Carta a Mario Briceño Iragorry - Ciudad CCS

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CONTRAPORTADA

ars poética Elí Galindo AÑO 7 / NÚMERO 357 DOMINGO 17 DE SEPTIEMBRE DE 2017

Carta a Mario Briceño Iragorry

a 120 años de su nacimiento

JULIO BORROMÉ

M

e gustaría decirle algo sobre su obra, y también sobre la importancia que tiene leer sus pensamientos en esta hora de amenazas y de conflictos mundiales. He pasado unos años en casa leyendo sus libros y escribiendo ensayos en los que toma impulso su palabra, su enseñanza, y no la mía, y esta carta se la escribo desde esta casa. Por lo que se refiere a su vida ejemplar, su amor por Venezuela y su antiimperialismo, le diré que mi primera idea es que estaría bien mencionar cuánta capacidad de pasión, carácter y destino queda en su escritura, a pesar de la soberbia indiferencia del tiempo. La única forma de captar debidamente su palabra es por y desde dentro de su propia atmósfera y su carácter esencial, de forma que todas sus angustias caigan estrictamente en ese marco. Don Mario, su angustia es la expresión de una vivencia interior que adquiere todo su sentido y profundidad en la caridad, sabiendo cuán cercano estuvo de los pobres y los débiles, por sus anhelos y sus sufrimientos, pero también por su espíritu de resistencia, acción y esperanza. Usted le habló al pueblo con la voz antigua de la tierra. Su palabra comprensible de ese fondo bolivariano presente en cualquier época es destino heredado, lazo de sangre, memoria. Su palabra reconstruye los acontecimientos como ocurrieron, despojando al pasado de ficciones y malas intenciones. Es indudable que allí yace una interpretación que no es sólo un elemento en cambiante historicidad para decir «crisis de pueblo», porque aun en el siglo XXI,

su palabra hace entendible diversas crisis. Sólo en este momento histórico adquiere su palabra que ilumina y que llamamos venezolanidad, el camino hacia el entendimiento, el diálogo y la historia colectiva; hacia aquello que conforma el hacer y el saber del pueblo. Esto puede ser otra definición de cultura. Y la cultura, como usted lo enseñó, no solamente inspira ciertas actitudes de vida, y por lo tanto el sentimiento de identidad, sino que penetra la composición, la estructura y la matriz de la cual se compone la unidad que llama patria. Y la patria es el derecho que tienen las sociedades a sentir y a vivir a su manera y a disponer de sus destinos. Pues una confianza en la que da crédito a un mundo donde se respete la validez de la tradición, permite el sentido, la creación y el mantenimiento de la historia saludable. ¿Es esto la soberanía? La soberanía es una prueba real de la existencia del pueblo conforme a la ética, a la defensa de las culturas, al resguardo del patrimonio y la memoria. Sólo en los latidos del proceso de construcción de la nacionalidad, los valores de los antiguos moradores de esta tierra y las acciones de los padres de la independencia alcanzarán rango histórico. A despecho de la historia, la relación nunca se ha roto. La gran novedad de su aporte ha sido la continuidad creadora que posibilita toda instauración de sentido. Le otorga una notable y original fisonomía histórica, obra unida por relaciones de oposición y afinidad. Su búsqueda ha tenido una labor de recuperación que le llevaría a descubrir la antigüedad y la comunión con el pasado venezolano para comprender el presente e ir enteramente hacia el futuro. Lo escondido había de aparecer magnético, elusivo, contradictorio. Su lección que no sé si todos han aprendido: entre la tradición y modernidad hay un puente, y no un «hiato histórico». Paradojalmente (¿pero es en verdad paradojal?) son ahora estas condiciones de «crisis» del sistema mundial financiero y del capitalismo, las que provocan la proliferación de sentido de El caballo de Ledesma, Aviso a los navegantes y Mensaje sin destino. Estos desatan su multivocidad crítica que define una conciencia lúcida del presente. Con el héroe moral usted defiende la patria del invasor y con la crítica de las estructuras dominantes y penetración ideológica, fundamentó, Don Mario, un imaginario, una literatura, una historia, un anticolonialismo, un coraje nacional. Y de la relación de sentido, advirtió la fragmentación de la realidad, la negación de la unidad, de la totalidad histórica, así como de la verdad. En esa suerte de reflexión histórica, lo que usted logra, en la unidad de su experiencia, es confiado a un sentimiento patrio. Con la recuperación del pensamiento bolivariano, expuesto a modo de ensayo en La hora undécima, su orientación humanista terminaría reclamando, desde dentro, una filosofía de la historia, que no nace inmediatamente del problema de las circunstancias sino del de la cultura, dado que ésta comprende la estructura fundacional de las naciones, de acuerdo con el pasado y la identidad del continente hispanoamericano que no

