Los nuevos narradores en lengua alemana

Mann o de Martin Heidegger. Con el ánimo de cambiar este estado de cosas y dentro del programa “Metró- polis literarias” del LBC, se realizó en el Goethe ...
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INTERCAMBIO

Los nuevos narradores en lengua alemana Como parte de un plan destinado a que se traduzcan al español obras de escritores poco conocidos en América latina, cinco autores de origen germano visitaron Buenos Aires y presentaron sus últimas producciones

POR ARIEL MAGNUS Para La Nacion - Buenos Aires, 2009

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or primera vez en los veinte años de su existencia, el Literarisches Colloquium Berlin (LCB) decidió visitar un país latinoamericano. ¿Por qué la Argentina? “El mercado de traducciones del alemán al castellano se mueve a través de España, y allí sólo traducen lo que creen importante para ellos –explica Ulrich Janetzki, presidente de la institución–. Queremos lograr un mercado más abierto, en el que también la Argentina exporte traducciones de textos alemanes a España y al resto de América latina.” Janetzki sabe de qué habla: salvo honrosas excepciones, hoy es muy poca la literatura alemana contemporánea que se traduce en la Argentina, que en algún tiempo fue el primer país hispanohablante que volcó al español los libros de Thomas Mann o de Martin Heidegger. Con el ánimo de cambiar este estado de cosas y dentro del programa “Metrópolis literarias” del LBC, se realizó en el Goethe Institut de Buenos Aires el encuentro “Qué se escribe hoy en Alemania”, con la visita de cinco escritores –cuatro alemanes y uno suizo– que presentaron sus últimas producciones. Nacidos en los años cincuenta, sesenta y ochenta, estos autores confirman el vuelco hacia la épica que viene observando la crítica en la nueva narrativa alemana. “La literatura alemana tenía 12 | adn | Sábado 21 de noviembre de 2009

una cierta mala fama por su fijación con la intimidad y la reflexión, pero eso quedó atrás hace tiempo –explica Sherko Fatah, nacido en 1964 en la ex Alemania Oriental, de madre alemana y padre kurdo iraquí–. Ahora hay una tendencia hacia la narración menos determinada por la intimidad o los juegos lingüísticos, pero que a la vez no tiene por qué ser ingenua ni irreflexiva.” A Fatah (que ya fue traducido al castellano) no le fue fácil imprimir su sello dentro de esta nueva tendencia. Im Grenzland (Tierra de frontera), su primer libro, fue rechazado por las editoriales alemanas, pero consiguió publicarlo en Austria. “Estaba de moda la literatura pop y de un joven se esperaba que contara cosas actuales. Un editor me dijo: ‘Usted vive en Berlín, ¿por qué no escribe sobre Berlín?’” Como la de aquel libro, que le valió el premio Aspekte al mejor debut literario del año, la historia del que vino a presentar en nuestro país, Das Dunkle Schiff (El barco oscuro), también transcurre en el Cercano Oriente. En esta novela, narra la suerte de un joven iraquí adoptado por un grupo extremista islámico, que logra huir hacia Alemania, donde empieza su verdadero calvario. “Después de los ataques del 11 de septiembre la perspectiva cambió. La periferia ganó en importancia y lo que yo hago se tornó interesante. De todos modos, en Alemania sigue ocurriendo que cuanto más os-

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cura es tu piel, menor es la tirada de tus libros. Suena cínico, pero es así.” En la línea épica de Fatah se ubican también los libros de Rolf Lappert, el representante suizo de la delegación, nacido en Zurich en 1958, que trajo bajo el brazo Nach Hause Schwimmen (Nadar a casa), novela cuya trama se despliega en Estados Unidos y con la que ganó el Schweizer Buchpreis. “Escribo historias extensas y para eso necesito geografías extensas –explica Lappert–. Cuando vi el desierto de Arizona, me dije: acá puedo contar cualquier historia y todos me la van a creer.” La misma fascinación por América, que tanto sedujo a Wim Wenders, se respira en la literatura de Ulrich Peltzer (1956), cuyo libro anterior transcurre íntegro en Nueva York. “Godard decía que prefería ver una mala película americana a ver una mala película noruega. En ese sentido, yo también prefiero una mala novela estadounidense a una mala novela alemana. Hay un movimiento

“Ahora hay una tendencia hacia la narración menos determinada por la intimidad o los juegos lingüísticos, pero que a la vez no tiene por qué ser ingenua ni irreflexiva”

de huida que atraviesa toda la literatura de Estados Unidos y que tiene algo liberador, desprejuiciado y abierto. Eso falta con frecuencia en nuestra literatura y resultó una referencia para los escritores de posguerra”, dice el más veterano de la delegación. Viajero como Lappert y ganador del premio Anna Seghers, entre otros, Peltzer ubica la acción de su último libro, Teil der Lösung (Parte de la solución), en la Berlín actual, asediada por las cámaras de seguridad, para reflexionar sobre los movimientos de izquierda de ayer y de hoy. “Me interesa ver qué pasa con un antiguo militante radical de izquierda que ahora trabaja en la Justicia. Y no por una cuestión moral, sino lingüística. Si hace veinte años se tenía un vocabulario de izquierda para ordenar el mundo, ¿qué palabras se usan para hacerlo hoy, cuando esos conceptos ya no existen?” Curiosamente son los autores más jóvenes del grupo, Marcel Beyer (ver aparte) y Nora Bossong, quienes se ocupan del tema más viejo, el nazismo. El caso de Bossong reviste un interés especial, pues a sus 27 años asumió el desafío de contar en Webers Protokoll (El protocolo de Weber) la historia de un diplomático alemán que, tras haberse desempeñado en el consulado de Milán en 1943, vuelve diez años más tarde a su país con el objetivo de reinsertarse en la vida diplomática de Bonn. “Escribí sobre esa época para conocerla, porque en la escue-