“Hillary aprendió de sus errores”

hablar de George W. Bush, a quien considera peor que Nixon. “Su presidencia ha sido desastrosa para el país y el mundo –afirma–. Será recordada por su ...
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Domingo 22 de julio de 2007

LA ENTREVISTA

“Hillary aprendió de sus errores” Por Hugo Alconada Mon Famoso por su investigación sobre el caso Watergate y autor ahora de una exhaustiva biografía de la ex primera dama, el periodista Carl Bernstein opina que la precandidata demócrata cambió “180 grados” en un aspecto crucial en caso de llegar a la Casa Blanca: si en el pasado se mostró intransigente en la negociación política, dice, como senadora “se convirtió en una genuina tejedora de acuerdos” WASHINGTON illary Clinton es una mujer “muy complicada”, dice Carl Bernstein a LA NACION. Y si él lo dice, debe de serlo. El ya legendario socio de Bob Woodward en la investigación periodística del escándalo Watergate, aquél que terminó con la única renuncia de un presidente en la historia de este país, Richard Nixon, dedicó los últimos siete años de trabajo a tratar de comprender quién es Hillary. Aún hoy le cuesta definirla. “Es la mujer más famosa del mundo y sin embargo ella dice que es un misterio. Y mayormente lo es”, cuenta. A lo largo de cientos de páginas, la biografía A Woman in charge (Una mujer a cargo) revela rasgos íntimos de quien podría asumir como la primera presidenta de los Estados Unidos en enero de 2009. Y, claro, con un atractivo adicional: su marido, el ex presidente Bill Clinton, con el que forma, dice, algo especial, que funciona como “arena en la rueda en los malos tiempos y como el lubricante que mueve la maquinaria en los buenos”. El arribo a la Casa Blanca de Hillary podría coincidir con el de Cristina Fernández de Kirchner a la Rosada. Pero Bernstein le resta importancia. “Obviamente, las mujeres hablan a veces entre ellas de un modo distinto a como lo hacen con los hombres. Obviamente, también habría algo de identificación mutua por lo que tendrían en común, pero no creo que sea algo particular”, explica. Seco, por momentos brusco, sólo pareció distenderse al hablar de Woodward, con quien ganó un premio Pulitzer y al que incluyó en los agradecimientos. “Le di una de las primeras dos copias del libro. Usualmente así es como lo hacemos. Nos pasamos mutuamente nuestros libros, hablamos sobre ellos durante todo el proceso. Somos muy cercanos. Nos hablamos todas las semanas, una o un par de veces”. Muy distinta es su reacción al hablar de George W. Bush, a quien considera peor que Nixon. “Su presidencia ha sido desastrosa para el país y el mundo –afirma–. Será recordada por su arrogancia, sus desastres, su mendacidad, su incompetencia”. –¿Cómo definiría a Hillary? ¿Llegó a la verdadera Hillary? –Algo positivo de escribir una biografía es que uno se evita las simplificaciones, tener que resumir un personaje en unas pocas líneas, como en un diario. La biografía es mostrar a la persona en toda su complejidad y sus contradicciones, de un modo que sea la versión más cercana posible a la verdad, que de eso se trata el buen periodismo. Sé que no le estoy dando una respuesta muy satisfactoria, pero con este libro pienso que logré pintar, por primera vez, una imagen en contexto y balanceada de una mujer muy complicada que, hasta ahora, había quedado tapada por las visiones ofrecidas por sus acólitos o sus enemigos, más que por alguien que se pasó siete años hablando con quienes la conocieron bien a lo largo de su vida. –¿Se imaginó que le tomaría tantos años? –No. Comencé poco después del impeachment contra Bill Clinton, del que creo que la figura más interesante que emergió fue Hillary. Su prestigio fue realzado con respecto al propio presidente, la Corte Suprema, el Congreso, los republicanos, la prensa, todos los demás, que salieron depreciados. Poco después decidió competir por la senaduría de Nueva York, lo que hizo aún más atractiva su historia. Así que allí estaba la

