EN TORNO A LA DIVINIZACION DEL CALIFA FERNANDO VALDES ...

puramente tecnico de la conservacidn del monumento, cuanto en la publicacidn y estudio de sus pinturas, conocidas casi exclusivamente gracias a 10s dibujos ...
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EN TORNO A LA DIVINIZACION DEL CALIFA FERNANDO VALDES FERNANDEZ

Es muy escasa la bibliografla espaiiola dedicada a1 estudio del Islam oriental, io que, hasta cierto punto, es perfectamente justificable si se tiene en cuenta la canti-dad y la magnitud de 10s problemas aquf planteados. Por esta razdn resulta sorprendente encontrarse con una obra como la publicada por la Misidn Arqueoldgica Espaiiola en Qugayr 'Amra (1) que, si bien no llena el vacfo de obras orientalisticas, -en el sentido literal de la palabra-, viene, a1 menos, a poner de manifiesto un interes real en proyectar la dptica de la investigacidn arqueoldgica espaiiola por encima de las cuestiones puramente hispano-musulmanas y, haciendo un momentaneo pargntesis, incidir en la resolucidn de aque110s otros que, aunque geogrlficamente lejanos, habr8n de repercutir, sin ninguna duda, en el mejor y mls objetivo cg nocimiento de nuestros musulmanes. No vamos a entrar en el anllisis pormenorizado de todos 10s elementos que componen la obra (Z), aunque alabemos sin reservas la labor realizada, tanto en el aspect0 puramente tecnico de la conservacidn del monumento, cuanto en la publicacidn y estudio de sus pinturas, conocidas casi exclusivamente gracias a 10s dibujos realizados por el pintor Mielich y publicados en 1907 por Musil (3). Su limpieza permite, a partir de este momento, un analisis mucho mls detallado y exacto de lo all5 representado. Ahora bien, el inter& del trabajo no se circuns-cribe exclusivamente a lo puramente formal del edificio y de su decoracidn. La limpieza de las pinturas y su estudio iconogr8fico de conjunto trasciende con mucho aquel aspecto e incide muy directamente.sobre alguno de 10s problemas fundamentales del primer arte islgmico. Si a1 estudio iconogrlfico superponemos el arquitectdnico, se nos plantea de inmediato una larga serie de cuestiones concatenadas de muy largo alcance, cuya resolucidn habr6 de tener, de hecho ya lo tiene antes de resolverse por completo, una especial importancia para el conocimiento de algunos aspectos no e x c l ~ sivamente relacionados con el arte omeya de Oriente, sino, tambiBn, con el arte omeya de Occidente y, mucho mls amplia mente, con el hispano-musulm8n en su conjunto. Toda ella - puede reducirse, en principio, a un s61o problema general:

el del ceremonial de la corte califal. 1

La obra en cuestión abunda en el examen detenido de la planta del edificio, relacionándola con las de los castillos omeyas del desierto cirio, y en el estudio iconográfico de todos y de cada uno de los motivos y escenas pictóricas que decoran las salas del baño. Sin embargo, creemos que en la relación concreta entre ambos aspectos donde adquiere un especial relieve. No cabe la menor duda que la evolución de la planta de las construcciones omeyas del desierto sigue un desarrollo real, perceptible no sólo en las salas de audiencia, sino tambign en los baños (4) y que, sin duda, ha de corresponderse con un paralelo desarrollo del ceremonial cortesano. Ahora bién, este ceremonial cobra unos aspectos más c'o; vencionales, y por tantos más comprensibles, cuando se desg rrolla en una construcción exclusivamente palacial, pero aGn resulta oscuro cuando se pone en relación con un baño, sobre todo si este deja entrever a travds de las características desu planta y de su decoración algo mas que la simple función utilitaria a qua estaba destinado ( 5 ) . Es evidente, sea cual sea la interpretación dada al papel de este tipo de baños, que entree los cronologicamente más tempranos de Yabal Says, Qagr AnYar y Qusayr 'Amra (6) y el de Jirbat al-Maffar (7) hay algo más que una diferencia arquitectónica. En cualquier caso, el eje fundamental en torno al cual gira todo el protocolo cortesano y del que depende, consciente o inconscientemente, la evolución arquitectónica de los diferentes componentes del palacio -baños, bayt, salas de audiencia y salas de oración- no es otro que el - Califa. La figura del Califa, como nucleo de toda la vida cortesana, -trasposición terrestre del orden universal-, adquiere en Q u ~ a y r'Amra una dimensión especialmente significativa gracias al valiosísimo aporte iconogfafico de las pinturas que decoran el monumento. Y este valor al que aludimos no se circunscribe exclusivamente al aspecto meramen- . te descriptivo de los temas tratados, sino que lo trasciende para iluminar su caracter simbólico. Efectivamente, la serie de los temas decorativos de Qugayr 'Amra parece ser suscepti'ule de interpretarse como una unidad cerrada, como una "iconografía total", cuya máxima - -

