La Argentina informal

19 oct. 2014 - Puede pasar del arte medieval a la literatura del Renacimiento o al cine del siglo XX con naturalidad y una erudición pasmosa que, sin embar-.
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domingo 19 de octubre de 2014

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La Argentina informal

Legalidad e ilegalidad, dos mundos de fronteras difusas Los datos sobre empleo no registrado que divulgó la OIT son sólo una de las aristas de un fenómeno que atraviesa clases sociales, dinámicas laborales y circuitos comerciales: en nuestro país, una enorme porción de la actividad económica está en las sombras. Más allá de las dificultades tributarias, esto revela un modo de relación entre el Estado y la ciudadanía, se vincula con prácticas como el clientelismo e instala un crónico déficit de información a la hora de diseñar políticas públicas Diana Fernández Irusta LA NAcioN

“S

i fuéramos inquilinos, olvidate.” A Mariana se la escucha cansada. Al frente de una tintorería de barrio –el típico comercio montado familiarmente, que en su momento creció y contrató algún empleado–, es de las que no pueden, simplemente no pueden, pensar por fuera de los términos de la ley. Una rara avis en el país de la ambigüedad normativa. La carga impositiva sube, las ventas bajan, y Mariana, mujer de clase media, hija de comerciantes y empleadora con todos los papeles al día, se siente “un sobreviviente económico” que no sabe hasta cuándo le durará el oxígeno. A cuadras de su negocio, una vecina, peluquera monotributista, colgó los guantes

del juego legal: cerró su local, alquiló un PH y allí, puertas adentro, sin cartel y por fuera de la economía formal, sigue recibiendo a sus clientas. Metros más allá, vive un serigrafista, monotributista en regla que, también puertas adentro, tiene empleados a los que ni se le ocurrió declarar. Mariana y sus vecinos: un microcosmos de barrio que no necesita de talleres esclavos o miseria para participar en la lógica de la economía informal argentina. Ese universo donde los que hacen bien las cosas no suelen ser recompensados, donde las complicaciones burocráticas y la presión impositiva parecen “invitar” a salirse de la ley y donde –a medida que la lupa se amplía y la mirada se extiende hacia arriba y abajo de la escala social– prácticamente todos los argentinos terminan participando. Continúa en la página 4

martín balcala

El muNdO

El pERfIl

José Emilio Burucúa. “La percepción estereotipada del otro es casi genética de la especie humana”

Londres: paraíso de algunos, castigo para otros El impacto social de la crisis hizo caer a la ciudad en un ránking Página 5

REAlISmO TRágICO

La fábula de la liebre, el farol y la urna

ENTREVISTA CON

Los “ataques de pánico por declaraciones”, según Diego Sehinkman

Carlos Gonella, el “fiscal militante” de la causa K en la Justicia

Página 6

Página 6

El historiador del arte, que analizó las imágenes históricas de la violencia, cree que la novedad de las decapitaciones en video no está en su contenido, sino en su difusión inmediata y cercana

Astrid Pikielny PARA LA NAcioN

Puede pasar del arte medieval a la literatura del Renacimiento o al cine del siglo XX con naturalidad y una erudición pasmosa que, sin embargo, nunca abruma. Muy por el contrario: ilumina, desmitifica, convoca al asombro y pone en contexto histórico hechos que podrían parecer novedosos u originales. El historiador del arte José Emilio Burucúa, uno de los intelectuales más importantes de la Argentina, doctor en Filosofía y Letras y miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes, maneja con

sensibilidad, gracia y habitualidad un gigantesco archivo de imágenes. Desde hace unos años, Burucúa destina esfuerzos a investigar las representaciones de la masacre histórica y las formas mediante las cuales las personas han intentado explicarlas y contarlas, mediante textos, imágenes y otros medios. El resultado de esa pesquisa poco común es su último libro, Cómo sucedieron estas cosas. Representar masacres y genocidios (Katz), escrito en coautoría con el historiador Nicolás Kwiatowski. “Empezamos a trabajar juntos en la representación de lo que en primera instancia parece irrepresen-

table”, afirma Burucúa y sistematiza, a lo largo del libro, las fórmulas que fueron utilizadas para contar las masacres en la historia. “No es cierto que una imagen vale más que mil palabras. Siempre el despliegue más rico está en las palabras”, explica si se le pregunta qué ocurre cuando, como sucedió con el Holocausto y otros genocidios de magnitud inimaginable, las palabras parecen no alcanzar. Frente a los videos de las decapitaciones de Estado islámico (Ei), el historiador no duda en afirmar que esta representación del horror no significa una novedad histórica. Continúa en la página 3