Una banda a prueba de todo

30 oct. 2011 - recía que Tyler y el resto de la banda se quedarían resguarda- dos bajo el techo del escenario, en detrimento de la pasarela que los acercaba ...
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ESPECTACULOS

Domingo 30 de octubre de 2011

I

MUSICA s CONCIERTO

También hubo lucimientos individuales

Una banda a prueba de todo

Cada uno de los miembros de la banda tuvo la ocasión de lucirse: Joey Kramer con su solo de batería, en el que hasta tocó a cuatro manos con la ayuda de Tyler y usó sus propios puños para hacer sonar los tambores. Joe Perry cantó “Stop Messing Around” e hizo toda la noche una dupla química con el líder. Cuando cantaban juntos, sus pelos largos y sus bocas gigantes parecían confundirse en una sola y genial cabeza. Tom Hamilton brilló con su bajo, y Brad Whitford hizo lo propio como segunda guitarra.

Aerosmith se presentó en La Plata MARIA SILVINA AJMAT PARA LA NACION Había un silencio expectante. La calma que antecede al huracán. Había terminado de tocar la banda soporte y nada. Ni música. Más de 40.000 personas no se hacían sentir con gritos desesperados. Pero la sensación de que algo iba a estallar en cualquier momento latía cada vez más fuerte. Y entonces, el rock se hizo presente en el Estadio Unico de La Plata. “¡Buenos Aires!”, gritaron cinco sombras que dibujaban nítidas siluetas de los miembros de Aerosmith desde tres pantallas colocadas en el fondo. Ovación. Los músicos pasaron de ser figuras proyectadas a cuerpos presentes. Más que nunca los ojos se posaron en Steven Tyler, el mítico vocalista que lidera esta banda hace 41 años. Todos querían ver los vestigios de la caída que lo convirtió en noticia por estos días: se rompió dos dientes y quedó con el ojo derecho totalmente morado tras resbalarse en el baño de su hotel en Paraguay, en la escala previa a la Argentina. El demonio del grito hacía gala de su estado físico y de sus cuerdas vocales llevando a niveles estridentes cada frase de “Draw the line” mientras ocultaba la herida con unas enormes gafas negras, un sombrero con plumas de faisán y toda esa extravagancia que hace que uno no pueda dejar de prestarle atención. De súbito y en pleno falsete, se sacó los anteojos oscuros, los arrojó a la multitud, y señaló su maltrecho ojo. Roto el hielo ya podía relajarse. Sin hablar español, excepto por “Argentina” y “gracias”, fue estableciendo un efectivo código de diálogo con su público. “Cuando me subo al escenario no sé qué me pasa, pero me convierto en un niño de 14 años”, dijo en una entrevista reciente. No exageraba. Recorría el escenario con frenesí, bailaba al ritmo de la guitarra de su coequiper, Joe Perry, unas coreografías que dejarían sin aliento a cualquier mortal. Supo manejar los ritmos del recital como un director de teatro: la seguidilla más rockera de obertura (“Draw the Line”, “Same Old Song and Dance” y la desopilante “Mamma Kin”) dio paso a “Janie’s Got a Gun”, para bajar un poco los decibeles del pogo y evocar esa melodía de origen blusero que caracteriza a la banda. Saco blanco largo hasta los pies. Musculosa turquesa con rostro femenino. Pantalón blanco y uñas negras. Tyler agitaba su micrófono de pie, decorado con telas multicolores, como si fuera el bastón de un chamán. Arengaba y bailaba sin parar. El calor de su locura lo obligó a deshacerse del glamoroso sobretodo para hacer que todos canten con él “Living on the Edge”. El cielo amenazaba con tormenta desde temprano, y cuando parecía que el recital iba a terminar sin que la lluvia se asome, “Dios comenzó a llorar”, tal como lo definió el vocalista. En ese momento sonaba uno de los hits más coreados por el público: “What it Takes”. El cielo se caía y parecía que Tyler y el resto de la banda se quedarían resguardados bajo el techo del escenario, en detrimento de la pasarela que los acercaba al público, totalmente cubierta de agua. Sin embargo, el cantante tomó valor y demostró que no le quedó trauma alguno luego del resbalón. Siguió bailando y cantando con todo su cuerpo. Cantó con las gotas de lluvia y con los charcos. “I Don’t Wanna Miss a Thing” tuvo así un clima único: Tyler solo en el extremo de la pasarela, su micrófono psicodélico y una canción que sigue conmoviendo. La lluvia ya no le importaba a nadie. Los hits del final fueron más fuertes que el diluvio: “Crying” enloqueció a todo el estadio y Tyler gritó más agudo que nunca. “Sweet Emotion” llegó para alegrar los corazones con un flash back directo a los comienzos de la banda. Luego, la legendaria “Dream On”, tan significativa para el cantante como para sus seguidores, unió las voces de todo el estadio en una.

No podían faltar “Love in an elevator” y un cierre a puro rock: “Walk this way”. No hubo bis y la lluvia cesó exactamente después del fin del recital. Pero un halo Después de de satisfacción envolvía la caída en Asunal público tanto como a ción, Steven Tyler cantó y se movió la banda que se despedía como siempre en con banderas albicelestes La Plata para engolosinar aún más a los presentes. Aerosmith puede jactarse de su vigencia y la Argentina de haberlos aplaudido una vez más. TOMAS CORREA ARCE

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