El hombre de las emergencias

gentes de las veredas y de la sombra de los puentes. Su misión era sencilla: rastrear la ciudad, ir .... de un padre pidiéndole que salve a su hijo, o el dolor de un ...
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INFORMACION GENERAL

Sábado 23 de enero de 2010

I

EN BARADERO

Historias con nombre y apellido | JORGE BOTTO

Creen que hay un caso de dengue autóctono

El hombre de las emergencias Continuación de la Pág. 1, Col. 2 caciones, el portero no tenía las llaves y los vecinos veían desde las ventanas interiores los dos cuerpos descoyuntados en el patio inaccesible. Salió corriendo y pidió desde su radio Motorola la intervención de los bomberos. Lo hizo con vehemencia. Esos minutos que mediaron entre el llamado y la llegada de la autobomba fueron desesperantes. Finalmente, un bombero trajo un hacha y tiró abajo la puerta a fuerza de golpes. Botto cruzó el departamento vacío y salió al patio. Se dio cuenta de inmediato de que la madre estaba muerta, pero la médica revisó unos instantes a la niña y le dijo lo insospechable: respiraba. Fue entonces cuando el chofer cargó cuidadosamente a la niña, caminó con ella varios metros con celeridad y a la vez con delicadeza extrema y la metió en la ambulancia. La médica se acomodó a su lado, él cerró las puertas de atrás, se puso frente al volante y se paró en el acelerador. Reconoce que tenía un fierro en la boca del estómago y que anduvo en zigzag, atronando con la sirena, buscando los huecos y atajos entre el tránsito, en una carrera demencial, en una dramática lucha contra la ciudad para llegar a tiempo. En la guardia constataron que la nena tenía fracturas múltiples, y un grupo de cirujanos y enfermeros del trauma se abocaron a ella con decisión. Botto, como cualquier chofer de emergencias, se separa inmediatamente de la víctima y se ocupa de otros asuntos. Da una vuelta de página para no involucrarse y para que el desenlace no le duela. Pero en este caso Botto anhelaba que se salvara, y por más que quería sacarse a la niña de la cabeza no podía. Estuvo en vilo un tiempo, preguntando a cada rato: “¿Zafó, zafó?”. Hasta que, finalmente, le confirmaron que había zafado. Respiró aliviado por primera vez y recién entonces se dispuso a olvidarla. Como se ve, no pudo hacerlo, porque me está contando estos tristes acontecimientos muchos años después, no bien le pregunto por sus experiencias más intensas. Y eso que tiene muchas. Jorge es un veterano retirado de las calles. Ronda ahora los 67 años y hace ya un tiempo que no anda recogiendo accidentados, heridos, moribundos o directamente cadáveres de las aceras de Buenos Aires. Aunque ésa fue su tarea central durante décadas. Me cuenta que dejó su lugar a los más jóvenes, pero que sigue manejando una Kangoo para el director médico del SAME: lo acompaña a todos lados. * * * Entró en esta peligrosa profesión en 1982, cuando desde la Dirección de Paseos pidió el pase al Cipec. Envidiaba siempre a los bomberos y a los médicos: le gustaba el rescate de personas. Terminó en el Servicio de Atención Médica de Ambulancia. Allí trabajó primero en dos unidades que tenían, en la jerga, nombres más bien truculentos: Piojera y Morguera. Eso quiere decir que Jorge conducía una ambulancia que trabajaba levantando indigentes de las veredas y de la sombra de los puentes. Su misión era sencilla: rastrear la ciudad, ir metiendo en la ambulancia a los mendigos y llevarlos a los hospitales municipales. Allí, a los menesterosos los higienizaban, los despiojaban, los atendían y los curaban. Eran, por lo general, alcohólicos con heridas agusanadas y piojos. Gente que se resistía incluso a ser beneficiada por el sistema médico. Botto tenía que persuadirlos y, a veces, subirlos de prepo. Más tarde pasó a revistar en La Morguera. Allí lo enviaban a buscar restos mutilados o cadáveres enteros a hospitales y morgues y llevarlos a los cementerios para que fueran cremados. Se trataba, invariablemente, de personas desconocidas, NN que nadie reclamaba. Botto se tomaba ese trabajo, digno de Boris Karloff, con humor negro, salvo cuando tenía también que ir a buscar ataúdes pequeños a maternidades públicas, y se le arrugaba el corazón. Después, por suerte y pericia, pasó a ambulancias de traslado, y se fue capacitando en primeros auxilios, respiración, utilización de las paletas del cardiofibrilador, colocación de férulas y collares, entablillamiento en la vía pública y otras maniobras operativas. Las ambulancias no incluían, en aquellos tiempos, enfermeros para asistir al médico. Los enfermeros eran directamente los choferes. De manera que Botto hizo de todo a lo largo de sus interminables años de servicio. “Ser chofer de ambulancia es una vocación –jura–. Y a mí me pasó algo que corre contra la lógica. Al principio me iba haciendo duro para sobrevivir, me formaba una coraza, pero con el tiempo me fui desprendiendo de ella y me fui sensibilizando.”

