Fracaso escolar - Somaten

javier MORENO OLIVER. Hemos empezado un nuevo curso escolar y, para algunos padres, un nuevo calvario centrado en el rendimiento escolar de sus hijos.
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EL VALLÈS DEL S. XXI

El fracaso escolar y sus soluciones

A finales de junio familiares y amigos suelen realizar la pregunta estrella: “¿Cómo le ha ido el curso a tu hijo?”. Mientras unos padres alardean de las notas cuantificando los notables, sobresalientes y matrículas, otros, impotentes y avergonzados, responden: “Mal”. Acto seguido lo justifican con un tópico: “Es que mi hijo no sirve para estudiar”. Muchas veces estos padres desconocen que el fracaso escolar tiene solución. Siempre.

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Mi hijo no sirve para estudiar Hemos empezado un nuevo curso escolar y, para algunos padres, un nuevo calvario centrado en el rendimiento escolar de sus hijos. Cada trimestre, cuando les llegan las calificaciones, al contabilizar los suspensos, los ánimos se desvanecen; surge el desespero y la frustración que habitualmente acaba en bronca y castigos; aparece la sombra de la repetición y la incógnita de qué será mi hijo el día de mañana.

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javier MORENO OLIVER

NO ME GUSTA ESTUDIAR El fracaso escolar tiene causas y precisamente no son los tópicos decimonónicos de la vaguería o del “no le gusta estudiar”, entre otras retahílas. Nadie desea ni busca el fracaso; el éxito es lo que valora nuestra cultura y los alumnos en las aulas también. Pero para alcanzar el éxito hay que saber o poder llegar a él, y en ocasiones la biología puede bloquear el camino de estos alumnos, no dejándoles avanzar; por más que lo intenten a su manera, sólo recogerán fracaso. No entienden qué les sucede y, ante la impotencia y el desespero, es cuando les aparece el mecanismo de defensa que les induce a no repetir más aquello que les produce dolor emocional. Pero necesitan una explicación lógica para justificar ante los demás su acción futura, que será colgar los libros. El “no me gusta estudiar”, en muchas ocasiones, es una buena justificación. Entrar en este angustiante círculo vicioso determinará el fracaso escolar y sus consecuencias de futuro laboral, social y, en definitiva, personal de quienes no hayan podido salir del mismo. Esforzarse a estudiar para suspender, una y otra vez, acompañado siempre del

comentario sancionador del entorno escolar y familiar, no alienta a seguir estudiando. No es cierta la consabida afirmación de que el esfuerzo por el estudio es la garantía absoluta del éxito escolar si dicho trabajo se ve entorpecido por una alteración de la memoria de trabajo, un déficit de atención, una dislexia o una discalculia, entre muchos otros trastornos del aprendizaje. Las causas del fracaso escolar tienen base científica. La neuropsicología es uno de los puntos de partida para explicar y entender la gran mayoría de los problemas de aprendizaje así como de su tratamiento, bien sea médico o psicopedagógico. VALE MÁS PREVENIR QUE CURAR El origen del fracaso escolar no siempre son las disfunciones o las patologías; en muchas ocasiones, su causa se centra en lo que podríamos llamar un efecto dominó de diferentes aspectos que se retroalimentan entre ellos hasta provocar una verdadero hándicap del aprendizaje. Cuando fallan las estrategias de estudios, los hábitos de trabajo y de salud el rendimiento académico se resiente. El estudio requiere dominar diferentes técnicas. Si por

motivos diversos dichos procesos no se han adquirido, a medida que la tarea escolar sea cada vez más exigente, su abordaje se hará cada vez más complejo. El hecho de leer un texto y saber extraer la idea principal y secundaria del mismo, saber subrayarlo o hacer un resumen de un contenido verbal o escrito, entre otras estrategias de estudio, serán claves para que fluya el aprendizaje. Referente a los hábitos escolares, anotar sistemáticamente los deberes en la agenda escolar, realizar cada día dichas actividades, mantener una franja horaria diaria de estudio y trabajo, preparar con antelación la mochila con los libros y otros materiales necesarios para las clases del próximo día, constituirán elementos eficaces para el buen funcionamiento académico. Preguntar al profesor aquello que no se entiende o, de forma compensatoria, contar con ayuda en casa para las dudas con los deberes, será un elemento clave para que no se produzca retraso escolar y se puedan entender los nuevos contenidos. Una lectura diaria de la materia trabajada en clase optimizará los aprendizajes adquiridos en el aula. La dieta y el descanso adecuado también tienen un importante papel en la tarea escolar. El esfuerzo mental requiere fundamentalmen-

