Mesas servidas para los más pobres

26 dic. 2008 - años por el movimiento San Egidio que ofreció ayer ... ron empanadas, fiambre con arroz y, de postre ... país desde 1998, ayudan a acercarse.
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CULTURA

Viernes 26 de diciembre de 2008

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FESTEJOS NAVIDEÑOS Y INICIATIVA DE LA COMUNIDAD SAN EGIDIO

Mesas servidas para los más pobres Unas 1200 personas que viven en la calle compartieron almuerzos de Navidad en cinco parroquias y dos hogares de ancianos SILVINA PREMAT

Boca; San Pedro González Telmo, en San Telmo, y San Antonio de Padua, en San Justo. Por primera vez, este año se sumaron a las comidas navideñas servidas en las iglesias dos asilos de ancianos, los hogares Don Guanella, de Tapiales, y La Posada, de Remedios de Escalada.

En el mundo

LA NACION Rápidamente, luego de la misa de Navidad de 11.30 en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, en Barrio Norte, voluntarios de la Comunidad San Egidio dieron vuelta algunos bancos, pusieron caballetes y tablones, y los cubrieron con manteles rojos y verdes. Dos horas después, sentadas en torno a esas mesas, unas 320 personas comían, conversaban y hacían chistes. La mayoría eran hombres sin techo y familias necesitadas. “En lugar de sacar las mesas a la calle se meten los pobres adentro”, explicó el párroco de ese templo, padre Ricardo Larken, al referirse a la iniciativa organizada desde hace diez años por el movimiento San Egidio que ofreció ayer el almuerzo navideño a unas 1200 personas en Buenos Aires y a más de 100.000 en otras ciudades del mundo. Sólo en la parroquia del Carmen, unos 80 voluntarios cocinaron y sirvieron a los invitados especiales. “Yo no tengo nada que ver con la Iglesia. Soy católica, pero no practicante. Vine porque esto se hace acá y me parece bárbaro que sea adentro; éstas no son paredes sin sentido”, dijo a LA NACION Tati Perkins, de 26 años, conductora de programas de TV por cable. Rubia y esbelta, se movía entre las mesas. “No sabemos cómo lo pasaron estas personas

Los almuerzos navideños se realizan cada 25 de diciembre en 70 ciudades del mundo y alcanzan a más de 100.000 personas necesitadas o solas.

Comer juntos

Son invitadas personas sin techo, familias pobres y enfermos. Muchos de ellos son acompañados durante todo el año por miembros de la organización católica Comunidad San Egidio, fundada por Andrea Riccardi. Además de las iglesias, son también escenario de las comidas solidarias cárceles, hogares de ancianos y de discapacitados, y espacios de la propia comunidad, según la situación de cada país. El primer gesto de este tipo se realizó en la basílica Santa María Trastévere, en 1982. Fue una comida con 20 comensales. durante el año. Es importante mirarlos y tener ojos para ellas”, agregó. “Estar acá es lo más. Confirmamos el afecto que ellos [los voluntarios de San Egidio] tienen por nosotros”, explicó Walter Citzenmaer, otro de los hombres sin techo que festejó la Na-

FERNANDA CORBANI

San Pedro Telmo, en Humberto I y Defensa, fue una de las cinco parroquias que ofrecieron almuerzos vidad en ese almuerzo y contó que los miembros de esa organización católica les llevan comida todos los jueves a la noche a la plaza Rodríguez Peña. “Son nuestros amigos”, dijo. “Le dije a él que viniera porque acá está todo pago”, dijo José Luis García, señalando a Antonio Colella, su

amigo desde hace 17 años, cuando se conocieron en la calle donde ambos viven. García y Colella compartían la mesa con otros hombres y aceptaron gustosos el micrófono que les ofreció una cantante para completar los versos de Alfonsina y el mar. Los villancicos y el folklore acom-

pañaron el almuerzo, cuyo menú fueron empanadas, fiambre con arroz y, de postre, ensalada de frutas, pan dulce y turrones. Escenas similares se vivieron en las basílicas Nuestra Señora de la Merced, en el microcentro; Santa Rosa de Lima, en Balvanera; San Pedro, en La

En la mesa central de la parroquia del Carmen, ubicada justo debajo del altar, monseñor Oscar Ojea, obispo auxiliar de Buenos Aires, compartió la comida con miembros de San Egidio y hombres sin techo. En diálogo con LA NACION, Ojea dijo: “En la mesa, somos todos iguales. El comer juntos nos hace más vulnerables porque reconocemos que no somos autosuficientes: dependemos de la naturaleza”. El obispo destacó que estos gestos, que se hacen en el país desde 1998, ayudan a acercarse a personas que tienen una situación y una historia diferentes. “Es poner en práctica la superación de la diversidad para colaborar en la construcción de una ciudad más justa y solidaria.” Dardo Giral, de 64 años, compartió la mesa con el obispo y, al final, introdujo el brindis. Dijo: “En los voluntarios de San Egidio, hoy se hizo realidad lo que canta Fito Páez: «¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón»”.

