LIBRO- SINGULARIDAD DEL SER

es absurdo porque se negaría la representación del tiempo. La naturaleza infinita del tiempo significa, que toda cantidad determinada de tiempo es solamente.
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SINGULARIDAD  DEL  SER:  REALIDAD   AUTÉNTICA  Y  CRISIS  

JOSHUAN  J.  BARBOZA  MECA              

C O M I S I Ó N   L A T I N O A M E R I C A N A   D E   T A X O N O M Í A   D I A G N Ó S T I C A   C E N T R O   E X P E R I M E N T A L   –   S O C I E D A D   D E L   C U I D A D O   Y   C O M P L E J I D A D            

INTRODUCCIÓN Nuestra realidad, que a su vez tiene mucho de irreal, implica e induce que aceptemos los cambios que, en el devenir del tiempo, cambiar y transforman a la humanidad. Por este motivo es imposible pensar en una realidad auténtica, porque la humanidad intenta cada vez modificar una realidad y a la vez asumir esa realidad percibida (Rper) como la única y auténtica realidad, por lo que la evolución actual no es de crecimiento, sino de constante transformación. Un acercamiento a la Teoría del Universo Nodal del Ser, nos explica cómo esas transformaciones y crecimientos se traducen en desequilibrios o equilibrios; y que estos elementos dependen totalmente de las relaciones que el Yo (esse) establezca con el mundo y el mundo con el esse. Es por el equilibrio, que el humano (humanidad) desarrolla de manera introspectiva una estructura propia, mas no fija, porque también es flexible. Es la flexibilidad producto de los cambios internos, que permite la forma de develación al mundo, teniendo en cuenta que la esencia es flexible como concepto enmascarado en la relación ante el mundo, mas la esencia (esse) es una totalidad en el mismo ser, por lo que es inmodificable. Quiero decir, que el fenómeno de interiorización permite formar la estructura del ser y el no-ser interior del esse, sin embargo, esa estructura no modifica la esencia (esse), sólo permite abstraer los elementos del Yo (ser y noser) para permitir la develación al mundo y a uno mismo.

Así, el fenómeno interno, en donde el Yo es el ser mismo (esse), se convierte por un momento en una imagen ante el resto del mundo, y esto es cierto en el grado en como el Yo ha integrado sus estructuras (ser y no-ser) para develarse al mundo. Quiero entonces mencionar, que el esse es la esencia misma, es decir, es la realidad inmodificable que en la relación con el mundo, devela las cualidades y cantidades de su estructura, a saber: el Ser y el No-ser. El ser es lo que el esse es, es decir, lo que el mundo en la relación percibe y cualifica (lo mismo para conmigo mismo). El no-ser es lo que el esse no es o no debe ser o tener, pero se deduce que lo que no se es también es una cualidad, sin embargo, muchas veces el Yo y el mundo no perciben esta cualidad en la relación después del contacto. Y es que en la realidad percibida, lo que se es (ser) es la generalización a la forma en cómo nos mostramos con el resto del mundo, y la forma en cómo nos mostramos nos vuelve singulares incluso para con nosotros mismos, porque existen tres elementos que influyen en las singulares y diversas formas en cómo el esse se muestra, y estos tres elementos son: la percepción de la realidad (Pr), la experiencia previa (Ep) y la percepción de la situación. A estos tres elementos los denomino: elementos de la realidad no auténtica. Y como menciona I. Kant, estos elementos dependerían del tiempo, espacio y ser; a lo que agrego universo, consciencia e intención. A pesar de nuestra singularidad, la forma en cómo nos presentamos al mundo es la misma. Y esto no sucede por la igualdad de los seres (lo que negaría

