Gran entrevistador en envase chico

partes, Europa Europa presentará la versión completa y restaurada de esta épica pro- ducción que hizo Bertolucci en 1976. Una interesante manera de recorrer ...
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ESPECTACULOS

I

Domingo 18 de septiembre de 2011

Lo que viene ENTRELINEAS

!!

POR PABLO SIRVÉN

SEMANA DEL 18 / 11 AL 24 / 11 RECOMENDACION DE LO MAS RELEVANTE A CARGO DE LOS EDITORES Y REDACTORES DE LA SECCION

Gran entrevistador en envase chico Jorge Guinzburg fusionó el periodismo con lo cómico y sabía preguntar como nadie

TELEVISION

MAS ALLA DE LA IDEOLOGIA POR RICARDO MARIN

Con cinco o, tal vez, seis Jorge Guinzburg bien repartidos a lo largo de los 60 años que la TV argentina cumplirá dentro de un mes, otra hubiese sido su historia, signada por contadas grandes figuras aferradas a un solo éxito –se llamen Pepe Biondi, Mirtha Legrand, Susana Giménez o Marcelo Tinelli–, en medio de un océano de figuras secundarias y una tonela-

da de programas para el olvido. Jorge Guinzburg, en cambio, fue un Nº 1 que asombrosamente nunca temió correr permanentes riesgos al saltar periódicamente de un formato a otro, ya que la curiosidad y el espíritu emprendedor fueron para él un impulso más poderoso que el mantenimiento seguro de su justa consagración. Por eso hizo de todo y en todos los soportes posibles –radio, TV, diario, revista, historieta, teatro y publicidad, en roles sucesivos o superpuestos de creativo, conductor, actor, libretista y productor–, aunque su obra cumbre fue haber logrado entrecruzar el humor y el periodismo. Guinzburg murió el 12 de marzo de 2008, al día siguiente de comenzar el conflicto entre el Gobierno y el campo que, tras los primeros reveses –el voto “no positivo” de Cobos y el negativo resultado electoral de 2009– retempló al kirchnerismo para iniciar su cruzada contra “las corporaciones” y “los medios hegemónicos”.

“El humor –le decía Guinzburg a la revista La Maga, el 22 de abril de 1992– es contestatario siempre. Nunca causó gracia un humor oficialista. El verdadero humor siempre es crítico, y la crítica hace pensar. Y al pensar, uno puede modificar cosas.” Peor es nada derramó sin miedo

➾ EL HUMOR –DECIA– ES CONTESTATARIO. NUNCA CAUSO GRACIA UN HUMOR OFICIALISTA ➵

cáustico humor sobre el entonces gobernante menemismo. Hacer algo similar hoy en día le habría granjeado no pocas acusaciones de parte de las activas usinas del poder que hasta se mete con la venerable memoria de Tato Bores, de quien Guinzburg supo ser libretista en 1973, con Carlos Abrevaya (juntos escribieron la historieta Diógenes y el Linyera, que comenzó a publicarse en plena dictadura militar; tal vez Florencio Randazzo quiera husmear si aquellos chistes fueron suficientemente atrevidos con los uniformados). 

Ojitos vivaces, simpatía y el remate justo en la punta de la lengua ARCHIVO

Su metro sesenta, el bigotazo a lo Mario Bros, sus ojitos vivaces, su increíble chispa para hacer brillar cualquier reportaje fue otra veta que Guinzburg por fortuna supo explotar generosamente a lo largo de varios ciclos. Más salvaje y sin anestesia con la pregunta “para romper el cubito” de La noticia rebelde, más elegante y diplomático en la entrevista de Peor es nada (pero con la pregunta final de “cómo fue tu primera vez”) hasta la tertulia amable, lúdica y zumbona de La Biblia y el calefón, programa que inauguró en 1997 y con el que clausuró su brillante y ecléctica carrera pocas semanas

