Los hijos de pastores son los peores - ObreroFiel

cuidado pastoral a los hijos del pastor, especialmente durante la adolescencia. .... autoridad de los padres para limitar la libertad de sus hijos se basa en el ...
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HIJOS DE PASTOR Por Débora Gómez Usado con permiso CAPÍTULO I INTRODUCCIÓN

“Los hijos de pastores son los peores”, es una frase que todos han escuchado en más de una ocasión. Esto se debe en gran parte a que las expectativas que se tienen de un hijo de pastor, son bastante altas. Incluyendo aún las de los mismos padres, debido a que no falta en ellos el deseo de que sus hijos decidan dedicarse al ministerio al igual que ellos.

Sin

embargo, muchas veces este no es el mismo deseo de sus hijos. Más aún durante los años de adolescencia en los que tal parece, según lo demuestran muchas actitudes, lo que sienten es casi un total rechazo. Quizás estas actitudes son hasta cierto punto “normales” e inevitables, pues para los hijos de pastor el hecho de ser parte del ministerio no les es nada fácil. Menos cuando cada uno de sus movimientos parece estar en el ojo de la gente. El reto está en plantearse cómo ayudar a estos hijos de pastores, ¿será posible cambiar muchas de sus actitudes si se les presta más atención y cuidado en las áreas donde lo necesitan? En opinión de quien escribe, esto es posible, pues al reflexionar sobre la realidad de la gran mayoría de familias pastorales, se hace evidente que cada uno de sus miembros carecen de cuidado pastoral, entre ellos los hijos.

Importancia Parte fundamental del éxito en el ministerio pastoral lo constituye una buena relación de familia, esto incluye el cuidado de cada uno de sus miembros. Sin embargo, es innegable el hecho de que muchas veces se le presta poco o ninguna importancia a este cuidado pastoral que cada uno necesita, aunque a veces no se este tan consciente de ello. Específicamente al pensar en los hijos adolescentes del pastor, puede verse con tristeza la falta de cuidado

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pastoral que ellos experimentan. Es cierto que viven en la casa del pastor y que es su padre, pero esto no necesariamente implica que sus necesidades personales estén siendo atendidas. En el caso de los hijos adolescentes del pastor, es preciso comprender que ellos al igual que cualquier otro adolescente, están luchando con los diversos cambios que esta etapa trae consigo. Por lo tanto, no se les puede exigir más de lo que se le exigiría a cualquier otro jovencito de su edad. Sin embargo, en la práctica esto casi no sucede y las consecuencias de estas exigencias y falta de cuidado pastoral, ha tenido y puede seguir teniendo sus consecuencias. Por lo cual, se hace necesario pensar seriamente en lo que sería un cuidado pastoral para los hijos adolescentes del pastor.

Lo que el presente escrito pretende subrayar es la importancia latente de brindar cuidado pastoral a los hijos del pastor, especialmente durante la adolescencia. Pues, esta es la etapa en la que les resulta más difícil lidiar con las altas expectativas que la iglesia y aún sus padres imponen sobre ellos. El reto está en dar un paso en pro de brindar ayuda a estos jovencitos, observando sus necesidades específicas y comprendiendo lo que para ellos significa ser el “hijo del pastor”. Para ese propósito se pretende destacar aquellas áreas en las que necesitan ayuda y más aún, proponer opciones de cómo ayudarles.

Limitaciones Este escrito estará enfocada pensando específicamente en los hijos de pastor adolescentes, es decir entre los 13 y 19 años de edad. Esta es la etapa en la que se cree, el cuidado pastoral es altamente necesario, para poder prevenir futuras frustraciones en la vida del hijo de pastor. Para ese propósito, se expondrán brevemente datos generales de lo que es la adolescencia, y las necesidades más significativas que un adolescente experimenta. Vale también hacer la aclaración de que el presente escrito tampoco pretende entrar en el tema del llamado de Dios al ministerio. Pues no se pretende racionalizar el hecho de si los hijos de pastor tienen o no el llamado de Dios al ministerio.

Pues este tema, aunque

relevante, es difícil de determinar o exponer en un trabajo de este tipo, debido a la subjetividad del mismo. Sin embargo, es innegable el hecho que Dios llama soberanamente a su obra a quienes él desea.

Cuando Dios llama a alguien al ministerio, lo hace de forma

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individual, e independientemente de que sea éste hijo de pastor o no; y ante tal llamamiento no corresponde otra respuesta más que la obediencia.

Metodología Para alcanzar el propósito antes expuesto, se seguirá la siguiente metodología: El capítulo dos describirá conceptos relevantes, tales cómo qué es la adolescencia y cuáles son los efectos que esta etapa trae consigo sobre el individuo. También se definirá lo que en este trabajo se entiende por un pastor y por ende lo que es una familia pastoral. Para luego comprender el contexto en el cual el adolescente hijo de pastor se desenvuelve. Por último se describirán algunos de los mitos que acosan la vida y conducta del hijo de pastor. El tercer capítulo pretende proponer cuáles podrían ser los cuidados pastorales que el hijo de pastor necesita, partiendo de principios bíblicos que deben aplicarse desde su hogar, complementados con principios de consejería que merecen ser tomados en cuenta. El cuarto y último capítulo estará dedicado a la conclusión y recomendaciones prácticas en cuanto al tema abordado. Se espera como fin último que este escrito pueda ser pertinente y de utilidad para los ministros cristianos, despertando en ellos mayor conciencia del cuidado que sus hijos necesitan.

O como un pequeño paso a favor de futuras propuestas de apoyo y cuidado

pastoral para los hijos del pastor.

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CAPITULO II

COMPRENDIENDO AL HIJO ADOLESCENTE DEL PASTOR

Introducción

Como primer paso hacia una mejor comprensión del hijo adolescente del pastor, es necesario entender qué es la adolescencia. El avance en la educación ha permitido que ya no sea totalmente desconocido el impacto de esta etapa en la vida del individuo. Sin embargo, muchos padres suelen prestar poca importancia a sus hijos, en cuanto a prepararlos para comprender y manejar los cambios que la adolescencia trae consigo. Y que decir de las demás personas que forman parte del mundo del adolescente. En el caso de los hijos del pastor, los miembros de la iglesia, sus maestros y líderes también deberían estar consientes de lo que para un hijo adolescente de pastor, implica vivir esta etapa dentro de la iglesia. Para una mejor comprensión del tema en discusión, se expondrá en primer lugar qué es un pastor, para luego ir comprendiendo a qué se hace referencia al hablar del hijo del pastor. En segundo lugar se dará una breve definición de lo que es la adolescencia, centrando la atención en lo que son las necesidades más significativas del adolescente. Por último se concluirá este capítulo haciendo alusión a lo que se ha denominado “mitos acerca del hijo de pastor”.

Entendiendo qué es un pastor Ser pastor de una iglesia es uno los privilegios más altos y sagrados que puede llegar a tener un ser humano.1 Un pastor es una persona que ha recibido el llamado de Dios para realizar un ministerio como guía espiritual y apoyo de un grupo de creyentes. El pastor tiene que ser una persona que conoce a Dios y vive en un constante caminar con Él.2 En cuanto a sus labores, estas son numerosas y hasta complejas, las cuales trascienden 1 2

James E. Giles, De pastor a pastor; ética pastoral (1988), pág. 13. Ibid

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los límites de la iglesia. Sus dos mayores responsabilidades se centran en su familia natural y en la familia de la iglesia.3

El pastor y su familia El ministerio del pastor suele estar ante la vista de la gente, esto incluye inevitablemente a su familia (esposa e hijos). Cuando los hijos son pequeños hay muchas situaciones del ministerio que casi les pasan desapercibidas. Pero conforme van creciendo, van tomando mayor conciencia de lo que significa ser “el hijo del pastor”. Es muy común que la congregación quiera ver en la familia pastoral un modelo de familia. Esta situación pone a la familia pastoral en “la pecera”, es decir ante la vista de la gente. Tal situación es muchas veces incómoda, mayormente para los hijos del pastor, de quienes se espera mucho y a quienes se les da poco. Por tal razón se hace necesario prestar especial atención a los hijos del pastor, quienes viven con el pastor, pero que muchas veces carecen del cuidado de uno. Los hijos del pastor requieren el cuidado de sus padres en todo momento, pero con más intensidad durante los años de adolescencia, en los cuáles el ministerio de sus padres puede ocasionarles amarguras innecesarias.

¿Qué es la adolescencia? Al hablar de los hijos adolescentes del pastor, se hace necesario definir qué es la adolescencia y cuáles son algunas de las necesidades más significativas que el adolescente experimenta. Entender esto es pertinente para juzgar desde esa perspectiva algunas de las actitudes que suele presentar cualquier chico adolescente, incluyendo al hijo adolescente del pastor. Si se conocen estas características, es más probable identificar sus necesidades y brindarle la ayuda apropiada, que es la intención última del presente escrito. El término adolescencia es sin duda difícil de definir y delimitar, debido a la complejidad del mismo. En la edad de la adolescencia el niño deja de creer ciegamente en todo lo que sus padres le dicen, el joven adolescente cuestionará a sus padres, porque Dios le

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Marschall Shelley, Un hogar sano en medio del ajetreo del ministerio cristiano, Traducido por Nelda B. de Gaydou (1995), pág. 51.

