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Pero un día Jacinta le dijo: “Hermano Tim, hágame un favor, no me traiga más agua, tengo amigos que pueden hacerlo, y ellos no la derraman en el. El Hermano de Maryknoll Tim Raible visita a una madre e hijo en Soweto, una barriada cerca a Nairobi, Kenya, en 1996, en donde ofreció ayuda a personas con VIH/SIDA.
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SER UN HERMANO PARA OTROS Texto por Giovana Soria Fotos por Sean Sprague

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l Hermano de Maryknoll William Timothy Raible nunca olvidará a Jacinta, una mujer confinada en casa, a quien visitaba en su ministerio para personas con vih/sida en Soweto, una barriada de 40,000 personas cerca a Nairobi, capital de Kenya. Jacinta es un ejemplo de lo que su vocación como Hermano misionero significa para él. La visitaba dos veces por semana, limpiaba y ordenaba sus cosas, le leía la Biblia y rezaba con ella. Pero un día Jacinta le dijo: “Hermano Tim, hágame un favor, no me traiga más agua, tengo amigos que pueden hacerlo, y ellos no la derraman en el 18

SEPTIEMBRE/OCTUBRE 2015 U REVISTA MARYKNOLL

El Hermano de Maryknoll Tim Raible visita a una madre e hijo en Soweto, una barriada cerca a Nairobi, Kenya, en 1996, en donde ofreció ayuda a personas con VIH/SIDA.

piso. Usted trata de ordenar las cosas aquí y me toma dos o tres días encontrarlas, porque no se dónde las pone. No necesito que me lea la Biblia, porque lo puedo hacer yo misma. Me gusta que rece por mí, porque me ayuda, pero por favor hágalo en su casa”. Raible preguntó: “¿Qué te gustaría que haga?” Jacinta contestó: “Sólo quiero que te sientes aquí, tomes mi mano, me escuches y seas un hermano para mí”. Raible reconoció lo que Dios estaba tratando de decirle: “Estaba tan enfocado en qué ‘hacer’ que ni siquiera pensé en simplemente estar presente para la gente”, dice. “Desde ese momento, enfoqué mi misión en ser un

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1. El Hermano Raible (anteojos) visita la comunidad de trabajadores inmigrantes mexicanos en Burlington, Washington, durante su ministerio como promotor misionero en Estados Unidos. 2. Raible saluda a niño de Soweto, Kenya, donde sirvió como misionero por más de tres años.

hermano, ayudando a ser testigo de la presencia de Cristo en otros”. Esa fue la enseñanza que aprendió en su misión en Kenya, que incluyó tres años y medio en Soweto y tres en Kilifi, cerca a Mombasa, donde trabajó con ministerio de jóvenes. Raible reconoció su vocación cuando escuchó hablar a un Padre de Maryknoll quien visitó su parroquia. Empezó a patrocinar a Maryknoll y a recibir la revista maryknoll, donde leyó un artículo sobre la misión del Hermano Martin Shea en Guatemala. “Me di cuenta que era algo que podía hacer”, dice. “No sentí el llamado al sacerdocio, pero quise ser un Hermano para compartir mi vida y talentos con otros”. Su familia también fue una gran influencia en su vocación religiosa. Raible, 63, nació en Oakland, California, creció en Hayward y Vallejo con sus cuatro hermanos. “Mis padres se aseguraron que aprendiéramos las oraciones y nos pusieron en clases de catecismo”, dice. “En mis años de 20

secundaria, fui expuesto a problemas sociales. Vimos qué tan difícil era la vida de los campesinos en el área de Sacramento y les enseñé catecismo a sus hijos”. Se unió a los Hermanos de Maryknoll en 1977 y realizó su primer juramento un año después. En Filipinas, donde cumplió su Programa de Entrenamiento en el Extranjero por dos años, Raible visitó aldeas pobres para reclutar y entrenar a más de 145 catequistas voluntarios para enseñar a estudiantes en 27 escuelas. “Descubrí lo importante que es la familia para ellos”, dice Raible de los filipinos. “Su hospitalidad y expresiones de fe eran increíbles, fuertes y abiertas”. Después de su juramento final como Hermano, él sirvió como consejero académico de una universidad de 1,500 estudiantes en Mindanao, Filipinas. Después de 11 años en misión en el extranjero, Raible—quien tiene un bachiller en estudios religiosos y psicología—usó esa experiencia en Seattle, donde trabajó por 12 años en

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educación misionera y reclutamiento vocacional. Durante este tiempo ayudó a otras personas a unirse a Maryknoll como sacerdotes, misioneros laicos, Hermanas y afiliados. También fue, por siete años, secretario de la directiva de la Conferencia de la Federación Nacional de Hermanos Religiosos. “La conferencia promueve la vocación de Hermanos en todo Estados Unidos”, dice. Hace cuatro años, el Hermano Raible fue asignado para abrir y administrar una nueva casa de Maryknoll en Washington, D.C. Allí hace de todo, dice, desde cocinar, limpiar, lavar la ropa, mantener las cuentas y brindar hospitalidad a las personas que visitan la casa. Raible dice que los filipinos y los kenyanos le enseñaron que la persona que está frente a ti es lo más importante en ese momento y escucharla es lo más importante. “Aquí en Estados Unidos y especialmente

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en mi ministerio actual, trato de vivir la misma clase de hospitalidad que aprendí de ellos”, dice. “Doy la bienvenida a cada persona que viene a nuestra casa. Quiero que sientan que son las personas más importantes en mi vida en ese momento”. Raible es uno de los actuales 48 Hermanos de Maryknoll, quienes de por vida han tomado votos de castidad, oración, vida comunitaria y ministerio. Él considera que este es el mejor momento para los católicos de todas las condiciones sociales y anhela seguir educando a las personas para que salgan al mundo y proclamen las Buenas Nuevas. “Tenemos que mirar más allá de las estructuras de la Iglesia”, dice él. “Necesitamos animar a los jóvenes a que escuchen lo que Dios les está pidiendo que hagan, que crezcan en su propia vocación y sean los nuevos líderes misioneros de la Iglesia”.

Para ser un Hermano de Maryknoll llama: Padre Kevin J. Hanlon: (914) 941-7590 ext:2416 [email protected] www.revistamaryknoll.org

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