M3AV3 Gestion Cambio y Competencias emocionales


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3. 6. GESTIÓN Y RESISTENCIA AL CAMBIO Tener un objetivo (estado futuro o deseado) y explorar la realidad actual (estado presente) son pasos imprescindibles para gestionar cualquier cambio. Tomar conciencia de la necesidad de cambio ¿para qué? Y asumir la responsabilidad del cambio. Si yo no cambio no van a cambiar otros por mí. Trazar un plan y seguirlo (responsabilidad) es necesario para llegar al cambio. Sin embargo en muchos casos nos seguimos resistiendo al cambio. ¿Por qué nos resistimos al cambio? Por miedo a lo desconocido, al mundo que nunca antes hemos visitado y que no sabemos qué nos depara. Una de las tareas del Coach es llevar a su cliente fuera de su zona de comodidad y bienestar, de su mundo conocido. Éste es el precio del desarrollo, de la evolución, del crecimiento personal y profesional. Este movimiento puede realizarse de diferentes maneras: mediante la confrontación, la propuesta, el reencuadre, el aprendizaje, el role play, u otros. Obviamente el Coach estará atento al momento en que su cliente entre en una zona de desarrollo y cuidará de que no entre en una zona de peligro, pues de lo contrario el cliente puede volver de inmediato a su zona de confort y negarse a explorar jamás el mundo que existe fuera de allí. Con suavidad pero con firmeza, el Coach lleva a su cliente hacia la espiral positiva del cambio. Se trata entonces de hacerle experimentar por si mismo todo lo que ha descubierto. Esto permite fortalecerle aún más a través de la acción. De este modo, una primera acción positiva generará una primera satisfacción, que desembocará en una relación feliz con el cambio. Esta nueva relación que se establece con uno mismo genera una mayor autoestima, aumentado la sensación de éxito, lo que animará a la persona a realizar una segunda acción positiva, y así sucesivamente. Es por ello que cada sesión de coaching suele cerrarse con una decisión y una puesta en práctica de esa decisión, que es sistemáticamente analizada en la sesión siguiente.

CUENTO: EL BAMBÚ JAPONES No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para www.motivaliacoaching.com

impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: "¡Crece, por favor!" Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. En la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que, en tanto no bajemos los brazos ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo... dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando. Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes. Quizá sólo estés echando raíces.

3. 7. COMPETENCIAS EMOCIONALES: Rafael Bisquerra define la competencia emocional como “la capacidad de movilizar adecuadamente un conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para realizar actividades diversas con un cierto nivel de calidad y eficacia”. Características del concepto de competencia emocional: • Es aplicable a las personas (de manera individual o grupal).

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• Incluye unos conocimientos -“saberes”-, unas habilidades -“saber hacer”- y unas actitudes o conductas -“saber estar” y “saber ser”- integrados entre sí. • Incluye capacidades informales y formales. • Es indisociable de la noción de desarrollo y de aprendizaje continuo, unido a la experiencia. • Constituye un potencial o capital de actuación vinculado a la capacidad de movilizarse o ponerse en acción. • Se inscribe en un contexto determinado que posee unos referentes de eficacia y que cuestiona su transferibilidad. Podemos distinguir entre competencias intrapersonales y competencias interpersonales. De acuerdo al modelo de Rafael Bisquerra, las primeras están formadas por: conciencia emocional, regulación emocional y autonomía personal; y las segundas por: competencia social y habilidades de vida y bienestar. A continuación presentamos las competencias con las subcompetencias que les corresponden:

COMPETENCIAS INTRAPERSONALES Competencia

Conciencia emocional

Regulación emocional

Subcompetencias específicas Conciencia de las emociones propias Dar nombre a las emociones Comprender las emociones de los demás Conciencia de la relación entre pensamiento, cognición y comportamiento Expresión emocional Regulación Afrontamiento Autogenerar emociones positivas

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Autoestima Automotivación Actitud positiva Responsabilidad Análisis crítico de las normas sociales Resiliencia

Autonomía emocional

COMPETENCIAS INTERPERSONALES Competencia

Competencia Social

Habilidades para la vida y el bienestar

Subcompetencias específicas Dominar habilidades sociales básicas Respeto por los demás Comunicación receptiva Practicar la comunicación expresiva Asertividad Compartir emociones Comportamiento prosocial y cooperativo Prevención y solución de conflictos Fijar objetivos adaptativos Toma de decisiones Buscar ayuda y recursos Ciudadanía activa, cívica, responsable, crítica y comprometida. Bienestar subjetivo. Fluir

3.7.1. COMPETENCIAS EMOCIONALES INTRAPERSONALES: PRIMERA COMPETENCIA: CONCIENCIA EMOCIONAL La conciencia emocionales es la capacidad para tomar conciencia de las emociones y sentimientos propios y ajenos. Subcompetencias específicas de la conciencia emocional La conciencia emocional se divide a su vez en: 1.

Toma de conciencia de las propias emociones.

2. 3.

Dar nombre a las propias emociones. Comprensión de las emociones de los demás. www.motivaliacoaching.com

1. Toma de conciencia de las propias emociones: Es la capacidad para percibir con precisión los propios sentimientos y emociones; identificarlos y etiquetarlos. Contempla la capacidad de reconocer emociones múltiples y la capacidad de reconocer la incapacidad de tomar conciencia de los propios sentimientos, debido a inatención selectiva o dinámicas inconscientes. Para identificar las propias emociones es necesario: • Desarrollar la conciencia emocional. Para ello, puedo empezar por preguntarme: - ¿Qué estoy sintiendo “aquí y ahora”? - ¿Cuáles son las causas (internas o externas) que me hacen sentir esto? o ¿Qué hago o cómo me comporto como consecuencia de lo que siento? - ¿Y mi cuerpo, qué hace y qué quiere transmitirme? • Reflexionar sobre situaciones emocionales vividas y tratar de identificar las emociones. • Preguntar y escuchar la opinión de los demás sobre las emociones que observan en uno mismo. • Responsabilizarnos de nuestras emociones y no culpar a los demás o a las circunstancias. Es importante, asimismo, buscar señales a través de las propias dimensiones de la emoción: neurofisiológica, comportamental y cognitiva (qué siento por dentro, qué se ve en mí desde fuera, cuáles son mis pensamientos). En el diario vivencial, te proponemos un ejercicio de autorreflexión que nos sirve como punto de partida para desarrollar esta sub-competencia, y que podemos proponer a nuestros clientes en los casos en que nos indiquen dificultades a la hora saber lo que sienten y cómo lo siente. (Ejercicio Auto-reflexión sobre las emociones) 2. Dar nombre a las emociones: Esta competencia hace referencia a la eficacia en el uso de un vocabulario emocional adecuado, dentro de un contexto cultural determinado para designar emociones.

IRA

TRISTEZA

MIEDO

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ALEGRÍA

Rabia Enojo Resentimiento Furia Exasperación Indignación Animosidad Irritabilidad Odio Violencia

AMOR Aceptación Cordialidad Amabilidad Confianza Afinidad Devoción Adoración

Aflicción Pena Desconsuelo Pesimismo Melancolía Autocompasión Soledad Desaliento Desesperación Depresión

Ansiedad Aprensión Temor Preocupación Inquietud Desasosiego Incertidumbre Angustia Terror Fobia Pánico Susto

SORPRESA Sobresalto Asombro Desconcierto Admiración

Felicidad Gozo Contento Deleite Diversión Placer Gratificación Satisfacción Euforia Éxtasis

ASCO

VERGÜENZA

Desprecio Desdén Displicencia Aversión Antipatía Disgusto Repugnancia

Culpa Perplejidad Desazón Remordimiento Humillación Pesar Aflicción

3. Comprender las emociones de los demás: Es la capacidad para percibir con precisión las emociones y perspectivas de los demás y de implicarse empáticamente en sus vivencias emocionales. Para comprender las emociones de los demás es necesario: • Aceptar que los demás tienen tanto derecho como yo a sentirlas. • Si se considera oportuno, expresar lo que se percibe que les ocurre emocionalmente. • Compartir con el otro su emoción y ofrecerle comprensión, apoyo o ayuda. www.motivaliacoaching.com

• Si la emoción percibida es un tanto adversa o negativa, cuidar la relación evitando provocarla o activarla más. • Facilitar la comunicación asertiva. La identificación en los demás permite por un lado, etiquetar con un vocabulario emocional y, por otro, captar el contexto y el clima emocionales, tan importantes tanto para comprender como para facilitar la comunicación.

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SEGUNDA COMPETENCIA: REGULACIÓN EMOCIONAL Podemos definir la regulación emocional como el control de nuestros estados, impulsos y recursos internos. La regulación emocional, incluye la capacidad de manejar adecuadamente las emociones y los impulsos que puedan resultarnos perjudiciales, la flexibilidad para afrontar los cambios necesarios, y la apertura y disposición necesarias ante nuevas ideas o enfoques novedosos para hacer frente a las distintas situaciones. Todo ello, dentro de la coherencia, y atendiendo a las normas de honestidad e integridad con nosotros mismos. El proceso emocional no regulado • • • •

Pensamiento automático Explosión emocional Cambio fisiológico Conducta alterada: Pasiva / Agresiva

El proceso emocional regulado • • • •

Pensamiento reflexivo Identificación de la emoción específica Control de los cambios fisiológicos Conducta asertiva

Para una buena regulación emocional es preciso una adecuada preparación mental, física y emocional para el cambio emocional. Aprender a relajarnos a través del cuerpo, la mente, la visualización y las autoafirmaciones que nos dirigimos. Desaprender hábitos de reacción y conducta no controlada, y aprender hábitos más saludables. Entre los Beneficios de la regulación emocional encontramos los siguientes: • • • • •

Autocontrol Confianza y seguridad en uno mismo Más atrevimiento Apertura exterior Prevención en salud

Subcompetencias específicas de la Regulación Emocional: 1. Tener conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento

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2. 3. 4. 5.

Expresión emocional Regulación emocional Afrontamiento Autogenerar emociones positivas

1. Tener conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento (sistema emocional) Tomar conciencia sobre el sistema emocional nos permite seleccionar la respuesta más adecuada en el contexto en el que nos encontremos. Los estímulos que pueden ser externos o internos, pasan por una valoración y una construcción que nos lleva a dar una respuesta emocional con los tres componentes que ya conocemos (neurofisiológico, comportamental y cognitivo). La clave de este proceso reside en el paso intermedio. Esto es, en la valoración y construcción que hacemos del estímulo. Ya que, en función de cuáles sean las respuestas a esas preguntas nuestra respuesta emocional será diferente, de aquí que un mismo estímulo pueda tener como resultado respuestas emocionales diferentes en diferentes personas. Esto nos permitirá modificar nuestra respuesta emocional, realizando un trabajo previo de reconstrucción del significado que un estímulo determinado tiene para nosotros. 2. Expresión emocional Es la capacidad de expresar las emociones de manera apropiada. Habilidad para comprender que el estado emocional interno no necesita corresponder con la experiencia exterior que de él se presenta, tanto en nosotros mismos como en los demás. Cada persona tiene unos patrones habituales de expresión, ante cada una de las emociones que es susceptible de experimentar. Esto es, todas las cosas que hacemos o decimos para expresar las emociones que sentimos en cada momento, en sus diversos grados. En la medida en que ampliemos esas formas de expresión ampliaremos nuestro repertorio emocional, generando una vida emocional más enriquecedora para nosotros y para las personas que nos rodean. La expresión emocional, está íntimamente ligada con la satisfacción de nuestras necesidades fundamentales. Ya que en la medida en que nos permitamos expresar aquello que necesitamos, estaremos mucho más cerca de conseguirlo. 3. Regulación emocional (fisiológica) Los propios sentimientos a menudo deben ser regulados desde un punto de vista fisiológico, a fin de reducir la activación que pueden producir. Ello incluye