Los Clinton y la religión

CARL BERNSTEIN

H

primera dama, que durante siete años debió pasar por una larga serie de investigaciones y humillaciones, y que después de todo eso se encuentra con su estatura y dignidad elevadas, y con una buena voluntad general que no había tenido antes. Es una gran historia y, en los dos o tres años que siguieron a su triunfo por la senaduría, comenzó a ser obvio que competiría por la presidencia, así que seguí avanzando con mi libro. –¿Cree que los EE.UU. están preparados, dispuestos para otros cuatro años de Bush-Clinton? –Es una muy buena pregunta. Si no logra obtener la nominación demócrata o la obtiene y luego pierde la elección, ése será un factor. Pero creo que lo será más para la nominación del partido que para la contienda general. Si los votantes van a reaccionar en contra de dos dinastías, será porque muchos dentro del Partido Demócrata votarán en su contra porque no querrán algo así. Es increíble que no podamos tener candidatos por fuera de estas dos familias, pero a la vez ella es una candidata atractiva en muchos niveles. –Déjeme darle una variación de esa pregunta: ¿Está EE.UU. listo para elegir a una presidenta? –Sí. Absolutamente. Sea o no Hillary Clinton, hay muchas figuras que están en condiciones de llegar en algún momento u otro por cualquiera de los dos partidos. ¿Y está ella lista para la Casa Blanca? ¿Aprendió de sus errores como primera dama? –No hay duda de que aprendió. La pregunta es si está dispuesta a aplicar las conclusiones y lecciones correctas de lo que aprendió. Ella cambió casi 180 grados en un punto muy relevante con respecto a la Casa Blanca: se convirtió en una genuina tejedora de acuerdos en el Senado, cuando antes no estaba dispuesta a hacerlo, hasta tal punto que le costó a su marido la reforma del sistema de salud, ni fue lo suficientemente abierta y sincera con la prensa, y afrontó varias dificultades por eso. Puede decirse que en el Senado adquirió un temperamento político que no tenía, aunque a los ojos de muchos demócratas abandonó para eso algunas de sus creencias básicas. –Como cuando votó a favor de la guerra en Irak…

El perfil EL CASO WATERGATE Nació el 14 de febrero de 1944, en el seno de una familia judía norteamericana. Siendo periodista del Washington Post, se hizo célebre, junto con Bob Woodward, por su investigación sobre el caso Watergate, que condujo a la renuncia de Richard Nixon.

MEDIOS Y LIBROS En 1976 renunció al Washington Post y trabajó luego para la cadena ABC News y Time. En la actualidad es editor de Vanity Fair. Es, además, autor de varios libros periodísticos, entre ellos Todos los hombres del presidente.

Hillary en campaña FOTOS: CORBIS Y AFP

–Eso ha vuelto a acecharla repetidas veces. Pero creo que a lo largo de su campaña veremos cada vez más lo que llaman la “triangulación” de su ideario político, y que en la Casa Blanca mostrará un fuerte interés por sellar acuerdos, pero defendiendo fuertemente sus creencias. –Ella le dijo que aceptaría que la entrevistara para este libro, pero luego desistió. ¿Por qué? –Su equipo de campaña dijo que no quería favorecer un libro en detrimento del otro (en alusión a A su manera: esperanzas y ambiciones de Hillary Rodhman Clinton, de dos periodistas de The New York Times, Jeff Gerth y Don Van Natta). Encuentro esa excusa poco sincera. Creo que fue algo tonto de parte de su equipo. –¿Es sólo mal asesoramiento de algunos colaboradores? O... –(Interrumpe) Ella es alguien que históricamente ha sido hostil con la prensa, sin importar quién sea. –Esa era mi pregunta. ¿Cómo vislumbra su relación con la prensa si triunfa? –Hasta ahora, en la campaña, ha tratado de mantener una doble dinámica. Corteja a la prensa y se muestra más abierta, pero al mismo tiempo no veo ningún signo de apertura real, como ocurrió con mi pedido de entrevista para el libro. Hubiera sido más inteligente que los Clinton concluyeran que la gente lo leerá, que aunque no estén de acuerdo con todo, lo que escribí muestra una imagen completa y contextualizada de ella. –¿Por qué tanta cerrazón ante la prensa? –Porque prefiere ser vista según la imagen que ella quiere proyectar. Y esa imagen es bastante diferente de la

que ofrecen aquellos que la rodean o rodearon a lo largo de su vida. Nuestra autopercepción siempre está algo distorsionada, pero en su caso lo está mucho más de lo normal. –La Argentina también podría elegir a una mujer que, al igual que Hillary, es senadora y primera dama. ¿Podría eso generar una sintonía entre ellas o sería algo meramente anecdótico? –No lo sé. Obviamente las mujeres hablan a veces entre ellas de un modo distinto a como lo hacen con los hombres. Obviamente, también, habrá algo de identificación mutua por lo que tendrían en común, pero no creo que sea algo particular. –¿Qué rol, prevé, tendría Bill Clinton? –Creo que sería su asesor más importante, su emisario para el mundo y, en ciertos casos y de manera más efectiva que durante su gobierno, sería una suerte de co-presidencia. Sería el eje constante de su gestión, como ella lo fue en su mandato. –En su libro dice que ambos son para el otro como “arena en la rueda en los malos tiempos y el lubricante que mueve la maquinaria en los buenos”. ¿Imagina más de esto? –Sí. Pero creo ahora estamos ante una relación diferente. Por eso creo que el título de mi libro es particularmente apropiado. Ella es la que está a cargo ahora. Ella está ahora al frente. Es una dinámica distinta. –¿Qué podría intentar en las relaciones de los Estados Unidos con el resto del mundo? –Restaurar la confianza en EE.UU., asegurándole que iremos en otra dirección que la dispuesta por la admi-

