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del “conglomerado eslavo oriental”. “La superficie de lo que llaman hoy Ucrania es 20 veces más grande de lo que fue en los siglos XVII o. XVIII. Por eso, lo que ...
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| Sábado 10 de mayo de 2014

en crimea, el festejo del renacer de rusia El sucesor de los zares vivió ayer su hora de gloria con un desfile militar en sus nuevos territorios, donde dijo que los rusos se volvieron “más fuertes”

AFP

el Mundo Edición de hoy a cargo de Inés Capdevila | www.lanacion.com/mundo

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Moscú y un paralelo con la Berlín de 1914 Según un historiador alemán, se siente igual rodeada por amenazas Laura Lucchini PARA LA NACION

El desfile en la Plaza Roja, por los festejos por el 69° aniversario de la victoria sobre los nazis, fue una verdadera exhibición de fuerza

Los secretos del alma rusa. Por qué Occidente no entiende a Putin Mientras su actuación en la crisis por Ucrania desató la furia y las sanciones de Europa y EE.UU., el presidente es cada vez más popular y celebrado en su país Viene de tapa

En 1939 Winston Churchill lanzó, con resignación, una frase histórica: “Yo no puedo predecir qué van a hacer los rusos. Son un acertijo, envuelto en un misterio y dentro de un enigma”. En Moscú, muchos suelen explicar con ironía que el gran obstáculo para comprender a los rusos es su semejanza física con los germanos, los sajones o los nórdicos. “El problema de los rusos es que nos parecemos físicamente a los occidentales. Es una lástima que no seamos de color verde, azul o violeta, porque entonces no esperarían que actuáramos como ellos”, dijo, recientemente, el director de cine Andrei Konchalovsky. Los conocedores señalan que hay, por lo menos, tres cuestiones del “alma rusa” que Putin fortaleció a lo largo de estos diez años: la idea de ser el país más extenso del planeta con innumerables etnias, pero unidas por un origen común (la “madre Rusia”), el rol que los rusos se atribuyen en el mundo y su visión militarista. “Kiev, la capital ucraniana, es la cuna de nuestra civilización. Todos los rusos sabemos que en el siglo IX el príncipe Vladimir se bautizó allí y convirtió a nuestra nación al cristianismo. ¡Cómo quiere que nos sinta-

mos ahora cuando vemos que una banda de rebeldes tomó allí al poder, decide romper una relación milenaria y amenaza con someter a las poblaciones rusoparlantes del este del país!”, comenta a la nacion Alexander Domrin, doctor en Leyes graduado en Moscú y en la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos. Domrin recordó que el histórico concepto de “la madre Rusia”, similar al de “patria grande” latinoamericana, abarca a rusos, bielorrusos y ucranianos, y que incluso los nombres de esos países –“Rusia Blanca” para Belarús y “la tierra fronteriza” para Ucrania– muestran la unidad del “conglomerado eslavo oriental”. “La superficie de lo que llaman hoy Ucrania es 20 veces más grande de lo que fue en los siglos XVII o XVIII. Por eso, lo que está haciendo Putin es evitar la occidentalización forzosa de las poblaciones rusas que, de manera fortuita, quedaron bajo esa jurisdicción”, afirma Domrin. Fronteras artificiales El analista político inglés Christopher Graham, editor del libro Russia for beginners, es también un profundo conocedor de la historia y la sociedad rusa, que divide su tiempo entre Londres y Moscú. En diálogo con la nacion, explica que “las fronteras que surgieron

tras el colapso de la Unión Soviética son artificiales para mucha gente. “Además, la percepción de ciudadanía y etnia no son las mismas que en Occidente. En todas estas regiones tienen mucha más lealtad a su etnia, sean rusos, kazakos o mongoles, que a la nacionalidad que diga un pasaporte. Los rusos se dicen «rusos», aunque su pasaporte sea de Kazakhstán o de Ucrania”, dice.

Kiev es la cuna de la civilización rusa. Allí Rusia se convirtió al cristianismo Otra cuestión difícil de comprender es el rol que Rusia se atribuye en el mundo. Si bien los negocios de Moscú están hoy abarrotados de marcas occidentales y los que tienen dinero sueñan con comprarse un Mercedes o un Audi, “ellos saben que no son Occidente y tampoco desean serlo. Y además les gustaba la idea de tener un país-barrera como era Ucrania”, explica Graham. El analista inglés menciona también un cliché muy extendido entre la población rusa. Frente a un Occi-

dente siempre “materialista” y “frívolo”, ellos se sienten los defensores de los valores humanos más nobles y, como muestra, exhiben su excelencia en las artes, la ciencia, los deportes o incluso el fallido intento comunista de una sociedad más igualitaria en el siglo pasado. Sacar ventaja de los clichés Graham recuerda un conocido póster de la época soviética con dos imágenes que sacaba provecho de este cliché. En una parte, se veía a un chico pobremente vestido que tocaba el violín en las calles de Manhattan y pedía limosna bajo la lluvia. En la otra, el mismo chico, muy bien vestido, tocaba su violín en un gran teatro de Moscú. “Los rusos más educados saben que la situación no es exactamente así. Pero son clichés que perduran en el imaginario social, y que Putin sabe usufructuar”, dice Graham. Pero la decisión del presidente ruso de enviar tropas a la frontera con Ucrania sacó de las casillas a los líderes occidentales. Esta semana, por ejemplo, la canciller alemana, Angela Merkel, advirtió a Putin que no utilice políticamente el tradicional desfile militar del Día de la Victoria, celebrado ayer. Pero entre la población rusa, la festividad del 9 de Mayo tiene unas

