Butler al reconocimiento

Ignacio Grueso Vanegas, Gabriela Castellanos Llanos. -- Santiago de Cali : Programa Editorial. Universidad del Valle, 2010. .248 p. ; 24 cm. - (Colección libros ...
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ldentldades colectivas y reconocimiento Razas, etnias, géneros y sexualidades

Delfín Ignacio Grueso Gabriela Castellanos Compiladores

Colección Libros de lnvestigación

Grueso Vanegas, Delfin Ignacio Identidades colectivas y reconocimiento : razas, etnias, géneros y sexualidades / Delfin Ignacio Grueso Vanegas, Gabriela Castellanos Llanos. -- Santiago de Cali : Programa Editorial Universidad del Valle, 2010. .248 p. ; 24 cm. - (Colección libros de investigación) Incluye bibliografia e índice. 1. Identidad cultural 2. Grupos étnicos - Condiciones sociales 3. Sexualidad - Condiciones sociales 4. Razas humanas - Condiciones sociales 5. Grupos étnicos - Colombia l. Castellanos Llanos, Giflriela Íl. Tit. 111. Serie. 302.14 cd 21 ed. A1256012

CEP-Ban~ de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

Universidad del Valle Programa Editorial ldentühules colectivfls y reconocimiento RtlZ/IS, etnills, géneros y sexualidades Compiladores: Delfín Ignacio Grueso y Gabriela Castellanos ISBN: 978-958-670-808-1 Primera edición Título:

Rector de la Universidad del Valle: Iván Enrique Ramos Calderón Vicerrectora de ínvestigación: Carolina lzasa de Lourido Director del Programa Editorial: Víctor Rugo Dueñas Rivera Diseño de carátula: Artes Gráficas del Valle Editores-Impresores Ltda. © Universidad del Valle © Delfin Ignacio Grueso el al/. Impreso en Artes Gráficas del Valle Ltda Universidad del Valle Ciudad Universitaria, Meléndez AA 025360 - Cali, Colombia Teléfono: (+57) (2) 321 2227 - Telefax: (+57) (2) 330 88 77 [email protected] El contenido de esta obra corresponde al derecho de expresión de los autores y no compromete el pensamiento institucional de la Universidad del Valle, ni genera su responsabilidad frente a terceros. Los autores asumen la responsabilidad por los derechos de autor y conexos contenidos en la obra, así como por la eventual información sensible publicada en ella. Este libro, o parte de él, no puede ser reproducido por ningún medio sin autorización escrita de la universidad del Valle. Cali, Colombia Julio de 2010

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JUDITH BUTLER y EL PROBLEMA DEL RECONOCIMIENTO

Andrés Felipe Castelar C.

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Cada día se acepta más la idea de que las prácticas sexuales y eróticas no se reducen al coito, ni pertenecen exclusivamente al plano íntimo de la vida en pareja. Por ejemplo, la discusión sobre el reconocimiento de derechos y posibilidades sociales para personas con orientaciones sexuales no hegemónicas2, rápidamente ha pasado de la esfera privada a la pública y se ha convertido en un problema de interés político. Hoy en día, las transformaciones sociales generadas por la aceptación del hornoerotismo y la diversidad sexual como expresiones posibles de los seres humanos, y ya no como desviaciones o aberraciones antinatura, son aceptadas por muchos. El movimiento del Orgullo Gay, las investigaciones desde la "cues-

1 Agradezco a las personas participantes de dicho grupo sus comentarios y sugerencias, especialmente a Delfín Grueso, Gabriela Castellanos y Betty Ruth Lozano. Sin embargo, todas las fallas e interpretaciones erróneas que se formulen en el mismo son de mi total responsabilidad. 2 No hay consenso frente al uso de un concepto que recoja a todas las personas con inclinaciones, deseos, orientaciones sexuales y eróticas que no están encaminadas a la reproducción de la especie, a la conformación de una familia y la aceptación de los roles tradicionales de género diseñados por la sociedad de hoy: "homosexualidad" es una de las posibilidades pero no es la única, y restringiría excesivamente al grupo: por tanto, en este documento me referiré a las personas con orientaciones sexuales "no hegemónicas" o "no normativas" pensando en aquellas personas que se sustraen, de una u otra manera, al discurso hegemónico sobre las prácticas, ritos, deseos, actitudes y roles sexuales. (Ver GÓMEZ María Mercedes (2007). "Violencia, homofobia y psicoanálisis", en: Revista de Estudios Sociales, 28, Bogotá: Uniandes, p. 73 Yss).