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Sería el primero del año en Buenos Aires

MARCELO TUCUNA

Jorge Botto ya no corre con las ambulancias, aunque sigue manejando para el SAME Recuerda desde esta sensibilidad el día en que los llamaron porque se estaba incendiando un colegio de niños discapacitados en Saavedra. Llegaron muy rápido, pero igualmente ya era tarde para todo. Los chicos estaban carbonizados. Entraron en ese infierno y salieron trastornados y afligidos. Se sentaron afuera y, contra el mandato de la frialdad profesional, la médica que acompañaba a Botto lo tomó de la mano: los dos se pusieron a llorar sin consuelo. Cada vez que volvía a casa Jorge miraba a sus dos hijas y recordaba a los niños muertos o agonizantes de ese día, a los bebes fallecidos en la cuna, a los chicos perdidos de este mundo cruel, y sentía escalofríos. Evoca con una mínima sonrisa un extraño caso en el que el destino se apiadó de ellos. Fue cuando le ordenaron trasladar desde el hospital Pirovano hasta el Gutiérrez a un niño de 9 años que había perdido el conocimiento. El chico estaba como dormido desde hacía dos días y en Terapia no podían despertarlo. La preocupación iba en aumento, y decidieron darle otro tratamiento en un hospital especializado. Botto cargó al niño y salió de madrugada. Puso la sirena y, a pesar del ruido, un peatón que venía distraído y trasnochado cruzó la avenida Forest de un modo suicida, y el chofer de la ambulancia tuvo que hacer un giro para no atropellarlo. El movimiento fue demasiado brusco y, en el habitáculo trasero, el niño dormido cayó de la camilla. Cayó de la camilla y en ese momento despertó. Diez días después, el padre fue al hospital y empezó a buscar a Jorge Botto por todas partes para darle las gracias, como si el

JORGE BOTTO CHOFER DE AMBULANCIAS DEL SAME

Quién es: un chofer-enfermero que estuvo en muchísimas emergencias. Tiene 67 años, dos hijas y un nieto. Sigue trabajando en el SAME, pero ya no en la calle. Qué es el SAME: un servicio de atención médica de emergencia que depende del Ministerio de Salud de la ciudad. Hace 1000 auxilios diarios. Entre otros automotores, tiene más de ochenta ambulancias de auxilio y varias ambulancias pediátricas y para emergencias psiquiátricas, 3 unidades coronarias móviles y 2 unidades de catástrofe. Ese día murieron sesenta y cinco hombres y mujeres, pero tuvieron heridas graves y leves más de treinta personas. Jorge vio allí gente quemada, herida, mutilada y muerta. También, pasajeros doloridos o alucinados. Estuvo toda esa noche maldita yendo y viniendo, cargando primero a personas con quemaduras y, al final, las bolsas llenas para las morgues. * * * Los conductores de ambulancia no se salvan, por supuesto, de las balaceras. Botto me cuenta que un domingo los mandaron a Núñez. Llegaron rápido y sobre la calle Lidoro Quinteros todavía se estaban disparando. Cinco tipos habían querido entrar por la fuerza en la casa de Eduardo Menem y los custodios habían respondido a los tiros. Un sargento murió y un cabo salió herido de esa noche.

Cada vez que volvía a casa, miraba a sus dos hijas y recordaba a los niños muertos o agonizantes, a los bebes fallecidos en la cuna, a los chicos perdidos de este mundo cruel, y sentía escalofríos chofer hubiera producido intencionalmente una suerte de milagro. Todavía recuerda el 31 de agosto de 1999, cuando a las nueve de la noche le avisaron que lo necesitaban en la zona del Aeroparque. Salió a toda velocidad, con la sirena puesta y con información errónea. Le decían que se había precipitado al río un pequeño aeroplano. Cuando llegó a la Costanera descubrió que era un Boeing 737 de LAPA. A las 20.54 el avión había iniciado la carrera para despegar, se había salido de la pista, roto las vallas, cruzado la avenida y chocado con unas máquinas viales y un terraplén.