son modos estacionarios del ser histórico y que en definitiva revelarían una originaria adhesión de los pueblos, correlativa al sentimiento de la patria. Toda su obra, Don Mario, se presenta a los venezolanos de este siglo XXI, necesaria, dado que interpretar es también innovar y crear. Se presenta a la juventud como una conciencia legible de esa patria producto de un camino histórico y social eternamente recorrido. Todavía hoy — cito arbitrariamente episodios que usted interpretó— después de 1810, del bloqueo a Cipriano Castro, de la crisis del 29, de las guerras mundiales y de la banalidad de la sociedad del consumo, la patria tiene un mayor sentido y esplendor. Aquella independencia inconclusa no es la anécdota del acierto historiográfico, sino la búsqueda de la condición utópica, anclada en el pensamiento bolivariano que bien conoce, y que se encargó de entregarlo al pueblo en toda su posibilidad transformadora. Don Mario, usted llamó la atención sobre el hecho del colonialismo mental y la penetración ideológica de los signos en los distintos formatos de alienación colectiva. Esta política fue promovida por la alianza de EEUU y la oligarquía apátrida, quienes destruían el patrimonio nacional y entregaban las riquezas a las trasnacionales. Sobre la base de esta conjunción de intereses foráneos y de la condición xenofrénica de la burguesía criolla, indagó las razones sociológicas, con el objeto de hacer un diagnóstico en dirección a una tipología de la sociedad venezolana de mediados del siglo XX, definiendo la «crisis de pueblo» en el sentido más profundo, crisis de cultura. Ahora en este siglo XXI, el dispositivo de la globalización y la reapropiación de las culturas a partir de sus virtualidades posibilitan a nivel concreto el control y la articulación de las conductas de los ciudadanos a través de los medios de comunicación de masas. Cuestión que usted previó y analizó teniendo presente el intrincado mecanismo de dominación del imperio estadounidense. Usted opuso a las políticas injerencistas de EEUU y a las ficciones reglamentarias del sistema económico y financiero, la matriz del sentido bolivariano. Lo que permite encontrar, Don Mario, un profundo nacionalismo que en su pensamiento es integración latinoamericana. Habida cuenta de la realidad presente, su «mensaje» tiene destino, y esto es en particular modo cuando se trata de la recepción continuamente renovable de su pensamiento, como presencia plena, en la solidez de su construcción venezolanista. El pueblo es el destinatario de su mensaje ejemplar y antiimperialista. ¡Maestro de juventudes!, así debe llamársele. Si alguien escribió y dotó de espíritu bolivariano a las generaciones de este país, ese fue usted. Luchador incansable, perseguido, exiliado y calumniado por propios y ajenos. Don Mario, en esta casa es ya de mañana, provinciano como soy, tomo mi café, y pienso en su libro Alegría de la tierra. Esa lectura se me grabó tan profundamente en la memoria porque me mostró que nuestras historias y nuestros problemas nacionales eran muy distintos pero también que entre los pueblos es posible una solidaridad integracionista para alcanzar una independencia continental y hacerle frente a las políticas intervencionistas de los imperios. Esta es su enseñanza mayor, su espíritu bolivariano.

