La mayor infraestructura pendiente: la institucional

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eDITORIALeS | CARTAS

| Domingo 12 De enero De 2014

Fundado por Bartolomé Mitre el 4 de enero de 1870 Número 1, Año 1 “la nacion será una tribuna de doctrina” Director: Bartolomé Mitre

La mayor infraestructura pendiente: la institucional Al cabo de diez años de ejercicio populista, no sólo hay que esperar una normalización de los mercados, sino un profundo saneamiento del Estado

S

e llama infraestructura al conjunto de servicios necesarios para que un país funcione correctamente. La Argentina presenta importantes carencias y fuertes deterioros, acentuados en la última década, en el desempeño de las cuatro principales áreas de infraestructura económica: transporte, energía, agua y telecomunicaciones. Para mejorarlas, tal como lo han señalado estudiosos y expertos, el país requiere proyectar las inversiones indispensables y las obras prioritarias en el corto y en el mediano plazo. De la dificultad para proveer bienes públicos infraestructurales hay ejemplos sobrados en estos días. Un golpe de calor dejó a una cantidad muy importante de gente sin servicios esenciales durante más de dos semanas. Los cortes de luz se extendieron a mansalva, sin la menor planificación, y las autoridades se mostraron completamente impotentes para lidiar con el problema. Las consecuencias de la insuficiencia de infraestructura se traducen muy rápidamente en un daño concreto hacia la población, en particular la más vulnerable, como ocurrió con los miles de ancianos y enfermos que quedaron atrapados en los pisos superiores de sus viviendas durante días. Esos problemas tienen un efecto directo y diario sobre la vida de la población. Para resolver esas cuestiones necesitamos técnicos especializados y no el primer funcionario que se le ocurra designar a la Presidenta por razones de lealtad, corriente política, apego personal o nepotismo. Ahora bien, cabe notar que, a los problemas de infraestructura física que padece el país, debe agregársele una carencia todavía más grave y urgente, que es la infraestructura institucional. Constituye un área que necesita de una atención colectiva prioritaria y que, en muchos sentidos, es todavía más importante que la anterior, ya que sólo la infraestructura institucional hace posible y sustentable un proyecto de vida comunitaria en la que imperan la ley y la justicia, virtudes cardinales de la democracia. En efecto, la infraestructura institucional, que se encuentra desde hace años gravemente dañada, en esta década ha sido directamente dinamitada. En la misma crisis energética se puso en evidencia este déficit. Los funcionarios denuncian a las empresas por las malas prestaciones, cuando deberían haber sido ellos, a través de organismos de control independientes y competentes, los encargados de evitar el colapso. Máxime teniendo en cuenta que el Estado tenía y tiene sus representantes en los directorios de esas compañías. Las estatizaciones de Aerolíneas Argentinas e YPF, por citar sólo dos ejemplos, se justificaron en incumplimientos empresariales que el Estado fue incapaz de detectar y corregir en el momento en que se estaban produciendo. Es difícil que un sector público que no sabe controlar sea capaz de gestionar. De modo que no sólo la infraestructura material ha comenzado a colapsar. También están deteriorados los tejidos administrativos que deberían garantizar su calidad. Es llamativo que en un país que registra una de las tasas de inflación más altas del planeta siga sin abrirse una discusión sobre la necesidad de contar con un Banco Central independiente. Lo mismo cabe esperar de otras instituciones públicas que deben gozar de autonomía y que el kirchnerismo ha convertido en parte de un aparato de dominación y persecución faccioso. La Comisión Nacional de Valores, la Unidad de Investigación Financiera, la Administración Federal de Ingresos Públicos, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia y la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual están entre esas agencias que demandan una terapia republicana. Sin embargo, frente a esta grave degradación de la infraestructura institucional hay otra todavía más importante. En los últimos años, el país asistió a un deterioro creciente de los dispositivos encargados de que se cumplan las grandes promesas de la Constitución Nacional y las leyes: el Poder Judicial y el Ministerio Público, encabezado por la Procuradoría General de la Nación. Ha sido menoscabada la separación de poderes y, en consecuencia, la ausencia de frenos y contrapesos necesarios entre ellos. En este sentido, para comenzar a recuperar la independencia de la Justicia deben derogarse leyes recientemente sancionadas, como la del Consejo de la Magistratura, la que limita la interposición de medidas cautelares ante decisiones arbitrarias del Estado y la de creación de nuevos tribunales de casación.