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ha dado esa capacidad para establecer su propia identidad. 4 Esta es una etapa de preparación para aprender y capacitarse previo a abandonar el nido en la edad adulta.5 Es el periodo formativo más significativo de la existencia.6 Un intento por definir la adolescencia afirma que esta es una etapa de transición en el desarrollo del ser humano, es una edad de movimiento que se caracteriza por la lucha de dos fuerzas la transformación física y la evolución psicológica.7 Estos cambios explican el por qué parece haber una batalla campal entre él y sus padres, pues está luchando por independizarse de estos. Sin embargo, aún no es lo suficientemente maduro para hacerlo y esto es algo que el adolescente no comprende fácilmente. El adolescente viene siendo, “Un ser inmaduro que vive la paradoja más original: cuando necesita ayuda, se revuelve contra ella, por el temor a caer presa del dominio de los mayores. Se da cuenta que ha crecido, pero ni la familia ni la escuela se adaptan a él.”8 Lucas Leys, reconocido líder juvenil, dice respecto a la adolescencia lo siguiente: “...la adolescencia tiene sus propias crisis e inevitablemente todo adolescente tendrá que sufrirlas, independientemente de cómo las manifieste”.9 Además agrega que “estas crisis estarán en relación con la forma en que cada uno satisfaga las necesidades propias de esta etapa”.10 Las necesidades más significativas que experimenta el chico adolescente son las siguientes:11

Desarrollar su propio sentido de identidad Una de las preguntas que acosa la mente del adolescente es ¿Quien soy yo?, debido a que en esta edad para él es preciso sentirse bien consigo mismo y aceptarse tal como es. Sin embargo esto no le resulta nada fácil pues lo que más abunda en su mente son pensamientos negativos respecto hacia su propia persona, muchas veces expresa frases como “soy un

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Ross Campbell, Como conocer a tu hijo (1989), pág. 94. Ibid 6 Gregorio Mateu, Adolescentes en camino hacia la felicidad (1995), pág. 21. 7 Ibid, pág. 15. 8 Ibid 9 Lucas Leys. Adolescentes, como trabajar con ellos sin morir en el intento (1997), pág. 47 10 Ibid 11 El bosquejo de estas necesidades fundamentales del adolescente ha sido tomado del autor Lucas Leys. Debido a que se considera es lo suficientemente abarcador para el propósito de este escrito. 5

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desastre”, “no sirvo para nada”, “jamás lo lograré” o “nadie me quiere”.12 Y lo que es peor muchos hijos oyen decir estas frases de sus propios padres, lo cual es terriblemente destructivo para el chico adolescente. Esta búsqueda de identidad además de motivarle a buscar su propia aceptación, le motiva a buscar la motivación de los demás, especialmente la de sus padres. Si el chico adolescente teme pasar inadvertido, buscará llamar la atención buscando el ejercicio de roles antagónicos.13

Esta es una de las actitudes que puede propiciar conflictos entre el

adolescente, sus padres y demás autoridades. Por lo cual, los padres deben ser especialmente sensibles a estas actitudes para buscar la forma de ayudarlos.

Desarrollar relaciones significativas Una de las formas a la que el adolescente recurre en busca de aprobación y reconocimiento, es la de desarrollar amistades significativas con otros chicos. El concepto de dignidad se basa en gran parte en la aceptación de sus compañeros, es muy difícil para el adolescente no sobrestimar el impacto de que nadie quiera estar con él. 14 En esa búsqueda de establecer relaciones significativas el adolescente buscará vestirse de la forma en como él piensa que el grupo quiere verlo.15 Será presa fácil de codiciar las marcas que los medios de comunicación promueven y se sentirá frustrado si carece de tal o cual accesorio. Esto es algo que los padres no entienden, no comprenden que la falta de esto o aquello puede significar quedar fuera del grupo con el que desea identificarse (sea cual fuere este grupo). Por ejemplo, pueden ser unos simples jeans, de determinada marca o estilo, pero si no los tiene esto le significa quedar out, es decir, fuera del grupo.

Ser independiente Después de largos años bajo el cuidado de papá y mamá el chico adolescente aspira tener la suficiente libertad para poder desarrollarse como individuo.

En esta etapa “la

autoridad de los padres para limitar la libertad de sus hijos se basa en el respeto y no, en el

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Mateu, Adolescentes en camino..., pág. 15 Lucas Leys, Adolescentes, p. 50 14 James Dobson, Como criar a un niño difícil (1979) pág. 202 15 Lucas Leys, p. 60 13

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miedo que es una forma de falso respeto”.16 La mejor ayuda que los padres pueden brindarle al hijo adolescente es la de hacerle comprender que la libertad lleva consigo la consecuencia de la responsabilidad. significa haber causado algo y aceptar las consecuencias de la propia acción.

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Esto

El chico debe

comprender que ser libre es “vivir despiertos a las mil solicitudes de la vida y saber escoger la más adecuada... representa que cada uno es responsable de su propio destino”. 18 A veces el adolescente no comprende a cabalidad esto y considera la libertad como la oportunidad de hacer todo lo que quiera. Luego reparte culpas y responsabilidades a los demás de sus malas e irresponsables decisiones. Sin embargo la libertad que va ganando poco a poco le ayudará a admirar, contemplar, esperar y despertar al verdadero conocimiento de la vida y de las cosas. Irá aprendiendo poco a poco mayor experiencia y madurez.

Desarrollar su fe y valores Durante la adolescencia también es muy común que el chico enfrente un conflicto interno en cuanto a lo espiritual. El adolescente muchas veces se siente lleno de dudas de todo tipo. Dudas respecto a su religión, su personalidad, carrera y en fin, el propósito de su vida.19 Todo esto debido a su desarrollo tanto físico como intelectual. De niños aceptaban sin rezongar lo que sus padres y maestros le enseñaban acerca de Dios y de la fe, pero ahora que ha llegado a la adolescencia comienza a cuestionar en forma lógica sus creencias y crear su propio concepto.20 Es muy frecuente que les cueste entender a “un Dios que prohibe, exige, que premia o castiga y que está atento al comportamiento de los seres humanos”.21 Esto no cuadra con su deseo de disfrutar la vida y pasarla bien. En esta etapa es sumamente importante la labor de sus padres y de sus líderes para el desarrollo de su fe. Los chicos necesitan experimentar una fe de primera mano y para ello necesitan de un guía.22

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Jorge A. León, Cada muchacho necesita un modelo vivo (1988), pág. 45. Mateu, Adolescentes en camino hacia..., pág 41. 18 Mateu, Adolescentes en camino, pág. 43. 19 Nelson D. Beltrán, “La crisis religiosa durante la adolescencia”, Diálogo Teológico No. 15 (abril 1980), pág. 7 20 Ibid, pág. 9. 21 Mateu, Adolescentes en camino hacia, pág. 278. 17

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Conformar una actitud clara hacia su sexualidad Los cambios físicos dados durante la adolescencia marcan los primeros signos de la madurez sexual.23 Sobre estos cambios no se pretende entrar en detalle, sin embargo es importante tener presente que los cambios físicos de la adolescencia tienen muchas manifestaciones psicológicas.24 En este período el adolescente puede llegar a avergonzarse o hasta acomplejarse si no comprende que su cambios son normales. Lucas Leys, asegura que, aquí los problemas de los adolescentes vienen en dos etapas. Una es la biológica y cita las palabras que al respecto dice la Dra. Carmen Barcheta: Tenemos que reconocer como un hecho biológico que la pubertad llega cada vez a edad más temprana... hace 40 años llegaba a los 14 y hoy el promedio está cerca de los 12. Los cambios son acelerados y la madurez física se alcanza antes que la emocional. Esto incomoda y llena de inseguridad a los que están experimentando estos cambios. 25 La segunda vía por la que llegan los conflictos con el cuerpo es la cultura de la imagen.26 El “cómo me veo”, es algo sumamente importante para los adolescentes y el no saber aceptarse puede llevarles a consecuencias tales como la bulimia y la anorexia. En esta etapa lo aconsejable es que los padres puedan proporcionar estabilidad, mostrándose disponibles para hablar con sus hijos sobre los cambios físicos que están experimentando. Subrayando en ellos que el valor supremo no es la apariencia y que aceptarse a sí mismo es vital para desarrollar un sano sentido de individualidad.27 Desarrollar una vocación La elección vocacional es una de las decisiones importantes en la vida del adolescente. De hecho se encuentra ante esta decisión antes de lo esperado, es decir inmediatamente después de la secundaria y bachillerato él se ve frente a esta gran decisión. Vocación puede definirse como “convocación, llamamiento.

