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25 oct. 2007 - El caso del extremo sur de Patagonia. Nora Viviana Franco .... En la Meseta Central las ocupaciones más tempranas datan de ca. 11.500 años ...
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Jueves, 25 de Octubre del 2007

0.8 ¿ES POSIBLE DIFERENCIAR LOS CONJUNTOS LÍTICOS ATRIBUIDOS A LA EXPLORACIÓN DE UN ESPACIO DE LOS CORRESPONDIENTES A OTRAS ETAPAS DEL POBLAMIENTO? El caso del extremo sur de Patagonia Nora Viviana Franco Resumen: La exploración temprana de Patagonia fue probablemente un lento proceso que involucró densidades bajas de población. En este trabajo contrasto expectativas generadas para esta etapa a partir información etnoarqueológica y de la utilización de variables de diseño de artefactos, con la información lítica disponible para los sitios tempranos de la vertiente atlántica del extremo sur de Patagonia. El análisis permite separar a estos sitios en dos grupos: uno, que de acuerdo con sus características responde a lo esperado para un momento exploratorio, y otro, que presenta características diferentes y que podría probablemente corresponder a un momento de colonización inicial del espacio. I. INTRODUCCIÓN Borrero (1989, 1989-90, 1994-95) ha propuesto un modelo de poblamiento de Patagonia, en el que las poblaciones humanas son vistas como componentes de ecosistemas. El mismo comprende distintas etapas que derivan de un marco ecológico, refiriéndose a la exploración, colonización inicial y ocupación efectiva del espacio (Borrero 1989-1990). Para este autor, el proceso de exploración humana inicial y colonización de Patagonia fue un lento llenado de espacios vacíos. Entiende exploración como la dispersión inicial a un espacio no habitado, implicando movimientos de individuos o grupos siguiendo las rutas naturales de menor resistencia (Borrero 1989, 1994-95). Es necesario señalar que, si una población se extingue o abandona un área, ésta puede sufrir un nuevo proceso de exploración (Borrero 199495). Borrero ha generado expectativas arqueológicas para cada una de las etapas mencionadas. Éstas están referidas, entre otras, a la localización de los sitios y a la redundancia de uso y continuidad de la ocupación. Distintos indicadores en relación con este modelo han sido ya explorados (Borrero 1989, 1994-95; Borrero y Franco 1997; Guichon 1995). En este trabajo, me centraré en la expectativas referidas a los materiales líticos, las que han sido delineadas en otros trabajos (Borrero y Franco ibidem; Franco 2002). Este análisis tiene carácter exploratorio. Como señala Borrero (1994-95), su aplicación requiría trabajos regionales, además del conocimiento de la estructura regional de recursos, lo que no ocurre en algunos casos. Sin embargo, creo que la utilización de una escala de trabajo amplia puede beneficiarnos para la comprensión general del proceso de poblamiento de Patagonia y de las estrategias utilizadas por las poblaciones humanas. Las mismas tienen costos. El conocimiento del terreno, los recursos y las relaciones con los vecinos habrían hecho variar los mismos a través del tiempo. Por este motivo, espero que las poblaciones hayan seleccionado diferentes estrategias en cada una de las etapas del modelo de Borrero. Éstas se verán reflejadas en el registro arqueológico. II. DESARROLLO Durante la etapa de exploración humana inicial de un espacio, espero que el conjunto instrumental transportado cubra las necesidades de subsistencia mínimas de un grupo. En este sentido, espero que se priorice la versatilidad (sensu Nelson 1991) sobre otras variables de diseño de los artefactos. Las preformas de artefactos bifaciales son diseños versátiles, que tienen la mayor potencialidad en un habitat nuevo (Borrero y Franco 1997; Franco y Borrero 1996; Kelly 1988). Al no ser específicos funcionalmente, son especialmente adecuados para el transporte cuando hay requisitos de alta movilidad (Johnson 1987; Kelly y Todd 1988; Kuhn 1992; Morrow 1987). Además, espero una abundancia de artefactos hechos de manera expeditiva, mayoritariamente sobre materia inmediatamente disponible (sensu Meltzer 1989) o local cercana (Civalero y Franco e.p.; Franco 2002). En este sentido, vale la pena señalar que siguiendo a Meltzer (1989), quien se basa en información etnográfica, considero como locales las materias primas que pueden obtenerse dentro de un radio de 40 Km. Dentro de las mismas, considero metodológicamente útil distinguir aquéllas cercanas de las lejanas, entendiendo por cercanas aquéllas que pueden obtenerse a menos de 10 Km. (ver Civalero y Franco e.p.).