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fundamentalmente, la regulación de la impulsividad (comportamiento de riesgo, ira, violencia), la tolerancia a la frustración para prevenir estados emocionales negativos como la ira, el estrés, la ansiedad y la depresión, la perseverancia en la consecución de nuestros objetivos a pesar de la dificultades, y la capacidad para diferir recompensas inmediatas a favor de otras más a largo plazo, pero de orden superior. La autorregulación es la capacidad que nos permite controlarnos a nosotros mismos, nuestras emociones y que ellas no nos controlen a nosotros, quitándonos la posibilidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento de la vida. La regulación emocional fisiológica, comprende un conjunto de habilidades que nos permiten la gestión y canalización saludable de nuestras emociones en función de nuestros objetivos personales, mediante la reducción de la actividad corporal y mental. A fin de tomar conciencia de nuestro nivel de activación fisiológica debemos habituarnos a tomar conciencia de las tensiones del cuerpo. Para ello existen ejercicios muy rápidos y sencillo que podemos realizar casi en cualquier lugar como el que harás durante el módulo de Examen corporal en un minuto. La tensión muscular es uno de los componentes de la ansiedad. Se trata de un mecanismo generalmente automático e involuntario, pero que podemos aprender a controlar voluntariamente, igual que la respiración o los pensamientos. La tensión y la relajación son dos estados del organismo que corresponden a dos partes del sistema nervioso: el simpático y el parasimpático. Cuándo estamos nerviosos, asustados, enfadados, etc., nos hallamos bajo el control del sistema nervioso simpático. Es el llamado sistema

de alarma, lucha, huida o emergencia. Su activación implica una serie de cambios fisiológicos entre los que se incluye la tensión muscular. Por el contrario, cuando nos hallamos en estado de relajación, es el sistema parasimpático el que toma el control en nuestro organismo. Entonces, la tasa cardiaca se reduce, la respiración se vuelve más lenta, la tensión muscular disminuye y se nota una sensación de relajación, o incluso de pesadez muscular. La activación del sistema nervioso simpático es incompatible con la activación del parasimpático, y viceversa. Por tanto, si estás relajado no puedes estar tenso a la vez. Como la tensión muscular forma parte de la reacción de ansiedad, y la relajación muscular forma parte de la reacción de relajación, podemos avanzar desde la ansiedad hacia la relajación, centrándonos en cambiar la tensión muscular por la relajación muscular. El aprendizaje de la relajación puede compararse al de otras habilidades como aprender a nadar, a montar en bicicleta, o a conducir un coche: es

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necesario tomarse un tiempo y practicar una y otra vez hasta que se aprende; pero, una vez aprendida puede ponerse en práctica sin esfuerzo y en cualquier lugar. Así podrás relajarte y estar tranquilo, en cualquier situación en que lo desees. Entre las Técnicas de regulación fisiológica podemos diferenciar: • REGULACIÓN POR DESCARGA: Artes marciales, técnicas de tai-chi, ejercicios de grito, yoga, etc. • REGULACIÓN POR REDUCCIÓN DE LA CARGA: Respiración diafragmática, relajación muscular progresiva, etc. Encontrarás ejercicios prácticos de respiración en tu diario vivencial. 4. Afrontamiento (regulación cognitiva) Podemos definir la regulación cognitiva como la capacidad para afrontar emociones negativas mediante estrategias cognitivas de regulación, que disminuyan la intensidad y la duración de tales estados emocionales. Podemos diferenciar entre técnicas llamadas de contenido y de capacidad: - COGNITIVA DE CONTENIDO: pensamiento alternativo, detectar sistema de creencias. - COGNITIVA DE CAPACIDAD: captación de atención, detención de pensamientos, etc. TÉCNICAS DE REGULACION COGNITIVA ESPECÍFICAS A continuación, vamos a exponer algunas formar de afrontamiento específicas para las principales emociones desagradables: AUTORREGULACIÓN DE LA IRA: Aplacar el enfado: Un primer modo de restar fuerza al enfado consiste en prestar la máxima atención y darnos cuenta de los pensamientos que desencadenan la primera descarga de enojo. El momento de intervención es sumamente importante, porque cuanto antes lo hagamos, mejores resultados obtendremos. ANTES DE ESTALLAR…CUENTA HASTA DIEZ Y si ya has estallado por primera vez, también cuenta hasta diez para que no haya una segunda vez. Éste es un viejo remedio que sigue funcionando. O bien, utiliza

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cualquier otro método para aplacar el enfado, recuerda que el efecto de la secreción de neurotransmisores perdura durante bastante tiempo en nuestro cuerpo. Esto nos introduce en el tema del “enfriamiento”. El enfriamiento “En cierta ocasión, cuando sólo tenía trece años, me enzarcé en una agria discusión en casa y salí de ella jurando que jamás regresaría. Era un hermoso día de verano y estuve paseando por el campo hasta que la paz y la belleza circundantes me invadieron y gradualmente fui tranquilizándome. Al cabo de unas horas regresé a casa sereno y completamente arrepentido. A partir de aquel momento, cada vez que me enfado busco una oportunidad para hacer lo mismo, lo que considero el mejor de los remedios”.

Este relato forma parte de uno de los primeros estudios científicos sobre el enfado llevado a cabo en 1899; un estudio que aún sigue siendo todo un modelo para aplacar el enfado, tratar de aplacar la excitación ligada a la descarga adrenalínica en un entorno en el que no haya peligro de que se produzcan más situaciones irritantes. El truco consiste en darnos permiso para que el enfado vaya enfriándose mientras tratamos de disfrutar de un rato agradable. La razón es sencilla, es difícil seguir enfadado cuando uno lo está pasando bien o recibiendo sensaciones agradables. El ejercicio activo, como lo es el dar una larga caminata, contribuye a dominar el enfado. Después del alto nivel de activación fisiológica suscitado por el ejercicio, el cuerpo vuelve naturalmente a un nivel de menor excitación. Lo mismo podemos decir de los métodos de relajación, si se tiene la suficiente paciencia, porque estos ejercicios permiten aliviar la elevada excitación fisiológica provocada por el enfado y también obviamente porque uno se distrae de lo que suscitó el enfado. Pero el período de enfriamiento no será de ninguna utilidad si lo empleamos en seguir alimentando la cadena de pensamientos irritantes, ya que cada uno de ellos constituye, por sí mismo, un pequeño detonante que hace posibles nuevos brotes de cólera. El poder de la distracción reside en poner fin a la cadena de pensamientos irritantes. Tice descubrió que las distracciones más utilizadas para tratar de calmar el enfado –ver la televisión, ir al cine, leer y actividades similares ponen coto eficazmente a la cadena de pensamientos hostiles que alimentan el enfado. No obstante, como ha explicado Tice, actividades como comer e ir de compras no tienen el mismo efecto, ya que resulta sencillo proseguir con nuestros pensamientos de indignación mientras recorremos los pasillos de un centro comercial o damos buena cuenta de un pastel de chocolate. El poder de la comprensión El poder de la comprensión para desactivar la irritación resulta también muy patente en otro de los experimentos realizados por Zillman, en el que un ayudante especialmente grosero (cómplice del experimentador) se dedicaba a insultar y provocar a los sujetos que en aquel momento realizaban un ejercicio físico. Cuando se

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les brindó la posibilidad de desquitarse de su desagradable compañero, dándoles la oportunidad de opinar sobre sus aptitudes para un posible trabajo, actuaron con una mezcla de enojo y complacencia. En cambio, en otra versión del mismo experimento, antes de pedirles esa opinión, una mujer hacía salir al cómplice del lugar con la excusa de que tenía una llamada urgente. Éste al salir se despedía groseramente de la mujer la cual le excusaba con muy buen humor explicando a los compañeros que “el grosero” estaba sometido a enormes presiones por la inminencia de un importante examen oral. Esta explicación pareció despertar la compasión de los sujetos del experimento quienes al tener la oportunidad de desquitarse, rehusaron hacerlo. Este tipo de información atemperante parece, pues, permitir la reconsideración del incidente que desencadenó el enfado. Otro ejemplo a este respecto lo podemos encontrar ante el semáforo: «Estás parado en un semáforo en rojo tras otro coche. La luz se pone verde y el conductor que tienes delante no se mueve. Esperas unos segundos, luego tocas el claxon y exclamas: “¿Qué le pasa a este tío? Te sientes molesto y le llamas pelmazo. ¿Pensarías de modo diferente si supieras que acaba de enterarse de que su hijo tiene leucemia y está anonadado?” Seguro que sí. Conocer el contexto arroja una luz diferente sobre la situación. Puede que continúes enfadado porque te está retrasando, pero ya no lo ves de la misma manera. Su conducta empieza a tener sentido para ti: está más atento a su dolor que al semáforo. Ahora ya no es un pelmazo, sino un hombre profundamente angustiado y sientes compasión por él». La falacia de la catarsis Según Tice, su estudio revela que el hecho de expresar abiertamente el enfado constituye una de las peores maneras de tratar de aplacarlo, porque los arranques de ira incrementan la excitación emocional del cerebro y hacen que la persona se sienta todavía más irritada, prolongan el mal humor en vez de acabar con él. Parece mucho más eficaz, que la persona comience tratando de calmarse y que posteriormente, de un modo más asertivo y constructivo, entable un diálogo para tratar de resolver el problema. Como decía el maestro tibetano Chogyam Trungpa cuando se le preguntó por el mejor modo de relacionarse con el enfado: “ni lo reprimas ni te dejes arrastrar por él”. Estos son los pasos que podríamos dar a fin de regular nuestra ira: • Analizar el porqué. • Ver si es justa/injusta, innecesaria/adaptativa. • Aprender que es siempre válida. • Hacerla adaptativa, reorientándola positivamente. • Manejo emocional de la pérdida de control.

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Para ello, podemos utilizar algunas de las estrategias a fin de intervenir lo antes posible en la reducción del nivel de activación que supone el enfado. Como ya sabemos, el momento de la intervención es sumamente importante, porque cuanto antes lo hagamos, mejores resultados obtendremos. Cuando sientas que te estás enfadando, haz un alto lo bastante largo como para hacerte tres preguntas: • ¿Es esto tan serio como para armar semejante jaleo? • ¿Está justificado que me enfade? • ¿Mi estallido va a mejorar las cosas? Si alguna respuesta es no, tranquilízate, para lo que puedes utilizar alguna de las siguientes técnicas: • Centrarte en tu respiración… por lo menos durante 15 minutos. • Tratar de centrar tu atención en algo que te resulte agradable, ya que es difícil seguir enfadado cuando uno lo está pasando bien o recibiendo sensaciones agradables. • Hacer alguna actividad que implique ejercitar el cuerpo, lo que contribuye a dominar el enfado, devolviendo al cuerpo naturalmente a un nivel de menor excitación que el generado por el enfado. Si considero que mi enfado está justificado, aún cuando un estallido no vaya a mejorar las cosas, puedo poner en marcha la técnica NEMO: Nombre, Emoción, Motivo, Objetivo. A fin de hacer saber a la otra persona/s el motivo de mi enfado y ofrecerle una solución ecológica para ambos, como alternativa al comportamiento que ha generado mi enfado. Pepe, me siento enfadado, porque no ordenas las cosas después de utilizarlas, me gustaría que pudieras dejar las cosas como las encuentras antes de usarlas. María, me siento enfadada, porque me interrumpes cuando estoy hablando, me gustaría que me escucharas y esperaras a que termine de hablar antes de hablar tú,….. Otra manera válida de regulación o reducción del nivel de activación de mi enfado, es la técnica denominada “Afortunadamente”. Ante una situación que pueda generar un estallido emocional, puedo acogerme a pensar todos aquellas cosas que “afortunadamente” tengo, o bien que, “afortunadamente” no tengo.