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LETRAS CCS / CIUDAD CCS / DOMINGO 17 DE SEPTIEMBRE DE 2017

Portafolio

Léxico para antinacionalistas [Briceño Iragorry por sí mismo]

[La figura de Mario Briceño Iragorry (1897-1958) resulta compleja. Acusado por algunos de intelectual gomecista, es reivindicado por otros (entre ellos César Rengifo) como uno de los intelectos pilares de la venezolanidad. Católico, pacifista militante, «tradicionista» (que él diferenciaba de «tradicionalista»), recuperador de la herencia hispánica como componente de la nacionalidad venezolana y vinculación inmanente de la Patria Grande bolivariana, fue el más acerbo crítico de la oligarquía parasitaria (en sus propias palabras) que medró a costa de la nación desde antes y después de la Independencia. Su obra Casa León y su tiempo: historia de un antihéroe (1946) buscó ser un recuento histórico-arqueológico de esa oligarquía oportunista y camaleónica, que se arrimó indistintamente a todos los poderes, como un mal radical enquistado en la médula de la historia de Venezuela. Hizo moda del término «casaleonismo» para designar a la burguesía ora gomecista, ora medinista, ora perezjimenista. Lanzó su Mensaje sin destino (1952) para señalar una «crisis de pueblo» generada y sustentada en el modelo rentista petrolero. Denunció a los nuevos colonizadores y a los nuevos imperios. Se erigió en acusador incansable del pitiyanquismo y desenmascaró el bolivarianismo farisaico que encubrió al panamericanismo yanqui entre el clan de dictadores con quienes el Departamento de Estado fundaría la OEA. Se indignó como pocos de su talla con el derrocamiento de Jacobo Arbenz. Durante la resistencia contra Pérez Jiménez encarnó la conciencia acusadora más lúcida e influyente entre las juventudes revolucionarias. Sus libros y escritos fueron prohibidos y debió huir al exilio. En España, sicarios de la Seguridad Nacional le dieron una paliza a la salida del templo que probablemente apresuró su fallecimiento. Fue la voz intelectual que operó como inspiradora ecuménica del movimiento de Unidad Nacional que derrocó al dictador el 23 de enero de 1958, unos pocos meses antes de que el maestro muriera, ya de vuelta a la Patria. No tuvo tiempo de presenciar el casaleonismo puntofijista. En sus propias palabras, el presente texto, tomado de su libro Aviso a los navegantes (1953), explica el origen y uso de uno de los términos que como incansable articulista puso en boga y que hoy mantiene su vigencia: pitiyanqui.] J. A. Calzadilla Arreaza «¿Y eso de pitiyanqui, qué significa, don Mario?», me preguntó en días pasados un modesto hijo del pueblo con quien tropecé al doblar una de las tantas angustiosas esquinas del centro de nuestra pompeyana y babilónica capital. Inquiría el amigo sin nombre (porque en esto de la defensa de la nacionalidad topo con numeroso e imprevistos amigos), acerca del calificativo que en algunos escritos he dado a los compatriotas prestados a hacer juego a los intereses norteamericanos, en perjuicio de los sagrados intereses de Venezuela. La palabra pitiyanqui no la he inventado yo. La palabra es puertorriqueña. La acuñó el alto poeta Luis Lloréns Torres. Su origen semántico quizá tenga algo que ver con la florida imaginación del poeta. La voz piti, como alteración del francés petit, entra en la palabra pitiminí, recogida por la academia, y con la cual se designa el rosal de ramas trepadoras que echa rosas menudas y riza-

