“La mía es una carrera bastante extraña”

dirá luego en la platea del Maipo y develará parte .... Yebra, en un alto de los ensayos en el Maipo. FACUNDO .... estreno de El cajón, su ópera pri- ma como ...
215KB Größe 5 Downloads 67 vistas
Espectáculos

Página 6/Sección 4/LA NACION

CINE

2

3

Lunes 25 de febrero de 2008

DANZA En primer plano

Estreno del jueves: Posdata, te amo

“La mía es una carrera bastante extraña” El bailarín vasco Igor Yebra será el protagonista de la nueva obra del Ballet Argentino junto con Cecilia Figaredo

ALFA FILMS

En el film, una viuda recibe consejos de su marido ya fallecido a través de una serie de cartas

Hilary Swank incursiona en la comedia romántica II Continuación de la Pág. 1, Col. 4

En la película que estamos por conocer, Swank reconoce que el compromiso físico que le apreciamos en sus dos trabajos consagratorios deja su lugar a otro tipo de trabajo con su personaje. “Está muy claro que para hacer una comedia romántica no necesité desarrollar mis músculos o simular comportarme como un chico, pero sí, en cambio, siento que me muestro tal como soy mucho más que en cualquier otra de mis películas. Por lo tanto, el desafío de lo nuevo que siempre salgo a buscar cada vez que hago una película se relaciona esta vez con el lado emocional y, sobre todo, en la búsqueda del humor y el optimismo en medio de una situación que lleva a sentir todo lo contrario”, señaló la actriz en una entrevista que acercó a LA NACION la distribuidora local de la película. El hecho al que se refiere Swank es la súbita pérdida que sufre su personaje: la inesperada muerte de su esposo (Gerard Butler), que se las ingenia para seguir presente en la vida de ella a través de un puñado de cartas. “De no ser por Richard –dijo Swank sobre quien parece haberse convertido en su guionista predilecto– no habría podido darle a mi personaje tantos colores. El supo guiarme para equilibrar los momentos divertidos y los tristes, y no confundir unos con otros, aunque en la película hay de las dos cosas.” Rodada en Nueva York y en Irlanda,

con varios nombres conocidos en el reparto (Kathy Bates, Harry Connick Jr., Lisa Kudrow, Gina Gershon), Posdata, te amo ocupó un fugaz lugar destacado en las columnas de indiscreciones durante el rodaje debido a que Swank, involuntariamente, recibió el impacto en la frente de uno de los broches de los tiradores de Butler mientras ambos rodaban una escena. “Sufrí más daño por ese corte que por todo lo que me pasó en Million Dollar Baby –bromeó Swank–. Cuando me vio el médico me preguntó quién me había mordido.” El compromiso de este año con la Academia de Hollywood tomó a Swank en medio de su siguiente proyecto cinematográfico. En enero comenzó a estudiar la vida de Amelia Earhart, pionera de la aviación, que desapareció en 1937 sobre el Océano Pacífico, mientras intentaba convertirse en la primera mujer en circunnavegar el planeta por el Ecuador. El rodaje se iniciará en los próximos días con dirección de la india Mira Nair, aunque la película, al parecer, se enfocaría más en los primeros pasos de Earhart que en el profundo misterio que envolvió su último vuelo. Y con los giros que lleva dando la carrera de Swank no sería extraño que volvamos a verla dentro de un año, con esa película o sin ella, muy cerca del lugar en el que nos es más familiar encontrarla: el escenario en el que se entregan los Oscar.