Inclinación a cualquier estado, profesión o

carrera”.28 “La vocación no es un llamado que aparece en forma mágica... sino que como

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Jim Burns, Ministerio juvenil dinámico (1997), pág. 59. Diane E. Papalia y Sally Wendkos, Desarrollo humano (1997), pág. 365. 24 Ibid, pág. 366. 25 Lucas Leys, citando a Carmen Barcheta, Adolescentes pág. 82 26 Ibid 27 Lucas Leys, Adolescentes, pág. 83. 28 Norberto Daniel Ianni, “La orientación vocacional”, Psicología pastoral No, 11 (1982), pág. 35. 23

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toda experiencia vital es resultante de un largo proceso iniciado en la infancia”.29 Es resultado de un proceso debido a que desde la infancia el niño es influenciado por el modelo de sus padres. No solo en su papel de padres sino también porque en su hogar existe la representación de una o más profesiones.

Es en el hogar donde se prestigian o

desprestigian determinadas carreras y en donde también se asimilan las actitudes de los padres en relación con su profesión u oficio. 30 En pocas palabras, conforme el chico va creciendo, la influencia a su alrededor también produce un impacto más amplio, influyendo y condicionando ya sea de forma directa o indirecta su concepción de las distintas profesiones. Una de las características de la vocación es que esta no siempre es única. A muchas personas les gusta más de una profesión y en el caso de los adolescentes, ellos experimentan lo mismo. La diferencia es que por la poca información que tienen no saben por cual optar y cual descartar. Algo que es de mucha ayuda para el adolescente frente a este conflicto es hacerle ver que en el transcurso del tiempo, pueden surgir nuevas orientaciones, modificarse la especialización e incorporar nuevas posibilidades.31 La elección de la vocación es trascendente en la vida del adolescente, ya que de la elección que haga depende en qué ocupará una importante parte de su vida. Junto a esa elección está decidiendo “un estilo de vida, con las peculiaridades, modalidades y costumbres que caracterizan a cada actividad”.32

Seguramente esta realidad pasa por la mente del

adolescente, por lo cuál es comprensible que tal decisión propicie conflictos en su mente. El apoyo de sus padres y el auxilio de un orientador vocacional, son dos recursos que el adolescente apreciará, pues aunque a veces no lo pida abiertamente, lo necesita. Conocer estas necesidades del adolescente es sumamente pertinente, debido a que hace crear mayor conciencia del por qué de muchas de las actitudes que exteriorizan. En el caso de un hijo adolescente de pastor, estas necesidades son igual de significativas. Pues la circunstancia especial de ser hijo de pastor no disminuye el hecho de que estas necesidades existan y que por lo tanto merecen ser llenadas. El hijo adolescente del pastor al igual que cualquier otro chico, atraviesa por la crisis 29

Ibid Ibid 31 Ibid. 32 Ibid, pág. 37. 30

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de la adolescencia, con todas sus implicaciones.

No obstante, es muy común que los

miembros de la iglesia, la sociedad y algunas veces hasta sus padres, esperen de él una reacción diferente. Mayor error no puede haber, sin embargo sucede. Para entender mejor lo que se trata de decir, se examinará a continuación algo que, para objeto de este trabajo se ha denominado mitos acerca del hijo de pastor.

Mitos acerca del hijo del pastor Si como ya se ha venido mencionando, la adolescencia es una etapa difícil tanto para el joven como para sus padres, en el ámbito del hogar pastoral esta crisis no es de menor impacto. En el caso del hijo adolescente del pastor, existen ciertas peculiaridades que hacen que su vida sea un tanto diferente al del resto de chicos de su edad. Por esta razón se hace necesario prestar especial atención a esas significativas diferencias. Al hacer alusión a mitos acerca del hijo del pastor, se quiere hacer referencia a aquellas expectativas explícitas o implícitas que se tienen acerca de él, en el hogar, iglesia y sociedad. Expectativas que no son necesariamente malas, ciertas, objetivas y hasta reales. Sin embargo existen, y malamente se juzga a los hijos del pastor en base a ellas. Los mitos más comunes en opinión de quien escribe, son los que brevemente se describirán a continuación:

El hijo del pastor, será pastor A la mayoría de pastores les encantaría que sus hijos compartieran su amor por el ministerio y que como consecuencia se dediquen a él. Sin embargo esto no necesariamente tiene que ser así, pues no existe la más mínima garantía de que ningún niño sea que nazca en el hogar de un pastor, profesor, plomero o príncipe decida vivir de la misma forma que sus padres.33 La razón es sencilla, cada persona es un ser individual y único, con sus propios intereses e inclinaciones y no se puede forzar esta realidad. Además se debe tomar en cuenta que los intereses personales del chico adolescente pueden ser diferentes a los intereses de sus padres. Y mas importante aun puede servir a Dios a través de ellos sea que le guste el arte, las ciencias, las computadoras, etc. Por lo tanto, es muy desagradable para muchos hijos de pastor cuando algún miembro de la iglesia les dice, “aquí esta el futuro pastor de la iglesia”.

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Cuando se es niño quizás el comentario pase inadvertido, pero cuando se es adolescente, el impacto es diferente, más aun si la idea no es agradable al muchacho. En la experiencia de quien escribe, como hija de pastor, los comentarios eran en comparación a la labor de mi madre. Y no faltaba quien se atrevía a profetizar que me casaría con un pastor y yo aborrecía la idea, no quería andar de un lado a otro, esperando años para tener vacaciones y vivir muchas veces de las escasas ofrendas que nos sostenían . El punto es que esta clase de comentarios pueden ejercer cierta presión no muy agradable sobre el hijo de pastor. Este puede llegar al punto de experimentar cierto grado de culpabilidad por el hecho de, ni siquiera estar contemplando la opción del ministerio. En un punto anterior se mencionaba que durante la adolescencia la decisión en cuanto a la vocación es sumamente importante. Y el hijo de pastor al igual que cualquier otro chico de su edad, está en el derecho de decidir que carrera o vocación seguir. Solo necesita entender que su vocación puede ser un medio para servir a Dios de forma muy valiosa tanto como sus padres. Puede ser que opte por el ministerio, pero en ningún momento esta mal si decide ser un médico, abogado, bombero o policía. Y seguramente si ve en sus padres el apoyo y comprensión que necesita no dejara de lado sus valiosos consejos y los de otros adultos. Ni los padres, ni los miembros de la iglesia ni ninguna otra persona debieran forzar la decisión vocacional de un jovencito.

Sobretodo durante esta etapa, en la cuál es muy

probable que el chico no este considerando para nada, ser pastor como su padre.

Más

adelante cuando haya madurado un poco más, quizás las cosas cambien, pero es mejor darle la oportunidad de decidir.

El hijo de pastor, debe ser un hijo ejemplar Con demasiada frecuencia, se espera del hijo del pastor una conducta intachable, especial diferente. Pero, la realidad es que todos los hijos de creyentes debieran de serlo. Sin embargo la falta de comprensión de esta realidad, es uno de los motivos más frecuentes de rebeldía en los hijos de los pastores. Y para colmo algunas personas de la congregación se sienten con derecho a corregirlos y llamarles la atención, por el único y gran motivo de que deben dar buen ejemplo. Sin embargo injustamente estas mismas demandas no se esperan de los hijos de los 33

Marshall, Un hogar sano en medio del ajetreo ..., pág. 67

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demás miembros de la iglesia. Los hijos del pastor y sus padres, tienen que lidiar con los problemas inherentes a su edad. Algunos hijos son dóciles, otros rebeldes y controversiales, algunos bien y otros mal portados. Pero esta conducta es parte del proceso que cada chico atraviesa durante la adolescencia y donde los padres deben prestar ayuda y disciplina donde es necesario. Además los hijos de pastores son seres humanos al igual que cualquier otro, con virtudes y defectos, que sufren, gozan, lloran y ríen de forma normal. Si existe alguna diferencia, es únicamente que su vida privada es pública, y que mientras la conducta de otros chicos pasa inadvertida, la conducta de ellos casi se ve a luz de reflectores. También se debe tener presente que el hijo de pastor, por el simple hecho de ser “el hijo del pastor”, no significa que él es un creyente en Cristo, nacido de nuevo. Por lo que su vida muchas veces no ejemplifica la vida de un creyente verdadero. El hijo de pastor, al igual que cualquier otra persona, necesita tener un encuentro personal con Jesucristo, y en muchos casos esto sucede hasta la adolescencia. Pero mientras el chico adolescente no llegue a comprender su propia necesidad de nacer de nuevo, la presión por ser “el hijo ejemplar” es una carga bastante pesada e incómoda, que solo acarrea resentimiento y frustración. Mi experiencia después de muchas conversiones durante mi niñez, (pues casi aceptaba a Cristo cada vez que sentía miedo o me enfermaba y por cierto mis padres con la seriedad del caso me guiaron a Cristo una y otra vez) fue que hasta que en mi adolescencia tome una decisión propia y con convicción, en donde todo lo que escuche por años en mi casa e Iglesia cobro realmente sentido.

