NUESTRA HERENCIA

a nuestra comunidad, a nuestra parroquia, para Gloria de Dios”. INFORMACIÓN DE VIOLETA ROCHA. Omar Trinidad sirve aguas frescas el 15 de agosto, en el ...
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NUESTRA HERENCIA

LA SAL DE

NUESTRA FE S

in importar en que país latinoamericano estén afincadas las raíces de la creciente feligresía católica de origen hispano en la Diócesis de Dallas, la fe no es algo que ésta vive separadamente de la idiosincracia cultural. De acuerdo con los datos reportados por las parroquias en 2015, los hispanos son el 57.1% de los 1,3 millones de católicos, que viven en los nueve condados que cubre la Diócesis de Dallas. En este mes de la Herencia Hispana, Revista Católica explora esos elementos que configuran la identidad cultural de nuestras parroquias y su vínculo como símbolo de hermandad.

EN LA MESA CON DIOS

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acos, enchiladas; pambazos; pupusas; sopes; gorditas; quesadillas; tostadas; aguas frescas; raspados…son pocos ejemplos del festín culinario que convoca a los feligreses de cualquier parroquia hispana en Dallas, un domingo después de Misa. En la Iglesia de San Juan Diego, donde las cinco Misas dominicales convocan una participación de 6,000 fieles, la venta de comida en el kiosco exterior, es todo un mosaico cultural.

Cada domingo un grupo de cinco ministerios se encarga de cocinar y vender comida típica mexicana. Lo recaudado ayuda a solventar proyectos de la parroquia. “Nos hacemos más hermanos ayudándonos mutuamente”, dijo Clementina Puga, del ministerio Legión de María. “La comida muestra convivencia, compartimos nuestras tradiciones y convivimos en el amor de Dios”. Para los más jóvenes la comida facilita seguir conectados con su fe.

“Sabemos que el ambiente de unidad continúa después de Misa”, dijo Sandra Valtierra del grupo de jóvenes. “La comunidad se sienta a compartir la mesa en familia, y cuando no hay venta se siente muy desolado”. Para el diácono Ricardo Riojas, la venta parroquial, es también un motor que aviva la pertenencia a la Iglesia. “El apoyo de la comunidad siempre lo vemos cada domingo, cocine el ministerio que cocine.Una de las cosas que más sentimos al comprar ese platillo, es que estamos aportando a nuestra comunidad, a nuestra parroquia, para Gloria de Dios”. INFORMACIÓN DE VIOLETA ROCHA

Omar Trinidad sirve aguas frescas el 15 de agosto, en el kiosco de la parroquia de San Juan Diego en Dallas.

Cada domingo un grupo de cinco ministerios se encarga de la preparación y venta de tacos, enchiladas, fajitas, aguas frescas, pambazos y demás platillos mexicanos, para vender afuera de la Iglesia y solventar proyectos de esa comunidad. FOTOS POR ESPECIAL PARA RC/ BEN TORRES

BA RT RA M RC /K EV IN ES PE CI AL PA RA

Otras comunidades igualmente activas y numerosas entre la feligresía latina de Dallas, comparten su comida típica como una ofrenda en momentos significativos en torno a su fe. Es el caso de la comunidad salvadoreña que asiste a la parroquia de San Lucas en Irving, administrada por sacerdotes de la Congregación de Misioneros de San Carlos Borromeo, más conocidos como scalabrinianos. Este 7 de agosto cuando celebraron la fiesta del Divino Salvador del Mundo, lo hicieron cocinando las tradicionales pupusas, pero también dando espacio a otros grupos de fieles, para que compartieran platillos propios de su país de origen. En el convivio se vendieron pupusas salvadoreñas, pero también pudim de Brasil y sopes de México. “Lo hacemos con voluntad y amor. Preparando pupusas trabajamos para Dios; en El Salvador este es el platillo tradicional con el que se benefician muchas familias y aquí también”, dijo María González. Aunque Elsa Castillo dejó atrás El Salvador hace 36 años, no olvida sus raíces, ni permite que el lazo de éstas con su fe, desaparezca. “Crecí viendo a mis abuelos preparar pupusas y aquí nos esforzamos por darle el sazón con el que nos identificamos como salvadoreños”. “La comida une a la gente. Jesús nos enseñó a compartirla. Es un símbolo de amor, gente y fiesta. Aquí en nuestra parroquia también crea un ambiente muy familiar”, opinó la brasileña Natalia Mira.