Es casi imposible que este Gobierno escuche la demanda institucional, ya que sería como pedirle a un experto en demoliciones que construya un edificio. Por esa razón, la comunidad debería exigir a todos los potenciales candidatos presidenciales en 2015 un compromiso firmado para la derogación de esas leyes que buscan someter a la Justicia al Poder Ejecutivo. A esa agenda deberían agregarse políticas públicas de transparencia y rendición de cuentas, segunda clave necesaria para una adecuada infraestructura institucional. Para ello, una de las principales medidas es el acceso irrestricto a la información pública. Sería saludable también un acuerdo en torno a otras cuestiones que no pueden demorarse si la Argentina quiere desarrollarse. Necesitamos una sociedad civil fuerte, que haga oír su voz y que sea escuchada en los períodos intermedios entre los actos eleccionarios. Requerimos mejorar la efectividad y la calidad regulatoria del Estado, que es hoy bajísima. Y, esencialmente, para que la infraestructura institucional exista, necesitamos mejores mecanismos de control de la corrupción, dado que ésta afecta en forma directa al desarrollo y los derechos de las personas. El robo de recursos públicos es completamente inaceptable y no puede seguir siendo naturalizado en una sociedad que se pretende civilizada. La agenda pendiente supone, entre otras cosas, el trabajo en la prevención, la revitalización de los organismos de control, que hoy están totalmente desarticulados, y la protección de testigos y denunciantes de actos de corrupción. Lo mismo cabe demandar respecto del sistema de seguridad, por cuyas carencias clama la sociedad entera en cada elección. La función policial ha sido menospreciada, fuerzas encargadas de tareas específicas, como la Gendarmería, se utilizan para combatir el delito corriente, y las Fuerzas Armadas comenzaron a ser empleadas para tareas de inteligencia y seguridad inte-

Ha sido menoscabada la separación de poderes y, en consecuencia, la ausencia de frenos y contrapesos necesarios entre ellos rior que están por completo al margen de la ley. Una atención especial requiere, como viene observando la Iglesia Católica, el combate contra el narcotráfico. La secretaría encargada de esta materia, la Sedronar, estuvo vacante durante meses. Cuando se subsanó esa falta, designando al frente de ella a un sacerdote especializado en la atención de adictos, se anunció que el organismo renunciaría a una de sus funciones principales, que es la lucha contra el tráfico de estupefacientes. En adelante, se dijo, la Sedronar se especializaría en programas asistenciales. Olvidó el Gobierno que un año antes esos programas habían sido derivados desde la misma Sedronar al Ministerio de Salud. De modo que hoy, desde el punto de vista reglamentario, el organismo que debería diseñar una política contra el narcotráfico tiene desdibujados sus objetivos y funciones. Las herramientas y la experiencia internacional están a la mano, pero hace falta la voluntad política de aplicarlas. Porque al cabo de diez años de ejercicio populista no sólo hay que esperar una normalización general de los mercados. También hace falta un saneamiento profundo del Estado. Un papel decisivo en la reconstrucción de las instituciones lo debería jugar una dirigencia empresarial que, salvo honrosas excepciones, ha optado la mayoría de las veces por el silencio cómplice frente a los recurrentes abusos de poder. Sería imperdonable para la Argentina perder dos años más hasta 2015, cuando se produzca el cambio de gobierno, para empezar a trabajar en pos de tener la infraestructura física e institucional necesaria. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner no debería condenar a la sociedad al lujo de esperar para crear las bases que necesita hacia el futuro. Y aunque es una quimera seguir pidiéndoselo a quien ha hecho todo lo posible por destruirla, a pesar de haber declarado, alguna vez, que deseaba que su país se pareciera a Alemania, la población no puede dejar de demandarlo, a los actuales gobernantes y a los que vienen, porque en ello se juega, inevitablemente, el futuro de todos los argentinos.

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Carta de la semana

Semejanza “Cuando advierta que para producir necesite obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare en que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosa-

La agonía del relato El relato kirchnerista sirvió para hacer creer lo que no era cierto y para ocultar hechos verdaderos, a mucha gente, durante bastante tiempo. Fue efectivo, hasta que dejó de serlo. En 2013 perdió credibilidad ante la difusión masiva de evidencias de corrupción e incremento de pobreza y la insoslayable crueldad de la inseguridad y la inflación. El atraso tarifario y cambiario, las falsedades del Indec, las reinauguraciones de obras inconclusas, la reiterada cadena nacional con obsecuentes apludidores y la apología de la cultura del subsidio en detrimento de la cultura del trabajo no fueron suficientes para ocultar lo inocultable. Millones de personas vieron por televisión escenas patéticas que no pudieron ser escondidas por un relato populista que agoniza: los inundados de La Plata subidos a los techos de sus casas pidiendo auxilio a botes que navegaban por sus calles; el enfrentamiento entre policías provinciales y la Gendarmería, mientras eran saqueadas con absoluta impunidad, casas y comercios de todo el país; vecinos de distintos barrios que cortan calles en protesta por falta de luz y agua; comerciantes que tiran comida en mal estado y discapacitados que bajan escaleras alumbrados por una vela fueron hechos reales –entre muchas otros– que pusieron en evidencia la imprevisión y la ineptitud de un gobierno que no conoce la autocrítica y practica la soberbia, la prepotencia y la intimidación. Ricardo E. Frías

