El cuerpo como campo de batalla

Enfoques. El cuerpo como campo de batalla ... llevadas a cabo en el uso en el campo de batalla de ... sitio del teatro Dubrovka de Moscú, en octubre de 2002 ...
167KB Größe 9 Downloads 101 vistas
Enfoques

Domingo 14 de octubre de 2007

LA NACION/Sección 6/Página 5

[ EL MUNDO ]

El cuerpo como campo de batalla Por Graciela Iglesias Los avances de las ciencias médicas

ARMAS FARMACOLOGICAS

permiten imaginar un mundo en el que las guerras no dejen muertos, pero lo que puede ser considerado un desarrollo positivo podría dar lugar también a siniestros experimentos con sustancias capaces de causar, por ejemplo, infertilidad y cánceres en poblaciones enteras LONDRES n mundo donde las guerras continúan, pero no dejan un solo muerto; donde las operaciones policiales podrán ser violentas, pero jamás dan como resultado en víctimas fatales: tal es el escenario que, se asegura, está muy cerca de convertirse en realidad gracias a la producción y el empleo de sofisticadas armas farmacológicas o, como algunos las llaman, “armas no letales”. Pero ¿puede esta panacea realmente convertirse en realidad o algo sórdido se esconde detrás? La Asociación Médica Británica (British Medical Association, BMA) se inclina por la segunda de las opciones. Con un informe titulado “Uso de medicinas como armas”, la prestigiosa institución urgió tanto a sus miembros como a sus colegas del resto del mundo a “no cooperar ni participar” en lo que califica como una peligrosa “militarización” de la medicina. Y no están hablando de historias de ciencia ficción. Durante la primera fase de la guerra en Irak, tropas norteamericanas fueron inyectadas con un componente químico para que pudieran operar en estado de alerta permanente, es decir, sin necesidad de tener que dormir durante semanas. El resultado no se ha dado a conocer, pero la carrera científica consistiría ahora en obtener algo similar a lo que fue suministrado al protagonista de la película Bourne: el ultimátum, una sustancia capaz de causar amnesia, manipular las emociones y, especialmente, eliminar el sentimiento de culpa en los soldados, de modo de reducir la incidencia del “desorden posttraumático” que sufre la mayoría de los veteranos de guerra. Este hallazgo cortaría drásticamente el presupuesto sanitario de los ministerios de Defensa por cuanto se estima que cinco veces más soldados regresan mentalmente traumatizados que heridos físicamente. De acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Investigación del Desarme de la Universidad de Bradford, varios laboratorios militares están experimentando con el uso de afrodisíacos y otras sustancias que causarían actitudes homosexuales en poblaciones gobernadas por grupos fundamentalistas religiosos que sancionan severamente la promiscuidad sexual. Más inquietante aún son los trabajos realizados con sustancias capaces de causar infertilidad y cánceres, lo que serviría para desencadenar genocidios en cuestión de décadas. En un artículo publicado en Military Review (julio-agosto de 2005), dos académicos chinos, Guo Ji-We y Xue-Sen Yan, sacaron a la luz la posibilidad de diseñar drogas como armas de destrucción étnica cuando aseguraron estar trabajando en la creación de “un agente químico que, sobre la base de información genética de grupos étnicos o de individuos, nos permitará atacar a enemigos clave sin hacerle daño al resto de la gente.” Todo esto horroriza a los expertos

vinculado a problemas de política interna de Rusia, tuvo por escenario a una capital extranjera donde terceros fueron también contaminados.

U

Reacciones de pánico

El teatro Dubrovka, de Moscú, donde en octubre de 2002 una toma de rehenes terminó de manera dramática con el uso de un polémico gas letal

de la BMA. “Estos estudios operan en la frontera de lo que es legal y constituyen una amenaza sumamente seria para la humanidad –advirtió, en diálogo con LA NACION, la doctora Vivienne Nathanson, jefa del Departamento de Ciencia y Etica de la BMA–. El empleo de armas farmacológicas destruirá el estatus de neutralidad de que todavía gozan los médicos y otros profesionales de la salud. Y esto causará más, no menos, muertes tanto entre los médicos, que se convertirán en blanco predilecto, como entre los soldados, que se verán así privados de asistencia.”

Alexander Litvinenko

Drogas y gases El uso de drogas como armamentos preocupa a los médicos británicos desde hace varias décadas, especialmente a la luz de experiencias llevadas a cabo en el uso en el campo de batalla de drogas halucinógenas como el LSD y el empleo de gas CS (clorobenzilideno malonotrilo) en Vietnam e Irlanda del Norte. Pero la alarma fue agudamente despertada por lo ocurrido durante el sitio del teatro Dubrovka de Moscú, en octubre de 2002, cuando las autoridades rusas desparramaron por el sistema de ventilación un derivado aún no identificado de la droga fentanyl (una sustancia más poderosa que la morfina) con la intención de incapacitar a 50 terroristas chechenos. El operativo costó la vida de todos los captores, así como de 130 de los 800 rehenes, es decir, a uno de cada seis de los secuestrados. Un promedio de fatalidad superior al provocado por armas convencionales cuando ocasionan “daños colaterales”, el