El hijo de pastor no goza de las mismas libertades ¡Cuantas veces el hijo de pastor se ha sentido excluido de las actividades de sus compañeros, debido a que se le considera diferente. Ya sea los compañeros, padres u otros adultos lo dejan fuera de fiestas, salidas, bromas, travesuras, idas al cine y demás actividades por considerarlo fuera de lugar. La experiencia de Luis un joven, hijo de pastor durante los años de adolescente es la siguiente: “Mis amigos casi nunca me incluían en sus actividades. Una de las razones era debido a que mis padres muchas veces no me daban permiso. La otra razón era que ellos consideraban que yo les diría a mis padres todo lo que ellos planeaban y hacían. Y

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como consecuencia o los regañarían o les dirían a sus padres. No querían que echara a perder sus planes.”34 Este tipo de experiencias se dan con frecuencia, a causa de que la conducta y actividades del hijo de pastor están en el ojo de la gente. Por lo tanto sus actividades se ven muchas veces restringidas por sus padres, para evitar así el qué dirá la congregación. Una vez más tal parece que cualquier chico de la iglesia puede ir al cine, a fiestas, oír música no cristiana, vestir a la moda, faltar a la iglesia, tener amigos no cristianos, etc., etc., menos el hijo del pastor. Muchas de estas limitaciones pueden ser valoradas por el hijo de pastor más adelante, pero durante los años de adolescencia parecen terribles. Sobre todo si se reflexiona sobre el hecho de que la vida social del adolescente es muy importante para él. El chico anda en busca de la aceptación del grupo y este le dejan fuera. Busca desarrollar relaciones significativas y muchas veces encuentra obstáculos para lograrlo.

Busca ser

independiente y solo encuentra límites, límites y más límites. Una experiencia personal, se dio durante el pastorado de mi padre en un pequeño pueblo de Guatemala. Al igual que muchos pequeños pueblos, en este casi no había mayor movimiento, solía ser tranquilo con casi ninguna alternativa de diversión. Los únicos días de movimiento eran los fines de semana, días en que la gente hacia sus compras en la plaza. La única actividad que propiciaba un ambiente de fiesta y algarabía era la feria del pueblo, en honor a una virgen. Cuánto deseaba ir con mis amigas a dar una pequeña vuelta por el pueblo y apreciar el colorido de la fiesta. Pero hacerlo significaba todo un escándalo, “la hija del pastor estuvo en la feria”, así que para evitar esa clase de inconvenientes, tenía que resignarme a no asistir. Las limitantes quizás no sean tan significativas o grandes, pero durante la adolescencia suelen magnificarse y verse del tamaño del mundo. Como consecuencia propician rebeldía, sobretodo al ministerio a quien se considera el único culpable.

El hijo de pastor debe andar con la ropa prestada Una de las tristes realidades de la familia del pastor es que el sueldo de éste no está dentro de los más altos. Como consecuencia, la familia muchas veces se ve limitada a suplir

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Entrevista realizada a un hija de pastor el día 18 de mayo del 2002.

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las necesidades más básicas. El impacto de estas carencias económicas se deja sentir con especial atención en los hijos adolescentes, pues estos muchas veces se sienten privados de tener buena ropa, buena comida, acceder a una educación privilegiada, y hasta de tener una casa como la de sus vecinos.35 Y en los pocos casos de algunos chicos que gozan de estos privilegios, esto es suficiente motivo de crítica dentro de los miembros de la iglesia. Una hija de pastor cuenta de su experiencia lo siguiente: “En una ocasión mi familia y yo fuimos invitados a una boda de una familia de clase alta. Por supuesto nuestro vestuario merecía especial cuidado para la ocasión. Con mucho esfuerzo mis papás compraron un lindo vestido para mí, con el cuál me sentía a la altura de los demás invitados. Sin embargo mi frustración fue sentir la mirada de algunos invitados admirando mi atuendo y no faltó quien me hizo el comentario, “me parece que a tu familia le esta yendo bien”, por lo cuál pense... es que acaso es necesario que me vean vestir mal por el único hecho de ser la hija del pastor.36 Esta es una experiencia que más de un hijo de pastor ha enfrentado debido a que aún existe una mala comprensión de lo que significa que el pastor y su familia deben vivir por fe. Entendiendo muchas veces por “vida de fe”, aquella que alude a vivir en pobreza, limitados apenas a suplir las necesidades básicas. Vivir por fe, es un mandato hecho a todo creyente y no significa vivir de forma miserable.

Con esta actitud únicamente se logra evadir la

responsabilidad que como iglesia se tiene de sostener dignamente a su pastor y familia. De pequeños los hijos de pastor, debido a la realidad económica de su familia muchas veces han suplido sus necesidades a través de la caridad de otros. Por ejemplo, más de una familia ha vestido a sus hijos con la ropa usada de los hijos de otra familia. Situación que casi pasa inadvertida durante la infancia, pero en la adolescencia esta opción es un tanto bochornosa.

Para el adolescente su apariencia es de suma importancia, esto influye

enormemente en su autoestima y en la aceptación y trato de sus amigos y compañeros. Debido a que, como ya se mencionó antes, la carencia de ciertas cosas pueden hacer que un adolescente se sienta fuera del grupo. Ante esta situación, muchos hijos de pastores no conciben el por qué Dios le limita el tener ropa y las demás cosas que sus amigos tienen. Existe el peligro de que culpe a Dios,

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Ernest E. Mosley, Prioridades en el ministerio, Traducido por Nelda B. de Gaydou (1995), pág.

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Anécdota compartida durante una entrevista hecha a una hija de pastor, el día 21 de mayo de 2002.

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debido a que sus padres dicen servirlo a Él, por lo tanto Dios es quien le limita tener todas esas cosas que desea. Claro quizás la realidad es que los padres (pastores al igual que muchos otros) de todas formas no puedan darle al hijo lo que desea. Sin embargo es muy reconfortante para un hijo encontrarse con la comprensión de sus padres y ayudarle a lidiar con esta presión, y con los sentimientos que esto le causa.

El hijo del pastor debe estar involucrado en el ministerio Casi no importa haciendo qué, el hecho es que los miembros de la iglesia quieren ver al hijo del pastor hacer algo, pues “es el hijo del pastor”. Pero ¿que hay de aquellos que no desean hacerlo?, como es el caso de muchos. Para ellos la presión en el ambiente es fuerte y desagradable. El participar de la vida de la iglesia es todo un privilegio, y los padres se gozan viendo a sus hijos servir a Dios. Esto no es malo, todo lo contrario es un deseo genuinamente bueno, pero que no por eso debe ser forzado o impuesto. Sin embargo, los hijos del pastor se ven casi presionados a participar de algún ministerio en la iglesia, presión que existe de forma implícita o explícita. Jorge un hijo de pastor adolescente comparte al respecto lo siguiente: En las dos iglesias en donde mi padre ha sido pastor me he visto casi obligado a involucrarme en algún ministerio. He ayudado con los niños, con la música, en las reuniones de jóvenes y muchas otras cosas. Pero no porque yo realmente lo desee sino porque los demás esperan que lo haga. Esa situación no me agrada mucho. Aveces siento que no hago lo que realmente quiero sino lo que los demás esperan que haga.... algunas veces me han preguntado si cuando termine el bachillerato voy a ir al seminario, y pienso: es eso lo que ahora esperan de mi.37

El caso de Jorge es un reflejo de lo que provoca la presión en cuanto a que el hijo de pastor debe estar involucrado en el ministerio.

Algunos hijos de pastor genuinamente

desearán hacerlo, pero otros no, el caso es que esta participación debe ser fruto de las motivaciones correctas y no de la presión de nadie.

A manera de conclusión pude decirse que tratar de comprender el mundo del

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adolescente, es sumamente pertinente para saber como ayudarlo. En el caso específico del hijo adolescente del pastor, es evidente que el solo hecho de ser el “hijo del pastor”, puede agregar presiones extras a las que ya vive. Cuántos hijos de pastor llegan a adultos cargando en su interior amarguras y sinsabores que les dejó el vivir conflictos que nadie les ayudó a manejar.

Peor aún, cuántos han

abandonado completamente el camino en el cual sus padres quisieron guiarle. Las cifras quizás sean alarmantes si es que alguien ha querido saberlas y quizás puedan cambiarse si tan solo se les presta el cuidado pastoral que necesitan.

37

Anécdota compartida durante una entrevista realizada el 21 de mayo de 2002.

