos colores, se deduce con toda claridad que es el blanco el que domina. Pero no un blanco apagado, desleído, sino un blanco radiante, lleno de fulgor.

Los números como símbolos Uno de los más bellos ejemplos del sentido simbólico de las cifras bíblicas nos lo presenta el mismo Jesús cuando nos invita a «perdonar hasta setenta veces siete» (Mt 18,22), que no quiere decir que sólo hemos de perdonar cuatrocientas noventa veces. La idea es muy clara: hay que perdonar siempre.

En el uso de las cifras, Juan se pone fácilmente a la cabeza de los libros del Nuevo Testamento, y para el conjunto de la Biblia, sólo el libro de los Números puede arrebatarle la primera plaza.

la idea de primacía (Alfa-Primero, etc.) gira en torno a la cifra 1; hay 2 testigos; el 3 se evoca sobre todo por la fracción equivalente (el tercio, la tercera parte); hay 4 jinetes; 5 meses para la plaga de las langostas; tres veces la cifra 6 en 666; el 7 aparece en gran cantidad; 10 cuernos; 12 puertas y 12 murallas, etc.

NUMERO UnoPrimero

SIMBOLISMO

Exclusividad, primacía, excelencia («yo soy el Primero y el Ultimo...»: 1,18; 2,8; 22,13). Tiempo limitado, período restringido Medio-Tres (silencio de una media hora: 8,1); un y medio tiempo, tiempos y medio tiempo (12,14); tres días y medio (11,9.11). Universalidad (conjunto del mundo Cuatro habitado): cuatro vientos..., cuatro extremos de la tierra (7,1; 20,8).

Seis Imperfección (666: 13,18).

Plenitud, totalidad, perfección: siete Iglesias de Asia, siete Siete espíritus (1,4), siete candeleros de oro (1,12), siete estrellas (1,16), siete antorchas de fuego (4,5), siete sellos (5,1), etc. Representatividad de las tribus del pueblo elegido; continuidad entre el nuevo pueblo y el antiguo: doce estrellas que coronan la cabeza de la Mujer (12,1), doce tribus, doce Doce puertas, doce ángeles, doce piedras, doce nombres, doce apóstoles... (21,12.14.20.21). doce veces doce mil... (7,4-8). dos veces doce = 24 ancianos (4,4.10; 5,8; 11,16; 19,4). Gran número, multitud: millares de millares de ángeles Mil (5,11); doce mil de cada tribu (7,4-8). los mil años (20,2-7): período extenso, larga duración

Los 144.000 «marcados con el sello» (7,1-8; cf. 14,1-5) El Dios del Apocalipsis no es un Dios mezquino o caprichoso que hubiera decidido contar con tacañería una cifra tan precisa como doce veces doce mil: ni uno más ni uno menos. ¡Qué fracaso sería eso en comparación con los millones de seres humanos que han pasado por la tierra!

Al contrario, el Dios del Apocalipsis es un Dios infinitamente generoso y fiel a sus promesas: quiere la salvación de todos y, si se quiere hablar de los que han sido salvados en la resurrección de Cristo, Juan nos previene formalmente que hay que renunciar a todo cálculo, dado el número total tan elevado de los salvados. Esta es la verdadera perspectiva de Juan. No predica la conversión por miedo a verse excluido del pequeño número, sino por la fe en el poder de la resurrección de Cristo y por el gozo de formar parte de un pueblo inmenso y sin fronteras.

La Bestia y su cifra 666 Juan invita a sus lectores a calcular la cifra de la Bestia, les propone una especie de acertijo. El único dato es el 666, que expresa un total, una suma. Pues bien, lo que hay que encontrar es una palabra o unas palabras, en las que cada una de las letras tiene un valor numérico. Sumando el valor numérico de cada una de estas letras, se debería llegar a 666.

Para ello, como es lógico, hay que conocer la lengua en que escribía el autor y los valores atribuidos a las letras del alfabeto que utiliza. En el caso de Juan, hay que atenerse al alfabeto griego, ya que su texto está en griego.

La cifra de la Bestia sigue siendo una cifra «humana». Esto puede y debe comprenderse sin duda en dos sentidos. Por una parte, que ha de ser interpretable y comprensible para el espíritu humano; por otra, que está limitada al mundo humano, en el sentido de que la Bestia, a pesar de todos sus esfuerzos por hacerse igual a Dios, sigue siendo un poder humano, limitado y provisional.

El reino de los mil años A propósito del texto 20, 1-6 , recordemos elementos: En primer lugar, se trata de una buena nueva: la victoria de Cristo, la derrota y el encadenamiento del Dragón, que habrá de ser «soltado» tan sólo «por poco tiempo». En segundo lugar, los testigos de Jesús y de la palabra de Dios participarán de esta victoria.

Mil significa un período importante, extenso, pero no eterno. ¿Puede saberse cuándo comenzará y cuándo acabará este período? Parece ser que no. La dificultad de una lectura literal está en que sigue siendo incierto el punto de partida: ¿hay que contar desde el nacimiento de Cristo?, ¿de su muerte-resurrección en Jerusalén?, ¿o a partir de Juan?, ¿al hilo de los sucesos que describe?, ¿o cuando su libro esté definitivamente escrito y recibido en la comunidad?

Conviene sin duda recordar que la Iglesia nunca ha sido milenarista. Los milenarismos han resurgido continuamente en la Iglesia y han conocido a veces cierta popularidad, pero siempre han sido un tanto marginales y no han conseguido el asentimiento de la mayoría. Poco importa la duración mensurable de este; lo esencial es ver que anuncia la victoria de Cristo y la solidaridad de los creyentes con él en su victoria.