PDF (El estado de Luisiana)

Tierras ocupadas por los ríos y los lagos. 1.228,000 —. Playas del mar. 1.100,000 —. (2) El acre es igual á dos tercios de fanegada, ó 40 por 100 de la hec-.
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CAPITULO XXIV EL ESTADO DE LUISIANA

La adquisición de su territorio por los Estados Unidos.—Extensión superficial.—La población.—Comparación entre el Estado de Luisiana y los de Bolívar y Magdalena en Colombia.—Distribución del suelo.— Riqueza general—Consecuencias de la abolición de la esclavitud.—Comparación entre Luisiana y otros Estados de la Unión Americana.— Producciones principales de Luisiana.—Organización agrrícola.—La raza blanca y la africana.

El territorio de los Estados Unidos en 1783, al reconocer su independencia la Gran Bretaña, era menor que el de la antigua Colombia. Esta tenía poco más ó menos 1.000,000 de millas cuadradas, y los trece Estados de la Unión Americana no pasaban de 860,000. Con la adquisición de la colonia de Luisiana duplicó la extensión de su área y entró en posesión de uno de los elementos que constituyen la grandeza de primer orden en las nacionalidades. Esta colonia se extendía por el Norte desde los grandes lagos hasta las primeras vertientes del Missouri, y descendiendo hacia el Sur por la margen derecha ú occidental de este río y del Mississippi, hasta el golfo de Méjico. Con ella completaron la posesión de todo el valle de este río, en el que sólo les pertenecía la orilla izquierda, y cerraron sus fronteras occidentales, antes abiertas, con los límites arcifinios de los Montes Rocallosos; es decir, echaron uno de los cimientos indestructibles de su nacionalidad. Fue este uno de los golpes felices del destino que los Americanos supieron aprovechar con decisión y oportunidad.

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Diversos dueños antiguos del territorio

Ese territorio, descubierto por los españoles en 1539; empezado á colonizar por los franceses en 1673; cedido á España durante el reinado de Luis XV, á consecuencia del "Pacto de familia" entre los Berbenes, en 1763; devuelto á los franceses durante la privanza de Godoy, bajo Carlos IV, en 1802: por una combinación de circunstancias fortuitas fue vendido por Napoleón á los Americanos por la suma de $ 10.000,000 en 1803. Mientras había pertenecido á España, en los diez y ocho primeros años de la independencia de los Estados Unidos, la política liberal y previsora de Carlos III había abierto el Mississippi al comercio de éstos y permitido que algunos comerciantes de Filadelfia estableciesen en Nueva Orleans casas de comercio para servir el de tránsito con el Exterior; pero al pasar á manos francesas esa franquicia fue suprimida. Una oleada de inquietud y de alarma pasó entonces por las poblaciones americanas del Oeste, en donde los tres nuevos Estados de Kentucky, Tennessee y Ohío tenían cerca de 400,000 habitantes, y donde principiaban las colonizaciones en lo que son hoy los poderosos Estados de Indiana é Illinois. A pesar de todas las victorias de Francia y del nombre yá prestigioso de Napoleón, el pueblo de los Estados Unidos sentía en su interior el presentimiento de su futura grandeza; comprendió que el valle de ese gran río no podía dividirse con una potencia europea sin poner en peligro su integridad y su seguridad interior; y juzgando que una guerra era inevitable para completar su territorio, empezó a prepararse para ese conflicto disciplinando milicias y aumentando su marina de guerra. Tomás Jefferson, entonces Presidente de los Estados Unidos, uno de los grandes fundadores de la independencia y del engrandecimiento de ese país, había comprendido la situación desde la primera noticia de la cesión á la Francia, había mantenido sobre este punto una correspondencia incesante con Mr. Livingston, Ministro americano en París, y en 1803, considerando inevitable la ruptura del tratado de Amiens, que en 1802 no más había establecido la paz entre Inglaterra y Francia, envió otro Ministro especial, Mr Monroe, después Presidente

