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rios o agrónomos, pero necesita- mos que nos den la oportuni- ... Caquetá. San Vicente del Caguán. Miravalle. Chocó. Riosucio. Brisas. Cauca. Miranda.
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El editorial de P. 6 EL TIEMPO

A honrar los compromisos en nueva fase del proceso

BOGOTÁ COLOMBIA 5 DE FEBRERO DE 2017 AÑO 106 Nº 37307

ESPECIAL

De la guerra a la paz: el viaje de las Farc

P. 2

EL TIEMPO visitó 3 de los 26 sitios donde tendrá lugar el desarme de la guerrilla.

Fotos: AFP y Oficina del Alto Comisionado para la Paz

EL VIAJE DE LAS FARC

Campesinos, los primeros en Varias zonas rurales están experimentando un proceso que, tarde o temprano, se extenderá al resto del país: el regreso a la sociedad de cientos de hombres y mujeres cansados de la guerra y ansiosos por rehacer sus vidas. Así se vive la desmovilización de la guerrilla.

‘Parece mentira que compartan con nosotros’ Fabio Arenas Enviado especial de EL TIEMPO Planadas (Tolima). La piel de ‘Luisa’

se erizó cuando escuchó el himno de las Farc justo en el momento en que ella y al menos otros 150 integrantes del frente 21 llegaron el miércoles, encaramados en viejos camperos rusos UAZ, al parque de Gaitania, un corregimiento de Planadas. Fue precisamente en este municipio del sur del Tolima donde Manuel Marulanda Vélez, ‘Tirofijo’, creó esa guerrilla hace más de 50 años. Los subversivos, que durante años han hecho presencia en este departamento, llegaron a Gaitania para ubicarse en la zona veredal de transición y normalización dispuesta por el Gobierno, y se encontraron con una fiesta: los habitantes habían puesto banderas blancas en las puertas de sus casas y muchos de ellos salieron a darles la bienvenida con gritos de ‘No queremos más guerra’ y ‘Viva la paz de Colombia’. En medio de la celebración, a ‘Luisa’ la embargó un sentimiento de tristeza. Recordó que no ve a su madre desde el 27 de febrero del 2011, cuando ingresó a las Farc siendo una adolescente. “Mi corazón me dice que pronto podré abrazarla y decirle todo lo que la quiero”, confía. Le contaron que su mamá la da por muerta en combate y que hasta le hizo un novenario en su casa, que está en un pueblo vecino. “No sé quién le llevó semejante mentira”, lamenta la guerrillera, de baja estatura y cuyas moñas de colores vivos sobre una larga cabellera contrastan con su uniforme, sus botas y su fusil.

‘Luisa’ está convencida de que no pasarán muchos días antes de establecer contacto con su madre, y espera que ella y sus cuatro hermanos la visiten en esta zona veredal de concentración. Su sueño es ser enfermera o abogada, “para trabajar gratis en favor de la gente pobre, que no tiene quién la defienda”. Entre los pobladores que recibieron al grupo guerrillero en Gaitania, a siete horas de Ibagué, estaba Gerardo Mayorga, un campesino de 58 años que se ubicó en el atrio de la iglesia y fue uno de los que más aplaudieron el acto. “Me parece mentira verlos compartiendo con todos nosotros”, repetía. “Durante años ellos estuvieron allá y nosotros aquí, en una guerra que solo dejó muertos de lado y lado, pero hoy no existen bandos, ahora somos uno. Desde hace como tres años no hemos vuelto a escuchar un tiro ni un bombazo”, aseguró el labriego. Atendiendo los pormenores del recibimiento estuvo Wílmar Vargas, corregidor de Gaitania, un poblado productor de café que alberga a 3.000 habitantes en la zona urbana y unos 10.000 en sus 22 veredas. “El recibimiento fue emocionante porque esta tierra, que produce el café más rico de Colombia y que vio nacer a las Farc en la región de Marquetalia, ahora se convierte en escenario de paz y convivencia”, señaló el funcionario, y recordó que los últimos hechos de violencia a causa del conflicto ocurrieron en el 2013, año en el que un soldado murió, cuatro miembros de una misma familia perdieron la vida –en la vereda San

Guerrilleros de las Farc en la zona veredal de transición de El Oso.