“Los choferes estuvimos siempre expuestos a esas eventualidades –me dice–. Un compañero fue a hacer un auxilio en Alvarez Thomas y salió un hombre armado y le tiró con una escopeta. Se salvó por un pelo, pero, imaginate, quedó golpeado emocionalmente.” Botto está retirado desde hace unos años de esos peligros, pero se preocupa por los choferes actuales del SAME. Viajan ahora con un enfermero a bordo, pero la calle se volvió mucho más riesgosa que nunca. Antes Botto entraba despreocupadamente en las villas; hoy, ingresar en ellas sin custodia de un pa-

trullero equivale a convertirse en un blanco móvil. Los choferes actuales son víctimas de asaltos, les roban en medio de la confusión de la emergencia los elementos médicos y les recriminan a los gritos y a veces a golpes de puño que lleguen tarde en una ciudad con un sistema de salud colapsado. Asevera el viejo trajinador de las noches y las urgencias que “los muchachos no son héroes, pero cuando por primera vez se sientan al volante de una ambulancia cambian y se vuelven distintos. Esto es una vocación profunda. Todos rinden por encima de lo que les piden. Y no laburan ni por la plata ni por el placer, sino por la vocación de servicio. Hacen mil auxilios diarios”. Y en ocasiones llegan temprano donde no pasa nada, porque aunque parezca increíble hay una legión de bromistas pesados que marcan el 107 y juran que dos colectivos chocaron en determinada esquina o que hay un herido grave en un barrio lejano. La radiooperadora no tiene forma de chequear si se trata de un chiste o de una tragedia de proporciones, entonces las ambulancias salen y salen sin saber con certeza qué les espera en la jungla. “Hace dos meses, un paciente que traían en una ambulancia se brotó, le pegó una trompada al chofer y otra al enfermero, abrió la puerta y empujó a un médico del Argerich –dice Botto, para graficar–. El médico cayó del coche andando, y hubo que reducir al paciente. Y, después, llamar a otra ambulancia para socorrer al médico, que había quedado maltrecho.” El hombre que no podía ver morir a los niños tiene ahora un nieto pequeño, que es capaz de convencerlo de cualquier cosa. Jorge fue operado hace un tiempo de la columna y entonces pasa más tiempo con su familia, después de tantos años de ausencia por causa noble. De vez en cuando recuerda los gritos de un padre pidiéndole que salve a su hijo, o el dolor de un paciente que lo observa con mirada nublada. En ocasiones se despierta de una pesadilla y se sienta en la cama con la falsa pero vívida sensación de que lo han llamado para un auxilio y que debe salir corriendo. Pero siente un amor tan grande por aquella vieja y salvaje vocación que parece echarla de menos. Parece, por un momento, como si Jorge Botto anhelara ponerse detrás de un volante, prender la sirena y llegar puntualmente a un lugar de Buenos Aires. Tal vez lo que extrañe no sea conducir una ambulancia y rescatar a alguien, sino simplemente volver a ser joven. O todo lo contrario: quizá salvar vidas sea una droga dura imposible de abandonar. Ni siquiera en el otoño de los hombres.

Un presunto caso de dengue autóctono fue detectado en el partido de Baradero, informaron ayer fuentes del área sanitaria de la municipalidad. Si se confirma, será el primer caso autóctono en Buenos Aires desde que comenzó la temporada estival, cuando más prolifera esta enfermedad viral. Aunque los primeros estudios confirmaron que se trataba de dengue, los especialistas remitieron las muestras de sangre al Instituto Maiztegui, de Pergamino, para su confirmación. En declaraciones a Radio Provincia, el director de Atención Primaria de la Salud del distrito, Julián Gómez, explicó que se trata de un hombre de 60 años que estuvo internado y ya fue dado de alta, y que hace una vida normal, aunque continúa bajo tratamiento específico. Sobre las sospechas de que se trate de un caso autóctono, Gómez explicó: “Tenemos altas probabilidades de que sea un dengue propio porque en la vivienda de este hombre se encontró un mosquito de la variedad Aedes aegypti y el paciente no salió del país; es decir que se habría contagiado en la ciudad”. Ante este caso, el Ministerio de Salud bonaerense analizó más de 1300 muestras del Aedes aegypti en 69 distritos de la provincia e informó que 176 de ellas dieron resultados positivos. “El 13,7 por ciento de las 1327 muestras de ovitrampas y larvitrampas que la cartera sanitaria ordenó analizar dieron positivo y son transmisores del dengue”, advirtieron desde el ministerio. “El hallazgo que más llamó la atención de estas muestras fue la aparición de ejemplares adultos de Aedes aegypti en el municipio de Balcarce, porque esto implica que se encontró el mosquito vector del virus incluso más al sur del paralelo 36.5, que hasta el año pasado era el punto más austral en el que se había encontrado esta especie”, detalló Luis Crovetto, director provincial de Medicina Preventiva del Ministerio de Salud. Desde la cartera sanitaria bonaerense se informó que, en lo que va de 2010, se encuentran en estudio 27 procesos febriles que, dentro del diagnóstico diferencial, incluyen el de dengue.

