La Sociedad de los Poetas de verde

intercambió bromas con el público y volvió al lugar que siempre extrañó. El Masters de .... Abierto del Centro el año pasa- ... el almacén El Cóndor y el lega-.
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Martes 6 de abril de 2010

GOLF

El Masters de Augusta

“Tengo que ser una mejor persona. Tengo que intentarlo, y si de paso gano algún torneo, mucho mejor, pero ahora se trata de ayudarme y de ayudar” “El hecho de ganar títulos es irrelevante en comparación con todo el daño que he causado” “Me perdí el cumpleaños de uno de mis hijos y ésa es una situación que no me perdonaré por toda la vida” “Mi médico (el canadiense Anthony Galea) nunca me dio hormonas de crecimiento humano ni ninguna droga para la mejora del rendimiento. No he tomado ninguna droga ilegal en mi vida”

Por Gastón Saiz Enviado especial UGUSTA.– En verdad ni siquiera hizo falta una reconciliación. Llegó al club un poco antes de las 8 y el encantamiento empezó a serpentear por cada arbusto del Augusta National, como si fuera una película de Harry Potter. Algo se encendió y era Tiger Woods que ya estaba calculando tiros desde temprano, en la primera práctica previa al Masters. Había vuelto la magia. Es llamativo lo de la gente: se desespera por conseguir su ticket a 36 dólares para asistir a la jornada del lunes, en la que no existe competencia alguna. Pero para esos 40.000 fieles, su presencia ayer cobraba un significado especial: cámara en mano, debían estar allí todos para observar en vivo la reaparición terrenal de este mesías del golf, porque así es considerado en este país. De lo que menos se jacta esta entidad es de un instinto comercial oportunista; si no, ayer hubiese habido una tienda despachando remeras serigrafiadas con la leyenda “Yo estuve el día en que Tiger volvió”. Lejos quedaron las presunciones de algún gesto burlón o un chiste de mal gusto desde detrás de las sogas. Nadie le recordó aquellas infidelidades que lo sumieron en la más profunda de sus depresiones a partir del 27 de noviembre. Tampoco fue necesario activar el enorme operativo policial que velaba por su seguridad. Justamente el trato de parte del público fue lo primero que agradeció Tiger tras su primera puesta en escena, en la que recobró el idilio con sus fans. “Fue un día inmejorable, me quedé bo-

A

Tiger Woods cautivó a unas 40.000 personas, que lo siguieron en su primera jornada de prráctica; intercambió bromas con el público y volvió al lugar que siempre extrañó

Un mago en suu campo encantado quiabierto. Lo de la gente me llegó al corazón”, confesó. Empezó aparatoso y entre titubeos, mandando la pelota a la calle del hoyo 9. Después, dejó a un lado los nervios y su excelente estado de ánimo lo reconectó enseguida con esta atmósfera que tanto extrañó en tiempos oscuros. “Este es el lugar adonde perteneces, Tiger. Esto es lo que amas”, le había recordado Mark O’Meara en la secreta práctica del domingo, mientras bajaban juntos por el fairway del hoyo 10. Ayer, al lado de su amigo Fred Couples, uno de sus mejores amigos del circuito, y de su instructor Hank Haney, el astro se entregó en varios momentos a la interacción con la gente. Entre el estudio de las caídas del green, repitiendo putts, Tiger giraba la cabeza y en una de esas lanzaba un chascarrillo para la multitud. A veces hasta se entablaba un ida y vuelta de bromas, que eran festejadas desde ambos lados. Esa sonrisa de dientes brillantes era el