En Irak, soldados norteamericanos fueron inyectados con un componente químico que suprime el sueño durante semanas

“Las armas farmacológicas destruirán el estatus de neutralidad del que todavía gozan los médicos”

FOTOS: ARCHIVO, EFE Y AFP

cual se estima en un muerto cada 16 personas afectadas. “Es una hipocresía, más allá de un eufemismo, hablar de armas no letales –sostuvo Nathanson–. Tal cosa no existe y es probable que jamás exista. Desde la época de Paracelso sabemos muy bien que la diferencia entre una medicina y un veneno radica sólo en la dosis. No todas las poblaciones que son blanco de estas armas están en condiciones de responder a los modelos de laboratorio: algunos serán jóvenes, otros serán viejos; algunos

serán alérgicos a un componente y otros no; algunos serán delgados, otros obesos. La heterogeneidad es tan enorme que lo único que puede pronosticarse con absoluta certeza es que inocentes sufrirán las más terribles consecuencias.” Desde el punto de vista legal, la tragedia de Moscú no quebró ninguna norma. La Convención de Armas Biológicas y Tóxicas (1975) y la Convención de Armas Químicas (1997) prohíben el uso de armas farmacólogicas en conflictos bélicos

internacionales. No así, sin embargo, en el mantenimiento del orden a nivel doméstico, donde el uso de gases lacrimógenos y otras sustancias irritantes está autorizado en manos de fuerzas policiales. Esta distinción deja espacio a muchas ambigüedades en materia de interpretación. El envenenamiento en Londres del ex espía ruso Alexander Litvinenko con el isótopo radiactivo polonio 210 (una sustancia utilizada en laboratorios médicos) puso esto de relieve por cuanto, si bien su asesinato estaría

Recientemente, un miembro de la delegación alemana en la Organización de Investigación y Tecnología de la OTAN sugirió el empleo de gases paralizantes en misiones de paz, por ejemplo, en Kosovo. La moción fue secundada por un colega de la República Checa, quien pidió apoyo para la investigación que está llevando a cabo la doctora Jitka Schreiberova, jefa de anestesistas del Departamento de Neurocirugía de la Universidad Charles, de Praga, en la combinación de drogas analgésicas y anestésicas para controlar reacciones de pánico en multitudes. Schreiberova ha experimentado no sólo con simios sino también con niños en la elaboración de gases inmovilizantes y en sus antídotos. Así lo demostró recientemente en conferencias en Leeds (Inglaterra) y Ettlingen (Alemania), donde mostró imágenes de niños que eran reavivados con una sonrisa tras haber caído desvanecidos al jugar con pistolas de juguete cargadas con bombas de gas. No son sólo los gobiernos y las fuerzas armadas los que tienen en la mira el desarrollo de “armas no letales”. El Centro de Investigación Aplicada del Colegio de Medicina de la Universidad de Pennsylvania trabaja desde 1997 en estrecha relación con la industria farmacéutica en el diseño de sedantes para uso policial. En un estudio publicado hace siete años con el título “Las ventajas y limitaciones de calmantes para uso en técnicas no letales”, los expertos de Pennsylvania alentaron a sus colegas en laboratorios privados a revisar sus cajones en busca de drogas experimentales que hayan sido abandonadas por demostrar nocivos efectos colaterales porque, dijeron con sutil lenguaje, en “una variedad de situaciones en las cuales técnicas no letales son empleadas puede que la presencia de efectos poco atractivos, como náuseas y dolor de cabeza, se tornen deseables”. La Asociación Médica Británica, junto con otras organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja, ha solicitado que la Convención de Armas Químicas, cuyo texto será revisado el año próximo, sancione toda investigación cuyo fin no sea profiláctico y que agregue un artículo que claramente prohíba el uso de armas farmacológicas en misiones de paz. También urgieron a los gobiernos a que abandonaran el empleo de estas drogas dentro de sus propias fronteras. No tanto por temor a que contribuyan a crear una sociedad digna del Gran Hermano (donde, por ejemplo, la ira de manifestantes sea fácilmente apaciguada) como por el peligro de que, al ponerlas en uso en las calles, las tornen así más accesibles a bandas de delincuentes organizados y grupos terroristas. © LA NACION

[ MEMORIA HISTORICA]

Los suicidios obligados de Okinawa Por Nrimitsu Onishi Los pobladores de esas islas japonesas enfrentan los intentos del gobierno de borrar de los textos escolares las referencias a los suicidios masivos, inducidos por las fuerzas imperiales de ese país poco antes del desembarco estadounidense, en marzo de 1945 GINOWAN, Japón El reverendo Shigeaki Kinjo, de 78 años y salud precaria, ya no quería hablar del día fatídico de hace 62 años, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando golpeó hasta la muerte a su madre, hermano y hermana menores. Los soldados del ejército imperial japonés les habían metido en la cabeza que las tropas estadounidenses victoriosas violarían a todas las mujeres locales y pasarían los tanques encima de los hombres. Por eso, Kinjo y otros en su aldea, aquí en Okinawa, pensaron que la muerte era su única opción. Una semana antes del desembarco de las tropas estadounidenses y el inicio de la Batalla de Okinawa, en marzo de 1945, soldados japoneses estacionados en su aldea dieron a los hombres dos granadas de mano a cada uno con la instrucción de arrojar una contra los estadounidenses y después matarse con la otra. La mayoría de las granadas no explotó. Después de ver a un ex jefe distrital cortar la rama de un árbol y usarla para matar a su esposa e hijos, rápidamente Kinjo y su hermano mayor siguieron el ejemplo. “Mi hermano mayor y yo golpeamos a

