Entre bendiciones y perjuicios. - Ascofapsi

22 oct. 2013 - _nAndy, AsHis (1983) The intimate enemy; loss and recovery of self under colonialism. Oxford: Oxford University Press. _oGden, JAne (1995) ...
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Mapeando el lugar y las operaciones de la psicología en relación con el trabajo en el sector de la salud en Bogotá Hernán Camilo Pulido-Martínez* Claudia María García Álvarez** Luz Mery Carvajal-Marín *** Iván Darío González Ortiz****

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n el marco de las preguntas por ¿cómo la psicología en el país ha llegado a ocupar un puesto preponderante para entender e intervenir los problemas del trabajo? y ¿qué consecuencias vienen de la mano de la aplicación de la psicología para la administración del riesgo en el mundo laboral colombiano?, en este capítulo se examina el lugar que tiene y las operaciones que cumple la psicología dentro de las particulares condiciones laborales por las que atraviesa el sector de la salud en Bogotá. Inicialmente se presentan análisis críticos de la relación hegemónica que la psicología ha establecido con el empleo para señalar el vínculo peculiar con las aproximaciones que desde la disciplina psicológica incorporan el discurso del riesgo en el trabajo y del trabajo como riesgo para la salud. A partir de aquí se señala que, si bien los análisis críticos aportan propuestas importantes acerca del papel que tiene la relación entre la psicología y el trabajo en las sociedades contemporáneas, dejan de lado, o no consideran, que el conocimiento psicológico se aplica fundamentalmente en los lugares en donde este no se produce. En esta línea, entonces, se consideran algunas de las propuestas que se han formulado para esclarecer las implicaciones que tiene «la puesta en escena» de la psicología en situaciones locales, en donde principalmente se usan las estrategias psicológicas producidas en otros contextos para la administración de la fuerza laboral. Finalmente, se seleccionan y analizan algunos fragmentos del «mapeo» etnográfico de prácticas psicológicas dirigidas a la administración del riesgo psicosocial. Específicamente, se considera el proceso de adaptación del instrumento para medir el riesgo psicosocial CopsoqIstas (Kristensen 2000) que se lleva a cabo por parte de

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distintas instituciones relacionadas con el sector de la salud.

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La psicología como instrumento y la incorporación del riesgo psicosocial

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La psicología se abrió un espacio en los ámbitos laborales de las sociedades del Atlántico Norte al prometer que podía solucionar la tensión que surge entre la capacidad que el trabajador tiene de realizar sus tareas y la voluntad que este tiene para hacerlas (Viteles 1932)1. Con este fin se han propuesto una serie de «objetos» psicológicos para derivar de ellos unas herramientas dirigidas a solucionar las contradicciones que la forma moderna de organizar el trabajo trae consigo (Danziger 1997; Ward 2002). Esta manera de proceder, que tiene como sustrato ético valores liberales tales como el mérito, el mejoramiento continuo y la eficiencia, ha dado lugar a una visión de la psicología como un «instrumento» útil para realizar intervenciones que conducen al muy anhelado aumento de la productividad, idea que cada día y en mayor medida ha colonizado el mundo del trabajo. Como resultado, con guardadas diferencias entre el mundo del trabajo de diversas regiones y países, se ha establecido un ciclo psicológico laboral para el cual se ha diseñado un arsenal de estrategias que cubren desde las etapas anteriores al ingreso de las personas al mundo del trabajo hasta las fases posteriores al retiro (PulidoMartínez 2010). Dentro del ciclo psicológico laboral se pueden incluir: las técnicas para el mejoramiento de la empleabilidad; la selección de personal; los talleres de inducción a la vida organizacional; los planes de capacitación y de liderazgo; las mediciones de clima y cultura organizacional; los programas para el manejo del riesgo psico-social; las estrategias de preparación para el retiro, y los cursos en donde se enseña a los adultos mayores a cómo ser sujetos activos después de dejar el trabajo. Al tratar de conciliar el afán por la productividad con la búsqueda del bienestar del trabajador, la psicología ha propuesto un proyecto de felicidad en y a través del trabajo que, de manera prescriptiva, se obtendría por medio de la satisfacción psicológica que se deriva de la correcta aplicación de sus estrategias. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se garantiza que para ocupar un puesto se ha seleccionado al trabajador con las mejores características de acuerdo con un perfil, o cuando se llevan a cabo promociones en el escalafón laboral basadas en las evaluaciones del desempeño y de las capacidades del individuo. Se da así cumplimiento a un horizonte ético que resulta de minimizar, con la correcta aplicación de la psicología, discriminaciones culturales, sociales y de género

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de manera tal que se propician ambientes laborales más equitativos y justos. Igualmente, la meta de alcanzar el bienestar del trabajador ha llevado a que la psicología se relacione con los procesos sociales y biológicos que están a la base de la salud y la enfermedad. Al entrar en el campo de la salud y de la enfermedad, en y por el trabajo, la psicología se reorganiza en los ámbitos laborales. Los aspectos psicológicos de la salud laboral se separan administrativamente en muchas de las organizaciones contemporáneas dando lugar a departamentos de salud ocupacional, los cuales se diferencian de las áreas de recursos humanos. Es quizás más importante señalar a este respecto que cuando la psicología y la salud del trabajador se acercan, los procesos, las estrategias y las técnicas que se aplican dentro del ciclo psicológico laboral pasan a ser vistos como aquellos instrumentos que pueden contribuir a mantener o dañar la salud del trabajador. De manera tal, retomando como ejemplo la selección de personal, se garantiza que el estrés disminuye si el candidato tiene las capacidades, actitudes y rasgos, es decir, los méritos necesarios que el puesto requiere. Por tanto, la posibilidad de que el trabajador se vea afectado en términos de salud por las tareas que debe realizar es menor cuando se ha hecho la selección del mejor trabajador para el cargo. Así, el premio al mérito que hace la selección de personal, el reconocimiento al mejoramiento continuo que se produce como resultado de los procesos de capacitación, el estímulo al mejor esfuerzo —objetivo de los métodos de evaluación de desempeño—, así como la promoción de la autonomía cuando se llevan a cabo procesos de participación, son vistos como intervenciones psicológicas centrales. Esto es así no solamente porque dichas intervenciones ponen en primer plano los valores asociados al liberalismo, sino porque, además de permitir alcanzar estos valores, o mejor, por garantizar que se alcancen estos valores, se convierten en fuente de salud para el trabajador. Esta manera de presentar la psicología en su relación con el trabajo y la salud le ha permitido, sin mayor dificultad, expandirse alrededor del mundo, pues se supone que

1_Psicología industrial, organizacional, ocupacional y del trabajo son nombres que en diferentes países productores de conocimiento psicológico han sido asignados a la manera hegemónica en que la psicología considera el trabajo.

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actividades. El argumento esgrimido por Baritz (1960) presenta a la psicología como un saber que es capaz de controlar la conducta de los trabajadores de forma sutil de manera tal que se niega el conflicto intrínseco al capitalismo entre empleadores y empleados, así como se suprime la resistencia a la explotación en la medida en que, a manera de ilustración, los problemas políticos y de poder que se presentan en el trabajo se convierten en problemas psicológicos. En este mismo sentido, a la aplicación de la psicología le es atribuido no solamente que los trabajadores obedezcan sino que deseen obedecer a través de la aplicación de estrategias y lenguajes que se ponen al servicio de la gerencia (Prilleltensky 1994). De acuerdo con esta crítica de corte marxista, estas operaciones que cumple la psicología son posibles debido a que esta olvida la historia de las formas de trabajo, por eso convierte la situación actual dentro del capitalismo en una cuestión técnica limitada al simple hecho de desempeño que deben tener los trabajadores y a la satisfacción con ese desempeño (Prilleltensky 1994; Wexler 1996). Cuando se introduce la crítica marxista para ir más allá de la «enceguecedora» aplicación de la psicología industrial organizacional, se realiza un señalamiento clave: la psicología del trabajo no se ocupa del trabajo en sí y, como consecuencia, no tiene conceptos para apropiarlo (Campos 1981). Por tanto, en esta perspectiva se propone que debe acercarse la relación entre el trabajo y la psicología vía la salud del trabajador desde un marco que permita el accionar para transformar realidades sociales. Entonces, las discapacidades del trabajador, el grado de control sobre el proceso de trabajo, así como el estado de la lucha de clases se analizan a la luz de explotación y la extracción de la plusvalía. El marco conceptual propuesto, por autores como Asa Cristina Laurell (1978), sirve para analizar las variaciones del proceso de trabajo con respecto al efecto que tiene sobre la salud de los trabajadores dentro de la sociedad capitalista. A los aspectos económicos y sociales, sin dejar de lado los aspectos biológicos, se les asigna un papel fundamental como determinantes de la salud, los cuales sirven para entender cómo el trabajo puede conllevar procesos que tienen como resultado que el trabajador enferme. Igualmente, al exterior de los límites de la psicología, algunos investigadores se han concentrado en el análisis del cuerpo de conocimientos que constituye la relación de la psicología con el trabajo. La crítica en este caso va dirigida a la naturaleza de este cuerpo de conocimientos, la cual se pone bajo examen para cuestionar, a modo de ejemplo, la supuesta neutralidad, transparencia y objetividad del conocimiento psicológico. Para esto, dichos