nistración Bush, y creo que buscará una forma de desengancharse de la guerra en Irak. –Otra vez, ¿quién es Hillary? –Hillary es la mujer más famosa del mundo y sin embargo ella dice que es un misterio. Y mayormente lo es, porque ella eligió serlo y ha sido muy cerrada y controladora de su propia imagen. Hasta en su autografía ha sido menos que sincera. Y lo relevante en todo esto es que el mundo, y en especial los norteamericanos, deben saber quién es y, por tanto, si están dispuestos a votarla. –Hablando de usted, ¿tiene ya algún otro proyecto en mente? –No, no todavía. Aún estoy tratando de determinar cuál será. –¿No le atrae volver al periodismo? –No al periodismo diario. Amo escribir libros. Y además hago comentarios en televisión y soy editor en la revista Vanity Fair. –En abril de 2006 usted escribió para esa revista un artículo sobre la viabilidad de abrir un proceso de impeachment contra Bush. ¿No le atrae investigarlo? –No, otros deben hacerlo. En algún momento, otros periodistas volverán a investigarlo y escribirán sobre su presidencia, de principio a fin. No es algo que yo quiera hacer, pero espero que alguien lo haga y lo haga realmente bien porque ha sido desastrosa para el país y el mundo. –En ese artículo concluyó que en ciertos aspectos Bush es peor que Nixon, al que usted y Woodward investigaron por Watergate… –Sí. Pienso que eso es verdad. Nixon tuvo algunos logros, como la apertura hacia China, que lo fue realmente. Pero no creo que tengamos un logro mediano o menor que sea recordado de esta presidencia. Será recordada por su arrogancia, sus desastres, su mendacidad, su incompetencia. © LA NACION

En sus primeros meses en la Casa Blanca, tanto Bill como Hillary se enfrentaron con una desagradable realidad: al contrario de lo que esperaban, no podrían comandar fácilmente la Capital de la manera en que habían dominado la política de un pequeño estado sureño. Bill maduró políticamente durante sus ocho años como presidente, aprendiendo a lograr muchos de sus objetivos paso a paso, enfrentando la fuerte oposición republicana. Pero en términos de su carácter no cambió en nada de lo esencial: ambicioso, narcisista, encantador, brillante, pícaro, indisciplinado, increíblemente capaz y proclive a causar desilusiones en el plano personal. El motor de la evolución de Hillary y su enorme capacidad para el cambio parecía sólidamente instalado bajo la capota de sus convicciones religiosas, un conjunto de creencias que para algunos bordea una autopercepción casi mesiánica, para otros aparece como la convicción de que tiene licencia para hacer lo que le plazca en el nombre de Dios y para otros es una espiritualidad que se expresa en sus nociones de amor, preocupación por los demás y vocación de servicio. Desde mitad del siglo, con la excepción de los años de Carter, la Casa Blanca fue en gran medida el dominio espiritual de predicadores del establishment, clérigos y evangelistas tales como el reverendo Norman Vincent Peale, Francis Cardinal Spellman y el doctor Billy Graham. Sus eminentes presencias habían dado su imprimátur de aprobación en representación de los cristianos blancos a las obras de demócratas y republicanos por igual. En cambio, la Casa Blanca de los Clinton se convirtió, desde los primeros días de su administración, en un faro que atrajo a una procesión de gentes menos exaltadas, incluyendo reverendos y rabinos, teólogos y gurúes, espiritualistas del New Age y sabios, desde los serios hasta los pasibles de ser acusados de charlatanes. Eventualmente, el rol de Graham, de asesor espiritual de hecho del presidente, sería heredado por el reverendo Jesse Jackson, una compañía cómoda y –especialmente durante el affaire Lewinsky– una presencia política útil, cuyos propios pecados de la carne eran de una naturaleza bastante familiar para la primera pareja. Parte de la nueva dinámica religiosa de la Casa Blanca de los Clinton consistió en la apertura a nuevas ideas y sendas espirituales, trazadas desde las décadas de 1960 y 1970, en particular las derivadas de movimientos inspirados por el reverendo Martin Luther King Jr. y la iglesia negra, y las pseudociencias psico-espirituales derivadas de la filosofía de los doce pasos y las teorías de la codependencia. Pero mayormente el cambio era atribuible al hecho simple de que Bill y Hillary eran ambos genuinamente religiosos. _______________________ Fragmento del libro A Woman in charge, de Carl Bernstein. Traducción de Gabriel Zadunaisky