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expresi6n vendria significada por el llamado "sal6n del trono" ( 8 ) , muy concretamente por 10s motivos que centran su hastial sur (9), y cuya conclusi6n estaria en el caldarium de 10s hombres (10). Su anSlisis es, quizds ,uno de 10s aspectos mSs interesantes de la obra reseiiada y, probablemente, el mds expresivo de todo lo que se refiere a1 "por qu6" del monumento. Y, en este sentido, es muy-interesante aquello que de alguna forma se relaciona con la denominada "diviniza ci6n del Califa" ( l l ) , no s610 por las implicaciones ideol6gicas que conlleva, sin0 tambi6n por la proyecci6n del hecho en sl de cara a1 resto de 10s poderes mediorientales conteg poraneos y especialmente de Bizancio y Persia. La "divinizaci6n del Califa" parece presuponer de inmediato una grave transgresi6n de la ley corlnica, muy poco presumible habida cuenta de la escasa distancia cronol6gica que separa la muerte del Profeta en el afio 632 y la ere5 ci6n de Qugayr 'Amra. Ahora bibn, aunque el hecho en si no encierre duda alguna, merece la pena analizarlo desde un pun_ to de vista teoricamente diferente, per0 realmente pr6ximo en su aspect0 conceptual. La divinizacibn del Emperador en Roma y su identifi caci6n con el "Sol invictus" ( 1 2 ) estl fuera de toda duda. Tampoco abriga ninguna la transmisidn de este culto imperial a Oriente, una vez desaparecido el Imperio de Occidente, si bi6n, all5 adquirirl desde Constantino el Grande una dime; si6n completamente nueva de resultas de la proclamacibn del cristianismo como religibn oficial. Esta importantisima decisi6n supuso que en adelante el Emperador habria de renunciar a su condicidn divina para hacer compatible su personalidad con las exigencias de la nueva 5e, lo que representaba, de hecho, el abandon0 de una parte esancial de su personalidad y, de alguna manera, de su poder. Las caracterlsticas que adoptarl a partir de ese momento el culto imperial podriamos califiqarlas de mixtas: el Emperador no es dios, per0 es, en la tierra, el depositario direct0 de su poder. Dicha evoluci6n conceptual se reflejarg de inmediato en la relacidn pr6xima del Basileus con sus sdbditos, bsto es en el protocol~,y se plasmarP en aquellas manifestaciones artisticas cuya funcibn especffica sea la expresi6n de esa nueva interpretaci6n de la realeza

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Sin perder de vista este hecho fundamental hemoside volver de nuevo a1 mundo isldmico para comprobar la profunda influencia que desde el primer momento habrla de ejercer el Imperio Bizantino sobre el naciente estado musulmdn, in-

fluencia acentuada a partir del momento en que, con la conquista de Siria, 10s intereses del Califato entraron en cog flicto con 10s bizantinos y trajeron como consecuencia una verdadera corriente cultural que circul6 en direccidn a la incipiente corte de 10s Omeyas (14), precisamente cuando el califato se encontraba en un momento clave de su autoafirmaci6n, con 10s resultados que. eso habria de producir en el campo organizativo y en el de las artes (15). Incidiendo en el aspecto especifico de la figura del Califa, observamos que Bste aparece representado, pictdrica y escultoricamente, en Q u ~ a y r'Amra, Q a ~ ral-Hair alGarb? y Jirbat al-Mafpar, lo que no deja de ser tambiBn s'oy prendente a juzgar por el momento cronoldgico, tan cercano a 10s origenes del Islam, y tan poco acorde con la prevenci6n que este parece haber sentido desde sus comienzos hacia las imggenes (1 6). Sin embargo, es quiz& en la Sala del Trono de Quqayr 'Amra donde la representacien del Califa adquiere un caracter mgs explicitamente bizantino (17).Su parentesco con la representaci6n del Basileus es especialmente evidente si se compara con bastantes trabajos en marfil (18) y con alguna pieza de Bpoca tardorromana, cual es el missorium de Teodosio conservado en Madrid (19). No falta en el palacio del desierto jordano practicamente ninguno de 10s atributos del Emperador, incluyendo el nimbo, cuya presencia subraya el caracter sagrado y la santidad de su persona (20), aspecto este que parece pasar a1 Califa con identicas connotaciones (21). Pero, para matizar el caracter del soberano omeya, conviene completar un aspecto fundamental de su figura y del ambiente que le rodeaba: la influencia sasbnida. Todos 10s autores que han tratado el tema subrayaron el influjo persa como uno de 10s rasgos dominantes en la formacidn del Islam y, dentro del bmbito de nuestro irite rBs, en la representacien de la figura del Califa y en la manifestaci6n ptiblica de Bste (22). En este sentido son muy caracteristicas sus representacione's en Qagr al-Hair al-Garbi (23) y en Jirbat al-Mafpar (24), donde aparece revestido con el atuendo del emperador persa, y la existencia, en este Gltimo palacio, de una disposici6n arquitectdnica en la que estbn presentes 10s dos salones de recepci6n -pGblic,oy privado- 10s temas decorativos alusivos a1 "Sefior de la Vi-da y de la Muerte" (26), las perdices de la cGpula del diwzn (27), -tambign presentes en Q u ~ a y r'Amra (28) -, e inc'lu