Hace un mes, en las mismas butacas centenarias sobre las que ahora posa para unas fotos el vasco Igor Yebra, Eleonora Cassano y Cecilia Figaredo alertaban: “Ya vas a ver lo guapo que es...”. De hecho, Cassano recordaba entonces una anécdota en un backstage de TV, en el que una curiosa Susana Giménez preguntaba quién era ese joven tan buen mozo. El caso es que el bailarín español está en Buenos Aires trabajando con el Ballet Argentino en lo que será el próximo estreno de la compañía, con dirección de Julio Bocca: Felicitas: amor, crimen y misterio. Y Yebra tendrá en esa pieza el rol masculino principal cuando, después de las funciones de mayo en el Opera porteño, la obra suba a escena durante 25 días en el teatro Gran Vía de Madrid. Allí será Enrique, un hombre que ofrecerá con insistencia su amor a la mujer más bella y adinerada de la ciudad Aires en 1800 (Cecilia Figaredo, la protagonista). “Así que ya lo ven: seré muy lindo, muy lindo, pero en la obra me rechazan”, se ríe él a propósito de tanto piropo recibido. Aunque en España y algunos países de Europa no haría falta explicar por qué Yebra se convirtió, más allá de sus glorias danzadas, en un personaje público, en estas latitudes es necesario revelar que el bailarín de 32 años es el ex marido de una cotizada cara de TVE. Anne Igartiburu, la conductora del popular ciclo Corazón de... y Mira quién baila (¡vaya paradoja!), se casó en 2004 con este joven cuando ya era toda una celebrity, una chica de tapa de revistas que mostraba el último grito de la moda o contaba todo sobre la adopción de una niña de la India. Pero a la romántica y glamorosa boda de aquel septiembre en una inaccesible ermita vizcaína le siguió sólo un año de amor y flashes. Después vino un divorcio igualmente mediático. De modo que el galán hispano se pasea hoy como desconocido en una ciudad que visitó por primera vez hace doce años, cuando apenas tenía 20 y Bocca lo invitaba a participar de un espectáculo con Maya Plisetskaya en el teatro Broadway. Hoy, en cambio, integra el proyecto Felicitas... y, en sus ratos libres, se pierde por las librerías de la calle Corrientes en busca de esas viejas ediciones de Aguilar que en sus pagos le saldrían unos cuantos euros más. “En este momento todo lo que quiero hacer es absorber como una esponja el máximo de información”, dirá luego en la platea del Maipo y develará parte del proceso de creación del espectáculo que prepara el mismo equipo de Adiós hermano

(Variedades)

Estómago ganó en Punta del Este La comedia brasileña del director Marcos Jorge Estómago obtuvo el premio al mejor film en el XI Festival Internacional de Cine de Punta del Este. João Miguel, el protagonista de la película, también ganó como mejor actor por su rol en la piel de un cocinero.

EFE

Marcos Jorge triunfó con su ópera prima

La historia del balserito cubano Pasado mañana se emitirá, a las 22.45, por Discovery Channel, un documental sobre Elián González, el único sobreviviente del naufragio que ocurrió luego de que la madre del pequeño intentara huir de la isla y emigrar a los Estados Unidos. El caso generó en 1999 una disputa judicial entre ambos gobiernos en torno a la custodia del niño, hasta que se produjo el rescate del niño en Miami, que fue luego devuelto a su padre en Cuba.

Audiciones para Scherzito La orquesta infanto-juvenil Scherzito, del Collegium Musicum de Buenos Aires, convoca a audiciones para ocupar sus filas de violín, viola, violonchelo y contrabajo. Se realizarán a partir de hoy y hasta marzo en dos niveles: infantil, de 6 a 14 años, y juvenil, de 15 a 22 años. Informes: [email protected] o al 4854-3668.

cruel y El hombre de la corbata roja (casi el mismo, porque hace días nomás se bajó del proyecto Lito Vitale, que fue reemplazado por Sergio Vainikoff). “Ana María [Stekelman] hace hincapié todo el tiempo en el personaje, aunque recién estamos montando los movimientos y los pasos. Ella insiste mucho en decirnos que no seamos bailarines clásicos, que rompamos esa rigidez, pero al mismo tiempo hay una realidad y es que somos bailarines clásicos, con lo que finalmente llegamos a un terreno que no es el de ella ni es el nuestro. Eso es lo bonito de este trabajo.” Igor Yebra se mueve cómodo en ese terreno. Justamente, cuando el productor Lino Patalano le hizo llegar la oferta y el libreto de esta historia sobre Felicitas Guerrero, el bailarín vasco se entusiasmó por dos cosas. “Hace mucho tiempo que no actúo

en Madrid y lo que más me gusta es poder contar historias. El personaje que me toca en esta obra se sale del estereotipo romántico y principesco que habitualmente me toca encarnar. Así que cuando se tiene la ocasión de interpretar un personaje que tiene más profundidad y mayor carga psicológica es una maravilla. Y yo apuesto a esto.”

Al revés Desde 1996, Igor Yebra desarrolló una carrera independiente que lo mantuvo de aquí para allá como primer bailarín invitado –sólo por citar algunos casos, con el Australian Ballet, el Ballet Nacional de Cuba, el Scottish Ballet y galas en todo el mundo–. La experiencia lo puso en la piel de los principales papeles del repertorio clásico, toda una novedad para un joven formado en la compa-

Constanza Bertolini

TEATRO

XXY, candidata al Ariel en México El film de Lucía Puenzo, XXY, reciente ganador del premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana, competirá en México por el premio Ariel, la máxima distinción que otorga al cine aquel país en la categoría mejor película hispanoamericana. Además, XXY se proyectará en abril próximo en los Estados Unidos, en exhibiciones programadas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y en el Walter Reade Theater de aquella ciudad.