das. Lloréns Torres, más que en las rosas, debió pensar en la actitud trepadora de los compatriotas que se rindieron al nuevo colonialismo. El pueblo puertorriqueño ha sido un pueblo ejemplar en lo que dice a defender la estructura de su conciencia. No lo ha sometido ni la fuerza ni el halago. En el fondo de su espíritu resisten los viejos valores fraguados bajo los altivos signos de la hispanidad sin tiempo y sin política. Sin haber gozado las libertades de la República, Puerto Rico se ha sentido en unión permanente con la América de Bolívar, de San Martín, de Morelos y de Martí. La torre del homenaje de su cultura sigue ocupándola Eugenio María de Hostos. Posee el pueblo del pequeño gran país insular un plano secreto, muy diverso del plano que aflora a la realidad. Como toda nación oprimida, se ha dividido en dos. La parte que goza y ríe; la parte que medita y sufre. El patriota callado miró que los hombres risueños buscaban parecerse a los nuevos amos. Que imitaban sus costumbres y tomaban de prestado sus pensamientos. Se parecieron, mas no llegaban al nivel de los dominadores. Pero con imitarlos y sonreírles, aseguraban derecho al gozamiento. A la gozadera, quedaría mejor expresado. Era necesario dar un nombre nuevo a esta fácil y liviana actitud. Claro que en el léxico antiguo existen palabras apropiadas al caso. Pero precisaba algo nuevo. Algo que connotase directamente la posición del nativo carente de escrúpulos para plegarse a la voluntad del yanqui. Los poetas saben el secreto de las palabras. Lloréns Torres hizo el maridaje de los dos voquibles. Del francés tomó la palabra petit y le dio forma aún más menuda y humillada. Piti todavía es menos que petit. Pitiyanqui resulta algo así como un yanquicito, yanquito, yancuelo. Algo que pretende ser yanqui, pero que no llega jamás a serlo. Una manera de larva con alas tan rudimentaria que no alcanzan para el vuelo, pero que tiene, sin embargo, derecho a comer los manjares que sobran de la abundosa ración de la mariposa multicolor. Cuando yo he usado la palabra como determinativo de quienes irreflexivamente puedan servir al imperialismo sin mirar los perjuicios que su conducta ligera acarrea al país lo he hecho en orden a advertir el riesgo de que nuestra nación se pueda convertir en pueblo de resignados yanquicitos. Es peligroso optar posiciones que a la postre lleguen a crear un hábito social, capaz de desfigurar nuestra integridad de pueblo. Un país como el nuestro, que ha dado en la flor de afirmar en inglés, terminará por rendir su conciencia al reclamo forastero. Choferes de plaza, al igual que doctores pintiparados, han dejado de usar nuestros adverbios antiguos para responder yes, okey, olray. El papiamento verbal puede tornársenos en papiamento de conciencia.

(…) La atribución de pitiyanqui usada por mí para calificar una conducta antinacional, no implica, tampoco, bandera ni de guerra ni de odio contra el yanqui. Apenas determina una actitud de defensa de lo nuestro. Ayer, y justamente al pie de la estatua de Bolívar en nuestra plaza principal, un correcto caballero estadounidense me felicitó por la manera de presentar yo el caso de nuestra reacción latinoamericana frente a los errores de la política imperialista en su país. Sabe él cuánto admiro a su patria y cuánto me encantaría que fuera distinta la política que pusiera en práctica con relación a nuestra América hispánica. Él sabe que es la mía actitud de defensa de lo nuestro. El pequeño tiene derecho a conservar íntegro su patrimonio moral. Nosotros, como nación, debemos cuidar



Cuando yo he usado la palabra como determinativo de quienes irreflexivamente puedan servir al imperialismo sin mirar los perjuicios que su conducta ligera acarrea al país lo he hecho en orden a advertir el riesgo de que nuestra nación se pueda convertir en pueblo de resignados yanquicitos.