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los efectos que trae su aplicación redundarán en modernización, progreso y bienestar para los trabajadores, las organizaciones y la nación (Pulido-Martínez 2008). Por supuesto, la crítica a la visión de la psicología como instrumento no se ha hecho esperar. Desde dentro de la disciplina se argumenta que la psicología en su relación con el trabajo no ha constituido un cuerpo conceptual que le permita entender el mundo laboral, de manera tal que se ha limitado a una serie de estudios de corte estadístico sin una mayor elaboración teórica (Fernández-Ríos 1995). Se le acusa a la psicología de no ir más allá del sentido común, puesto que toma el conocimiento cultural de cómo se adelantan los negocios, lo traduce a la jerga propia y al lenguaje del método científico, para posteriormente presentarlo como un conocimiento característico de los «descubrimientos» psicológicos (Gordon et ál. 1978; Lamal 1991; Danziger 1997). Se ha señalado también el sesgo gerencial de la psicología como instrumento al hacer énfasis en las preguntas por ¿cómo intervenir?, en detrimento de cuestiones fundamentales acerca de ¿para qué se hace la intervención?, ¿por qué se hace?, ¿cuál es el sentido de hacerla?, ¿a quiénes favorece? y ¿qué intereses están involucrados? Preguntas que incluirían, en sí mismas, una perspectiva crítica que tendría la intención de examinar la sociedad del trabajo desde sus implicaciones psicológicas (Le Mouel 1992; Huertas-Hernández y Burbano-Valente 2009). La discusión acerca de las implicaciones que tiene la visión de la psicología como instrumento se ha extendido más allá de los límites de la disciplina. Algunos estudios señalan aquí, por ejemplo, el carácter ideológico de la psicología (Bramel y Friend 1981; Prilleltensky 1994). Se afirma que la psicología es un saber capaz de «enceguecer» a los trabajadores para que no puedan esclarecer las relaciones de explotación que están en los cimientos de los contratos de trabajo. Ya Loren Baritz, en su estudio Los servidores del poder, publicado en 1960, presentaba a los psicólogos como profesionales que obedecen, sin ningún asomo de crítica, las tareas y puntos de vista que la gerencia requiere para adelantar sus

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estudios asumen una mirada histórica y presentan cómo la «ciencia del trabajo», allí incluida la psicología, ha sido el resultado de luchas de poder entre diferentes actores sociales y de condiciones culturales particulares de unos países que permiten que en determinado momento histórico los conceptos y las maneras de producirlos a través de la investigación hagan sentido (ver, por ejemplo, Gillespie 1993). Del conjunto de conflictos que surgen de estas diversas dimensiones aparecen las últimas versiones de lo que ocurre en las investigaciones que se adelantan en los ámbitos laborales. Así, queda fuertemente cuestionado que la psicología hace descubrimientos acerca de los seres humanos en el trabajo y, por el contrario, se determina que el saber psicológico es una construcción en donde las relaciones de poder son centrales, pues son ellas las que establecen cuál será la verdad que se dará por establecida como resultado de los procesos de investigación. Recientemente ha aparecido una perspectiva que examina la psicología en relación con el ejercicio de la racionalidad liberal del gobierno que privilegia el riesgo como estrategia. Los investigadores señalan que a lo largo del siglo XX se construyó el «sujeto del riesgo» orquestado por las teorías psicológicas. Así como señala Ogden (1995), inicialmente, en las teorías psicológicas, el medio ambiente influía sobre el sujeto determinando su conducta, lo cual daba como resultado un sujeto pasivo que respondía ante las demandas que se suscitaban por eventos externos. Hacia los años sesenta, la relación cambia, dando lugar en las teorías psicológicas a una visión interactiva entre ambiente e individuo en donde no solamente se reacciona sino que el sujeto, ahora transaccional e informacional, tiene habilidades para lidiar con los eventos estresantes que pueden influenciar su salud. Actualmente, de acuerdo con Ogden (1995), ocurre una tercera reconstitución en donde el medio social tiende a desaparecer y en su lugar se presenta un sujeto que es capaz de manejar su conducta. Este es un sujeto que interactúa, principalmente, con su propio ser, de manera tal que los eventos que lo rodean son secundarios a la relación profunda que instaura con su interioridad psicológica; consecuentemente, se concibe que la habilidad individual de control propio determina la conducta de cada uno. La salud y el riesgo se relacionan de manera diferente en estas tres maneras de ser sujeto. De estar ante el riesgo de enfermar por acción de agentes externos (estrés, virus, bacterias) se pasa a una mediación bio-psico-social del riesgo, de características interactivas, en la cual el sujeto evalúa situaciones que lo rodean; llegando finalmente a una última manera de articulación en donde el riesgo se ubica fundamental-

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mente en el interior del sujeto. Aquí, el auto-control y la administración eficaz del propio yo derivan en la exposición o no del cuerpo a las amenazas del medio (Ogden 1995). Por supuesto, no ha sido una cuestión uniforme la contribución del discurso del riesgo a la reorganización de la psicología, ni muchos menos la manera en que la psicología ha ayudado a la reconceptualización del riesgo. Esto se ve claramente en el área industrial organizacional (Spink et ál. 2007), en donde solamente hasta las últimas décadas se ha introducido de manera fuerte una serie de perspectivas sobre el riesgo en el trabajo y el trabajo como riesgo, dando lugar a un área de investigación y de intervención que se asocia con la salud ocupacional. Esta manera en que la psicología, el trabajo, la salud y el riesgo se relacionan tiene un contexto más amplio. Ante el retraimiento del estado del bienestar, el proceso de individualización se ha intensificado a lo largo del cuerpo social. La economía y lo social han entrado en franca contradicción (Walkerdine y Bansel 2009), proceso que ha dado como resultado un retorno al individuo de las responsabilidades y seguridades que otrora estuvieron, al menos en las sociedades del Atlántico Norte, en manos del estado. Es el mundo del trabajo en donde han sido particularmente notorios los procesos de precarización de las condiciones de vida, los cuales han llevado, por ejemplo, a un proceso de rápida desaparición del empleo, así como de las certidumbres que este conllevaba. La flexibilización, la desindustrialización y la intensificación del trabajo, resultado de la implementación de las prescripciones del liberalismo avanzado, han requerido la reinvención de la subjetividad del trabajador (Walkerdine 2005). Se encuentra entonces allí una afinidad entre el ejercicio de la racionalidad de gobierno que requiere sujetos libres y autónomos y la jerga y las estrategias psicológicas que, precisamente, están dirigidas a promover la libertad de elegir y la autonomía psicológica, la cual se presenta como independiente de las condiciones materiales de vida. Es decir, al trabajador contemporáneo se le pide, ante la disminución y, en algunos sectores, la desaparición de las garantías que mitigaban la incertidumbre en la vida, tales como los contratos de trabajo permanentes y el cubrimiento de la seguridad social, que viva su vida como un empresario de sí, emprendedor, proactivo y autónomo (Rose 1996; Miller y Rose 2008). De manera paradójica, se precariza el trabajo y al mismo tiempo se le pide al trabajador que mejore su posición a través de un ejercicio de voluntariedad para asumir nuevos retos, abandonar viejos roles y abrirse al cambio, tornando de este modo la responsabilidad en una cuestión individual de preferencias