te dos nutrientes: el oxígeno y la glucosa. Esto nos indica que los alumnos deben llegar al centro educativo por la mañana habiendo realizado una ingesta previa de alimentos ricos en azúcares; no es suficiente un simple vaso de leche. El metabolismo de la glucosa dura como mucho unas dos horas, lo que hace necesario, a la hora del patio, comer de nuevo, siempre acompañado el alimento con una bebida a efectos de hidratación. La tarea escolar genera fatiga y, si no se realiza el adecuado descanso, dicha fatiga se acumula provocando que baje el rendimiento general, y también el escolar. Las actividades extraescolares son un buen complemento educativo, pero no hay que abusar de ellas especialmente de lunes a viernes. Los fines de semana son una buena alternativa para las mismas. Es importante priorizar los tiempos de estudio diario en casa y el tiempo de descanso, que, en alumnos de enseñanza obligatoria, no debe ser inferior a nueve horas de sueño. Como dice el saber popular: “El ojo del amo engorda el caballo”; así que, en todo lo expuesto, la implicación de los padres es crucial. Da igual la edad de los hijos; son menores y los padres son sus custodios. Diariamente hay que supervisar y evaluar estos

hábitos de trabajo y de salud. No se trata de que los padres les hagan sus tareas escolares, pero sí que controlen si las han realizado. Hay que conseguir que cada día los hijos sean más autónomos en sus obligaciones académicas, pero la supervisión debe estar presente para evitar sorpresas inesperadas. Otro elemento clave en la misma línea es la implicación de los padres con los centros educativos de sus hijos. Las tutorías deben ser siempre funcionales, centradas en buscar la optimización de los resultados académicos de los mismos, mediante el trabajo conjunto entre escuela y padres. LAS DISFUNCIONES DE APRENDIZAJE MÁS COMUNES Cuando las dificultades de aprendizaje empiezan a despuntar no hay que esperar o buscar explicaciones no fundamentadas para justificarlas. Será vital diagnosticar la causa que provoca el bajo rendimiento escolar. Tanto la diagnosis como el tratamiento siempre deben estar realizados por profesionales especialistas. Pero, ¿por dónde debemos empezar? Es recomendable comprobar que las vías de aprendizaje funcionan adecuadamente. Las más importantes son la visión y la audición. Existen disfunciones sutiles de la visión y de la audición que pasan desapercibidas porque no afectan a la vida cotidiana, pero sí dificultan el aprendizaje. Un ejemplo lo tenemos en las hipoacusias leves o en las alteraciones de la motilidad ocular, disfunción que muchas no se detectan en las exploraciones de la visión refractiva para la prescripción de vs21 · octuBRE, 2013 | 31

¿Cómo prevenir el fracaso escolar? Garantice que sus hijos tengan adquiridas las técnicas de estudio correspondiente a su etapa educativa. Consolide y supervise los hábitos de estudios de sus hijos que les permitan atender adecuadamente sus labores escolares. Procure una alimentación y un descanso adecuado de sus hijos. Genere un buen vínculo con el centro escolar de sus hijos a través de las tutorías y planifique un trabajo conjunto para optimizar su rendimiento escolar. Evite que sus hijos tengan retraso escolar. Si es necesario compense los aprendizaje con soportes de aprendizaje extraescolar. A los primeros indicios de bajo rendimiento escolar de sus hijos, ponga el caso en manos de un especialista para que diagnostique la causa que lo provoca y puedan seguir el tratamiento necesario. Mantenga una buena autoestima general así como un buen equilibrio emocional de sus hijos. Si es necesario pida ayuda a los profesionales de la red pública o privada de salud mental. El trabajo intelectual requiere bienestar emocional. 32 | vs21 · octuBRE, 2013

