Dos amantes separados por una mentira Cuando

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Espectáculos

Página 4/Sección 4/LA NACION

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Jueves 7 de febrero de 2008

CINE

Dos amantes separados por una mentira Basada en la exitosa novela de Ian McEwan, conmueve con poderosas imágenes que no necesitan palabras Muy Buena

★★★★

Expiación, deseo y pecado (Atonement, Gran Bretaña-Francia-Estados Unidos/2007). Dirección: Joe Wright. Con Keira Knightley, James McAvoy, Romola Garai, Saoirse Ronan, Juno Temple, Brenda Blethyn, Patrick Kennedy y Vanesa Redgrave. Guión: Christopher Hampton, basado en la novela de Ian McEwan. Fotografía: Seamus McGarvey. Música: Dario Marianelli. Edición: Paul Tothill. Diseño de producción: Sarah Greenwood. Producción hablada en inglés y francés con subtítulos en castellano y presentada por UIP. Duración: 122 minutos. OCEANO FILMS

La película retrata las vidas de tres chicos que aprenden a crecer gracias a la música

Historias mínimas de tres chicos que quieren crecer El documental de Reyero es respetuoso y honesto Buena

★★★

Angeles caídos (Argentina/2007, film documental hablado en español). Dirección: Pablo Reyero. Con Eli Suárez, María Aguayo y Ezequiel Rojas. Guión: Pablo Reyero. Fotografía: Nicolás Richat y Pablo González. Edición: Rodrigo Caprotti. Investigación y producción periodística: Eleonora Menutti. Presentada en DVD por Océano Films. 64 minutos. Apta para todo público.

Un documental sencillo, noble, respetuoso y colmado de calidez humana como Angeles caídos es casi una rareza en un tiempo en que la TV satura con el amarillismo de sus testimonios sobre la exclusión social, la inseguridad, la marginación, la droga y los institutos penales, y los noticieros abusan del tema para hacer de cada caso un melodrama. Como en Dársena Sur, el notable film que dio a conocer en 1997, Pablo Reyero se acerca a una realidad que por lo general se prefiere ignorar con las mejores armas que tiene: su mirada franca y leal, su actitud prudente y sin preconceptos y su espíritu solidario, que se evidencia en un auténtico interés por el prójimo y no necesita ser declamado. Esa postura de igual a igual y esa sinceridad que sabe transmitir son las mismas que recibe como respuesta de sus personajes, en este caso tres chicos provenientes de villas o barrios carecientes que están aprendiendo a construir su lugar en el mundo y cuyo rasgo en común es que han encontrado en la música un espacio de crecimiento personal, de autoconocimiento y de autoafirmación. Son chicos que conocen la adversidad e intentan superarla afianzándose en su identidad, seguros de que no van a dejarse atropellar por ese prejuicio que los condena sólo por su procedencia, los acorrala en la marginación y les clausura cualquier posibilidad de futuro. Lo que se ve en los 64 minutos de proyección es el resultado de un largo

y paciente trabajo de investigación, de acercamiento y de participación en la vida de los chicos y de sus familias y comunidades. Hacía falta establecer esa confianza para que la cámara no actuara como espía ni como intrusa para que la conversación entre Eli y sus hermanos discurriera con toda naturalidad, para que una íntima y callada emoción se le adivinara en los ojos cuando evoca el sueño con el padre, de quien heredó la pasión del rock, o para que la tímida María hablara con tanta sinceridad de los amigos que le prometieron no llevarla nunca por el mal camino y se iluminara al recordar que conocer el violonchelo y la música la hizo sobrevivir. Los tres chicos –el tercero es Ezequiel, que toca el violín en la orquesta de Lugano y en una banda de dark metal– conviven con los conflictos, las desventuras y los escollos de la vida en los llamados barrios carenciados, pero han hallado en la música el espacio donde buscar su voz, expresar lo que sienten, abrirse a otras ideas e incluso liberar tensiones. En la música aprenden a crecer. “Dan lo que hacen y lo que son”, dice alguien por ahí. Porque aparte de ser testigo de las actividades de los chicos –en casa, en los ensayos, en la escuela– y de recoger sus opiniones y sus relatos, a la cámara también le interesa el entorno, y esto comprende tanto los ámbitos en los que transcurre la vida de los protagonistas como los testimonios de familiares o maestros. Todo contribuye a la precisa descripción de esa realidad en que viven y asumen: las imágenes, las palabras, los silencios. Reyero no intenta transmitir mensajes. Su callada, sensible solidaridad consiste en mirar de frente a sus semejantes, prestar atención a sus historias y darlas a conocer. Su film es honesto y ejemplar.