En el resto del país El 16 de diciembre pasado fue confirmado el primer caso de dengue de la temporada de calor en el país. Se trató del caso de un ex gendarme que vive en Puerto Iguazú y que solía cruzar la frontera con Paraguay, a la altura de la localidad de Presidente Franco, donde se habían detectado varios casos de afectados con la enfermedad. En Misiones se reportaron treinta casos de dengue autóctono. El 30 de diciembre se confirmó el primer caso de dengue en la provincia de Buenos Aires, de un joven de San Nicolás. En esa ocasión se informó que se trataba de un caso “importado de México”, donde el joven había estado de vacaciones. En tanto, en la ciudad de Santa Fe se detectó el caso de una mujer que había regresado de Colombia. A las 48 horas de su arribo, la paciente comenzó con los síntomas de la enfermedad. Los especialistas recordaron que el dengue clásico se manifiesta con fiebre alta, dolores de cabeza, de ojos, articulares y musculares, además de erupción en la piel. Ante los primeros síntomas compatibles con la enfermedad se debe consultar al médico.

LOTERIAS Y QUINIELAS / SORTEOS DEL 22-1-2010 Quiniela nacional Sorteo matutino 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10 º

2768 2981 0266 8401 0561 2200 9604 7512 9381 3967

Quiniela nacional Letras: E-I-D-V

11 º 12 º 13 º 14 º 15 º 16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

0983 8265 4043 0121 9145 2439 7505 8941 0092 7323

Sorteo vespertino 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10 º

4172 7976 2233 2243 9290 9097 2684 5465 4823 5948

Quiniela nacional Letras: A-D-F-J 11 º 12 º 13 º 14 º 15 º 16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

1287 8188 9467 3931 9286 7934 4759 0076 4518 7696

Sorteo nocturno 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10 º

4149 5690 1739 5572 3971 9705 6220 4544 9223 2145

11 º 12 º 13 º 14 º 15 º 16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

0976 3962 0835 5065 5253 6130 8742 6747 7753 1705

Quiniela de la Pcia. de Bs. As.

Quiniela de la Pcia. de Bs. As.

Quiniela de la Pcia. de Bs. As.

Sorteo matutino 1º 4423 2º 4511 3º 1717 4º 4285 5º 5028 6º 2033 7º 0165 8º 8183 9º 5916 10 º 0438

Sorteo vespertino 1º 8404 2º 5544 3º 3520 4º 9648 5º 1860 6º 7425 7º 7383 8º 0152 9º 9045 10 º 4445

Sorteo nocturno 1º 9337 2º 5383 3º 1368 4º 5936 5º 2450 6º 3667 7º 4801 8º 4168 9º 4060 10 º 5002

11 º 12 º 13 º 14 º 15 º 16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

6196 1737 0449 2347 8507 5741 0570 2662 7951 6834

11 º 12 º 13 º 14 º 15 º 16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

2275 3441 7652 9465 7627 1683 6751 4396 9868 0880

Lotería de Montevideo

Club Keno Letras: A-E-H-H

11 º 12 º 13 º 14 º 15 º 16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

6505 9144 6343 1068 7893 0099 1803 4468 9199 4665

1º 2º 3º 4º 5º

02 06 07 09 12

6º 7º 8º 9º 10 º

14 22 30 31 42

11 º 12 º 13 º 14 º 15 º

50 51 53 57 59

16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 10 º

62 72 76 80 94

La Solidaria Número ganador Complementario

Loto 5

Sorteo de anoche

Sorteo de anoche

40725

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02477 30926 07838 16383 21556 08608 00969 14046 38439 15869

11 º 12 º 13 º 14 º 15 º 16 º 17 º 18 º 19 º 20 º

31103 32749 39923 27613 01685 11366 36864 02790 31165 25065

1er. premio: 1 ganador Cobra: $ 100.000 Números: 33, 2, 28, 23 y 26 4 aciertos: 35 ganadores; c/u, $ 392,70 3 aciertos: 1349 ganadores; c/u, $ 1

Quiniela Plus (Pcia. de Bs. As.)

Quiniela Poceada 8 aciertos: $ 169.994,33 (vacante). 7 aciertos: 1 ganador; cobra $ 11.300,17. 6 aciertos: 18 ganadores; c/u, $ 414,78. Letras: A-E-H-H

8 aciertos: $ 427.615,20 (vacante). 7 aciertos: 1 ganador; cobra $ 36.237,78. 6 aciertos: 59 ganadores; c/u, $ 409,46. 5 aciertos: 736 ganadores; c/u, $ 2



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