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gafas. En este caso, el problema no está centrado en el globo ocular, sino en la musculatura que lo mueve. Se trata de una disfunción que, entre otros problemas, genera una fuerte fatiga ocular y, por ende, inconscientemente, un rechazo del trabajo escolar que requiera trabajo visual. Actualmente existen terapias visuales que solucionan el problema de forma óptima. Comprobar que los límites de inteligencia estén dentro del cociente de normalidad psicométrica servirá para descartar otro factor de riesgo que cursa con fracaso escolar. Un trastorno muy vinculado al bajo rendimiento es el déficit de atención en sus múltiples variedades. Su diagnóstico preciso y el tratamiento psicopedagógico y, si fuera necesario, farmacológico generan mejoras espectaculares en esta tipología de alteraciones. La memoria de trabajo es la función psíquica que permite el aprendizaje y la posterior evocación de aquello que se ha estudiado. La afectación de esta capacidad cognitiva dificulta también el aprendizaje; su reeducación soluciona satisfactoriamente esta problemática. Existen un conjunto de trastornos específicos del aprendizaje entre los que cabe destacar los más habituales; como la dislexia, trastorno que afecta a la lectoescritura y, por ende, a todo el aprendizaje que requiere dicha capacidad; o la discalculia, trastorno específico que afecta al aprendizaje de las matemáticas. Para ambas problemáticas, la reeducación psicopedagógica determinará la solución de las mismas. Los desequilibrios del estado del ánimo, bien sean por causas endógenas o exógenas, siempre deben ser valorados y tratados. Un buen equilibrio emo-

cional será indispensable para afrontar la tarea escolar. Podríamos citar muchas otras problemáticas que afectan el rendimiento escolar, como los trastornos de conducta perturbadora o patologías de mayor gravedad, en cuyos casos el bajo rendimiento escolar se coloca en un segundo plano como sintomatología asociada al trastorno de origen. En todos los casos, un diagnostico preciso y el tratamiento adecuado es la solución. EL CAMINO HACIA LA SOLUCIÓN Si revisamos el amplio abanico de leyes de educación de los últimos años, bien sean estatales o autonómicas, encontraremos en todas ellas un elemento común con referencia a la escolarización obligatoria, donde estipulan que la institución escolar debe garantizar el éxito escolar a todos los alumnos mediante la atención a la diversidad. Es decir, los alumnos deben ser atendidos en los centros educativos en función de sus necesidades educativas para que logren el éxito escolar; toda intervención educativa debe centrase en crear aprendizaje en el alumno. También está legislado que los alumnos con dificultades de aprendizaje deberán seguir una adaptación curricular recogida en un documento denominado Programación Individual (PI). La adaptación curricular es posible tanto en la educación obligatoria como en la postobligatoria. Dicho de otra manera: cada alumno será evaluado en función de los aprendizajes que por sus circunstancias personales sea capaz de afrontar. Es un derecho. Como lo es, si el diagnóstico lo prescribe, ser dictaminado como alumno de necesidades educativas especiales y poder ser atendido en concordancia a lo establecido en dichos casos.

Siguiendo con lo establecido por la normativa vigente, los alumnos con dificultades de aprendizaje deben ser atendidos en los centros educativos por profesionales especialistas en esta problemática para su evaluación y tratamiento psicopedagógico. En los centros de educación infantil y primaria se encuentran para este fin los profesionales externos de los equipos de asesoramiento y orientación psicopedagógica (EAP), y en los centros de secundaria los profesores especialistas en orientación educativa del propio instituto. En el ámbito sanitario de la red pública existen los Centros de Salud Mental Infantil y Juvenil (CSMIJ), donde los alumnos con problemáticas emocionales o de aprendizaje pueden ser derivados por sus pediatras, si así lo consideran necesario, para su diagnóstico y tratamiento especializado. Otro recurso son los servicios especializados en trastornos de aprendizaje que existen en algunos hospitales, que si bien no son gratuitos, sus medios y trabajo multidisciplinar son determinantes para la resolución de dichos problemas. Entre ellos podemos destacar por su prestigio la Unidad de Trastornos de Aprendizaje Escolar (UTAE) del Hospital de San Juan de Dios en Barcelona. Como afirmábamos anteriormente, el fracaso escolar siempre tiene solución si se diagnostica la causa y se trata la misma. Para los casos más graves existen en la red pública los centros de educación especial, donde, con las adaptaciones necesarias y especializadas, sus alumnos podrán lograr el éxito escolar posible a sus limitaciones. Invertir en el buen rendimiento escolar de los hijos es prevenir problemas futuros de convivencia familiar y dar consistencia a su futuro laborar y personal. La mejor herencia para ello y para la sociedad en general.