Adquisición providencial de este territorio

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de la Unión, con encargo de proponer atrevidamente la compra de ese territorio. Napoleón, entre tanto, había tenido una inspiración que coincidía felizmente con esas miras. También creía segura la ruptura de la paz de Amiens, y temeroso de que la superioridad naval de la Gran Bretaña condujese á la pérdida de esa colonia de difícil defensa para Francia, á la par que deseoso de suscitar en la república Americana del Norte, así engrandecida, un rival poderoso al poderío inglés,—anticipándose al pensamiento de Jefferson,—propuso la venta á Mr. Livingston. En esos momentos, llegando Mr. Monroe á París, la proposición fue aceptada, el tratado de compra celebrado, y desde luego su aceptación por el Congreso americano, obra de pocos días. Pocos ejemplos presenta la historia de un acontecimiento providencial como éste, que en un instante formó de una nación pequeña, pues no llegaba á 6.000,000 de habitantes, un coloso destinado á completar 100.000,000, ó poco menos, á la vuelta de un siglo. Era la idea republicana, la transformación social del mundo surgiendo del misterio de las fuerzas ocultas que presiden á la vida de las sociedades. Data de aquí ese dogma del "destino manifiesto" que reina en el fondo oscuro del cerebro americano, y que tantos peligros parece encerrar para los pueblos de raza latina en este continente. En ese valle de más de 100,000 leguas cuadradas ha tenido ese pueblo nuevo un campo inmenso para ofrecer, al amparo de sus libres instituciones, hospitalidad generosa á las poblaciones hambreadas del viejo mundo. A esa invitación han respondido tomando asiento en el banquete de la democracia, 16.000,000 de oprimidos, que, con su descendencia, forman yá más de 30.000,000, ó sea casi la mitad de la población americana; y de sólo tres Estados que en 1803 ocupaban, con menos de 500,000 pobladores, el valle del Mississippi, el número de Estados ha

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Límites actuales de Luisiana

subido allí á veinte y la población á más de 30.000,000, con prospecto de subir á 400 ó 500.000,000 á la vuelta de otro siglo. El territorio adquirido por la cesión francesa ha sido dividido en trece Estados y tres Territorios, así: Estados: Luisiana, Arkansas, Missouri, lowa, Minnesota, Oregón, Kansas, Colorado, Nebraska, Dakota-Norte, Dakota-Sur, Montana y Washington; Territorios: Wyomíng, Idaho y el Territorio de Indios. Unos y otros poblados hoy por 13 ó 14.000,000 de habitantes. El de Luisiana, reducido á 41,000 millas cuadradas de superficie, contaba 940,000 habitantes en 1880, y tendrá no menos de 1.200,000 en la actualidad. En 1803 tendría de 50 á 60,000 á lo más, pues en el primer censo federal levantado en 1810, fueron contados 76,000 á pesar de la inmigración americana numerosa de los primeros años.

Ensayaré una sucinta descripción de este Estado, tomada de los documentos que pude recoger á mi paso por Nueva Orleans y de las noticias que acerca de él he podido leer en diversas publicaciones dignas de crédito. Considero de algún interés esta descripción, por las relaciones de semejanza que hay entre esa sección de un país próspero con nuestros Estados, hoy Departamentos, de Bolívar y Magdalena; semejanza en cuanto á las condiciones geológicas y etnológicas, pero no en nada de lo demás. El territorio de Luisiana ocupa 41,000 millas cuadradas. El territorio de Bolívar y Magdalena 51,000. Ambos países se extienden á las dos orillas anegadizas de la parte inferior de un río navegable, en cuyo delta, están situadas las principales ciudades. Aunque situado fuera del trópico de cáncer, el clima de Luisiana es el mismo del Magdalena y Bolívar desde mediados de abril hasta mediados de Octubre; lo que establece una similari-

Comparación con nuestros Estados de la Costa

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dad de producciones muy notable entre las dos regiones: en una y otra predominan la caña dulce, el algodón, el maíz y el arroz, las crías de ganado vacuno y de cerda, y tienen como uno de sus grandes intereses el comercio de tránsito de la parte alta de sus valles respectivos. La navegación de un gran río es una de sus principales industrias. Su población está dividida casi por mitad entre los dos orígenes: europeo y africano. 1.200,000 habitantes en Luisiana; cerca de 500,000 en Bolívar y Magdalena. Si en estos últimos la población de origen africano ó mezclada con ella alcanza tal vez á los dos tercios, en cambio tienen la ventaja de estar muy adelantada la fusión de las dos razas, pues la de sangre africana pura no alcanza á la séptima parte del total, y tanto ella como la mixta están más civilizadas y mejor incorporadas en las corrientes políticas y sociales que en Luisiana. En punto á riqueza y estado industrial sí no hay comparación: Luisiana tiene en esta materia una superioridad abrumadora, que en parte se explica por la mayor densidad de población, y en parte por la superioridad industrial del elemento americano-sajón sobre el tipo español y africano de nuestras razas. Luisiana tiene 30 habitantes por milla cuadrada; Bolívar y Magdalena no más de 8. Aquélla cuenta cerca de 500,000 angloamericanos de nacimiento, pues tal vez no alcanza su población extranjera blanca á 100,000, mientras que en nuestra costa atlántica la raza blanca pura no alcanza á 50,000, ni á 150,000 la población mezclada de español y africano ó indígena. Pero en Luisiana hay 500,000 habitantes de raza africana pura, y sus pardos (1) no pasan de 100,000. La población general de este Estado se divide así en el censo de 1880: (1) El Diccionario de la Academia no trae la palabra pardo en la acepción que los españoles empleaban en América para desig^nar la gente de raza mixta de blanco y negro.

