Necesitaba correr

Necesitaba salir de ahí, mirar el cielo y ver que el sol seguía bajando para luego despertarse otra vez. Necesitaba ver las nubes en movimiento y el mar enfadado con la noche que cada vez llega y se obstina a colorearlo de negro. Necesitaba saber que hay un orden hay fuera que no cambia aunque mis amigas de casen ...
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Necesitaba correr, irme a la playa y pisar la arena lo más rápido posible. Estaba cansada y sabía que no iba a durar mucho tiempo pero las paredes de mi casa se estaban haciendo pequeñas y el techo, el techo bajaba cada segundo un poco más. Necesitaba salir de ahí, mirar el cielo y ver que el sol seguía bajando para luego despertarse otra vez. Necesitaba ver las nubes en movimiento y el mar enfadado con la noche que cada vez llega y se obstina a colorearlo de negro. Necesitaba saber que hay un orden hay fuera que no cambia aunque mis amigas de casen, mi padre se enamore de un gato, mi hermano se sienta solo y mi madre crea que la cosas cambiaran. Necesitaba saber que ahí fuera hay algo que no depende de mí, que a pesar que yo lo haga bien o mal, la lluvia caería de todas formas y que el viento se llevaría las ramas secas, de todas formas. Necesitaba creer que la vida tiene mucha más imaginación que yo. Mientras intentaba liberar mi mente y seguir solo el ritmo de mis pasos, tenía una imagen fija en la cabeza: la escena de una peli que vi hace pocos días. Era la imagen de dos copas de helados en las cuales un joven ponía vino rojo para celebrar con una chica su iniciación en un clan mafioso. Esas dos copas de helado me parecieron perfectas ahí. Un joven, nacido y crecido en Palermo, en una familia pobre, en los años 70, no hubiera podido distinguir una copa para el vino desde una para el helado. Esta escena me dio ternura, me pareció verdadera, íntima, y por eso prácticamente perfecta. Miraba el mar, y el cielo e intentaba entender porque esta imagen se había grabado en mi memoria. La aparente perfección de la vida de los otros, la angustia de un futuro en soledad, la dificultad en mirarme atrás y ver lo bueno, mi tendencia a ser cruel con mi misma… todo esto estaba haciendo que los detalles de mi vida perdiesen sus escenarios. Seguía echándome la bronca porque puse vino en una copa de helado y me olvidaba de considerar que eso era lo que yo había tenido: vino, y una copa de helado donde ponerlo. Podría haberlo hecho mejor, o no.