Miguel– por el estallido de una casa bomba y un dirigente comunal resultó herido por una mina antipersonal. Tras un desayuno con caldo, arepa y huevo, los guerrilleros caminaron por las calles y visitaron almacenes. Algunos, que buscaban CD de Vicente Fernández y Antonio Aguilar, se desanimaron al no encontrar la película El paseo 4 en DVD. ‘Donald’, ‘Armando’ y Wilson’, la línea de mando del frente 21, dieron la orden de volver a los UAZ. Tras un recorrido de media hora entre montañas, por una carretera destapada, llegaron a la zona de concentración en la vereda El Oso. En contraste con lo vivido hasta ese momento, allí las caras fueron de descontento. A pesar de estar acostum-

brados a vivir en la selva y de estar decididos a dar al paso hacia la paz, no esperaban encontrarse con una explanada llena de barro y un cambuche de plástico, debajo del cual, apretujados, se guarecieron de un aguacero torrencial. “Vemos mucha improvisación. Esta zona de concentración no es como la prometió el Gobierno. Carece de alojamientos, unidades sanitarias, zonas de recreación y agua potable”, se quejó ‘Donald’. “Lo único que encontramos fue una explanada con una casa antigua”, dijo ‘Wilson’. Esta zona veredal es un terreno de seis hectáreas, de las cuales en solo dos se puede construir, debido a lo quebrado del terreno. Además, está a una hora y media de la zona urbana de Planadas, donde se compra el cemento, el hierro y otros materiales necesarios para las obras. A todo esto se suman los problemas para contratar volquetas y conductores que quieran trabajar en esta región, que tiene su fama de violenta. En medio de las dificultades, los guerrilleros se unieron desde ese día a los trabajadores civiles en la construcción del campamento, que constará de cocina y comedores amplios, una sala de conferencias y otra para esparcimiento. Además, alojamientos bajo techo para 200 personas. Un inconveniente serio que encontraron los obreros es el alto nivel freático del terreno, que ha obligado a instalar filtros y drenajes. Ernesto Pérez, presidente de la junta de acción comunal de El Oso, cree que las cosas se han complicado porque la zona veredal fue definida a última

hora. Primero, cuenta, se pensó en las veredas San Miguel y El Jordán, donde no hubo acuerdo con los dueños de los predios escogidos por el Gobierno. “No ha sido fácil. El ‘descapote’ del terreno conllevó la evacuación de más de 7.000 metros cúbicos de tierra, algo así como 350 viajes en volqueta, pero lo importante es que se trabaja a toda marcha, con maquinaria pesada y obreros”, aseguró el líder local. Se espera que la construcción esté concluida dentro de dos meses. Carlos Neira, párroco de Gaitania, insiste en que los guerrilleros necesitan un espacio digno, sobre todo teniendo en cuenta que llegaron con niños de brazos, embarazadas y enfermos. “Este es el fin del conflicto, el nacimiento de un nuevo país. La obligación del Gobierno y la nuestra es brindarles las cosas que necesitan”, señaló el sacerdote. Mientras llega la solución, los insurgentes optaron por desayunar, almorzar y cenar de pie, y pasar las noches en cambuches instalados por ellos en los alrededores de la vereda. “Esto nos molesta, pero la verdad es que hemos pasado miles de noches en cambuches que levantamos con hacha y machete, aun en zonas de alta montaña”, dijo un joven de tez morena nacido en Cauca, quien aprovechó para opinar que sería bueno que les construyeran una cancha, una guardería y una sala para recibir a sus familiares.