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Distribución del territorio Población blanca Población de color (africana)

454,954 483,655

Total en 1880 Población nacida en América Población nacida en país extranjero

938,609 885,800 54,146

939,946

La diferencia entre la primera y la segunda suma procede de que en la primera no están comprendidos los aborígenes ni los chinos, cuyo número es de algo más de 800 los primeros y de 500 los segundos. A los guarismos anteriores puede agregarse por aumento de población en nueve y medio años, un 30 por 100; lo que da el de 1.200,000, calculado arriba para la actualidad. El Territorio comprende 29.000,000 de acres (2) y se clasifica en dos divisiones generales a saber: Tierras quebradas, ó sea ligeramente montañosas..

12.332,000 acres

Llanuras casi al nivel del mar

13.773,000



Que se subdividen, según los trabajos topográficos ejecutados por los ingenieros del Estado, asi: Buenas tierras altas Bosques de pinos Bancos altos (bluffs) á las orillas de los ríos Regfión de las praderas (sin árboles y con pastos naturales) Tierras de aluvión cultivables Tierras de aluvión cubiertas de bosque Pinares bajos, expuestos á inundación Tierras pantanosas Tierras ocupadas por los ríos y los lagos Playas del mar

5.248,000 acres 5.497,000 — 1.587,000 — 2.483,000 3.615,000 2.752,000 1.585,000 3.338,000 1.228,000 1.100,000

— — — — — — —

(2) El acre es igual á dos tercios de fanegada, ó 40 por 100 de la hectárea.

Regiones diversas

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No hay sistema alguno de montañas verdaderas en todo el Estado. Lo que se llama tierras montañosas son meras colinas de sesenta á ciento cincuenta metros de altura,—formadas siglos atrás por la violencia de las aguas,—unidas unas veces en grupos, aisladas á las veces. En lo general el Mississippi corre entre bancos altos de tierra (bluffs) que forman mesetas de más o menos extensión, fuera del alcance de las inundaciones. Detrás de ellas las irrupciones de las aguas han roto en ocasiones esos bancos é inundado grandes extensiones de tierras bajas: fenómeno que puede observarse también en el valle del alto Cauca y en algunas partes de Bolívar y el Magdalena, del Banco para abajo. La región de las praderas se compone de llanuras onduladas que recuerdan la forma de las olas del mar; tierras arenosas, cubiertas de pastos naturales, semejantes á las llanuras del Guamo y el Espinal y á la que detrás de la ciudad de Neiva se extiende hasta el Hobo; tierras que en su estado primitivo están ocupadas por rebaños de ganado, pero que, bien cultivadas, serían también buenas tierras de labor. Esa división de las condiciones topográficas de nacimiento á las diversas producciones agrícolas y á la forma de agrupación ó diseminación de los habitantes. En los bancos de las orillas de los ríos están las ciudades. Las praderas están destinadas á la industria pecuaria. Las tierras altas producen cereales y algodón. Las orillas de los ríos y lagos sostienen las plantaciones de caña. Las tierras de aluvión expuestas á las inundaciones producen grandes cantidades de arroz. Las tierras aluviales libres de inundación se prestan al cultivo del tabaco y de las frutas de todas clases. Las hortalizas prosperan mejor en el terreno conquistado sobre los pantanos, en donde también tienen su mansión favorita las plantaciones de naranjos. Los bosques son respetados en lo general, y de ellos se extraen considerables cantidades de maderas, dejando siempre campo á la reproducción constante de los árboles. La alternación frecuente de campos altos y secos con vegas bajas y húmedas se presta admirablemente á la construcción de las habitaciones cam-

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Riqueza general del Estado

pestres en lugares sanos, pero en medio de tierras fértiles menos á propósito para mansiones humanas.