la singularidad), sino por la condición y forma en que los seres coinciden en el encuentro de subjetividades. A lo anterior continúo que, ante toda forma en el que el ser es, existe otro u otros seres que otorgarán respuesta a esa forma de ser, con su propia forma de ser. Cuando menciono la premisa “forma de ser” no hablo de una estructura ontológica, sino que intento abstraer a la esencia (esse) el ser en cuanto éste es. Lo anterior describe a la esencia del ser (esse) como el ser mismo; la esencia es, por tanto, la unidad total (unitas) intangible del ser. Sin embargo, hice mención en algún apartado de la Teoría del Universo Nodal del Ser, que es imposible ver la totalidad (esencia) del ser en el momento del encuentro ideal (relación con el mundo). Esa imposibilidad radica en que el ser y la esencia de ese ser, se muestran al mundo como sólo un fragmento (ser y no ser), per ese fragmento, paradójicamente, contiene a todo el ser en su esencia. De ahí que menciono que es imposible ver la totalidad del ser esse, porque la esencia se enmascara en cada una de las partes de ese ser. ¿Porqué es tan importante saber de la develación de la esencia del ser?. Por el simple hecho que, en nuestra singularidad, la develación denota realidades percibidas que se alejan cada vez más de la realidad auténtica, pero que esta realidad percibida permite una auténtica relación con el mundo. A esta auténtica relación con el mundo la he denominado: Trascendencia. (Respetando lo descrito por Kant y Sartre). Si entendiéramos que nuestra forma de ser ante el mundo en algún momento no es un acto a posteriori, sino a priori; que la forma que toma la esencia

del ser (ser y no-ser) del Yo es sólo un momento coincidente, y que ésta coincidencia (que no es casualidad, sino causalidad) del Yo y del resto del mundo denota cambios que permitirán el crecimiento y transformación en cada uno de ellos; entonces entenderíamos que nuestra existencia depende totalmente de la relación que tengamos con el mundo. Es así que iniciamos este largo recorrido teórico y filosófico, haciendo memoria de cada uno de los postulados de la Teoría del Universo Nodal del Ser. En cada uno de los capítulo vamos a revisar las crisis del ser que otorga toda relación equivocada entre el hombre y el mundo.

CAPÍTULO PRIMERO CRÓNICA UNO: De la estética trascendental del Espacio de I. Kant Mediante el sentido externo (propiedad de nuestro espíritu), nos representamos objetos exteriores a nosotros y como reunidos en el espacio (Kant, traducido por Perojo, 1883). Es por la capacidad de percepción, que viene a ser un fenómeno de conjunción entre los sentidos y la capacidad del Yo (observador) de distinguir el ser y no-ser del otro (observador); a esta propiedad se le denomina representación. Sin embargo, es imposible ver la totalidad de la esencia del ser mediante los sentidos o la percepción externa, porque esta percepción describe únicamente a las estructuras de la esencia del ser (ser y no-ser) tal y cómo se muestran en el mundo.

El espacio no es un concepto empírico, derivado de experiencias externas, porque para que ciertas sensaciones se refieran a alguna cosa fuera de mí (es decir, a algo que se encuentra en otro lugar del espacio en el que yo me hallo) y para que yo pueda representarme las cosas como exteriores y juntas las unas a las otras, debe existir en principio la develación del espacio. (Kant, traducido por Perojo, 1883). Aquí encontramos un primer acercamiento a toda develación, incluso Kant nos otorga un concepto previo a esta misma develación: la representación. Toda vez que la esencia del Yo es ser, entonces surge al observador y observado una “representación del espacio”, es decir, la representación del ser para el Yo y el Otro. De esta manera, toda representación del ser se funda en las cualidades del ser (Experiencia Previa, Percepción de situación y percepción de realidad). Esta premisa nos brinda una fácil comprensión del error que cometemos cuando las cualidades del ser exceden su concepto y se llega al juicio. Es entonces, la representación del ser, lo que permitirá develar al ser de la esencia. En este punto me permito recordar que la develación de un ser se funda en el ser y el no ser de la esencia.

Menciono entonces una crisis a generarse: No toda representación que el observador realice ante el observado, permitirá una develación del no-ser; así mismo, no toda representación que el observador realice ante el observado, permitirá la auténtica develación del ser. El espacio es una representación necesaria a priori, que sirve de fundamento a todas las intuiciones externas. Es imposible concebir que no existe el espacio, aunque se le puede pensar sin que tenga objeto alguno. Se considerará pues, al espacio como la única condición de posibilidad de los fenómenos y no como una determinación dependiente de ellos. (Kant, traducido por Perojo, 1883). Toda forma precedente a una develación, es una representación inmediata, es decir, es basada en las formas en como la esencia del ser se presentan al mundo. Es la esencia del ser que toma forma en la representación a develarse ante el mundo. Surge entonces una pregunta: ¿Qué pasaría si no logro la representación del ser?. Simplemente no ocurriría la develación del ser y por lo tanto no habría trascendencia, y si no hay trascendencia, termina la existencia. En la relación con el mundo, las representaciones y por tanto develaciones son inicialmente a priori. Y es por ésta condición que devienen todas las crisis del ser. Primero, cuando todas las develaciones a partir de las representaciones a priori se mantienen en esa condición en todos los momentos

