El hijo que nació de la tierra

podríamos resumirlas dicien- do que el repertorio elegido por cada uno ... 105 minutos. calificación: apta para todo público. Los Green querían y no podían.
2MB Größe 7 Downloads 120 vistas
6

|

espectáculos

| Jueves 21 de febrero de 2013

kevin ayers

cine

El hijo que nació de la tierra

Falleció el cantante de Soft Machine Kevin Ayers, una de las voces más singulares del pop británico de las últimas décadas, falleció en Francia a los 68 años, según difundieron ayer varios medios británicos. El cantante y fundador de Soft Machine, influyente banda de música psicodélica de los años 60, trabajó también con Mike Oldfield y Brian Eno y, como solista, editó 17 discos. El último de ellos,The Unfairground, de 2007, contó con la participación de toda una nueva generación de músicos que lo reconoce como maestro: de Teenage Fanclub a Gorky’s Zygotic Mynci. ß

la extraña vida de timothy green (the odd life of timothy green, estados unidos/2012) . ★★ regular. dirección: Peter Hedges. guión: Peter Hedges y Ahmet Zappa. fotografía: John Toll. edición: Andrew Mondshein. música: Geoff Zanelli. elenco: Jennifer Garner, Joel Edgerton, CJ Adams, Odeya Rush, Shohreh Aghdashloo, Rosemarie DeWitt, David Morse, M. EmmEt Walsh, lois smith, lin-manuEl miranda, diannE WiEst, ron livingston, JamEs rEbhorn, Common. distribuidora: Buena Vista. duración: 105 minutos. calificación: apta para todo público.

L

os Green querían y no podían concebir hijos, ya habían probado muchos tratamientos. No podían hasta que… Y se lo relatan a empleados de la oficina de adopción. Les cuentan que tuvieron un hijo que nació de la tierra del jardín de su casa, a partir de una caja enterrada ahí con papelitos con deseos y características para el niño soñado, regada por una lluvia torrencial y mágico-milagrosa. Relatan en flashbacks que fueron padres de Timothy, que apareció ya con unos 10 años de vida y hojas verdes en las pantorrillas. No hay explicación, vamos directo a la vida de padres e hijo. Situaciones diversas: familia, colegio, compañeritos crueles, enamoramiento de una chica, performances artísticas y deportivas. De fondo, y a veces de figura, la crisis laboral de la peque-

ña ciudad “capital mundial del lápiz” porque, claro, ya nadie compra lápices en este mundo de hoy. Pero el mundo de hoy sólo se intuye en la película por los modelos de los coches y la presencia de celulares. Más allá de eso, el ambiente y las actitudes son entre atemporales y de cuento de hadas estático. O más bien se basan en el imaginario conservador idealizado y pasteurizado de los “perfectos e inocentes cincuenta” en las pequeñas ciudades de Estados Unidos (aunque con integración racial). Los malos son los ricos, y también un poco algunos familiares, por ser exigentes y competitivos. Pero a pesar de los clisés ésta es una película sin centro, no muy convencida de qué es lo que quiere contar ni desde dónde. No hay punto de vista, ni siquiera moraleja bien lograda: sobrevue-

Cine Un intento fallido, que juega con la realidad y la fantasía lan por ahí ideas acerca de “lo difícil de ser padres”, “no se puede pretender la perfección”, “no deberíamos cargar a nuestros hijos con nuestras frustraciones”. Pero todo eso está mejor y con mayor brevedad en “Esos locos bajitos”, de Serrat. El acercamiento a la historia (ya de por sí difícil) se diluye entre un simplismo irritante, difusas enseñanzas, actuaciones acartonadas y notas falsas por todos lados. Un ejemplo especialmente evidente de todo esto se da en el partido de fútbol clave: el montaje no deja ver las jugadas, las jugadas se actúan mal (los chicos apenas corren, di-

rigidos para cumplir su triste rol de dejar pasar al protagonista), el protagonista tarda demasiado en hacer las cosas, todos sobreactúan los gestos como en una obra escolar. El cierre del pasado del relato es tan arbitrario y huérfano –emocionalmente hablando– como su inicio. La película juega con un nene “fantástico pero real” con una irresponsabilidad reprochable: el camino al infierno fílmico está lleno de buenas intenciones y también de estéticas ñoñas. Este producto tremendamente fallido parece darle la razón a la recordada crítica estadounidense Pauline Kael, que en los sesenta