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Ni aquí ni allá. El lugar de aplicación Si bien todas estas críticas pueden resultar, de diversas formas, pertinentes para considerar el lugar y las operaciones de la psicología con respecto al trabajo y a la salud alrededor del mundo, al dejar de lado dentro de los análisis, o no considerar para nada, el terreno específico en donde ocurre la aplicación de la psicología, también asumen, como esta disciplina, un carácter universalista. Este carácter, como ha sido señalado en los estudios sociales de la ciencia, no busca excluir sino incluir, de manera tal que la diversidad de fenómenos que ocurren en los contextos en donde la psicología no se produce, sino que se aplica, se subordina a través de una particular organización del conocimiento. Así, los fenómenos específicos relacionados con el lugar de aplicación, o mejor, de uso de la psicología, se convierten en variaciones tanto de la empresa psicológica universal, como de la crítica a esa misma empresa (Gorbach y López-Beltrán 2008). En este panorama, para examinar la relación entre la psicología, el trabajo y la salud en lugares en donde los objetos psicológicos no han sido producidos, sino que estos han sido importados para ser usados a través de aplicaciones de la psico-tecnología laboral, otras dimensiones han de ser tenidas en cuenta (Castro-Tejerina y Lafuente 2007). La primera de estas dimensiones se refiere a que los objetos psicológicos tienen lugares y fechas de nacimiento (Gillespie 1993; Rose 1996; Danziger 1997; Ward 2002). Esta afirmación significa que dichos objetos aparecen en una época determinada, no como un descubrimiento científico o una verdad incontestable, sino como resultado de procesos sociales y culturales particulares de construcción de categorías psicológicas del trabajo y de la salud, las cuales, por supuesto, están imbuidas de los valores cotidianos del lugar en donde tuvieron su origen y dentro del cual tienen resonancia significativa. Tal como afirma Kurt Danziger (1997), si los objetos psicológicos tienen sentido dentro de un contexto es porque comparten los supuestos culturales de donde circulan. Queda entonces cuestionada la pertinencia de las intervenciones psicológicas relacionadas con el trabajo y la salud cuando se trasladan a territorios diferentes a aquellos para las que fueron creadas. A este respecto, ya en el año 1978, Castaño y Sánchez presentaban algunas de las implicaciones que tenía el uso de instrumentos

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psicológicos importados para ser aplicados en los ámbitos de trabajo latinoamericanos. Argumentaban principalmente que la psico-tecnología laboral había sido diseñada para solucionar los problemas del mundo del trabajo en los países del norte, especialmente los Estados Unidos, lugares en donde las condiciones y las relaciones laborales eran (y siguen siendo) muy diferentes a aquellas que se presentan en la región latinoamericana. Actualmente podríamos decir que al ser aplicada la psico-tecnología importada en contextos laborales bastante diferentes como aquellos ubicados en el sur del continente, se da como consecuencia que los instrumentos psicológicos oculten, o mejor subordinen, los problemas locales del trabajo y de la salud. Este efecto se produce a través de un «como si» las condiciones y relaciones laborales fueran iguales. En otras palabras, la psico-tecnología se convierte, en la situación «local periférica», en el vehículo para intervenir, sin entender cultural, política y socialmente, las lógicas particulares del mundo del trabajo en esos contextos. De acuerdo con Castaño y Sánchez (1978), al ejecutarse esta operación de intervención a través de la psicología, se logra que se propicien relaciones de dependencia intelectual de los centros productores de este conocimiento y, por tanto, que se contribuya a la dominación tecno-científica, la cual no permite «detectar y sentir la necesidad de tecnología propia» (Castaño y Sánchez 1978: pg 79). Estas preocupaciones por los aspectos culturales, políticos y sociales, de los cuales la psicología busca hacer caso omiso, se resaltan en estudios recientes en donde se invita a pensar que en el proceso de difusión de este conocimiento, debido al carácter inmanente que tiene de ser un saber sobre el sujeto, se está trayendo a lo «local periférico» un patrón de sociedad que coloniza la mente, un modelo económico que subordina a la población y que promueve su explotación, una forma foránea de concebir la salud cimentada en la eficiencia y una visión eurocéntrica de la subjetividad que se basa en el individualismo (Nandy 1983; Carvalho 2005; Staeuble 2005). Se deriva de aquí que no es por su valor epistemológico intrínseco que la psicología adquiere su estatus contemporáneo; es gracias al proceso de expansión alrededor del mundo que la psicología obtiene, como las demás ciencias sociales, su carácter universal (Gorbach y López-Beltrán 2008). Es posible inferir que como resultado de esta crítica deben situarse, en relación de dependencia mutua y en condiciones de simultaneidad y de igual estatus para el análisis, la producción del conocimiento psicológico y su uso o aplicación. Hasta aquí, queda sin considerar el por qué la psicología se expande y, a su vez, por supuesto, las razones

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personales para hacer el mejor esfuerzo. De esta manera se propone como objetivo que el trabajador sea el protagonista de su propio gobierno, determine sus metas, establezca sus rutas y estipule qué quiere ser.

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por las cuales la empresa psicológica ha sido tan exitosa en los países latinoamericanos y, desde luego, en Colombia. Habría que indagar entonces, cómo las maneras de pensar psicológicas incursionan en el mundo laboral en nuestro país cambiando las concepciones del trabajo, de la salud, del trabajador y de las organizaciones. Sin embargo, aún antes de hacer algún acercamiento empírico, se ha proporcionado una primera explicación por parte de aquellos que celebran la difusión de la psicología, afirmando que cuando esta se aplica en los ámbitos de trabajo en países en donde este conocimiento no se produce, se está trayendo de la mano la modernización y el progreso, es decir, las bendiciones que se le atribuyen a la psicología (Janz y Van Drunen 2004; Pulido-Martínez 2006). Los celebrantes de las bendiciones de la psicología ven en la empresa expansiva que se realiza desde los países productores de este conocimiento hacia los así llamados países de la «periferia» una serie de factores que facilitan, o por el contrario obstaculizan, la plena realización de la empresa psicológica. La propuesta que se adelanta en este marco supone que el progreso, el bienestar, la salud, la modernización y, por supuesto, el aumento de las ganancias vendrán una vez que hayan sido determinados y posteriormente atacados los obstáculos que le salen al paso a la instauración de la psicología en los países del llamado «tercer mundo» (Pulido-Martínez 2006). La comparación que se realiza en términos del desarrollo de la psicología sigue los parámetros de la modernización, en donde el camino a seguir, y por tanto la diferencia que impide que la psicología se muestre en su esplendoroso desarrollo, se establece con relación a las sociedades del Atlántico Norte, especialmente con referencia a los Estados Unidos (Flórez-Flórez 2002; Pulido-Martínez 2006). Algunos, quizá más radicales, ven en la difusión del conocimiento psicológico el éxito que han alcanzado los investigadores en las sociedades del Atlántico Norte para ocultar las raíces culturales de la psicología y, por tanto, para hacer pasar los objetos psicológicos como productos modernos, científicos y universales (ver, por ejemplo, Castro-Tejerina y Lafuente 2007). Otros se muestran inconformes ante la expansión del producto foráneo, por ende, asumen una posición en la que tratan de hacer más pertinente a la psicología. En otras palabras, buscan hacer una psicología mejor para las condiciones locales a través de lo que ahora se conoce como «indigenizar» a la psicología. Esta autoctonización, como bien se ha propuesto, puede tomar diferentes caminos; por ejemplo, puede ser substantiva, es decir, referida al nivel en el cual se le deben hacer cambios a la psicología importada de manera tal que sirva para intervenir adecuadamente los problemas relevantes de