Fernando López

(Cine al día) Aclaración sobre Jevel Katz

E! emite los premios ingleses

En la edición de ayer se informó erróneamente la fecha de estreno del documental Jevel Katz y sus paisanos, en el Centro Cultural Rojas. Las funciones serán todos los jueves del mes, a las 20, a partir del 14, con entrada libre y gratuita.

El lunes, a la medianoche, E! transmitirá los Bafta, los premios de la academia de cine británica. Con los Oscar todavía en duda, el glamour se traslada a Londres, ya que ayer se anunció que no se hará la tradicional fiesta de la revista Vanity Fair en Hollywood.

Transcurrida la primera de las dos horas de Expiación, deseo y pecado, hay un plano-secuencia de cinco minutos rodado en la playa francesa de Dunkerque con más de mil extras (soldados británicos esperando en vano, al borde de la desesperación, la llegada de los barcos para cruzar el canal de la Mancha y regresar a su país) en constante movimiento. No se trata, apenas, de un ejercicio de virtuosismo con un exquisito trabajo de steadycam que recuerda el de El arca rusa, de Alexander Sokurov, sino de un ejemplo de gran cine que logra transmitir en toda su dimensión, con poderosas imágenes que no necesitan del subrayado de las palabras, los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Sólo esos cinco minutos bastarían para recomendar, justificar y enaltecer a este segundo largometraje del joven director londinense Joe Wright (el mismo de la lograda Orgullo y prejuicio), pero –si bien el resto del relato no vuelve a alcanzar semejante cima artística– hay en esta transposición de la extraordinaria novela original de Ian McEwan bastante más aciertos que contratiempos. Las 435 páginas del libro de McEwan son un tratado demoledor sobre la culpa y el azar, sobre cómo los

UIP

Keira Knightley en la piel de Cecilia, una joven de familia aristocrática separada de su amado por la Segunda Guerra Mundial

celos de una adolescente, una pequeña traición, un error insignificante, un acto de cobardía, una mentira banal, un simple malentendido pueden cambiar para siempre el destino de una gran pasión y de dos personas. Una obra mayúscula trabajada en múltiples capas donde conviven, con absoluta armonía, desde el despertar sexual hasta la moral de los años 30 y 40, desde las diferencias de clase hasta la creación literaria, desde la tragedia social de la guerra hasta la tragedia íntima de dos jóvenes enamorados. Wright y su guionista, el experto en transposiciones Christopher Hampton (trasladó al cine Relaciones peligrosas, El cónsul honorario, Carrington, Ma-

ry Reilly, El agente secreto y El americano tranquilo, entre otras novelas), hicieron un buen trabajo. Se podrá argumentar, con razón, que aquí todo resulta menos sutil, más explícito, con menos matices que en el libro de McEwan, pero era inevitable que las imágenes perdieran parte de la riqueza y la profundidad de una escritura única e inimitable. Quizás a la atrapante primera mitad del relato (ambientada durante una sola jornada de 1935 en una mansión aristocrática) le falte algo de la tensión sexual que McEwan le imprimió, y que a la segunda le sobren unos cuantos planos que caen en un innecesario regodeo visual, en un preciosismo que

quita más de lo que agrega, pero Expiación resulta, en buena parte de su trama, una épica sobre un amor imposible construida con una narración sólida, con el aporte de buenos actores (se lucen James McAvoy y Keira Knightley como los héroes románticos Cecilia y Robbie, así como la joven Saoirse Ronan como la imaginativa y despiadada Briony), de un equipo técnico y artístico de primer nivel y, lo más importante, con una gran sensibilidad. Estamos, entonces, ante una muy buena versión de un libro excelente. Se ha perdido algo en el camino, es cierto, pero el viaje valió la pena.