ClásiCa

Beatriz y Benedicto, en la ópera y los periódicos Pola Suárez Urtubey —PARA LA NACIÓN—

H

ector Berlioz (1803-1869), tan audaz como a menudo despreciativo, pasó parte de su vida desdeñando la opéra-comique. O al menos sintiéndose extraño a ese mundo. Hasta que llegado a sus cincuenta años se le presenta la oportunidad de desenterrar un casi olvidado proyecto de llevar a la escena una adaptación de la comedia de Shakespeare, Much Ado about Nothing (Mucho ruido para nada). Aquel germen de 1833, posterior en tres años al estreno de su triunfal Sinfonía fantástica, había quedado olvidado hasta que al ingresar en la década de 1860, la última de su vida, renace con el encargo apetecible de una obra para la inauguración del teatro de Baden-Baden, la célebre ciudad alemana de aguas termales, donde Berlioz venía dirigiendo conciertos desde 1853 durante la temporada estival. Puesto a concretar

aquel lejano pensamiento en torno de un género que no sentía afín a su dramática personalidad creadora, lo cierto es que de aquel Mucho ruido… de Shakespeare extrajo tema y personajes para su Béatrice et Bénédict, ópera en dos actos que tuvo su estreno en Baden en 1862. En París se la conoció en la temporada de 1890 de la Opéra-Comique, con partes habladas y cantadas, hasta que hace casi medio siglo (1966), en la misma sala, se la escuchó con recitativos, cantados por tanto, realizados por Tony Austin. En realidad, Beatriz y Benedicto no son los protagonistas absolutos de la pieza de Shakespeare. Hay otra pareja esencial, pero nuestros héroes encarnan, desde el siglo XVI, a un dúo peleador y lleno de ocurrencias y divertidas ingenuidades. Solo que Berlioz los asciende a primer plano y convierte a la historia en una

mezcla sutil y alambicada del tema del amor y del matrimonio. Ya imagino, con este introito, que ustedes deben esperar –sedientos, como estamos en Buenos Aires, de novedades en materia de títulos operísticos– que yo les anuncie el próximo estreno de Béatrice et Bénédict, de Berlioz. ¿Es así? Pero no… lo lamento si he creado falsas expectativas. También en los diarios Fue mi colega Alberto Bellucci, arquitecto, director del Museo de Arte Decorativo de nuestra ciudad y gran experto, como todos saben, en asuntos musicales, quien me sugirió que trate de poner algún orden entre los aficionados de la ópera, pues andamos últimamente con las mentes tan complicadas (por no decir enloquecidas) como para sospechar que entre aquella Beatriz y aquel Benedic-

to de Shaskespeare -Berlioz podría haber alguna lejana relación con los homónimos que hoy nos asaltan casi a diario desde las páginas de los periódicos. Porque Beatriz de Holanda sólo se ha propuesto ceder el 30 de abril el cetro real a su hijo Guillermo Alejandro y su mujer, Máxima Zorreguieta, mientras que el papa Benedicto ha dejado congelados a sus millones de seguidores con su inesperada dimisión para este fin de mes. Tal vez por eso los nombres de Beatriz y Benedicto estén dando vuelta en la cabeza de medio mundo. Tengo la ilusión de que en una de ésas, distraídos, algunos directores de nuestras entidades líricas oficiales y privadas se interesen por hacernos reír con las ocurrencias de los personajes berliozianos… ¿Por qué no? Aunque sea para la temporada 2014… Y de paso, por favor… ¡para renovar el repertorio!ß