AUTORREGULACIÓN DEL MIEDO: El Miedo: miedo a la vida y miedo a la muerte

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Una persona que quería suicidarse se encontraba sentada en un puente, a punto de arrojarse al vacío. “Me da miedo la vida y por eso quiero morir, pero me da miedo la muerte y quizá quiera vivir”. Siguiendo a la psicóloga y educadora británica Frances Wilks, éstos son los dos extremos del miedo que paraliza, el miedo a la vida y el miedo a la muerte, lo cual ya fue señalado por el psicoanálisis y por los filósofos existencialistas, entre otros. En su forma más básica, el miedo tiene que ver con la existencia. El hecho mismo de existir, nos exige cosas que provocan miedo. En el otro extremo de la vida, contemplar la muerte, puede resultar igualmente pavoroso. El miedo a la vida se manifiesta en una multitud de formas. Según esta autora, una de ellas se encuentra en la persona que no se compromete nunca, que no se detiene en nada y busca siempre nuevos inicios. Es aquella persona que no es capaz de comprometerse ni con una persona, ni con una profesión, ni con una meta creativa. Va de una cosa a otra, impulsada no tanto por el amor a la exploración como por unas repetitivas pautas de temor. “Estoy aburrido con este empleo –dice al entregar su dimisión-. Es súper aburrido. ¡No te lo puedes ni imaginar!”, exclama, alzando las manos con una mueca despectiva. Podría imitar incluso al jefe. Todos sus amigos se reirán, pero no habrán entendido de qué va la cosa. En realidad más que aburrimiento, hay miedo. Una vocecita interior le comenta: “eres un fracaso pasarás el resto de tu vida y te pudrirás poco a poco, y nunca harás las cosas creativas que deseas hacer”. Este pensamiento despierta su miedo al fracaso, y no siendo capaz de lidiar con las sensaciones incómodas que provoca, no acepta la emoción, la reprime y convierte el miedo en aburrimiento. Lo interesante en estos casos es que los miedos parecen seguir a la persona a donde quiera que vaya. Puesto que no los acepta, los reprime y no los afronta, aparecen bajo diferentes formas. Quizá parezca que su miedo le persigue, pero en realidad nunca le abandona, sino que se adapta a las circunstancias de su vida. El método para lidiar con este miedo suele consistir en cambiar siempre de lugar, de persona, etc. El miedo al fracaso se relaciona con el miedo a la vida, puesto que tiene que ver con fallar ante las exigencias de la vida, con no sentirse lo bastante bueno. ¿De qué hay que darse cuenta? De que no hay por qué matar todas las posibilidades creativas ni las posibilidades de establecer relaciones satisfactorias por miedo al fracaso. Por otro lado, una persona que teme a la muerte, podría no asumir ningún riesgo y vivir una existencia estrecha. Su lema es “ante todo la seguridad”. Le da miedo casarse o escapar de un matrimonio muerto, tener hijos o no tenerlos. Guiándonos todavía por Frances Wilks, diríamos que su vida contiene el menor número de cambios posibles o sigue un camino convencional y ya diseñado. Elige no sentir miedo, pero tampoco siente mucha excitación (a menudo el miedo es el peaje a pagar por una vida excitante). Suele tener un empleo seguro que ni le gusta ni le disgusta, lo hace porque eso es lo que se espera de él. Puede ser propietario de un piso en el que no ha dejado una impronta personal. Como buen hijo, visita a sus padres una vez al mes.

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Cuando estás con él, percibes que está envuelto por una piel impenetrable. Si le preguntaras qué le produce miedo, probablemente te contestaría que nunca ha sentido miedo. Como no es capaz de reconocer su miedo, y no digamos experimentarlo, oprime a quienes lo rodean, sobre todo a sus familiares o a sus compañeros de trabajo no pocas veces a través de un doloroso acoso o mobbing. Los critica y humilla porque, a nivel inconsciente, temen que hagan mejor su trabajo que él. Esa vida puede resumirse con una palabra: control. Su miedo a sentir miedo y su miedo a la muerte se han convertido en un solo miedo. Eso ha limitado sus elecciones a aquello que es del todo seguro. ¿De qué conviene darse cuenta? comprender que no todos los cambios llevan necesariamente a la muerte. Al contrario, son parte de la vida, una oportunidad de multiplicar los dones, talentos recibidos o desarrollados. Ejercicio/ Pregunta 1: ¿Qué defensas utilizas contra el miedo? ¿Se debe parte de tu aburrimiento –si lo hay- al miedo? Ejercicio/ Pregunta 2: ¿Has humillado o menospreciado a alguien últimamente porque tienes miedo, pero niegas este sentimiento? ¿Alguien te ha humillado o menospreciado a ti? El miedo es una emoción pegadiza. En una habitación, el miedo de una sola persona puede extenderse a los demás con suma rapidez. La verdad y la lógica pueden derrotar el asalto de los miedos transmitidos. Decir “realmente tengo miedo de esto o lo otro”, sin tratar de asustar a otra persona, hace que los otros sean capaces de acompañarte en tu miedo, y de reconocer sus propios miedos, sin que el tuyo les contamine. En ocasiones (al hacer el ejercicio de la “quinta esencia” propuesto en tu cuaderno vivencial) se descubre que alguno de los miedos que se refinan, se basa sobre algo ocurrido en el pasado de nuestra familia. Como la mayoría de las emociones, el miedo puede tener su origen en el tipo de familia en la que nos criamos. Ejercicio / pregunta: ¿Qué mensajes recibiste en la infancia? ¿De qué tenían miedo tus padres? ¿Sabes a qué temían tus abuelos? El miedo surge también del hecho mismo de ser un niño pequeño en un mundo de adultos. Ser pequeño y vulnerable y encontrarse bajo el poder de los adultos puede ser terrible. Si los adultos nos quisieron y se ocuparon de nosotros con cariño, la experiencia era buena, pero si se mostraban ambivalentes, cariñosos unas veces, enojados o indiferentes otras, nos asustábamos y no sabíamos a qué atenernos. Si nuestra madre o nuestro padre nos abandonaron (fuera cual fuese la razón), quizá lo que más temamos sea que alguien más nos abandone. Si nos sobreprotegían y no nos dejaban experimentar y cometer nuestros propios errores, acaso lo que más temamos sea que alguien nos “asfixie”. Ahora que somos adultos, tenemos la ocasión de examinar nuestros miedos y de

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descartar aquellos que hemos superado. Si te percatas de que nunca sientes entusiasmo por nada y que apenas recuerdas cuándo el mundo te parecía lleno de posibilidades (aunque es cierto que tiene mucho más mérito ser poeta a los 50 años que a los 20), es posible que experimentes unas sensación de pérdida, si sientes que has desperdiciado gran parte de tu existencia al dejarte aislar por el miedo. Esa pérdida de la “vida no vivida”, como cualquier otra, hay que llorarla, hasta la última gota. A veces no sabemos qué incidente (probablemente de tu niñez) te impulsó a decidirte a favor del control y la seguridad en lugar del miedo, las posibilidades y el entusiasmo. Hay quien necesita saberlo y hay quien sólo necesita conocer qué puede cambiar. Cuando la vocecita interior que representa tu miedo empiece a susurrarte, no la escuches sin cuestionarla. Pero tampoco te enfades con ella (podría hacerte sentir más miedo), haz amistad con ella, trátala como a un amigo/a. Así empezará a mostrarse menos amenazadora. Hazlo todos los días antes de que empiece el aburrimiento y la expresión de tu creatividad se limite.

Puedes incluso llevar un diario o una hoja de papel donde anotar lo que dice tu amigo/a y tus respuestas. A fin de regular nuestros miedos, podemos dar los siguientes pasos: • Hablar con alguien de ello y/o pintar los miedos. • Ponte gradualmente en contacto con ellos, no huyas. • Reconoce al detalle el conflicto o situación que provoca el miedo. • Nunca ridiculices miedos infantiles. “En una ocasión, un león se aproximó hasta un lago de aguas despejadas para calmar su sed y, al acercarse a las mismas, vio su rostro reflejado en ellas y pensó: -¡Vaya! Este lago debe de pertenecer a este león. Tengo que tener mucho cuidado con él. Atemorizado, se alejó de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó al cabo de un rato. Allí estaba otra vez el león. ¿Qué hacer? La sed lo asfixiaba y no había otro lago cercano. Retrocedió. Unos minutos después volvió a intentarlo y, al ver al león, abrió sus fauces de forma amenazadora, pero al comprobar que el otro león hacía lo mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero ¡era tanta la sed! Lo intentó varias veces de nuevo, pero siempre huía espantado. Pero como la sed era cada vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber agua del lago sucediera lo que sucediera. Así lo hizo. Y al meter la cabeza en las aguas ¡el león había desaparecido!” AUTORREGULACIÓN DE LA TRISTEZA: Estrategias ante la tristeza:

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Tice recoge en su estudio diversas estrategias para superar la tristeza utilizadas por sus encuestados. Resaltamos a continuación las más habituales, acompañadas de opiniones y puntos de vista complementarios: • El llanto puede constituir un método natural para reducir los niveles de neurotransmisores cerebrales que alimentan la angustia. Si bien, si éste refuerza el ciclo de pensamientos obsesivos, sólo sirve para prolongar el sufrimiento. Ricardo Yepes Stork en su libro "Fundamentos de antropología" afirma que, efectivamente, llorar no es sino un "remedio contra la tristeza".

Tal vez sorprenda que se hable del llanto como remedio de la tristeza, pero asimismo puede resultar obvio si se parte de que llorar es exteriorizar el sufrimiento interior. El llanto auténtico es el que expresa una pena sentida, descubriendo la impotencia y el daño. Las lágrimas de tristeza primaria son sanadoras y traen consigo una sensación de agotamiento y alivio Yepes afirma que "llorar requiere una previa posesión y conciencia de la pena, y sirve para expresarla y realizarla, hacerla verdadera y manifiesta: es el lenguaje de la tristeza y el miedo”. En el otro extremo, también explica que aflojar la tensión que produce lo serio es motivo de que se pueda llorar de emoción, y de una emoción alegre, en especial cuando se alcanza un bien deseado o se recupera a una persona que se creía perdida. • D. Goleman, siguiendo a Wenzlaff, confía en la capacidad de la distracción para romper la cadena de pensamientos sombríos que sostiene a la depresión. Las distracciones más eficaces son aquellas que pueden cambiar nuestro estado de ánimo como, por ejemplo, un apasionante acontecimiento deportivo, una película divertida o un libro interesante. • Según Time, el aerobic (y actividades similares) constituyen una de las tácticas más eficaces para sacudirse de encima tanto la depresión leve como otros estado de ánimo negativos. La eficacia del ejercicio parece radicar en su poder para cambiar la condición fisiológica provocada por el estado de ánimo: la depresión constituye un estado de baja activación mientras que el aerobic aumenta el tono corporal. • Tice insiste también en que hay tácticas extendidas nada aconsejables. La población universitaria sobre la que realizó su estudio señala que las mujeres recurren, por ejemplo, a la sobrealimentación (tres veces más que los hombres) para calmar la depresión. Los hombres, por su parte, muestran una inclinación cinco veces superior a la de las mujeres hacia el consumo de drogas y alcohol. Hay obvias contraindicaciones. La sobrealimentación suele provocar daños somáticos y daños a la imagen personal (de gran importancia cultural) que lleva a remordimientos; mientras que el alcohol, es un depresor del sistema nervioso central cuyas secuelas se suman a las de la depresión.

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• Según Tice resulta más constructivo proyectar una actividad que pueda proporcionarnos un pequeño triunfo o un éxito fácil como, por ejemplo, acometer alguna tarea doméstica que hayamos pospuesto o concluir alguna actividad pendiente que hayamos estado evitando. Por el mismo motivo, los cambios de imagen, aunque sólo sea en la forma de vestirnos o de arreglarnos, también pueden resultar beneficiosos. • Un antídoto utilizado fundamentalmente, dentro del contexto de la terapia lo constituyen las llamadas terapias racionales y de reestructuración cognitiva (términos acuñados por Mahoney y Arknoff) que tiene como objetivo ayudar a los sujetos a que aumente la auto-aceptación y la tolerancia a la frustración. • Otro eficaz elevador del estado de ánimo consiste en ayudar a los que lo necesitan. La relación personal, si es satisfactoria, tiene un efecto euforizante positivo. En este sentido, sería una estrategia muy adecuada el entregarse a una actividad de voluntariado, sin embargo, según Tice, es una de las estrategias menos frecuentes para elevar el estado de ánimo (la muestra estaba integrada por universitarios). • Tice añade que la oración constituye una actividad indicada para elevar el estado de ánimo de las personas con orientación religiosa. También están indicadas la meditación y la visualización creativa. Existen estrategias distintas a las de los universitarios encuestados por Tice. También se acude, por ejemplo, a estrategias como acercarse a un buen amigo/a en busca de consuelo o auxilio (ver apartado siguiente), tomarse unas vacaciones, una vida sexual sana…, tampoco debemos olvidar perspectivas distintas muy enriquecedoras, como la del psicólogo humanista Viktor Frankl, creador de la logoterapia, quien tras sobrevivir a los horrores de los campos de concentración nazis, defiende que no fueron los más fuertes los que lograron salir adelante sino los que tenían un significado para la existencia. Estos son los pasos que podríamos dar a fin de regular nuestra tristeza:' • Siéntela y exprésala verbalmente o por escrito. • Acéptala y comprende su porqué. • Pide apoyo y protección cuando lo necesites. AUTORREGULACIÓN DE LA ANSIEDAD: Para regular nuestra ansiedad y/o la de nuestros clientes proponemos la siguiente estrategia: • Tomar conciencia y registrar los imputs de preocupación. • Aplicar una técnica de relajación en cuanto se inicia el círculo de pensamientos recurrentes.