antes de morir, Guinzburg abordó el reportaje como nadie en otros programas como Penúltimo momento y Trapitos al sol (ambos, por Canal 2), Ilustres y desconocidos (TN) y Mañanas informales (Canal 13), sin olvidar sus “reportajes atrevidos” en la revista Viva, de Clarín (¿lo habrían denostado ahora por trabajar para los “medios hegemónicos”?) y en varios programas de radio por los que pasó (En ayunas, El ventilador, Vitamina G, etc.). Lo cierto es que la graciosa ferocidad de sus entrevistas en La noticia rebelde (en 1986/87, gobierno de Raúl Alfonsín, en una pantalla oficial por entonces no tan sesgada hacia el poder político de ese momento) hoy no sería bien vista. Cuando la farandulización avanzó a caballo del menemismo, se esterilizó la política y ciertos códigos de convivencia democrática se perdieron. La TV comenzó a descender desde entonces hasta el séptimo subsuelo de la ramplonería y los magazines ligeros se llenaron de conductores y movileros improvisados saliéndoles al paso a figuras con preguntas insolentes y bobas. En ese contexto, Guinzburg depuró aún más su estilo y se convirtió en el anfitrión deseado, agudo, ocurrente, con miradas cómplices a la cámara. El gran manejador de los puntos suspensivos consiguió así confidencias inesperadas sin necesidad de cartonear en los desperdicios íntimos de nadie. Sebastián Wainraich es petiso y judío como Guinzburg, y también juguetea en los bordes de la audacia sin volcar. Inevitablemente será comparado con su predecesor, pero lejos de imitarlo, tendrá que encontrar su propio camino. Si tan sólo logra que la “fragancia Guinzburg” permanezca y él, a su vez, logra sumarle aderezos propios y compatibles, al cabo de un tiempo habrá neutralizado el hechizo de la comparación. Como dice Machado, y canta Serrat, tendrá que hacer camino al andar.

[email protected] En twitter: @psirven

’ Cuando Bernardo Bertolucci filmó Novecento, no se puede soslayar su pertenencia a las filas del marxismo y su intención de homenajear la historia del Partido Comunista italiano. Sin embargo, su mano de director enorme, el elenco multiestelar que encabezan unos por entonces jovencísimos Robert De Niro y Gerard Depardieu, el argumento, la fotografía de Vittorio Storaro, el trabajo de ambientación y la banda sonora de Ennio Morricone, ponen a esa obra en un escalón superior de la historia del cine. En su presentación para las salas cinematográficas, la película tuvo siempre un problema: la duración que supera las cinco horas. La televisión viene entonces ahora a prestar su ámbito para superar este escollo. En formato de miniserie en dos partes, Europa Europa presentará la versión completa y restaurada de esta épica producción que hizo Bertolucci en 1976. Una interesante manera de recorrer las cinco primeras décadas de la Italia del siglo XX y una crónica del devenir histórico de las ideologías en la Europa en ese siglo, presentadas en un envase de lujo. Hoy, a las 22 (primera parte) y domingo 25, a las 22 (segunda parte), por Europa Europa.

CLASICA

OTRO WAGNER PARA LA TEMPORADA POR MAURO APICELLA

’ Este año se aprecia una interesante presencia wagneriana en la temporada lírica argentina, a pesar de la complejidad que tiene, en algunos casos, representar sus obras. Excede a los títulos habituales, como podrían ser algunos de los cuatro de la tetralogía. El último mes el Argentino de La Plata ofreció una versión de Tristán e Isolda, ópera de largo aliento, nada fácil de representar, con una producción nacional. El trabajo resultó todo un éxito y fue elogiado por la crítica y el público. Ahora es el turno de Lohengrin, con música y libreto de Wagner, que subirá a las tablas del Teatro Colón. La versión contará con la orquesta y el coro estables del teatro, la dirección musical de Ira Levin, la dirección de escena, de escenografía e iluminación de Roberto Oswald, y el vestuario de Aníbal Lápiz. El protagónico será compartido por John Horton Murray y Richard Crawley. También participarán

De Niro en Novecento como parte del elenco Ann Petersen y James Johnson. El martes y el viernes, a las 20, en el Teatro Colón, Libertad 621.

MUSICA

CON NOSOTROS, MARIANNE FAITHFULL POR SEBASTIAN ESPOSITO

’ Baronesa, musa inspiradora de los Rolling Stones, descubierta por el primer manager de sus Majestades Satánicas, Andrew Loog Oldham, quien le hizo grabar su primer éxito, As Tears Go By, y verdadera sobreviviente de los años 60, Marianne llega con sus canciones sin tiempo junto al guitarrista Marc Ribot, recordado por su colaboraciones con Tom Waits y por su trabajo al frente del grupo de latin jazz Los Cubanos Postizos. El jueves, a las 21, en el teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125. Entradas desde 120 pesos. www.ticketek.com.ar.

Marianne Faithfull EFE