allegro

La pregunta nada inocente de Otto Klemperer gran maestro. En varias oportunidades, en este espacio hemos traído a colación a Otto Klemperer. Es que no sólo fue uno de los más grandes directores de su generación y de todo el siglo XX, sino que también fue un hombre de una célebre irritabilidad, que, a través de un uso particularmente penetrante de la ironía, promovía situaciones dignas de ser compartidas. Así, tuvimos historias en las que su socarronería se abatió sobre Arthur Schna-

bel, Maria Callas, Paul Hindemith, Rudolf Kolisch, Dietrich FischerDieskau, Lotte Lehman y sobre empresarios y músicos de orquesta. Mstislav Rostropovich también tuvo la oportunidad de comprobar esa causticidad, en aquella ocasión, vestida de pregunta inocente y rematada con un consejo. A comienzos de los años 70, Klemperer, que ya estaba en sus ochenta, se estaba retirando de la dirección y cerrando, además, su larga y muy fructí-

fera asociación con la Philharmonia Orchestra. Habida cuenta de su precario estado de salud, Klemperer dirigía cada vez menos y, en su reemplazo, eran llamados otros directores, situación que comprendía, pero que también le disgustaba sobremanera. Rostropovich, que hacía poco había comenzado a dirigir, vivió en directo ese malestar. Estaba trabajando con la orquesta cuando el concertino le hizo saber que el gran maestro estaba sentado en la

platea. Rostropovich interrumpió el ensayo, se dirigió a Klemperer con el mayor de los respetos y, con cierta ampulosidad, le hizo saber de su felicidad por haber sido convocado para dirigir a la Philharmonia, la orquesta del director más grande de Europa. “Es un sueño hecho realidad”, concluyó. Vertiginoso y nada anciano, Klemperer sacó a relucir toda su malignidad: “Rostropovich, usted sigue tocando el chelo, ¿no? Yo no lo dejaría”.ß Pablo Kohan

buena vista

llamaba la atención sobre la injusticia de no reconocer lo suficiente a los buenos guionistas, que así, por deseo de notoriedad, se convertían en directores sin estar del todo capacitados para ello. Peter Hedges pasó a la dirección luego de algunos guiones como el de ¿A quién ama Gilbert Grape? (basado en su propia novela) y el de la excelente About a Boy. Y se convirtió en un director mediano (Pieces of April, Dan in Real Life). A esa medianía le sumó ahora este desconcierto, este producto aguachento que tiene como mínimo e insuficiente consuelo una agradable iluminación de John Toll.ßJavier Porta Fouz

Se reabre el SHa y cierra el gaumont El cine de arte recupera a partir de hoy uno de sus espacios tradicionales. Con la proyección de Casablanca, a las 15, y el estreno de Germania, a las 17, se reanudan las funciones de la Fundación Cinemateca Argentina en el teatro SHA, Sarmiento 2255. En tanto, el Incaa anunció que el cine Gaumont permanecerá cerrado desde hoy por trabajos de renovación, por lo que a partir del 28 de febrero la programación del complejo, dedicado casi en su totalidad al cine argentio, se trasladará durante ese tiempo al Monumental, Lavalle 836 ß