En resumen, para un momento de exploración espero: q Bajas frecuencias de artefactos conservados –mayoritariamente rotos o descartados cuando están exhaustos-. Estos artefactos estarían manufacturados sobre materia prima no local o local lejana. Habrían formado parte del equipo personal de las poblaciones de cazadoresrecolectores. q Presencia de percutores, relacionada con la manufactura local de instrumentos. q Predominio de filos largos (raederas y cuchillos), básicamente confeccionados sobre materia prima inmediatamente disponible o local cercana. q Baja frecuencia de raspadores. Su frecuencia estaría en relación directa con el tiempo de estadía en un lugar. q Mayoría de instrumentos enteros, por su carácter expeditivo, y descarte inmediatamente posterior al uso. Los mismos estarían confeccionados sobre rocas inmediatamente disponibles o locales cercanas. q Altas frecuencias de rocas inmediatamente disponibles y baja frecuencia de rocas no locales o exóticas (éstas relacionadas con equipo personal). Excepto cuando las rocas de calidad excelente sean abundantes en la inmediata vecindad o dentro de las rocas locales cercanas, espero que los artefactos estén hechos en rocas de calidad inferior a las mejores disponibles regionalmente. En desechos espero: q Núcleos sobre materia prima disponible en la inmediata vecindad, con pocas extracciones y no agotados. q Alto porcentaje de desechos sobre rocas disponibles en la inmediata vecindad o locales cercanas, de calidad inferior a la de las mejores rocas disponibles regionalmente (excepto en el caso en que rocas de excelente calidad sean abundantes en la inmediata vecindad o entre las locales cercanas). q Alto porcentaje de lascas procedentes de los estadios iniciales de manufactura sobre rocas inmediatamente disponibles. q Bajo porcentaje de lascas de reactivación o de desechos asociados con la formatización final de artefactos transportados, confeccionados sobre materia prima no local o local lejana. q Bajos porcentajes de lascas de reducción bifacial, pertenecientes a los últimos estadios de manufactura, sobre materia prima no-local o local lejana. q Presencia de lascas más grandes que en momentos más tardíos, debido a una menor explotación de los núcleos, y a la utilización de lascas sin retocar. Esto se daría en materia prima inmediatamente disponible, o local cercana. q Predominio de talones lisos o corticales sobre materia prima inmediatamente disponible. q Predominio de talones preparados sobre materia prima no disponible en la inmediata vecindad. q En el caso de la existencia de rocas de calidad excelente entre las materias primas inmediatamente disponibles o locales cercanas, espero lascas producto de estadios iniciales o medios de talla de artefactos bifaciales. Las expectativas referidas a la presencia de tratamiento y alteración térmica han sido ya reseñadas en otra parte (Stadler et al. e.p.). Lo mismo ocurre con las relacionadas con las características de los conjuntos líticos para un momento de ocupación efectiva (Franco 2002). De manera general, puedo señalar que para este momento espero que los diseños priorizados varíen de acuerdo con las características ambientales, mayores índices de fractura de los instrumentos y tamaños más pequeños de los mismos. Por otra parte, la explotación de los núcleos sería mayor, debido básicamente a la presencia de mayor cantidad de personas y/o a mayores tiempos de estadía en los mismos. Esto se reflejaría en una mayor cantidad de extracciones, la presencia de mayores cantidades de núcleos agotados y su tamaño más pequeño. Estas expectativas son derivadas teóricamente del modelo de Borrero. Ellas pueden ser comparadas con el registro arqueológico. Para esto, utilizaré información propia y publicada por distintos investigadores para sitios tempranos de la vertiente atlántica de Patagonia meridional. El análisis se basó en aquellos sitios para los cuales hay mayor información publicada disponible referida a las características de los artefactos líticos. III. LOS DATOS Las informaciones disponibles provienen del área de la Meseta Central, de la cuenca del río