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• Adoptar una postura crítica ante las creencias que sustentan mi preocupación. • Ocuparse en lugar de preocuparse. ¿Y qué si me equivoco? ¡Si sale mal ya volveré a probar! • Pensar en el presente, sentirlo, ocuparse de él. • Reflexionar mediante estas interrogantes: o ¿Qué necesitaría para que no me sintiera estresado? o ¿Qué puedo hacer que dependa de mí? o ¿Con qué recursos/aptitudes/actitudes cuento? o ¿Me doy la oportunidad de llevarlo a la práctica? • Cuando nos encontramos ante una situación desagradable que nos genera ansiedad, pueden sernos de utilidad las siguientes estrategias: o Caricaturizar la situación. Para ello, podemos poner en un papel todas las quejas y elementos desagradables que nos provoca la situación, y exagerarlos al máximo, con sentido del humor, convirtiendo el suceso en una caricatura del mismo. Habitualmente, esta exageración nos devuelve a la realidad, poniendo cada cosa en su justo orden de importancia y relativizando las situaciones. o Afortunadamente. Añadir al final de mi preocupación la palabra afortunadamente para encabezar lo que salga a continuación y de este modo reencuadrar la situación en una más amplia y favorable. Por ejemplo: “No tengo tiempo para acabar este trabajo, Afortunadamente puedo pedir ayuda, puedo posponer el plazo, tengo dos manos y dos pies para …., tengo un buen …, etc.” 5. Auto-generar emociones positivas: Capacidad para experimentar de manera voluntaria y consciente emociones positivas como la alegría, el amor, la capacidad de fluir y disfrutar de la vida. A nuestros clientes podemos pedirles que pongan por escrito todas sus cualidades, cosas que hacen especialmente bien, etc.. también podemos pedirles que pidan lo mismo a una o varias personas de su entorno. Agradece, resalta las cualidades positivas de los demás, y date las gracias por SER!!

TERCERA COMPETENCIA: AUTONOMÍA EMOCIONAL La autonomía emocional es la competencia emocional que nos permite ser y sentirnos dueños y responsables de nuestros pensamientos, emociones y

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comportamientos, así como de estar auto motivados ante la vida. Subcompetencias Específicas de la Autonomía: 1. Autoestima 2. Automotivación 3. Actitud positiva 4. Responsabilidad 5. Análisis crítico de normas sociales 6. La Resiliencia 1. Autoestima La autoestima es la experiencia interna de que uno tiene valor como persona. La autoestima surge de la comparación entre mi percepción del YO y mi YO IDEAL. El Yo, es la autovaloración que realizo como persona, y el Yo Ideal se basa en lo que me gustaría ser, pensar, sentir,… ¿Qué es el auto-concepto? A menudo nos hacemos preguntas de distinta índole en busca de respuestas. Da la sensación de que el ser humano cada vez se siente más orgulloso de sus avances en todos los campos. Cada día aumentan los conocimientos y además se dan a conocer casi de forma súbita gracias a los avances tecnológicos. El ser humano es capaz de hacer desde los más complicados trasplantes de órganos hasta satélites para explorar los confines del universo. Sin embargo, hay ciertas preguntas a las que encontrar su respuesta quizá lleve toda una vida. Si alguien te pregunta algo tan sencillo como quién eres, o quizá más complicado, si en la intimidad, a solas, te preguntas ¿quién soy yo?... ¿Qué responderías? ¿Quién eres? O mejor dicho, ¿quién crees que eres?, ¿Qué concepto o qué visión tienes de ti mismo? La respuesta a esta pregunta es lo que se denomina auto-concepto. El auto-concepto se aborda desde distintos puntos de vista. Uno de ellos es el

clínico, es decir, desde la definición de la salud y la cuestión de a qué se puede considerar patológico y solventar las posibles dificultades; y otro enfoque diferente es el educativo. La psicología evolutiva en el ámbito de la educación, ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo a la aclaración teórica del término, y se ha preocupado de identificar las pautas adecuadas que se pueden poner en marcha en un ámbito educativo para fomentar un auto-concepto sano. Un paso imprescindible para contestar a la pregunta apasionante de ¿quién soy yo?, es ponerse en contacto con uno mismo, es decir, dar relevancia a aquello que SENTIMOS, pensamos y hacemos en cada momento, conectarse con la propia

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experiencia. Esto supone dejar a un lado hábitos, automatismos y decidir darse una oportunidad para el encuentro con uno mismo. En este aspecto, se abre todo un campo de posibilidades y por supuesto, muchas más preguntas, dudas, confusión, incertidumbre. La imagen que tengo yo de mí, ¿se corresponde con mi comportamiento real?, ¿me favorece?, ¿me limita?, ¿desconozco alguna cualidad o capacidad que otros ven en mí?, ¿cuál es mi tendencia fundamental a la hora de actuar en la vida?, ¿qué característica o características me hacen una persona única e irrepetible? Si tu opción personal consiste en conocerte cada vez más y desarrollar la conciencia de ti mismo, te invito a adentrarte en un campo en el que el orden lo pones tú ¿Cómo te sientes? Si no has experimentado ninguna sensación, emoción o sentimiento, es decir, si no te ha impactado, te sugiero que vuelvas a leer esta apartado desde el principio. ¿Es lo mismo auto-concepto que autoestima? Cuando se inicia una búsqueda de bibliografía científica sobre los términos Auto-concepto y autoestima, es fácil darse cuenta de la confusión terminológica que existe. Mientras unos autores utilizan los dos términos de forma indistinta, otros consideran que se trata de términos distintos. A pesar de este hecho, unos y otros defienden que son dos conceptos relacionados entre sí. A continuación, se citan una serie de definiciones de auto-concepto donde se pone de manifiesto esta variedad de opciones. “Un conjunto organizado y cambiante de percepciones que se refieren al sujeto. Como ejemplo de estas percepciones citemos: las características, atributos, cualidades y defectos, capacidades y límites, valores y relaciones que el sujeto reconoce como descriptivos de sí y que él percibe como datos de su identidad” (Carl Rogers, 1967). “La evaluación que el individuo hace y generalmente mantiene con respecto a sí mismo: está expresa una actitud de aprobación o desaprobación e indica la medida en la que el sujeto es capaz. Importante, exitoso y valioso” (S. Coopersmith, 1967). “Un dinámico y complejo sistema de creencias que el individuo mantiene acerca de sí mismo y en el que cada creencia aparece con un valor positivo o negativo” (Purkey,1970). ¿Cuál es el denominador común de las anteriores definiciones? En todas subyace la forma en que cada uno se describe a sí mismo. Por motivos didácticos vamos a proponer una forma de definir auto-concepto que es clara y fácil de aplicar en el aprendizaje personal y grupal.

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El auto-concepto se puede definir según las siguientes dimensiones: • Dimensión cognitiva: AUTOCONOCIMIENTO. Se refiere a la información que la persona tiene sobre sí misma. Se refiere a los datos relativos a la forma de desenvolverse (sentir, pensar, hacer), cualidades, capacidades, logros, necesidades,..., que tenemos en los distintos ámbitos de nuestra vida. • Dimensión afectiva: AUTOESTIMA. Sentimiento favorable o desfavorable hacia uno mismo en función de la auto-valoración. Se refiere a la forma en que cada uno evalúa afectivamente la información procedente del autoconocimiento, es decir, al grado de satisfacción personal: me gusta, no me gusta. • Dimensión conativa: AUTORREALIZACIÓN. Se refiere al encuentro en la acción entre lo que se cree y se desea hacer. Se trata de plantearse la siguiente cuestión ¿hasta qué punto estoy avanzando en lo que realmente quiero conseguir? ¿lo hago, siento y pienso en un tema concreto, se acerca a la forma en que quiero hacer, sentir y pensar?

Esta distinción didáctica sirve para darse cuenta de dónde estamos aquí y ahora, en el desarrollo de la conciencia de uno mismo, además de si nos gusta o no el punto en el que estamos, y si vamos en el camino adecuado. Como se ha mencionado con anterioridad, esta distinción es puramente didáctica, las tres dimensiones se influyen entre sí, están interrelacionadas. Es sensato pensar que si uno no valora positivamente sus logros, sentirá que no se auto-realiza. A su vez, si la información procedente del autoconocimiento es pobre o distorsionada, tendrá sus consecuencias a la hora de valorarse y acercarse a la consecución de sus objetivos. También ocurre que cuando nos estancamos y vemos que no avanzamos en aquello que queremos, con frecuencia nos sentimos mal, y tendemos a tener en cuenta sólo la información de nuestras limitaciones. ¿Cuántas personas conoces que teniendo logros importantes, a la vista de los demás, no se sienten satisfechas? Lo mismo pasa con nuestras capacidades, habilidades o puntos fuertes, hay personas que no se valoran de forma positiva aunque sean personas “de altas capacidades”. Maleabilidad versus estabilidad del auto-concepto Una de las cuestiones importantes del auto-concepto, es la relativa a la dimensión de maleabilidad versus estabilidad. Es decir, ¿hasta qué punto nuestra forma de actuar es estable en el tiempo, y en distintas situaciones; o nos adaptamos a diferentes circunstancias ofreciendo distintas facetas de nosotros mismos?

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Existe un acuerdo común entre investigadores en cuanto a su naturaleza. Coinciden en señalar que no es algo estático, inamovible, y que no sólo evoluciona a lo largo de la vida de la persona, sino que varía en función de los ámbitos o entornos en los que estemos. Parece sensato pensar que una persona no se comporte igual en una salida informal con los amigos, que cuando va al notario a firmar una hipoteca, o cuando está en una reunión de trabajo. El ser humano es capaz de adaptarse a las exigencias variadas del ambiente. Esto hace que se pueda considerar que tenemos tantos auto-conceptos como ambientes diferentes en los que nos desenvolvemos.

A la vez, parece sensato pensar que no somos totalmente camaleónicos, sino que hay algo que nos da continuidad. Es decir, disponemos de cualidades y actitudes que nos acompañan dondequiera que vayamos. Podemos entender el auto-concepto como algo estable y al mismo tiempo maleable. Consiste en que disponemos de múltiples auto-representaciones o identidades que forman parte de un mismo auto-concepto. Lo que ocurre es que no todas las autorepresentaciones están accesibles en el mismo momento. Por tanto, el auto-concepto accesible, o el auto-concepto del momento, se define mejor como una modificación de la ordenación, continuamente activa, del auto-concepto accesible. Esto supone concebir el auto-concepto como una confederación de autoconcepciones, y no como una entidad monolítica que se traslada de una situación a otra. La estabilidad se encuentra en que el conjunto de autoconcepciones se mantiene relativamente inalterable, lo que cambia es el auto-concepto accesible en una situación determinada. Esta visión está en estrecha relación con el concepto de configuración que se va a ver a continuación en el enfoque humanista. Algunos autores agrupan esta variabilidad de las manifestaciones de la persona en distintos ámbitos. García y Musitu (2001) proponen la evaluación del auto-concepto en cinco ámbitos distintos: • Auto-concepto académico/laboral: percepción que la persona tiene de la calidad del desempeño de su función, como estudiante, como trabajador, o en otra área de actividad. • Auto-concepto social: percepción que tiene la persona de su desempeño en las relaciones sociales. • Auto-concepto emocional: percepción del estado emocional y de cómo responde ante situaciones específicas (¿canalizo mis emociones o me desbordan?). • Auto-concepto familiar: percepción que tiene la persona de su implicación, participación e integración en el medio familiar.

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• Auto-concepto físico: percepción de la persona sobre su aspecto y de su condición física.

