Es el pasado que vuelve

13 jun. 2014 - Dos autoras argentinas bucean en su propia historia para alimentar su escritura; un ... frivolidad, benéfica y satánica a la vez, Ma- tilde, los ojos ...
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Viernes 13 de junio de 2014 | adn cultura | 3

CróniCas de la selva

Es el pasado que vuelve Dos autoras argentinas bucean en su propia historia para alimentar su escritura; un film francés recrea un pretérito amor trágico Hugo Beccacece | Para la nacion

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ulitzer al cuadrado. María Moreno, perpleja, cargaba como podía un coqueto bolso llena de libros, con el logo de un pingüino. Para celebrar la presentación del sello Literatura Random House, la editorial Penguin Random House organizó un cóctel destinado a escritores, editores y libreros en el hotel Pulitzer, en la calle Maipú. Los organizadores hicieron un regalo literario a sus invitados. En el bolso que sostenían María Moreno y el resto de los asistentes, estaban El jilguero, de Donna Tartt, gigantesca y flamante novela de 1100 páginas, premio Pulitzer de ficción de 2014, y un cofre con obras de V. S. Naipaul, J, M. Coetzee y Gabriel García Márquez, además de Cocinar, de Michael Pollan, que explica, entre tantas cosas, las bondades del gluten, sin mencionar la oculta celada que les reserva a los celíacos. Juan Ignacio Boido, director de Random, oficiaba de anfitrión. Por suerte, su trabajo de editor no le impide seguir con su actividad de escritor, aunque con más lentitud. “Me gustaría publicar un libro con tres nouvelles de cien páginas cada una. Las tres tendrían como protagonista al mismo personaje, Teddy Hernández, que ya aparece en uno de los cuentos de mi primer libro, El último joven, el más largo del volumen. Avanzo con mucha calma, pero ya tengo armada una parte.” Teddy Hernández era una especie de álter ego de Boido en “Teddy Hernández entra en la literatura”. Ya se veía en ese relato que el personaje iba a tener un futuro literario de ficción, un poco a la manera de Lucien de Rubempré, el famoso y fascinante personaje de Balzac que aparece en Esplendor y miseria de las cortesanas y en Las ilusiones perdidas. Teddy mostraba una destreza social notable para desenvolverse en los cócteles en los que no conocía a nadie y para atravesar con dignidad el penoso desierto del silencio y el vagabundeo, copa en mano, hasta que aparecía un invitado locuaz. Las memorias, los diarios y los relatos autobiográficos son tendencia. En la misma fiesta de Random, Matilde Sánchez comentaba que está por escribir; (en ver-

dad, ya ha escrito algunas entradas) de un libro que tendrá como título Diario de la Inmortal. Calma: la Inmortal no es Matilde, sino su madre, una mujer mayor, de una gran entereza, con una vida difícil y compleja que incluyó la Guerra Civil Española. El Diario... tendrá la particularidad de haber sido escrito no por quien vivió esas experiencias, sino por su hija. Un detalle nada menor: en pleno cotilleo, mientras pasaban los mozos con copas de champagne y canapés; mientras, como ocurre siempre, los escritores se dedicaban al trueque de chismes, a las réplicas ingeniosas, a la frivolidad, benéfica y satánica a la vez, Matilde, los ojos fijos en su interlocutor, decía: “Yo quiero mucho a mi madre. Mucho”. Lo decía de verdad. Otra de las invitadas, María Rosa Lojo, también revisa su pasado: “Estoy escribiendo una novela inspirada mi adolescencia, que transcurrió en la década de 1970. Recreo vicisitudes de mi vida y, naturalmente, aparece todo lo que ocurrió en aquellos años oscuros. Tenía muchas ganas de escribir una novela que no fuera histórica, aunque para algunos la década del 70 ya pertenece a la historia, una historia reciente. Nunca me gustaron los casilleros, sin embargo, por distintas circunstancias, escribí una serie de novelas históricas por lo que quedé clasificada como autora de un solo género. No creo demasiado en la división de la narrativa por géneros. Cuando una novela o un cuento es bueno de verdad, trasciende los géneros: el cuento de terror, la novela romántica, la juvenil, la histórica, la de aventuras, se evaden del género y se transforman en otra cosa.” El Oscar a la tilinguería. En el reciente festival de cine LBGTIQ de Buenos Aires, se dio una película, de fines de 2013, Opium, basada en el libro que Cocteau escribió para contar su experiencia con la droga tras la muerte, a los 20 años, en 1923, de su precoz y talentoso amante Raymond Radiguet. El film es una ópera prima, de fotografía y diseño interesantes, dirigida

la película opium, su ópera prima como realizadora, fue proyectada recientemente en Buenos aires arielle dombasle actriz y directora

Su experiencia con la droga, luego de la muerte de su joven y talentoso amante radiguet, fue llevada al cine jean cocteau eScritor

por la hasta ahora actriz Arielle Dombasle, la esposa del filósofo Bernard-Henri Lévy, heredero de una fortuna inagotable, que, en cierto momento, se propuso como candidato para suceder a los grandes pensadores de la posguerra: Sartre y Camus (¡nada menos!). Aún hoy, la pareja Lévy-Dombasle es el centro de un círculo intelectual y mundano alrededor del que se afana el Tout-Paris. Con Opium, Arielle resolvió hacer una especie de film musical sobre el amor entre Cocteau y el mortífero adolescente Raymond Radiguet, autor de una novela escandalosa, Con el diablo en el cuerpo, y de otra, llena de claves, El baile del conde de Orgel. Arielle tomó poemas y otros textos de Cocteau, los convirtió en canciones y filmó a la manera de aquél. Por supuesto, también se valió de dibujos del escritor, parodió y copió muchas de las escenas de La sangre de un poeta, del prolífero Jean, e introdujo en la película como personajes a todas las celebridades de los años 20: Diaghilev, Nijinsky, Picasso, Misia Sert, Max Jacob, Coco Chanel, la vizcondesa Marie Laure de Noailles, la princesa Polignac, etc., etc. En cuanto al elenco, también es una lista de celebridades pero sólo conocidas en Francia. Un elenco chic y cool cuyos integrantes no dicen mucho en la Argentina. Un detalle: el personaje de la marquesa Casati, supuesta amante de Gabriel d’Annunzio, vidente, que tenía un tigre en el salón comedor de su palacio (antes de arruinarse), lo interpreta la ex modelo Marisa Berenson. Ahora bien, ¿por qué Arielle eligió a Marisa para ese personaje icónico? Porque en 1971, los barones de Rothschild organizaron en el castillo de Ferrières un baile de máscaras, el Bal Proust, al que los invitados debían ir vestidos como las criaturas de En busca del tiempo perdido o como los seres reales que los habían inspirado. En ese baile, Marisa Berenson encarnó a la marquesa Casati. Lo mejor de la producción: los créditos y los agradecimientos del final. Quienes no figuran en esas líneas deben de haberse suicidado o tomado los hábitos. Ah, terrible olvido… La película la pagó Pierre Bergé, el ex socio y ex amante de Yves Saint-Laurent. C