Pinturas, del área de los lagos Belgrano-Burmeister, y del área de Lago Argentino (ver figura). LA MESETA CENTRAL En la Meseta Central las ocupaciones más tempranas datan de ca. 11.500 años A.P. Existen algunos fechados más tempranos. El correspondiente a Los Toldos, de 12.600 años, fue realizado sobre carbones dispersos (Cardich y Flegenheimer 1978; Cardich et al. 1973). En el caso de Piedra Museo, existe un fechado de 12.890 años para la unidad depositacional 6, el que está siendo evaluado (Giardina et al. 2000). Los niveles de sitios fechados o atribuidos a estos momentos responden en general a las expectativas generadas para un momento exploratorio (tabla 1). Tabla 1: Características de algunos de los artefactos recuperados en los sitios mencionados. Referencias: Perc.: percutores; Remont: remontaje; Inst.: instrumentos; %: porcentaje (calculado sobre el total de instrumentos), Rasp: raspadores; s.d.: sin datos. Área Sitio Fechados (años A.P.) Núcleos Perc. Remont.núcleos ylascas Lascasgrandesy espesas Inst.grandes y espesos % raederasy cuchillos %rasp. MESETACENTRAL Los Toldos, nivel 11 ca.12.600 sí no sí sí sí 29,17% 27,08%

El Ceibo s.f. sí sí sí sí sí 42,55% 8,51% P.Museo, u.6 12.890 a 10.470 s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. P.Museo,u.4 base y 5 10.500 a 9.700 sí s.d. sí sí s.d. s.d. s.d. Cueva 1, Cerro Tres Tetas 11.500 a 10.300 sí sí sí s.d. sí 30,00% 26,67% Los Toldos, niveles 9 y 10 11.000? a 8.800 sí sí sí sí sí 24,64% 43,48% Cueva de la Mesada de la María Q, u.d. 8 9.090 (base) no no s.d. s.d. s.d. 28,57% 14,29% Cueva de la Mesada de la María Q.,u.5b y 6 ? a 4.500 no no s.d. s.d. s.d. 31,15% 40,98% LAGOS BELGRANO-BURMEISTER Cerro Casa de Piedra 7, niveles inferiores 9.700 a 8.900 sí s.d. s.d. s.d. s.d. 15,00% 32,50% RÍO PINTURAS Cueva de las Manos Ia 9.300 sí sí s.d. s.d. sí 22,10% 12,70% Arroyo Feo 1, c.11 9.400 a 8.400 sí sí sí s.d. sí 44,12% 21,21% LAGO ARGENTINO Chorrillo Malo 2 9.700 a 6.100 no no no no sí 0,00% 0,00% Chorrillo Malo 2 6.100 a 3.800 sí sí no no sí 40,00% 20,00% Se trataría por ejemplo, del nivel 11 de la cueva 3 de Los Toldos (fechado ca. 12.600), de la cueva 7 de El Ceibo (sin fecha), de la base de la unidad 4 y la unidad 5 de Piedra Museo (entre ca. 10.500 y 9.700 A.P.), y del componente inferior de la Cueva 1 de Cerro Tres Tetas (Cardich y Flegenheimer 1978; Cardich et al. 1973; Miotti 1996; Paunero 2000 a; Paunero y Castro 2001). En estos niveles y sitios, la presencia de núcleos y percutores, y de lascas que remontan, sugieren la realización de estadios iniciales de talla. La existencia de instrumentos y/o lascas grandes y espesas apunta en el mismo sentido. Cabe destacar, por otra parte, que el porcentaje de raspadores es bajo en estos sitios, oscilando éste entre el 8,51% y el 27,08%. Por otra parte, la información publicada indica el predominio de la utilización de materia prima inmediatamente disponible o local cercana. En lo que respecta a la reducción bifacial, únicamente se ha señalado la existencia de lascas producto de éstas en El Ceibo (MansurFranchomme 1983). En Piedra Museo se ha recuperado una punta de proyectil bifacial (Miotti 1996). No se menciona esta información para el caso del nivel 11 de Los Toldos. La información publicada para la unidad depositacional 6 de Piedra Museo, fechada ca. 11.000 a 10.500 A.P. y con una datación de ca. 12.900 años, es escasa. Sin embargo, la misma indica la presencia de lascas de reducción bifacial (Giardina et al. 2000), lo que está de acuerdo con nuestras expectativas. No existen menciones sobre la procedencia de la materia prima. Con respecto al componente inferior de la cueva 1 de Cerro Tres Tetas, Paunero (2000a) sugiere que en el sitio se habría dado la talla predominantemente con percutores duros y que la tecnología sería expeditiva. Indica también que probablemente las primeras etapas de percusión se den en las canteras muy próximas, mencionando la calidad excelente de la materia prima local. Paunero y Castro (2001), sin embargo, sostienen que tanto este conjunto como los del nivel 11 de Los Toldos y El Ceibo, “no corresponden a un