Como ya se ha mencionado, el auto-concepto no es algo estático, además de dinámico influye en nuestra forma de actuar, en las decisiones que tomamos y en la elección de actividades y proyectos. Si una mujer no se ve capaz de asumir la maternidad, cree que no tiene las habilidades que necesita, y piensa que lo va a hacer mal con las consecuencias nefastas correspondientes, es poco probable que decida tener descendencia. A la vez, si no tiene hijos, no va a disponer de la experiencia necesaria para contrastar si es capaz o no. De la misma forma, si creo que no soy capaz de tener un puesto de responsabilidad, y que no tengo las habilidades para gestionar a un grupo de personas, difícilmente me plantearé avanzar profesionalmente, e incluso podría llegar a rechazar una posible oferta. Nuestra experiencia nutre al auto-concepto, pero sin lugar a dudas, éste a su vez, limita o restringe nuestro campo de experiencias. De un amplio abanico de posibilidades sólo consideramos una parte de ellas muy pequeña como alternativas viables. Para finalizar este primer apartado hazte la siguiente pregunta, ¿me concedo todas las oportunidades que realmente están? ¿o quizá creo que parte de esas posibilidades no son para mí? Y,... ¿por qué creo que no están a mi alcance? Una aproximación a la “idea del yo” (auto-concepto) y al “yo real” Nos ayudaremos para realizar esta aproximación de diversos conceptos tomados de la psicología humanista, en concreto, de la teoría del desarrollo de la personalidad de Carl Rogers: Idea del Yo o Autoconcepto (Self-Image): La imagen de uno mismo es el resultado de una doble percepción: • La percepción que tengo de mí mismo en relación conmigo mismo: "percepción intra-síquica". • La percepción que tengo de mí mismo en relación con los demás y con el mundo que nos rodea: "percepción interpersonal".

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Algo parecido a “cómo me veo a mi mismo” y “cómo creo que me ven los demás”, respectivamente. Esa imagen se va gestando a través de las experiencias que el individuo pasa a lo largo de toda su vida, y destacan dos características de la imagen de uno mismo: • Esta no es fija y estable. • Se encuentra disponible en la consciencia aunque no se sea plenamente consciente de ella; se presenta de forma vaga y poco eficaz, como cuando la persona actúa por la fuerza de la costumbre sin ser plenamente consciente de lo que hace. ¿Cuál es la idea de sí mismo que puede hacerse un niño pequeño o, más aún, un bebé? Es curioso como al principio, la experiencia de un niño puede estar enteramente formada por significados implícitos procedentes de sensaciones directas, las relaciones le provocan sensaciones corporales, pues el bebé no tiene capacidad de simbolizar esa experiencia en palabras. El bebé cambia conforme tiene relaciones, se trata de un proceso experiencial continuo, sin símbolos verbales. Y así, a golpe de sensaciones, se va viviendo a sí mismo, a través de los sucesos interpersonales, antes de que exista una idea del “yo”. No es de extrañar, por tanto, que las sensaciones corporales puedan seguir siendo una continua fuente de información interna durante toda la vida del individuo, de ahí, terapias como el focusing, creado por Gendlin, que trabaja con el concepto de sensación-sentida (ya utilizado por Aristóteles) procedente siempre de nuestro propio cuerpo. Yo Real (Real Self): Guarda relación con la verdadera realidad de la persona, se trata de lo que yo experimento en realidad. La realidad de casi todos nosotros es que existe diferencia entre nuestra Idea del Yo y nuestro Yo Real. En su teoría del desarrollo de la personalidad, Carl Rogers señaló dos procesos paralelos que ayudan a que ese distanciamiento se produzca:

1. La introyección dentro de la idea del Yo de elementos que no han sido experimentados directamente por la persona. Se trata de aquellos “pequeños bocadillos” que nos hemos tragado con

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plástico y todo, y que, por tanto, están sin desembalar, ni masticar ni digerir. El concepto de “introyección” procede del psicoanálisis. Dentro de la teoría centrada en la persona de Carl Rogers, lo introyectado es una evaluación tomada del exterior y simbolizada como definitoria de una dimensión del yo. Tienen mucho poder. En la mayoría de los casos lo introyectado, la imagen tomada del exterior, es una imagen socializada y positiva de la persona. Por ejemplo: “Me esfuerzo”; “Soy una persona amigable, cálida”; “soy bastante capaz”; “soy bueno en los deportes”. A veces, lo introyectado aun siendo “positivo”, fuerza al individuo a una posición extrema y algo irreal, es decir, alejado del Yo Real. Por ejemplo: “soy el mejor”, “el fracaso no es una opción”, “soy una princesa”. Estas ideas acarrean un mensaje irreal: la “princesa” que siempre debe ser perfecta, “Cenicienta” que podría ser maravillosa sólo si pudiera encontrar a su “príncipe”, o el chico que podía ser el “héroe del comic” sólo si lo hiciera mejor de lo que puede. Evidentemente, el mensaje introyectado puede ser negativo: “soy un fracaso”, “no valgo nada”, “soy peligroso para los demás”, “soy malo”. Si bien, aunque el daño que provoquen puede ser considerable y duradero, no necesariamente contamina toda la idea del Yo. Otras partes o configuraciones de la idea del Yo pueden sobrevivir y mostrar otra narrativa. El “darnos cuenta”, el ser conscientes que algo es una introyección, supone siempre un paso adelante. 2. La negación de elementos que han sido experiencias directas de la persona pero que eran inconsistentes con el resto de la idea del Yo. Por ejemplo, un hombre que, en general, rechaza la “excesiva efusividad” en relación a las emociones, se encuentra a sí mismo lloriqueando tras una noche de excesiva bebida. Puede rechazar la experiencia como “sólo debida a la bebida”… negando que, en realidad, en su Yo Real, hay una parte que se encuentra muy triste, y la niega porque eso contradice su imagen de sí mismo. Es aquello de que “no hay peor ciego que el que no quiere ver” y, en este caso, no quiere ver porque lo que ve atenta contra su idea del Yo. ¿Cómo salir de la negación? En estos casos, necesitamos un entorno muy seguro para afrontar nuestras inconsistencias existenciales: un contexto terapéutico o un buen amigo con el que encontrarnos en un momento oportuno, en un lugar tranquilo y con la luz y las músicas adecuadas. Evidentemente, “darnos cuenta” de estas negaciones también supone siempre un importante avance. Por cierto, ¿yo estoy en contacto con mi Yo real? Tu idea del Yo es el “timón”

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de tu vida psicológica. Por ello, cuanto más distanciado se encuentre de tu YO real, más difícilmente podrás conocer y responder a tus deseos, necesidades y esperanzas reales. Rogers creía que estamos sanos cuando lo que experimentamos (el yo real) coincide con lo que creemos que somos (la idea del Yo o Auto-concepto), acompañado de un yo ideal tan realista como sea posible. De esto se sigue que, como la experiencia está en movimiento continuo, en el estado sano, el auto-concepto debe estar también en un estado de movimiento continuo. Algunas creencias para acercar la “idea del yo” (auto-concepto) al “yo real” Estas creencias proceden igualmente de la teoría del desarrollo de la personalidad de Carl Rogers. Todas ellas nos protegen de las introyecciones y/o tratan de evitar la negación de la experiencia al resultar ésta inconsistente con la idea del Yo. 1. "Confianza en la propia experiencia" Lo ilustraremos con un ejemplo: Nos encontramos en medio de una terapia de grupo, contexto en el que es indudable que el individuo halla, a menudo, cura para su alienación, para su falta de relación con los demás. Jerry, competente ejecutivo de una empresa, dijo en una de las sesiones iniciales: “Me considero algo extraño, porque no tengo amigos y me parece que no los necesito”. En una sesión posterior, oyendo a Beth, una mujer casada, que hablaba de la distancia que sentía que le separaba de su marido y de lo mucho que deseaba establecer con él una relación más honda y comunicativa, comenzó a contraérsele el rostro y a temblarle las mandíbulas. Al ver esto, Roz, otro miembro del grupo, se acercó a él y lo abrazó, gesto que le hizo estallar literalmente en sollozos incontrolables. Había descubierto en sí mismo una soledad de la que era totalmente inconsciente, y contra la cual se había defendido a la perfección con una coraza de autosuficiencia. Observar, comprender y aceptar esta experiencia personal le brindaría a Jerry una gran oportunidad para acercar su idea del Yo a su yo real. El peligro estaría en que negara esa experiencia por ser inconsistente con su idea del Yo. 2. "No aceptar como guía las valoraciones de los demás" Se puede, y es conveniente, escuchar y tener en cuenta las consideraciones, los juicios y las críticas de los demás, pero le corresponde al individuo sopesar el significado y su valor. ¿Para qué? Para protegerse de las introyecciones. Llevándolo a una posición más extrema podemos afirmar con Anthony de Mello (1987): "El que piensa como marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como musulmán, no piensa…y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son pensados por su ideología".

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3. "La experiencia es la máxima autoridad" La experiencia es más segura que las ideas. Es un antídoto contra la introyección. En esta misma línea, Erikson (psicoanalista) insistió en que nos tenemos que apoyar en la experiencia antes de tomar una decisión grave y que si no se tiene esa experiencia habría que plantearse conseguirla. Desde este punto de vista, sin consideraciones de tipo moral ni religioso, es razonable, por ejemplo, irte a vivir de continuo durante una temporada con tu pareja antes de tomar la decisión de casarte. La consciencia interna acerca de cómo te has sentido que te proporcionará esa experiencia, constituye el manual más adecuado a la hora de guiarse en la toma de decisiones fundamentales. 4. "Necesidad de descubrir el significado de la experiencia" Nadie te podrá hacer vivir una experiencia por más detalles que haya usado, la experiencia solo la puede vivir uno mismo. Te pueden explicar la sensación de ser revolcado por una ola, pero hasta que no te revuelque una ola, no lo entenderás.

5. "Tener confianza en los hechos" En ocasiones ante la sospecha de que los hechos pueden confirmar nuestras peores pesadillas con respecto a nosotros mismos (o sobre cualquier otra hipótesis), rechazamos toda posibilidad de contrastación de esos hechos con nuestra idea de nosotros mismos por miedo a confirmar lo que de alguna manera ya sabemos. Recordar el ejemplo de aquella persona que se sorprende a sí mismo llorando tras una noche en la que ha bebido más de lo normal, poniéndose de manifiesto que hay una parte de su vida realmente triste y que le causa dolor; sin embargo, esa persona achaca el llanto a que “ha bebido demasiado”, rechazando toda posibilidad de existencia a esa parte de su vida. 6. "El dato personal incide fuertemente sobre los demás" Comunicando pensamientos y sentimientos muy personales, se despierta una resonancia mucho más fuerte en los demás. Así se establece un clima en el que hay más posibilidades de acceder a la experiencia real, a “darse cuenta” y acercarse al Yo real. "Las palabras van al corazón cuando han salido del corazón" (R. Tagore). 7. "El hombre está dotado de una fuerza constructiva" «Cuando puedo entender el mundo interior de los demás y cuando llego a aceptarlos como personas, me doy cuenta que ellos empiezan a moverse hacia la

