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*skĭna 'barrita', 'tibia'; cf. a. al. ant. scina 'tibia', 'alfiler'. 1. f. Arista, parte exterior del lugar en que convergen dos lados de una cosa, especialmente las paredes ...
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Esquinas

AIZPEA GOENAGA

La guerra es la guerra. No es ningún teatro... En la guerra hay mucha gente a tu alrededor, pero siempre estás solo, porque ante la muerte el ser humano siempre está solo. ... la vida humana es un regalo tan grande... ¡El mayor regalo! Las personas no somos dueñas de ese regalo... Svetlana ALEXIÉVICH, La guerra no tiene rostro de mujer, 2015

Esquina 1 Del gót. *skĭna ‘barrita’, ‘tibia’; cf. a. al. ant. scina ‘tibia’, ‘alfiler’. 1. f. Arista, parte exterior del lugar en que convergen dos lados de una cosa, especialmente las paredes de un edificio. 2. f. desus. Piedra grande que se arrojaba a los enemigos desde lugares altos. las cuatro esquinas 1. f. pl. Juego infantil en el que cuatro niños ocupan rincones o lugares señalados y otro que queda sin puesto trata de llegar a uno libre mientras los demás cambian de lugar. darse alguien contra, o por, las esquinas 1. locs. verbs. coloqs. Darse contra las paredes. de esquina 1. loc. adj. Dicho de una habitación: Que da a dos fachadas en ángulo de un edificio. doblar la esquina 1. loc. verb. Pasar de una calle a otra transversal. estar en esquina dos o más personas 1. loc. verb. coloq. Estar opuestas o desavenidas entre sí. hacer esquina un edificio 1. loc. verb. Estar situado en la esquina de la manzana o del grupo de que forma parte. pedir alguien esquina 1. loc. verb. Méx. Darse por vencido.

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Diccionario de la lengua española (23.a ed.), RAE, 2014. Consultado en www.rae.es.

Esquinas Dramatis personae AINHOA: 35 años (2010). Impulsora de la asociación A.M.A., proyecto con perspectiva de género para la paz y la convivencia. Era una niña cuando mataron a su padre. SARA: 39 años (2010). Vive su dolor en silencio. Sufrió torturas. No duda en incorporarse al proyecto. ELENA: 48 años (2010). Después de muchos años viviendo en el extranjero vuelve a “casa”. Tuvo que marcharse con su familia huyendo de la amenaza del impuesto revolucionario. Quiere cerrar heridas. MARI CARMEN: 42 años (1982). Madre de Ainhoa. KEPA: 45 años (1982). 74 años (2011). Vecino de Mari Carmen y persona en la que se apoyará después del asesinato de su marido. AGENTE: Encargado de atender a Mari Carmen en el hospital. PILI: 40 años (1982). Cuñada de Mari Carmen. PAZ: 75 años. Amiga y paciente de Sara. A su hijo, agente de las fuerzas de seguridad del Estado, lo mataron haciendo estallar su coche. JON (VOZ TELÉFONO): 50 años. Amigo de la juventud de Elena. ELENE: 18 años. Hija de Jon.

Imágenes Grabación de un concierto de mediados de los setenta. Grabaciones testimoniales de mujeres víctimas de violencia.

Tiempo Esta obra transcurre en diferentes momentos que van desde 1975 hasta 2018.

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Índice de escenas 1. ASOCIACIÓN A.M.A. (ANDRA-ASKE MUGIMENDUAREN AHOTSA), 2010 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207 2. UNA PUERTA SE ABRE (1976) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211 3. CANTO A LA LIBERTAD (1975) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215 4. SILENCIOS PARA SOBREVIVIR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217 5. SIN SUELO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221 6. NOTAS DISCORDANTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 7. MIRAR DE OTRA MANERA HACIA DELANTE. . . . . . . . . . . . . . 235 8. LEVANTANDO LA TAPA DEL SILENCIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241 9. OLOGUALABA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245 10. EN MI NOMBRE... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249 11. DETRÁS DE LAS ESQUINAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251 12. LA VIDA EN LA PECERA (1985) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255 13. LAS MANOS QUE ATRAPAN LA LLUVIA . . . . . . . . . . . . . . . . . 259 14. EL PERDÓN A LA CARA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261 15. EL BANCO DE REÍR Y LLORAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265 16. AMAIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269

Imagen: Lluvia de piedras.