FACUNDO BASAVILBASO

Yebra, en un alto de los ensayos en el Maipo

ñía madrileña de Víctor Ullate, en la que coincidió con otras figuras de su país como Tamara Rojo y Angel Corella. “Tenía 23 años cuando dejé el ballet de Ullate y sólo había hecho Giselle. La mía es una carrera bastante extraña, he hecho todo al revés –se ríe–. Así que la forma de adquirir el máximo de repertorio era estar como freelance. Es una opción muy arriesgada, porque no estás cubierto por nada y son todas exigencias. Pero a mí me motiva dar siempre el ciento por ciento, pensando que cada cosa que hago es la más importante, porque puede ser lo último”, comenta. Aun con estos vaivenes entre compañías, que le aportan al bailarín la riqueza de lenguaje que lo caracteriza, desde hace seis años el vasco tiene compromisos estables con el Ballet de la Opera de Burdeos (donde realiza todas las producciones de la temporada) y la Opera de Roma (con un contrato que lo contempla en, por lo menos, cuatro títulos al año). Además, es director de su propia escuela de baile en Bilbao. “En España no existe una compañía de ballet clásico, es una de las incongruencias que tenemos en nuestro país, de donde salen grandes talentos individuales. Pero más que una compañía hoy en día lo que nos faltan son buenas escuelas –opina y enumera el segundo disparador de su iniciativa docente–. Desde que me fui de Bilbao a Madrid tengo en mente abrir una escuela, para que los chicos no tengan que hacer como yo, que a los 14 años tuve que desarraigarme. Tenemos 120 alumnos. Y la verdad es que viene mucha gente, porque cuando uno tiene una carrera, un nombre...” –¿Seguís manteniendo una vida tan pública como cuando estabas casado con Anne Igartiburu? –Cuando pasás a ser un personaje público de esas características pasás a ser observado continuamente... a mí me gusta ser una persona anónima abajo del escenario. Fue difícil de llevar, y también por mis viajes, era imposible continuar con el matrimonio. –Pero semejante exposición te sirvió para ganar popularidad... –Exacto. No hay ni blanco ni negro, la vida es a copitos. Doy las gracias por estar en mi país y poder vender un teatro. Si a la gente no le importa la danza y va al espectáculo para ver a Igor Yebra, porque estuvo casado con tal persona, eso a mí no me afecta para nada. Pero una vez que están en el teatro, sí es mi responsabilidad acercarlos a mi mundo.

Un ensayo sobre el gran escenógrafo

Saulo Benavente, en el recuerdo La autora, Cora Roca, contó con el respaldo del Instituto Nacional del Teatro ¿Cuántos artistas del cine y el teatro en la Argentina están al borde del olvido, con sus nombres estampados en viejos programas de mano, sólo atesorados por fervientes coleccionistas o en los títulos de crédito de las películas que lamentablemente se ven cada vez menos por las pantallas de Volver y Space? Por suerte, algunos investigadores solitarios se ocupan más que nunca antes de rescatarlos. En estos días, el Instituto Nacional del Teatro presentó Saulo Benavente, ensayo biográfico, como parte de su Colección Homenaje al Teatro Argentino, en este caso de acuerdo con una investigación de Cora Roca, ya conocida por su libro Días de teatro, acerca de Hedy Crilla. Pero ¿quién fue Saulo Benavente? Para quienes conocen su obra y lo recuerdan, un brillante escenógrafo de teatro, ópera y cine, autor de medio millar de puestas y un centenar de vestuarios. En el prólogo, Carlos Gorostiza, acerca del personaje de esta historia, asegura: “No llegó a cumplir su sueño más o menos oculto de fundar un teatro personal. Pero es posible que se haya ido sabiendo –como hoy sabemos Cora y todos nosotros, sus amigos–, que él fue el fundador de una gran parte de la escena argentina”.

Una historia desconocida En las casi 500 páginas de su obra, profusamente ilustrada con fotos, provistas en su mayoría por María Saula Benavente, única hija del diseñador (que sigue postergando el estreno de El cajón, su ópera prima como realizadora cinematográfica), Roca despliega una historia rica en anécdotas, aportadas muchas de ellas por quienes lo conocieron, incluso los que siempre tuvieron en claro de qué manera fue perseguido en tiempos de la última dictadura militar, por su proximidad a sectores de la izquierda local. Así se escuchan las voces de Aníbal Di Salvo, Simón Feldman, Osval-