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tión gay" y más adelante desde la "cuestión queer"3, la legalización de la libertad de elección y opción sexual, entre otros logros, han pennitido que en algunos países los ciudadanos tengan la posibilidad de ser reconocidos con iguales derechos en su diferencia. Ello, sumado a la lucha de los feminismos, a los movimientos en pro de la igualdad de los derechos civiles y a los movimientos de contracultura que provienen desde la década del sesenta y a las transfonnaciones de fin del siglo pasado, ha pennitido acceder al reconocimiento y la aceptación paulatina de las sexualidades no nonnativas. Como ejemplo de estas luchas, podemos señalar el trabajo que las organizaciones LGBTI4 han llevado a cabo en la lucha por los derechos de los sectores negativamente diferenciados (en adelante, SND)5 sexuales. El 17 de abril de 2008 la Corte Constitucional de Colombia, órgano que confiere exequibilidad a la legislación nacional y que vela por el cumplimiento de los derechos inalienables de los ciudadanos, avaló la demanda instaurada por el sector para obtener el derecho al goce pensional de las parejas del mismo sexo. Esto abre la posibilidad legal para que los cónyuges de hecho sean beneficiarios de la protección pensional en calidad de tales6 • En Colombia, desde febrero de 2007 las parejas del mismo sexo pueden ser reconocidas a través de figuras jurídicas alternas (como "uniones maritales de hecho") y a la afiliación a la seguridad social. Conquistas como éstas no sólo generan un cambio positivo en la vida de las personas con sexualidades no nonnativas, sino que redundan en una transfonnación significativa La "cuesti6n gay" y la "cuesti6n queer" no son equivalentes, pues la última abre la gama de posibilidades de transformaci6n social a partir de los debates académicos y políticos, que habían sido abordados por gays y lesbianas años atrás. Según algunos autores, la Queer Question va más allá de la lucha reivindicativa de un sector oprimido (las personas homosexuales) y procura ser más incluyente, al tiempo que transforma las prácticas sociales relacionadas con la sexualidad, al "disolver las categorías de identidad y desdibujar las fronteras de grupo" (ver GAMSON Joshua (2002). "¿Deben autodisolverse los movimientos identitarios? Un extraño dilema". En: Sexualidades transgresoras. Una antología de estudios queer. Barcelona: Icaria, p. 143). 4 Sigla que hace referencia a personas lesbianas, gays, bisexuales, personas transo, es decir, personas travestidas, transformistas, transgeneristas y transexuales, y finalmente, intersexuales. Agrupa políticamente a los sectores concienciados de ser discriminados por su condici6n sexual. Adicional a la sigla original, ya empieza a aparecer en algunos textos la letra Q, del término inglés queer, es decir, quienes se adhieren al discurso transformativo y contracultural que desafia las imposiciones sobre las conductas sexuales, sin ser necesariamente homosexuales o transo. Este proceso de reivindicaci6n lingüística toma un término tradicionalmente despectivo y lo repolitiza. , Debo a Delfin Grueso el uso de esta sigla. Para una revisi6n de este concepto, ver el capítulo de este libro: "Identidades colectivas, eficacia política y justicia social". Los SND sexuales se ven representados políticamente por organizaciones LGBTI. 6 Para una información detallada de los procesos jurídicos mencionados, ver la página: www. colombiadiversa.org!

