Los chinos quieren ser perfectos

alemán Stéphane Hassel, que con su ... dignación pero no encuentra, Hessel ... bién de 93 años) y una breve pero conmovedora biografía del autor. Hessel.
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Sábado 18 de junio de 2011

TENDENCIA

INSURRECCION

Los chinos quieren ser perfectos Con la cirugía estética en alza, proliferan las narices prominentes y las mandíbulas angostas EKIN (The New York Times).– Todavía con la bata a rayas azules del hospital, con la cara sin maquillaje y marcada con trazos púrpuras por su cirujano, la joven que se hace llamar Devil –Diablo– representa una imagen de belleza ampliamente admirada en China: ojos grandes y luminosos, una nariz delicada y mejillas esculpidas suavemente. ¿Pero y la forma de su mandíbula? Demasiado cuadrada para su gusto. Por eso, la periodista de televisión, de 22 años, viajó recientemente desde una provincia costera hacia una clínica del centro de Pekín para que se la remodelaran por un valor de 6000 dólares. Su novio, un empresario de 29 años con anteojos de sol de diseño, se hace cargo de los gastos. “No estoy nerviosa en absoluto”, dice Devil mientras espera la cirugía en la clínica Evercare Aikang. “Me veré más sofisticada.” El imponente ritmo ascendente de transformación de los chinos –de las bicicletas a los autos, del pueblo a la ciudad, de las vacaciones en casa a esquiar– ahora se extiende a las caras. En sólo una década, la cirugía estética se transformó en la cuarta manera entre las más populares de gastar el excedente de ingresos en China, según Ma Xiaowei, vicepresidente del Ministerio de Salud. Sólo las casas, los autos y los viajes llegan a un puesto más alto, explica. No hay cifras oficiales, pero la Asociación Internacional de Cirugía Estética y Plástica estimó en 2009 que China ocupaba el tercer lugar, detrás de Estados Unidos y

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Chen Xiaomeng, sometida a una cirugía de doble párpardo, tiene ahora otro objetivo: su nariz THE NEW YORK TIMES

Brasil, con más de dos millones de operaciones anuales. Y el número de cirugías se duplica cada año, expresó Ma Xiaowei hace unos meses, en una conferencia organizada por el Ministerio de Salud. “Tenemos que reconocer que la cirugía estética se convirtió en un servicio común, que apunta a las masas,” dice. El estiramiento facial y los tratamientos para eliminar arrugas son la última moda, como en Occidente. Pero en Evercare, cadena china de clínicas de cirugía estética, las dos quintas partes de los pacientes están en la franja de los 20 años, según Li Bin, director general y uno de los fundadores. En el nivel nacional, la cirugías más requeridas no tienen nada que ver con la edad: la operación número uno es para que los ojos parezcan más grandes agregando un pliegue en el párpado, y formando un doble párpado, explica Zhao Zhenmin, secretario general de la Asociación Estatal de Plástica y Estética China. La segunda operación entre las más solicitadas eleva el puente de la

nariz para hacerla más prominente, lo contrario a las intervenciones nasales típicas en Occidente. La tercera es la remodelación de la mandíbula, haciéndola más angosta y más larga.

Para la belleza, vale todo Entre los pacientes jóvenes están los que esperan mejorar sus expectativas en el mercado laboral, adolescentes que reciben cirugías estéticas como regalo de graduación, y hasta alumnos de primaria, que en su mayoría se hacen cirugía de ojos. El sistema de regulación del país, sin lugar a dudas, no fue actualizado. En la conferencia de Pekín, Ma Xiaowei dijo: “La situación puede incluso ser tildada de negligente”. Y ahora agrega: “De 11 clínicas y hospitales que ofrecen cirugías estéticas o plásticas que fueron inspeccionados el último año, menos de la mitad reúne los parámetros estándar. Los empleados no tienen credenciales profesionales, el equipamiento y los materiales son de mala calidad.”