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un país, o bien puede ser teórica, en este caso referida a la creación de marcos conceptuales alternativos a los propuestos desde las sociedades del Atlántico Norte de forma que se recojan las significaciones locales que le dan una especificidad a la constitución de la subjetividad (Staeuble 2005). Ahora bien, el análisis tanto de los beneficios que supuestamente trae la universalidad de la psicología, cómo del cambio en la naturaleza misma del conocimiento psicológico para que sea congruente con las condiciones locales, puede contribuir a entender la manera en la cual viaja la psicología ganando o perdiendo un lugar en la sociedad. Sin embargo, este análisis resulta un tanto insuficiente para entender la aceptación de la psicología y la dominancia que tiene para la constitución de la subjetividad en el trabajo en los países de Latinoamérica. Para resolver este impase, se puede admitir, al menos inicialmente, que el éxito de la expansión de la psicología está relacionado con la plasticidad de esta para adaptarse a los diversos procesos colonizadores que se adelantan en los ámbitos laborales. En la base de esta plasticidad se encuentra la relación constitutiva de este conocimiento, la cual está compuesta por el sujeto psicológico moderno, figura que podría fácilmente asimilarse al empleado de la sociedad salarial, y los trabajadores, por ejemplo, informales y/o tradicionales propios de las sociedades localizadas en el Sur (Pulido-Martínez 2006). Relación que da como resultado una constante producción del «otro» en términos de la diferencia psíquica que debe ser intervenida, contemporáneamente, con respecto al «trabajador libre ideal» y sin «ataduras» a situaciones de empleo estables que requieren las condiciones cada vez más flexibilizadas y precarizadas de trabajo imperantes (Pulido-Martínez 2012). Se deja entrever entonces, en la relativa fácil aceptación que tienen las aplicaciones de la psicología del trabajo alrededor del mundo, la resonancia significativa «local» que tienen. Dicha resonancia se deriva en gran parte de la conjunción que se ofrece entre el sujeto psicológico y sus «otros» (Pulido-Martínez 2010a), así como también entre: unas condiciones de trabajo que responden a prescripciones globales acerca del lugar que tiene el trabajo en la economía, las apropiaciones nacionales que dichas prescripciones guardan y del uso que se realiza de estas en cada uno de los ámbitos locales de trabajo. Sin embargo, la meticulosidad y la complejidad que se requieren para entender de manera amplia, más allá de celebrar la llegada del proceso de psicologización al mundo del trabajo en países como el nuestro, apenas se ha emprendido. Son muy pocos los estudios que se ocupan de la práctica psicológica cotidiana en los ámbi-

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los estudios que se ocupen de las realidades del trabajo en la región, el cual ha sido negado ante una mirada que supone a Latinoamérica como el sitio donde se ubican las imperfecciones con referencia a un centro ideal. Tal como señala Salgado-Arteaga (2009), aun cuando existen estudios que «desde el locus de enunciación» latinoamericano se han ocupado del mundo del trabajo en relación con el lugar y las operaciones de la psicología en los países latinoamericanos, estos son relativamente pocos, no son lo suficientemente conocidos y difícilmente entran en los currículos de las facultades de psicología de la región. La «gran psicología», la de las ideas, los personajes, las escuelas y las relaciones intelectuales, y no aquella mundana y gris que ocurre en la práctica diaria de los ámbitos laborales, es aquella que recoge el interés de los investigadores (ver, por ejemplo, Ardila 1998; Ardila 2004a). Esta situación va en detrimento de los análisis de aspectos cotidianos de la aplicación de la psicología, los cuales de por sí constituyen otra historia frecuentemente ignorada (Janz y Van Drunen 2004). Con respecto a esto, vale la pena anotar que se presentan dentro de lo que se conoce como «psicología práctica» (Janz y Van Drunen 2004) o psicología aplicada a ámbitos institucionales, unas jerarquías de reconocimiento social. Así, en las áreas aplicadas tiene mayor estatus la psicología clínica, seguramente por los marcos conceptuales de los que se deriva (psicoanálisis, cognitivismo) y por las asociaciones culturales que la acompañan (relacionadas, por ejemplo, con la cura de las enfermedades mentales y con el estatus de los terapeutas), que los usos hechos de la psicología en el mundo del trabajo, criticados por su bajo perfil epistemológico, su sesgo pro-gerencial y, en los casos en los que entra en relación con la salud laboral, su acento mecanicista y reduccionista al hacer énfasis casi que exclusivamente en aspectos tales como el estrés asociado a los problemas del trabajo. Las aplicaciones de la psicología al mundo laboral han mostrado ser una vía privilegiada para la expansión de esta y para la psicologización de la sociedad en general (Blowers y Turtle 1987). Es a través de la importación directa que realizan diferentes actores regionales, como entidades gubernamentales, distribuidores de instrumentos psicológicos o las universidades, o a través de la importación indirecta que llevan a cabo, por ejemplo, las empresas multinacionales, las cuales aplican la psicología para el manejo de los trabajadores, que se ha allanado el camino para que la psicología ocupe un puesto central alrededor el mundo. En este sentido, en la medida en que el ciclo psicológico laboral se amplía incluyendo un mayor número de técnicas aplicadas a más trabaja-

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tos laborales de los países a donde llega el producto importado. No obstante, bien se sabe por algunos estudios conducidos para explicar el «viaje» de la psicología del norte al sur, o de los lugares de producción a los sitios de apropiación que una gran cantidad de aspectos sociales, culturales e históricos están involucrados en la empresa psicológica mundial. Por ejemplo, Dagfal (2009) se ocupa del caso argentino en relación con las ideas y la cultura francesas para acercase a la «invención del psicólogo» en ese país. De acuerdo con Dagfal (2009), el proceso de recepción de las ideas psicológicas funciona metafóricamente como un «espejo que distorsiona». De aquí se desprende que existe una «apropiación activa» y no solamente una «reproducción pasiva» del conocimiento. Proceso en donde se incorporan, podríamos decir, innovaciones que en el contexto de intercambio proporcionan un carácter cualitativamente diferente a las ideas psicológicas locales y a las subjetividades profesionales de los psicólogos argentinos que de ellas se derivan. En esta misma línea, Lenz-Dunker (2008) estudia el caso brasileño con respecto al sincretismo cultural que allí se presenta. La psicología de nuevo contribuye a la constitución de subjetividades específicas que resultan acordes con los momentos sociales y políticos que se estén atravesando. El análisis de la tensión entre las particularidades del liberalismo como se presenta en Brasil y el sincretismo cultural cuestiona los supuestos que se han formulado desde Europa para que la psicología y el psicoanálisis tengan un lugar. De igual forma, al operar en medio de la tensión señalada, la psicología constituye subjetividades distintas que recogen la historia por la cual ha atravesado ese país. Específicamente, en la línea de las intervenciones psicológicas para el mundo del trabajo, Ibarra-Colado (2006) se interesa por la cuestión colonial que viene de la mano del uso acrítico de los saberes sobre las organizaciones laborales del cual hace parte la psicología. Afirma Ibarra-Colado que, en términos de los estudios laborales, se está lidiando en la región con una de las más importantes formas de epistemología colonial (2006), la cual ha pasado sucesivamente por el conocimiento ingenieril, psicológico y, finalmente, administrativo, este último englobando a los dos primeros. Aquí también el arribo del producto foráneo es primordial, pero se le considera de otra manera. Se trata de mostrar cómo la importación, la traducción y la repetición constituyen «la historia de un falso discurso» que debe ser desarticulado para mostrar, por ejemplo, que la traducción no conduce a la validación y naturalización inmediatas como frecuentemente se asume en la práctica diaria. No se detiene aquí Ibarra-Colado (2006), su proyecto emprende la tarea de reclamar un lugar para