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Presencia Durante mucho tiempo tuvimos que escuchar a la señora Presidenta hablar por cadena nacional sobre temas intrascendentes. Durante la gestión de los Kirchner pasaron tragedias como Cromagnon, los deslizamientos de cerros en Salta, la estación Once, Castelar y otros. La primera mandataria bailó en la Plaza de Mayo en los festejos del día de la democracia sin respetar ni mencionar las decenas de muertes por los saqueos. Ahora sucedió la tragedia de Villa Gesell y ni una palabra de consuelo a los familiares de las víctimas. No ver ni sentir la realidad es victimizarse y creer que lo de uno es supraterrenal. La muerte iguala ante Dios. Pensar lo contrario es soberbia. Nadie quiere discursos ampulosos, sólo simples palabras de presencia y conmiseración por los muertos y heridos.

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crificio, entonces podrá afirmar sin temor a equivocarse que su sociedad está condenada.” Este texto fue escrito por Ayn Rand en 1950, exiliada rusa en los Estados Unidos, filósofa y escritora, refiriéndose al régimen de Stalin, en particular, y a la Unión Soviética, en general. La semejanza es evidente.

Jorge Constantino Naveira

DNI 8.462.260

complican la vida a decenas de miles de ciudadanos. Durante las fiestas, amén de soportar vergonzosos cortes en el suministro de energía y de tolerar elevadísimas temperaturas, fuimos víctimas una vez más de una innumerable cantidad de piquetes de vecinos que lejos de dirigir sus quejas a los verdaderos responsables de su sufrimiento, manifestaron su ira y su malestar haciéndoles la vida aún más difícil al resto de sus conciudadanos. Hemos visto la indiferencia y la necedad del oficialismo cuando se habla de inflación, inseguridad, estadísticas, corrupción, justicia, libertad de prensa, etc., y hemos escuchado a la oposición referirse a estos temas a veces con tibieza, y a veces con impotencia, pero a ninguno de ellos los hemos escuchado tomar posición acerca de los piquetes, esa tendencia creciente que se vuelve cultura y golpea la productividad, sumándose a la impericia y soberbia gubernamental para hacernos más difícil la vida. En las presidenciales del año próximo sería bueno saber si estamos eligiendo algún partidario de la anarquía, dispuesto a tolerar los cortes indiscriminados, o si se trata de alguien con el valor y la pericia como para poner fin a este mal endémico.

Silvina M. Rodríguez

DNI 23.942.376

“Argirópolis” En los últimos días se habló de que la capital del país debería estar en alguna provincia del Noroeste. Se menciona como propulsor de la iniciativa de mudar la capital al gobierno de Alfonsín, cuando en realidad fue Sarmiento en su ensayo “Argirópolis” (1850) el gestor de la idea, situando la capital en la isla Martín García. De manera anónima, el sanjuanino propuso la capital en una isla –dentro de la tradición utópica– con el fin de superar los conflictos internos y externos de nuestro país, Paraguay y Uruguay. Editado por la imprenta de Julio Belin (mil ejemplares) aparece simultáneamente una traducción francesa. La obra constituye un gran aporte para la práctica y teoría constitucional, siendo estudiado por hombres de la talla de Alfredo Orgaz, Segundo Linares

En la Red Importación de tomates Facebook

Jorge Rubnicius

[email protected]

¡Cuidado! En ocasión de efectuar las compras habituales en un supermercado vi algunos productos con el cartelito: “Precio cuidado”. Repuesta de mi sorpresa inicial, entendí la genialidad del mensaje: “¡Cuidado! Precio” Liliana A. Cerana Pagani

DNI 1.726.727

Tomates Soy una joven estudiante argentina, esperanzada con el futuro de mi patria. Con sorpresa he visto las dos conferencias, una del señor jefe de Gabinete y otra del ministro de Economía, referidas al precio del tomate. Es lamentable que la planificación estratégica política a cargo de los señores funcionarios pase por un ingrediente de ensalada mixta. Sencillamente, vergonzoso. Agustina Ibarreche