Diego Batlle

Cuando estar soltera no resulta un honor La nueva reina de la comedia romántica norteamericana, Katherine Heigl, protagoniza este cuento de hadas Buena

★★★

27 bodas (27 Dresses, EE.UU./2007). Dirección: Anne Fletcher. Con Katherine Heigl, James Mardsen, Malin Akerman, Judy Greer y otros. Guión: Aline Brosh Mckenna. Fotografía: Peter James. Música: Randy Edelman. Presentada por 20th. Century Fox. Hablada en inglés. Duración: 110 minutos. Calificación: apta para todo público.

Casarse es el sueño de casi todas las mujeres. Sin embargo, la felicidad de Jane es ser dama de honor de todas sus parientes y amigas. Ella es idealista, romántica y completamente desinteresada, pero cuando su hermana Tess conquista a George, de quien ella se encuentra secretamente enamorada, la muchacha comienza a examinar su estilo de vida. Una tarde memorable, Jane consigue ir de una boda a otra en una rápida maratón, odisea de la que es testigo Kevin, un periodista de la sección sociales de un importante diario, y la incansable chica descubre que el cinismo del reportero es lo contrario a todo aquello que ella considera sagrado, específicamente las bodas, y ambos entran en conflicto.

FOX

Heigl interpreta a una mujer enamorada del novio de su hermana

Esa hermana logra que la siempre complaciente Jane planee su boda, pero sus sentimientos hacia su jefe la conducen a algunas revelaciones asombrosas y quizás a una nueva vida. Mientras tanto, entre el aparentemente frío periodista y la perpetua dama de honor nacerá un romance con varios tropiezos en los que los acertados

gags y las alocadas situaciones de 27 bodas terminan por consolidar una comedia romántica salpimentada de humor y de simpatía. La directora Anne Fletcher supo manejar con habilidad un guión muy al estilo norteamericano en el que el amor, finalmente, se impondrá tras no pocos sobresaltos en los que las

aventuras y desventuras de esa Jane finalizarán como en los más populares cuentos de hadas. Katherine Heigl aporta la necesaria vitalidad a su papel, en tanto que James Mardsen muestra con habilidad a ese periodista tan descreído del amor como de las bodas. El entramado va subiendo en decibeles desde un comienzo, cuando Jane muestra su felicidad cada vez que debe asistir a una boda, hasta los momentos culminantes, aquellos en que la flecha de Cupido hace blanco en su corazón, que parecía cerrado al amor. Los rubros técnicos acompañaron acertadamente a esta historia, que suma a su diversión la habilidad de su narración, que permite seguir con una sonrisa las alocadas travesuras de su protagonista, esa muchacha feliz de ser dama de honor en todo casamiento que se le ponga por delante. La realizadora supo imponer un sólido entretenimiento a este relato que, entre tantos ires y venires, consigue su propósito: divertir con astucia y permitir a los espectadores pasar un rato de expansión. Lo que no es poco dentro de este género siempre tan en boga en la imaginación de los productores de Hollywood.

Adolfo C. Martínez

Sobredosis

La muerte de Heath Ledger fue accidental La provocó un letal cóctel de fármacos NUEVA YORK (AP).– Heath Ledger murió por una sobredosis accidental de fármacos recetados que incluye analgésicos, pastillas para dormir y ansiolíticos, declaró ayer la oficina del forense de esta ciudad. “Falleció como resultado de una grave intoxicación por los efectos combinados de oxicodona, hidrocodona, diazepán, temazepán, alprazolán y doxilamina’’, dijo en un comunicado la vocera Ellen Borakove. Las drogas son los nombres genéricos para el analgésico OxyContin, los medicamentos contra la ansiedad Valium y Xanax y las píldoras para dormir Restoril y Unisom. “Lo que vemos aquí son los efectos acumulativos de estos medicamentos cuando son tomados juntos”, dijo. El actor australiano, de 28 años, fue hallado muerto en su departamento de Manhattan.