Al son de ‘Julián Conrado’ En el campamento no falta la música de ‘Julián Conrado’, ‘el cantante de las Farc’, que sale de un bafle amarrado a un palo y levanta los ánimos. El almuerzo llega en bolsas plásticas con enormes trozos de carne asada y papa, “pues con esta improvisación ni siquiera hemos sacado platos”, anota alguien. Varios guerrilleros jóvenes tienen sus ojos puestos en un televisor que transmite un partido de la Liga Española. En el monte no se perdían los partidos de la Selección Colombia y tienen fe en que irá al Mundial de Rusia, aseguran. “Estamos que PASA A LA PÁGINA -3

Una de las primeras cosas que hicieron los guerrilleros al llegar al corregimiento Gaitania, en Planadas (Tolima), fue buscar CD y preguntar si ya tenían el DVD de la película ‘El paseo 4’. Fotos: Juan Carlos Escobar

REENCUENTRO

‘Mi hijo está vivo gracias a la paz’ “Lo más bonito del proceso de paz es que uno puede ver a sus hijos vivos”, dice María, una campesina tolimense que, en la zona veredal de concentración de El Oso, se fundió en un fuerte abrazo con su hijo, de 28 años, quien hace parte de las Farc desde el 2007. “Hace mucho rato no tenía noticias de su vida. Esto es una felicidad indescriptible. La verdad es que he llorado mucho, pero en medio de todo le doy gracias a Dios porque me lo ha guardado y protegido en cada combate”, añade. Él tomó el camino de la guerri-

lla a los 17 años, “porque le gustó”. Un día cualquiera abandonó el grado décimo del colegio y, sin avisarle a su madre, se fue a las Farc. “De nada valieron los ruegos para que regresara a continuar su bachillerato. Están convencidos de lo que hacen, de su ideología”, señala la señora, quien pide oportunidades de estudio, empleo y vivienda para todos. María está convencida de que la pobreza y la falta de oportunidades en el sur del Tolima han sido caldo de cultivo para el ingreso de jóvenes a la guerrilla. El joven guerrillero solo espera

que el Gobierno cumpla lo pactado en la mesa de diálogo. “Quiero ser ingeniero de sistemas. Algunos compañeros sueñan con ser abogados, veterinarios o agrónomos, pero necesitamos que nos den la oportunidad de ingresar a una buena universidad. Así creceremos profesionalmente, sin apartarnos de nuestro movimiento, del partido político de las Farc”, dijo el joven. “Cuando vuelva a casa, lo recibiremos con fiesta y le daremos lo mejor. Gracias a la paz, mi hijo está vivo”, celebra doña María.

María, campesina tolimense, abraza a su hijo tras encontrarlo en la zona de concentración de El Oso, en el corregimiento Gaitania, en Planadas.

ESPECIAL

dar la bienvenida a las Farc En Fonseca, un abrazo honró la memoria de la UP

VIENE DE LA PÁGINA -2

nos jugamos. Ojalá nos construyan una cancha en esta zona de concentración”, comenta uno de ellos. Un hombre de las Farc, de más de 50 años y que fue escolta de ‘Tirofijo’ y ‘Alfonso Cano’ en Uribe (Meta), dice que, pese a que el proceso ha llegado lejos, aún falta mucha tela por cortar. “Hay conmigo muchos que solo sabemos de guerra y la pregunta es qué va a pasar con nosotros”, señala. A su voz se suma la de una guerrillera de 48 años que pide oportunidades para sus hijos, también integrantes del frente 21. “Uno es bachiller y al otro le faltaron unos años para obtener el cartón –cuenta–. Lo que yo esperaría es que puedan salir adelante, que tengan vivienda, hijos y una familia, que sean alguien”. Ernesto Pérez y Eddy Sánchez, presidente y secretaria de la junta de acción comunal de El Oso, respectivamente, no han escuchado voces contra la zona de concentración. “Tenerlos de vecinos creo que no incomodará a nadie, pues hemos convivido con ellos durante años. Los campesinos los recibieron con los brazos abiertos y en el ambiente se siente respaldo al proceso de paz”, manifiesta Sánchez. Daniel, un guerrillero de 27 años, no olvida que, desde que él era niño, las Farc fueron la autoridad en su vereda, “donde escasean la educación, la salud y el empleo, y donde campea la pobreza: si hay para pagar la matrícula, no hay para zapatos ni cuadernos; entonces, la opción de muchos jóvenes fueron las armas. Yo quería ser sicólogo, y no entiendo por qué la educación no llega a las regiones apartadas”, dijo. Cuando el sol se oculta, la mayoría busca la comida (sopa de pasta, verdura y carne picada), que se baja con agua de panela caliente para calmar el frío. En su cambuche, ‘Luisa’ espera la oportunidad de ver a su madre y sueña con su pueblo, enclavado en las montañas del departamento. “Estoy nerviosa, no sé cómo reaccionará mi mamá, pero ojalá pueda venir a verme”, dice la guerrillera con ilusión.