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de la sociedad al hacer reconocer ciertos derechos en el marco de la legalidad. Sin embargo, el reconocimiento jurídico de derechos individuales no significa la aplicación de una justicia de tipo redistributivo (es decir, de reasignar los bienes que el Estado administra, tales como la justicia, la regulación sobre retribución salarial, los criterios que regulan la empleabilidad, etc.), como tampoco implica la aceptación simbólica plena ante la sociedad (que partiría, pero no se reduciría, a considerar al diverso como un participante paritario en el concierto social). Sí es cierto que se han dado pasos en el terreno de los derechos civiles individuales y hay aceptación de la diversidad sexuaF en algunos lugares de trabajo, por ejemplo; también hoyes posible pensar en más espacios de socialización para personas no heterosexuales, etc. Pero ello no implica decir que las múltiples formas de discriminación se hayan acabados. De este modo, la solución a los problemas de discriminación en razón de la orientación sexual, se podría pensar desde una dicotomía básica: de un lado, la aceptación de las personas discriminadas como individuos iguales a los demás en todos los aspectos, desenvolviéndose en sociedad de acuerdo con el rol de género asignado, con la consecuente privatización de sus conductas homoeróticas; o de otro lado, la expresión abierta de la sexualidad por parte de los no heterosexuales, quienes se negarían a esa invisibilización reivindicando el derecho a la diversidad, con lo cual hay un alto riesgo de ser perseguidos o marginados de lo público. La privatización de las expresiones eróticas no normativas invitan al silencio, a la privatización del deseo y a la pseudotolerancia. Pero la lucha por el reconocimiento de la diferencia también acarrea una serie de inconvenientes. ¿Qué implica reivindicar la diferencia? ¿Qué significa en una sociedad que demanda de la homogeneización, la colectivización de la expresión de la diferencia? El reconocimiento va más allá de la aceptación jurídica de los derechos individuales y se esfuerza por obtener victorias políticas colectivas. Es una demanda que llega a los actores sociales involucrados en el problema de la subordinación y basa su reivindicación en el rechazo a la injusticia que genera la exclusión social

7 Con el término "diversidad sexual" me referiré a las prácticas, ritos, deseos, actitudes y roles que tienen las personas y que escapan al discurso hegemónico normativo. Las utilizaré de forma alternada, aunque con el término "diversidad" estaré haciendo referencia a la pluralidad de seres y de voces que se reconocen de alguna manera y son conscientes de que su expresión sexual es tan válida como la tradicional. 8 Para un estado de la cuestión de los procesos emprendidos en pro de la diversidad sexual en Colombia, ver la compilación de SERRANO José Fernando (2006). Otros cuerpos, otras sexualidades. Bogotá: Ed. Instituto Pensar - Pontificia Univ. Javeriana.