Y los salones de belleza son flagrantes violadores de estas reglas, administran ilegalmente inyecciones de Botox y realizan cirugías de párpados. Ma Xiaowei compara la industria con una “zona de desastre médica”, donde se presentan accidentes frecuentes. De hecho, una participante del reality-show chino Super Girl de 24 años murió durante una operación para reformarse la mandíbula. Por el momento, muchos salones de belleza, como la sucursal de una gran cadena en el centro de Pekín, están capitalizando la falta de controles. Una mujer de 62 años, con un saco blanco, que se describe como una especialista en medicina interna, dijo que podría convocar a un médico para realizar una operación de doble párpado en 20 minutos por 180 dólares, una mínima fracción de los costos habituales del hospital. De dos docenas de salones de belleza de Pekín consultados telefónicamente, 15 anunciaron que ofrecían cirugías de doble párpado

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o inyecciones de Botox, o los dos, así como manicuría, pedicuría y tratamientos faciales. Del otro lado del espectro está el hospital Evercare Aikang, con un gran piano en la recepción, un túnel subterráneo para los pacientes que desean privacidad, y cirujanos como Wang Jiguang, que realizó miles de operaciones. A los pacientes menores de 19 años se les dice que vuelvan cuando tengan edad suficiente para tomar la decisión sobre un cambio permanente en su apariencia. En Evercare, después de tener renovada una parte de la cara, a muchos pacientes les resulta irresistible seguir con las cirugías y entre el 30% y el 40 % vuelven. Chen Xiaomeng, una chica diminuta de 25 años, dice que la cirugía de doble párpado que se hizo hace dos meses la hizo verse menos somnolienta, efecto que una vez intentó lograr con tiras de cinta adhesiva transparente, disponibles en los locales 7-eleven en todo Pekín. Ahora, esta mujer está pensando en someterse a una cirugía de nariz. Chen nunca pretendió ocultarles la operación a sus compañeros de trabajo –una agencia de publicidad– ni a sus amigos, cinco de los cuales se hicieron el mismo procedimiento. “La cirugía estética ahora es aceptada prácticamente en todos los hogares –dice alegremente mientras almuerza–. Ya no es una gran cosa.” Pero no todos son tan abiertos. Debajo de la suite VIP donde se aloja Devil, una funcionaria militar china coordinó secretamente una cita para la operación de mandíbula de su hija de 23 años, cuyo costo es de 9000 dólares. La funcionaria primero le dijo a su marido que su hija estaba viajando junto con amigos. Y después lo llamó por teléfono desde la clínica para pedirle que trajera sopa de pollo para aliviar el dolor de garganta de su hija. “Ella era muy linda antes, pero ahora los chinos quieren ser perfectos”, dice la madre.

Sharon LaFraniere Traducción de Nina Plez

Hessel presidente Revolución que entra en un bolsillo (pero no de bolsillo), la del francoalemán Stéphane Hassel, que con su libro ¡Indígnate! logró vender más de un millón y medio de ejemplares en Francia, y sacar de sus casillas a los indignados. Y saludar, desde carteles con su cara, en todas las manifestaciones en la Puerta del Sol. “Les deseo a todos, a cada uno de ustedes, que tengan su motivo de indignación. Es un valor precioso. Cuando algo te indigna como a mí me indignó el nazismo, te conviertes en alguien militante, fuerte y comprometido”, escribe el hombre de 93 años, que –en síntesis– fue miembro de la Resistencia francesa, pudo escapar de los campos de concentración de Buchenwald, ex diplomático, defensor de la causa palestina y el único redactor todavía vivo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Y sigue, en un libro tan flaco que puede leerse en una tarde: “En este mundo hay cosas insoportables. Para verlas, debemos observar bien, buscar. Yo les digo a los jóvenes: busquen un poco, encontrarán. La peor actitud es la indiferencia”. Por si alguien busca motivos de indignación pero no encuentra, Hessel propone dos desafíos: “La inmensa distancia que existe entre los muy pobres y los muy ricos” y “los derechos humanos y la situación del planeta”. El camino sugerido: la no violencia y la insurrección pacífica. En la edición, publicada por Planeta con el sello Destino, se incluye un prólogo interesante del intelectual español José Luis Sampedro (también de 93 años) y una breve pero conmovedora biografía del autor.

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