MONOGRAFIA DE FILOSOFIA DE LA HISTORIA

1 Immanuel Kant (2006). Ideas para una historia universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre. Filosofía de la Historia. Pág. 15. 2 Kant, Immanuel.
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LA IDEA DE NACIÓN EN  ALBERDI Y SARMIENTO 

BAJO EL INFLUJO DE LOS  PARADIGMAS ILUMINISTA  Y ROMÁNTICO

Profesor: • Eduardo Ruiz Pesce Alumna: • Ruth Isa

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Universidad Nacional de Tucumán Facultad de Filosofía y Letras Cátedra de Filosofía de la Historia Año 2012 LA IDEA DE NACION EN ALBERDI Y SARMIENTO BAJO EL INFLUJO DE LOS PARADIGMAS ILUMINISTA Y ROMÁNTICO

RESUMEN En este trabajo se abordó la idea de Nación en dos pensadores argentinos del siglo XIX: Alberdi y Sarmiento. Para ello se analizaron las obras de Vico, Kant y Herder a los que se consideró como representantes de los dos grandes paradigmas que influyeron en los argentinos, el Iluminismo y el Romanticismo. Finalmente, se concluyó que el relato de la nación argentina que se construyó no fue homogéneo pues las influencias de nuestros intelectuales fueron variadas. Sin embargo, se observó que los argentinos compartieron un objetivo pese a las diferencias de sus métodos: la destrucción de todo lo “bárbaro” para construir una civilización próspera, es decir para que la Nación avanzara hacia el progreso. Palabras clave: nación, Alberdi, Sarmiento, Vico, Kant, Herder, Iluminismo, Romanticismo, civilización, barbarie, progreso.

INTRODUCCIÓN 2

En el siguiente trabajo se abordará la cuestión del proyecto de la construcción de nuestro país desde los paradigmas Iluminista y Romántico, para ello se hará hincapié en la idea de Nación vista desde ambas perspectivas: Nación Ilustrada y Nación Romántica. Con tales fines se tomará de base a dos pensadores alemanes representantes de dichas corrientes, Kant y Herder respectivamente y cómo concibe cada uno de ellos el concepto de Nación. También se abordará las ideas de Vico, otro pensador clave. Luego, en la segunda sección de este trabajo, se analizará cómo las ideas de estos filósofos influyeron en los autores argentinos Alberdi y Sarmiento, quienes se sirvieron de sus pensamientos para establecer cada uno la visión de país que consideraban pertinente construir.

Para ello se analizarán, por un lado, la

evolución de las ideas del tucumano a través de dos de sus obras, Fragmento preliminar al estudio del derecho (1837) y Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852). Y por otro lado, se analizará la obra Facundo, donde el sanjuanino vierte sus principales ideas, que marcarán el destino de la nación mediante la dicotomía de «civilización y barbarie». El desarrollo de este trabajo gira en torno al enfrentamiento que sostuvieron Alberdi y Sarmiento con respecto a la visión que cada uno tenía de «Nación», pues basándose en ideales opuestos estos hombres habrían de marcar el destino de la Argentina y muchos de sus males. El objetivo de este trabajo es determinar si uno de los dos modelos de nación se impuso sobre el otro o si, finalmente, la nación que se instauró fue el resultado de la tensión entre ambos paradigmas tamizado por las características socio-políticas

locales y los aportes genuinos de los dos

pensadores argentinos.

LA ILUSTRACIÓN DE KANT El aporte de Kant a la filosofía de la historia es pequeño en cantidad de obras pero fundamental en su impacto pues influirá en pensadores posteriores que son muy importantes como Marx y Hegel. La idea clave de Kant con respecto a la filosofía de la historia aparece en su texto Idea para una historia

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universal en clave cosmopolita, donde vemos su concepción histórica de base aristotélica. Considera que existe una fysis, es decir una esencia que se despliega y que contiene en sí tanto la necesidad como las leyes básicas del desarrollo. El proceso de desarrollo finalmente alcanzará su fin o entelequia. Estas ideas son interpretadas por Kant, como una visión progresiva de la historia, lo cual no proviene de la cultura griega. Para este filósofo, existe una ley inmanente del progreso, la cual es dictada por la necesidad de la naturaleza de alcanzar sus fines y rige la historia de la especie humana (que solo en apariencia es absurda y caprichosa), y la hace elevarse “desde el nivel inferior de la animalidad hasta el nivel supremo de la humanidad” 1. Según Kant, el hombre, como especie, comparte un destino, un telos. “Todas las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez completamente y con arreglo a un fin […] En el hombre aquellas disposiciones naturales, que tienden al uso de la razón, deben desarrollarse por completo en la especie, más no en el individuo” 2. Es por este motivo que Kant considera que los individuos e incluso los pueblos sólo son instrumentos inconcientes de la Naturaleza y que, persiguiendo cada unos sus fines, contribuyen al fin Universal de la misma. Para el filósofo de Königsberg la historia consta de tres fases, comenzando por el estado de animalidad, pasando por un largo desarrollo lleno de conflictos y luchas para llegar al fin de la historia, que será un estado de perfección que el mismo Kant define como quiliasmo, un sinónimo (de raíz griega) de milenio. Así, Kant considera que existe una ruptura entre lo humano y lo animal y otorga una gran valoración al ámbito humano y a lo que el hombre produce, principalmente a lo que califica como la creación humana más importante: la sociedad justa. “El problema mayor del género humano (…) consiste en llegar a una Sociedad Civil que administre el derecho en general” 3. Es importante destacar que considera que el hombre, inicialmente en estado de mera animalidad y sometido a los instintos, rompe con la Naturaleza gracias a su Razón e instaura una «segunda naturaleza»: la Sociedad Civil, una institución jurídico-política. El proceso de humanización del hombre, es decir, de su auto 1