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sistemática de la que han sido víctimas y que busca ser transformada positivamente. En este artículo, mostraré que emprender una lucha por el reconocimiento resulta problemático para los grupos que son objeto de discriminación y recriminación por razones de su deseo o de su condición sexual. Posteriormente desarrollaré el concepto de reconocimiento en la obra de la filósofa norteamericana Judith Butler, pues considero que su propuesta de deconstrucción política abre nuevos caminos en el proceso de la lucha por el reconocimiento contemporáneo, especialmente de aquellos sectores subordinados por su condición sexual. Quiero analizar la idea de reconocimiento en Butler a partir de su lectura de la filosofia y de sus debates políticos. Por razones de espacio tendré que dejar de lado la deconstrucción del concepto "redistribución". Por política del reconocimiento me refiero al proceso político emprendido por algunos sectores recientemente politizados, ante el Estado y la sociedad civil, de cara a ser acogidos como participantes plenos en la sociedad, con posibilidad de voz y voto. En este documento me centraré en aquellos colectivos que luchan por su reconocimiento ante el Estado y demás actores sociales, en razón de su orientación, condición o estatus sexual. Este colectivo (cuyos integrantes se ha convertido en los últimos años en verdaderos agentes de diálogo en la discusión política actual) suele emplear la sigla LGBTI. Primero voy a particularizar las reclamaciones de los sectores políticos discriminados por su condición sexual. Luego, ilustraré la discusión que inicia Judith Butler en su artículo "Merely Cultural"9, a partir de su crítica al libro Iustitia interrupta de Nancy Fraser1o; posteriormente, señalaré la propuesta conceptual de Butler, a través de su interpretación de la idea de reconocimiento en Hegel ll , enfrentado al concepto de "interpelación" en Althusser l2 • Concluiré señalando que el ejercicio deconstructivo de Judith Butler es fundamental para comprender el problema que ocasiona la reivindicación del reconocimiento y desafiaría la mencionada oposición entre igualdad jurídica y diferenciación simbólica para proponer una transformación a largo plazo, que piense la política como un espacio que no se limite al eterno conflicto entre desiguales o a la idea de un consenso permanente entre semejantes. BUTLER Judith. "Merely Cultural", en: New Left Review, No. 52-53, otofio de1997, pp. 265-277. FRASER Nancy (1997). Iustitia interrupta: reflexiones críticas desde la posición "postsocia/ista", Bogotá: Ed. Siglo XXI - Uniandes. 11 BUTLER Judith (1987). Subjects o[desire, NY: University of Columbia Press. 12 Referencia obligada en Butler, elaborados especialmente en sendos capítulos en sus textos The Psychic Life o[Power y Excitable Speech, ambos de 1997, Routledge, NY.

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LA DIVERSIDAD SEXUAL COMO FACTOR DE RECONOCIMIENTO

Una discusión significativa para la teoría política contemporánea se refiere al concepto de reconocimiento, que recoge una tradición propia del idealismo alemán; en los últimos años ha surgido una preocupación por saber de qué se habla al referirse a la lucha por el reconocimiento. Haré entonces una presentación del problema del reconocimiento en la filosofía política contemporánea, para luego centrarme en Butler. Nancy Fraser introduce muy bien el problema del reconocimiento: esta filósofa norteamericana se esfuerza por resolver la separación entre las categorías "redistribución" y "reconocimiento", como formas de expresión de la justicia del Estado de hoy. AlIado de otros estudiosos de la filosofía política, como Charles Taylor, Jürgen Habermas, Axel Honneth, Iris Marion Young y Michael Waltzer, entre otros, ha analizado el problema de la idea de justicia, entendida ya como la redistribución de los bienes de que dispone el Estado (lo que implicaría emprender una reforma social significativa y la nueva asignación de riqueza, de acuerdo con criterios morales), ya como el reconocimiento simbólico de aquellos sectores que han sido minimizados de una u otra forma y a quienes se les ha dificultado su participación como actores plenos en el concierto político (lo que implicaría la aceptación de sus diferencias y la valoración moral de sus particularidades). Fraser llegó a proponer una matriz de análisis para ubicar el tipo de petición que elevaban los grupos tradicionalmente marginados de la política y de la sociedad, pues no todos tienen las mismas necesidades ni todos hacen iguales reclamaciones: según su proposición del año 1997, podría ser factible pensar un espectro conceptual en el que se ubican los grupos que hacen exigencias y demandas de alguna forma de justicia, ya sea de la redistribución igualitaria de la riqueza (por ejemplo, de la riqueza económica, que acabaría con la pobreza) o del reconocimiento diferenciado de algunos de los rasgos que los caracterizaban (por ejemplo, el reconocimiento simbólico de la diversidad sexual, como posibilidades eróticas válidas: es decir, poder convivir en medio de la diferencia)13. Esta matriz era de carácter analítico y no buscaba presentar las opciones de justicia como mutuamente excluyentes: básicamente trataba de establecer una respuesta justa a las demandas de cada sector político (que no pueden ser igualadas unas con otras). De hecho, para ella, como para muchos de los autores que se comprometen con el problema de la justicia, no podría existir el reconocimiento sin la redistribución. El reconocimien-

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FRASER, (1997). Op. cit. p. 26 Y ss.