Juan Camilo Pedraza Redactor de EL TIEMPO Pondores, La Guajira. En medio del al-

boroto de la parranda vallenata con la que el bloque Caribe de las Farc celebraba su llegada a la vereda Pondores, en Fonseca, La Guajira, donde dejará las armas, ‘Fabio Borges’ tomó por el brazo con cierta rudeza a Imelda Daza, miembro del movimiento Voces de Paz, que tiene asiento en el Congreso de la República para hacerle veeduría a la implementación del acuerdo de paz. Ella, extrañada, levantó la mirada y examinó su cara. Entonces ‘Borges’, que hace parte de la dirección del bloque, y Daza se abalanzaron el uno al otro para fundirse en un abrazo, como lo hacen los amigos que no se ven desde hace más de 30 años. Así se selló el reencuentro de estos exmilitantes de la extinguida Unión Patriótica (UP). En los años 80, ‘Borges’ era un estudiante de la Universidad del Norte, en Barranquilla, que hacía “trabajo barrial”, según contó, y que “acompañaba a los que sabían” por la región. Daza era de “los que sabían” dentro de la UP. En ese entonces ya era reconocida en Valledupar como líder de ese partido, que surgió como apuesta política sin armas de varios grupos guerrilleros, incluidas las Farc. Lo primero que a ‘Borges’ se le vino a la mente al ver de nuevo a la dirigente fue “su voz vibrante y su compromiso social, que no cambió, por difíciles que fueran las circunstancias”. Este sucreño, de 50 años, encargado de la instrucción ideológica y militar de la tropa guerrillera, cuenta que por “la matazón” de sus compañeros de partido le tocó irse para la guerrilla. Daza, de 67 años, se fue al exilio en Suecia, de donde regresó 26 años después, en el 2015. Decidió irse después de que alguien dejó una

Los 26 sitios de desarme Zonas de Transición y Normalización: Contienen varios campamentos Puntos de Transición y Normalización: Son de menor tamaño que una zona veredal y agrupan un solo campamento. Antioquia Dabeiba Llano Grande Ituango Santa Lucía Remedios Carrizal

Cauca Caldono Los Monos Buenos Aires Rosal N Cauca Nariño Miranda Tumaco Monterredondo La Variante Policarpa Betania

La Guajira Fonseca Pondores

N.de Santander Tibú Caño Indio

COLOMBIA

Antioquia Anorí La Plancha Tolima Vigía del fuerte Icononzo Vidrí La Fila Planadas El Oso