La parte Norte del Estado está regada por el Mississippi, el Washita y el río Rojo, el último de los cuales es navegable también en vapores, por más de 170 leguas hacia el Oeste, y cuenta en sus riberas las ciudades notables de Alejandría, Natchitochez y Shreveport. Esos dos últimos ríos, unidos, desembocan en el Mississippi, 73 leguas arriba de Nueva Orleans, y sus valles respectivos constituyen la parte más habitable del Estado, por ser la menos expuesta á inundaciones. De la boca del río Rojo hacia abajo principia el delta del Mississippi, cuyas tierras, formadas por el depósito de las arenas arrastradas de la parte alta, constituyen la mayor parte de las tierras aluviales. La riqueza general del Estado y la importancia de sus capitales circulantes han sufrido muchas oscilaciones en los últimos treinta años, con motivo de los acontecimientos políticos; es decir, la guerra civil 1861 á 1865 y la abolición de la esclavitud. Según un cuadro relativo á toda la Unión, que publica Mr. Blaine (el actual Secretario de Relaciones Exteriores), en su libro titulado Twenty years of Congress, el valor verdadero de la riqueza general de Luisiana ha tenido los siguientes cambios: En 1850 era $ 233.998,764 (incluyendo el valor de 244,800 esclavos). En 1860 era $ 602.118.568 (incluyendo el valor de 331,726 esclavos). En 1870 era $ 323.125,666 (sin avaluar los esclavos yá emancipados). En 1880 era $ 382.000,000.

Efectos de la abolición de la esclavitud

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Como estos cambios constituyen un fenómeno muy complejo, que necesita ser analizado cuidadosamente en la historia, al juzgar de los efectos de la abolición de la esclavitud,—punto que no deja de tener interés para nosotros, en donde esa medida dio también extraordinaria intensidad al debate político y concurrió como agente más ó menos conocido á determinar algunas de nuestras guerras domésticas,—me detendré algunos instantes en su examen. En primer lugar, si de los avalúos de la riqueza, en 1850 y 1860 deducimos el valor de los esclavos, computándolos á un precio medio de $ 500 cada uno (que era el término medio corriente en el mercado), tendremos que el verdadero valor de la propiedad avaluable era sólo en 1850 de $ 111.600,000 En 1860 436.255,000 Subsistiendo la esclavitud, cultivadas con esclavos las tierras, éstas podían valer más, no porque fuesen más productivas, sino porque costaba menos su cultivo á virtud de la expropiación que se hacía del trabajo humano; del mismo modo que, á la inversa, el valor de las tierras debe bajar cuando alza la tasa de los salarios, no porque entonces sean menos productivas, sino por el aumento de gastos de producción. Con esta consideración podemos rebajar no poco en el avalúo de 1850 y 1860; de suerte que las pérdidas ocasionadas por la manumisión no fueron tan graves como aparece en la anterior comparación. Si los dueños de esclavos perdieron con la manumisión, la riqueza general no perdió nada, porque los trabajadores no desaparecieron. El valor del esclavo depende de su capacidad para el trabajo, y esa subsistió, no en beneficio de sus antiguos amos, por supuesto, sino de los negros mismos, que se hicieron yá dueños del valor de su propio trabajo. Una consecuencia grave sí debió tener la libertad en la desorganización de las empresas que tenían por base el trabajo

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Reorganización de las industrias

esclavo. Mientras los antiguos amos no se resolvieron á pagar jornales á los antes esclavos, indudablemente el cultivo de muchas tierras debió de quedar paralizado, y con ello debió de perderse un valor muy considerable. En segundo lugar, vinieron á ser imposibles esos cultivos en grande escala que la esclavitud hacía fáciles y aun naturales; las propiedades extensas no tuvieron yá medios de sostenerse, y fue preciso dividirlas. Esto debió determinar una fuerte oferta, con una demanda limitada, y el valor de la tierra debió de bajar y bajó en efecto. En resumen, pues, bajó el valor de la tierra, pero subió el valor de la industria humana. Lo que perdieron los dueños de esclavos lo ganaron los esclavos mismos. Las pérdidas procedentes de la emancipación (porque la guerra debió ser causa activa también de destrucción de valores y de paralización de muchas empresas) no fueron, de consiguiente, tantas como parece á primera vista. Empero, la reorganización de las empresas sobre la base de industrias libres no era tarea de pocos años. Dividir en pequeños lotes los grandes feudos; encontrar empresarios en pequeño, provistos de capital adecuado; suavizar las relaciones entre las dos razas para hacer posible su cooperación; fundar el crédito de los pequeños propietarios, hombres tal vez antes desconocidos en los bancos: todo eso requería una labor de muchos años; pero todo ha venido y está viniendo con la inmigración de hombres del Norte, más conocedores de las faenas agrícolas en pequeña escala. Con ellos vienen también ideas más democráticas adecuadas al cambio profundo operado por la muerte de esa "institución peculiar". La población de Luisiana, según el censo de 1880, era de 940,000 habitantes. Su riqueza general

$ 382.000,000.