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to moral implicaba la transformación de las posesiones sobre bienes y el acceso a los derechos y viceversa l4 • Para Fraser, no se pueden desligar o polarizar las posibles soluciones al problema de la justicia, pues cada proceso de redistribución tiene una repercusión significativa en el reconocimiento. Pese a ello, la redistribución es una solución de origen histórico y teórico distinto al reconocimiento y aunque la redistribución y el reconocimiento son diferentes conceptos, con historias distintas, en la práctica no son excluyentes, ni se pueden asumir de forma excluyente l5 • Por ende, las reclamaciones de los sectores discriminados por su orientación sexual, ubicadas en uno de los extremos del espectro (el del reconocimiento simbólico), suelen quedar relegadas a lo "meramente cultural". Esta es la crítica fundamental de parte de Judith Butler. Al estar ubicadas únicamente en lo simbólico, las necesidades de justicia que reclamarían las personas discriminadas por su sexualidad no normativa, se podrían solucionar con transformaciones de este tipo. Sin embargo, advierte Butler: "Sería un error entender [la producción compulsiva de la heterosexualidad y la categoría de 'género'] como 'meramente culturales' dado que son esenciales al funcionamiento del orden sexual de la economía política [... ]"16. Sin que Butler acuerde con que las necesidades de los sectores sexualmente discriminados sean exclusivamente redistributivas, se queja de la mirada tan estrecha de los teóricos de la filosofía política, Fraser entre ellos, quienes consideran que los sectores de la diversidad sexual sólo centran sus luchas en el reconocimiento político de una forma de vida diversa. Podría pensarse que la concepción de "diversidad sexual" de Fraser parte de la diferencia de prácticas eróticas y del desafío al discurso tradicional de la unión heterosexual con fines procreativos. Por ello, aceptaría la posibilidad de acceder a una alternativa en la que la elección sexual no sea determinante ni esté regida por ningún dictamen: esto sería el núcleo del 14 Esta distinción analítica fue modificada aftos después y su nueva propuesta ha sido publicada en una compilación de artículos de mutua critica con el filósofo alemán Axel Honneth. FRASER, Nancy, HONNETH, Axel (2006). ¿Redistribución o reconocimiento? Madrid:·Ed. Morata. l' No es competencia de este texto entrar en la discusión sobre el estudio que propone Fraser, ni tampoco sobre cuál de las dos posibilidades es la más adecuada ante el problema de cuál de los dos debe aplicar la justicia contemporánea. Deseo, en cambio, presentar la posición de Judith Butler frente a esta clasificación, y en general, frente al problema del reconocimiento, y las consecuencias que ello acarreará para la filosofla política de hoy. Esta posición parte de la primera propuesta de Fraser, publicada en su libro de 1997, y no de la contrapropuesta del libro del afto 2003. Sin embargo, la retomo porque me parece que son el punto de partida para comprender la idea de reconocimiento presente en Butler. Esta discusión es, pues, una excusa para introducir una posible respuesta a la problemática contemporánea del reconocimiento. 16 BUTLER, (1997), op. cito p. 273.