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dores en una cada vez más extensa gama de sectores productivos, la psicología del trabajo se ha convertido en quizás la rama que entra en contacto directo con el mayor número de habitantes de un país (Prilleltensky 1994). Sin embargo, aún ante estos hechos que ponen en primer plano la relevancia de los instrumentos psicológicos importados, los investigadores en América Latina poco se han interesado por las implicaciones que tiene el uso de la psico-tecnología laboral. También parece importar poco a aquellos que se preguntan por el lugar y las operaciones de la psicología que el mundo de las relaciones en el trabajo, campo estratégico para el bienestar social e individual, así como para la competitividad internacional, se entienda cada vez más en términos psicológicos. Es en este panorama en donde cobra mayor relevancia la afirmación de que la práctica en sí tiene su propia historia (Foucault 1991). Afirmación que se puede asimilar o que se debería asociar en nuestro contexto, en donde no se producen los objetos psicológicos, a la narración del proceso de la psicologización, o de cómo paulatinamente, en el mundo del trabajo, llegamos a pensar y a actuar de manera psicológica. Sus actores, por supuesto, no son los psicólogos con mayores rangos en la psicología local ni tampoco los más reconocidos en el concierto de la psicología universal; son, como señala Ward (2002), diseminadores de segundo orden. Este papel, que aparenta ser secundario, abandona este carácter cuando se considera el rol político central que pueden llegar a desempeñar los adaptadores, enriquecedores y replicadores en los procesos de psicologización y, por tanto, en las maneras en las cuales la psicología se constituye como una forma central para la producción de la subjetividad vinculada con el trabajo. Es allí en el uso de la psicología en donde los procesos de psicologización abren tanto posibilidades locales y globales de subordinación y sometimiento, como de movilización social y de manumisión (Murray 2007). En términos generales, se ha hecho hasta aquí un recorrido dentro del cual cobran relevancia las preguntas por el lugar y las operaciones de la psicología dentro de un contexto de uso, mas no de producción de conceptos e instrumentos psicológicos para intervenir el mundo del trabajo local. ¿Cómo la psicología gana un puesto en términos de la aplicación de los instrumentos que propone?, así como ¿cuáles son las implicaciones que esto tiene?, son las preguntas objeto de nuestra indagación a las cuales aquí les daremos respuesta tentativa a partir del seguimiento etnográfico que actualmente estamos realizando de un instrumento que llega al país procedente de Europa.

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Mapeando la práctica psicológica Desde hace algunos años, la constante inquietud por el lugar y las operaciones de la psicología han guiado nuestras indagaciones. En este sentido, el incremento permanente de todo tipo de intervenciones psicológicas en el mundo laboral colombiano; el aumento de las facultades de psicología que llegan en la actualidad, solamente en Bogotá, al número de 19, todas con diferentes programas, bien de pregrado y/o postgrado, en donde se ofrece entrenamiento en alguna área que lidia directamente con el trabajo; la carencia de una regulación oficial en relación con las actividades de los psicólogos en las organizaciones que prevenga el abuso de poder que se presenta, por ejemplo, en los procesos de gestión, en donde los profesionales de la disciplina pueden «auscultar» la vida privada de los candidatos aun cuando esta no tenga implicación alguna con el perfil del cargo ni con el desempeño futuro; el renacimiento de técnicas para la selección de personal que se convierten en garantes de mejores juicios porque proporcionan «verdades» fisiológicas, como en el caso del uso del polígrafo; el aumento de los psicólogos en los medios aconsejando qué hacer para que los ambientes de trabajo sean más eficientes; la explosión de best-sellers y de empresas consultoras nacionales e internacionales que ofrecen la siempre aparentemente renovada «mejor manera» de alcanzar los logros organizacionales a través del manejo de la fuerza laboral; el poco interés de la psicología por entender procesos más allá de la eficiencia; la falta de interés por las organizaciones sindicales, así como la trivialización de los problemas del trabajo que frecuentemente se encuentran en los ámbitos laborales nos llevaron a considerar la particular organización del «complejo psi» (Rose 1996) en relación con el trabajo y la salud. El «complejo psi» está referido a la constelación de instituciones, profesionales, eventos, universidades, editoriales, revistas, consultorías, agremiaciones y usuarios que en su conjunto hacen posible a la psicología (Rose 1996). La particular puesta en escena que ocurre en nuestro país del «complejo psi» ha sido el foco de nuestros intereses investigativos. Para esto nos hemos propuesto «seguir» casos que generalmente tienen componentes y relaciones con diversos sitios. Se trata fundamentalmente de mapear, es decir, describir las prácticas psicológicas y establecer y visualizar las relaciones que son posibles gracias a, y en razón de, la aplicación de la psicología. Para esto tomamos como referente los estudios etnográficos multi-locales, que han sido frecuentemente usados para leer las sociedades contemporáneas a través del examen de los fenómenos asociados al puesto

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dades que puede ofrecer la psicología para construir un mejor mundo del trabajo en Colombia y los cuestionamientos que se le formulan tanto a su lugar social, como a las operaciones que cumple. Para hacer nuestro balance del «complejo psi» en el mundo del trabajo, hicimos un desplazamiento e introdujimos una relación que nos permitiera salir del análisis que ya habíamos realizado de aplicaciones acríticas que caracterizan las intervenciones psicológicas dirigidas a promover la autonomía del trabajador ante las condiciones de precarización y de disminución del empleo permanente asociadas a la retracción del estado benefactor (Pulido-Martínez, 2010a). La introducción de la cuestión del riesgo ofrecía nuevas posibilidades. La relación trabajo, riesgo, salud y psicología nos invitaba a considerar cómo el primero se construía como un riesgo para la salud y cómo se administraba el mundo del trabajo alrededor del riesgo de enfermar. El foco de nuestra indagación se concentró alrededor de esta relación, en la que la psicología desempeña un papel central, pues las maneras de pensar psicológicas se hacían concretas en la conceptualización e intervención del riesgo en el trabajo y en la producción de subjetividades como una cuestión psico-social (Castel 2001; Spink et ál. 2007). Se ponía también en evidencia en esta relación no solamente la cuestión de la eficiencia y la productividad típica de la relación entre la psicología y el trabajo. Aparecía también allí una preocupación por el trabajador que, necesariamente, por el carácter de la psicología, hacía referencia a una cuestión de constitución de la subjetividad «saludable» que requieren las nuevas condiciones de flexibilización y precarización del trabajo contemporáneo. Para avanzar en nuestro balance del «complejo psi» en contextos de uso, era de especial relevancia considerar unas articulaciones particulares. Se tendrían que examinar las conexiones que tienen las aplicaciones locales de la psicología en términos de sus relaciones internacionales. La literatura mostraba la importancia de examinar estas relaciones para las «ciencias psi» en una dimensión geopolítica (Molinari 2004; Keller 2007; Dagfal 2009; Roelcke et ál. 2010). Sin embargo, poco trabajo empírico se ha hecho para considerar las aplicaciones específicas y contemporáneas de la psicología en el mundo del trabajo en países como los de América Latina. Por tanto, la práctica cotidiana dentro de la cual estas conexiones se hacen visibles y en donde a través del uso de la psicología se hacen concretas las posibles subordinaciones, hibridaciones, indigenizaciones, enriquecimientos, innovaciones, adaptaciones, apropiaciones, recepciones o simplemente las réplicas, poco se conocen. El mapeo de la práctica, a través de la conducción

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preponderante que tiene la ciencia (Haraway 1989; Martin 2007; Murray 2009). Un afán diagnóstico guía nuestro accionar investigativo. En este sentido, la etnografía multi-local nos permite considerar las implicaciones del proceso de psicologización del mundo del trabajo en un lugar en donde no se produce la psicología, pero en donde, a su vez, se presentan múltiples y ávidos consumidores de este saber. Aquí nos encontramos en una situación un tanto paradójica. Somos parte y a la vez observadores de la práctica psicológica. Vale entonces anotar que estamos conduciendo una «etnografía de lo propio». Somos un grupo compuesto por miembros de diferentes disciplinas, psicólogos y no psicólogos, mapeando las prácticas que ejecutan otros psicólogos y no psicólogos. De diferentes formas, todos hacemos parte de la escenificación del «complejo psi» y, como tales, compartimos una problemática que desde un marco amplio puede ser vista en relación con las formas de gobierno del mundo del trabajo que apuntan a la constitución de los sujetos (Miller y Rose 2008). Esta doble característica de observadores y participantes nos ubica en una posición que ya ha sido descrita para los que se interesan por el análisis de la psicología más allá de la celebración de su empresa. De diversas formas, ya sea como psicólogos investigadores o como gestionadores de instituciones de salud, estamos involucrados en el régimen contemporáneo de administración de los trabajadores. En esta situación, frecuentemente nos hemos visto interpelados por la práctica psicológica que se lleva a cabo en las organizaciones. Puestos en esta situación, el afán diagnóstico, la revisión de la literatura crítica y nuestra experiencia cotidiana con los problemas del trabajo nos llevaron a establecer una actitud de balance con respecto a la psicología que se traduce en nuestras actividades investigativas. Esta actitud de balance busca evitar la polarización entre, por una parte, las virtudes y bendiciones que se supone trae la psicología para la liberación y, por otra parte, las implicaciones o los supuestos prejuicios que trae su aplicación en términos del control, el disciplinamiento y la subordinación de los trabajadores. De esta manera buscamos hacer eco de la complejidad de los asuntos que se presentan en el uso de la psicología en contextos en donde esta no se produce sino que fundamentalmente se importa. No es extraña nuestra posición para aquellos que se han interesado por examinar el lugar y las operaciones de la psicología (Henriques et ál. 1998). Tal como describe Danziger (1994), somos «outsiders» siendo «insiders». Y como consecuencia, estamos ubicados en una «tensión creativa» (Van Strien 1993) establecida entre las posibili-