Luisiana y los Estados del Norte

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Es decir, $ 406 por cabeza de población, riqueza dos ó tres veces superior á la del pueblo colombiano, pero muy inferior al término medio de la del resto del pueblo de los Estados Unidos, que en una avaluación general de $ 43,642.000,000 daba, sobre 50.000,000 de población, en 1880, un cociente de $ 873 por cabeza, é inferior también á la de los siguientes Estados del Norte: California (costa del Pacífico), en que la riqueza por individuo es de $ Massachussets (Nueva Inglaterra) Connecticut (id. id.) Nueva York (Estados centrales) Pensilvania (id. id.) Ohío (Oeste) Illinois (id.)

1,670 1,471 1,236 1,241 1,154 1,012 1,043

Sin embargo, con excepción del de Virginia, Luisiana es el más rico entre los Estados del Sur, con relación á su población. Debe tenerse en cuenta, además, para formar idea más aproximada de la influencia de la esclavitud sobre la riqueza pública y la civilización general, que una parte no despreciable de los valores de los Estados del Sur pertenece á gente del Norte, mientras que el hecho contrario es de rarísima ocurrencia. Las principales producciones de Luisiana son las siguientes : Maíz: en 1887, 41/2 millones de cargas, producidas en 600,000 fanegadas, ó sea á razón de 7^4 cargas por fanegada. Como el precio medio de este grano fue allí de $ 2 por carga, el valor de esta cosecha representó $ 9.191,220, que equivalen á cerca de $ 9 por cabeza de población, y $ 14-50 por fanegada. Algodón: en 1886, 2.300,000 quintales producidos en muy poco más de 600,000 fanegadas, á razón de cerca de 4 quintales por fanegada. El precio medio de $ 8-30 por quintal produjo, pues, $ 18.999,230, que dan un cociente de cerca de $ 20 por cabeza de población y $ 33-20 por fanegada.

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Producciones agrícolas

Azúcar. Perdí el dato relativo á la producción de azúcar en 1887, y sólo he podido hallarlo con relación á 1877 y 1878, en cuyo año fue de 208,841 barriles de á 40 arrobas cada uno, ó sea 2.088,410 quintales, que á un precio medio de $ 8-50 quintal, valen $ 16.707,280, ó $ 17 por cabeza de población en ese año. Arroz. En el mismo año de 1877-1878 la de este artículo alcanzó á 157,770 barriles de á 400 libras cada uno, es decir, 631,080 quintales, que, á $ 6 quintal, valen $ 3.786,480, ó más de $ 4 por persona. El resto de producciones vegetales, muy variadas: frutas, hortalizas, avena y cebada, batatas, etc., debe representar algunos millones de pesos más. La riqueza animal en 1887 se componía de los siguientes valores principales: Caballos N ' 119,810 Avaluados á $ 57.15 c/u. Muías " 84,478 " á $ 88.40 " Vacas de leche " 162,648 " á $ 16.30 " Bueyes y demás ganado vacuno " 270,816 " á $ 11.33 " Ovejas " 113,965 " á $ 1.64 " Marranos " 573,821 " á $ 3.08 "

$ 6.847,507 $7.472,811 $2.651,179 $ 3.009,187 $ 186,891 $1.769,663

Por esta enumeración se comprenderá que la producción anual de riqueza por cabeza de población no puede bajar de $ 100 á $ 125 por individuo; suma que da idea de un bienestar superior al de nuestra población colombiana; pero muy inferior al de otros Estados de la Unión, en donde ese guarismo se eleva á $ 300 por cabeza, y aun á más. Los jornales comunes de un peón agricultor oscilan entre 0.40 y $ 1 por día, y el término medio en todo el Estado se estimaba en 1887 en $ 16, sin alimentos, y en $ 11, con ellos, en 25 días de trabajo en el mes. No toda la decadencia que se nota en ciertas producciones de Luisiana es imputable á la guerra ó á la abolición de la es-