Immanuel Kant (2006). Ideas para una historia universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre Filosofía de la Historia. Pág. 15. 2 Kant, Immanuel. Op. Cit. Pp 5, 6. 3 Kant, Immanuel. Idea, p. 48.

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constitución en un ser moral y libre, se da en el curso de la historia, la verdadera historia comienza con el primer paso desde esta animalidad hacia la moralidad o, lo que es lo mismo, con la irrupción de la libertad, que saca al hombre de la existencia meramente instintiva propia del estado puro de naturaleza. Y para Kant, el motor de la historia no es simplemente un mecanismo natural, aun cuando se origina en la naturaleza, sino que es propiamente un proceso político-social. Mayos Solsona señala que según el filósofo prusiano hay tres posibilidades para salvar los intereses de la humanidad: en primer lugar, habla de una «intención de la Naturaleza» que proyecta el antagonismo de las disposiciones humanas, es decir la lucha que existe dentro del hombre entre su inclinación a vivir en sociedad y su inclinación a aislarse. Los hombres, movidos por esta contradicción, terminan instaurando un orden jurídico y social. Surge, entonces, “una constitución civil republicana, representativa y con separación de poderes. Ésta hará, para Kant, la función del soberano y salvaguardará el derecho de todos, sin depender de una única persona sino, exclusivamente, del imperio de la ley”4. La segunda posibilidad, que aparece en Si el género humano, es la confianza que tiene Kant en la facultad humana de hacer el bien, la cual llevará a la humanidad hacia un progreso. Finalmente, la tercer posibilidad es la capacidad moral y de influencia de los hombres ilustrados, los cuales deben, con ayuda de su razón, educar y convertir a los demás hombres que aún no son ilustrados, especialmente a los gobernantes. De este modo se podrá alcanzar el anhelado progreso humano. Con respecto a las consideraciones de este filósofo en relación al tema de este trabajo, cabe decir que no utiliza el término Estado sino que prefiere usar el de «sociedad civil» o «constitución civil». Así, concibe al Estado como un organismo de orden superior el cual debe expresarse por medio de una constitución republicana y con división de poderes, además debe adherir a los principios de la Revolución Francesa: «Libertad, Fraternidad e Igualdad». Así afirma que “La constitución civil de todo Estado debe ser republicana” 5 para poder asegurar la paz perpetua. Sin embargo, Kant cambia el concepto de «fraternidad»

que

alude

a

una

unión

mítico-sentimental, por el

de

4

Mayos Solsona Gonçal. Ilustración y Romanticismo; introducción a la polémica entre Kant y Herder, p. 276. 5 Kant, Immanuel. La paz perpetua, p. 315 .

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«dependencia» que es un concepto meramente formal y jurídico. Señala que hay una dependencia común de los hombres a una misma legislación. Kant cree que la situación que antecede al Estado es de caos y anarquía por eso es que los hombres se agrupan para constituir el Estado por medio del contrato original. Dicha entidad de nivel superior es ya «persona moral» y no consiste sólo en la suma de sus individuos sino que encarna la moralidad de un pueblo y su voluntad jurídica. El Estado “es la forma que estructura un colectivo de individuos y lo transforma en sociedad, al mismo tiempo que convierte a los individuos en ciudadanos o sujetos de derecho” 6. Además trasciende tanto al soberano como a sus ciudadanos pues no es patrimonio de ninguno de ellos. Los Estados, que tienen su carácter propio, mantienen relaciones entre sí, del mismo modo que lo hacen las personas, lo cual hace necesaria la existencia de una Sociedad Cosmopolita para administrar el derecho entre ellos. Otro elemento que señala Kant es que, al igual que los hombres, los Estados parten de un estado de naturaleza que se caracteriza por la guerra de todos contra todos, el deseo de poder y los intereses egoístas que son movidos por las pasiones. Para superar la naturaleza, los Estados deben agruparse y constituir una Sociedad de Naciones para poder darse un derecho, pues sólo así evitarán las luchas continuas. Esto nos lleva al siguiente punto, lo que Kant concibe como nación. El filósofo no hace una clara distinción entre «Nación» y «Estado» sino que tiende a identificar ambos conceptos, aunque da al primero un sentido más sociológico y al segundo un sentido más jurídico. Kant tiene una concepción ilustrada de nación y lo concibe como un concepto abstracto que reúne a todos los ciudadanos en la medida que son ciudadanos. Es decir, la nación es la abstracción sociológica del conjunto de ciudadanos de un Estado. De este modo, para Kant es la nación quien posee la soberanía, y el Estado es quien la administra y representa, ya que su función es jurídico-institucional.