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de una etnografía multi-local, debería poder establecer estas conexiones que no resultaban fáciles de seguir más allá del papel institucional que tienen los importadores de instrumentos psicológicos al país (Pulido-Martínez 2008). «Casualmente» llegamos al primer sitio en donde empezaría nuestro mapeo de las prácticas. Como sugieren las prescripciones para las etnografías multi-locales, este primer sitio constituye una «línea de base» en donde se empiezan a establecer las «conexiones y flujos distantes» que después serán seguidas y que llevarán a los investigadores a nuevos sitios a través de lo que se conoce como movimientos oportunistas (Marcus 1995; Marcus 2000; Marcus 2002). Decimos «casualmente» en dos sentidos; por una parte, referido a la manera en que nos encontramos con la Política de Talento Humano y con el grupo que la formuló en la Secretaría Distrital de Salud, y por otra, por la manera en que se asoció la investigación de riesgo psico-social con esta política. Durante el «Congreso Internacional de Sistemas de Salud: Hacia un Nuevo Sistema de Salud en Colombia», realizado en la Universidad Javeriana de Bogotá en noviembre de 2010, por primera vez entramos en contacto con los trabajadores de la Secretaría Distrital de Salud a raíz de su presentación de los lineamientos generales y de la manera en que fue construida la Política de Talento Humano para el Sector Público de la Salud del Distrito Capital (Secretaría Distrital de Salud 2009). Después de comentarles las generalidades de nuestro proyecto de investigación, amablemente se nos invitó a participar en un grupo conformado por miembros de distintas organizaciones que estaban desarrollando una investigación sobre riesgos psicosociales. El azar desempeñaba un papel central y nos llevaba a hacer cambios substanciales al proyecto que habíamos inicialmente diseñado para adelantarse en organizaciones privadas que ofrecen el servicio de salud. La Política de Talento Humano, en conjunto con los efectos que se esperaba que esta tuviera en relación con el mejoramiento de las condiciones de trabajo del sector salud, nos llevaron a tomar la decisión de hacer esos cambios, puesto que estábamos ante una situación de «caso pertinente» y privilegiado para explorar dimensiones de la práctica psicológica que no eran muy posibles de ver en el sector privado, en donde la psicología está prácticamente al servicio de la gerencia y de los objetivos organizacionales. Así, estábamos ubicados, iniciando nuestro mapeo, en el mundo del trabajo, en medio de una serie de preocupaciones manifestadas por los trabajadores de la Secretaria Distrital de Salud haciendo referencia a discusiones académicas y a problemas que confrontan en su cotidianidad alrededor de

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la pregunta ¿quién cuida a los que cuidan de la salud? Esta pregunta se trasladaba al marco de la política que busca el resguardo del bienestar de la población de trabajadores de la salud, quienes precisamente se dedican al cuidado de otras personas. En medio de la mencionada trivialización técnica que tiene frecuentemente lugar en las organizaciones laborales, fue esperanzador encontrar una política que justamente se ocupara de las condiciones de trabajo. Construida a través de la participación de los actores que están involucrados en la gestión del talento humano, tales como directivos, gerentes, funcionarios y los comités y juntas directivas, sindicatos y cooperativas de trabajo asociado, esta política constituye un ejemplo a seguir no solamente en el sector público, sino también en el privado donde no son corrientes, al menos de manera explícita, este tipo de estrategias. En la política se consideran las condiciones de contratación como uno de sus aspectos centrales. El motivo de esta preocupación está relacionado con, por ejemplo, los porcentajes de contratación. Así, tenemos que el total de trabajadores de las empresas del Estado en este sector asciende a 37.331, de los cuales tan solo el 17% pertenece a la planta y el 83% restante se encuentra bajo diversas modalidades de contrato temporal, tales como prestación de servicios (31,94%), por empresas proveedoras de empleados temporales (9,35%) y en condición de contrato directo a término fijo (41,31%). No hacen falta mayores análisis de estas estadísticas para señalar las condiciones de precarización, a través del contrato, en las que se encuentran estos trabajadores. La Política de Talento Humano como tal va dirigida a propiciar otras formas de contratación y a equiparar las condiciones laborales entre los trabajadores de planta y los temporales. Por esto, la política misma señala los problemas que este tipo de situaciones contractuales trae consigo y promueve la formalización del trabajo con base en las prescripciones de organismos internacionales encargados de regulación como la OIT. La formación y la capacitación, así como la cultura organizacional y la

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bién incluye la descripción de las conexiones que tiene este sitio inicial con otros, como ya decíamos, gracias a y en razón de la práctica psicológica. De esta forma se está conformando gradualmente el mapa de los sitios y las relaciones que dará cuenta de este caso en el cual la psicología se traslada de las sociedades del norte de Europa al país para luego expandirse a diferentes ámbitos laborales. El trabajo de mapeo se ha concentrado alrededor del instrumento para medir riesgo psicosocial Copsoq (Kristensen 2000). Este es un instrumento diseñado en Dinamarca y traducido a múltiples idiomas, entre ellos el español. El Copsoq ha sido aplicado en diversos países aparte de Dinamarca, entre los que se cuentan Chile, Irán, Hungría, Turquía, Estados Unidos, China y varios otros. El instrumento incorpora el modelo de riesgo de Karasek (1979) de demanda-control-apoyo y el modelo de Siegrist (1996) de esfuerzo-compensaciones, los cuales son quizás los más conocidos y aceptados en la comunidad académica interesada en estos temas. Como menciona Tage S. Kristensen, diseñador del instrumento, este no es solamente un instrumento, es: una herramienta para crear «insigths» teóricos, un abre los ojos de los empleados y los empleadores, una manera de crear un nuevo lenguaje, un puente para construir lazos a largo plazo entre los investigadores y los ámbitos laborales, una manera de legitimar el campo de los riesgos psicosociales en el trabajo, un instrumento para crear nuevas amistades personales y profesionales y, por último pero no menos importante, una herramienta para mejorar las condiciones de miles de trabajadores así como para incrementar la productividad de las organizaciones (Kristensen 2010: 149. Traducción libre de los autores).