El método de difusión

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clavitud. La de azúcar era la más notable hasta 1859; pero la baja en la producción de este artículo procede principalmente de la competencia desastrosa del azúcar de remolacha en Europa, que en los últimos veinte años ha hecho bajar á la tercera parte el precio de esta mercancía, y dado origen á la ruina de muchos establecimientos montados en grande escala y con la inversión de capitales muy crecidos, en Cuba, el Brasil y Luisiana. Durante los breves días de mi visita á Nueva Orleans oí hablar de un método nuevo que empezaba á ensayarse para el tratamiento de la caña en la fabricación de azúcar: el de difusión, en lugar del de expresión, hoy usado. La caña dulce contiene, según la variedad á que pertenezca, y la calidad del terreno en que se la siembre, desde 10 hasta 20 por 100 de azúcar; pero los procedimientos hoy conocidos, aun en los mejores trapiches de Luisiana, sólo permitían obtener, á lo más, un 71/2 Por 100; el resto queda adherido al bagazo ó se pierde en las espumas y mieles incristalizables que llamamos de purga. Esto por el método de expresión en trapiche, en el cual sale el guarapo mezclado con gomas y otras sustancias que sirven de obstáculo á la cristalización, que vienen en mayor cantidad cuando se muele la caña viche, ó al contrario, pasada yá de madurez. Para evitar esos inconvenientes, se trata de aplicar el método de difusión, usado últimamente en Europa en la fabricación de azúcar de remolacha, en la cual ha dado resultados muy notables. Yo soy enteramente ignorante en estas materias; pero deseoso de que sean estudiadas en mi país por otros más competentes, me atrevo á llamar la atención hacia ellas, pidiendo perdón de antemano por este atrevimiento. En lugar de exprimir la caña entre los cilindros, se la corta en tajadas de un tercio á medio centímetro de espesor, y se la hace pasar, así dividida, por nueve ó diez cajones, á los que se hace llegar una corriente de agua á una temperatura de 60 á 90° centígrados, que permanezca en contacto con aquélla por ocho ó diez minutos en cada cajón. El agua absorbe sucesivamen-

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Sus resultados

te todo el azúcar contenido en las celdas de la caña, y este caldo es tratado en seguida por el mismo método de evaporación que el guarapo obtenido por expresión en el trapiche. Se dice que los resultados obtenidos en las experiencias hechas en Luisiana, bajo la dirección de la Oficina de Agricultura de Washington, son los siguientes: La caña contiene de cada 100 partes de su peso bruto: En guarapo En bagazo

89 partes. 11 " 100 partes.

El trapiche no logra extraer sino 50 partes de guarapo, y deja perder 39. Por el procedimiento de difusión se llega á extraer 85 partes, y sólo se pierden 4. Como resultado general, se cree que la diferencia en Luisiana sería la siguiente: Una tonelada (8 cargas) de caña produce hoy, por medio del trapiche 110 libras de azúcar. Una tonelada de caña, por el sistema de difusión, produciría 200 Casi el doble, pero en las circunstancias más favorables al sistema actual, la ventaja del nuevo no sería menor de un 25 por 100. Abajo de Nueva Orleans, en toda la orilla del Mississippi, vimos las chimeneas del establecimiento en que se hacían las experiencias en grande escala; mas como en el mes de Mayo la vegetación está todavía muy atrasada, me fue imposible ir á presenciarlas. Para adoptar el nuevo procedimiento se tropieza en aquel Estado con la dificultad de montar maquinaria nueva, lo que envuelve la pérdida de más de $ 60.000,000 que cuestan los actuales trapiches y sus edificios, y la inversión quizás de otro tanto en los nuevos aparatos. Además, éstos exigen combustible de me-

Inconvenientes para introducirlo

827

jor calidad, y no bastaría el bagazo empleado hoy: sería necesario el carbón mineral, y se calcula que no bajaría el consumo de dos libras de carbón por cada libra de azúcar producida. Así, la introducción del nuevo método tendrá que hacerse con alguna lentitud; pero abrirá la puerta á la explotación de minas de carbón, hoy inútiles por falta de mercado, y se evitará la tala de los bosques de donde se saca gran parte del combustible empleado en los trapiches. Como la producción de azúcar, panela y miel en Colombia no representa menos de $ 12 á $ 15 millones anuales, bien valía la pena de enviar comisionados á estudiar esos nuevos métodos de producción; ya fuese á los Estados Unidos, ya á Europa mismo,—a Francia y Alemania,—de donde el sistema aplicado á la explotación de la remolacha empieza á ser introducido en América. Al propio tiempo se pudiera estudiar las diversas variedades de la caña, entre las cuales algunas, procedentes del Asia, dan un rendimiento de azúcar mucho mayor que las que aquí conocemos.