EL ROMANTICISMO DE HERDER

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Gonçal, Mayos Solsona. Ilustración y Romanticismo; introducción a la polémica entre Kant y Herder, p. 300

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Herder es conocido por ser el precursor del nacionalismo, el romanticismo y el historicismo y por su firme postura antiilustrada. Se opone a la idea ilustrada de «razón» ya que considera que al hombre como un organismo complejo que no puede ser fragmentado. La razón no es algo que se presente aislada, está unida al lenguaje pues no se puede pensar sin lenguaje. A su vez, el hombre tampoco se presenta aislado sino que está íntimamente conectado con su entorno y su contexto. Por lo tanto, Herder da mucha importancia al lenguaje, el cual no es para él un mero instrumento, sino un elemento que nos constituye, es gracias al lenguaje que podemos transmitir las ideas y comprender a los pueblos al adentrarnos en sus producciones y tradiciones. Sin embargo, para el filósofo alemán es más importante el lenguaje en las etapas primitivas de un pueblo, pues éste es el que contiene más intacto su espíritu, el cual se va perdiendo a medida que el lenguaje se vuelve más reflexivo. “Quien refina excesivamente la lengua de una nación le quita el gusto y corrompe el instrumento racional de esa lengua”7. Lo cual es un claro ataque a Kant y su estilo lógico riguroso con el que no concuerda. Así, considera que el lenguaje es el elemento esencial para el estudio de las sociedades y cree que la historia debe ocuparse de las mismas y no de las proezas de los individuos. Un gran aporte de Herder es la idea de que los valores de los distintos pueblos no pueden ser medidos por categorías universales, pues cada uno de ellos se caracteriza por sus puntos de vista, sus estilos, tradiciones y lenguaje. Así, una cultura sólo puede ser comprendida y juzgada en términos de su propia escala de valores y no desde los de la cultura hegemónica. Aunque debe aclararse que no es que Herder crea que no existen características que son comunes a todos los hombres en tanto hombres, sino que sostiene que son las diferencias y particularidades de los pueblos, las que determinan sus identidades. Acá cobra importancia el concepto de pertenencia, pues pertenecer a una cultura o grupo significa pensar y actuar de una manera concreta a la luz de los valores particulares del grupo en cuestión. Por eso, es necesario reconocer que todas las sociedades poseen sus propias formas de pensar, de sentir, de actuar, etc., motivo por el cual Herder se opone a la existencia de una escala de valores absoluta y universal con las cuales medir a las civilizaciones. 7

Herder, Johann Gottfried Von. Metacrítica. Pág. 371.

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Estas consideraciones nos acercan al concepto de nación. Herder, a diferencia de Kant, distingue claramente entre el concepto de «nación» y el de «Estado». El segundo “es el cuerpo jurídico-institucional que se superpone y debe expresar jurídicamente de manera explícita las relaciones espontáneas y naturales que configuran la nación y unen a los ciudadanos en tanto que tales y en tanto que miembros concretos de una comunidad” 8. Mientras que tiende a identificar a la «nación» con el «pueblo». El concepto de nación de Herder se constituye a partir de dos modelos: el biológico y el filológico. El primero parte de la etimología del concepto de modo tal que considera como pertenecientes a una nación a todos aquellos hombres nacidos en un determinado territorio y de ciertos padres. Este concepto está influido por la idea de que las naciones están determinadas por las características físicas, geográficas y climáticas que poseen. “Se piensa la nación como una planta que crecerá y será muy diferente según el suelo en que enraíza” 9. Es decir, la nación es vista como un organismo vivo que imprime su impronta en los individuos que habitan en ella y que es determinada, a su vez, por los mismos. El concepto filológico viene dado por la alta valoración que Herder otorga a las antiguas poesías germánicas, a los textos bíblicos, a la lengua, a las tradiciones, a los cuales considera como «constitucionales» de las naciones. Es decir, dichos elementos son lo que representan más profundamente a una nación pues en ellos está expresado el espíritu del pueblo. De lo anteriormente expresado se puede ver que la nación es previa a la estructura jurídica y política. “La nación es una unidad más básica que aúna lengua, literatura, tradición y cultura, y que tiene un alma cultural y absolutamente individual” 10. Para Herder, la concepción ilustrada de nación es negativa pues para afirmar al Estado y sus instituciones jurídicas se tiene que negar el espíritu de los pueblos. Considera que la base del Estado es la conquista, la historia de los Estados es la historia de la violencia. La naturaleza crea naciones no Estados. El Estado es un medio para la felicidad de un grupo y no para la felicidad de los hombres en cuanto tales. Además, cree que el Estado es un instrumento artificial que constituye una