corona fúnebre, con una cinta ver- ro”, dijo ‘Borges’, quien adelantó de que llevaba estampadas las le- que las Farc no tendrán “una fortras UP, en el jardín de su casa. La ma mesiánica de hacer política”. noche anterior la habían llamado A ese punto, uno de los 26 sitios del por teléfono y le habían dicho: país previstos para que esta guerri“Llegó la hora, vamos por usted”. lla deje las armas, llegaron 210 El bloque Caribe, mejor conocido combatientes, fusil al hombro y en tiempos de guerra cocon camuflado, de los frenmo ‘Martín Caballetes 59 y ‘Efraín Guzro’, emprendió su mán’ –antiguo cuer“No es tarde última marcha copo de seguridad del para volver e mo organización secretariado–, que iniciar otro armada el miérforman parte del coles pasado. El bloque Caribe. En camino en recorrido de nuePondores encontrademocracia”. ve kilómetros desron, bajo un sol Imelda Daza, de La Y (un paraje aplastante, una explaexmilitante de la de la vereda Las Manada polvorienta. “EsUnión Patriótica. rimondas, en Fonseca) to es un peladero sin hasta Pondores lo encabezó las mínimas condiciones ‘Iván Márquez’ (Luciano Made habitabilidad”, sentenrín), miembro del secretació ‘Alirio Córdoba’, uno de riado y parte de la comilos comandantes. sión de seguimiento a Efectivamente, el predio no cuenlo pactado en La Habana. ta con servicio sanitario ni aulas. “Es la última marcha como guerri- Tampoco tiene conexiones eléctrilla, pero la primera hacia la reali- cas, ni medicamentos ni puestos zación de todas las expectativas de salud, todo lo cual hace parte de que deja el acuerdo; la primera ha- los compromisos adquiridos por el cia el reencuentro con las fami- Gobierno. lias, hacia ese proceso de cons- Lo que sí hay en el terreno es agua truir con las comunidades su futu- potable y tablones, puestos a dispo-

Cesar La Paz San José del Oriente

Cordoba Tierralta Gallo Chocó Riosucio Brisas

‘Fabio Borges’, de la dirección del bloque Caribe, e ‘Iván Márquez’, a su llegada a Pondores, la vereda guajira donde dejarán sus armas. Archivo particular

Arauca Arauquita Filipinas

Meta La Macarena Yarí Mesetas La Guajira Vista Hermosa La Reforma

Guaviare San José del Guaviare Charras Las Colinas

Putumayo Puerto Asís La Carmelita

Las zonas de concentración están en 14 departamentos y 25 municipios

Caquetá La Montañita El Carmen Caquetá San Vicente del Caguán Miravalle

‘Es una transición, y toca acostumbrarse’ Iván Noguera Enviado especial de EL TIEMPO Caldono, Cauca. Marcela González,

nacida en el Meta, lleva 30 años en la guerrilla y desde hace cinco no ve a un familiar, ni siquiera a su hijo, que ya tiene 20 años. “Siempre tocaba estar moviéndonos en la montaña, con la posibilidad de un combate o de un bombardeo. Era un riesgo al que no podía exponerlo”, dice la mujer, que hizo parte de una avanzada de 40 guerrilleros del frente móvil ‘Jacobo Arenas’, de las Farc, que el 28 de enero llegó al caserío del resguardo de

sición de la guerrilla para que sus hombres construyan sus propios alojamientos. A todos les tocó pasar su primera noche en el punto veredal en un cambuche o caleta –así prefieren llamarlo los guerrilleros–, como lo han hecho las Farc durante los últimos 50 años. En la tropa que arribó a Pondores hay tres embarazadas y un bebé, que, a diferencia de sus compañeros, que llegaron a pie, lo hicieron en camionetas supervisadas por las Naciones Unidas. Desiré Paz, de apenas un mes y cuatro días de nacida, fue una de las viajeras privilegiadas. A la caminata, de un poco más de dos horas y media, que culminó a las 9:50 de la mañana, se sumaron los habitantes del corregimiento Conejo, por donde pasaron los insurgentes. “Siempre los hemos apoyado, les tenemos aprecio y ahora más, con la paz”, dijo uno de ellos, que prefirió no revelar su nombre. Vestía una camiseta blanca y llevaba una bandera del mismo color en la mano derecha. Imelda Daza encontró “admirable” el ánimo con el que llegaron ‘Borges’ y los otros 210 guerrilleros. “Admirables las ganas de irrumpir de otra manera en la sociedad, para hacer política sin armas. Aquí no hay las condiciones para establecerse, pero el guerrillero es un hombre acostumbrado a sortear obstáculos”, dijo, y confió en que los miembros de las Farc tendrán paciencia hasta poder hacer su tránsito a la vida civil. ¿Por qué Imelda Daza fue a Pondores? “Quise ser testigo de este momento histórico, que trae aquí a varios frentes de las Farc que inician, así, el proceso de retorno a la sociedad de la que nunca debieron irse. No es tarde para volver a ella e iniciar otro camino hacia la construcción de paz, en democracia”, respondió.