por la conservación de nuestros valores sustantivos. Lo contrario sería un acto de inconsciente lentejismo. El lentejismo, con el cocacolismo, con el esfialtismo, con el mulanegrismo, con el prestonismo, con el andresotismo, tienen aplicación en el léxico y en la conciencia del antinacionalismo. Son variaciones cromáticas de una misma actitud de entrega, de resignación, de complicidad frente a las fuerzas del imperialismo. Bueno es recordar también que una cosa es el imperialismo del Pentágono, de la Casa Blanca y de Wall Street y otra cosa son los Estados Unidos como pueblo. En el fondo de la gran nación del Norte viven y pululan las contradicciones. Allá, como acá, existe una corriente que se mantiene fiel a la tradición de respeto y de dignidad que crearon los hombres antiguos.

(…) Desgraciadamente, la mayoría de quienes forman la América que se embarca en los firmes muelles neoyorquinos no son de la América admirable de Jefferson, de Lincoln y de Whitman. Vienen, en cambio, en grueso número, ciudadanos de la América de Walker, de Sam Zamurray y de los Rockefeller. Contra esa América esclavista y negada a la expansión de los grandes principios donde se afincan las repúblicas, debemos mantenernos en actitud de vigilantes centinelas. Suaves, cordiales, acogedoras, han de estar nuestras manos para el apretón debido a quienes como amigos vengan a tratarnos. Para aquellos, en cambio, que se presenten con intentos de adulterar nuestros credos y de borrar del libro de nuestra Historia el Acta de Independencia que firmaron los patricios de 1811, debemos tener, en lugar del vino y de la sal en mesa de amistad, la ceniza y la sal que hagan estéril la intención conquistadora…

DOMINGO 17 DE SEPTIEMBRE DE 2017 / CIUDAD CCS / LETRAS CCS

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Annel Mejías

La comunidad Booktuber es un club de lectura abierto «Hola, ¿cómo están? Yo soy Valentina y hoy voy a hablar de…», seguida de un fondo musical, la colombiana Valentina Quiceno, oriunda de Medellín, suma dos años y seis meses incursionando, primero, en la comunidad Booktuber y, ahora, sólo como youtuber, promocionando la lectura de libros a través de videos cortos de cuatro a catorce minutos; modalidad de hacer crítica literaria por jóvenes a través de este medio, que se inició hace siete años y que se ha popularizado con la llamada literatura de series y sagas. En el conversatorio «Las ventajas de ser Booktuber», dado en el marco de la 13° Fiesta del Libro de Cúcuta, Valentina Quiceno, una joven menuda, muy blanca, de estatura mediana y con un llamativo cabello azul, habló de las características de esta nueva forma de crítica literaria dirigida a un público juvenil: «Vi la comunidad Booktuber como un club de lectura abierto y me gustó esa camaradería que se daba alrededor de compartir experiencias en torno a la lectura». En dos años y seis meses suma 29 mil 880 suscriptores de todo el mundo. Al inicio, confiesa, no fue fácil: cada semana seguían su canal de seis a 15 personas, pero «empezó a crecer», y a través de Booktuber descubrió el poder que un lector puede tener sobre otro. Si usted se pasea por su canal, colocando «Valentina Quiceno» en la barra de búsqueda de YouTube, desde el 2014 (ella comenzó a los 17 años) hasta enero del 2017 mantuvo el formato estándar de sus videos, lo que ella llama «patrón de contenido»: «Yo no creé la comunidad, la encontré y vi una posibilidad de una relación más tú a tú posible» con quienes la escuchan desde sus computadoras, celulares inteligentes o tabletas. Desde este año, cambia el nombre de «The Grey Lady», dedicado a la crítica de narrativa, a «Valentina Quiceno» para salirse de las amarras del formato Booktuber e incursionar como una youtuber; sin embargo, no deja de hacer contenido de reseñas de libros, pero también puede hablar, como de hecho lo hace, sobre la historia de su cabello, que ha cambiado de negro a pelirrojo, luego de amarillo a marrón rojizo y ahora a ese azul eléctrico, o compartir su experiencia con el septum piercing (en la nariz) en el tattoo shop, o un video sobre la línea de ropa que está preparando.