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CAPÍTULO III

CUIDADOS PASTORALES PARA EL HIJO ADOLESCENTE DEL PASTOR

Muchas de las rebeldías, frustraciones y rechazo hacia el ministerio por parte del hijo adolescente del pastor, tienen sus raíces en las experiencias vividas en el hogar y en lo que el ministerio de sus padres implica para él. A esto se suma la falta de cuidado pastoral que muchas veces ellos experimentan. Es cierto que viven en la casa del pastor, pero esto no necesariamente quiere decir que sus necesidades espirituales y emocionales están siendo atendidas. El cuidado pastoral es una necesidad latente en la vida del hijo de pastor, mayormente durante la adolescencia que es la etapa en que este cobra mayor conciencia de lo que significa ser “el hijo del pastor”. Este cuidado debe iniciar en el hogar y es en este punto donde se hará énfasis en este capítulo. Poco o nada afectarán las presiones externas si en el hogar, el hijo de pastor esta siendo ministrado y comprendido en sus necesidades específicas. Como primer paso hacia lo que será una propuesta de cuidado pastoral para los hijos adolescentes del pastor, se explorará brevemente el por qué la importancia del cuidado pastoral desde el hogar. En seguida se dedicará un espacio para considerar aquellas áreas en las que los padres deben brindar mayor cuidado a sus hijos. Por último se propondrán algunas pautas, que valdría la pena tomar en cuenta al acercarse a un hijo de pastor, con la intención de brindarle la ayuda, apoyo y cuidado pastoral que tanto necesita.

Importancia del cuidado pastoral desde el hogar Como se ha mencionado en el capítulo anterior, la vida del hijo de pastor tiende a ser marcada por notables diferencias que no enfrentan los demás chicos de su edad. La razón es sencilla, él y su familia siempre estarán expuestos al ojo de la gente, por el simple hecho de que con mucha frecuencia la gente busca ver en la familia pastoral, un modelo de familia. Sin embargo, la realidad es que toda familia cristiana debería asumir el reto de ser un modelo

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de familia. No obstante, es y seguirá siendo inevitable el hecho de que la familia pastoral esté ante el ojo de la congregación y de las demás personas. Ante esta inevitable realidad, se hace necesario preparar a los hijos del pastor para lidiar con estas “exigencias” que tarde o temprano enfrentará. Por lo cual, la responsabilidad primaria de cuidado pastoral recae sobre los padres. Esta responsabilidad de cuidado pastoral que los padres deben atender, no es un principio nuevo, ni exclusivamente de los padres pastores. En la Biblia se encuentran numerosas exhortaciones dirigidas a los padres, para que estos velen por el cuidado espiritual de sus hijos (Dt. 6:4-9; Pr. 22:6; Ef. 6:4). Dichos principios siguen vigentes para que la labor de los padres hoy sea realmente efectiva. En el caso del pastor la exhortación a velar por el cuidado de su familia es enfatizada. Pasajes como I Tim. 3:4-5 señalan que el pastor “...gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad, pues el que no sabe gobernar su propia casa ¿cómo cuidara de la iglesia de Dios?” (RV 95). Este es un requisito enfatizado a los siervos de Dios debido a que, como ya se ha mencionado, el liderazgo espiritual comienza en el hogar. Quien no está dispuesto a cuidar, disciplinar y enseñar a sus hijos, no está calificado para dirigir la iglesia. Por lo tanto es más que evidente que el cuidado pastoral del hijo del pastor debe iniciar en su hogar.

Cuidado que los padres pastores deben dar a su hijo adolescente Un pastor y su esposa, confrontan la situación causada por la triste experiencia que vivieron con uno de sus hijos, y comparten de su experiencia lo siguiente: “cuando me enteré que mi hijo estaba usando drogas, me puse furioso con él,...y con Dios porque esto no puede sucederle a la familia de un pastor”.38 Seguramente una experiencia como la de esta familia es sumamente dolorosa, y ninguna familia desearía experimentar este terrible dolor. Sin embargo, no existe fórmula alguna para los padres que garantice la felicidad total de sus hijos, incluyendo los hijos de pastor. Los padres pastores, al igual que cualquier otro padre de hijos adolescentes, enfrentan las tensiones que trae consigo esta etapa. Y al igual que cualquier padre que ama a sus hijos, estará dispuesto a hacer lo que esté en sus manos, para salvar a su joven adolescente de las 38

s.n. “Cuando la familia pastoral es la que necesita ayuda”, Apuntes Pastorales, No. 1 (2001), pág.21

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terribles consecuencias que puede ocasionar la falsa de atención y cuidado.

Un hijo

adolescente de pastor, necesitará de sus padres, el cuidado pastoral principalmente en las siguientes áreas.

Cuidar el tiempo dedicado a los hijos Es muy común entre las quejas de los hijos de pastores, aquella que alude a las múltiples ocupaciones del pastor ( su padre o padres) en la iglesia, a costo de privar a los hijos de su compañía. Sin embargo, es difícil criticar la actitud de estos ministros, lo cual no es intención de quien escribe. Con todo, cabe señalar los efectos que esta carencia de atención y tiempo puede causar en los hijos del pastor. Si bien es cierto el pastor debe ocuparse de la iglesia y esto implica largas ausencias de su hogar, no obstante, en medio de ese ajetreo debe tener presente que su familia ocupa la prioridad.

La Biblia señala a los ministros en cuanto al orden de prioridades que este

debe primeramente:

"...gobernar bien su casa y tener a sus hijos en sujeción con toda

dignidad. Porque si alguien no sabe gobernar su propia casa, Cómo cuidara la iglesia de Dios?" (1 Tim. 3:4-5, RV). Los pastores padres de familia deben tomar en cuenta esta amonestación, pues llaman la atención a la tarea de ser padres, la cual es una prioridad alta para los ministros y requiere una buena porción de su tiempo y energía.39 Una encuesta aplicada hace algunos años, a hijos de pastores, incluía una pregunta relacionada con si ellos consideraban el trabajo pastoral lo primero en la vida del pastor y su esposa. La respuesta del cien por ciento de los encuestados fue un rotundo No.40

En

relación con este punto, el autor James E. Giles, autor del libro “De pastor a pastor”, comenta que efectivamente, "...una de las quejas más frecuentes de parte de la familia del pastor...es que no pasa tiempo suficiente con su familia"41 Esta es una queja que bien merece la atención del ministro, pues el hacerlo les evitará a él y su familia consecuencias posteriores. Es casi inevitable que la labor pastoral demande del pastor mucho de su tiempo para atender las necesidades de su congregación, pero si no pone cuidado en mantener un 39

Ernest E. Mosley, Prioridades en el Ministerio, traducido por Nelda B. de Gaydou (1995), pág.

65. 40 41

Edna Lee de Gutiérrez, Para la esposa del pastor con amor (1990), pág. 94. James E. Giles, De pastor a pastor; ética pastoral (1988), pág. 50.

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equilibrio entre el tiempo dedicado a la congregación y el tiempo dedicado a sus hijos, estos lo resentirán. Además el pastor debe tener presente que cualquier otro siervo podrá sacar adelante su ministerio en la iglesia, pero en el hogar su presencia es insustituible. Una muestra de lo mucho que los hijos de ministros aprecian el tiempo que sus padres les dedican, lo reflejan las siguientes respuestas. Estas son el resultado de una breve encuesta aplicada por el Dr. Sergio Mijangos, a varios hijos de ministros.42 La pregunta fue la siguiente: ¿Qué hicieron tus padres que realmente te hizo sentir amado y cuidado mientras crecías? Algunas de las respuestas fueron las siguientes.  Ellos me dedicaron tiempo. El tiempo de vacaciones siempre incluía un tiempo de vacaciones de familia en Panajachel.  Ellos disfrutaban leyéndonos, no solamente la Biblia, también otros libros buenos.  Ellos tenían días especiales dedicados a la familia.  Mi papá frecuentemente me llevaba con él cuando viajaba a atender conferencias o actividades evangelísticas.  Mis padres me mostraron los cinco lenguajes del amor antes de que el libro fuese escrito: Expresiones de cariño, palabras de afirmación, tiempo de calidad, actos de servicio y regalos.  Mis padres siempre celebraban nuestros cumpleaños y atendían especialmente los eventos en los que nosotros participábamos en la iglesia y en la escuela.  Ellos siempre me hacían sentir que yo era importante para ellos. Nunca sentí que estaba compitiendo por su tiempo y afecto.

Sin duda alguna, todas estas respuestas tienen algo en común. Lo que a estos hijos de ministros les hizo sentirse verdaderamente amados por sus padres, fue el tiempo que estos les dedicaron. Seguramente ellos seguirán recordando con enorme gratitud, el que sus padres hayan invertido un poco de su ocupado tiempo en atenderlos, escucharlos y sobretodo amarlos. Indudablemente el resultado obtenido, bien vale la pena el esfuerzo.