Pueblo Nuevo, en el municipio de Caldono, Cauca. Lo hicieron con sus uniformes de campaña y fusiles al hombro. Su llegada coincidió con las fiestas patronales, en medio de pólvora. Apenas adolescente, su papá le impidió que se vinculara a la guerrilla, pero una vez cumplió los 18, y con pocos años de estudio, anunció su decisión de enrolarse en las Farc. Esas tres décadas de vida insurgente y las caminatas la llevaron de los Llanos, en el oriente del país, a las montañas del norte del Cauca. Acompañados por la comunidad, hicieron una travesía de 10

Acompañados por la comunidad, doscientos miembros del frente móvil ‘Jacobo Arenas,’ de las Farc, se instalaron en el resguardo de Pueblo Nuevo, en Caldono, Cauca. Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO

kilómetros desde el caserío de Pueblo Nuevo hasta San Antonio, a 2.000 metros de altitud, una de las dos zonas veredales de normalización y transición (ZVNT) acordadas por el Gobierno y las Farc para Caldono, una de las cuatro en Cauca. Las otras dos están en Miranda y Buenos Aires. Desde ese sábado hasta el miércoles pasado, de civil, a pie o en moto, y con sus armas en maletines o morrales, fueron llegando otros guerrilleros, hasta sumar 200, los acordados para este punto. Enfatizan en la voluntad de paz de las Farc y confían en que si se cumplen los acuerdos, esta sea su última marcha guerrillera. “En la montaña vivíamos en unas condiciones más ligeras, nada de paredes, solo nuestro techo; mucho más móviles, menos carga, menos maletas, menos construcciones. El frío nunca me ha hecho sentir mal. Es una transición lenta, y toca irse acostumbrando”, dice Marcela. Ella hace parte de la línea de mando del frente e integró la delegación de La Habana, haciendo tareas de acompañamiento, logística y enlace con los medios. En Caldono, además de San Antonio, otro punto veredal estará en Santa Rosa, con un total de 400 guerrilleros, y entre ambos campa-

mentos se tendrá un punto de recepción en Los Monos, para contacto con la comunidad. La ‘Jacobo Arenas’ ha sido considerada una de las unidades élite de combate, una especie de academia militar, donde llegaban a formarse no pocos de los combatientes y otros a especializarse en tácticas de guerra. Debían desplazarse por 14 municipios del norte y centro del Cauca; entre ellos, Jambaló, Toribío, Santander de Quilichao y Popayán. No pocos coinciden en que acostumbrarse a las paredes de una habitación y a tener un domicilio fijo hacen parte de su nueva vida. De momento, se acomodan en un campamento improvisado, levantado a toda marcha, a unos 500 metros del sitio donde será su sede por seis meses, un complejo que 35 obreros se esfuerzan en terminar. Son 50 casas con piso de concreto, paredes de drywall; cada una, de cuatro habitaciones, y cada cuarto, de 24 metros. Está lista una gran cocina, un enorme comedor comunitario, casa administrativa, espacio para salud y un aula. Y aunque es uno de los más avanzados del país, está apenas en un 30 por ciento. Edwin Idárraga, de la Unidad de Gestión del Riesgo, entidad a cargo de la adecuación de las zonas, dice que ha sido

una labor compleja desde la misma consecución de los lotes, su adecuación, traslado de materiales desde localidades vecinas, Popayán y Cali, con tractomulas por estos caminos destapados. Para los guerrilleros, en su vida de combate en las noches, pasadas las 6 de la tarde, era un riesgo encender un fósforo o un cigarrillo, porque delataba su presencia y guiaba al “enemigo”. Ahora se acostumbran a descansar en las noches, con iluminación eléctrica y, con calma, fumar un cigarrillo. La comunidad del resguardo de Pueblo Nuevo espera que con el proceso de paz lleguen la armonía y la sanación a sus territorios. Y es que Caldono es una de las poblaciones del Cauca y del país que más han sufrido el conflicto. Briggite Dagua, secretaria de Gobierno del municipio, dice que han padecido 67 tomas guerrilleras y más de 250 hostigamientos a la cabecera municipal y al corregimiento de Sibería, sin contar veredas y otros caseríos. Ahora, el letrero que se lee a la entrada de la zona de San Antonio marca lo que será el nuevo rumbo: ‘Nuestra única arma será la palabra: Farc-Ep’, reza el aviso, al que acompañan dos banderas, una blanca y otra de Colombia, con símbolos de ese grupo.