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Mayos Solsona, Gonçal. Ilustración y Romanticismo; introducción a la polémica entre Kant y Herder. Pág. 301 9 Mayos Solsona, Gonçal. Op. Cit. Pág. 303 10 Antoni, Carlo. L’historisme. Pág. 54

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amenaza para la nación, sin embargo piensa que ésta jamás puede ser derrotada. El Estado no podrá sustituir nunca a la nación.

GIAMBATTISTA VICO Vico fue un filósofo muy importante cuyos aportes son indispensables para la Filosofía de la Historia. Criticó la noción cartesiana de claridad y distinción de las ideas como criterio universal de la verdad. Sostenía que esto funciona en la matemática ya que es un constructo humano. De esta idea concluye que lo único que podemos conocer realmente son los objetos que nosotros, los humanos, hemos creado. No ocurre lo mismo con los elementos de la Naturaleza ya que éstos no fueron creados por nosotros sino por Dios. Acá surge la famosa sentencia viquiana “La verdad (verum) y lo hecho (factum) son convertibles”. Como consecuencia de estas afirmaciones, Vico establece una separación entre el mundo de la naturaleza y el mundo de los hombres y afirmará que, como no hemos creado la naturaleza, no podemos conocerla, en cambio si podemos conocer el mundo del hombre puesto que ha sido creado por nosotros. Las leyes humanas, la sociedad, el lenguaje, la literatura, etc., son todas obras del hombre y como tales podemos comprenderlas. Vico vuelca estas ideas en su obra Ciencia Nueva y con la distinción que establece se hace posible comprender el origen y la historia de las naciones. Para Vico existe una historia ideal eterna sobre la que transcurren las historias

de todas las

naciones. Vico critica a la idea de hombre planteada por el contractualismo pues lo establecen como algo estático y ahistórico. Por eso, su propuesta es mucho más dinámica. Sostiene que los hombres hacen su historia y modelan su propia vida en respuesta al entorno físico que los rodea y también en función de los diferentes problemas que se les van presentando. Un modo de conocer a este hombre histórico es por medio de su lengua, su mitología y sus tradiciones antiguas. A su vez, todos estos elementos determinan, según Vico, la estructura social, política, religiosa y legislativa de los pueblos. Otro aporte importante del filósofo italiano es su distinción de la historia en tres períodos o edades. La primera es la «edad de los dioses» es teocrática y sacerdotal y está dominada por los sentidos y el lenguaje poético; la segunda, 9

la «edad heroica», ganada por la arbitrariedad y la violencia; y la tercera es la «edad humana», que es razonable y moderada. Cada una de estas edades, también consideradas como de la infancia, la juventud y la madurez; poseen una unidad de estilo y una correspondencia coherente en todas las formas de sus manifestaciones, desde las estructuras de gobierno hasta los modos de expresión. Pero estas edades no se siguen unas tras de otras de manera azarosa sino según un modelo, de modo que cada época surge de su predecesora. Así, todas las historias particulares de los pueblos recorren estas tres edades pero cuando se llega a la última etapa no se cierra o termina la historia, pues existe un continuo renacimiento de los pueblos.

EL PROYECTO NACIONAL DE ALBERDI El tucumano tuvo una producción muy prolífica pero no puede ser clasificado en algún estilo específico pues sus influencias son variadas y, además, porque hubo una evolución en su pensamiento desde sus obras tempranas hasta las del período de madurez. Así, encontramos en Alberdi influencias de autores como Kant, Herder y Vico entre otros. De cada uno de ellos toma ideas importantes, las cuales constituyen la base del pensamiento que se observa en sus obras. Sin embargo, Alberdi desarrolló un pensamiento genuino, el cual estaba determinado por las condiciones socio-históricas de la época en la que vivió. Alberdi creía firmemente en la idea de progreso, legada por el Iluminismo y éste, para el abogado consiste en marchar hacia formas más altas de civilización, es decir de convivencia pacífica y productiva. Esto sólo se consigue resolviendo los problemas de los destinos nacionales. En este sentido se puede ver dos elementos en Alberdi, uno romántico y el otro ilustrado, los cuales se encuentran enlazados en su pensamiento. Si bien asumió el legado del progreso de la Ilustración, al mismo tiempo, también reconoció el rol de la voluntad y del espíritu del hombre. Además, Alberdi pertenecía la generación romántica del ’37 para la cual la historia era racional, seguía un plan trazado por la Providencia, de modo que la civilización y el progreso eran resultados naturales de su conducción. Estos hombres pensaban que el curso de la historia dependía de una ley universal de movimiento progresivo hacia el 10