mejor signo de que Tiger se sentía en su salsa. Allá por el hoyo 13 se sumó a la práctica Jim Furyk, otro de sus íntimos y siempre dispuesto a descontracturar situaciones. “¡Ready” (¡Listo!), alentaba la gente al californiano cada vez que pegaba uno o dos sablazos consecutivos con el driver. Un mensaje para apuntarle que ya estaba en la cocción justa para calzarse su quinto saco verde, deseo un poco exagerado, aunque no imposible. “¡Bienvenido a casa, Tiger!”, era otro de los rugidos, que se replicaban a los lejos con ovaciones para otros jugadores. Cada vez que Woods empezaba o finalizaba un hoyo era aplaudido, y él saludaba emocionado levantándose su gorra. El día soleado y caluroso armó el resto para esta recepción soñada, ambientada en el Edén donde caminaron los genuinos amantes del golf. Circunspectos por fuera y eufóricos por dentro, las autoridades del Augusta National –señores maduros, en su mayoría– ya imaginaban los beneficios económicos para el club al contar con el regreso del hombre que mueve todo el

có por seis. De esto es capaz Woods, que en años normales generó 77 millones de euros por temporada, entre su participación en los torneos, el diseño de campos y sus vínculos con los sponsors. Volviendo a la extensa jornada de ayer, el N° 1 siguió con su comparecencia ante los tribunales. Perdón, con la rueda de prensa frente a 180 periodistas. “¡Dispárenle preguntas!”, había rogado Arnold Palmer. Al cabo, fueron 36 minutos y 37 respuestas que giraron mucho alrededor de su acostumbrada autoflagelación. Reconoció que había engañado a su mujer, a sus hijos, su madre y a sus sponsors y que además había sido soberbio, una autocrítica que no se le conocía. Aceptó que se comportó mal con sus fans, a quienes ya no saludaba, y que extravió ese temple budista que lo había catapultado al éxito. Se lo adivinó nervioso al principio, pero se ayudó dándole sorbos a una botella de jugo y salió adelante hasta cambiar su mirada sobre el final, mucho más relajada. Ahora, en plena redención, revoluciona Augusta como sólo él sabe hacerlo.

Audio. El regreso de Tiger, por G. Saiz. www.canchallena.com/1250890

negocio. La última actuación de Tiger había sido en noviembre pasado, poco antes del culebrón. El estado de Victoria había pagado dos millones de euros para que participara los cuatro días en el Masters de Melbourne, un certamen con una bolsa de premios más bien modesta, que sin embargo congregó a 150.000 personas por la presencia del ídolo. Lo que se suponía un despilfarro de dinero se transformó en un negocio redondo, con un retorno publicitario que se multipli-

Una multitud sigue a Tiger, que se acerca a sus simpatizantes para saludar; reapareció la gran estrella, tras el escándalo // A FP Y A P

La Sociedad de los Poetas de verde El Augusta National sólo mantiene 300 socios exclusivos, incorporados según su poder económico e influencias políticas AUGUSTA (De un enviado especial).– Muchos se han pasado la vida intentando transformarse en miembros del Augusta National, pero el club se aferra a un selecto grupo de 300, resultado del balance justo entre el poder económico de sus socios, sus influencias políticas y amistades apropiadas. Un luchador en estas lides fue Bill Gates, el cerebro de Microsoft. Logró entrar, finalmente, según lo confirmó la revista Time. Aunque la alta exposición pública nunca ha sido buena consejera para tener colgado un saco verde en el armario del House. El célebre inversionista Warren Buffet, Jack Welch –CEO de General Electric– y Arnold Palmer, tetracampeón aquí y starter de honor, son parte de este círculo privilegiado. En cambio, las puertas se cierran para personalidades como el ex presidente Bill Clinton, Donald Trump u otros millonarios de publicidad garantizada. No se trata de ser rico y famoso. La cuestión es combinar riqueza con discreción, porque la austeridad también se cotiza en oro. Muchos de los socios de Augusta han construido sus carreras en la arena pública en sus roles de políticos o grandes empresarios, pero cuando lograron su membresía acallaron sus voces para ensimismarse en ese íntimo orgullo de pertenecer. Vaya paradoja la del club ideado en 1931 por Bobby Jones y Clifford Roberts: el Masters no marcha en paralelo con la entidad que lo creó. Mientras el torneo es inclusivo (congrega a miles de espectadores, está abierto para jugadores amateurs y se invita arbitrariamente a jóvenes figuras), el Augusta National formó con los años una sociedad cuasi secreta, que dispone de 51 semanas para utilizar la cancha en la más abso-