desarrollo de actividades a partir de un instrumental de tipo expeditivo, ya que las formas diseñadas estarían destinadas a usos específicos” (Paunero y Castro 2001: 204). En mi opinión, éste no es el caso, ya que para el caso de la cueva 1 de Cerro Tres Tetas, la existencia de evidencias de talla local sumada al tamaño de los instrumentos, el alto porcentaje de instrumentos enteros (70% de la muestra), el predominio de talones lisos y naturales (71,43% de la muestra) entre los instrumentos enteros, y el que los estudios funcionales indiquen que la mayoría fue utilizado mediante prehensión manual (Paunero y Castro ibidem) sugieren la expeditividad del conjunto, lo que está de acuerdo con nuestras expectativas. Los casos del nivel 11 de Los Toldos y El Ceibo fueron ya tratados. Vale la pena señalar que en el componente inferior de la cueva 1 de Cerro Tres Tetas se han identificado dos distintas formas de obtención de formas base para los instrumentos, una directa con percutores duros y circunstancialmente blandos, y otra a través de formas predeterminadas, producidas mediante la preparación de planos de percusión a priori, generando productos con talones facetados o diedros (Paunero ibidem; Paunero y Castro ibidem). En este último caso, se trata de instrumentos con una mayor inversión energética en su manufactura. Estos podrían haber formado parte del componente conservado del conjunto. Lamentablemente, carecemos de datos acerca de la procedencia de la materia prima en estos casos, y sobre su fragmentación y agotamiento que nos permitan evaluar esto. En estos niveles se ha recuperado también un alto porcentaje de desechos de talla con talones preparados, y Paunero (ibidem) menciona que se habrían retocado y reactivado instrumentos. Entre los desechos de talla, cabe señalar la presencia de obsidiana. Si bien no se menciona su color, asumo que se trata de obsidiana negra, ya que es la más frecuente en el extremo sur de Patagonia. La existencia de desechos de esta materia prima indica el conocimiento de al menos una fuente de aprovisionamiento de la misma para estos momentos. Por supuesto, podría tratarse de nódulos dispersos hallados durante el transcurso de otras tareas, y no de la fuente primaria de la misma. La tasa de depositación de instrumentos para el componente inferior de la cueva 1 de Cerro 3 Tetas ha sido de 0,24 por m2 cada 100 años (cálculos efectuados sobre la base de los datos disponibles en Paunero ibidem). Los niveles posteriores de los mismos sitios muestran la existencia de un cambio (tabla 1). Así, por ejemplo, en los niveles 9 y 10 de Los Toldos existe un aumento en el porcentaje de raspadores, que alcanzan al 43% de la muestra. Aumenta también el índice de fragmentación de los instrumentos (que pasa del 21% al 41%), disminuyendo el porcentaje de formas base con corteza (20,59%), y siendo muy baja la frecuencia de lascas grandes y espesas (2,90% de la muestra). Esto probablemente indique mayores tiempos de estadía en el sitio. Lamentablemente, carecemos de un fechado para el inicio de estas ocupaciones, si bien la parte superior de las mismas ha sido datada en ca. 8.800 A.P. (Cardich et al. 1973). La tasa de depositación es 0,06 instrumentos por m2 cada 100 años (tabla 2). Tabla 2. Tasas de depositación de instrumentos (por m2 cada 100 años) Área Sitio Fechados (A.P.) Tasa de depositación de instrumentos (por m2 cada 100 años) MESETA CENTRAL Los Toldos ca. 12600 a ca. 8800 0,06 Cueva 1 Cerro Tres Tetas 11.500 a 10.300 0,24 RIO PINTURAS Cueva de las Manos Ia y Ib 9.300 a 7.300 0,52 Arroyo Feo, capa 11 9.400 a 8.400 0,1