«Ni Peter Pan ni El Principito son libros para niños» En sus videos podemos conseguir, además de un aire juvenil, un estilo directo y unos ojos claros y grandes, con maquillaje de gata, muy expresivos, que acompañan la explicación del libro, la reseña del escritor y número de ediciones. Es muy coqueta: se acicala con collares, pulseras, pañuelos, sombreros, cintillos con orejas de gata y usa ropa muy particular. Podemos encontrar reseñas de novedades editoriales, como Memorias por correspondencia, de Emma Reyes; Otras maneras de usar la boca, de Rupi Kaur; Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, de Elena Favilli y Francesca Cavallo; Eleanor y Park, de Rainbow Rowell; Yo antes de ti, de Jojo Moyes; Lolita, de Vladimir Nabokov; Bestiario, de Julio Cortázar, entre otros. Al tener un «patrón de contenido», Valentina Quiceno también comparte sus top: de libro favoritos de 2016, sus preferencias como lectora, las razones para leer sagas juveniles, hábitos de lectura o boo-

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Su canal pasó a llamarse de «The Grey Lady», nombre que tenía desde el 2014, a «Valentina Quiceno» a partir de este año. Se hacen populares sus cambios de color de cabello: de pelirrojo a negro, de negro a marrón rojizo y azul eléctrico.

ktag, y sus citas favoritas. También comunica sus opiniones sobre libros que no le gustan, pero no es su estilo, así, sólo vimos dos: ¿Por qué odié Mi Hermanastro?, de la escritora colombiana Dani Cubides, y After, de Anna Todd. Para esta joven la incursión en la lectura para los niños y jóvenes en las escuelas siempre ha sido traumática: «He dicho que ni Peter Pan (que me encanta), ni El Principito, ni Alicia en el país de las maravillas, son libros para niños. En el quinto [grado] de primaria me pusieron a leer El viejo y el mar y yo me preguntaba: ¿Pero por qué la profe me pone a leer esto? Está bien, me gustó, hice el informe, pero no ocurrió nada, no me dijo nada. Quizás no era el momento para leerlo, ahora me encanta. Creo que no son libros para niños». Sobre la tendencia de Booktubers de destrozar a escritores, lo que se vuelve una tendencia, Valentina comenta que siempre ha compartido las lecturas, «leo por mí y las comparto». Por eso no critica que algún joven se haya acercado a la leer con escritores que venden como pan caliente. «Lo importante es qué te atrajo de la lectura. En mi tiempo, se leía literatura juvenil, se leía porque me gusta y ya, no había tanto problema». Sobre el internet, dice que es un «lugar agridulce», porque las personas no tienen rostro y «no cuidan sus palabras, lo que hago es bloquear, porque son malas energías».

Claves para ser Booktuber Para incursionar en la comunidad Booktuber, Valentina Quiceno da cinco recomendaciones: «Primero, animarse en el sentido fuerte; segundo, siempre tratar de ser tú mismo y ver cómo te sientes cómodo hablando» frente a