La riqueza de las prácticas que se han documentado con respecto al proceso de hacer más pertinente el instrumento para ser aplicado en los hospitales públicos del Distrito se hará en otra publicación. Aquí basta con decir que el grupo se reunió en varias oportunidades para discutir cada uno de los ítems que conforman el cuestionario. Se le agregaron nuevos ítems que incluían aspectos particulares que consideramos deberían medirse de acuerdo con las condiciones de trabajo que se presentan en los hospitales de la red del Distrito Capital. Aparecieron también dificultades con la traducción que había sido hecha con anterioridad para la versión del cuestionario que fue aplicado en España (Moncada et ál. 2010). Estas diferencias, que eran relativamente frecuentes, en el significado del castellano entre Colombia

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calidad de vida, forman parte de las áreas que cobija la política. Para esto se han desarrollado diferentes estrategias especialmente diseñadas para que puedan acceder los trabajadores que están bajo la vinculación de contrato temporal (algunos de estos han estado en esta situación por más de una década), pues la legislación para el sector no permite que los trabajadores a quienes no se les ha ofrecido un contrato permanente se beneficien de estos programas. Fuimos entonces admitidos a formar parte de un grupo interdisciplinar que estaba desarrollando un estudio sobre riesgos psicosociales para la Secretaría Distrital de Salud. El grupo aún hoy en día está conformado por miembros del laboratorio de Ergonomía de la Universidad Nacional; profesores de las facultades de Diseño y de Derecho de la Universidad Autónoma; funcionarios permanentes y «contratistas» (temporales) de la Secretaría Distrital de Salud; estudiantes de pregrado y postgrado de la Universidad Nacional y de la Universidad Javeriana; miembros del colectivo Sin Horario, que agrupa a los trabajadores «contratistas», y nosotros que como equipo investigativo tenemos vinculaciones laborales con la Universidad Javeriana, la Universidad Piloto de Colombia y Javesalud2. Una característica central de este grupo está relacionada con las experticias de sus miembros puesto que en su mayoría no pertenecen a las profesiones «psi». Entre las profesiones que allí están presentes se encuentran médicos, enfermeras, abogados, politólogos, sociólogos, epidemiólogos, comunicadores sociales, fisioterapeutas, antropólogos y, por supuesto, algunos psicólogos. Así, el grupo dentro del cual iniciamos nuestro mapeo de la práctica y desde donde construimos nuestra «línea de base» está constituido de manera interinstitucional e interdisciplinaria. Elaborar la línea de base quiere decir establecer un inventario de las prácticas psicológicas en términos de la descripción minuciosa de las reuniones, discusiones y acuerdos con respecto a las actividades que se están realizando para adelantar la indagación sobre riesgos psicosociales, así como tam-

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y España estaban vinculadas con los matices particulares que fueron asociados a las condiciones de trabajo distintas. Las condiciones de trabajo y, por consiguiente, los problemas que de ellas surgen son marcadamente diferentes entre España y Colombia. Por este motivo hubo frecuentemente desviaciones de sentido e incomprensiones. Basta para ilustrar señalar que el cuestionario Copsoq-Istas, título que tomo el instrumento traducido en España bajo el auspicio del Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud (Istas) en Cataluña, respondió a las reivindicaciones que todavía hoy conservan los trabajadores en Europa y particularmente en España. Por el contrario, las condiciones de trabajo en los hospitales del Distrito Capital están en su gran mayoría flexibilizadas, por ejemplo, en términos del contrato. Esto ha generado una paradoja, los contratistas que se consideran como trabajadores independientes no tendrían que cumplir con un horario, ni siquiera tendrían que estar dentro de las instalaciones de la institución para hacer su trabajo; sin embargo, están allí diariamente, cumplen con un horario y responden ante determinados jefes en un simulacro como «si estuvieran bajo la figura del empleado». Entonces, para muchos no tenían sentido las preguntas por la «influencia», tal como aparecen en el cuestionario Copsoq-Istas, referida esta a la autonomía, puesto que el trabajador contratista debería en términos ideales acogerse a la figura de casi completa autonomía, pero en términos reales podría estar funcionando con todas, o aún con mayores, restricciones pues su «autonomía» podría resultar problemática para las maneras en las cuales se administra la fuerza laboral en el sector. Los giros que asumieron los cambios, así como las consultas a las que asistimos vía Internet con el equipo de investigadores del Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud y las conversaciones informales que sostuvimos, hicieron emerger las diferencias culturales que están a la base del viaje de la psicología. Aun cuando el instrumento había sido traducido al español mediante una técnica particular —una traductora hizo este proceso del danés al español y, posteriormente, para comprobar la confiabilidad de la traducción, otra profesional hizo el trabajo contrario: pasó la versión del español al danés para, de este modo, configurar la versión final española que llega a discusión a nuestro grupo—, vale la pena resaltar que no es solamente con relación a los países donde se produce la psicología lo que hace la diferencia y marca la pertinencia de los instrumentos psicológicos, es también con relación a los países en donde se hace la primera traducción y se aplica con anterioridad, cuestión que por demás significa también la construcción de una jerarquía relacionada con la primacía en la circula-

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ción del conocimiento y de sus técnicas derivadas. En esta relación internacional que establece como vehículo el Copsoq-Istas y que da como resultado la expansión de la psicología, nuestro grupo guardó un «respeto» al trabajo hecho con anterioridad en España que habrá que explorar mucho más en análisis posteriores. A continuación presentamos el mapa que estamos construyendo en donde se visibilizan el sitio y la relación de base de la que partimos, así como los desplazamientos o movimientos oportunistas que hemos realizado y que nos han llevado tanto dentro como fuera del país. Los círculos significan los lugares, terrenos o locaciones en donde se ha «mapeado» la práctica psicológica alrededor del instrumento Copsoq-Istas. Así, tenemos que las descripciones, las entrevistas y los análisis de los cuestionarios que conforman la línea de base se han llevado a cabo en la Secretaría Distrital de Salud (SDS) y en el laboratorio de Ergonomía de la Universidad Nacional. La discusión acerca de los otros instrumentos que se encuentran disponibles en el medio colombiano nos llevó a realizar observaciones y entrevistas en el Ministerio de la Protección Social y en el Subcentro de Salud Ocupacional de la Universidad Javeriana como entidades que habían diseñado y promovido el uso de instrumentos para la medición del riesgo psicosocial que entraban en franca lid con el Copsoq-Istas. Una vez que el instrumento estuvo listo para su aplicación, las observaciones se desplazaron hacia los hospitales en donde se aplicó el cuestionario a una muestra de los trabajadores de estas instituciones y se narró la dinámica de la aplicación. En la medida en que las conexiones del Copsoq-Istas están estrechamente vinculadas con el grupo de investigadores del Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud, nosotros viajamos hasta la ciudad de Barcelona para asistir a un taller internacional sobre este instrumento. También se recopiló información adicional en la Escuela Nacional Sindical con uno de sus miembros, quien participa de las reuniones periódicas que realizamos para tratar diferentes tópicos relacionados con el proceso de investigación. El número de académicos y de consultores interesados en el Copsoq ha ido en aumento alrededor del mundo desde que este se lanzó. Periódicamente, los interesados tienen un taller en donde presentan trabajos que están realizando con el instrumento. El Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud de España organizó, en octubre de 2010, el «Cuarto Taller Internacional» en la ciudad de Barcelona. Asistimos a este taller para continuar con nuestro mapeo de las conexiones y flujos distantes que se hacen presentes en las aplicaciones locales. Esta era una oportunidad para: 1) realizar una presentación del trabajo de seguimiento al instrumento que estamos haciendo (pre-

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Sub-centro de Salud Ocupacional

Ministerio de Protección Social

Hospital 1

ISTAS Laboratorio de Ergonomía Línea de base

Hospital 3

Hospital 4 Mapa_Muestra los sitios en donde se ha llevado a cabo el «mapeo» de las prácticas. El círculo central muestra el terreno, es decir, las instituciones en donde se levantó la línea de base. Las conexiones entre los sitios se señalan con las fechas verdes, así como los movimientos oportunistas que se han hecho para registrar en los hospitales, la Escuela Nacional Sindical y el Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud. Por las relaciones que guardan el Ministerio de la Protección Social y el Subcentro de Salud Ocupacional de la Universidad Javeriana, se agruparon en la parte superior.

cisamente para la comunidad académica involucrada); 2) conversar sobre la experiencia que otros han tenido con la aplicación del instrumento; 3) explorar en qué otros ámbitos se está aplicando el Copsoq, y 4) explorar nuevas conexiones para el mapeo. Uno de los aspectos más relevantes del mapeo que allí realizamos está en relación con las diferencias entre los intereses de los investigadores. La discusión del taller mostró que los asistentes del norte de Europa (académicos y consultores) se concentran principalmente, al menos en ese momento, en cuestiones de precisión psicométrica y en los cambios que habría que hacer en las escalas del instrumento. A la luz de esto se considerarán las discusiones «del resto del mundo» bajo una «tutela» que ellos se atribuyen como creadores y aplicadores del instrumento. Entonces, marcadas diferencias se dejaron notar entre los intereses de los investigadores del norte de Europa y los investigadores españoles, y ni qué decir con los intereses de los investigadores provenientes de países «del tercer mundo», los cuales estaban específicamente vinculados con procesos históricos y sociales de cada lugar, como en nuestro caso vinculados particularmente con el apoyo a la Política de Talento Humano para el sector de la Secretaría Distrital de Salud. Después de hacer explícita nuestra posición como investigadores que tenían entre sus intenciones usar el taller como insumo para su investigación acerca de las conexiones nacionales e internacionales que guardan las aplicaciones locales de la psicología, procedimos a mos-