LAGOS BELGRANO-BURMEISTER Cerro Casa de Piedra 7 9.700 a 8.900 0,55 LAGO ARGENTINO Chorrillo Malo 2 9.700 a 6.100 0,02 Chorrillo Malo 2 6.100 a 3.800 0,22 La escasa información publicada hasta el momento para la cueva de la Mesada de la María Quebrada, unidad de depositación 8 (fechada con posterioridad a ca. 9.090 años A.P.) no permite atribuirla aún tentativamente a ninguna fase del modelo de poblamiento de Borrero. Sin embargo, cabe señalar la ausencia de núcleos y la presencia de una única lasca primaria. El porcentaje de raspadores es bajo (14,29%) y aumenta a través del tiempo, alcanzando en las unidades de depositación 5b y 6 un 40,98% (Paunero 2000b). Este último porcentaje es similar al correspondiente a los niveles 9 y 10 de Los Toldos, y podría indicar que estos niveles correspondan a otras etapas del modelo de Borrero de poblamiento de Patagonia. Se necesita, sin embargo, mayor información referida a las características de los conjuntos y a la disponibilidad de recursos líticos en el área a efectos de evaluar esto. Para la Meseta Central, entonces, los contextos publicados más tempranos se corresponden de manera general con lo esperado para un momento de exploración. Sería el caso, por ejemplo del nivel 11 de Los Toldos, de El Ceibo y de Piedra Museo (base unidad 4, unidad 5 y unidad 6). Después de este momento, y concretamente antes del 8.800 A.P –sobre la base de los fechados de la cueva 3 de Los Toldos-, hay un cambio en las características de los conjuntos, con un aumento en el índice de fragmentación de los instrumentos y la disminución en su tamaño. Esto podría estar relacionado con los comienzos de lo que Borrero (1989, 1994-95) denomina colonización efectiva. Para evaluar esto, será necesario esperar a estudios de características tecnológicas de los artefactos, que deberán ser relacionados con un conocimiento detallado de la estructura de recursos local, algunos de los cuales están actualmente en curso (Cattaneo 2001). Por otra parte, si bien las características generales de los materiales recuperados en la Cueva 1 del Cerro Tres Tetas responden a lo esperado para un momento de exploración, la tasa de depositación es más alta. Este sitio podría tentativamente ser atribuido también a los comienzos de la colonización. Indiscutiblemente, será necesario esperar a tener mayor información a los efectos de evaluar esto, pero si fuera éste el caso, la colonización habría sido relativamente temprana en el área de la Meseta Central (ca. 11.500 a 10.300 A.P.). Para estos momentos, por otra parte, ya se habría conocido al menos una fuente de aprovisionamiento de obsidiana negra. 3.1. Área del río Pinturas En este área, los fechados más tempranos para la ocupación humana son de ca. 9.400 años A.P., es decir, son posteriores en el tiempo a los de la Meseta Central. Corresponden a la capa 11 de Arroyo Feo (Aguerre 1981/2; Alonso et al. 1984/5). En este sitio se recuperaron núcleos, percutores, y se realizaron remontajes, sugiriendo la realización de las primeras etapas de la secuencia de manufactura. Los núcleos presentan muy escasas extracciones, y se han recuperado instrumentos sobre nódulos o núcleos (14,29% de la muestra) y lascas primarias (17,14%). Se ha identificado también la presencia de raspadores y raederas espesas, los primeros de tamaños muy grandes. Lamentablemente, carecemos de datos referidos a la procedencia de las materias primas, aunque debe mencionarse la presencia de desechos de obsidiana. Cabe señalar que es alto el porcentaje de filos largos (raederas y cuchillos), que alcanza al 44,12% de la muestra. Las evidencias sugieren también la realización de actividades de reactivación (Aguerre 1981/2). Las tasas de depositación de instrumentos son de 0,1 cada 100 años por m2 (Borrero y Franco 1997). Las características de los artefactos líticos están entonces de acuerdo con lo esperado para un momento de exploración. La capa Ia de Cueva de las Manos ha sido fechada en ca. 9300 años A.P. (Gradin et al. 1976). La presencia de núcleos y percutores sugiere la talla local. En la muestra predominan los filos largos (raederas), que alcanzan el 22,10% de la muestra, siendo alto también el porcentaje de cuchillos de filo natural (39,30%). Los raspadores alcanzan al 12,70%, y son grandes o muy grandes. Existen cepillos o raspadores nucleiformes espesos. A pesar de que estas características se corresponden con lo esperado para un momento de exploración, debe señalarse que es alto el porcentaje de fragmentación en raederas (86,11% de la muestra) y raspadores (60% de la muestra). Aguerre (1977) menciona que la materia prima es escasa y que probablemente haya