Que tus ojos no te delaten - COMADPP

10 may. 2014 - con palabras de aliento» (Elena G. de White,. Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 90, 91). Creo que ha llegado la hora de buscar la amistad de ...
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MEJORAMIENTO

10 de mayo de 2014

Que tus ojos no te delaten

C

omo miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, tenemos el sano orgullo de que somos una iglesia especial por tener toda la revelación del mensaje para el tiempo del fin. Eso es cierto, pero por ningún motivo podemos creemos superiores y mirar por sobre el hombro a nuestros hermanos de otras denominaciones y a nuestros vecinos que no son cristianos. Debemos reconocer que las personas que nos rodean son sinceras, y lo que ellos realizan lo hacen de corazón. Veamos una incongruencia. Mientras nosotros nos quejamos de que nuestra iglesia organiza dos semanas de conferencias todas las noches, algunas iglesias protestantes realizan servicios todas las noches del año. Mientras nosotros sentimos miedo de salir tarde de la iglesia por la delincuencia, ellos caminan después de sus cultos a sus casas confiados en que Dios los protegerá. Mientras nosotros dejamos de ir al culto porque no queremos que nos vean con la misma ropa de siempre, algunos de ellos van toda la semana utilizando su mismo atuendo, pero felices de seguir al Salvador. Estamos malgastando tiempo fiscalizando las intenciones y las acciones de nuestros hermanos protestantes, en vez de emplearlo en la oración pidiéndole a Dios que nos brinde su luz para ellos y para nosotros. Nuestro esfuerzo debe apuntar a conocerlos mejor. Eso cambiará nuestra percepción, permitiéndonos tener otra opinión sobre ellos. Fiscali-

zar a otros hermanos es nocivo. Sería mejor que dijéramos: «Debo trabajar para mi propia salvación. Si coopero con Cristo, quien desea salvar mi alma, debo velar diligentemente sobre mí mismo; debo arrancar de mi vida todo lo malo; debo ser una nueva criatura en Cristo; debo vencer todos mis defectos, Así que, en vez de debilitar a aquellos que luchan contra el mal, debo fortalecerlos con palabras de aliento» (Elena G. de White, Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 90, 91). Creo que ha llegado la hora de buscar la amistad de nuestros vecinos y amigos que luchan a su manera por servir al Señor, y expresarles lo felices que estamos de que busquen a Dios en sus lugares de adoración. La amistad es lo que nos puede hacer ganar su confianza, y un día poder invitarlos a nuestra iglesia. Cuando esto suceda, necesitamos contar con hermanos afectuosos que nos ayuden a reflejar a Jesús, el autor y consumador de la fe. Necesitamos hermanos dispuestos que, independientemente de la vestimenta o de las joyas que tengan encima nuestros hermanos protestantes, los hagan sentir que Jesús los ama de todo corazón, sin importar como vengan o estén, porque lo que realmente importa es el futuro. A todos, Jesús nos ha prometido un futuro mejor.

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