camino de la perfección. Aún así, el hecho de que esto se cumpliera o no también dependía de leyes de localización, ya que, si bien todos los pueblos deben desarrollarse necesariamente, cada uno lo hace a su manera y a su tiempo. Esto pone de manifiesto la importancia que tiene cada pueblo en el desarrollo histórico. En síntesis, la marcha de la historia está condicionada por dos factores: la ley progresiva del desarrollo humano y las condiciones propias de la nacionalidad. En este aspecto vemos la influencia herderiana junto a la influencia Ilustrada. Alberdi no solo reconoce la necesidad del progreso sino también considera que el desarrollo de dicho progreso ocurre de acuerdo a leyes de tiempo y espacio, es decir, que cada pueblo lo hace a su propio ritmo. La obra más temprana de Alberdi es Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho, la cual busca indagar en la naturaleza filosófica del derecho y reconoce que el elemento jurídico de un pueblo es tan importante como los elementos económicos, artísticos, religiosos y filosóficos. En este sentido, podemos observar una influencia de Herder, es decir, en su concepción organicista de la sociedad. La sociedad es un todo orgánico y la totalidad resulta de la combinación armónica de sus partes.

En esta primera obra,

Alberdi le otorga un importante papel a la filosofía de la historia, la considera como la disciplina que estudia “la teoría de la vida de un pueblo” 11. Además, considera que la filosofía en general tiene una participación fundamental en la construcción

y

organización

de

la

nación.

Esto

nos

acerca

a

las

consideraciones que tenía el tucumano sobre la noción de Nación. Consideraba que la Argentina debía tener una constitución adecuada a las necesidades del momento y no ser una imitación de otras constituciones de otros países, que diferían en su situación social, económica y política. Sólo así sería posible la emancipación y el progreso. “Depuremos nuestro espíritu de color postizo, de todo traje prestado, de toda parodia, de todo servilismo. Gobernémonos, pensemos escribamos y procedamos en todo, no a imitación de pueblo ninguno de la tierra (…) sino exclusivamente como lo exige la combinación de las leyes generales del espíritu humano con las individuales de nuestra condición nacional”12. 11 12

Alberdi, Juan Bautista, Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho, prefacio. Pág. 18. Alberdi, Juan Bautista. Op. Cit. Pag. 47

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Para Alberdi, la civilización se logrará en la medida en que desarrollemos una identidad propia, así nuestra nación será civilizada solo si alcanza una conciencia nacional en vez de utilizar modelos ajenos. Lo importante es buscar objetivos propios, acordes a la situación socio-política. Acá, vemos una nueva influencia de Herder, ya que Alberdi considera a la lengua de suma importancia, tanto que cree que es un elemento inherente de cada Nación y que es el pueblo el que fija su lengua, así como fija su ley. De acá que considere que la soberanía y la independencia consistan en tener lengua y normas propias, además de una identidad nacional. Es en este punto donde entra la filosofía, pues ella es la encargada de la reflexión que habrá de llevarnos, mediante la razón, a dar dicha identidad. Puede verse también, la fuerte influencia de la Ilustración en Alberdi, pues la relación entre la emancipación y la razón es una idea Ilustrada. La emancipación resulta luego de un largo proceso de civilización y el autor que nos ocupa distingue entre dos formas de emancipaciones: la primera; material que ya se dio durante cuando declaramos la Independencia de España, la segunda; espiritual e intelectual, es la que aún se debe conseguir. En consonancia con la idea de desarrollar una identidad nacional, es importante señalar que, según Myers, este es el problema de la construcción de la «Nación» y esta es una cuestión que se intensificaba en un país nuevo como el nuestro, por la indefinición propia de un Estado de creación reciente 13. Por otro lado Alberdi también recibió la influencia de Vico, quien distingue, como se dijo antes, tres edades en la historia. Del mismo modo, Alberdi cree que todos los pueblos pasan por diferentes edades y que esto es lo que marca su evolución hacia el progreso. El argentino diferencia las siguientes edades: teocrática, feudal, despótica, monárquica, aristocrática y democrática. Estas edades son independientes de los pueblos y todos ellos deben atravesarlas necesariamente para poder alcanzar el progreso al cual se llega en la última etapa, la republicana. Todos los pueblos han pasado por estas edades y los más civilizados son los que han llegado a constituir repúblicas. Si bien este movimiento comenzó en Europa, es en América donde se realizará de manera completa, ya que los pueblos de América son los herederos de las ideas 13

Myers, Jorge. La revolución en las ideas: La generación romántica de 1837 en la cultura y en la política Argentinas. Cap X.