sido traída de otro sitio. La escasez de materia prima probablemente sirva para explicar el alto índice de fragmentación de instrumentos. Sin embargo, las tasas de depositación de los instrumentos son mayores a las del área de la Meseta Central. En el caso de la capa Ia de Cueva de las Manos, las mismas son de 0,52 instrumentos por m2 cada 100 años (Borrero y Franco 1997), es decir, más altas que las correspondientes a otros sitios que podrían ser atribuidos al momento de exploración (Civalero y Franco e.p.). Este hecho, sumado al mayor índice de fragmentación, sugeriría que el conjunto no se corresponde con lo esperado para un momento de exploración. Por último, cabe señalar que entre las materias primas recuperadas en el sitio debe mencionarse la presencia de obsidiana. El análisis de un ejemplar de la misma indica su similitud composicional con el tipo I disponible en Pampa del Asador (Stern 1999). Entonces, podemos decir que en el área del río Pinturas, si bien las características de los artefactos corresponden con lo esperado para un momento exploratorio, las tasas de depositación de artefactos –especialmente en el caso de Cueva de las Manos- son más altas, lo que indicaría mayores tiempos de estadía en los sitios, y/o mayor frecuencia en su reocupación. Al igual que en el caso de la Meseta Central, a efectos de evaluar esto será necesario complementar la información disponible con la de disponibilidad de rocas. 3.2. Área de los lagos Belgrano-Burmeister Las ocupaciones más tempranas para esta área corresponden al sitio Cerro Casa de Piedra 7, a ca. 6 Km. al este-sudeste del Lago Burmeister y a menos de 25 Km. de la Cordillera de los Andes. Éstas están datadas en ca. 9.700 A.P. La información disponible indica que este área

habría estado disponible para la ocupación humana al menos desde el 10.500 A.P. (Civalero y Aschero e.p.). Los niveles comprendidos entre el 9.700 y el 8.900 A.P. poseen instrumentos grandes y espesos (Civalero y Franco e.p.), algunos de ellos confeccionados sobre núcleos (Civalero e.p.). Existe una alta frecuencia de materia prima no local, mayoritariamente obsidiana negra y rocas silíceas (Civalero ibidem; Civalero y Franco ibidem). De acuerdo con los análisis de Stern (1999), la obsidiana recuperada en este sitio procede de Pampa del Asador, a ca. 40 km del sitio. En el caso de los niveles que nos ocupan, un ejemplar analizado tiene una composición similar al tipo I (Stern 1999). El índice de fracturación de los instrumentos supera el 60% (Civalero ibidem). Es, por lo tanto, mayor que lo esperado. Si bien la existencia de instrumentos grandes y espesos, y de núcleos coincide con lo esperado para un momento exploratorio, al igual que la presencia de escasas clases de instrumentos (cf. Civalero y Franco ibidem), el porcentaje de materias primas no locales es mayor que lo esperado, al igual que el índice de fragmentación de los instrumentos. Por otra parte, la tasa de depositación de instrumentos es de 0,55 por m2 cada 100 años (Civalero y Franco ibidem). Además, los datos parciales publicados hasta el momento indican un porcentaje de raspadores mayor al esperado, superando el 32% (Civalero ibidem). Esto podría sugerir estadías más largas en el sitios y/o mayor frecuencia de reocupación del mismo, lo que podría estar relacionado con la proximidad a la fuente de obsidiana negra (cf. Civalero y Franco ibidem), o con algún otro factor que desconocemos. 3.3.Lago Argentino Este área está ubicada muy próxima a la Cordillera de los Andes. La información paleoambiental indica que habría estado disponible para la ocupación humana desde ca. 10.000 años A.P. Los primeros datos para la ocupación humana proceden de un sondeo realizado en el sitio Chorrillo Malo 2, localizado al sur de los Lagos Argentino y Roca, con dos fechados de ca. 9700 años A.P. (Franco y Borrero e.p.; Franco et al. 1999). Los materiales recuperados entre esta fecha y el 6.100 A.P. indican que en el sitio se habrían realizado estadios iniciales de talla sobre materia prima inmediatamente disponible. En materias primas más distantes habrían tenido lugar estadios finales