La organización industrial de Luisiana, en lo que se refiere á la agricultura, que es la preponderante, participa de la forma general adoptada en los Estados Unidos, la cual se divide en tres clases: Cultivo por el propietario mismo;

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Cultivo por arrendamiento; Cultivo en participación por acciones. s:::::!

El suelo apropiado en Luisiana comprende 48,292 propiedades: haciendas y estancias, cuyo cultivo se divide así:

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Por el propietario Por arrendatarios En participación por acciones

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31,286, es decir, el 65. por 100. 6,669, " 13.80 " 10,337, " 21.20 "

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Sistemas agrícolas

En la mayor parte de los Estados del Norte y del Noroeste, sobre todo en los de Nueva Inglaterra, la proporción de cultivadores propietarios pasa de 80 por 100, llegando en algunos, como Maine, New Hampshire, Massachussets, Dakota, Montana y Washington, á 96, 92, 96, 95, 92 y 93 por 100, respectivamente. Los esclavos emancipados se rehusan en lo general en los Estados del Sur á trabajar con el carácter de arrendatarios; quieren trabajar con independencia y sin correr el peligro de ser esquilmados con altos arrendamientos; prefieren en lo general comprar pequeñas extensiones para ser dueños libres en ellas, ó partir en equidad con el propietario las ganadas ó pérdidas. Este último sistema prevalece sobre el de arrendamiento en toda la Unión. Así, el número de propiedades rurales era, en 1887, de 4.008,907, y de ellas eran trabajadas por sus mismos dueños 2.984,306 Por arrendatarios 322,357 En participación por acciones 702,244 Según los informes recibidos en la Oficina de Agricultura, la tendencia que se muestra en los Estados del Sur, aparte de la división de tierras en pequeños lotes para venderlas á los manumisos, es la de trabajo á jornal, sobre todo á medida que sube, como va subiendo, la tasa de éste. El precio de las tierras ha bajado notablemente. En Luisiana es de $ 20 la fanegada de tierra desmontada y cercada. En otros Estados del Sur es menor todavía, pues no pasa de $ 12 á $ 15; pero las de Luisiana son, en lo general, de calidad mejor. El producto medio del valor de las cosechas medianamente trabajadas, da $ 30 y aun $ 32 por fanegada, y una utilidad media de $ 8 á $ 12. El precio de arrendamiento de las tierras es de $ 1-60 á $ 4-80 por fanegada, según la calidad de aquéllas.

La raza blanca en los climas semitropicales

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El valor de las no cultivadas ó cubiertas de bosque es, por término medio, de ? 5 por fanegada.

Se consideraba antes de la guerra civil de 1861 que el clima de Luisiana en los meses principalmente ocupados por las faenas agrícolas (que son los de Marzo á Octubre, en que la temperatura se levanta sucesivamente desde 22° centígrados hasta 42°), no permitía á la raza blanca ocuparse en el trabajo de los campos, y de aquí nacía que esos trabajos se hacían casi exclusivamente con esclavos negros. Abolida la esclavitud, fue necesario ocurrir al brazo de los blancos. La experiencia, se dice, parece demostrar que, salvo la necesidad de algunas precauciones, éstos resisten el clima casi lo mismo que aquéllos. Este es á lo menos el tema incesante de los periódicos y de las publicaciones frecuentes, que con el objeto de atraer inmigración blanca, se hacen en los Estados del Sur. Me atrevo á pensar, sin embargo, que si un adulto fuerte y robusto puede resistir las influencias del clima, no así las mujeres y los niños, entre quienes la acción del paludismo debe ser siempre más peligrosa. La experiencia secular de la raza europea,—que no ha podido aclimatarse en el valle menos insalubre del Nilo, en el Norte de África,—no es á propósito para infundir confianza en esas previsiones. Los griegos y los romanos conquistadores del Egipto no lograron dejar allí, después de largos períodos de dominación, huellas algunas de su raza, y la egipcia, aclimatada en el transcurso de muchos siglos, es la única que se encuentra hoy en las orillas de aquel río, según el testimonio de los viajeros. Las colonias europeas en las costas del Senegal y demás regiones intertropicales del África; las colonias inglesas y francesas de las Antillas; las Guayanas inglesa, holandesa y francesa dan testimonio de la dificultad para la aclimatación del europeo en las regiones palúdicas de la zona inmediata á los trópicos. Sea de eso lo que fuere, en los Estados del Sur de la Unión parecería que se quiere prescindir á todo trance del concurso de