nuestra madre, que nos trajo al mundo, hasta matarla”, dijo Kinjo en una entrevista en la iglesia central de Naha, donde es el ministro senior. “Yo lloraba, claro está. También dimos muerte a golpes a nuestro hermano y hermana menores”. Kinjo estuvo de acuerdo en contar su historia otra vez porque ahora, en los nuevos libros de texto de educación media, el gobierno japonés niega que las tropas imperiales hayan coaccionado a los okinawenses para que se suicidaran en forma masiva. Los cambios propuestos para los libros de texto –la eliminación de un tema, el cambio a la voz pasiva– se redujeron a sólo un par de palabras en cientos de páginas. Sin embargo, las aparentemente menores alteraciones gramaticales han conducido a un enojo cada vez mayor en las islas Okinawa, en Japón, que hace poco alcanzaron su punto máximo con la mayor protesta en 35 años y que impresionaron el gobierno japonés. Durante el último cuarto de siglo, los libros de texto de secundaria en Japón habían incluido el hecho histórico aceptado de que soldados del ejército imperial habían coaccionado a los okinawenses a suicidarse masivamente.

Sin embargo, hace seis meses el ministro de Educación dijo que se eliminó toda referencia a los soldados en los libros de texto del próximo año, aprobados por el gobierno. Según un pasaje revisado, los okinawenses simplemente se suicidaron en forma generalizada o se sintieron obligados a hacerlo. Sin embargo, ¿quién los hizo sentir así? “Si los soldados japoneses no hubieran estado ahí, los suicidios masivos nunca habrían ocurrido”, dijo Kinjo, que además confesó que decidió no suicidarse después de ver que los soldados no lo estaban haciendo. El ministerio dijo que “no hay seguridad de que el ejército japonés haya coaccionado u ordenado los suicidios masivos”, pero no mencionó ninguna evidencia nueva para explicar su cambio de política. De hecho, durante al menos la última década, académicos y políticos nacionalistas, incluido el ex primer ministro Shinzo Abe, habían luchado para eliminar de los libros de texto pasajes sobre los crímenes cometidos por soldados japoneses. Si la supresión de pasajes sobre la esclavitud sexual en tiempos de guerra o de las masacres enojó a países asiáticos en los últimos años, ésta fue la primera vez que el encubrimiento gubernamental del

pasado causó enojo en Japón. El escándalo presenta un desafío serio para el nuevo gobierno del primer ministro Yasuo Fukuda, que necesita la aprobación de Okinawa para llevar adelante la reconfiguración de las bases militares estadounidenses en esta zona. Okinawa, el único lugar en territorio japonés en el que hubo una batalla que implicó a los civiles durante la Segunda Guerra Mundial, era un reino independiente, con su propia cultura e idioma, hasta que Japón la anexó oficialmente a finales del siglo XIX. Durante la guerra, soldados japoneses desconfiaron de los okinawenses y temieron que actuarían como espías de los estadounidenses. Tras el desembarco de los estadounidenses, soldados japoneses expulsaron a okinawenses de los refugios y los usaron como escudos humanos. Ahora se cree que miles se suicidaron en las aldeas ocupadas por soldados japoneses. No hubo suicidios masivos en donde no había tropas. Nobuyoshi Takashima, catedrático de Ciencias Sociales de la Universidad de Ryukyus, dijo que la discriminación contra Okinawa persiste hasta la fecha. Igual que se sacrificó para evitar la invasión estadounidense de las

islas principales de Japón durante la guerra, en la actualidad sigue albergando a la mayor parte de las tropas estadounidenses basadas en el país. La reacción inicial de Tokio respecto de los libros de texto profundizó la furia de Okinawa. Los canales locales de televisión mostraron cómo importantes políticos de la isla de visita en Tokio para protestar por las modificaciones no consiguieron citas con el ministro de Educación. Uno de ellos fue Toshinobu Nakazato, presidente de la asamblea de Okinawa. Enojado por los cambios, rompió un silencio de 62 años y habló sobre sus propias experiencias en los tiempos de la guerra. En el refugio donde estaba su familia, soldados japoneses entregaron a sus familiares dos bolas de arroz envenenadas y les dijeron que se las dieran a su hermana más chica y una prima, dijo. En lugar de hacerlo, su familia huyó a las montañas donde murió su hermano menor. “Ya tengo 70 años –dijo en una entrevista–, y ya se están diluyendo los recuerdos de quienes tienen más de 80. Así que quizás esta sea la última oportunidad para rebelarnos.” © LA NACION y The New York Times