de la secuencia de manufactura, que incluyeron la reducción bifacial y la reactivación de instrumentos (Franco 2002). En materia prima inmediatamente disponible se ha recuperado el único instrumento correspondiente a estos niveles. Se trata de una punta burilante espesa, que habría sido manufacturada expeditivamente sobre materia prima de calidad inferior a la disponible en las cercanías. Cabe señalar que por debajo de estos niveles se recuperó únicamente un desecho indiferenciado de obsidiana negra (Franco ibidem). Los análisis geo-químicos indican que tiene una composición similar al tipo II b, procedente de Pampa del Asador (Stern com. pers.), ubicada a más de 260 Km. al norte. Si bien la historia de vida de este artefacto fue probablemente larga, entiendo que es probable que el mismo formara parte del equipo transportado por los antiguos habitantes de Patagonia (Civalero y Franco ibidem; Franco ibidem). Las tasas de depositación de instrumentos en este sitio son de 0,02 instrumentos por m2 cada 100 años. Los datos referidos a las características de los artefactos, unidos a su posición estratigráfica inmediatamente por encima de till glaciario, sugieren que los mismos corresponden a un momento exploratorio (Civalero y Franco ibidem; Franco ibidem). Las bajas tasas de depositación de instrumentos son consistentes con este hecho. La exploración, por lo tanto, habría sido también en estas áreas, posterior a la de la Meseta Central. Cabe señalar, por otra parte, que en los niveles comprendidos entre el 6.100 y el 3.800 A.P. las características de los instrumentos se corresponden en general con lo esperado para un momento exploratorio. Sin embargo, la tasa de depositación de instrumentos es de 0,22 por m2 cada 100 años, y el índice de fragmentación de instrumentos es mayor al esperado (40%). Estos datos sugerirían que estos conjuntos pueden atribuirse a un momento de colonización inicial de este espacio. IV: CONCLUSIONES Al contrastar las expectativas generadas a partir del modelo teórico con los datos procedentes de distintos sitios arqueológicos, puede verse que hay una serie de conjuntos líticos que se ajustan a lo esperado para una etapa exploratoria. Éstos corresponden a la Meseta Central santacruceña y al área de Lago Argentino. En la Meseta Central, se trata del nivel 11 de Los Toldos y, probablemente, de El Ceibo y Piedra Museo (base unidad 4, unidad 5 y unidad 6). En Lago Argentino, de los niveles de Chorrillo Malo 2 comprendidos entre el 9.700 y el 6.100 A.P. Cabe destacar que los fechados disponibles para el área de Lago Argentino son posteriores en el tiempo a los de la Meseta Central, lo que es concordante con un poblamiento del espacio en sentido este-oeste y nortesur, pero que podría estar en relación con la disponibilidad diferencial de espacios. En estos sitios la tasa de depositación de instrumentos es muy baja (entre 0,02 y 0,06 instrumentos por m2 cada 100 años). Lamentablemente, carecemos por el momento de datos referidos a la tasa de depositación de instrumentos en El Ceibo y Piedra Museo, por lo que su adscripción a esta etapa es tentativa. Además, en el último caso, los datos publicados referidos a los artefactos líticos son aún muy escasos. En otra serie de sitios, si bien las características de los artefactos se encuentran dentro de lo esperado, las tasas de depositación son muy distintas. Éstos están localizados en el área del río Pinturas y de los Lagos Belgrano-Burmeister. Se trata de Cueva de las Manos y de Cerro Casa de Piedra 7 comprendidos entre 9.700 y 8.900 años. En estos sitios se han depositado entre 0,55 y 0,56 instrumentos por m2 cada 100 años (tabla 2). Además, el índice de fragmentación de los instrumentos es mayor que el esperado (más del 60%). El aumento en la tasa de depositación de instrumentos y del índice de fragmentación de los mismos podría deberse a mayores tiempos de estadía en los mismos o a mayor frecuencia en la reocupación (ver también en este sentido Civalero y Franco e.p.). Por este motivo, entiendo que estos sitios podrían ser atribuidos a un momento de colonización inicial de estos espacios.