1 ASOCIACIÓN A.M.A. (ANDRA-ASKE MUGIMENDUAREN AHOTSA), 2010 Ainhoa, Sara y Elena están trabajando en torno a una mesa, con un portátil, en un espacio indeterminado. Se nota que llevan horas. Están cansadas. SARA.— ¿Tenéis miedo, o es algo que solo me pasa a mí? ELENA.— ¿Miedo a qué? SARA.— A que no se nos entienda. A que nos consideren una locas. A que nos vean como unas oportunistas. A que nadie nos haga caso. AINHOA.— O a que consigamos mucho más de lo que imaginamos. Silencio. No es momento de dudar, sino de actuar. SARA.— Ya, pero... AINHOA.— ¿Qué? SARA.— Nada. Silencio. AINHOA.— ¿No queréis dejar de ser por una puñetera vez la hija, la madre, la hermana, la novia de...?

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ELENA.— Pero ¿el género es tan condicionante en todo esto? ¿Tú crees? AINHOA.— ¿Que si creo? Lo sé. Y lo estudiaremos. Silencio. SARA.— Me da miedo que nos hagan daño. Silencio. Que nos rompan la ilusión y las ganas de pelear, otra vez. Silencio. ELENA.— Estamos cansadas. Llevamos... más de seis horas con los estatutos... y todavía nos queda lo del artículo. ¿Queréis que lo dejemos por hoy, o pido otra pizza? SARA.— No, no, por mí no, mejor que terminemos con los estatutos y... ya está. Además, tengo escrito un borrador del artículo. AINHOA.— ¿En serio? ¡Qué bien! SARA.— Pero habrá que darle unas cuantas vueltas. AINHOA.— ¿Cuándo hay que entregarlo? ELENA.— Mi amigo me dijo que si queremos que salga el domingo deberíamos entregárselo el viernes antes del mediodía. AINHOA.— ¿Mañana? ¡Dios! (Estirándose y respirando profundamente) Un minuto de descanso y volvemos... Elena se sienta delante del ordenador y empieza a leer.

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ELENA.— ¿Pizzas? AINHOA.— No... más no, por favor. SARA.— La próxima vez traeré fruta. ELENA.— Esto de la página 3, me gusta: “El objetivo de la ascociación...”. AINHOA.— Es una errata. ELENA.— Pero me gusta. Lo podemos dejar así, seguro que viviremos muchos momentos de asco-ciación. SARA.— Hay una palabra que quisiera evitar, me molesta... ELENA.— ¿Cuál? SARA.— “Sufrir”. ELENA.— Pero si esa nos sale por todas partes. SARA.— Ya, pero la asocio con resignación... AINHOA.— Cuando miráis hacia atrás, ¿no tenéis la sensación de haber estado siempre en un lugar erróneo? ELENA.— ¿Como... exiliadas de la vida que nos correspondía? AINHOA.— O ser un decorado en una violencia cruzada. SARA.— Yo siempre tengo miedo a... hablar... AINHOA.— Sí, al margen, quietas, calladas... esa es la fotografía de nosotras durante todos estos años. Y lo peor es que además

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nos cargan con el mito del “matriarcado vasco”, como si en todo esto las mujeres hubiésemos tenido voz. Ese falso mito nos quiere hacer culpables de algo de lo que, desde luego, no somos responsables. SARA.— Lo tenemos todo en contra. Y ahora mismo ni tenemos un partido detrás que nos apoye, ni un medio de comunicación, ni un nombre. Lo único que tenemos es un objetivo que provoca rechazo en la gente, que no interesa, y encima... somos tres, ¡tres! ELENA.— Te falta decir “y el del tambor”. SARA.— Pero es que, por no tener, no tenemos ni a la del tambor. AINHOA.— Pero hemos pedido un local. ELENA.— Dejadme terminar de leer esto... que así no hay manera. Sara y Ainhoa se apartan mientras Elena sigue leyendo el documento en el ordenador.