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reconocimiento simbólico. Pero dejaría de lado la posibilidad de reclamar derechos (concebidos, evidentemente, como bienes por redistribuir); ser aceptado como una pareja no normativa en la sociedad; contar con el acceso a la vida pública plena, a ser beneficiarios de una seguridad social o a recibir una herencia por parte del cónyuge, por ejemplo, o la participación activa en procesos en los que se recupera a este sector del menosprecio y la discriminación de la que es víctima. Butler también señala cómo la población no heterosexual se ha visto mucho más afectada en el acceso a derechos básicos (salud, seguridad social, protección policial, etc.), al no recibir apoyo y medicación que combata el desarrollo del VIH-sida para quienes vivan con el virus y desarrollan la enfermedad, pues el prejuicio moral (de quienes tienden a creer que solamente los homosexuales padecen de VIH - sida) está estrechamente relacionado con el prejuicio material (negarles el acceso a servicios de salud). No se puede (como sugeriría Fraser) relegar las reclamaciones del sector LGBTI a los aspectos culturales y limitarles los materiales. El origen de la discriminación por orientación sexual sería, en principio, económico, pues la homosexualidad, desde la perspectiva de la modernidad, entorpecía la reproducción de las prácticas aceptadas como verdad y también de la reproducción de la especie misma. Dice Butler: "Lo económico, ligado a lo reproductivo, está necesariamente vinculado con la reproducción de la heterosexualidad. No es que las formas no heterosexuales de la sexualidad sean simplemente relegadas, sino que su supresión es esencial a la operación de dicha heterosexualidad"17. Nótese que la idea de reproducción no se limita a la unión de parejas heterosexuales con fines procreativos, sino que se amplía a todas las prácticas que normalizan las relaciones y que rigen las relaciones sociales. No es tanto la reproducción de las personas, como de la reproducción de aquellas formas que hacen de la reproducción un proceso económico. Esto se entronca con la crítica que Foucault hizo en su momento a la política contemporánea, al analizar las relaciones de poder y la sobredeterminación de lo económico en las relaciones sociales. Dice Foucault: [... ] creo que el poder no se construye a partir de voluntades (individuales o colectivas) ni tampoco se deriva de intereses. El poder se construye y funciona a partir de poderes, de multitud de cuestiones y de efectos de poder. [... ] Esto no quiere decir que el poder es independiente, y que se podría explicar sin tener en cuenta el proceso económico y las relaciones de producción"18. 17Ibíd. p. 274. La traducción es mía. Agradezco a Gabriela Castellanos la aclaración de este aspecto. 18 Michel FOUCAULT (1977/1991), "Las relaciones de poder penetran en los cuerpos", entrevista. En: Microfisica del poder, Madrid: La Piqueta, p. 157 Y ss.

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La solución a los problemas sociales no pasaría inicialmente por lo económico, pues esta esfera sería sólo una expresión de las relaciones de poder que rigen al sujeto. Como dije, la idea de reproducción no se limita solamente al problema biológico de la perpetuación de la especie. La reproducción implica una concepción más amplia: la promoción imperativa de un régimen de verdad y su establecimiento como mandatorio. Lo económico no se circunscribe meramente al intercambio de bienes y servicios, a la circulación del capital o a los dictámenes sobre las prácticas laborales. El régimen de verdad establecido en la modernidad establece una naturalización del discurso hegemónico que se imponía en ese entonces, discurso que le permite la consolidación de un verdadero sistema estructurado a partir de la oposición entre lo normal y lo patológico. Por ejemplo, la economía no solamente se basaría en el abaratamiento de la mano de obra para incrementar el volumen de producción, ni en la explotación de los grupos étnicos subordinados; también está basada en el sostenimiento de un régimen hegemónico solidificado a lo largo del tiempo, que ha perpetuado la idea de la anormalidad homosexual, de la inferioridad en las capacidades de la mujer, de la diferencia radical entre las razas, del menosprecio a la diferencia. Sin sostener que la solución a las exclusiones del sector LGBTI está en la redistribución de la riqueza material, Butler sí trata de mostrar cómo los estados modernos, basados en la economía, han promovido y estructurado un régimen social en el cual la diversidad sexual no tiene cabida. Por esa razón, no es posible pensar una transformación de las instituciones culturales discriminatorias, sin transformar, con ellas, los aparatos económicos tradicionales. Fraser haría eco de los sectores políticos (que ella señala como parte de la izquierda ortodoxa contemporánea) que considerarían los llamados "estudios culturales" (a los que se adscribiría Butler) como vulgarizaciones del proyecto de la izquierda política y que hacen perder el auténtico horizonte de su agenda: la redistribución de los bienes de la sociedad. La ortodoxia de la izquierda no podría desviarse de su meta; así, las discusiones sobre la importancia de lo simbólico no serían más que procesos desgastantes 19• Según Butler, para sus críticos: [...] el énfasis en lo cultural, por parte de la política de la izquierda, ha abandonado el proyecto materialista del marxismo, y falla al no abordar las cuestiones de equidad y redistribución económica, y también al situar la 19 Por