s o l a cadena p a r a suspender e l alansuwa (29). S i a e l l o s unimos e l s i g n i f i c a d o simb6licode 10s "Reyes de l a T i e r r a " r e p r e s e n t a d o en 'Amra ( 3 0 ) , no parece caber l a minima duda s o b r e e l c a r a c t e r p e r s a de algunos de 10s contenidos i m p l i c i t o s en l a f i g u r a d e l C a l i f a . Toda e s t a y u x t a p o s i c i 6 n de elementos procedentes de Bizancio y de P e r s i a , alguno de 10s c u a l e s no e s m l s que l a c r i s t a l i z a c i 6 n de o t r o s o r i e n t a l e s mls remotos ( 3 1 ) , l l e v a a pensar en un i n t e n t o d e l i b e r a d o de 10s c a l i f a s omeyas por r e a l z a r s u p r o p i a f i g u r a , en b e n e f i c i o no s 6 l o d e l a p a r a t o c o r t e s a n o , s i n 0 muy especialmente de s u imagen, d i f i c i l m e n t e c o n f r o n t a b l e , s i s u a p a r i e n c i a s e g u i a manteniendo l a misma s i m p l i c i d a d que h a s t a e l momento, con l a s de s u poderoso oponente b i z a n t i n o o de s u desaparecido a n t e c e d e n t e p e r s a , arropados ambos por t o d a una complicada y e s t r i c t a e t i q u e t a cortesana. Puede, pugs, a f i r m a r s e que a f a l t a de una i d e o l o g i a c o n c r e t a que d e l i m i t a s e l a p e r s o n a l i d a d d e l C a l i f a e s t e hubo de tomar l a base de s u i d e o l o g i a r e a l y , por t a n t o , de s u a r t e aGlico, de l a s t i e r r a s c o n q u i s t a d a s . Pero nada hace suponer que e s t a i n c o r p o r a c i 6 n de elementos extrafios f u e s e r e a l i z a d a de un mod0 s e r v i l . Hubo irnitaci61-1, per0 a 1 mismo tiempo hubo r e i n t e r p r e t a c i h , a l a l u z d e l dogma musulm4n (32). Ahora b i g n , creemos que h a b l a r de d i v i n i z a c i 6 n d e l C a l i f a , t a l y como s e hace en l a obra reseiiada, r e s u l t a -e x c e s i v o , en cuanto que ninguna de l a s dos f i g u r a s r e a l e s - examinadas a n t e r i o r m e n t e f u 6 c o n s i d e r a d a nunca como d i o s . La e x i s t e n c i a de un a u t 6 n t i c o c u l t o i m p e r i a l en Bizancio, como a n t e s l o hubo en P e r s i a y despu6s l o habrd en l a s c o r t e s 'abbasi y f a t i m i ( 3 3 ) , que p a r e c e haberse hecho e x t e n s i v o a 1 e s t a d o omeya, no h a c i a mPs que d a r a 1 ceremonial un c a r a c t e r nuevo, transformSndolo en una simple m a n i f e s t a c i 6 n de l e a l t a d , en un reconocimiento de l a p r o t e c c i 6 n d i v i n a , que & o d e l C a l i f a un c a daba a l a f i g u r a d e l B a s i l e u s d e l ! r a c t e r sobrehumano,ami cne - p de 10s dem6s m o r t a l e s , que, s i n duda, no e s a qui6n s e adora ( 3 4 ) . Se adora a l a vol u n t a d d i v i n a que l o coloc6 en e l t r o n o (35). En e s t e s e n t & do puede s e r l i c i t o h a b l a r de d i v i n i z a c i 6 n en l o que a l a s m a n i f e s t a c i o n e s a r t i s t i c a s s e r e f i e r e , per0 conceptualmente y p u e s t o que, de hecho, no e x i s t e e s a d i v i n i z a c i 6 n nos p a r e c e mls c o r r e c t 0 h a b l a r de " s a c r a l i z a c i b n " .