de las relaciones Yo – Mundo; es decir, el observador mantiene la misma representación y no tiene sensación para el auténtico ser o no-ser del observador (a saber que la representación del observador es producto de su percepción ante la forma de mostrarse al mundo del observado). Segundo, cuando la representación a priori no es la auténtica representación del ser de la esencia, y de esta manera la realidad percibida para la develación que se le otorga al observador y que este abstrae al ser del observado es equivocada; esta crisis surge cuando las cualidades no son significantes y el juicio predomina en la representación que forma el observador. La tercera crisis surge cuando las representaciones a priori del ser de la esencia reemplazan a toda la esencia del ser, suprimiendo el ser y el no-ser del observado. La cuarta crisis es cuando la representación a priori es insuficiente para el observador y el observado no trasciende. En efecto, no puede representarse más que un solo espacio, y cuando se habla de muchos, se entiende sólo en ellos las partes de un mismo y único espacio. (…). Es necesario considerar todo concepto como una representación contenida en una multitud infinita de distintas representaciones posibles, subsumidas bajo el concepto; pero ningún concepto como tal contiene en sí una multitud

infinita

de

representaciones.

traducido por Perojo, 1883).

(Kant,

Cuando hice mención del ser no-ser de la esencia, la cual también se incluye bajo el concepto de atractor y fractal, me refería a esa representación infinita que contiene a la esencia (esse). Quiere decir, que la unidad elemental y estructural de la esencia, a saber “el ser y el no-ser”, no es el concepto de totalidad, porque ese concepto que es la esencia, se muestra al mundo como una de sus estructuras. Todas las representaciones posibles son las formas en cómo el ser de la esencia está representada por esa forma de ser. Nuevamente menciono que a pesar que la intuición (que viene a ser la esencia del observado), y que está representado por las formas en cómo se presentan al mundo; y además que estas representaciones contienen al concepto de totalidad (unitas), puedo decir que ninguna representación es la totalidad del concepto de unidad, cabe decir, la esencia. Aquí figura otra de las crisis del ser, la Quinta crisis, cuando el observador generaliza y/o sobregeneraliza la representación del ser del concepto, y por tanto, se queda con la sensación que ocasionó esta única forma de ser del observado.

El espacio no representa nunca propiedad de las cosas, ya se las considere en sí mismas, o sus relaciones

entre

sí,

es

decir,

ninguna

determinación que dependa de los objetos mismos y que permanezca en ellos si se hace abstracción de todas las condiciones subjetivas de la intuición; porque ni las determinaciones absolutas ni las relativas pueden ser percibidas antes de las cosas a que pertenecen, y por consiguiente a priori. (Kant, traducido por Perojo, 1883). Vuelve a nosotros la tercera crisis: Cuando las representaciones a priori del ser reemplazan a toda la esencia del ser. Retomamos las anteriores líneas para analizar lo que Kant nos refiere, en donde el esse no representa ninguna propiedad o es siquiera algunas de sus representaciones. Esto no quiere decir que la esencia y la representación sean en realidad elementos de disyunción, ya que la relación es necesaria. ¿Cómo sería la solución a la tercera crisis?...La solución está en la negación a la definición de esa crisis, a saber, de comprender que la representación a priori es sólo una de las formas en cómo el otro (ser) se presenta ante mí (observador).

Es la tercera crisis en la cual la mayoría de los seres caemos y cuyas formas indistintas y evolucionadas dañan socialmente a la humanidad: discriminación, racismo, nazismo, bullyng, homofobia, xenofobia, etc. Quiero terminar esta crónica, presentando lo que debí mencionar al principio: El espacio no es más que la forma de los fenómenos de los sentidos externos, es decir, la única condición subjetiva de la sensibilidad, mediante la que no es posible la intuición externa. (Kant, traducido por Perojo, 1883).