Semana 29 de 2007 Por Esteban Peicovich No ver para creer. Proyectan poner la realidad del revés. Superbochos de elite ultiman la nueva solución social del hombre: hacerlo invisible. Vade retro humanidad. Fuera de nos los otros. Dieron con la fórmula y vaya lo que abrieron. Pitágoras a la olla. Newton palo y a la bolsa. Einstein al parvulario. El imaginario de Occidente dado vuelta como media. Y el corazón a callar: ciudadano que no veo, ciudadano que me importa. Escapada que se les fue de las manos la política, probarán con la física. Pero “a lo bestia”. Smith/Marx ya fueron. ONU acabó en multirracial lugar de copas. Salvo que despierte algún dios piola, nada se les opone. Se tomarán su tiempo y pasarán la topadora. Se hará “a lo bestia”. No con Bomba: con Sombra. Estaremos mirando el pajarito de la tevé y flash, al otro lado. La técnica ya está. Plata sobra. Malas

ideas también. Virarán al mundo entero al negativo, chau problema. Todo lo que les incordia quedará confinado en un dedal. Clic y a otra cosa. Sólo dejarán un cono de luz sobre un paraíso terrestre donde hospedar al millón de sultanes de Brunei de esta ONG de órdago. En eso están. Ahora, alistan aparatos y hacen el casting del Millón. Estos días se los ve exultantes. El metamaterial que desvía radiación alrededor de un espacio esférico resultó. Logró que un objeto puesto en la esfera se hiciera invisible. Y ya hay un submarino que no se ve, “La capa para invisibilizar ya está”. Tres científicos top, Guenneau (Liverpool University), Zolla y Nicolet (Marsella) aclaran que personas y animales tardan más por ser variables y flexibles. Hoy por hoy la Capa sólo los “ahueca” si se mantienen quietos. Guay con lo que se viene. Ya se sabe, el multiuso.

Suegra ácida, “a la esfera, no la quiero ver más”. Lo mismo con excluidos, inmigrantes, sidosos, etc. Como hoy, pero con manos limpias. El Millón verá solo lo que quiere. Por ejemplo, tendidos en hamaca paraguaya, arribar un iceberg con hielito para gloria del whisky y el champán. Ellos no creen en Serrat: consiguieron el remedio de la verdad. Ni culpen a los 800 mil millones que se fueron. Ni a los 6.300 millones en capilla. Sí, es una bola relativa. Pero con moverse un poco ya está. Semana de Féminas de Oro. Una: en teatrón de La Plata (tacón aguja, dedo en ristre, boca de fresa y baños de leche de camello y pepino en París), la reina consorte Cristina F., atendida como Cleopatra y con Marco Antonio haciendo riguroso mutis en primera fila de tribunos. Así presentó al país su candidatura y los tres ejes que de lo que lla-

ma “Cambio en el cambio”. A lo que habrá que decir “bravo” si se trata de cortarla con el “más de lo mismo”. Segundo, superar la “cultura del fracaso” que nos roe. “Bravo” bis (¿incluyendo los del gobierno 2003-2007?) y no andar yendo por la historia como turco en la neblina de la historia. Lo cual tuvo un tufillo de testas coronadas en puerta. ¿De triunfar Cristina F. se viene la Monarquía Marital?. Sobre el rey que abdicó sólo dijo “Espero que la gente no lo extrañe demsiado”. Dos: en megabolichón para 700 personas, rubia pequeña (pero linda), Lilita C. homenajeó con su gente a la fueguina y ya histórica Fabiana Ríos. Carrió descubrió cofre de proyectos que llevará a la Rosada (si se la gana). Arenga sin gramo de retórica y toneladas de realismo para recuperar (entre todos) el país. Hasta Pancarta Juventud Justicialista de apoyo hubo. Hábil

tiempista, Carrió no juega a los dados. Sí, al “buraco”. Palabra con clave. Como las que se leían en los hígados de las ánades. The Pituto Herald: 1) “La televisión es el supositorio del mundo” (Will Self); 2) Hay gente tan mal hablada que plagiando a Clinton anda diciendo “Es la monarquía, estúpido”; 3) Felipe Solá elevó de 400.000 a 1.000.00 de pesos la recompensa por el testigo López desaparecido hace 10 meses; 4) Hay un único “fondo de la cuestión” y lo muestra con letras catástrofe este afiche de los empleados del Indec: “Peligra la salud pública. La cerveza es más barata que la leche”. (Dato posta: El jueves del viaje justo le tocó estar a Groucho en la puerta del Paraíso. “¿Argentino y haces humor? ¡Sólo un genio puede hacer eso! Negroouuu, yo te quiero en mi mesa.”) www.palabristas.com.ar