42

Material inédito elaborado por el Dr. Sergio Mijangos, para Intermissions, 2002

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Guiar a los hijos a Cristo Todos los padres cristianos desean que sus hijos sean cristianos. Pero muchos padres en el entusiasmo por ver a sus hijos convertirse en cristianos, muchas veces no les dan el espacio para que esta experiencia tan especial sea algo propio.43 El peligro de esta actitud se presenta cuando más adelante el jovencito, siente que fue llevado a tomar una decisión que no entendía o que no quería. Esto como consecuencia puede llevarle a ver su vida cristiana como una simple función que cumplir, más que una pasión a llenar. 44 Y por lo tanto la fe de los hijos viene a ser una fe heredada y no una fe fruto de la convicción propia. Un hijo de pastor que ha tenido la experiencia de crecer en un hogar cristiano, seguramente habrá expresado en más de una ocasión, su deseo de aceptar a Cristo, y seguramente lo ha hecho. Muchas de esas decisiones, hechas en la infancia, son genuinas, (no se pretende cuestionar eso). Sin embargo, durante la adolescencia, es muy frecuente que los jóvenes experimentan una crisis de fe, esto debido a la habilidad adquirida de razonar más profunda y seriamente sobre asuntos espirituales.45 En esta etapa algo sumamente importante para el chico adolescente será ver el ejemplo de sus padres. Esta será la forma más efectiva de influenciar e impactar la vida del hijo.46 ¿Qué hijo querrá atender al mensaje de un padre que no vive lo que predica? Los ministros que son padres y enseñan y predican la Biblia a otros pero no la leen ni la obedecen en casa, ejemplifican inconsistencias que pueden llevar al hijo a revelarse a lo que siempre ha creído e incluso a revelarse contra Dios. A través del ejemplo y la atención que los padres presten a las dudas espirituales de los hijos, estarán haciendo un gran aporte para guiar verdaderamente sus hijos a Dios. De esta forma ayudarán a su hijo a desarrollar su conciencia y a tomar decisiones en base a su conocimiento creciente de Dios y su fe en él.

Sin duda es importante recalcar que ningún

padre pastor debería asumir que sus hijos son cristianos, su labor debe ser de constante ayuda espiritual hasta que la fe llegue a ser una profunda convicción en él. Tampoco debe mostrar sospecha a lo genuino de sus decisiones, simplemente debe estar allí, cerca cuando el hijo lo necesite.

43

William L. Coleman. Diez cosas que su hijo le agradecerá (1994), pág. 79. Ibid 45 Paul Heidebrecht, Como formar hijos cristianos en un mundo no cristiano (1990), pág. 113. 44

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Cuidado de los hijos en la vida de la iglesia Una buena parte del tiempo de la familia pastoral, es la vida en la iglesia. Para la familia pastoral la iglesia llega a ser parte de su vida, ya que suelen involucrarse casi involuntariamente en las actividades que sus padres desarrollan allí. Esta situación es más frecuente cuando los hijos son pequeños, y durante la adolescencia, años en los cuales los hijos aún son dependientes de sus padres.

Estas vivencias de los hijos de pastor en el

ministerio, no siempre son agradables para ellos. De hecho, a la mayoría pueden parecerles negativas, principalmente en los años de adolescencia en los cuales cobra mayor conciencia de lo que implica para ellos ser “el hijo del pastor”. Quizás la razón por la que a los hijos de ministros no les agrada del todo el ministerio, es debido a algunos factores que están mas allá del control de los padres, como por ejemplo: la crítica, el conflicto, y otro sinnúmero de experiencias que ellos viven con su familia. Con todo, estas vivencias pueden tornarse diferentes si los hijos cuentan con el apoyo y comprensión de los padres; aunque por supuesto, no existe ninguna garantía de que ningún niño, ya sea que nazca en el hogar de un predicador, profesor o plomero decida vivir de una forma que resulte en honra para Dios y gozo para los padres.47

Sin embargo, es inevitable

que los hijos se sientan involucrados en el ministerio de sus padres y quiérase o no también es cierto que el ministerio pastoral es misión que cumple no solo el pastor, sino su familia también. 48 Por eso es importante que los padres contribuyan para ayudar a los hijos a tener una experiencia sana en la vida de la iglesia. Algo importante que el pastor debe reconocer es que existe una diferencia entre ser el padre de familia y el pastor de la iglesia. Pues en el trajín del ministerio la familia puede pasar a ser una más de la congregación, dejándola como consecuencia carente de la presencia de un padre. La orientación también es un factor importante para que los padres ayuden a sus hijos a enfrentar las realidades de la vida en un hogar ministerial. Si están preparados es menos

46

Mosley, Prioridades en el ministerio, pág. 69. Shelley Marshall, Un hogar sano en medio del ajetreo del ministerio cristiano. Traducido por Nelda B. De Gaydou, (1995), pág. 67. 48 Lee de Gutiérrez, Para la esposa del, pág. 76 . 47

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probable que las situaciones difíciles los sacudan.49

El ministerio trae consigo

inevitablemente conflictos y no es justo esperar que los hijos procesen de manera adecuada estas situaciones, por lo cual lo mejor es no discutir estas situaciones delante de ellos.50 En el caso de los adolescentes es muy probable que esta clase de conflictos, no sean manejados con la madurez deseada. Y por lo tanto se constituyen en potenciales heridas, que pueden llegar a originar odio y desconfianza hacia las personas en la iglesia. Sin embargo, es posible enseñarles a los hijos que la iglesia, al igual que muchos otros lugares, no está libre de las heridas, la crítica y por ende los conflictos. Entender esto ayudará a los hijos a manejar de forma diferente los conflictos que sus padres enfrentan en la iglesia. En este punto cabe también señalar que la actitud de los padres pastores hacia el ministerio y las vivencias de este, afectan la actitud que los hijos demuestran hacia las mismas situaciones.

Si ellos escuchan constantemente quejas, reaccionarán también con

quejas y rechazo por la iglesia y el ministerio. Por el contrario, actitudes positivas en medio de y a pesar de las circunstancias adversas, creará en ellos una actitud positiva. Como ya se mencionó antes, no falta el padre pastor que desea que su familia comparta con él su dedicación al ministerio, lo cual no es necesariamente malo siempre y cuando no sea algo que se imponga implícita o explícitamente en los hijos. Una clave en pos de inculcar amor por el ministerio en los hijos, radica en el ejemplo. El ejemplo es la forma más efectiva de predicar a los hijos las actitudes correctas frente a las distintas circunstancias en la vida. Prepararlos para enfrentar la presión externa Otra de las situaciones incómodas y difíciles por las que atraviesan los hijos de pastor, es la constante crítica de los miembros de la iglesia. Esta situación, como ya se ha señalado antes es sumamente incómoda para el adolescente. En un evento de hijos de ministros de las Asambleas de Dios, se hizo la pregunta: “¿Cuantos de ustedes quisieran ser pastores o esposas de pastores?” en respuesta, ninguno levantó la mano. ¿Por qué razón?, una de ellas fue expresada con las siguientes palabras: “Porque no quiero que mi familia sufra la misma

49 50

Marshall, Un hogar sano, pág. 69. Ibid

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vigilancia que vivo yo”.51 Es interesante la respuesta a la pregunta, sobretodo llama la atención lo que esta enfatiza al hablar de vigilancia.

Muy probablemente esta palabra

describa el cómo los hijos de pastores se sienten cuando los critican y demandan de ellos casi la perfección.

Esta es por lo tanto un área en la cuál los hijos de pastores necesitan una

protección especial por parte de sus padres. La responsabilidad de los padres en este punto, tendrá que ver con protegerlos de los ataques inmisericordes de aquellos que no comprenden que los hijos del pastor son seres humanos al igual que cualquier otro.

Sienten, sufren y gozan, lloran y ríen, son seres

humanos con virtudes y defectos; y lo más importante en quienes Dios aún está trabajando. Por encima de todo el pastor ha de considerar que dentro de diez o veinte años le va a importar más la opinión de sus hijos, que la de aquel hermano o hermana que no hizo más que señalar sus defectos y equivocaciones.52 Y todavía más importante, el pastor mismo debe cuidar de no ejercer presión exigiendo de sus hijos una conducta especial. Esto solo aumentará el resentimiento de los hijos hacia las cosas espirituales. Los pastores tienen una gran labor por hacer en el cuidado de su familia. Cada uno tiene necesidades propias que necesitan ser atendidas, y como buen siervo de Dios debe velar por proteger con la ayuda de Dios a los suyos, recordando que la felicidad en el hogar pastoral, contribuirá enormemente en su éxito en el ministerio.

Proteger el espacio de sus hijos ¡Vivimos en una casa de cristal!, es una frase que bien podría describir la experiencia de vivir en la casa del pastor.

Otros la han comparado a una pecera en donde el

comportamiento de sus habitantes (los peces), está a la vista de todo el mundo. Muy pocas personas, fuera del ámbito ministerial, pueden comprender a cabalidad lo que implica vivir en una casa abierta y donde la familia que la habita tiene poca privacidad. Pues este es el caso de muchas familias pastorales, y uno de los grandes obstáculos que como familia pastoral tienen que superar para vivir realmente como familia.53

51

Jon Dahlager, “Protegiendo a los pececitos en la pecera”, Apuntes Pastorales, No. 1 (2001), pág.