CRÓNICA DOS: De la estética trascendental del tiempo de I. Kant El tiempo no es un concepto empírico derivado de experiencia alguna, porque la simultaneidad o la sucesión no serían percibidas si la representación a priori del tiempo no les sirviera de fundamento (…). El tiempo es una representación necesaria que sirve de base de datos a todas las intuiciones. No se puede suprimir el tiempo en los fenómenos en general (…). El tiempo no tiene más que una dimensión;

los

diferentes

tiempos

no

son

simultáneos, sino sucesivos (de igual modo que espacios

diferentes

no

son

sucesivos,

sino

simultáneos). (Kant, traducido por Perojo, 1883). Hicimos una clara introducción al encuentro de subjetividades, en el que todo momento y situación se genera a través de la representación a priori qe se tenga del ser de la esencia y que dependerá de las cualidades del ser de esa esencia. Es así que las cualidades del ser (Ep ^ Psit ^ Pr) se fundan en dos fenómenos: la esencia y el tiempo.

Es el tiempo toda representación de abstracción que funda los momentos a partir de las cualidades, y las cualidades se sirven del tiempo para existir. Y son las cualidades y el tiempo que fundan los momentos y situaciones, sin embargo, no hay un solo momento, sino que cada momento es sucesivo al anterior porque se funda en la forma en cómo el esse se muestra al mundo, a su vez por la forma en cómo esa esencia es percibida por el observador. Puedo decir entonces que una representación a priori (Rap) que otorga una realidad percibida al observador, será un fenómeno de relación distinta en cada momento que la relación genere. Menciono entonces la siguiente crisis: Cuando las cualidades del ser (Ep ^ Psit ^ Pr) se exacerban en su propio concepto y se resumen en un juicio que conlleva a la generalización. Esta crisis nos orienta a saber que si se cumpliera el postulado, entonces no se generarían momentos diferentes y por lo tanto la realidad percibida sería un único concepto, y de esta manera se mantiene la representación a priori, cuya definición se mencionó en la crónica uno.

El tiempo no es ningún concepto discursivo, son una forma pura de intuición sensible. Tiempos diferentes no son más que partes de un mismo tiempo. (Kant, traducido por Perojo, 1883).

La esencia del ser no puede ser un fenómeno simultáneo o sucesivo, es en gran magnitud una Realidad Auténtica (RR); es decir; una realidad inacabable que en sí misma no existe cualidad alguna, solamente existencia. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de la forma que toma la esencia en sus estructuras (ser y no-ser) ya que estas sí dependen de las cualidades dirigidas al mundo exterior o a sí mismo (sin cambiar la esencia). Puedo decir, que las cualidades del ser se permiten a este la relación con el mundo y permiten al mundo la percepción sobre este, son realidades simultáneas y sucesivas. Son simultáneas en cuanto a los conceptos singulares que toma la esencia para ser al mundo (esto es, que puedo expresar felicidad y tranquilidad sin expresar una verdadera desilusión y ansiedad); sin embargo esa simultaneidad no puede ser percibida en un mismo momento, porque la esencia se manifiesta de una forma única (unas también de abstracción) en un momento determinado por el tiempo. Así mismo, las cualidades son también sucesivas porque se abstraen al tiempo para formar diferentes momentos que no se juntan en un solo momento (aunque al final pertenecen a un mismo momento). Por lo que puedo decir que la realidad percibida del observador que forma una representación del observado, está fundada en gran parte por el tiempo que otorga momentos, y estos

momentos, cualidades, y estas cualidades nuevamente realidades percibidas, por lo que se forma un anillo subjetivo y de abstracción que se puede describir a priori como simultáneo, pero en realidad es totalmente sucesivo y caótico. Menciono entonces la siguiente crisis: Cuando las cualidades del ser no tienen la sensibilidad ante la forma de ser del observado, y por lo tanto la realidad percibida será tan pobre que no se genera el momento, o al contrario, de generarse el momento, puede percibirse a priori como un único momento, lo cual es absurdo porque se negaría la representación del tiempo. La naturaleza infinita del tiempo significa, que toda cantidad determinada de tiempo es solamente posible por las limitaciones de un único tiempo que les sirve de fundamento. (Kant, traducido por Perojo, 1883). Los momentos que se generan en el tiempo y en las cualidades del ser y que otorgan por lo tanto diferentes realidades percibidas (Rper), son sólo fragmentos de un mismo momento que intenta absurdamente acercarse a la realidad auténtica (RR), es decir, a la esencia misma. Sin embargo, los momentos que nacen por estos elementos internos se fundan en un momento único que lo he denominado “momento idealizado”. Este momento idealizado es un fenómeno de abstracción que se funda paradójicamente en todos los fragmentos que de este momento nacen. Parecería que este momento idealizado sería solamente referencial, pero no es así, el