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PROCESIONES Y SANTOS

Jovencitas vestidas con trajes típicos salvadoreños, cargan una imagen del beato Oscar Romero, en la procesión del Divino Salvador, celebrada el domingo 7 de agosto.

Información de Violeta Rocha.

Cada principio de agosto la comunidad salvadoreña celebra en Irving a su santo patrono con una Misa, procesión y degustación de comida típica. REVISTA CATÓLICA • SEPTIEMBRE 2016

Fieles cargan el anda con la imagen del Divino Salvador del Mundo, al interior de la parroquia de San Lucas, el 7 de agosto en Irving.

MÚSICA Y DEVOCIÓN La Catedral Santuario de Guadalupe, que ostenta el segundo lugar como congregación católica hispana más grande del país y es el templo madre de la Diócesis de Dallas, se convirtió hace 25 años en el hogar de un ministerio musical muy enraizado en la identidad cultural mexicana. El Mariachi Reyes de Dallas acompaña todos los domingos desde 1991, la Liturgia durante la Misa de las 2:30 p.m. “Hemos crecido muy satisfechos de cantarle a Dios y le damos gracias porque nos ha mantenido fieles a la Iglesia”, contó el director del Mariachi, Floriberto Jamaica, originario de Guanajuato. Entre sus ocho integrantes actuales, el Mariachi Reyes de Dallas tiene dos guatemaltecos y un hondureño. “Es algo maravilloso; algo divino, poder compartir la herencia hispana a través de la fe. Para todos en el Mariachi es un orgullo, un gusto cantarle a Dios que nos da todo y a nuestra madre, la Virgen de Guadalupe”, dijo el hondureño José Rodriguez que toca trompeta, guitarrón y violín. Aunque ya con 25 años de ministerio, la participación del Mariachi en la Liturgia dominical, no se ha limitado a las generaciones mayores. Saúl Flores, de 17 años, se siente orgulloso de poder ‘orar a través de la música tradicional mexicana’. “Es muy importante tener nuestra identidad cultural. Aunque no nací en México puedo decir: ’yo toco mariachi y estoy orgulloso de tener raíces mexicanas’”, dijo Información de Violeta Rocha.

REVISTA CATÓLICA • SEPTIEMBRE 2016

DANZA Y JUVENTUD En la expresión de la religiosidad popular mexicana, la danza típica tiene un lugar especial.. En la parroquia de Santa Mónica, el ministerio hispano coordinó entre julio y agosto, el trabajo de dos voluntarios que organizaron un programa de verano, para que niños y jóvenes aprendieran danzas típicas de México. Los pequeños de 6 a 8 años aprendieron bailes de los estados de Michoacán, Jalisco y Oaxaca, entre otros. Gracias a ello los pequeños danzantes—cuya presentación final fue el 14 de agosto—, se acercaron más a la Iglesia desde sus raíces culturales. “He aprendido que hay bailes que no son solo para divertirse, sino

que tienen un significado religioso”, dijo Camilla Loera. Ella aprendió las danzas de Los Moros, de La Pluma, y el Bolonchón. Su compañera Marisina García dijo que “me gustó ver como se hace el baile, pero también aprender más de la religión de Los Moros”. Tacho Dimas, oriundo de San Luis Potosí y activo miembro del Ministerio Hispano, fue uno de los coordinadores. “Cuando vez a los niños con su vestuario el día final, te das cuenta que tal vez no hay perfección, pero sí hay alegría de lo que han cumplido”, expresó. Información de Anahí Pérez Faz Niños y jóvenes del ballet folklórico de Santa Mónica caminan a la cafetería el domingo 14 de agosto, para dar una presentación de danzas típicas mexicanas.

REVISTA CATÓLICA • SEPTIEMBRE 2016

Yahir López danza con otros niños y jóvenes del ballet folklórico de Santa Mónica, el 14 de agosto.

VEA EL VIDEO DEL BALLET FOLCLÓRICO DE SANTA MÓNICA EN NUESTRA PÁGINA DE FACEBOOK

Mariana García (centro) lidera el grupo que da una muestra de las danzas típicas mexicanas, el 14 de agosto en la Iglesia de Santa Mónica.

REVISTA CATÓLICA • SEPTIEMBRE 2016