ARCHIVO

El artista, hace tres décadas

“Benavente fue el fundador de una gran parte de la escena argentina” (Carlos Gorostiza) do Bonet, Jorge Rivera López, Manuel Iedvabni, Francisco Javier y Agustín Alezzo, entre otros. Roca reconstruye con prosa ágil y con bastante humor la figura de este curioso personaje, cuya vida profesional comienza muy joven, a los 16 años (nació en 1916), cuando conoció a Cátulo Castillo en el teatro Boedo. Un año más tarde, comenzó su carrera como escenógrafo, tiempos en los que trabajó junto a Marcelo Lavalle y Antonio Cunill Cabanellas. Una década después inició sus apor-

tes al cine, más de cuarenta en total, entre los que se destacan los diseños para La maja de los cantares, de Benito Perojo; La muerte en las calles, de Leo Fleider, y Barrio gris, de Mario Soffici. En 1955 se incorporó a Canal 7. Su trayectoria incluye trabajos en ópera (La zapatera prodigiosa, de Juan José Castro, con régie de Cecilio Madanes, en 1968), arquitectura, decoración escenotécnica (a él se debió el diseño original de El Viejo Almacén, de Edmundo Rivero, en San Telmo, o el escenario del teatro de la Sociedad Hebraica) y mucha docencia, antes de su muerte, en 1982. Un final sin velorio en sala teatral oficial alguna, como la historiadora señala en su trabajo, porque ocurrió precisamente durante el Proceso militar que lo había cuestionado en más de una oportunidad. La autora relaciona en forma permanente al personaje y su carrera profesional con los hechos históricos de cada momento, que alterna y vincula, además, con su vida personal, en particular la relación con su hija, a través de anécdotas y cartas. Entre las anécdotas, en este caso relacionadas con su elección política, vinculada al comunismo soviético, figura una muy original, en la que la autora cuenta que durante el primer peronismo y frente al temor de ser perseguido por su militancia, él mismo diseñó y construyó en su casa un escondite al que se accedía girando una biblioteca y con posibilidad de supervivencia por un largo tiempo (similar al de Ana Frank durante la Segunda Guerra Mundial), que sólo volvió a pensar que podía serle de utilidad poco antes del golpe de 1976, cuando se enteró de que había sido incluido en las listas negras de la Triple A. Roca rescata, además, muy acertadamente, las palabras que en su homenaje escribieron Raúl Castagnino y Luis Ordaz.

Claudio D. Minghetti

Sergio Lobo, Andrea Jat y Ariana Caruso, en la pieza del primero

Una familia disfuncional, eje de una propuesta endeble En Orégano sólo se destacan algunos trabajos actorales Regular

★★

Orégano. Texto y dirección general: Sergio Lobo. Intérpretes: Andrea Jaet, Ariana Caruso, Emiliano Mazzeo, Sergio Lobo. Canción: “Infartando”, de Hugo Fernández Panconi. Director asistente: Gerardo Cardozo. En Liberarte (Corrientes 1555). Funciones: domingos, a las 20. Duración: 60 min.

Una nueva familia disfuncional se suma a la cartelera alternativa porteña. No es mucho lo que ella aporta, lamentablemente. Más bien amplía ciertas cuestiones que tienen que ver con las conductas de unos personajes que ya están sumamente perdidos dentro de su casa y, ni siquiera, encuentran respuestas a preguntas que se hacen. En Orégano, la hija quiere saber por qué tiene la misma edad que su padre; el hijo quiere independizarse, pero nunca encuentra espacio para hablar con su padre. La madre cambia continuamente de ropa, sin aparente motivo, y no se sabe bien qué rol ocupa; en tanto que el padre está en una silla de ruedas tratando de ordenar algo de lo que sucede allí

adentro, pero poco consigue. El texto de Sergio Lobo posee una estructura muy endeble. Da mucha libertad a sus personajes y estos parecen escapársele de las manos continuamente. Cada uno lleva una rutina aislada del resto, un discurso y un espacio propio de desarrollo y, pocas veces construyen alguna relación efectiva con los demás, como si anduvieran y actuaran solos por la vida. Por eso se suceden situaciones aisladas, sacadas como de una galera. Nada completa una situación ni la define; simplemente es algo que sucede porque quizás algo tiene que suceder. Orégano tiene algunas situaciones dramáticamente interesantes, pero sobre todo porque Ariana Caruso, en el rol de hija, y Sergio Lobo, el padre, demuestran buenas condiciones actorales y logran encontrar un registro para personajes que, cuando en algún momento comparten unos pocos diálogos, generan una atractiva teatralidad. Un espacio plagado de objetos innecesarios ayuda a que ese caos termine saturando la atención del espectador.

Carlos Pacheco