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europeas del Siglo XVIII. Sin embargo, Alberdi cree que este objetivo de los pueblos americanos debe hacerse siguiendo un camino propio, por eso plantea la necesidad de una filosofía que se desarrolle en base a las necesidades sociales y situaciones específicas de nuestros pueblos. Considera que esto es necesario porque los problemas de la filosofía siempre han sido pensados por hombres situados en un determinado momento de la historia. Y la filosofía es la disciplina que se encarga de reflexionar sobre distintas cuestiones, entre ellas las formas de organización de las personas y sus recursos. Dado que estos problemas acercan la filosofía a la política, la disciplina filosófica no es meramente especulativa sino que se aplica al campo de acción y se compromete con la realidad social. “Así, la discusión de nuestros estudios será más que en el sentido de la filosofía especulativa, (…) en el de la filosofía de la aplicación, de la filosofía positiva y real, de la filosofía aplicada a los intereses sociales, políticos, religiosos y morales de estos países” 14. Se puede ver, así, como para Alberdi la filosofía tiene un papel fundamental en el desarrollo de las naciones y en su progreso. En obras más tardías de Alberdi, como ser Las Bases, su pensamiento primordialmente romántico se vuelve ilustrado. Sin embargo, el Alberdi más maduro de Escritos Póstumos retomará cierto romanticismo como se ve en su lucha contra la oligarquía porteña, en su defensa del federalismo contra Bs. As., etc. Así, mientras que en su juventud aparece una idea de Nación reivindicando lo propio del suelo americano, en su madurez se encuentran los fundamentos de su idea de Estado. En este período ve que el problema principal que enfrentaba la Argentina era la falta de población y esto era algo determinante pues suponía que el país debía devenir no solo en Nación sino en Estado, de modo que Alberdi expresó la necesidad de fomentar la inmigración promoviendo

la

tolerancia

para

lograr

la

convivencia

pacífica

y

el

aseguramiento de los derechos civiles de los inmigrantes, equiparándolos a los de los ciudadanos nacionales. Por otro lado, era necesaria la instalación de ferrocarriles que unieran los puntos distantes del territorio nacional y que permitiera, de este modo, la inmigración interna y la unidad política como así también el alcance del poder central a todas partes. “La unidad política debe

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Alberdi, Juan Bautista, Escritos Póstumos, Tomo XV Pág. 610.

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empezar por la unidad territorial y sólo el ferrocarril puede hacer de dos parajes separados por quinientas leguas un paraje único” 15. Además, tenía un objetivo unificador de la Constitución que mediara entre el localismo y la República Argentina. Por eso, la forma de organización que propuso en Las Bases fue un modelo mixto, que uniera elementos federales y unitarios. Creía que era necesario un gobierno autoritario pero no arbitrario, un gobierno general dividido en tres poderes (ejecutivo, legislativo, y judicial) que de cierto lugar a las soberanías locales pero sin otorgar demasiado margen de libertad. Para Alberdi, sólo el poder ejecutivo era capaz de llevar adelante las medidas necesaria que empujaran hacia el progreso a la Nación. LA IDEA DE NACIÓN SARMIENTINA La figura de Sarmiento da lugar a polémicas pues siempre surgen las voces de defensores y detractores. Su pluma fue altamente violenta, reflejo de su fuerte personalidad. Mientras que Alberdi puede ser descripto como Ilustrado en su carácter, ya que en él primaba la racionalidad y la templanza, por otro lado, Sarmiento tenía una personalidad que era guiada por las pasiones, sobre todo a la hora de debatir o discutir. Sin embargo notamos rápidamente una contradicción pues el pensamiento de Sarmiento refleja claramente la presencia de la Ilustración, sobre todo con respecto a la idea de progreso de la nación. Esto lleva a la conclusión de que el sanjuanino también recibió la influencia de ambos paradigmas, el Romántico y el Iluminista. La fe en el «progreso universal» determina en gran medida su concepción de nación. Así, la construcción de la “identidad nacional” se centrará sobre todo en dos aspectos fundamentales: primeramente determinar qué elementos del pasado debían ser elegidos, preservados y exaltados como aspectos constitutivos de la nacionalidad y en segundo término, diseñar el modelo de la Argentina liberal y moderna que se estaba gestando. “La nueva nación estaba aún por gestarse, era una tarea a realizar, a ser conformada a través de la historia16. Por ello, la principal tarea de los intelectuales de la época se enfocaba en dicha construcción de la identidad nacional y en la forma de gobierno que vendría asociada a esta. Tanto el autor de las Bases como el del Facundo consideraban necesaria la institucionalización de un gobierno a través 15

Alberdi, Juan Bautista. Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. Pág. 243 16 Sarmiento, Domingo Faustino, Argirópolis. Pág. 104.