2 UNA PUERTA SE ABRE (1976) Mari Carmen está en su casa, ocupada en una tarea doméstica cotidiana, mientras escucha la radio. Suena el teléfono. Lo deja todo y apaga la radio antes de responder la llamada. MARI CARMEN.— Soy yo, sí, Mari Carmen Esteban, ¿quién me llama? (...) ¿Cómo? ¿Del Gobierno Civil? (...) ¿Qué pasa? (...) ¿Qué? No puede ser. Pero si mi marido es fontanero. (...) ¡Ay! Sí. Sí. (...) Pero ¿y los niños? Tengo que recoger a los niños y... ¡Ay Dios, ay Dios!... (...) Sí, estoy sola, sí. (...) No sé cómo me voy a arreglar. No, es que nos mudamos no hace mucho y no conozco a... ¡Ay Dios! (...) Al hospital provincial, ¿no? (...) Pero ¿cómo está? ¿Es muy grave? (...) Sí, ahora mismo iré. Pero es que los niños... No sé cómo pero iré. (Cuelga. Siente que se le cae el mundo) Ay, Juanjo, ay ama, ay ama, ay ama... Los niños. Sin saber muy bien qué hacer, Mari Carmen sale de casa al descansillo de su planta. Angustiada, empieza a tocar timbres, cada uno tiene un sonido diferente. Ninguna puerta se abre. Vuelve a entrar en casa. No sabe qué hacer. Coge el teléfono. Cuelga. Coge una gabardina y un bolso. Vuelve a salir al descansillo y vuelve a tocar los timbres con más urgencia. Nadie responde. Golpea angustiada las puertas del rellano. Al otro lado de una de ellas se oye la voz de un hombre. KEPA.— ¿Quién es? MARI CARMEN.— Hola, soy la vecina del C.

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Kepa abre la puerta. Perdón, es que es una emergencia. Tengo que ir corriendo al hospital, porque mi marido... no sé qué le ha pasado a mi marido. Me acaban de llamar del Gobierno Civil que ha pasado algo, un atentado o no sé... pero mi marido está mal. Tengo que ir enseguida al hospital. Y mis tres hijos están en el colegio... KEPA.— ¿En el colegio Santiago? MARI CARMEN.— Son pequeños y no tengo quien vaya a recogerlos. Salen a las cinco. ¿Podría ir a buscarlos, por favor? KEPA.— Es que yo... tengo que ir a trabajar. Silencio. Ya me arreglaré como sea. Los recojo y los traeré a casa. No se preocupe. MARI CARMEN.— No sabe cuánto le agradezco. KEPA.— Solo falta. ¿Cómo va a ir al hospital? MARI CARMEN.— No lo sé. No lo había pensado. ¿En tren? No... KEPA.— ¿No puede avisar a algún familiar, o a algún amigo? MARI CARMEN.— Es que aquí no conozco a nadie, vinimos hace un par de meses y... está mi cuñada pero viven a media hora. KEPA.— Mejor será que vaya cuanto antes... MARI CARMEN.— Sí, sí.

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KEPA.— Coja un taxi. En la plaza habrá alguno, y si no pregunte en el bar Izkina. Dígales que llamen a Joxe Mari de mi parte. MARI CARMEN.— Gracias, gracias... KEPA.— ¿Quiere que la acompañe? MARI CARMEN.— No, si recoge a los niños y los entretiene un rato hasta que vuelva... me quedo más tranquila, es que... KEPA.— No se preocupe de los niños. Les compraré helado. MARI CARMEN.— Gracias. (Yéndose) KEPA.— Espere, ¿cómo se llaman? MARI CARMEN.— Joxe Mari. KEPA.— No. Sus hijos. MARI CARMEN.— Ainhoa, Juan y Ane. Almazán Esteban. Ainhoa, Juan y Ane... Gracias. (Yéndose) KEPA.— Que vaya todo bien. Yo... soy Kepa. Para cuando dice esto, Mari Carmen ya se ha ido. Se oye la voz del locutor en un pequeño transistor. VOZ DEL LOCUTOR.— ... su estado es crítico. Estamos a la espera de más información sobre el último atentado que ha ocurrido este mediodía en un bar. No tenemos más detalles sobre este hecho, pero en cuanto recibamos alguna noticia les informaremos... Kepa entra en la casa. Se apaga la luz. Suenan los acordes de una guitarra...