45 52 53

Ibid Lee de Gutiérrez, Para la esposa , pág. 74.

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Una chica adolescente, hija de pastor, describía esta falta de privacidad de la siguiente forma: “No puedo salir de la ducha sin que alguien de la iglesia me salude”.54 Otros se quejan de que sus padres “abusan de la bondad y amabilidad” de ellos al prestarles a los hermanos de la iglesia sus pertenencias e incluso sus habitaciones.55

Para un joven

adolescente su espacio es algo importante y por eso se muestra sumamente celoso de él; y esta clase de “abusos” pueden hacerle sentir que su privacidad está siendo violada. Por lo tanto, los padres dentro de lo posible deben proteger el espacio de sus hijos, especialmente el de los adolescentes. Seguramente esto es algo difícil para la mayoría de familias pastorales. Sin embargo en la medida de lo posible siempre hay un pequeño espacio que pertenece a los hijos, y que por lo tanto es importante proteger. Quizás son solo unas pocas pertenencias, una habitación o más importante aún, proteger la información que solamente es de incumbencia para la familia y para nadie más. Una hija de pastor comentaba lo incómodo que era para ella que alguna experiencia suya, fuese usada como ilustración en el sermón del domingo.56 Para un chico adolescente tal situación puede ser sumamente bochornosa, por lo cuál bien valdría la pena evitar o solicitar el permiso del chico para comentar esta o aquella experiencia que le involucra. El hijo seguramente apreciará que su opinión sea tomada en cuenta. Como ya se ha señalado antes, en la práctica lo que el pastor puede hacer para evitarle a su familia estos inconvenientes, quizás es muy poco. A pesar de eso, sí puede ayudar a su familia a ver con alegría, el servicio en el hogar hacia los miembros de la iglesia.

Bueno

sería para el pastor, dentro de lo posible, velar por una casa aislada del perímetro de la iglesia, donde puedan como familia gozar de la intimidad y privacidad que son tan necesarias para el desarrollo de cualquier familia. Seguramente existen muchas otras necesidades que los pastores como padres deben poner cuidado en atender. Sin embargo se ha querido hacer énfasis en aquellas áreas, que a juicio de quien escribe, suelen ser las mas descuidadas.

No desconocidas pero si

desatendidas y por lo tanto vale la pena recordarlas, para que así consciente y deliberadamente se decida hacer algo en pro de esas jóvenes vidas. La vida de chicos y 54 55

Dahlager, Protegiendo a los pecesitos en la pecera, p. 45. Ibid

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chicas hijos de ministros, que poseen una vida privilegiada al lado de sus padres, pero que en medio de los turbulentos años de la adolescencia, no aprecian fácilmente.

Cómo ayudar al hijo adolescente del pastor Se han tocado anteriormente algunas de las áreas en las que los hijos adolescentes del pastor, necesitan cuidado pastoral, por parte de sus padres. Sin embargo vale la pena agregar que sin duda alguna, el hijo de pastor agradecerá el interés genuino que otras personas puedan mostrar en él (pastor de jóvenes, maestro de escuela dominical, consejero, amigo, etc.) Muchas veces dentro de la congregación, no se hace más que criticar y señalar las áreas en las que el hijo de pastor “falla”, pero en la mayoría de los casos, casi nadie hace nada por ayudarlo. Alguien podría preguntarse cuál sería la mejor forma de acercarse a un hijo adolescente de pastor, y tratando de dar respuesta a esa inquietud, se propone lo siguientes pasos básicos.

Conocer a los adolescentes No es fácil trabajar con los adolescentes, por lo desordenada que parece ser esta etapa. Sin embargo, hacerlo es un desafío gratificante.57 En el caso del hijo adolescente del pastor, esta etapa de la vida está caracterizada por ciertas peculiaridades, que la hacen diferente. Las vivencias del hijo del pastor, son un reflejo de la realidad que vive la familia pastoral en un mundo que en su mayoría no comprende ni ha llegado a valorar completamente el ministerio pastoral.58

Por eso se hace necesario conocer lo suficiente acerca de la etapa de la

adolescencia y también acerca de las presiones que enfrenta el hijo adolescente del pastor. 59 De esta forma podrá haber mejor comprensión de lo que para el chico adolescente, significa ser el hijo del pastor. 56

Experiencia que fue expresada por varios hijos de pastor con quienes se realizo una breve entrevista. 57 Alberto Daniel Gandini, “El pastor de los adolescentes”, Psicología pastoral No, 11 (1982), pág. 11. 58 Lee de Gutiérrez, Para la esposa del, pág. 90.

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Mostrar interés genuino Muchos hijos de pastor, han tenido la experiencia de tratar con curiosos de la iglesia, que quizás lo único que desean es tener acceso a lo que los hijos del pastor, puedan saber o conocer respecto a asuntos de los miembros de la iglesia. Esta clase de situación resulta ser sumamente desagradable e incomoda. Un pastor relató el siguiente encuentro: Un miembro de la iglesia de mediana edad, se acerco al hijo del pastor en el vestíbulo, después de una reunión. Después de saludarlo e intercambiar algunas palabras, dijo al chico: ¿Tú conoces a Marilyn Mason, verdad? El chico asintió con la cabeza. (Marilyn era una mujer soltera que cantaba en el coro). ¿Alguna vez ha ido a tu casa?, Esta vez el chico no sabía que contestar. Sabía que Marilyn había ido a su casa con sus padres, pero no sabía la razón.60 Esta incómoda situación ha sido la experiencia de muchos hijos de pastor, y como consecuencia puede provocar que se sospeche de las intenciones de alguien que se interesa en acercarse a él. Sin embargo, alguien que desea genuinamente ser de ayuda y bendición para el hijo del pastor, debe ser cauteloso en la forma de acercarse a él. Quizás deberá invertir un tiempo antes, para ganarse la confianza del chico. Pero esto es algo que será muy apreciado por el hijo del pastor y que bien merece la pena el intento. Además el chico lo necesita, necesita la amistad sincera y el apoyo de personas, fuera de su familia, que muestren interés en sus necesidades.

Saber escuchar Quizás escuchar parezca algo sencillo, sin embargo no lo es. Es muy frecuente que al tratar de escuchar lo que alguien está tratando de decir, frecuentemente quien escucha, siente que debe dar muchos consejos sabios, citar las Escrituras, hacer preguntas, orar, etc.61 Estas actitudes no son necesariamente malas, pero el punto es que esto no debe ser lo primero. En el caso de un adolescente o más específicamente un adolescente hijo de pastor, el tiempo que

59

Se sugiere revisar el capítulo dos del presente escrito y revisar el material de la bibliografía tocante al tema de la familia pastoral. 60 Marshall, Un hogar sano, pág. 80. 61 Gary Collins, Consejería cristiana efectiva (1992), pág. 34.

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se invierta en escucharlo, es muy importante y valioso. Seguramente él tiene muchas cosas que contar y por triviales que parezcan, vale la pena prestarles atención. Solamente de esta forma, podrán conocerse sus necesidades, preocupaciones, enojos, frustraciones y demás sentimientos que muchas veces no exterioriza por temor a ser criticado. Al escuchar, se le da la oportunidad al chico de expresar sus sentimientos, lo cual servirá mucho para ayudarle a sentirse mejor y asimismo dará información valiosa que puede ayudar en el proceso de consejería.62 La experiencia de quien escribe, como hija de pastor, ha sido de poca atención en esta área y sinceramente en algún momento se experimenta la necesidad de ser escuchado. Muy pocas veces alguien parece interesarse en escuchar cómo se siente un hijo de pastor dentro del ministerio de sus padres. Pero cuando alguien lo hace, realmente se aprecia.

Mostrar empatía Empatía se considera la habilidad de “mirar a través de los ojos y sentir a través del corazón de la otra persona, atribuyendo significado a la realidad desde tal punto de percepción”. 63 En palabras más sencillas, mostrar empatía es: “... la habilidad de caber en los zapatos de otra persona”, o, “el calzar los mocasines de tu hermano y caminar un par de millas”.64

La capacidad de empatizar va de la mano cuando se

adolescente, hijo de pastor.

escucha a un joven

Pues muchas veces guarda dentro de sí, una mezcla de

sentimientos, como dolor y resentimiento. La experiencia del Dr. Mijangos, en su trato con hijos de pastores y misioneros, ha sido que muchas veces lo que ellos expresan es enojo hacia Dios y hacia sus padres. Con sus padres, a causa del mucho tiempo que ellos invierten en el ministerio y les abandonan a ellos. Con Dios, a causa de que llegan a ver en él, a quien les priva de la compañía de sus padres y además les limita muchas de las cosas materiales que ellos desean.65 Expresar esta clase de sentimientos, no es fácil para ninguna persona. Menos si quien escucha se muestra escandalizado por lo que se está tratando de expresar. Esta clase de 62

Ibid Pablo Polischuk, El consejo terapéutico (1994), pág. 272 64 Polischuk, El consejo, Pág. 272 63

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actitudes pueden provocar que el chico adolescente a quien se pretende ayudar, reprima más sus sentimientos, por temor a ser criticado y juzgado. La actitud sabia del consejero, ha de ser aquella que brinda seguridad al aconsejado (en este caso, el hijo de pastor).