II Hay un Gltimo a s p e c t 0 que merece l a pena s e r c o n s i -

derado de cara a esa proyeccidn del mundo islPmico oriental sobre el mundo andalusi. Del mismo mod? que la concepci6n de la realsza bizantina y sasPnbda se transmite, transformbndose, a1 mundo omeya oriental, el nuevo concept0 elaborado por Bste debi6 trasladarse por via directa a la Espafia musulmana de la mad0 de 'Abd al-RabZn I, iiltimo superviviene te de la dinastia Omeya. De su implantaci6n en la Peninsula y de su posterior desarrollo en la carte califal ( 3 6 ) poco o nada sabemos. Ahora bien, las cr6nicas son lo suficientemente expresivas como para perinitirnos seguir'una parte del protocol~de la ciudad palatina de Madinat al-Zahrg ( 3 7 ) . En este momento s61o nos falta conocer mbs extensamente su -plano para intentar relacionarlo con 10s datos aportados por las fuentes y, como resultado de todo ello, trata de cle; lindar algo del ceremonial alli desarrollado, dando un soporte material a todo ese cGmulo de noticias escritas (38). No debemos olvidar para ello que nuestras condiciones son Bptimas, pugs no s61o conservamos en su integridad el monumento escenario de las ceremonias, sin0 que 10s elementos iconogrbficos de las artes suntuarias y la repercusi6n de -muchos de 10s actos y actividades cortesanas en las miniaturas de 10s beatos mozPrabes ( 3 9 ) pueden aportar un material precioso para la reconstrucci6n de una parte no desdefiable de la etiqueta califal cordobesa. Mucho mPs escasas son las noticias relacionadas - - con otros momentos posteriores de la historia de al-Andalus, lo que no presupone su inexistencia. La obra resefiada hace varias alusiones a ciertos paralelismos entre algunos de 10s conceptos relacionados con la divinizaci6n del Califa y varios detalles decorativos y arquitect6nicos de la Alhambra de Granada (40). Parece cierto, a este respecto, que en el palacio nazari hay bastantes elemehtos de jujcio para pensar en una ~sacralizaciBn~ del SultPn, -el t6rmino resulta aGri m6s -justificado en este caso;, aunque todavia nos movamos, en gran manera, dentro del terreno de las hipdtesis, con muy pocos argumentos firmemente establecidos (41). Sin embargo, no debemos perder el sentido de la -perspectiva y considerar que lo hasta ahora conocido es infimo y representa s610, por lo que a Espafia respecta, el - extremo cronolhgico del concept~de la realeza en al-Anda-lus. Es necesaria una profundizaci6n en el contenido de muchas de las manifestaciones artisticas hispano-musulmanas, las cuales, a juzgar por 10s ejemplos orientales, son porta'do ras en muchos casos de un sentido mZis sofisticado que el de

l a p u r a y simple a r q u i t e c t u r a a d e c o r a c i h , por p e r f e c t a s y d e s a r r o l l a d a s que e s t a s Sean. Y 6 s t o e s a p l i c a b l e a todos y a cada uno de 10s p e r i o d o s e n que h i s t o r i c a m e n t e subdividimos e l d e s a r r o l l o d e l i s l a m espaiiol.

