Monkole, territorio para la esperanza

15 jul. 2017 - Monkole, territorio para la esperanza. Cuatro ginecólogos de la Clínica Universidad de Navarra, cinco estudiantes de Medicina y un periodista ...
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NAVARRA 21

Diario de Navarra Sábado, 15 de julio de 2017

Cuatro ginecólogos de la Clínica Universidad de Navarra, cinco estudiantes de Medicina y un periodista han trabajado durante 15 días en Monkole, un hospital impulsado por el Opus Dei en las afueras de la capital de la República Democrática del Congo

Monkole, territorio para la esperanza AINHOA PIUDO Pamplona

C

OMO médico, ha sido la experiencia más bonita y más impresionante que he tenido. Sobre todo, en la que me he sentido más útil”. La reflexión proviene de Luis Chiva de Agustín, jefe de Ginecología de la Clínica Universidad de Navarra desde octubre del año pasado. El especialista ha comandado una expedición de profesionales de la Clínica y de estudiantes de la Universidad de Navarra que han hecho una rotación de dos semanas en el hospital de Monkole, un centro impulsado por el Opus Dei en un suburbio de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo. El grupo, que permaneció allá entre el 3 y el 17 de junio, estaba integrado por cuatro ginecólogos. Además de Chiva, Matías Jurado Chacón, María Aubá Gueda y María Caparrós Cerdán. También por cinco estudiantes de Medicina de la Universidad de Navarra: Gloria Segura Duch, Itz Oiz Urriza, David Oliver Gutiérrez, Lara Núñez Santos y Marta Amann Arévalo. Con ellos viajó el periodista Borja Centenera Crespo, con el cometido de formar a la responsable de comunicación del hospital.

Desde la izda.: Luis Chiva de Agustín, Lara Núñez Santos, Marta Amann Arévalo, María Caparrós Cerdán, Christian (el chofer de Monkole), María Aubá Gueda, Matías Jurado Chacón, David Oliver Gutiérrez, Itz Oiz Urriza, Borja Centenera Crespo y Gloria Segura Duch, en la orilla del río Congo.

Vivencias imborrables Monkole está ubicado en los extrarradios de Kinshasa, en el barrio de Mont-Ngafula, donde la cifra del paro alcanza al 82% y la pobreza se dispara hasta unas tasas inimaginables. La trayectoria del hospital se remonta al año 1991 y es fruto del empeño de Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá de Balaguer. Desde sus orígenes, el Opus Dei da sustento a la actividad de este centro sanitario, especializado en el área de maternidad en un país donde la tasa de mortalidad materna multiplica por 1.000 la de España, especialmente por infecciones y sangrados en el postparto. “Muchas mujeres siguen dando a luz en casa y las maternidades que hay son tugurios donde hay dificultades incluso para coger una vía. Combaten la pérdida de líquidos en el parto con coca-colas”, recuerdan tres

Los estudiantes de Medicina David Oliver Gutiérrez, Itz Oiz Urriza y Gloria Segura Duch, con recién nacidos congoleños.

de los futuros médicos, que reconocen que la experiencia les ha dejado huella. “Allí me he dado cuenta de la importancia de tener todo el conocimiento que puedas en tu propia cabeza, porque nunca sabes cuándo lo vas a necesitar”, apunta Gloria Segura. “Sí, es necesario saber mucho para poder improvisar, algo que allí se hace continuamente”, apuntala David Oliver. Itz Oiz, por su parte, ha vuelto con una idea clara. “Allí hay que saber trabajar en equipo sí o sí, se necesita de todo el mundo, desde el médico hasta el traductor ”. Los 15 días que han pasado en el país africano han bastado para dejar en ellos recuerdos imborrables, algunos “tremendos”, duros de digerir. Ninguno olvida el caso de una mujer que llegó con un desprendimiento de placenta en su quinto mes de gestación. “La operación fue bien, pero vino tan tarde que se encontraba ya muy deteriorada. Murió y nos dejó muy tocados en nuestro último día allí”. Tampoco otra muerte “por desnutrición” de un niño, o las salas que algunos hospitales

(no el de Monkole) tienen para retener a las personas que no pueden pagar la atención que han recibido, porque en la República Democrática del Congo el sistema sanitario es privado y “se paga todo”. “Pueden pasarse allí meses, hasta que reúnen el dinero. Es terrorífico”.

A la búsqueda de fondos Para Chiva, Monkole es “un milagro”, “una señal de esperanza” para una comunidad azotada por la adversidad. El hospital, que conserva “la impronta europea” y mira a la Clínica Universidad de Navarra como “su referente”, realiza 80.000 consultas al año. Los pacientes también pagan algo, pero lo hacen en función de sus posibilidades, según una escala de tarifas que contempla tres categorías distintas. Para mantener este tipo de asistencia, Monkole necesita fondos. La ayuda se canaliza a través del proyecto Ebole (www.ebole.org), impulsado por la ONG de la Universidad de Navarra ONAY y la Fundació Montblanc.

Vinagre para detectar el cáncer de cuello de útero ● La visita ha servido para impulsa un nuevo protocolo para localizar lesiones peligrosas, que son tratadas si es necesario con crioterapia

En el plano médico, uno de los objetivos primordiales que tenía la estancia del equipo de la Clínica y la Universidad de Navarra era el de implantar en Monkole una estructura de cribado de cáncer de cuello de útero, el segundo con mayor incidencia en la mujer después del de mama y uno de los

más mortíferos. En los países del Primer Mundo, el diagnóstico se hace a través de la citología y la colcoscopia pero, a falta de la posibilidad de realizar estas pruebas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha elaborado una guía de prevención que contempla para los países en desarrollo un método técnicamente muy sencillo que ha demostrado su eficacia en la India o Costa Rica, entre otros. “Con un espéculo y vinagre se puede hacer un diagnóstico precoz de este tipo de

cáncer”, explica Luis Chiva. En concreto, aplicando ácido acético en el cuello del útero de la paciente, las posibles células precancerígenas se tiñen de blanco. Después, son tratadas con crioterapia (con frío). Con un programa de trabajo a tres años vista, la intención es que esta visita sirviera al menos para plantar “la semilla” del cribado. Y parece que se ha logrado. En las dos semanas que permanecieron allí, exploraron a más de 500 mujeres, hallaron un

buen número de lesiones y detectaron siete casos de cáncer (que son tratados con quimioterapia y, si hay respuesta, con una intervención posterior). “Los estudiantes se pusieron las pilas y parecían ginecólogos con 30 años de experiencia”, alaba Chivas. La sencillez del procedimiento permite, incluso, “la teleconsulta”. “Cualquier sanitario desde cualquier punto del país puede hacer la prueba y mandar la foto con su smartphone, porque allí también casi todo el mundo los utiliza, pa-

ra valorar la lesión”, apunta. De hecho, el hospital de Monkole, que ya ha empezado a practicar la crioterapia, ha recibido peticiones para que pacientes de otros hospitales sean derivados. “Lo fundamental es la prevención, detectar el cáncer en fases tempranas”. El material que se recopile será la base de la tesis de la directora del Servicio de Ginecología de Monkole, Céline Tendobi, que estuvo en diciembre en la Clínica Universidad de Navarra.