Florece en la fe

13 oct. 2013 - importa qué, profundiza nuestra fe? ¿Podemos reconocer que el alabar a Dios nos hace sanos? En el evangelio de hoy, Jesús se encuentra ...
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Florece en la fe

Serie de reflexiones sobre mayordomía

Propio 23 - Lucas 17:11-19

Domingo 13 de octubre de 2013

Levántate y vete; por tu fe has sido sanado.



¡Primero Dios!” es una frase que decimos con frecuencia en muchas comunidades LatinoHispanas. Con esta frase, lo que queremos decir es que Dios es la primera realidad, que vivimos sabiendo que Dios está dentro de nosotros, y que podemos confiar a Dios el bienestar de nuestro ser, de nuestras familias, de nuestros hijos, de nuestro trabajo y de nuestro futuro. Nuestra relación con Dios es una relación de gratitud por todas estas bendiciones, desde las necesidades más básicas, la vivienda, el alimento, el cuidado médico y la educación, hasta las oportunidades para un futuro mejor que beneficiará a nuestros hijos y a nuestras comunidades.

S

onia Sotomayor, jueza de la Corte Suprema, comienza su autobiografía recientemente publicada, My Beloved World (Mi mundo adorado), con ser diagnosticada de diabetes a los siete años de edad, y describiendo cómo aprendió a inyectarse diariamente con su dosis de insulina. La jueza Sotomayor escribe acerca de su familia, una familia extendida, numerosa y llena de amor, su abuelita, sus padres, su hermano, tías, tíos y primos. Habla acerca de la jornada de su familia desde Puerto Rico, y cómo lucharon para sobrevivir y florecer en la ciudad de Nueva York, rodeados de pandillas, del alcoholismo y de las drogas. Habla de cómo se animó a dejar la seguridad de su familia y comunidad, del mundo que ella conocía, primero para atender a Princeton, y luego la Escuela de Derecho de Yale. La jueza Sotomayor se sintió muchas veces como una extranjera en un país extraño. Pero aun así, reconoció que se le presentaban oportunidades maravillosas, y recibió con el corazón abierto los colegas y la ayuda que iba encontrando en el camino, así como el apoyo y el amor de su familia. La jueza Sotomayor habla de manera emotiva acerca de la gratitud que siente hacia todos los que Dios puso en su camino para amarla, apoyarla y ser sus mentores. Aprendió que la sanación y la gratitud siempre van juntos.

¿

Ponemos primero a Dios en todas las circumstancias de nuestras vidas? ¿Podemos ver que el ofrecer alabanza a Dios, no importa qué, profundiza nuestra fe? ¿Podemos reconocer que el alabar a Dios nos hace sanos? En el evangelio de hoy, Jesús se encuentra con diez leprosos en un poblado en la región entre Samaria y Galilea. Todos los diez clamaron por misericordia, habiendo oído acerca del ministerio de Jesús de sanar a los enfermos. El amor y la misericordia de Jesús, el curarlos de la lepra, se dió libremente y sin costo a los diez. Sin embargo, sólo uno de ellos, el extranjero, el samaritano, regresó a dar gracias y alabanza a Jesús por el don de la sanación. Los otros nueve pudieron haber sido hechos limpios, pero a través de este acto de adoración, el samaritano fue hecho sano.

E

s tan fácil tomar tantas cosas por dadas en esta vida: nuestra familia, amigos, la salud, incluso nuestra fe. El leproso de Samaria nos enseña que el dar voz a la gratitud, al agradecimiento, nos hace sanos. El amor y la misericordia de Jesús siguen dándonos sostén al nosotros vivir nuestra fe en un mundo y en una sociedad cambiante y diversa. Ninguno de nosotros es “extranjero” al amor y la compasión de Jesús. Compartimos su amor y su compasión en servir a los demás y en nuestra mayordomía dentro de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, declarando con orgullo, ¡Primero Dios!

Preguntas para reflección

La Reverenda Sandra Castillo Vicaria Iglesia Episcopal de San Esteban Diócesis Episcopal de Oklahoma



¿Es el expresar agradecimiento y gratitud una medida de la salud?



¿Qué serían ejemplos concretos de cómo usted expresa su gratitud?



¿Es el alabar a Dios algo bueno para nuestra salud?

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