la cámara; «tercero, cuidar la calidad de la imagen y del sonido, ubicarse en entornos con mucha luz» para grabarse; «cuarto, la inspiración, necesitan cuidar el contenido del canal, que lo que digas tenga trascendencia» y, por último, «compartirla, a pesar de que el canal es tuyo, entender que es un contenido compartido con otras personas». Al inicio comenzó grabándose con una cámara Nikon, que luego se averió, pero revela que ha hecho sus reseñas con un celular inteligente. Ella cuida grabarse con buena luz y cuando está totalmente sola en su casa. Cuelga en su canal un video por semana y, cuando está de vacaciones (estudia literatura en la universidad), graba y edita dos semanalmente. «Soy muy organizada, llevo una agenda de libros leídos y de los videos que quiero hacer». Frente a la diatriba planteada de que jóvenes pueden escoger ser Booktuber para conseguir libros gratis de editoriales, Quinceno confiesa que a la semana recibe varios libros de cuatro o cinco editoriales, pero aclara que «yo nunca colaboré con ninguna editorial, ser Booktuber requiere de mucho tiempo y esfuerzo. El internet es muy difícil, hay que tener un sentimiento de constancia. Ser Booktuber para obtener libros gratis se convierte en una forma superficial y no es el propósito de la lectura». En el tiempo que lleva leyendo, dice que ha evolucionado: «Pasar de un libro a otro es como pasar de un yo lector a otro. Los libros siempre se recomiendan a sí mismos y así vas a llegar, por ejemplo, hasta Cortázar». Confiesa que no ha sido Booktuber para ser escritora: «Siempre he escrito, pero muy mal», por lo que le interesa ser editora, razona esta colombiana quien, con su labor, ha impulsado la lectura en los jóvenes.

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LETRAS CCS / CIUDAD CCS / DOMINGO 17 DE SEPTIEMBRE DE 2017

La Librería Mediática Marialcira Matute

ars poética | Elí Galindo | Venezuela

Homenaje a Humberto Mata, y La planta insolente

Mi casa me busca Mi casa me busca me husmea a todas parte me sigue Aunque me encuentre en lo más desolado ella está conmigo De las calles me recoge en los malos sitios me azota jamás me abandona Ni en los peores momentos de nada me priva Ante su patio me coloca Bajo la sombra de sus hermosas hojas me da techo Es capaz de ofrecerme su propio alimento de todo me cobija

Pintura de Laura Bueno

cuando me sabe solo junta su rostro al mío y aullamos como lobos al viento

San Baudelaire

Hoy me siento un árbol cargado de lluvia

San Baudelaire, patron mío, tú sabes que tengo en una lavativa de lino, malba y almidón, empapada el alma de Molière

Hoy me siento tendido bajo una gran oscuridad estoy como una piedra y fluye sobre mí cruza su largo cuerpo como una barcaza cubriendo todas las aguas y se hunde sin que las maderas humosas lleguen al fondo

Sino eres un animal sácame de esta tienda y te nombro gran almirante de mi flota del Atlántico. (Texto de un loco, citado por Vicente Huidobro) Afuera llueve Baudelaire y la lluvia entra en los vidrios de la noche Me retiro al sitio donde vivo cierro las ventanas entro de pie al sueño Dejo vagar mis rasgos sobre las yerbas cortas Un perro negro lame mis cabellos Me acerco a los ríos donde los peces sacan las bocas del agua y beben de la luna Rozo las aguas con mi mano derecha y la llevo a los ojos desciende color a las siluetas que circundan dentro [de mí llenas de humedad de tierra confusa Regreso hondo Caigo aún más en la noche San Baudelaire extiende sus as alas y me cubre el viento cargado de lluvia y me veo cruzar las colinas en su compañía los dos cubiertos por capas negras él hablando del infierno y yo silencioso tropezando con las rocas.

es un sonido suspendido igual a esos animales que viven del aire y se desplazan Hoy me siento un árbol cargado de lluvia que alguien sacude bruscamente Pienso en mis antepasados y éstos van por mis ojos cerrados como un vapor un soplo que recorre mi sombra husmeando las etapas de mi vida esa línea puesta allí como un animal sediento por manos extrañas que será cortada por manos extrañas Cerrado como un círculo hoy no doy paso sino a esas cosas vagas que levantan mi cabeza que descienden sobre mis cinco espíritus muertos. Elí Galindo Septiembre, 1947 – febrero, 2006. Poeta y articulista. Formó parte de la Pandilla de Lautréamont, que reunió a finales de la década de los 70 a poetas como Víctor Valera Mora, Luis Camilo Guevara, Ángel Eduardo Acevedo, José Barroeta, Luis Camilo Guevara, encabezados por Caupolicán Ovalles.