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de una serie de reglas establecidas por un Congreso general constituyente. Más aún, se referían a la elaboración de una nueva constitución que priorice las necesidades de la nación que se iba a construir. Esto remite a los modelos a seguir, por su parte, Sarmiento tenía en gran estima el modelo estadounidense por sobre el europeo. Entre las obras en las que elogió el modelo de EE.UU., se encuentra Argirópolis, en la que se refiere varias veces a aquel país como “el país más poderoso y que asegura libertad, independencia y riqueza”17.

La forma de gobierno que defiende Sarmiento

varía a lo largo de sus obras: primero, en el Facundo, defendió un gobierno nacional unitario por medio de explicación geográfica. Luego, en Argirópolis pasó por alto este tema y propuso directamente una forma de gobierno federal y el objetivo era la convocatoria del Congreso. El proyecto que esbozó en esa obra planteaba la creación de una confederación de provincias. Para Sarmiento la idea de nación era un proyecto a futuro, es decir, una meta histórica que recién será alcanzada cuando el elemento universal (civilización europea) y el elemento particular (idiosincrasia americana) encuentren por fin una “síntesis” superadora de la antinomia. Cobra acá gran importancia el elemento racial, que estará fuertemente ligado a la idea de nación y que lleva al sanjuanino a distinguir la Argentina entre la civilización urbana y la barbarie rural. Domingo Sarmiento afirma en su obra Conflictos y armonías de las razas en América: "¿Somos europeos? ¡Tantas caras cobrizas nos desmienten! ¿Somos indígenas? Sonrisas de desdén de nuestras blondas damas nos dan acaso la única respuesta. ¿Mixtos? Nadie quiere serlo, y hay millones que ni americanos ni argentinos querrían ser llamados” 18. Al igual que Sarmiento, muchos autores de la época utilizan el termino raza pero ninguno da una definición del concepto ni explicita en qué sentido lo utiliza. Se confunde a menudo la raza con la nacionalidad, en otras ocasiones es la lengua la que permite hacer distinciones raciales pero casi en la mayoría de los casos el punto de referencia es el color de la piel. En dicha época se creía también en la existencia de razas superiores y otras inferiores. La raza superior era la raza blanca, la europea. Además esta raza era la civilizada y culta. Como 17 18

Sarmiento, Domingo Faustino, Op. Cit. Pág. 56. Sarmiento, D. F. Conflictos y armonías de las razas en América. Tomo I. Pág. 14.

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contrapartida, las razas inferiores eran la negra, la amarilla y las amerindias, las cuales eran bárbaras e incultas. Sarmiento estaba en esta línea, consideraba que el sujeto de la historia es el hombre europeo blanco pero no cualquiera sino el anglófono, el francés y también el estadounidense. Frente a ellos, el indio y el gaucho son bárbaros que hay que civilizar o eliminar para que la Nación progrese. Su ideal era llevar la civilización a todo el territorio argentino, por ello ve como principal objetivo a las pampas, símbolo de barbarie debido a su carácter indómito y vasto, además, ellas engendran a los caudillos y a los gauchos. Es por eso que deben ser dominadas para construir en ellas ciudades permitiendo, así, que la civilización progrese. Para Sarmiento la idea de civilización está ligada a la de libertad, él creía que la civilización hace al hombre libre, lo libera de su condición de bestia. Y, dado que el fin de la Nación debe ser perseguir el progreso, la manera de alcanzarlo era civilizando, es decir educando a los hombres, pues es la única manera de luchar contra la barbarie. Así, ya en 1845 Sarmiento determina el mal que aqueja a la Argentina: su vasto territorio “desierto”. Vio en la tierra argentina los males del país, “el mal que aqueja a la Argentina es la extensión”19. Con desierto se refiere, desde luego, a la falta de población europea blanca ya que no considera a los indígenas que habitaban dicho territorio más que como causas del retraso del país, los cuales debían ser eliminados. Sin embargo, el aspecto positivo de estas tierras ilimitadas era que constituían fuentes de recursos económicos que contribuirían al desarrollo y progreso de la Nación. Por otro lado, Sarmiento se lamenta de que Buenos Aires con su mirada hacia Europa, haya, sin embargo aceptado las leyes bárbaras de Rosas a quien veía como la encarnación del «espíritu de las pampas» y como un bárbaro nacido “en el fondo de las entrañas de la tierra20. En todas estas últimas ideas mencionadas surge fuertemente

el

componente Romántico. Ambos pensadores, Alberdi y Sarmiento, vieron a la inmigración europea como la solución a todos los males argentinos. Para crear la nación había que poblar el territorio con hombres aptos, con pobladores laboriosos. Y, para Sarmiento, la nación será el resultado de la victoria nal de 19 20

Sarmiento, D. F. Facundo; Civilización y Barbarie en las pampas argentinas. Bs. As. 2000 Sarmiento, D. F. Facundo, Op. Cit. Pág. 10

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las ciudades, es decir, de la civilización, o sea, del espíritu sobre la naturaleza; pero, como la naturaleza, en Sarmiento no es la arcilla maleable que creían los ilustrados, sino que es una naturaleza viva y bárbara, ella dejará sus huellas en la futura nacionalidad; así pondrá lo que de original y propio tenga la civilización argentina.

