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Por esto, Raymond Arrieta decidió “trabajar por este sueño” y convertirse en el comediante que es hoy día. Comenzó haciendo “Stand up comedy” en el viejo ...
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De la comedia a la esperanza

Un chico, cuyo talento sobresaliente era la imitación, decidió que su vida

profesional sería estar frente a las cámaras arrancando sonrisas a todos los espectadores que intentaban alegrar su día frente al televisor.

Por esto, Raymond Arrieta decidió “trabajar por este sueño” y convertirse en el

comediante que es hoy día. Comenzó haciendo “Stand up comedy” en el viejo San Juan y, a medida que pasó el tiempo, fue creando diferentes personajes con los estereotipos puertorriqueños que se ven en la calle.

Plinia, el personaje más reconocido de Arrieta, fue inspirada de una señora de

Puerto Nuevo que pasaba el día gritando a los conductores que no estacionaran el carro frente a su casa, recuerda los tiempos en los que trabajó allí. Por otro lado, Pirulo el Colorao’ se creó por un “grafitti” dibujado en una pared.

Asimismo, cuando piensa en el personaje de Andresito recuerda al niño que

todos tenemos por dentro. Y Aquino Curita es un chino boricua que tiene un intérprete que lo traduce, al igual que el personaje de el Secretario del DACO. También interpreta a Wallie, El Primo y el Padre Inri.

“Los personajes tienen vida propia, cuando los actúas te crees que eres el

personaje”, dice Arrieta. Sin embargo, cuando se apagan las cámaras vuelve a ser la persona seria que pocos creen que es. “Yo soy Raymond”, asegura.



En la actualidad todavía desarrolla nuevos personajes como, por ejemplo,

Caillo, un jardinero con apariencia desagradable y misteriosa, que fue novio de la dueña de la casa. Este personaje se transmite en el espectáculo televisivo “La Familia Común” todos los viernes, que intenta imitar la novela “La Casa de al Lado”.

A pesar de tener un repertorio de personajes, acepta que la comedia es un

trabajo muy delicado porque no todo pega, y que hay que tener suerte que el personaje guste. También comenta que siempre existe un riesgo de que se tomen acciones legales aunque, por el momento, no ha habido ninguna.

Por otro lado, Arrieta lleva a cabo actos benéficos poco convencionales como lo

son caminar desde Ponce a San Juan por los pacientes de cáncer, y pelear contra boxeadores profesionales para ofrecerle juguetes a niños con pocos recursos.

Desde que a Dagmar le diagnosticaron cáncer se han realizado dos caminatas a

través de la Isla. “Plaza Las Américas me ofreció hacer la caminata, y yo le dije que si me daban $25 mil lo hacía. Cuando aceptaron dije ‘me chavé”, expresa Arrieta entre risas. La motivación de representar a su colega y a todos los pacientes de cáncer, además de donar todo el dinero recolectado al Hospital Oncológico de Puerto Rico, lo llevó a completar las arduas caminatas.

Las caminatas son un proceso emocionante como duro porque, al conocer a

todos los pacientes durante la trayectoria del evento, te los llevas contigo, dijo Arrieta. “Uno se puede volver loco”.

Con todas las memorias recolectadas de las caminatas se podría escribir un libro. Por esto le hicieron una propuesta para que lo escribiera, la cual rechazó porque no quiere que las personas piensen que lo hace por el dinero. De ser el caso que se donara el dinero al Hospital, aceptaría y lo escribiría como una narrativa.

Entre las caminatas, la pelea, los personajes, su trabajo y su familia, Raymond

Arrieta vive su vida en un corre y corre. Estos compromisos podrían volver loco a cualquiera pero a no le importa porque sigue “llevando alegría que le hace falta mucho a este pueblo” logrando así su sueño de pequeño.