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Basta de piquetes TELÉFONO DE ATENCIÓN AL LECTOR

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Cortes de energía, fallos judiciales, demanda de tierras o subsidios, reclamos salariales, cualquier excusa es buena para interrumpir el tránsito y martirizar a quienes transitan nuestras calles. Todo se dirime en el caos, la anarquía y el irrespeto a las leyes vigentes, bajo la protección de un gobierno permisivo y cómplice que observa inmóvil cómo 30 personas, muchas veces con pedidos insólitos,

“Hay que dejar de comprar hasta que bajen. Reemplazarlo con otra verdura, tenemos que aprender a defender nuestro bolsillo” Orlando Gioria

“El combustible está caro, los impuestos, fertilizantes, los intermediarios cobran demasiado y el IVA es altísimo, le conviene al gobierno que esté todo caro, recaudan más y fanfarronean además que la situación mejora” Miguel Assem

“¿Y si los importamos de España a bajo costo, a cambio de ofrecerles los rostros de los corruptos para ser blanco para la próxima “tomatina”? Antonio Papalia

Quintana, Natalio Botana, etcétera. En la introducción señala que “ningún sentimiento de hostilidad tienen estas páginas, que tiene por base el derecho escrito que resulta de los tratados, convenciones y pactos celebrados entre los gobiernos federales de la República”. No se adjudica ninguna originalidad en la propuesta de la isla-capital y hace referencia a la tradición institucional de Alberdi, Andrés Lamas, Félix Frías y… Facundo Quiroga. En el intento actual de erigir una nueva capital haría falta el conocimiento –y el altruismo– que manifiesta Sarmiento en una obra clave, indispensable para la reedificación del Estado nacional. Dr. Horacio Eduardo Ruiz

DNI 10.894.342

Hartos del fútbol En mi hogar el fútbol dejó de interesarnos. Nos hartó. No vemos los partidos por TV y nos resultan insoportables los excesivos tiempos que los noticieros le dedican tanto a figuras locales como a la exaltación de los argentinos que juegan en el exterior. Considero que el impuesto que quieren poner a quienes tenemos televisión por cable es un atropello y que éste no debe subsidiar a la televisión oficial. Como este impuestazo es una verdadera injusticia, reclamo mi derecho a reprobarlo y reclamo a quienes quieren imponerlo –así como al señor Grondona– mayor profesionalidad y transparencia, y que a la vez se controlen a los clubes y a los barrabravas que alimentan para que actúen con eficiencia y no dupliquen sus deudas. La voracidad no les permite modificar todo lo malo vinculado al deporte y les nubla la objetividad. Graciela Inés García

DNI 9.999.369

Tarjeta SUBE A cinco años de la creación del sistema SUBE, recién ahora se lo aplica como herramienta para subsidiar la demanda, en lugar de la oferta del transporte de pasajeros. Los beneficiarios de planes sociales y de la asignación por hijo, empleados domésticos, ex combatientes de Malvinas y jubilados serán los únicos que viajarán con las tarifas bajas de 2013. Son comunes las falencias de gestión del Ejecutivo, profuso en lo discursivo, pero escaso en acciones que cumplan con las cuatro “e”: eficacia, eficiencia, economía y equidad. El sistema SUBE debe aplicarse en todo el país y abarcar todos los medios de transporte público, pero sólo alcanza al tren y al colectivo en Buenos Aires y el conurbano. Los datos que almacena deberían servir para la toma de decisiones que mejoren el transporte, pero sólo es usado como un moderno mecanismo para el cálculo de los miles de millones de pesos que, para compensar tarifas bajas, se llevan las empresas de colectivos y ferroviarias. En tanto, todos los usuarios, con o sin subsidio, padecemos un servicio deficiente, colapsado y propenso a accidentes fatales. Gabriela Braidot

DNI 20.568.926

Gastos innecesarios Esta semana pasé nuevamente por el ex Monumento a Colón –detrás de la Casa Rosada– y me preguntaba: ¿cómo puede ser que por un capricho de nuestros gobernantes, los recursos económicos –siempre escasos– provenientes del pago de nuestros impuestos se puedan despilfarrar de esta manera? Una grúa enorme estuvo inactiva mientras se dirimían las discusiones sobre si allí se debía volver a colocar a Colón o rendir homenaje a Juana Azurduy. ¿Cuánto les costó a los argentinos? Necesitamos, como ciudadanos, ser más activos en el cuidado del uso de los recursos que vienen del pago de nuestros impuestos, y evitar que, “caprichos de gobernantes de turno”, desvíen fondos que se necesitan para atender otras prioridades más importantes para todos. Miguel Martín y Herrera

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