momento idealizado es el único fenómeno que puede traducir la realidad de la esenia del ser (esse). La cuestión que ahora nace es: ¿Cómo se que la realidad auténtica es al momento idealizado así como este es a la realidad auténtica? La complejidad nos lleva a pensar que la realidad auténtica es el atractor de la esencia misma, que cumple su fenómeno fractal al ser restado por las cualidades del ser del observador, que nos resultaría en la realidad percibida. Otra cuestión entonces es: ¿Sólo el observador se genera momentos?. Puede parecer que como toda realidad auténtica es siempre restada por las cualidades del ser, entonces toda realidad percibida le pertenece al observador; pues no es así, en el momento sucesivo del observador de generarse realidades percibidas, sucede un momento simultáneo del observado de percibir la percepción que se tiene de él, a estos momentos simultáneos y sucesivos entre el observador y observado lo he denominado develación, teniendo como base lo escrito por Sartre. Menciono entonces la siguiente crisis: Cuando el observador es el único que genera momentos y es el único que establece su propia Realidad percibida. Esta crisis nos orienta a saber que si se cumple el postulado la realidad percibida será totalmente lejos de la realidad auténtica porque las cualidades del ser del observador no actuarían en conjunto, ya que sólo dependería de la experiencia previa.

El tiempo es la forma del sentido interno, es decir, de la intención de nosotros mismos y de nuestro estado

interior.

El

tiempo

no

puede

ser

determinación alguna de los fenómenos externos, no pertenece ni a la figura, situación, etc.; sino que determina la relación de las representaciones en nuestros estados internos. (Kant, traducido por Perojo, 1883). Los momentos que se fundan en el tiempo sucesivo y las cualidades del ser, incluso el momento idealizado que traduce a la esencia, son todos fenómenos que nacen en la esencia, es decir, que son fenómenos internos que son imagen pura de la esencia en el interior, pero que al salir de la esencia y formar la relación con el mundo, se abstraen con el exterior. De esta manera, el fenómeno externo en donde ahora se hallan los momentos no logran cambios externos, sino que se interiorizan a la esencia para hacer el momento idealizado, pero regresa exterior y es percibido por el resto del mundo. Entonces, ¿el mundo – incluso yo mismo – percibe realidades externas?. Pues la respuesta es si. Sin embargo la percepción externa existe porque se funda en la síntesis interna de los fenómenos externos.

Todas las representaciones tengan o no por objeto cosas exteriores, pertenecen, sin embargo, por sí mismas, como determinantes del espíritu, a un estado interno, y puesto que este estado, bajo la condición formal de la intuición interna, pertenece al tiempo, es el tiempo una condición a priori de todos los fenómenos en general; es la condición inmediata de nuestros fenómenos interiores (de nuestra alma) y la condición mediata de los fenómenos externos. (Kant, traducido por Perojo, 1883). Con la premisa de I. Kant queda comprobado entonces la existencia de una realidad auténtica, una realidad base de todas las realidades, un fenómeno interno que se funda en un momento idealizado y que se abstrae a través de las formas en cómo se presenta al mundo. Sin embargo, la realidad percibida del observador y observado no sería un fenómeno si no existiesen los momentos que nacen y fundan las cualidades del ser. El tiempo, que es únicamente una condición subjetiva de nuestra intuición humana (siempre sensible, es decir, en tanto que somos afectados por objetos), considerado en sí mismo y fuera del objeto, no es nada. (Kant, traducido por Perojo, 1883).