NOTAS (1) ALMAGRO, M; CABALLERO, L; ZOZAYA, J . y ALMAGR0,A: 'Amra R e s i d e n c i a ' y baiios 'omeyas 'en ' e l J o r d a n i a " . Madrid, 1975. ( 2 ) Se c e n t r a B s t a e n e l e s t u d i o a r q u i t e c t 6 n i c o d e l monument0 y e n l a d e s c r i p c i 6 n e i n t e r p r e t a c i 6 n de l a s p i n t u r a s que l o d e c o r a n . Esperamos v e r p r o n t o p u b l i c a d a l a segunda p a r t e , "mas e x t e n s a y adecuada", en l a que s e aborden o t r o s a s p e c t o s abn i n e d i t o s d e l monumento. Nos r e f e r i m o s , muy c o n c r e t a m e n t e , a 10s h a l l a z g o s cerbmicos y v i t r e o s , s i 10s hay, p r a c t i ' c a mente d e s c o n o c i d o s e n t o d o l o omeya o r i e n t a l . ( 3 ) MUSILjA: Ku e ' r 'Amra. K a i s e r l i c h e Akademie d e r Wissea-schaf-1907. ( 4 ) CRESWELL,K.A.C.: E a r l y Muslim A r c h i t e c t u r e . Volumen I , p a r t e 11. ~ x T o r d , 1969. (5) Q u ~ a y r' ~ m r a , pPg. 102, 103 y 107, n o t a s 25-26. (6) ? a b a l S a i s (88 6 90 -100 H / 707 6 9 -715). Cf. BRISCH, K.: Das omayyadische S c h l o s s d e s Deutschen Arch'riologischen K a i r o , 19 (1963) p5g. 140ay v e r s i 6 n f r a n c e s a y CESWELL, op. e n A.A.S., X I I I ( 1 9 6 3 ) pPg.1::i-y58. .tic 476. Q a ~ rAnyar ( 9 6 H / 714-715).Cf. CRESWELL, op. c i t . pbg. 481. p ~ a y Xmra, r p4g. 83-85. (7) J i r b a t a l - M a f f a r (121-125H/ 739-743(. Cf. CRESWELL, op. c i t . pbg. 576. L (89 Qu$ayr 'Amra, pbg. 48-66, lPms. 111- XXXVIII. ( 9 ) QuSayr 'Amra, pbg. 48-54 lbm. I X - X I (10) Qusayr 'Amra, p6g. 69-71, lbms. XLVIII. (1 1 ) QuSayr 'Amra, pbg. 97-99. (12) Cf. L'ORANGE, H.P.: L i k e n e s s and I c o n . ' S e l e c t e d 'St'udi'es i n C l a s s i c a l a'na E a r l y Me'dia'eval A r t : Odense U n i v e r s i t y P r e s s , 1973, p5g,. 243-344 y ALFbLDI, A:' Die monarch'is c h e Reprlsent'at'ion 'im' 'rom'i's'clieil Xa'i's'e'r'r'ei c h e . Darmstadt, 1977. (13) Cf. BREHIER, L. e t BATIFFOL, P: Les Survi'vanc'e's '&.I 'cill'te imp6r i a l romain , A p r opos 'des 'r'ife's' 'sliiiito'i's't'e s