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La raza negra

la raza africana, y que las preocupaciones de casta son en el día más fuertes que en los tiempos en que reinaba la esclavitud. Hé aquí el gran problema social, político é industrial de esos Estados. La raza negra existe allá porque fue llevada por los blancos; se propagó en esos lugares, porque el blanco favoreció su propagación; cultivó la tierra, preparó los elementos de colonización para el blanco, lo hizo rico é hizo habitable para éste el suelo que, sin el negro, no hubiera podido tal vez habitar; pero de toda esa cooperación, prestada bajo el régimen de la esclavitud, aquél quiere prescindir ahora bajo el reinado de la libertad. Quiere separarse de su anterior compañero, privarlo de participación en la vida política y mantenerlo en un estado de aislamiento é inferioridad perfectos. ¿Qué resultará de esta disposición de ánimo de la parte civilizada y directora de la política en esos Estados? Aparte de otras consecuencias más ó menos distantes, del orden moral y del político, por lo pronto esa repugnancia—que no puede menos de engendrar reciprocidad—está decidiendo á la población de color á separarse de la blanca y agruparse en lugares distantes, para formar una sociedad distinta y desde luego enemiga. Con algunas excepciones, la expresión constante del periodismo—que no puede dejar de suponerse representa el sentimiento general de la población blanca—protesta contra la participación del hombre de color en el sufragio y en el desempeño de los destinos públicos, contra la concurrencia de los niños de color á las escuelas de los blancos y hasta contra la comunidad de la oración en las iglesias entre las dos razas. La blanca no admite nada en común con la otra, ni aun el mismo Dios. Suponía yo que este sentimiento, explicable á lo menos durante los primeros años que siguieron á la abolición de la esclavitud, pasaría, como ha pasado el deseo de separación entre las dos secciones; pero no es así. Con el triunfo reciente del partido republicano, uno de cuyos puntos de programa con-

La fiebre amarilla

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sistía en la protección á la raza de color en el ejercicio de sus derechos políticos y civiles, la animosidad de los blancos en el Sur se ha levantado furiosa, y esa promesa de protección es una de las dificultades actuales para la administración del General Harrison, porque cualquier empleo de medidas coercitivas con ese objeto renovaría tal vez las ideas separatistas y pondría en peligro la paz nacional.

La fiebre amarilla es otra fuerza que detiene el progreso de Luisiana. Las ciénagas y pantanos del delta del Mississippi, unidos á los calores tropicales del estío, levantan el germen de esta epidemia en todo el litoral del golfo de Méjico y en las costas del Atlántico hasta el paralelo 35° hacia el Norte. A pesar de la inmigración blanca del valle alto del Mississippi, que es considerable, la reproducción de la gente de color va superando cada día más el guarismo de la otra. La fiebre amarilla, de la cual parece comparativamente inmune la raza africana, se propaga cada dos 6 tres años á lo largo de las riberas del gran río, en cada vez algo más arriba que la anterior, habiendo llegado yá casi hasta Cairo, ciudad situada en la confluencia del Ohío, trescientas sesenta leguas arriba del mar; de suerte que si esta situación continúa durante un siglo, no sería aventurado sospechar que, por una inversión providencial de los propósitos humanos, esos magníficos territorios llegarán á ser el patrimonio de los oprimidos, y el antes teatro de la esclavitud, lugar de dolor y de lágrimas, el campo de regeneración, de libertad y de luz para los pueblos africanos. A la verdad, la industria y los capitales de los pueblos civilizados pueden mucho; el hombre puede modificar el aspecto físico de la superficie de la tierra, cambiar los climas y hacer habitables los lugares más inhospitalarios. Testigo de ello es el suelo de la Gran Bretaña, que los romanos habitantes de Constantinopla en el siglo IV no más de nuestra era, juzgaban habitable tan sólo por serpientes y espectros; prueba incontestable

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Será suelo fértil

de los prodigios del hombre es el suelo de Holanda, en donde se vive en lucha constante con el mar; pero para ello se necesitan siglos enteros de labor incansable. Algún día serán encajonadas las corrientes, hoy indomables, del "Padre de las Aguas", algún siglo después se abrirá lecho á las estancadas de los pantanos, y lo que hoy es centro de putrefacción y de miasmas, será suelo fértil en que el hombre blanco podrá fundar con seguridad hogares tranquilos; pero mientras llega ese día, quizás tan sólo los "hijos de la noche" podrán habitar en esa región; á lo menos sólo ellos podrán criar allí sus hijos, multiplicar su descendencia y fundar una nueva civilización... ¿Algo semejante á esta evolución no deberá ser el destino de la América tropical en las orillas del Atrato, del Magdalena, del Orinoco y del Amazonas ? . . .