Pretender que exista la relación humana y su condición planetaria sin siquiera establecer el o los momentos se convierte en un absurdo. Esto sucede porque la relación del hombre con el mundo no es una representación a priori (aunque sea la Rap el primer fenómeno de relación), ya que la Rap no necesita la presencia del observado para establecer su percepción, y a pesar de lo anterior, se puede decir que el momento existe (gracias al tiempo). Pero el momento auténtico (momento idealizado), se funda en la develación en

donde ocurren los momentos sucesivos y simultáneos entre

observador y observado. Si la relación hombre – mundo que otorga las realidades percibidas no existiera, así tampoco existirían los momentos. Por otro lado, si los momentos simultáneos y sucesivos que otorgan y se fundan en las cualidades del ser dejaran de existir, así tampoco las realidades percibidas y por lo tanto las relaciones hombre – mundo no tendrían razón de ser. Quiero completar mi postulado con la siguiente referencia Kantiana: “El tiempo no es real como objeto, sino sólo como el modo que tengo de representarme a mí mismo como objeto. Si pudiera contemplarme o ser contemplado por otro ser, sin esta condición de sensibilidad (tiempo o momento), las mismas determinaciones que hoy nos representamos como mudanzas, darían un conocimiento en el cual la representación del tiempo, y por consiguiente la de mudanza, no existirían”.

El

espacio

y

el

tiempo

son

fuentes

de

conocimiento a priori, pero por la misma razón que sólo son simples condiciones de sensibilidad, determinan su propio límite, en cuanto sólo se refieren

a

los

objetos

considerarlos

como

fenómenos y no a las cosas en sí. (Kant, traducido por Perojo, 1883). Una idea más que Kant plasma en sus postulados y confirma lo que insistentemente menciono respecto a la realidad auténtica. La realidad percibida por el observador y observado que se fundan en el momento sucesivo y simultáneo y que además otorga y se funda en las cualidades del ser, restan siempre a la realidad auténtica que otorga y se funda en el momento idealizado y que traduce a la esencia (esse).

CAPÍTULO SEGUNDO CRÓNICA TRES: De la consciencia de ser Inicio con pensar la existencia, y así pregunto: ¿Cómo demuestro mi existencia?. La respuesta a priori tienden a llevarnos a lo siguiente: “Existo porque soy”. La premisa nos lleva a reflexionar si el esse es un ser que existe o que es (est). Sin embargo, agrego lo siguiente: ¿El esse existe antes que sea? O ¿El esse es antes que exista?. Ahora tenemos 3 ideas mayores de existencia: Porque soy, porque existo y porque se es. Mi punto principal es el ser trascendente. Cuando menciono que el Yo inicia la búsqueda incansable de su esencia, deduzco que es el esse que permite su autodevelación y posteriormente su importancia. Las tres ideas mayores hacen entonces una misma referencia conceptual, ya que las tres indistintamente son y nacen del esse. La propia trascendencia, que es la búsqueda del esse (en su forma de presentarse al mundo en el momento sucesivo y simultáneo), se basa en las 3 ideas mayores para su establecimiento.

Pensar la primera idea: Porque soy El ser del esse no es el no-ser de ese mismo esse, porque el esse es lo que es el ser y el no-ser, y ambos se necesitan, pero ambos son diferentes entre sí. Sin embargo, lo que soy es producto de la develación (producto de los momentos simultáneos y sucesivos), que depende de la forma en cómo me muestro al mundo, ya que el mundo es quien otorga al esse el ser. La develación propia (establecer el momento sucesivo y percibir el momento simultáneo) consiste en la forma de ser para uno mismo, y el producto de esta develación es el ser (que es una realidad percibida y que contiene a las cualidades); sin embargo, a toda forma de ser le sigue un complemento: no-ser, y es precisamente la inconsciencia de lo que no se es lo que acaba con los valores y cualidades del esse. La develación del esse no es una realidad total percibida, porque la esencia es la realidad auténtica, que se funda en el momento idealizado. Es entonces la realidad auténtica que otorga a la esencia un fenómeno amorfo, abstracto y subjetivo (además de abstracción) que se permite al mundo a través de sus estructuras (ser y no-ser) y siendo estas quienes otorgan al esse la forma subjetiva mas no fantasma de develación auténtica. Quiero decir, que es imposible ver al esse y pretender fundar la realidad auténtica, porque en el intento de hacerlo ya se inicio mi percepción, por lo que la realidad auténtica se convierte en realidad percibida.