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P a r i s , 1920, P4g. 3.4-44; GRABAR, A: LIEmpereur dans l l a r t Byzantin. .Recherches s u r l l a r t o f f i c i e l de 'T1'Emp'ir'e"dlOrieht. P a r i s , 1936 y GRABAR, 0 ; y A , : k l E s s o r des a r t s i n s p i r e s p a r l e s cours p r i n c i b r e s a f i n du premi'er mil.lBnaire. LIOccidente e l l I s l a m n e l l l A l t o Medioevo. Tomo 11. S p o l e t o , 1965, Cf. t a g bign' Da'i b'y'zaiit'i'nische H e r r s c h e r b i l d . Darmstadt, 1975. Recoge algunos de 1 0 s t r a b a j o s m6s i n t e r e s a n t e s publicados anteriormente sobre e s t a materia y una b i b l i o g r a f i a muy completa. Cf. GRABAR,O: Ce'remonial' A r t and t h e Umayyad Court. M i c h i g a n , 1955 y " I s l a m i c A r t and Byzantium". Eumbar't'oii 'Oa'ks' 'Papers, 18 (1964) p l g . 69-88; E T T I N ~ N , k.;' Fr'om Bjizant'ium t o Sas.anian I r a n and t h e I s l a m i c Wo'r'ld 19 7 2 " Cf. l l Q a l i f a l l . XncyclopBdie d e l l l s l a m ? T. IV. p l g . 970985. E l c o n t e n i d p dado a l a f i g u r a c a l i f a l en e l Egipto f a t i m i p a r e c e r e v e s t i r c a r a c t e r i s t i c a s d i f e r e n t e s de l a s que posee en e l r e s t o de 10s e s t a d o s musulmanes contemporaneos. Cf. NAGEL,T: R e c h t l e i t u n g und K a l i f a t . Versuch iiber e i n e Grundfrage d e r i s l a ih'i's'clien G e s c h i c h t e . Bonn, '1975 y d e l mismo a u t o r "Fr'lili-Tsmail'iya und Fatimiden i m L i c h t e d e r RisHlat "ift'i'tali 'aa-tla c k a Ei'ne r'eligionsgeschichtliche S t u .. h i e . Bonn, 1972. GRABAR, 0: The Formation of I s l a m i c A r t . Yale U n i v e r s i r e s P 2 y MARCAIS,G: 6 ty ~ La q u e s t i o n des images dans l l a r t musulman. Byzant'i'on, V I I (1932) p6g. 161-183. MUSIL, A: op. c i t . lSm. XV: Qusayr 'Amra, lgms. IX-XI VOLBACH, W.F: E l f e n b e i n a r b e i t e n d e r S p z t a n t i k e und des friilien M i t t e l a l t e r s . Mainz, 1976.LBm. 2 , 4 , 5 , 7 , 8 , 9 , 10,11,16,20,34 y 37. DELBRUECK, R: Die Consu1ardip.tychen und verwandte Denk, in'ahr. B e r l f n - L e i p z i g , 1929 P5g. 235-242 y GARCIA YLIDO, A: X s c u l t u r a s r o m a n a s d e Espafia y P o r t u &.Madrid, 1949, Plg. 470-474, lgmgs.346-352. BREHIER, L: op. c i t . p l g . 39-44. Hay que h a c e r n o t a r , no o b s t a n t e , - q u e en f e c h a p o s t e r i o r y d e n t r o d e l mismo mundo l s l a m i c o e l nimbo p i e r d e e s t e c a r a c t e r sagrado y s e l e c o l o c a a un sinnfimero de f i g u r a s cuya importancia q u i e r e d e s t a c a r s e , s i n que hayan de p o s e e r necesariamente c a r a c t e r sagrado. C f r . ETTINGHAUSEN, R: Arabische Ma'le'rei. Ginebra, 1962.

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(21) GRABAR,O: Ceremonial... Consultar especialmente "Roya1

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Themes in Umayyad Iconography 1: The King" Pág. 174191. MUSIL, A . , op. cit., pág. 159. Describe una recepción en la &poca de Walid 11 en la qu el Califa aparece conforme a las costumbres sasánidas. SCHLUMBERGER, D: Les fouilles de Qasr el-Heir el-Gharbi (1936-1938). Rapport préliminaire. Syria, 20 (1939) pág. 195-238 y 324-373 y, del mismo autor, "les origines antiques de l'art islamique k la lumiere des fouilles de Qasr el-Heir". Be-richt über den VI. Internationalen Kongress fur Archaologie. B e r l h 1940, Pág. 241-249. HAMILTON, R.W: Khirbat al-mafjar. An Arabian mansion in the Jordan valley. Oxford, 1959, Pág. 228, fig. 5'2, lám. LV,1. HAMILTON, op. cit. pág. 45-105. HAMILTON, op. cit. pág, 337-339, láms. XLVI y LXXXIX. HAMILTON, op. cit. pág. 63-67, figs. 25-26, lám. XLII, 6. Qusayr 'Amra, pág. 51, láms. X-XI. HAMILTON, op. cit., pág. 91, fig. 49a, lám. XII,6. Qusayr Xmra, pág. 56-57 y 88, notas 10 y 11, láms. XVI -XVI1 : GRABARYO: Ceremonial.., p5gc. 247-248 y "The painting of the Kings at Qusayr Amrah" Ars Orientalis, 1 (1956) pág. 185-187. GRABAR,O: Ceremonial pág. 244-314. GRABAR,O: Ceremonial..., pág. 311-313 y "The Formation. ..", pág. 45-74 y 141- 178; ETTINGHAUSEN, R: Fr'om oág. 17-65 y STERN, H: Notes sur les Byzantium mosaiaues du Dome du Rocher et de,la mosquée de e Damas ,-a propos d'un livre de me; ~ a r ~ u e r i tGautier van Berchem. Cahiers Archéologiques, XXII (1972) pág. 201-232. SOURDEL, D: et J: La civilisation de 1'Islam classique París. 1968. Pán. 327-396. Se trata del resumen de un artículo más-extenso publicado por D. Sourdel en Revue des études islamiques, 1960. En lo referente al ceremonial véase CANARD, M: Le céremonial fatim2 te et le ceremonial byzantin. Byzantion, 21 (1951)

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