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autorrealización, la madurez y la socialización (esa “fuerza constructiva” suya entra en funcionamiento). Cuanto más se siente comprendido y aceptado (el cliente), más tiende a dejar caer las falsas "fachadas" para moverse hacia una dirección de mejora. Me acepto mejor una vez he sentido la aceptación de los demás en mí» (Carl Rogers). Esa mayor aceptación de mi mismo significa mayor aceptación de mi yo real. Consideraciones sobre la autoestima “¿Qué he de hacer para amar a mi prójimo?”, preguntó el discípulo al Maestro “Deja de odiarte a ti mismo”, respondió este. El discípulo meditó larga y seriamente estas palabras y regresó a decirle al Maestro: “Pero si yo me amo demasiado a mí mismo…, Si soy un egoísta y un egocéntrico, ¿Cómo puedo librarme de mi egoísmo?” “Sé amigo

de ti mismo, y tu yo quedará satisfecho y te dejará en libertad para amar a tu prójimo”. ANTHONY DE MELLO (¿Quién puede hacer que amanezca?) Como hemos citado con anterioridad, hay diferentes maneras de abordar la autoestima. Sin embargo, ya sea de forma equivalente al Auto-concepto, o considerándose una faceta del mismo, existe un acuerdo en el énfasis en la autovaloración afectiva. Es decir, ¿estoy satisfecho/a conmigo? ¿Me valoro lo suficiente? ¿Me gusta como soy? ¿Estoy orgulloso/a de mis logros? La autoestima puede entenderse como una actitud y una valoración positiva de la persona hacia sí misma. Podemos calificarla como el sistema inmunitario de la vida psíquica, ya que asegura recursos y los potencia, para enfrentarse con éxito a las dificultades. La ausencia de autoestima, o su leve intensidad en la persona, acompaña generalmente a una amplia gama de trastornos psicológicos. A menudo se da una autoestima aparente, defensiva, sobrevaloradora e incluso agresiva. Y, también a menudo, detrás de esta fachada no hay más que la ruina personal de una autoestima agonizante, de un profundo y doloroso desamor hacia uno mismo. R.B. Burns, lo describe de esta forma tan práctica: Autoestima = Logros / Exigencia Pero, ¿cuál es el nivel óptimo de exigencia? ¿Qué puede ocurrir si me exijo demasiado? ¿Hacia dónde me conduce no exigirme nada? ¿Qué logros tendría si no tuviera ningún nivel de exigencia?... Personas que, aparentemente lo tienen todo, se vivencian negativa y agresivamente porque sus muchos “logros” y “éxitos”, se ven disminuidos al aumentar perfeccionísticamente las exigencias, las pretensiones. Si esto lo podemos afirmar de

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personas socialmente exitosas, quien cuente en su haber con escasísimos logros personales y sociales, por no hablar de dolor y fracaso, se ven tremendamente disminuidos por las más elementales exigencias vitales que acarrean un profundo desamor hacia sí mismos. Las expectativas familiares, comunitarias, culturales, religiosas, etc., conducen en caso de personas poco “exitosas” a una situación de gran sufrimiento.

William James escribía hace un siglo, desde su experiencia de gran psicólogo, cómo es paradójico que una persona se auto-desprecie a sí mismo hasta la muerte sólo por ser el segundo boxeador del mundo. El hecho de no haber alcanzado el campeonato mundial le lleva a auto-despreciarse, sin bastarle ser vencedor de toda la humanidad menos de uno. Sin llegar al límite de este ejemplo, la verdad es que nuestra sociedad tan competitiva, con todas las tensiones que esto acarrea, nos exige unos logros que vivimos con un profundo sentimiento de inferioridad del cual compulsivamente tratamos de evadirnos y, como consecuencia, una experiencia dolorosa de propia desestima. J. Antonio García Monje, psicólogo y antiguo profesor de la Universidad de Comillas de Madrid, señala estos diez puntos para mejorar la autoestima: 1. Darme cuenta experiencialmente de que la autoestima depende de mi interpretación personal de la realidad (por ejemplo, de valorar más o menos mis logros). De mi capacidad de aceptar amor, amarme, y amar lúcida y auténticamente. 2. Vivir conscientemente; es decir, despierto, auténticamente responsable en contacto con mi propia experiencia como fuente de información sobre mí mismo, sabiendo mis posibilidades, límites y recursos. 3. Observar las expectativas que me rodean. Asumir las que de verdad sean constructivas y sanas; y poner límites claros a aquellas que me manipulan como marioneta, sin fomentar mis recursos y experiencia personal sana. 4. No jugar a la competitividad; es decir, saberme amar en la realidad de mi vida, asumiendo mis errores y mis culpas. 5. Liberación de todo aquello que me resta autoestima: introyecciones, imágenes paterna y materna rígidas, sentimientos de pertenencia al grupo o pandilla equivocados, dependencias de personalidades fuertes que me impiden ser libre, hábitos conductuales que me lleven lejos de la realidad de mi vida y de sus auténticos desafíos… 6. Fomentar el pensamiento positivo. Realizo ejercicios de visualización, en los que me veo a mí mismo, a mí misma, realizando adecuada y positivamente conductas que en

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la praxis ordinaria me resultan difíciles o casi inasequibles.

También pueden ayudar la relajación y la meditación. 7. Darme cuenta de cómo puedo jugar al juego de “la desestima”. Aun sabiendo teóricamente lo catastrófico que es para el sistema sano de desarrollo personal, la desestima cuenta con beneficios aparentes: poderme sentir víctima, necesitado de ayuda, fruto del destino o la fatalidad, sentir pasividad… 8. Llegado el caso, aprender a no tener lo que se quiere, a querer lo que se tiene. Vivir el aquí y el ahora con el gozo que dan las pequeñas cosas. 9. Escuchar los “feedbacks” positivos sin filtrarlos. El que los otros crean en mi, ayudará a creer en mí mismo/a, en mis posibilidades y recursos. 10. Arriesgarse a ser uno mismo y feliz, aunque en ciertas circunstancias la felicidad pase por un desierto de dolor y soledad. INDICADORES DE AUTOESTIMA POSITIVA Estos son varios de los indicadores que constituyen una autoestima positiva: • Tiene valores y principios claros. • Actúa y toma decisiones. • No emplea demasiado tiempo en analizar el pasado. • Confía en sus capacidades. • Se arriesga y acepta sus errores. • No se deja manipular. • Disfruta y se relaja. • Es sensible a las necesidades ajenas. INDICADORES DE AUTOESTIMA DEFICIENTE Estos son varios de los indicadores que constituyen una autoestima deficiente: • Autocrítica desmesurada. • Hipersensibilidad a la crítica. • Indecisión crónica. • Deseo innecesario de complacer. • Perfeccionismo. • Culpabilidad neurótica. • Hostilidad flotante (a flor de piel). • Tendencias depresivas.

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LAS TRES MASCARÁS DE LA BAJA AUTOESTIMA Las personas tenemos tendencia a la utilización de máscaras a fin de resguardar nuestra autoestima. Aún así, existen máscaras que se llegan a confundir con la propia piel como las máscaras de: • EL IMPOSTOR: miedo al fracaso, miedo a ser “descubierto”, necesita triunfos externos (perfeccionista, autoexigente). • EL REBELDE: actúa como si lo le importaran las opiniones y actitudes del resto, necesita probar que no le dañan las críticas, (culpabiliza al resto, desafía, ..), está en rabia constante por no sentirse excesivamente bueno. • EL PERDEDOR: espera que los demás le salven o tiene miedo a tomar responsabilidades. 2. Automotivación: La motivación y la emoción son dos procesos que son distintos, pero están íntimamente relacionados. Cuando se habla de motivación es fácil encontrar términos referidos a los mecanismos que se ponen en marcha para saciar o satisfacer las necesidades (de distintos tipos). Así mismo, se considera que las necesidades se manifiestan muchas veces en forma de emociones o sentimientos, y que para ser emocionalmente inteligentes es necesario aprender a leerlas. ¿Cuáles son las semejanzas entre motivación y emoción? • En los dos procesos juega un papel importante la activación del organismo. En ambos casos el organismo moviliza o pone en marcha sus recursos. • Cuando estamos motivados y emprendemos una acción, experimentamos emociones y sentimientos. Y a su vez, la emoción puede añadir o incluso quitar energía a las acciones que se han puesto en marcha. • La emoción, por su indiscutible función adaptativa, facilita el desempeño de acciones motivadas, ya sea propiciando el acercamiento o la evitación a un objetivo, según las propiedades de la situación (beneficiosas o perjudiciales).

• Toda conducta motivada produce reacciones emocionales, así como cada emoción puede facilitar la aparición de determinadas conductas motivadas y no de otras. • La satisfacción de la motivación produce emociones y sentimientos agradables y la no satisfacción, desagradables. • Tanto la motivación como la emoción, influyen en otros procesos como la

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percepción, la atención y el aprendizaje: - Atención: Nuestras motivaciones y emociones hacen que captemos una información y no otra. - Percepción: Nuestras motivaciones y emociones influyen en la forma de interpretar la información. - Aprendizaje: Nuestras motivaciones y emociones afectan al proceso de adquisición de conocimientos y habilidades, potenciándolo o inhibiéndolo. Como ya se han mencionado, existen numerosos puntos de convergencia entre motivación y emoción. Ahora ha llegado el momento de señalar las diferencias. • La activación del organismo en el caso de la motivación es de carácter general, sin embargo, cada emoción presenta un patrón fisiológico concreto. • Los desencadenantes de la motivación son de muy variada naturaleza (herencia, aprendizaje, interacción social), mientras que los desencadenantes de la emoción son los procesos de valoración de una situación determinada (interna o externa). • El comportamiento motivado está orientado hacia una meta, y se experimenta como el “motivo” para emprender una acción, mientras que las acciones desencadenadas por la emoción se dirigen hacia uno mismo y son experimentados como “sentimientos”. • Los motivos están impulsados por estados internos que indican la ausencia o carencia de algo que tenemos que conseguir para restablecer el equilibrio. Las emociones se provocan la mayor parte de ocasiones, por presencia de algo. • Los motivos dirigen y mantienen la conducta, mientras que las emociones influyen en el transcurso de la acción.

• Los comportamientos propios de la motivación se dirigen a satisfacer necesidades o metas, mientras que las emociones son informativas y no siempre se orientan a la acción, me dan información sobre lo que necesito o quiero conseguir. ¿Qué es la automotivación? La automotivación es la capacidad de mantener el ánimo, la perseverancia y el optimismo ante la adversidad. La motivación es el estado interno que excita, dirige y sostiene el comportamiento. En la medida que sentimos motivación se despierta en nosotros el entusiasmo, el placer y el coraje; sentimientos que nos impulsan a la realización y, consiguientemente, a la autorrealización.

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Componentes de la automotivación • Orientación al logro. El éxito es la consecución de un objetivo; el esfuerzo va dirigido a conseguirlo, con la consiguiente anticipación. • Compromiso. Con los objetivos marcados. • Iniciativa. Disposición a actuar ante las oportunidades que se presenten. • Optimismo. Visión positiva. • Voluntad. La motivación inteligente. Nos permite persistir en la búsqueda de las metas y de su consecución. Motivos primarios y motivos secundarios Algunos autores como Madsen, agrupan nuestros motivos o necesidades en dos categorías: • Motivos primarios: también denominados biogénicos, determinados biológicamente desde el nacimiento, y que tienen que ver con la supervivencia del organismo. • Motivos secundarios: también denominados psicogénicos, sociales o adquiridos, porque se ven fuertemente influidos por la interacción social, la cultura y el medio ambiente.

En su adquisición tiene un papel muy importante el aprendizaje y se relacionan con el crecimiento de la persona. Los motivos primarios, tienen un origen biológico claro. En este sentido tiene gran relevancia el concepto de homeostasis. Todos los sistemas fisiológicos del organismo buscan el equilibrio; cuando este equilibrio se rompe, se ponen en marcha distintos dispositivos para recobrar de nuevo el equilibrio. La homeostasis es el proceso mediante el cual el organismo se autorregula. Un ejemplo clarificador es el caso en que el organismo tiene un déficit de agua; para resolver el desequilibrio experimentamos sed, lo que nos lleva a beber agua. Ejemplos de motivos primarios son los siguientes: El hambre y la sed, el sueño y la motivación sexual. Vamos a centrar la atención en los motivos secundarios, más ligados a nuestra historia personal y al crecimiento. Los motivos secundarios o sociales son aquellos que están ligados al efecto del aprendizaje. Dependen en gran parte de la interacción que las personas establecen con los miembros del grupo al que pertenecen. Se van a exponer los siguientes tipos:

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• Motivo de logro • Motivo de poder • Motivo de afiliación Motivación de logro: Según McClelland la motivación de logro consiste en el deseo o necesidad de realizar las cosas del mejor modo posible, no para conseguir la aprobación o recompensa de agentes externos, sino para obtener la propia satisfacción. No hay que confundir la motivación de logro con la competitividad definida como una disposición a esforzarse para obtener algún tipo de satisfacción, al establecer comparaciones con algún estándar de excelencia en presencia de evaluadores.