Pero ¿Ni siquiera uno mismo tiene la capacidad de ver su esencia?. Muchas personas y psicólogos creen que la introspección permite llegar a representar la totalidad de la esencia de uno mismo. Pero es una total falacia comercial y autojustificable para la consciencia, ya que siempre me referí que el mundo idealizado que funda la esencia, funda también todos los momentos sucesivos y simultáneos de las relaciones con el mundo; y todos estos momentos son fenómenos que representan al momento idealizado y por ende a la realidad auténtica. Puedo decir, que aún conmigo mismo, en mi introspección, lo que percibo a través de mis cualidades son únicamente momentos sucesivos que son parte de un mismo momento, del cual es mes imposible percibir. El lector puede pensar entonces: Si me es imposible ver la totalidad de la esencia que se funda en el momento idealizado ¿Cómo puedo saber si la realidad auténtica existe?. Quiero dejar esta respuesta para la siguiente crónica y el lector se dará cuenta de que nunca vivió únicamente por su existencia. Me refiero entonces, que uno mismo, en su propia unidad de ser, no tiene la capacidad de ver la totalidad de su esse. Lo anterior lo explico por las siguientes razones: Primero, porque el ser es la manifestación y primera forma de develación al mundo, y puesto que el mundo otorga la trascendencia de mi develación: lo que soy depende en gran parte de la forma en cómo me muestro al mundo y cómo el mundo me percibe (percipere), así como también dependo de cómo se muestra el mundo ante mí (percipi) para mostrarme ante él. A este fenómeno lo denomino encuentro ideal, por lo que toda forma de mostrarse al mundo y el mundo ante mí,

dependerá totalmente de la relación recíproca hombre – mundo. Así, porque es el ser del esse quien es develado o representado, el no-ser queda muchas veces ausente; y es por esta razón que el esse en la realidad y el encuentro ideal, es sólo una parte de lo que complementariamente debería ser. Recordemos que la realidad percibida siempre está en función de las cualidades y el momento sucesivo y simultáneo, mas la realidad auténtica únicamente está en función del momento idealizado y es quien otorga todos los fenómenos descritos. Segundo, porque la develación misma del ser depende del momento en que se dé esta develación, siendo que la relación hombre – mundo es inacabable excepto en el tiempo, se deduce que toda situación o momento también son inacabables. Esto quiere decir, que cada momento o situación genera y describe las diferentes formas en cómo este ser se muestra al mundo. Tercero, porque las formas en cómo el ser del esse de la esencia se muestran al mundo no son la totalidad del esse, sino que el esse queda concebido en cada forma en como se presenta. Esto no significa que el esse contenga a todas sus formas, ya que la esencia no es un concepto, sino un fenómeno de totalidad. Puedo decir, finalmente, que las firmas en cómo se devela el Yo soy del esse se dan en parte y todo por la forma en cómo nos mostramos al mundo, la forma en cómo el mundo nos percibe, y la forma en cómo percibo al mundo.

Menciono entonces la siguiente crisis: Cuando el Yo no tiene la sensibilidad y sensación de las estructuras de su esencia (ser y no-ser) y por lo tanto la representación que ese Yo se construya será totalmente tácita, puedo decir que el momento sucesivo y simultáneo es inexistente.

Pensar la segunda idea: Porque existo La existencia del ser no es otorgada por el DASEIN, es decir, por la forma y concepto ontológico de estar en el mundo. Recordemos la primera idea de la relación del Yo con el mundo. Es aquí donde inicia la existencia, no donde estoy en el mundo, sino en la relación que tenga con el mundo, sin excluir que yo también soy el mundo. Y es en la relación donde se fundan los momentos y estos en las representaciones, y estas a su vez fundan las realidades percibidas que están en función de las cualidades del ser. La forma en que soy para el mundo, no es únicamente la forma en cómo el mundo me ve, sino también en cómo este mundo me percibe y para lo cual este mundo debe estar preparado para tener la sensibilidad de tener presente mi momento, además de tener la sensación ante los momentos que en mi presencia se funden.