Director Freddy Ñáñez Coordinadora Karibay Velásquez. Letras CCS es el suplemento literario del diario Ciudad CCS y se distribuye de forma gratuita | correo-e: [email protected] | Twitter: @LetrasCcs

Humberto Mata. Se nos fue el amigo y escritor Humberto Mata. Nos quedan sus buenos libros, el recuerdo de su voz serena, su amor infinito por Venezuela y por Biblioteca Ayacucho, que el definía con tino como el emprendimiento editorial más importante de Nuestra América. Cálida y perfecta la reunión que para recordarlo entre amigos y afectos fue organizada por el equipo FBA y otro querido compañero, Edgar Páez, que le hizo un justo retrato de palabras en el especial de Letras Ccs dedicado a su memoria. Que se impriman nuevamente en papel sus libros y todo el fondo editorial de la Fundación Biblioteca Ayacucho sería el mejor y más justo homenaje que Venezuela pueda hacerle. A él, a Humberto, yo, que sólo soy lectora, dedico este pasaje de la novela El cuento número trece, de Diane Setterfield, una historia extraña solapada tras el mundo de los éxitos editoriales de una particular escritora y una librera, cuyas vidas están marcadas por los libros de papel: «La gente desaparece cuando muere. La voz, la risa, el calor de su aliento, la carne y finalmente los huesos. Todo recuerdo vivo de ella termina. Es algo terrible y natural al mismo tiempo. Sin embargo, hay individuos que se salvan de esa aniquilación, pues siguen existiendo en los libros que escribieron». Y si son de papel, mejor, porque el libro se lee en cualquier plataforma, pero se disfruta también como objeto. Que es uno, y sus repeticiones, cuando lo vemos exhibido en las librerías. Ese vínculo entre lector y libro objeto, ese afecto y cercanía que se genera es algo difícil de definir. Es una realidad que los promotores de lectura deben tener en cuenta. Lo inasible, que es inasible ciertamente el libro digital, no crea vínculos. La planta insolente. Al parecer viene un nuevo ciclo para la insólitamente poco divulgada producción venezolana La planta insolente: proyecciones libres en plazas, actividades escolares y ojalá también decidan subirla a youtube para que podamos compartirla gratuitamente al mundo. Esta película producida por la Villa del Cine, distribuida por Amazonia Films, escrita por Luis Britto García y dirigida por Román Chalbaud tiene, aparte del valor histórico y pedagógico en la divulgación de nuestra historia, el aporte de referencias literarias reales: Manuel Vicente Romero García, creador de aquella frase sobre«las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas»; Jorge Isaacs, José Rafael Pocaterra, Vargas Vila, son nombres que encontramos en la realidad y en el film, para hacer actividades como las que proponemos siempre desde el Método Myl (Medios de Comunicación y Lectura). Ir de la historia a la película y de la película a los libros, a la música, comparar los tiempos de antes y ahora. La proclama de Cipriano Castro, presidente venezolano interpretado magistralmente en la película por Roberto Moll, tiene además una textura literaria. Dice Castro: «Una proclama es una batalla, se gana o se pierde en la primera línea... La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria...». Afirma Luis Britto García que las agencias de descrédito persiguen a los personajes destacados hasta después de su muerte y así lo han hecho con Castro, y que el resquebrajamiento entre las potencias invasoras está hoy a nuestro favor al igual que en 1902. En uno de sus más recientes artículos escribe: «Un bloqueo intenta fracturar la unidad nacional y con frecuencia la consolida de manera indestructible. En 1902 la Planta Insolente del Extranjero nos amalgamó en bloque invulnerable que resistió a las mayores potencias militares de la época, según se narra en película de Román Chalbaud para la cual escribí el guión. En 2017 la Historia nos sacude con la misma pesadilla: despertemos definitivamente».

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