Una sorpresa solidaria en la madrugada porteña

Los obispos llamaron a recuperar la equidad

Más de cien voluntarios recorrieron la ciudad

Mensajes de alerta por la desigualdad

Más de cien voluntarios visitaron en Nochebuena a personas que viven en la calle y a quienes cumplían una función en soledad: serenos, policías, médicos de guardia, empleados de seguridad o de estaciones de servicio. El cronista de LA NACION acompañó en la madrugada a dos muchachos y cuatro chicas que llevaban a cada uno un pan dulce, una estampa navideña y una medallita por el casi desolado microcentro de la ciudad. Era un grupo más de los muchos que partieron pasadas las dos de la mañana de la basílica de San Nicolás de Bari, en Santa Fe 1352, hacia distintas zonas de la ciudad. Fue el noveno año que Una Navidad para Todos (www.unanavidadparatodos. blogspot.com), del Movimiento de Schoenstatt, tenía ese gesto. “La respuesta de la gente es una maravilla”, dijo una señora de la parroquia. En la mañana del día 24, recibieron allí 4000 panes dulces de la firma Terrabusi, pero la ayuda de donantes individuales fue incesante: sumó otros 3000 panes dulces más. La parroquia hizo llegar muchos a hospitales, a villas, a parroquias pobres. Antes de salir, en la iglesia casi en penumbras, iluminada por velas, con el tenue rasguido de unas guitarras, todos rezaron ante el Santísimo Sacramento, colocado en una custodia junto a la imagen de Jesús en el pesebre. Luego, el sótano de la iglesia era un hervidero de voluntarios. Había algunos muy jóvenes, como Sol, de 17 años, que termina el secundario, y Sofía, de 18, que comenzó medicina en la UBA, y otros no tanto, como Karina, psicopedagoga, de 35, y Alejandra, de 41 años, médica dermatóloga, que habían llegado desde Haedo, enteradas por la radio. Analía,de 29, distribuía las bolsas que llevarían los voluntarios. El grupo al que acompañó el cronista, que caminó unas tres horas por calles casi desiertas, era heterogéneo. Giselle, guía de turismo, había venido de Villa Ortúzar; Sergio, de la Cruz Roja, de San Martín; su colaboradora Guadalupe, empleada de banco, con su hermana Jimena, de la plaza Vicente López, y Mariana, tripulante de un crucero, y su novio, Gastón, empleado de seguridad, de Belgrano. Miguel estaba en un banco de la Plaza de Mayo; había pasado la noche solo y no había comido nada. Se alegró del saludo de Navidad y de probar el primer bocado. En otra punta había una mujer policía, y bajo la recova de la AFIP dormían varios hombres tirados en el suelo. En la recova de la avenida Leandro N. Alem se guarecía un hombre que había perdido su empleo en 1994. Los empleados de una estación de servicio, varios serenos de edificios, que dudaron antes de abrir; el encargado de un puesto de diarios y una mujer anciana agradecieron los panes dulces entregados. Al volver, se realizó una misa, pasadas las cinco de la mañana.

Hablaron de paz, de esperanza; de equidad y de dignidad, pero también de deudas, de violencia y desafíos. En sus mensajes de Navidad, los obispos destacaron la necesidad de superar las desigualdades y la importancia de recuperar el sentido navideño. “La deuda social no admite postergación. Debe ser una prioridad fundamental que comprometa lo mejor de todos los argentinos, empezando por sus dirigentes y autoridades”, afirmó el arzobispo de Santa Fe y vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo. El arzobispo de Buenos Aires y primado argentino, cardenal Jorge Bergoglio, exhortó a las personas a “recuperar la esperanza a todo nivel”, al presidir ayer la misa de gallo en la Catedral Metropolitana. “Que esta Navidad sea para todos nosotros la recuperación de la capacidad de sorprendernos y recuperemos la esperanza a todo nivel”, subrayó. “Porque la desigualdad existe, nos duele y nos interpela a entrar en acción, a transformar ese dolor en un dolor sano, fecundo y vital que nos impulse a cambiar la historia, encontrando caminos hacia una mayor equidad para todos”, subrayó el presidente de Cáritas Argentina, monseñor Fernando María Bargalló. “Hoy son muchos los rostros sufrientes que nos duelen: jóvenes sin oportunidades de estudios ni de trabajo; familias que viven en la miseria; el trabajo infantil; los niños de la calle; los adictos dependientes”, advirtió el arzobispo de Tucumán, monseñor Luis Héctor Villalba.

Jorge Rouillon

BELEN Una procesión rodea la Iglesia de la Natividad, en el lugar donde se considera que nació Jesús

FOTOS DE AFP, AP, EFE Y REUTERS

Renovar la Navidad

PAKISTAN

MOSCU La catedral de San Basilio, en la Plaza Roja

Misa en Lahore, Pakistán, donde los 4 millones de católicos son minoría

Otros hicieron hincapié en la pérdida del sentido profundo de la Navidad. “Feliz Navidad no equivale simplemente a «felices fiestas». Estamos deseando a aquel a quien le dirigimos el saludo, profese o no nuestra fe”, explicó el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer. “Con todos los adelantos, con toda la capacidad del hombre, pareciera que no necesita de salvación”, dijo el obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Eduardo Lozano. “Si miramos un poco más en profundidad, nos damos cuenta de que hoy hay mucha vida humana sin sentido que busca refugio en las drogas, el alcohol; que busca en el poder económico la felicidad –afirmó el prelado–. Pero el hombre sigue, como hace 2000 años, necesitando un salvador.”

Culto católico

JAPON Festejos y vidrieras adornadas en Urayasu, cerca de Tokio

IRAK Un grupo de soldados norteamericanos, en los alrededores de Bagdad

Santoral. San Esteban, mártir. De origen judío, está considerado el primer mártir. Fue acusado falsamente de blasfemia y lapidado. Liturgia. Hoy se leen el Libro de los Hechos (6, 8-10; 7, 54-59) y el Evangelio de San Mateo (10, 17-22).