Esta

seguridad puede mostrarse al aceptar las emociones de la otra persona, aún cuando estas sean negativas y provee además una atmósfera apropiada en la cual estos sentimientos pueden ser escuchados, no juzgados. Es muy probable que quien se toma el tiempo para escuchar las vivencias y sentimientos del hijo del pastor, no tenga una receta que solucione todas sus inquietudes. Sin embargo, el escuchar con atención y hacerle sentir comprendido, serán actitudes que pueden ser de gran ayuda y alivio para el hijo del pastor. Además, el apoyo en oración por las necesidades expresadas del chico, serán un recurso valioso, pues la obra última en la vida de estos chicos, la hará Dios. Los hijos de pastor tienen un enorme potencial que ellos mismos ignoran. Estadísticas comprueban que los hijos de pastores y demás siervos involucrados en el ministerio, se destacan en muchas profesiones y en trabajos que requieren grandes capacidades. 66 Este potencial puede ser fácilmente desperdiciado si los padres dejan pasar la oportunidad de ministrar a sus propios hijos. Por esta razón, el pastor y su esposa serán sabios si antes de atender la iglesia, dedican tiempo para dar la atención y el cuidado pastoral que sus hijos necesitan. Los resultados más adelante, cuando los hijos son mayores, bien valdrán la pena el esfuerzo del tiempo invertido hoy.

65 66

Entrevista realizada al Dr. Sergio Mijangos, el 17 de junio de 2002. Giles, De pastor a pastor; pág. 45

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CAPÍTULO IV

Conclusión

Lo que el presente escrito ha querido enfatizar es que la labor de los padres pastores, en cuanto al cuidado que deben brindar a sus hijos es sumamente importante. El precio que se paga por atender a las necesidades y caprichos de otros, a costo de descuidar a sus seres queridos es demasiado alto. No obstante, es muy común que los padres pastores estén tan absortos en el programa de trabajo de la iglesia, que muchas veces sus hijos se ven privados de su atención. 67 Los padres que sostienen la carga de un ministerio, bien pueden mantener una actitud positiva y de verdadera entrega al ministerio y a la vez ser los padres que sus hijos necesitan. La clave está en que ellos formen conciencia de las necesidades peculiares de sus hijos y actúen, buscando cómo ayudarles. Pues como ya se mencionó, difícilmente se podrá hacer algo para evitar las presiones externas, que el hijo adolescente de pastor siempre enfrentará, pero si puede hacerse algo o mucho, para ayudarlo a enfrentarlas. En pocas palabras, se trata de que los padres pastores prepararen a sus hijos para enfrentar las presiones que vendrán sobre ellos, y no tratar de evitarles tales presiones.

Recomendaciones Los padres que están dispuestos a apoyar a sus hijos adolescentes, quienes sin escogerlo, viven dentro del ministerio bien harán en prestarles atención.

Seguramente

muchos no saben cuál es la mejor forma de apoyarlos, sin embargo, al prestarles atención

67

Para la esposa del pastor con amor, pàg. 81

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podrán darse cuenta de cuáles son sus necesidades y como él o ella necesita de su apoyo. Algunas sugerencias que quien escribe quisiera agregar, a modo de consejos, para aquellos padres pastores que tienen hijos adolescentes y a la luz de la experiencia propia y de la experiencia de otros hijos de pastores, son los siguientes68:

Haga a sus hijos parte del ministerio Una realidad inevitable para el pastor es que el ministerio seguirá absorbiendo parte importante de su tiempo. Sin embargo existen formas en que los padres pueden hacer que sus hijos adolescentes, participen del ministerio, sin que estos se sientan necesariamente presionados. Una forma práctica y creativa la comparte un pastor de su experiencia y es, pagarles por trabajar en la oficina. Él cuenta de su experiencia lo siguiente: “frecuentemente llevo a uno de mis hijos al templo cuando necesita ganarse un poco de dinero”, “siempre hay algo que archivar o limpiar, y les pago de mi propio bolsillo”69. Además, este pastor agrega que cuando su padre hacía lo mismo con él (en una tienda), se sentía importante porque su padre estaba a cargo de esa organización, y él podía trabajar allí. Otra forma de hacer participar a los hijos adolescentes del ministerio es llevarlos para hacer cierto tipo de visitas.70 Visitar a una anciana de la iglesia, un hogar de hermanos de escasos recursos o donde ha fallecido algún ser querido, pueden ser experiencias muy formativas para el hijo del pastor. En el caso de quien escribe, esta clase de visitas, la ayudaron a formar mayor conciencia de la labor realizada por sus padres y a apreciar el 68

Los ejemplos usados a lo largo de este escrito son testimonios reales de hijos de pastores con quienes se ha tenido la oportunidad de compartir. Y a la luz de esas conversaciones se comparten en este punto, sugerencias que en la experiencia de quien escribe y de los entrevistados han sido de mucha ayuda. 69 Shelley Marshall, citando la experiencia del pastor John Yates, en su libro, “Un hogar sano en medio del ajetreo del ministerio cristiano”, Pág. 75. 70 Marschall, Un hogar sano en medio del ajetreo, pág. 76

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ministerio de estos desde una perspectiva diferente, aunque no siempre lo admitiera. Lo cierto es que esta puede ser una oportunidad accesible para que el pastor ayude a sus hijos a apreciar el ministerio que realiza. Hágales sentir parte del equipo Los hijos de pastor apreciarán mucho el que sus padres les consideren parte importante de su ministerio. Es un hecho que lo son, sin embargo, muchas veces ellos no reciben este mensaje. Pocos trabajos brindan a la familia la oportunidad de trabajar en equipo, y los hijos pueden aprender a apreciar esta ventaja. Quizás es poco lo que los hijos hacen o quieran hacer, pero es importante que sus padres les hagan saber que ese pequeño aporte ha sido importante. Cuide su propia actitud hacia el ministerio Una actitud positiva y de verdadera entrega al ministerio, seguramente contribuirá en la percepción que los hijos del pastor se formen de este. A la vez, actitudes de constante queja creará en los hijos del pastor poco valor y rechazo hacia el ministerio. Los adolescentes suelen ser muy susceptibles a percibir estas clase de actitudes, y ya sean estas positivas o negativas, surtirán un efecto en ellos. También es importante reconocer que actuar como fiscalizadores de los hijos, sobre todo cuando estos son adolescentes, creará sobre ellos más presión de la que normalmente ya tienen.

En cambio dedicar suficiente tiempo para

escucharlos y saber como piensan; será un recurso útil para ayudarlos a lidiar con los resentimientos o frustraciones que muchas veces guardan dentro de sí. Para concluir, vale la pena enumerar lo que varios hijos de ministros compartieron como respuesta a la siguiente pregunta: ¿Que te hubieras deseado que tus padres hicieran para hacer más fácil tu vida dentro del ministerio? Algunas de las respuestas son las siguientes: 

Me hubiera gustado que me incluyeran en el ministerio.



Mis padres estaban mudándose con mucha frecuencia. Yo iba de una casa y una escuela a otra casa diferente cada año. Hacer tantos cambios me hacían sentir inestable.

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Me hubiese gustado que mis padres me hiciesen sentir tan importante como su ministerio. Las personas a quienes mi papá estaba ministrando lo veían mucho más a él que yo. Realmente me hubiese gustado que mis padres me hablaran con la misma comprensión con que lo hacían con hermanos de la Iglesia.



Yo hubiera deseado me diera a mi prioridad cuando otros estaban a su alrededor.



Yo hubiese deseado que mis padres estuvieran más presentes en mi vida. Una cosa es la presencia física y otra que tus padres se involucren en tus actividades.

Vez tras ves, puede verse en estas respuestas que el elemento tiempo, es un punto crucial en la vida de los hijos de ministros.

El tiempo que los padres inviertan ahora en las

necesidades de sus hijos, puede marcar una gran diferencia en cómo ellos vean el ministerio mañana. Además el cuidado pastoral dedicado a los hijos adolescentes del pastor, puede significar su salud presente y su bienestar futuro. Ya es tiempo de decidir hacer algo a favor de estos chicos que valen tanto, pero que se les aprecia tan poco. Por ultimo unas palabras más a quienes tomen el tiempo de leer el presente escrito es una exhortación a orar por todos los hijos de los siervos de Dios en los distintos lugares en donde estén. La vida en el ministerio es dura y en mi corazón están todos aquellos siervos de Dios que en el anonimato (nuestro no de Dios) le sirven en lugares recónditos de nuestros países Latinoamericanos, que el Señor les siga sosteniendo.

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