Esta definición limita la competitividad a situaciones en las que la persona es evaluada, aunque obvia la posibilidad de que existen personas que compiten consigo mismas incluso cuando nadie está evaluado su actuación. El nivel de motivación de logro pondría de manifiesto esta auto-competición, mientras que el nivel de competitividad influiría en la conducta en situaciones evaluadas socialmente. La motivación de logro se relaciona con el afán de superación que muestran algunas personas, afrontando las dificultades que se presentan en la consecución del objetivo propuesto. En la definición más actualizada de Inteligencia Emocional que propone Goleman se sustituye el término de automotivación, por el de motivación de logro. En este último modelo, la motivación de logro se encuadra dentro de la autogestión de emociones. Este cambio de terminología puede deberse a que el término de automotivación es con frecuencia mencionado en los libros de autoayuda, y sin embargo, poco tratado en estudios científicos rigurosos. El término motivación de logro dispone de numerosa investigación rigurosa desde hace años, aspecto al que concede mucha importancia El Consorcio de Inteligencia Emocional. Teniendo en cuenta lo anterior, la motivación de logro, al igual que el resto de motivaciones, influye en una amplia diversidad de aspectos: Elección de la actividad, esfuerzo para perseguir objetivos, intensidad, persistencia. ¿La motivación de logro es algo que se aprende? ¿A qué edad desarrollan los niños tendencias hacia la motivación de logro? ¿Los profesionales de la motivación pueden influir en ellos? Se piensa que la motivación de logro y la competitividad se desarrollan en tres fases

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secuenciales. No todo el mundo llega al estadio final y la edad a la que se alcanza cada estadio varía notablemente.

1. Fase de competencia autónoma: En ella, que supuestamente tiene lugar antes de los cuatro años, el niño centra su atención en el dominio de su entorno y en la evaluación de sí mismo. A esta edad a los niños les entusiasman actividades nuevas sin importarles lo más mínimo que otro niño lo haga mejor que él. 2. Fase de comparación social: En esta, que se inicia aproximadamente a los cinco años, el niño se concentra en comparar directamente su ejecución con la de los demás. Esta es la fase “del más rápido, más grande, más fuerte…” donde se encuentran absortos en la comparación con los demás. 3. Fase integrada: Ésta incluye estrategias de logro tanto autónomas como de comparación social. La persona que domina por completo esta integración sabe cuál es el momento apropiado para competir con los demás y cuándo conviene adoptar patrones autorreferenciales. La identificación de las fases de desarrollo de la competitividad y la motivación de logro nos ayuda a comprender mejor la conducta de personas con las que trabajamos. A la larga, la orientación de logro integrada conduce a conductas mucho más provechosas para quienes las adoptan y constituye una responsabilidad importante la de enseñar a las personas cuándo es o no apropiado competir y compararse a sí mismo socialmente. Las características antes expuestas de la motivación de logro muestran numerosas ventajas, aunque también es importante tener en cuenta los riesgos que se pueden plantear. El más claro de ellos es convertirse en un “devorador de metas”, que consiste en plantearse objetivos cada vez más altos, sin disfrutar de los logros obtenidos. En este caso, el afán de conseguir metas nuevas te conduce a no valorar lo que tienes y no disfrutarlo. Es característico el hecho de trabajar muy duro durante mucho tiempo y luego cuando por fin se consigue el propósito, en lugar de reconocerlo, valorarlo y sentir alegría, se siente un vacío inmenso que inmediatamente da paso al planteamiento de otras metas. Nuevamente lo más sano es lograr un equilibrio entre el inconformismo que nos hace superarnos, desarrollar habilidades nuevas, asomarnos a otros intereses, y tener la necesidad incesante de conseguir las metas, y el hecho de disfrutar del proceso anterior a conseguirlas, y de los logros en cuestión.

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¿En qué lugar te encuentras tú con respecto al equilibrio anterior, en este momento de tu vida? La respuesta a esta pregunta sin lugar a dudas te proporcionará claves para conocerte y comprenderte más. De nuevo tienes una nueva oportunidad de profundizar si tú quieres. El Motivo de Poder Winter ha definido el motivo o necesidad de poder como una tendencia estable para influir, persuadir y controlar a otras personas, así como para obtener reconocimiento e incluso la aclamación con las conductas que el sujeto realiza en la búsqueda de su objetivo. Se entienden diversas formas de satisfacer estas necesidades que van desde la manifestación de las características de liderazgo en un grupo, pasando por el respeto, el cariño o el temor según en qué grupos. Parece claro que existe una relación entre el motivo de poder, la motivación de reconocimiento y el motivo de logro, características éstas que, como bien sabemos, son típicas de la sociedad occidental. La manifestación del motivo de poder puede circunscribirse al grupo de referencia más directamente próximo al sujeto, puede alcanzar esferas más alejadas e incluso puede llegar a cotas completamente lejanas. En los dos primeros casos hablamos de las relaciones más o menos habituales que se establecen en los grupos a los que pertenece el sujeto, con el objetivo de conformar jerarquías implícitas o explícitas de poder. En el tercer caso, hablamos de eventos poco frecuentes, pero que vienen motivados por la necesidad de conseguir el dominio, el control y la sumisión de otras personas o territorios. El motivo de poder suele experimentar varios cambios a medida que el sujeto madura psicológicamente (Franken, 1988), cambios que son necesarios para que se produzca la socialización en el que se encuentra inmerso el sujeto, estas etapas son las siguientes: 1. Etapa de adquisición: que se caracteriza por la obtención de metas materiales; el motivo de poder tiene claras connotaciones de posesión tangible de objetos más o menos valiosos.

2. Etapa de autonomía: caracterizada por los intentos que realiza el sujeto para controlar su ira, al menos en su vertiente expresiva, ya que las manifestaciones de esta emoción no son socialmente positivas. 3. Etapa de asertividad: que se caracteriza por la manifestación explícita de la independencia.

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4. Etapa de productividad/pertenencia: que viene caracterizada por los eventos más positivos desde un punto de vista social, pues el individuo se implica en asociaciones y organizaciones, tratando de aportar su trabajo al grupo. Una de las etapas que mayor atención ha recibido por parte de los investigadores es la de la asertividad, ya que en ella se suele producir la configuración del liderazgo. En este sentido, parece un hecho demostrado cuán importante es saber inhibir la clara tendencia a actuar de modo agresivo y no asertivo, que caracteriza a los sujetos con un alto motivo de poder. De hecho, y por regla general, es precisamente esa capacidad para inhibir conductas socialmente no muy aceptadas, la que se encuentra en la base de la constitución del liderazgo (los estilos de comunicación y la asertividad han sido tratados en el área interpersonal). El motivo de poder tiene dos características fundamentales: por un lado la necesidad de influencia, y por otro la necesidad de reconocimiento social. Estos dos aspectos se pueden orientar a causas nobles, es decir, ganar-ganar; o se pueden orientar a la consecución de intereses personales caiga quien caiga. El motivo de poder en su polo más perjudicial se caracteriza por anteponer las propias necesidades a los intereses de los demás, sin importar el daño que se produzca. De ahí, la importancia del desarrollo de habilidades asertivas para canalizar la agresividad. De esta forma la capacidad de influir en los demás puede transformarse en liderazgo efectivo. El Motivo de Afiliación El motivo de afiliación hace referencia a la tendencia de los sujetos a asociarse con otros individuos, a buscar el contacto social más o menos frecuente, y a formar grupos relativamente estables. Es un motivo o necesidad que comienza

a desarrollarse en la infancia, teniendo sus primeros esbozos en el apego que se establece entre el bebé y sus padres, y la asociación de ideas muy elemental que hace el bebé de la presencia de los padres y la solución de los problemas, sean éstos el hambre, el frío o la necesidad de refuerzo y/o compañía. La existencia del motivo de afiliación se manifiesta con las conductas encaminadas a la búsqueda de amistades, la realización del trabajo en grupos y mantenimiento de las relaciones interpersonales. Los individuos con gran motivación de afiliación pueden llegar a experimentar una gran ansiedad al no conseguir la relación interpersonal con otros individuos, manifestando un considerable temor a la posibilidad de ser rechazados. Por lo tanto, la mejor definición que se podría hacer tiene que ver con la necesidad de ser socialmente aceptados y en tener una cierta seguridad en las relaciones interpersonales.

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Además habría que considerar también la dimensión más positiva del motivo, a saber, la producción de afecto positivo, el incremento de las relaciones íntimas, la transmisión de información personal, etc… Factores todos ellos relacionados con la satisfacción y confianza que experimenta el sujeto cuando se encuentra en un proceso de afiliación. En particular, el motivo de afiliación parece contrarrestar en cierto modo las características negativas que puede tener el motivo de poder. De hecho, la experiencia de un gran motivo de afiliación hace que el sujeto piense más en el bienestar del grupo, más que en el suyo propio y personal. De esta forma, el egoísmo y las conductas dirigidas hacia uno mismo, se ven matizadas por las conductas de ayuda desinteresadas dirigidas hacia los demás. En última instancia, el motivo de afiliación es una de las variables imprescindibles para entender cómo se constituyen los grupos sociales; para comprender que un sujeto puede relegar la satisfacción de alguna necesidad individual en pro de la satisfacción de las necesidades del grupo al que pertenece, pues, en cierta medida, consideran que también así se pueden satisfacer sus necesidades individuales.

Como CONCLUSIÓN es importe tener en cuenta que todos estamos motivados en algún momento por los tres tipos. Hay situaciones en que lo que impulsa mi forma de proceder es el motivo de poder, otras el de logro y otras el de filiación. Así mismo, resulta relativamente fácil identificar cuál es nuestro motivo predominante. Un ejercicio ilustrativo es contrastar la visión que tenemos de nosotros mismos, con la visión que tiene los demás. Herramientas para la automotivación Resulta de utilizar conocer técnicas específicas para desarrollar la automotivación. Una de ellas es la visualización creativa. Términos como visualización, ensayo mental o entrenamiento psicológico, se refieren a la creación o recreación de una experiencia en la mente con el objetivo de servir de ayuda para el cambio o para el refuerzo (según sea el caso) en nuestras actitudes, en nuestra forma de actuar y en nuestro sistema de creencias. En realidad, la visualización es una forma de simulación. Es parecida a una experiencia sensorial real (por ejemplo, ver, sentir u oír), pero toda ella tiene lugar en la mente, y busca ser un instrumento para avanzar hacia la concreción en la realidad de lo visualizado. Todo proyecto comienza en la mente de alguien, que, de alguna

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manera, lo visualiza y luego, a través de su actuación, lo hace realidad. La visualización utiliza la imaginación y la fantasía. Por la imaginación somos capaces de llevar a cabo todas las actividades porque nuestra mente puede recordar eventos y recrear imágenes y sensaciones de las mismas que nos ayudan a realizarlas. Por la fantasía nuestra mente también puede imaginar o representar acontecimientos que todavía no han ocurrido. Si bien, hay que insistir en que la visualización es una técnica de crecimiento personal que utiliza la imaginación y la fantasía con un objetivo: crear o proyectar lo que deseamos en la vida. A través de la visualización establecemos contacto con nuestra realidad subjetiva interior, y es ahí, en ese espacio, donde podemos sustituir las creencias negativas que nos obstaculizan, por creencias positivas que nos liberan. Visualizar es simple pero eficaz. Positivizando nuestra mente, se positiviza nuestra realidad. Cuando somos capaces de aceptar que no somos víctimas impotentes ante la vida, sino sus auténticos creadores, y nos decidimos a modificar nuestros pensamientos, palabras y actitudes, llegamos a conseguir que las circunstancias que nos rodeen sean más satisfactorias. ¿Cómo visualizar? Se puede visualizar simulando o recreando una experiencia en tu mente, tal y como hemos mencionado, pero también, pongamos por caso, observando un póster, una fotografía, un dibujo… Puede realizarse en unos breves minutos o durante tanto tiempo como se desee. Se puede realizar sentado, andando o de pie. Si optas por sentarte, cierra los ojos, con el fin de evitar todos los estímulos que pudieran entrar a través de los ojos. La visualización ofrece su máxima utilidad antes y después de cada actividad. Para realizar o guiar una visualización se suceden los siguientes pasos: • La visualización requiere conseguir un buen estado de relajación. • Aprovecharemos todo aquello que nos relaja: silencio, luz tenue, aromas agradables, etc. La respiración ha de ser consciente, pausada y profunda. • Una vez que te sientas relajado, empieza a visualizar lo que tú quieres conseguir ser, hacer o tener, utilizando la imaginación y la fantasía. Hazlo con tanto detalle como sea posible. • Observa bien lo que “ves”, escucha “lo que dices”, siente cada palabra que “dices”, “visualiza” cada palabra, siente la confianza de poseer esa imagen. • Todas las escenas, sin excepción deben ser optimistas y deben acabar con un enfoque positivo. Puedes imaginar cómo superas un conflicto personal o emocional; cómo te enfrentas con éxito, a una situación difícil, puedes imaginar lo que desees. • Respeta la lógica y la verosimilitud en el desarrollo de las escenas, con el fin de que la historia resulte creíble (por lo menos para ti).