reuters

dimensiones difíciles de comprender en el resto del mundo, que siempre lo vio como un desagradable exhibicionismo de la parafernalia bélica de los gobiernos de turno, en su momento los soviéticos o ahora Putin. La fiesta coincide con el final del largo invierno ruso y los primeros calores primaverales y, por eso, todas las familias preparan con tiempo las viandas para salir de picnic ese día a las plazas de su ciudad. Occidente suele olvidar que la Segunda Guerra, que en Rusia es más conocida como la “Gran Guerra Patriótica”, costó la vida de 27 millones de soviéticos. Cada familia tiene entonces algún abuelo héroe y es un “deber” honrarlo ese día. “En un país al que no llegó la oleada pacifista que invadió a Occidente a fines de los 60, los rusos sienten mucho orgullo por sus militares y sus armas”, afirma Christopher Graham. Sin dudas, Putin tiene aún muchas deudas pendientes frente a la sociedad rusa, pero no son las que se suelen señalar desde el exterior. “En el resto del mundo dicen que el problema es la falta de libertades individuales y el estilo autoritario de Putin. Pero a nosotros nos preocupa mucho más la cuestión económica y la corrupción que hay en este gobierno”, explica Domrin. Sin embargo, eso no alcanza para evaluar negativamente la gestión presidencial. A la hora de considerar los numerosos intentos fallidos contra esos flagelos, los rusos suelen consolarse recordando, con sorna, la frase del ex presidente Víctor Chernomyrdin: “Queríamos lo mejor, pero salió lo de siempre”.ß

del editor: cómo sigue. La incomprensión es mutua. Si bien Occidente no entiende el orgullo ruso, Moscú ignora que EE.UU. y la UE se cansaron de sus demostraciones de fuerza.

BERLÍN.– Profundo conocedor de la Primera Guerra Mundial, de la que este año se conmemora el centenario de su inicio, el historiador alemán Herfried Münkler encuentra dramáticos paralelismos entre la actitud de Alemania en esa guerra y la de Rusia en la crisis de Ucrania. Rusia, como la Alemania de entonces, tiene la “obsesión” de estar rodeada, dijo Münkler en una entrevista con periodistas extranjeros en Berlín. “Creo que el análisis de un precedente tan dramático y paradigmático como el de la Primera Guerra puede servir para analizar los acontecimientos actuales”, afirmó. “En primer lugar, las elites políticas y militares en Berlín, en 1914, padecieron una obsesión de que el país estaba siendo rodeado. Tenían la sensación de que el círculo se estrechaba alrededor de ellos. La consecuencia fue una ceguera histórica y una alta predisposición para el riesgo que afectó a quienes tomaban decisiones en Alemania y que llevó, en el verano de 1914, a los resultados que se conocen.” El 28 de junio de 1914, en Sarajevo, el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria condujo a la invasión de Serbia por parte del imperio austrohúngaro. En pocas semanas, por un complejo juego de alianzas entre las potencias, Alemania invadió Bélgica y Luxemburgo. “Sin aventurarse en previsiones de cuáles podrían ser las consecuencias, se puede observar sin dudas una obsesión parecida en las elites políticas y militares en Moscú. Desde un punto de vista histórico, los rusos fueron durante siglos una potencia dominante en el mar Báltico, ya desde Pedro el Grande, mientras que hoy sólo tienen Kaliningrado y San Petersburgo. Es fácil de imaginar que el escenario de perder una relación privilegiada con Ucrania juega un fuerte papel psicológico para los rusos, por el miedo a perder también control en el Mar Negro. Para ellos, significaría un problema”, agregó. Otra analogía es la situación interna de Ucrania. “No la quiero comparar a la de Serbia, sino más bien a parte de los Balcanes occidentales y al imperio austrohúngaro, donde no había tenido éxito una cohesión en un Estado nacional. En este sentido, lo que aparece ahora es que tampoco Ucrania logró ser un Estado nacional”, sino que persisten diferentes grupos. Los tártaros, por ejemplo, juegan un papel en la península de Crimea, así como los ciudadanos de origen ruso juegan un papel en las regiones orientales. También hay diferencias. En 1914 no había plataformas de negociaciones comparables a las de hoy. “Todavía no sabemos si el papel de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa [OSCE] será decisivo, pero por lo menos este órgano existe”, dijo el historiador. Otra diferencia, señaló, es que con el ejemplo de lo sucedido en 1914, Europa debería tener claro que las cosas no pueden pasar de la misma manera. Y si bien se discute si las ambiciones rusas son similares al comienzo de la Primera Guerra Mundial o bien al expansionismo de la Alemania nazi desde 1938, para Münkler, no obstante, habría que evitar comparaciones entre Hitler y Putin.ß