Otros sitios y/o niveles presentan conjuntos artefactuales con características que coinciden con lo esperado para un momento exploratorio y tasas de depositación intermedias entre las anteriores (entre 0,1 y 0,24 instrumentos por m2 cada 100 años). Están localizados en la Meseta Central, en el río Pinturas y en Lago Argentino. Se trata del componente inferior de la cueva 1 del Cerro Tres Tetas (con fechados entre 11.500 y 10.300 A.P.), de Arroyo Feo (entre 9.400 y 8.400 A.P.) y de Chorrillo Malo 2 (niveles comprendidos entre 6.100 y 3.800 A.P.). Los índices de fragmentación de los instrumentos para los casos en que están disponibles oscilan entre el 30 y el 40%, siendo mayores a las esperadas para un momento de exploración. Considero por estos motivos que estos sitios pueden ser tentativamente atribuidos a un momento de colonización inicial de estos espacios. Es interesante señalar la diferencia temporal existente entre los diferentes sitios que pueden ser atribuidos al momento de colonización inicial. Mientras, en el área de la Meseta Central podríamos estar hablando de colonización inicial hacia el 11.500 A.P., en el río Pinturas y la cuenca de los Lagos Belgrano-Burmeister esto ocurriría hacia el 9400 y el 9700 A.P, y en Lago Argentino recién hacia el 6.100 A.P. Por otra parte, llama la atención la mayor tasa de depositación de instrumentos en las áreas del río Pinturas y de los Lagos Belgrano-Burmeister con respecto a las otras áreas. Esta mayor tasa de depositación no puede explicarse únicamente por un factor temporal. Entiendo que la misma podría estar relacionada con la disponibilidad diferencial de algunos recursos, tales como algunas materias primas –como por ejemplo la obsidiana-, reparos rocosos o algunos recursos faunísticos. Éstos podrían haber influido en la velocidad con que las áreas fueron incorporadas dentro del rango de acción de las poblaciones. En este sentido, cabe señalar la abundante disponibilidad de materia prima de excelente calidad en el área de la Meseta Central y en proximidades de las áreas del río Pinturas y de los lagos Belgrano-Burmeister. Esta última área está localizada muy próxima a la fuente de obsidiana negra que utilizaron los cazadoresrecolectores de Patagonia (ver figura), y que ha sido transportada por distancias de más de 260 Km. (Civalero y Franco e.p.; Espinosa y Goñi 1999; Stern 1999, 2000; Stern et al. 1995 a y b). El área de Lago Argentino, en cambio, tiene una menor disponibilidad de materia prima de excelente calidad y parece haber sido siempre marginal para las poblaciones que ocuparon este sector del espacio (Borrero y Franco 2000). El relacionar la velocidad de incorporación de algunos espacios con la disponibilidad de algunos recursos –tales como la obsidiana- es sólo una hipótesis de trabajo, la que deberá ser evaluada con mayor información macro-regional. Esto permitiría explicar por qué en algunas áreas no han sido localizados aún sitios que puedan ser atribuidos a un momento de exploración, a pesar de los abundantes trabajos de investigación realizados. Podría pensarse que, cuando los recursos son los apropiados el proceso de colonización es más rápido, lo que podría enmascarar las evidencias relativas a la exploración de ese espacio. Por el momento, podemos decir que la generación de expectativas derivadas de modelos teóricos ha permitido diferenciar, dentro de los conjuntos artefactuales correspondientes a sitios tempranos de la vertiente atlántica de la cordillera, distintos conjuntos de sitios. Uno, que por sus características puede ser atribuido a la etapa de exploración y otro, que podría ser atribuido a la colonización inicial de estos espacios. Sin embargo, esta diferenciación debe ser evaluada a partir de mayor información, especialmente referida a disponibilidad regional de materias primas y a las características tecnológicas de los conjuntos. Por otra parte, considero indispensable la integración de esta información con la procedente de otras líneas de evidencia. Buenos Aires, noviembre del 2002 Agradecimientos A Luis Alberto Borrero y a un revisor anónimo, por su lectura y comentarios de este trabajo, que contribuyeron a mejorar el mismo. A Teresa Civalero y Cristina Bellelli por sus comentarios sobre distintas partes del mismo. Una versión previa de este trabajo fue presentada en la mesa “El poblamiento temprano del Cono Sur”, desarrollada en el X Congreso Nacional de Arqueología Uruguaya. Agradezco a Rafael Suárez por invitarme a participar en la misma. v. 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