EL VIAJE DE LAS FARC

ESPECIAL

La semana en que se develó el rostro de la paz

Dos madres guerrilleras forman, con sus hijos en brazos, junto a un grupo de mujeres que aguardan por desplazamiento en el sector antioqueño de Llano Grande. Archivo particular

La gigantesca marcha de las Farc hacia el desarme convierte la paz con esta guerrilla en algo irreversible. O, cuando menos, en un hecho difícil de desconocer para cualquiera que sea el próximo presidente de Colombia.

Una Colombia escondida, inédita, ha emergido poco a poco desde las selvas más profundas del país durante la última semana. Y uno a uno, en Marisol Gómez Giraldo. Guerrilleros toman un respiro en su trayecto hacia una de las medio de la giganEditora de EL TIEMPO zonas veredales en el Cauca, cerca del sector de Robles. Efe tesca marcha que En Twitter: @MarisolGmezG los colombianos habrán de recordar como la última de las Farc coEn la mo guerrilla, se han ido develando los rostros de las mujeres y los peregrinación hombres que han hecho parte de se ha visto la la guerra contra el Estado duranverdadera te medio siglo. Esos campesinos, todavía en dimensión de uniforme de combate, han recorrila negociación do desde el sábado 28 de enero ciende La Habana tos de kilómetros por el Putumayo, el Meta, Antioquia, La Guajira y 10 departamentos más, en busca de otra vida. Es lo que les ofrece el desarme en los 26 puntos que tienen como destino. Las mujeres guerrilleras con bebés entre los brazos, y las embarazadas dentro de un ejército insurgente que nunca les dio esa posibilidad, son la prueba contundente de que la marcha tiene un profundo sentido de esperanza. Es la esperanza en la paz que los jefes guerrilleros firmaron con el presidente Juan Manuel Santos. Esas mujeres, los jóvenes morenos y mestizos y los guerrilleros veteranos que caminan con sus ollas, sus perros, sus loros y otras mascotas traídas del monte serán, para la historia, la imagen de la paz con las Farc. Incluso, más que la foto del Presidente firmando el acuerdo definitivo de paz con Rodrigo Londoño, Timochenko, la mañana del 24 de noviembre en el teatro Colón de Bogotá.

Análisis

Banderas blancas y muestras de afecto entre integrantes de las Farc fueron una constante en la llegada del bloque Caribe a la zona de Pondores, en el departamento de La Guajira. Mauricio Moreno / EL TIEMPO

En la zona de Pondores (La Guajira), los insurgentes fueron recibidos por el alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo (izq.) y el líder guerrillero ‘Iván Márquez’. Efe

Dejando las trincheras En esta peregrinación campesina hacia el desarme se ha visto la verdadera dimensión de la negociación entre el Gobierno y las Farc en La Habana, pues el resultado de ese proceso de casi cuatro años había sido opacado por el debate político, tras la derrota del Sí a los acuerdos en el referendo del 2 de octubre. Pero la travesía guerrillera de los últimos días dejó ver el peso de la paz. Son al menos 6. 200 combatientes —el 35 por ciento de ellos mujeres— los que dejaron sus trincheras históricas para cumplir con la dejación de las armas a cambio de un espacio en la vida política del país. Este hecho convierte la paz con las Farc en algo irreversible. O, cuando menos, en algo extremadamente difícil de desconocer y cambiar para cualquiera que sea el próximo presidente de Colombia. Mucho más cuando las imágenes de los guerrilleros de las Farc avanzando hacia los lugares donde harán la transición a la vida civil, a veces a pie, a veces en lanchas, a veces en camionetas, buses o planchones, le han dado la vuelta al mundo. Nadie puede dudar ahora de que las Farc están cumpliendo su parte en los acuerdos de paz y de que están concretando su compromiso de