CONCLUSIÓN La pregunta que entronca toda reflexión acerca de la nación es ¿Q ué es una Nación? Y de ella se derivan muchas más ¿Es un ente que preexiste o es una construcción histórica? ¿Está determinada por elementos raciales y lingüísticos? ¿Las naciones modernas surgieron con la Ilustración o existían desde antes? Distintos críticos trataron este tema tomándolo desde diferentes perspectivas, algunos analizaron sus orígenes y otros el desarrollo de los nacionalismos en las sociedades modernas. Recién en la modernidad la idea de nacionalidad surge como un equivalente a la de integración social. La «esencia» de la Nación proviene de la autonomía y de la soberanía de los estados-nacionales. Así, algunos autores señalan que existen tres tipos de autarquías, las cuales son los cimientos sobre los que se asienta la soberanía de las naciones: la autarquía económica, la autarquía política y la autarquía “pasional” que corresponde al sentimiento nacional que unifica las identidades de las personas que habitan bajo un mismo territorio y que, conjuntamente, se consideran como pertenecientes a una determinada nación. Tradicionalmente, existe una tendencia a distinguir dos ideas modernas de nación. Una, que refiere al concepto herderiano del Volksgeist, el cual se desarrollará plenamente con el Romanticismo y tendrá ramificaciones preocupantes en los nacionalismos contemporáneos. La otra, se funda en los principios de la Ilustración y tendrá su realización en los relatos revolucionarios. Pero es importante preguntarse ¿se puede seguir marcando esta diferencia aún en nuestros días? La historiografía de la segunda mitad del siglo XX ha mostrado el anacronismo de aquellos relatos que pretenden señalar como las raíces de las naciones a la lengua y la raza, y también a los que ponen a las tribus antiguas como el origen de las naciones modernas. Es bien sabido en nuestro tiempo que toda nación es un producto histórico. Los pueblos y naciones se 17

inventan. ¿Tiene identidad la Argentina? Se necesitó de una ficción para ello. La Revolución de Mayo no marcó el origen de la nación argentina, sino que la construcción de la nación es producto de un largo proceso que sólo termina de consolidarse a finales del siglo XIX. La Republica Argentina se constituye y organiza a partir de Alberdi y Sarmiento. La construcción de la identidad nacional está vinculada al ideario desplegado por la generación del ’37. Es precisamente la generación romántica del ’37, de la que Sarmiento y Alberdi son figuras paradigmáticas, la primera en iniciar una reflexión conciente sobre la nacionalidad. Pero el relato de nación que construyeron los intelectuales que pertenecieron a ella no es unívoco ni homogéneo pues sus influencias fueron variadas. Tanto la Ilustración como el Romanticismo se hacen presentes en los pensadores de este período. Acorde a la mentalidad europea de aquella época, el componente racista tuvo mucho que ver en la construcción de la nación Argentina. Los hombres del ’37 se preocuparon por construir una Europa en Sudamérica y este proyecto exigía el exterminio de todo resto bárbaro para poder concretarse. Así, sobre la muerte del gaucho y del indio se intenta construir una nación europea que avance de forma inevitable hacia el progreso. Este último punto es lo que une a ambos autores, más allá de sus diferencias. Se enfrentan dos modelos: una República y una Democracia integradora. Alberdi proyectó una idea de Nación en la cual el modelo económico, el progreso, la civilización y el orden constitucional llevarían a la Nación hacia adelante y el medio que propuso fue la inmigración europea. Sarmiento, por su parte ideó un proyecto ambivalente de república que oscila entre el reconocimiento de los principios de soberanía del pueblo, y el rechazo del pueblo real. Así, la república es poco democrática, y la herencia de ese republicanismo será un orden político que se mantendrá como excluyente por largo tiempo. Sin embargo, ambos pensadores coincidían en que el objetivo principal era encaminar la Nación hacia el Progreso. BIBLIOGRAFÍA ALBERDI, Juan Bautista. Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina. Edición Valparaíso, Mayo 1852. ALBERDI, Juan Bautista, Escritos Póstumos, Tomo XV. Bs. As. 1900.

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Gottfried

Von.

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selecta,

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