Esa sensación y sensibilidad no tiene únicamente la dirección del observador, sino que es recíproca, y es esa reciprocidad lo que permite dos fenómenos en ambos seres (que se fundan en los momentos sucesivos y simultáneos): el fenómeno COGNOSCENTE y el fenómeno CONOCIDO. En toda relación con el mundo – relaciones que se fundan en los momentos – se dan los fenómenos arriba descritos. Estos fenómenos fundamentan la existencia por las siguientes razones: El ser cognoscente es aquel que tiene la capacidad de ser develado, es el esse que permite dejarse conocer y por lo tanto ser percibido (percipere). Sin embargo, el concepto dialéctico viene a nosotros cuando mencionamos que el esse es sólo ser y no-ser en el momento, por lo que el esse cognoscente es sólo una parte que se ha de conocer; pero aún así, cumple una condición para el establecimiento de la relación con el mundo. Por otro lado, el esse cognoscente también permite la develación del mundo, ya que este mundo también es cognoscente. Así, el ser cognoscente del esse (esencia) es aquel que percibe (percipi) y que está en la disposición de ser percibido (percipere). El esse conocido es aquel que después de la disposición de dejarse conocer y conocer, integra y abstrae la develación del otro, mundo, de tal manera que fue el mundo quien develó la existencia del ser del esse. Suena irónico saber que mi existencia no sea mi auténtica existencia, sino que también la integra la existencia del otro, así como la existencia del otro dependerá de la abstracción con mi existencia. Puedo concluir, que la existencia del esse depende de la relación de abstracción con el mundo, en cuanto tenga la capacidad de conocer (sensibilidad)

lo que permitirá la develación del mundo, así como reconocer los efectos numerosos que esta develación del mundo me otorgará (sensación); agregando que el mundo también debe permitir esta develación que yo otorgaré. Entonces puedo decir: “Mi existencia es en cuanto soy para el mundo y en cuanto el mundo es para mí, siempre y cuando el mundo siga esta condición”. Pensar la tercera idea: Porque se es La forma en como se es no es un fenómeno absoluto, y me atrevo a decir que tampoco es relativo. La forma en como se es, es una complejidad, porque no depende únicamente de la forma en como me muestro al mundo, sino también de la forma en cómo este mundo pueda percibir esa develación. Así, la forma en como se es, viene a ser la primera forma en como uno es en el mundo, y por ende está en función de la representación que se funda en la percepción y que otorga a la realidad percibida. Tal como soy en el mundo es fundado por la sucesión y simultaneidad instantánea y permanente de momentos que son captados en la relación que tengo con este mundo y este mundo conmigo. Puedo decir entonces, que esta tercera idea es la primera forma hacia toda develación, pero esta develación no siempre es auténtica, porque está precedido por una forma de ser percibido a través de las cualidades: la representación a priori.

Sin embargo: ¿La realidad que no conozco acaso no existe porque no es percibida o representada por mi? ¿La realidad es únicamente por las cualidades? Un médico neurólogo español, el Dr. Rubia Villa, estudioso de la complejidad y el constructivismo, mantiene la siguiente postura: “La realidad percibida (Rper) es igual a la abstracción de las cualidades del ser en la relación”

DONDE “ + “ ES ABSTRACCIÓN Y esta expresión desencadena en mí muchas dialógicas: ¿Puede dejar de existir una realidad auténtica y ser reemplazada por una realidad percibida? ¿Lo que el esse es, es sólo producto de la forma en cómo el esse se muestra ante el mundo y como éste mundo lo percibe? ¿La realidad auténtica no existe como realidad?.

Mi posición, sin embargo, como respuesta a estas preguntas es la siguiente: “La percepción de la realidad (Pr), la experiencia previa (Ep) y la percepción de la situación (Psit) pueden crear una realidad percibida, por lo tanto una representación a priori”.

“Sin embargo, la realidad a priori así como la realidad percibida no siempre son producto de la cualidad, porque la cualidad está en función del momento”

“Finalmente,

existe

una

realidad

auténtica

(esencia)

que

es

inmodificable en sí misma pero que otorga una develación a percibir por el resto del mundo, por lo tanto: La realidad auténtica percibida es toda aquella abstracción de la cualidad del ser en función de los momentos sucesivos y simultáneos que le restan a la realidad auténtica”.

Esto significa que lo que se es (esse) no es una cualidad, sino una realidad auténtica, pero que al ser percibida cambia esa autenticidad por los elementos que se restan a esa esencia (esse). Puedo decir que la sensibilidad y sensación es producto de la cualidad de la esencia (Ep ^ Pr ^ Psit) mas no de la develación de la realidad misma y auténtica del esse. Agrego entonces que la realidad misma nunca modifica su develación, lo que modificamos es su cualidad, que es otorgada por la representación a priori.