WOODS, EN TODOS LOS AMBITOS

luta privacidad. Como si fuese el Watergate, hubo dos periodistas del diario USA Today que en 2002 olfatearon, escarbaron y finalmente dieron con la misteriosa lista de 300 socios. De esa investigación surgieron datos sorprendentes: el promedio de edad de aquella nómina era de 72 años. El más viejo era Ben Gilmer, de Georgia, con 97 años, y el más joven, Jefferson B.A. Knox, también de Georgia, con 39. Se aceptó al primer afroamericano recién en 1990. Más de un tercio se había jubilado y la mayoría provenía de las grandes corporaciones: bancos y finanzas, petróleo y gas, fabricación y distribución. También se desenredó esta extraña madeja en la que conviven soñadores y figurones con suerte dispar. No existe un formulario de inscripción, sino que los candidatos a sumarse son nombrados por los miembros activos. Esto explica la cantidad de conexiones familiares que se entablan entre los socios. Pero al fin y al cabo, el que decide quién entra y quién no es el presidente, en este caso William Porter Payne. En parte, se determina el número de nuevos integrantes según los fallecimientos. Puntualmente se les avisa a los socios con una carta cuando alguien muere y sólo así se abre una vacante. Las que aquí pierden por goleada son las mujeres. La activista Martha Burk viene embistiendo sin éxito por la inclusión de las chicas, pero las autoridades se mantienen incólumes: “Las amamos, no tenemos nada en contra de ellas. Pero somos un club privado y queremos seguir en esa línea”, dijo hace unos años el ex titular Hootie Johnson. Lejos de incorporarse a esta hermética sociedad, a las mujeres les queda un consuelo: juegan el fabuloso campo de magnolias y azaleas sólo en condición de invitadas. Y la vida sigue para estos miembros exclusivos, como si fuese la Sociedad de los Poetas de verde.

// AP

En el New York Stock Exchange (la bolsa de valores neoyorquina), entre los monitores donde se reflejan los movimientos del mundo de los negocios se mezclaba el rostro de Tiger Woods, que anunciaba su regreso y sus vivencias tras el escándalo protagonizado meses atrás con sus affaires extramatrimoniales.

Angel Cabrera, el último campeón

Cabrera, el otro gran protagonista Será el anfitrión de la cena, a puro asado AUGUSTA (De un enviado especial).– Angel Cabrera recuperó los aromas del lugar donde escaló hacia lo más alto del golf justo hace un año. Ayer practicó la cancha durante la tarde, cuando ya había menguado la fiebre por Tiger, y hoy se preparará para la Cena de Campeones en el club, donde hará de anfitrión por ser el defensor del título. El menú ya fue elegido por el cordobés desde que animó el Abierto del Centro el año pasado: un típico asado argentino. Pero la mesa será servida para unos pocos: sólo se sentarán los ex campeones del Masters y las autoridades del Augusta National. Se tratará de un exclusivo encuentro al calor de un hogar, en un ambiente revestido de madera y con numerosos cuadros históricos del torneo. Cabrera es homenajeado también desde los diarios. Ayer, el Augusta Chronicle publicó un suplemento especial de 20 páginas dedicado totalmente a la vida del hombre de Mendiolaza. “Humble from the start” (Humilde desde el comienzo), dice en la portada, donde aparece el Pato relajado y de entrecasa, con ropa de civil. El periodista Scott Michaux viajó a Villa Allende y reflejó su cobertura contando la trayectoria del Pato desde sus orígenes, empezando por su trabajo como caddie en el Córdoba Golf Club y siguiendo por sus tertulias en el almacén El Cóndor y el legado que deja para las futuras generaciones. Además, hay una página aparte que toma como eje el famoso error de la firma de la tarjeta del Maestro De Vicenzo en el Masters de 1968 y una galería por los principales deportistas de nuestro país, como Maradona, Fangio, Messi, Del Potro, Ginóbili, Cambiaso, Sabatini y Baldomir.