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trar a los asistentes cómo se había establecido la línea de base a partir de la cual nos movíamos a otros lugares para seguir las conexiones que había entre estos. Por supuesto, en un segundo momento, comentamos nuestra posición de «insiders» siendo «outsiders» e hicimos énfasis en cómo este papel que teníamos nos permitía «investigar la investigación», para lo cual, por ejemplo, asumir parte de la aplicación del instrumento Copsoq en los hospitales públicos de la ciudad de Bogotá, al igual que la observación del taller mismo en Barcelona, nos permitía obtener información de primera mano acerca de las relaciones que se establecen alrededor del uso de la psicología. Conscientes de que nuestro «doble» papel puede causar alguna confusión, especialmente para aquellos entrenados en modelos de investigación que hacen una separación tajante entre el investigador y los investigados, procedimos a ilustrar a los asistentes al taller sobre cómo estábamos participando de la aplicación del Copsoq en los hospitales de la red del Distrito. Hubo que hacer una aclaración, once de estas instituciones, que tienen la particularidad de ser empresas sociales del Estado, habían sido escogidas para medir la exposición al riesgo generado por el trabajo en condiciones de incertidumbre, flexibilización y precarización. Nosotros le habíamos pedido al grupo que nos dieran la posibilidad de hacer la aplicación del instrumento en cuatro de los hospitales escogidos. La razón era sencilla, estas aplicaciones representaban la posibilidad de hacer unos movimientos oportunistas para mapear la aplicación del instrumento

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Escuela Nacional Sindical

Hospital 2 Secretaría Distrital de Salud

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y las conexiones que se presentan y, por tanto, para establecer conexiones con nuevos sitios en donde se produce la psicologización. Procedimos entonces a mostrar algunos de los adelantos que se habían alcanzado en el mapeo en los cuatro hospitales. Se encontró, por ejemplo, que en cada uno de estos se habían presentado diferentes situaciones vinculadas con el uso del instrumento. Situaciones particulares que señalaban la compleja relación que se ha establecido entre el ente regulador del sector, la Secretaría de Salud de Bogotá, y la autonomía que cada uno de los hospitales reclama como empresa social del Estado. En algunos hospitales la aplicación estaba siendo relativamente sencilla, mientras que en otros nos había sido negada la posibilidad de aplicar el instrumento. Los conflictos entre instituciones se hacían evidentes a la luz del estudio. Y el mapeo de la práctica psicológica mostraba su utilidad para leer las relaciones interinstitucionales. Adicionalmente, en nuestra presentación en el taller hicimos referencia a otro de los movimientos oportunistas que apenas empezábamos a adelantar, el cual guardaba una estrecha relación con las dinámicas que hallábamos en los cuatro hospitales. A este respecto, había que poner de presente que en el país, para dar curso a la legislación sobre el riesgo psicosocial, el Ministerio de la Protección Social constituyó una batería para la medición de los riesgos psicosociales en el trabajo (Ministerio de la Protección Social 2010). Esta batería fue puesta a disposición de aquellos que por requerimientos legales tienen que hacer este tipo de mediciones y con base en sus resultados tienen que desarrollar acciones preventivas. Ante esta situación y con el objetivo de conocer la posición que podría tener en este contexto un instrumento alternativo como el Copsoq, referimos a los participantes al taller, fue necesario concertar una reunión con representantes del Ministerio de la Protección Social. A esta reunión asistieron los representantes de la Secretaría de Salud, del laboratorio de Ergonomía y nosotros mismos. Allí por primera vez se hicieron evidentes los aspectos antagónicos que surgían entre los instrumentos, es decir, la competencia entre dos experticias locales que tienen diferentes conexiones con órganos estatales, que sostienen perspectivas diferentes sobre cómo leer e intervenir los riesgos del trabajo y de concebir el trabajo mismo como riesgo y que, adicionalmente, consideran de manera distinta el papel de los psicólogos profesionales en cuanto a la aplicación e interpretación de los datos que los instrumentos arrojan. Solamente a manera de ilustración se añadió que la batería prescrita por el Ministerio de la Protección Social requiere la interpretación de psicólogos con algún grado de especialización en

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salud ocupacional y que, por el contrario, el Copsoq no hace este tipo de especificaciones. En este punto mostramos cómo las dos distintas miradas que se concretan en los instrumentos para la medición del riesgo, al ser trasladas a la aplicación del Copsoq-Istas, empezaron a mostrar otras dimensiones. Así, mientras en alguno de los hospitales la aplicación de los dos instrumentos podría llevarse a cabo al mismo tiempo, sin mayor reparo, y con el ánimo de encontrar complementariedad entre las medidas; en otro hospital, la posible aplicación conjunta representaba un obstáculo, es decir, un instrumento debía excluir al otro. En esta situación se privilegiaba la batería propuesta por el Ministerio de la Protección Social. En nuestra interpretación preliminar de estas diferencias señalábamos que estaban vinculadas con la relación interinstitucional que se había establecido entre la Secretaría de Salud, con su posición de poder como ente regulador, y la autonomía que los hospitales tienen para hacer las actividades que consideran pertinentes, las cuales de cierta forma les dan posibilidades de aceptar o no este tipo de intervenciones. Sobra decir que en el taller, como en este texto, es imposible presentar la complejidad de las relaciones que se han hecho visibles; baste por ahora decir que, después de referir esta situación, los investigadores españoles anfitriones del taller manifestaron su acuerdo y complacencia con los datos presentados. Se había «puesto el dedo en la llaga», pues ellos tenían situaciones muy parecidas alrededor de la aplicación. Competencias entre instrumentos, competencias entre instituciones, competencias entre funcionarios que le daban un matiz muy diferente a la práctica psicológica y a las relaciones que se pueden observar a través de esta. Conclusión Con un afán diagnóstico del «complejo psi» en nuestro contexto, a lo largo de este capítulo se han descrito, de manera un tanto general, en la medida que queríamos abarcar, algunas situaciones de la cotidianidad en donde tiene lugar la aplicación y las operaciones de la psicología. El afán diagnóstico nos llevó a mantener una actitud de balance entre las posiciones apologéticas y catastróficas en relación con el papel que tiene la psicología en las sociedades contemporáneas. Para alcanzar este objetivo, se buscó mostrar el entramado de «conexiones y de flujos distantes» que se hacen visibles gracias a y en razón de la aplicación de la psicología. En la medida en que todavía estamos envueltos en el proceso investigativo, seguramente nuevos movimientos oportunistas serán todavía necesarios, así como seguramente aparecerán nuevas in-

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Entre bendiciones y perjuicios. Mapeando el lugar y las operaciones de la psicología en relación con el trabajo en el sector de la salud en Bogotá

teracciones que darán lugar a otras interpretaciones del material de campo, las cuales nos darán indicios de cómo ocurre el proceso de psicologización. Apenas hemos proporcionado algunos esbozos de las relaciones entre las experticias «psicológicas» locales y globales. Experticias que son cada vez menos formadas en alguna de las ramas de la disciplina. En este movimiento, acercamos los contenidos intelectuales a las dinámicas sociales. De esta manera contribuimos a destituir la pretenciosa aspiración de algunas psicologías a reclamar un estatus por encima del bien y del mal, como también aportamos elementos que muestran la enmarañada preparación que se presenta antes de que sea posible ejecutar actos de gobierno de las poblaciones.

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Hernán Camilo Pulido-Martínez_Claudia María García_Luz Mery Carvajal-Marín_Iván Darío González

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