ejemplo, la lucha por el reconocimiento de derechos matrimoniales a parejas del mismo sexo, o el debate sobre el papel de la sexualidad disidente en la revolución social. Para una discusión crucial sobre la posición de la izquierda en Francia y su rechazo a la aprobación de medidas que favorecen la unión de parejas del mismo sexo, ver el documento de ERIBüN Didier (2005). "Por ese instante frágil", Barcelona: Bellatera.

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cultura en términos de un entendimiento sistemático de modos de producción sociales y económicos, que ha dividido a la Izquierda en sectas identitarias, y que así se ha perdido un sentido de ideales y objetivos comunes, el sentido de una historia común, una base compartida de valores, un lenguaje común, e incluso, un modo universal y objetivo de razonar; que ese énfasis en lo cultural instaura una política autorreferencial y trivial, que se limita a hechos, prácticas y objetos efímeros, en lugar de ofrecer una visión más seria, sólida y global de la interrelación sistemática de las condiciones económicas y sociales20 •

Así, los culturalistas se convertirían en un obstáculo para la realización de las luchas sociales emprendidas por los movimientos "redistribuidores" de izquierda. Las reivindicaciones culturalistas buscan el reconocimiento de los demás sectores de la sociedad, en aras de combatir el riesgo de invisibilización como sector y de encontrar el respeto de los derechos individuales y sociales en razón del género y de la orientación sexual, entre otros. Pero se desviarían de la agenda revolucionaria basada en la lucha de clases. Prácticamente, Butler siente que Fraser, al separar la lucha social por la redistribución de lo material, de la lucha simbólica por el reconocimiento, descalifica a aquellos sectores que han sido víctimas de una discriminación meramente simbólica, no material; y de paso, llama al orden a quienes claman por el reconocimiento, pues la necesidad auténtica de justicia está en la redistribución. Con esta dicotomía "material vs. cultural", se perpetuaría un esquema muy aceptado por la sociedad contemporánea, que resulta difícil de desafiar: la separación entre lo simbólico y lo material. Este dispositivo promueve el rechazo simbólico a los seres que no le resultan útiles económicamente. Un rechazo que no es radical, sino menguado, simulado y que está atravesado por un proceso de naturalización de la verdad, que poco a poco convierte a las personas en "desechos" que no son productivos (prostitutas, trastornados mentales, delincuentes, etc.). Es decir: el origen de la discriminación sexual sería en principio de índole económico, entendiendo lo económico desde una perspectiva mucho más amplia, que incluye la explotación laboral, pero también la dosificación del deseo a través del estudio de las prácticas sexuales, la reproducción obligatoria, el control y la disciplina corporal a través de las prácticas educativas, la taxonomía de las "razas" y de las "anormalidades", la clasificación de las personas, entre otras dinámicas. Y en ese sentido, al establecer una clasificación polarizada como solución a los problemas de justicia, Fraser desconocería (o reconocería de forma errónea) la posibilidad de que se estructure una izquierda unida a través de las diferencias, de la diversidad ideológica, sin 20

BUTLER, op. cit, p. 265 Yss. La traducción es mla.

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apelar a expresiones de autoritarismos ideológicos y unidades movidas por las ortodoxias. Ahora bien, la respuesta de Fraser no se hizo esperar: para ella, su idea no es clasificar de forma taxativa los procesos de solución a las demandas de los grupos: solamente cree que cuando se pueda reconocer el origen de las desigualdades sociales, resultará más eficaz la solución que se les pueda brindar. Por ejemplo, para Fraser: [S]er mal reconocido, desde [mi] perspectiva, no simplemente es ser concebido como enfermo, menospreciado o devaluado en las actitudes conscientes o en las creencias de los demás. Es que le sea negado el estatus