La guitarra clásica hace buenas migas con los jóvenes enCuentro. Conciertos, enseñanzas y charlas en las sierras de Córdoba LA FALDA, Córdoba.– En la noche del sábado, resonaron las seis cuerdas en los dedos de una treintena de jóvenes en este Encuentro Internacional de Guitarra Clásica. Fue la despedida de esta octava reunión consecutiva en estas bellas serranías de Córdoba. Las noches del jueves y del viernes veintiséis de ellos asumieron el protagonismo. La primera vez en la bellísima ciudad de La Cumbre, y la segunda, en esta Casa Betania, de La Falda, donde se desarrollaron las clases individuales y grupales de cámara, las conferencias y los conciertos que desde el 10 de este mes estuvieron ofreciendo los cuatro profesores (Berta Rojas, de Paraguay, y los argentinos Eduardo Isaac, Pablo De Giusto, y el organizador y coordinador, Carlos Groisman). Lo docencia no se limitó a las clases. También fueron parte fundamental la transmisión de profundos conocimientos por parte de los profesores, para enriquecer y orientar las apetencias artísticas y espirituales de estos muchachos y chicas de 20 y 30 años; las conferencias ilustradas, tanto la de Carlos Groisman sobre los Doce Estudios de Heitor Villa-Lobos para guitarra como la de Pablo De Giusto, al analizar minuciosamente la música de Carlos Guastavino para guitarra (las tres sonatas), y la de Eduardo Isaac, referida a los compositores no guitarristas en el desarrollo del repertorio para la guitarra, y sobre todo sus sabios consejos a los jóvenes para despertar sus inquietudes y su curiosidad musical a fin de ensanchar su horizonte artístico y estético. A ellos se sumó el compositor Martín Lavore Lagarde, con el análisis de su propia obra. El otro aspecto digno de ser destacado en este Encuentro es la práctica de la música de cámara, en la que se incorporaron las cuerdas y los instrumentos de viento. Sobre todo por ser el arte de la guitarra eminentemente individual; una obviedad que se manifiesta claramente en los recitales solistas y que, salvo en los conciertos para guitarra y orquesta, se reduce al ámbito personal, recoleto e íntimo de cada artista intérprete. De allí el sentido de estas clases, dictadas con este fin de expandir la experiencia estilística, sonora y grupal de los guitarristas, que culminó con el concierto final. Compleja tarea será indagar en las tendencias que pudimos descubrir, de algún modo, a través de los dos conciertos ofrecidos por los jóvenes guitarristas. Quizá podríamos resumirlas diciendo que el repertorio elegido por cada uno de ellos oscila entre los compositores clásicos de la guitarra (españoles o italianos) y los

En plena tarea creadores contemporáneos, con alguna predilección por los latinoamericanos. No así las tendencias vanguardistas que, curiosamente, parecieron descartarse en estas reuniones. En la noche de cierre hay sorpresas con la música de cámara cultivada por jóvenes que llegaron de Chile, Bolivia, México y hasta Sudáfrica, y argentinos de San Juan, Córdoba, Catamarca, Neuquén, San Martín de los Andes, Jujuy, Entre Ríos, Buenos Aires…, que privilegiaron en su paseo por la música de Francisco de Tárrega, Agustín Barrios, Leo Brouwer, Castelnuevo Tedesco, Mauro Giuliani y el argentino Máximo Pujol; una catarata de Vivaldi como abundante postre de madrugada, y un estreno del joven compositor Martín Lavore Lagarde. Pero el clima de fiesta se desató con una explosiva rumba-toccata de Leo Brouwer que hicieron tronar por los aires 21 guitarras, en formidable conjunción, gracias a la mano maestra del gran Eduardo Isaac. Los premiados de este Encuentro Internacional de la Guitarra Clásica fueron Claudio Maldonado (San Martín de los Andes), Iván Buenader (Catamarca), Iván Amore (San Juan), Iván Conde, de Bolivia, y el formidable guitarrista chileno Ítalo Accini. Ellos ofrecerán en este 2013 sendos conciertos solistas en el Museo Fernández Blanco de Buenos Aires. No obstante, habrá que aconsejarles a los jóvenes, que hoy pueden acceder y recibir una catarata de información vía Internet, la posibilidad de indagar y seleccionar, con la apetecible guía de maestros, un repertorio que les permita evadirse de la notoria tendencia a repetir obras de creadores ya transitados en estas sesiones guitarrísticas. No será en vano el esfuerzo, ya que desde este octavo encuentro consecutivo pueden conquistar otra vez el premio ya establecido, con votación de sus profesores, de sendas actuaciones en el Museo Fernández Blanco, en Buenos Aires: una en recital solista y otra con orquesta, tal como ocurrió en estos años con los 38 guitarristas distinguidos. ¡Larga vida a la guitarra clásica! ß René Vargas Vera