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• Durante la visualización unas personas “ven” la situación descrita, otras más bien la “perciben”, otras tienen en cambio la sensación de “oír” o “comprender” frases o conceptos. Y, por supuesto, esta práctica puede despertar emociones.

Permite que se expresen, al liberarlas alcanzas mayor bienestar. Es importante mantener una actitud abierta y receptiva, sin pretender juzgar ni analizar las imágenes o impresiones. Se trata de abrirse a la experiencia intuitiva. Por todo lo anterior, cuando se guía en la visualización a otras personas, es útil el uso de frases propias de los ejercicios de Programación Neurolingü.stica (PNL) del tipo: “Mira lo que mirabas, escucha lo que escuchabas, y siente lo que sentías, como si estuvieras allí” si traes a tu mente una situación ya vivida; o bien, “mira lo que miras, escucha lo que escuchas y siente lo que sientes” si no se recrea el pasado. Existen algunas premisas indispensables para obtener de la visualización los resultados deseados: tener un verdadero deseo de conseguir el objetivo propuesto; imaginar o percibir la situación de la forma más precisa posible, con el mayor número de detalles y utilizando tantos sentidos como seas capaz; confiar en su realización; gozar con la imagen de nuestro objetivo como si ya lo hubiéramos conseguido y aceptar el reto de la nueva situación. Como tantas otras, la visualización es una destreza adquirida mediante el entrenamiento. Al principio, algunas personas detectarán rápidamente que tienen aptitudes, mientras que a otras les resultará difícil representar en sus mentes una sola imagen, o incluso cerrar los ojos. Si bien, con la práctica regular se van venciendo las posibles resistencias y se pasa a experimentar la visualización de una forma más satisfactoria. Funciones de la visualización Estos viajes imaginarios hacia tu propio interior, en estado de relajación, hacen que vivas una experiencia agradable y positiva, en la que aprendes a transformar todos aquellos aspectos de ti mismo y de tu vida que desees mejorar. Ese cambio interior es el que te puede abrir las puertas a una nueva realidad. Pensar y visualizarnos tal como nos gustaría ser: 1. Entrena la estrategia, las destrezas deportivas y cualquier otra actividad, comportamiento o actuación que podamos visualizar.

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2. Mejora la concentración. Al imaginar, por ejemplo, lo que queremos hacer o el modo en que deseamos reaccionar ante ciertas situaciones, podemos evitar que nuestra mente divague. Podemos visualizarnos en situaciones en que, por lo general, perdemos la concentración (pongamos por caso, fallar un tiro fácil en baloncesto, perder el paso en una danza o cometer una equivocación en clase o en una reunión), e imaginar a continuación que no perdemos la calma y que centramos la atención en la próxima jugada o el siguiente paso a dar. 3. Crea o aumenta la confianza y, por tanto, baja la ansiedad. Representar mentalmente una buena actuación ayuda a que uno se sienta capaz de actuar bien. 4. Canaliza las respuestas emocionales. Podemos imaginar situaciones que han provocado respuestas emocionales inapropiadas en el pasado y visualizarnos respondiendo de manera mucho más adecuada. 5. Otros: Fortalece la paciencia, ancla la positividad, edifica la efectividad… Sin caer nunca en la negación de la realidad, se trata de “ver el vídeo” en el que aparecemos tal como seríamos, comportándonos de ese modo que deseamos y exhibiendo esas cualidades que intentamos conseguir, concentrándonos primero en las imágenes que evocamos voluntariamente y, después, en las sensaciones que dichas imágenes provocan. La música no es necesaria para la visualización, ahora bien, sin duda, respalda la creación de imágenes mentales, actúa de hilo conductor y favorece la relajación. La utilización de determinadas tonalidades, timbres, acordes, ritmos e intervalos, está en función de las características y los objetivos de cada visualización. Pautas para realizar/guiar visualizaciones 1. Crear una situación que favorezca estar relajado. Recursos que puedes utilizar son una luz tenue, una música adecuada, y se recomienda por lo menos al principio mantener los ojos cerrados. 2. Es útil realizar un ensayo sencillo para conocer el sistema representacional de la persona que vas a guiar.

Un ejercicio fácil consiste en centrar a la persona para que visualice un lugar conocido. Puede ser un parque, el salón de su casa, o simplemente recordar lo que ha hecho durante la mañana. Puedes utilizar la expresión “mira lo que mirabas, escucha lo que escuchabas y siente lo que sentías en ese momento”…

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Durante 2 minutos le ayudas a centrarse utilizando un lenguaje lo más general posible, es aconsejable que predominen las preguntas en lugar de las afirmaciones. “Ahora trae a tu memoria ese lugar, ¿Cómo era?...” Después le pides que te describa con el máximo número de detalles lo que ha visualizado. Mientras, te das cuenta de qué sistema representacional predomina. Visual: imágenes. Auditivo: sonidos, expresiones verbales. Kinestésico o cinestésico: sensaciones físicas, sentimientos. 3. Clarificar el objetivo de la visualización, y en función de eso, recopilar la máxima información posible. No se necesita la misma información para que tenga la función de superar una dificultad, que para entrenarse ante una situación, que para relajarse. 4. Elaborar un guión escueto para la realización de la visualización. Puedes empezar con “cierra los ojos, toma una respiración lenta, y profunda y,... sueltas el aire. Notas como la respiración te hace sentirte cada vez más relajado y te centra en todo lo que experimentas en ese momento”. Es importante tener en cuenta cuál es el sistema representacional predominante para favorecer el proceso. 5. Ensayarlo a solas. 6. Llevarlo a cabo. 7. Durante el proceso si aparece un ruido de repente o cualquier estímulo imprevisto, lo mejor es introducirlo. Ejemplo: “… nota como cada sonido que

escuchas te ayuda a sentirte más relajado.” 8. Observar de forma activa la expresión gestual de la persona a la que guías para darte cuenta de posibles interferencias. 9. Al finalizar el proceso, es necesario hacerlo de forma gradual. Recursos que puedes utilizar son: utilizar un conteo hacia atrás, o ir activando al organismo por mediación de movimientos suaves. 10. Pedir feedback al finalizar. 3. Actitud Positiva Aprendemos a pensar positiva o negativamente, aunque tal vez tengamos una

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tendencia genética hacia un lado u otro. La persona que ha aprendido a pensar positivamente es: • Realista y capaz de valorar con objetividad los hechos y acontecimientos. • Acepta las limitaciones propias y de los demás. • Se centra en lo que se puede cambiar y establece planes para conseguirlo. Características de la persona optimista – inteligente • Encuentra fácilmente las ventajas que ofrece el medio. • Le gusta halagar a los demás. • Habla de lo que le resulta agradable. • Está feliz consigo misma y su entorno. • Piensa que los problemas se pueden resolver o evitar. • Es una persona confiada y vital. Características de la persona optimista – no inteligente • No sabe soportar pensamientos dolorosos o negativos. • Es ciega para todo lo que pueda disgustarle. • Reemplaza toda emoción dolorosa por alegría o alivio. • No acepta fracasos, los convierte siempre en ventajas. • No tiene conciencia de las emociones negativas pero su cuerpo sí, por eso enferma a menudo. • Ante estímulos negativos poderosos se hunde; no ha desarrollado herramientas para manejar las emociones negativas. Características de la persona pesimista • Es una persona más bien crítica. • Percibe casi constantemente peligros o errores en su entorno. • No suele hacer halagos ni menciona las cosas positivas. • Habla de lo que no le gusta. • Es desconfiada. • No encuentra cosas agradables en su entrono. • No está feliz consigo misma. • Se siente desdichada con la vida que le ha tocado vivir. • Ve los aspectos negativos de una situación y los magnifica. • Piensa que casi todos los problemas son irremediables. • Achaca los problemas a su mala suerte o destino. • Suele pasar mucho tiempo preocupada. Factores que ayudan a ser optimista • Ponerse metas alcanzables y con sentido. • Abrirse al exterior y olvidarse de uno mismo.

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• Reconocer y satisfacer nuestras necesidades biológicas. • Aceptar la propia realidad: la felicidad como amor propio. • Atreverse a ser valiente. • Educar y perfeccionar la capacidad de goce. • Desarrollar el gusto por el juego. • Desarrollar el amor y la cordialidad. 4. Responsabilidad Relata un cuento zen que en un monasterio había un discípulo que desafiaba siempre a su maestro. Cierta vez, ocultando a sus espaldas a un pájaro que sostenía en las manos, el discípulo se paró desafiante ante el maestro y le preguntó: “Maestro, aquí detrás de mi tengo un pájaro. Dígame usted que lo sabe todo: ¿está vivo o está muerto?” (De tal modo, si decía que el pájaro estaba vivo lo ahorcaba y si decía que estaba muerto abriría sus manos y lo dejaría volar). El maestro lo miró a los ojos con respeto y compasión, respiró profundamente y con mucho amor le respondió: “Eso depende de ti. La solución… está en tus manos.”

La responsabilidad con uno mismo, con la propia vida y con la propia felicidad. • Responsabilizarse quiere decir no culpar a nadie más que a mí de lo que hago, siento, soy y tengo. • Responsabilizarse quiere decir ser consciente de las circunstancias en las que no asumo mi responsabilidad. • Responsabilizarse quiere decir controlar mi monólogo interior. • Responsabilizarse quiere decir ser consciente de aquello que te compensa, de aquello que hace que no acabes cambiando la situación. • Responsabilizarse quiere decir pensar qué quieres de la vida y actuar para conseguirlo. • Responsabilizarse quiere decir ser consciente de la gran cantidad de elecciones que puedes hacer en una determinada situación. CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA RESPONSABLE • Explica lo que piensa, siente y hace. • Se hace responsable de sus actos. • Pide perdón si comete errores y los acepta. • Deja claro ante los demás sus compromisos. • Cuando no cumple con algo asume sus consecuencias. CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA NO RESPONSABLE • Culpa a los demás de lo que ocurre.

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• No asume las consecuencias de sus errores. • Se dedica a criticarlas y a opinar sobre cómo las personas deben de comportarse. 5. Análisis Crítico de las Normas Sociales Es la capacidad para evaluar críticamente los mensajes sociales, culturales y de los demás, relativos a normas sociales y comportamientos personales.

USO ADECUADO

- Ser conscientes de ellos - Darles un valor relativo. - Tenerlos presentes pero dejarlos enfriar. - Que sean flexibles y adaptables. - Modificarlos en función de la evidencia. - Admitir en todo momento su relatividad.

USO INADECUADO

- No ser consciente de ellos - Darles un valor absoluto. - No estar dispuesto a modificarlos. - Pensar que son evidencias y no opiniones subjetivas. - Convertirlos en prejuicios.

6. La Resiliencia Podemos definir la Resiliencia como la “Capacidad del individuo de reaccionar y recuperarse ante adversidades perdurables en el tiempo”: Modelo para el desarrollo en niños (Edith Grotberg). En el cuadro que recogemos a continuación resumimos los elementos más importantes en los que reposa la capacidad para la resiliciencia de las personas:

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FA CT ORES DE RESILENCIA INTERNOS Para cultivar nuestra capacidad de recuperarnos de las adversidades, podemos hacer hincapié en los siguientes aspectos: • Conocimiento de las debilidades y fortalezas. • Una autoestima e imagen buena de mí mismo. • Cultivar aficiones y capacidades. • Expresar y verbalizar nuestras emociones, sentimientos y necesidades. • Aceptar los errores como lecciones y no como fracasos. • Ser creativos, flexibles y proactivos. • Mantener buenas relaciones emocionales. • Pedir ayuda cuando lo necesitemos.

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