En la última gran marcha de las Farc, los guerrilleros andaron por los caminos abiertos, no por entre la selva. Archivo particular

cambiar las balas por los votos. La participación de las Fuerzas Militares y la Policía en el operativo de traslado de las tropas guerrilleras a los 26 campamentos donde entregarán las armas a funcionarios de Naciones Unidas también evidencia la nueva etapa que vive el país. Sin duda, tan contundente como la mudanza

80

MUJERES EMBARAZADAS

A las zonas donde las Farc harán la dejación de las armas llegaron 80 mujeres embarazadas y otras 66 lactantes con sus hijos.

El jefe del Estado Mayor de las FF. MM., el general Javier Alberto Flórez, que por años se dedicó al combate de la insurgencia, también participó en los recibimientos. Efe

de los guerrilleros hacia los sitios de desarme ha sido el cordón de seguridad que 11.000 militares y 1.800 policías han hecho para garantizarles la seguridad. Imágenes como la del general del Ejército Javier Flórez y otros militares saludando de mano a los guerrilleros en su paso por las 36 rutas que transitaron para llegar a los puntos de desarme quedarán también para la historia del cierre del conflicto con las Farc.

Las cartas quedaron echadas La paz con la guerrilla que nació en 1964 con el campesino Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo, hoy es un hecho. Los retos del posconflicto son enormes, pero nadie puede desconocer que la tra-

Cargados de equipaje hicieron su arribo los guerrilleros –más de cinco combatientes por vehículo– que se concentrarán en la zona ubicada en la vereda El Oso del corregimiento Gaitania, departamento del Tolima. Esta es solo una de las 26 regiones del país en las que las Farc se agruparán durante la implementación de los acuerdos de paz de La Habana (Cuba). Juan Carlos Escobar

vesía de las Farc en la última semana patentiza el fin de la guerra. Quedó clara la decisión de los jefes guerrilleros de avanzar hasta los puntos de concentración, a pesar de que en muchos de ellos no estaba lista la infraestructura prometida por el Gobierno para el asentamiento temporal (electricidad, agua potable, zonas comunes…) ni había llegado el material para comenzar a construir sus alojamientos. El invierno y las grandes distancias que hay entre esas veredas y las cabeceras municipales contribuyeron a los retrasos, ha explicado el Gobierno. Por eso, el desplazamiento a los lugares de desarme, que debía ocurrir desde el 6 de diciembre

Nadie puede dudar ahora de que las Farc están cumpliendo su compromiso de cambiar las balas por los votos.

según el cronograma original, comenzó a darse apenas el sábado 28 de enero. Es decir, con 52 días de retraso. Pero las propias Farc han dicho que, pese a los tropiezos, nada alterará el plazo para el desarme, que debe culminar el 31 de mayo, cuando habrán transcurrido 180 días de la entrada en vigencia de los acuerdos de paz. Para esa fecha, funcionarios de la Organización de Naciones Unidas (ONU) deberán haber retirado completamente el armamento de los campamentos para fundirlo y hacer tres monumentos. Y, según anunció el viernes el jefe de Observadores de la ONU, el general argentino Javier Pérez Aquino, el desarme de las Farc se iniciará es-

ta semana. “En próximos, días la ONU va a empezar con la identificación, registro y monitoreo de las armas que estén en los campamentos”, dijo. Los primeros guerrilleros en entregar las armas serán los que forman parte del mecanismo tripartito de monitoreo y verificación del cese del fuego. Lo que sigue después de mayo involucra al país entero. El desafío para el Estado es cumplir con los acuerdos de paz, que incluyen garantías de seguridad para los futuros exguerrilleros de las Farc. Y el reto para ese ejército campesino que acaba de dejar la Colombia remota para darle la cara al país es mantenerse firme en la política legal.

Las propias Farc han dicho que, pese a los tropiezos, nada alterará el plazo para el desarme, que debe culminar el 31 de mayo.